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Historia política argentina

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1) La Revolución Libertadora buscó reconfigurar el mapa político en la Argentina, intentando eliminar la herencia del peronismo. Describa en qué consistieron las políticas implementadas para lograr la "desperonización" y su impacto a lo largo de las décadas del '50 y '60. 
 
La Revolución Libertadora fue el movimiento que llevó al derrocamiento de Juan Domingo Perón en 1955, llevado a cabo por el militar Eduardo Lonardi. Uno de los objetivos principales de esta revolución fue la "desperonización" de la política argentina, es decir, la eliminación del peronismo de la vida política del país. Para lograr este objetivo, se implementaron una serie de políticas que buscaban erradicar cualquier rastro del peronismo en la sociedad argentina. Medidas que fueron llevadas a cabo por el presidente Pedro Eugenio Aramburu, segundo presidente de la revolución Libertadora. 
 
Según describe César Tcach (2003), en primer lugar se llevó a cabo la proscripción del Partido Peronista, lo que implicó la disolución de sus estructuras partidarias y la prohibición de utilizar la imagen de Perón y sus símbolos. De esta forma, se impidió que el peronismo tuviera presencia en el sistema político y en los medios de comunicación. Esta política tuvo un fuerte impacto en la vida política, social y económica de la Argentina en las décadas del '50 y '60, puesto que el peronismo había sido el movimiento político más importante y popular del país desde su aparición en la década del '40. La eliminación del peronismo del escenario político dejó un vacío que fue llenado por la Unión Cívica Radical (UCR), que había sido la principal fuerza opositora al peronismo durante el gobierno de Juan Domingo Perón. La política de "desperonización" también causo un impacto negativo en la identidad nacional y la cultura argentina, puesto a que llevo a la marginalización de muchos sectores de la sociedad que habían sido representados por el peronismo, como los trabajadores y los pobres. 
 
En segundo lugar, se llevó a cabo una purga en el Estado y en los sindicatos para eliminar a los funcionarios y dirigentes peronistas. Como señala Tcach (2003), "El presidente Aramburu intervino por decreto la CGT. disolvió el partido peronista, inhabilitó a sus integrantes para obtener empleos en la administración pública y proscribió de la representación gremial a quienes habían ocupado cargos sindicales a partir de 1952." (pág. 6) Esta política de depuración fue más profunda en algunos ámbitos que en otros, pero en general tuvo un alto impacto en la estructura del Estado y en la vida sindical. Muchos de los funcionarios y dirigentes desplazados fueron reemplazados por cuadros de la llamada "Revolución Libertadora". Esta intervención tuvo un impacto profundo en el movimiento obrero argentino. Por un lado, generó una fragmentación de la organización y la creación de sindicatos independientes no vinculados con el peronismo. Por otro lado, también llevó a una radicalización del movimiento obrero y una mayor confrontación con las autoridades, lo que a su vez generó mayor represión y persecución política. 
Aunque a pesar de estos acontecimientos, el peronismo logró mantener su influencia y popularidad en amplios sectores de la sociedad argentina. A lo largo de las siguientes décadas, en las cuales surgieron movimientos de resistencia peronista que buscaron mantener viva la memoria y los ideales del movimiento. 
 
En tercer lugar, se hizo uso de la violencia represiva por parte de las autoridades estatales luego de que en 1956 un intento de toma de la Escuela Superior de Mecánica de la Armada fuera llevado a cabo por militares y civiles, mientras que a su vez civiles tomaban la sede de la Radio LT2 de Rosario. Acciones que resultaron en tragedia, porque como menciona César Tcach esto llevó a la creación de la Ley Marcial la cual les dio el poder y la justificación a la Revolución Libertadora de arremeter contra la vida de los civiles "El gobierno implantó la Ley Marcial y fusiló a seis de los militares sublevados, entre ellos al general Valle. Dieciocho civiles fueron ejecutados en Lanús y un grupo de obreros, al parecer no vinculados de modo directo con la sublevación, en un basurero de José León Suárez. Este último episodio –conocido como "Operación Masacre"– desnudo una nueva dimensión que los argentinos creían haber puesto al abandonado en el siglo XIX: la pena de muerte por razones políticas." (pág. 6). 
 
El impacto de estas políticas fue muy fuerte en la década del '50 y en los primeros años del '60. La proscripción del peronismo se mantuvo hasta 1973, lo que significó que durante casi dos décadas el peronismo no pudo participar en la vida política del país. La purga del Estado y de los sindicatos también tuvo un impacto duradero, ya que en muchos casos se generó una falta de continuidad en los cuadros técnicos y profesionales que trabajaban en esos ámbitos. Estas políticas represivas lograron la eliminación del peronismo del poder político, pero también generó una polarización política y una profunda fragmentación del movimiento obrero. 
 
 
 
7. La presidencia de Menem se caracterizó por la aplicación de políticas neo-liberales. Entre ellas, la convertibilidad fue un plan que logró contener la inflación en el corto plazo, pero a costa de un fuerte deterioro del aparato productivo. ¿Qué problemas estructurales tuvo la convertibilidad? ¿Cuáles fueron sus consecuencias económicas, sociales y políticas trajo a partir del año 1995? 
 
Según Alejandro Grimson (2020) en su libro "¿Qué es el peronismo? De Perón a los Kirchner, el movimiento que no deja de conmover la política argentina", la convertibilidad fue una política económica implementada durante la presidencia de Carlos Menem en Argentina, la cual establecía una paridad fija entre el peso argentino y el dólar estadounidense. Esta política buscaba controlar la inflación y brindar confianza en la moneda nacional. 
 
Sin embargo, la convertibilidad presentó varios problemas estructurales. En primer lugar, la fijación del tipo de cambio generó una sobrevaluación del peso argentino, lo que dificultó la competitividad de la producción nacional. Las importaciones se volvieron más baratas que los productos nacionales, lo que afectó al aparato productivo argentino y llevó a la pérdida de puestos de trabajo en numerosos sectores. Además, la convertibilidad limitó la capacidad del gobierno para implementar políticas monetarias y cambiarias, ya que se encontraba atado a mantener una paridad fija con el dólar. Esto dificultó la capacidad de responder a las crisis económicas internacionales y nacionales, como la crisis de la deuda que estalló en la década de 1990. 
 
Las consecuencias económicas de la convertibilidad fueron significativas. A pesar de lograr una estabilidad de precios a corto plazo, la falta de competitividad de la producción nacional y la dependencia de las importaciones llevaron a un deterioro del aparato productivo argentino. Se produjo una desindustrialización y una fuerte dependencia del sector servicios y del agro, lo que tuvo impactos negativos en el empleo y en la generación de divisas. Para 1998, la economía argentina cayó en una recesión severa y los argentinos comenzaron a cuestionar si el desempleo y el deterioro del país eran la única alternativa a la hiperinflación que habían experimentado. Sin embargo, los intentos de cuestionar el sistema de convertibilidad y el pago de la deuda externa fueron ignorados hasta que fue demasiado tarde y el país colapsó. Tal como Alejandro Grimson (2020) describió en su libro "Si resulta evidente que la convertibilidad no era viable antes de la hiperinflación, necesitamos estudiar cómo el hecho de que los argentinos pensaran en dólares desde antes de la convertibilidad constituyó un elemento decisivo para lograr un consenso que no se quebró hasta la consumación de un desastre económico sin precedentes" (p. 8). Durante este período, la palabra "devaluación" era un tabú político y los cuestionamientos al modelo eran considerados una amenaza. Esto impidió el debatey el análisis sobre las experiencias de la hiperinflación, lo que llevó a un pacto de resignación ante la recesión y la desocupación. Este pacto se rompió cuando la hegemonía neoliberal no pudo garantizar la estabilidad económica y la reproducción de la vida diaria. Esto generó una nueva demanda de "nunca más" a la hiperinflación, que se sumó a las demandas anteriores de "nunca más" al terrorismo de Estado y al nacionalismo bélico. 
 
Las consecuencias sociales de la convertibilidad también fueron negativas. Según Alejandro Grimson (2020), durante la década del 90 se incrementaron las desigualdades sociales en Argentina. La convertibilidad agravó la concentración del ingreso, beneficiando a los sectores más ricos de la sociedad. A su vez, la desindustrialización y la pérdida de empleo afectaron principalmente a los sectores más vulnerables, generando un aumento de la pobreza y la exclusión social. A su vez, la implementación de políticas neoliberales, entre ellas la convertibilidad, generó una profunda crisis socioeconómica en Argentina. Se produjo un deterioro generalizado de las condiciones de vida de la población, con altos niveles de desempleo, precarización laboral, caída del poder adquisitivo y aumento de la informalidad. 
 
En cuanto a las consecuencias políticas, la convertibilidad generó un debilitamiento del Estado y de su capacidad para intervenir en la economía. La implementación de la convertibilidad generó tensiones en el interior del partido peronista y llevó al debilitamiento de la figura de Menem. A medida que los problemas económicos se fueron acumulando, se produjeron protestas sociales y un aumento de la conflictividad social, tal como indica Alejandro Grimson (2020) "[…] el terror a la hiperinflación generó las condiciones sociales y políticas para que la protesta fuera periférica, segmentada, mirada como algo exótico, prácticamente hasta que esa hegemonía neoliberal se agrietó en sus propios fundamentos más básicos, porque ya no pudo garantizar la reproducción de la vida diaria ni idea alguna de estabilidad" (p. 8). Esto afectó la imagen y la popularidad del gobierno menemista, y llevó a la caída de su posición política. En consecuencia, se profundizó la desconfianza en las instituciones políticas y la capacidad del gobierno para llevar a cabo políticas redistributivas. 
 
En resumen, la convertibilidad implementada durante la presidencia de Carlos Menem tuvo problemas estructurales como la sobrevaluación del peso argentino y la limitación de la capacidad de implementar políticas monetarias y cambiarias. Esto generó consecuencias económicas como la desindustrialización, pérdida de empleo y dependencia de las importaciones. A nivel social, se profundizó la desigualdad y se afectó a los sectores más vulnerables de la población. A nivel político, se debilitó el Estado y su capacidad de intervención en la economía. 
 
 
Referencias: 
 
César Tcach, (2003). Capitulo 1: Golpes, proscripción y partidos políticos. Nueva Historia Argentina. Violencia, proscripción y autoritarismo (1955-1976). 
 
Alejandro Grimson, (2020). ¿Qué es el peronismo? De Perón a los Kirchner, el movimiento que no deja de conmover la política Argentina. Grupo Editorial Siglo Veintiuno.

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