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A C T U A L I Z A C I O N E S S E R A M La imagen funcional en oncología La im a g e n fu n c io n a l e n o n c o lo g ía ( 20 12 ) La imagen funcional en oncología Coordinadores: Roser Ysamat Marfá y Javier Azpeitia Armán 0-0 Portada OK 2012.indd 1 23/11/12 14:21:56 A C T U A L I Z A C I O N E S S E R A M La imagen funcional en oncología 0-3 01-37.indd 1 23/11/12 11:48:53 http://booksmedicos.org © 2012 Sociedad Española de Radiología Médica © 2012 Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos. El contenido de esta publicación no puede ser reproducido, ni transmitido por ningún procedimiento electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia o grabación magnética, ni registrado por ningún medio, sin la previa autorización por escrito del titular de los derechos de explotación. Elsevier y sus asociados no asumen responsabilidad alguna por cualquier lesión y/o daño sufridos por personas o bienes en cuestiones de responsabilidad de productos, negligencia o cualquier otra, ni por uso o aplicación de métodos, productos, instrucciones o ideas contenidos en el presente material. Dados los rápidos avances que se producen en las ciencias médicas, en particular, debe realizarse una verificación independiente de los diagnósticos y las posologías de los fármacos. Depósito legal: B-39457-2011 ISBN: 978-84-7592-755-8 Impreso en España 0-3 01-37.indd 2 23/11/12 11:48:54 A C T U A L I Z A C I O N E S S E R A M La imagen funcional en oncología Coordinadores: Roser Ysamat Marfá y Javier Azpeitia Armán 0-3 01-37.indd 3 23/11/12 11:48:54 0-3 01-37.indd 4 23/11/12 11:48:54 J. Álvarez-Linera Prado Sección de Neurorradiología, Hospital Ruber Internacional, Madrid, España J.M. Artigas Martín Jefe de Sección, Radiología de Urgencias, Servicio de Radiodiagnóstico, Hospital Universitario Miguel Servet, Zaragoza, España P. Caro Mateo Radiología, DADISA, Grupo Healthtime, Cádiz, España A. Luna Alcalá Servicio de Radiología, Clínica Las Nieves, SERCOSA (Grupo Health Time), Jaén, España M. Martí de Gracia Jefa de Sección, Radiología de Urgencias, Servicio de Radiodiagnóstico, Hospital Universitario La Paz, Madrid, España M.I. Martínez León Radiología Pediátrica, Hospital Materno-Infantil, Complejo Hospitalario Universitario Carlos Haya, Málaga, España K. Memon Department of Radiology, Section of Interventional Radiology and Division of Interventional Oncology, Robert H. Lurie Comprehensive Cancer Center, Northwestern University, Chicago, IL, USA E. Navas Campos Radiología, DADISA, Grupo Healthtime, Cádiz, España E. Pérez Gómez Unidad de Patología Mamaria, Hospital Universitario Dr. Josep Trueta, Girona, España A. Rodríguez Fernández Servicio de Medicina Nuclear, Hospital Universitario Virgen de las Nieves, Granada, España R. Salem Department of Radiology, Section of Interventional Radiology and Division of Interventional Oncology, Robert H. Lurie Comprehensive Cancer Center, Northwestern University, Chicago, IL, USA R. Sánchez Sánchez Servicio de Medicina Nuclear, Hospital Universitario Virgen de las Nieves, Granada, España J.C. Vilanova Unidad de Resonancia Magnética, Clínica Girona, Girona, España Servicio de Radiodiagnóstico, Hospital Sta. Caterina, Salt, Girona, España Departamento de Ciencias Médicas, Facultad de Medicina, Universidad de Girona, Girona, España Índice de autores La imagen funcional en oncología 0-3 01-37.indd 5 23/11/12 11:48:54 0-3 01-37.indd 6 23/11/12 11:48:54 En los últimos años, la radiología o, si se prefiere, el diagnóstico por la imagen (definición que probablemente esté más en consonancia con el tema que nos ocupa), ha experimentado un gran avance al adoptar como métodos diagnósticos y terapéuticos las nuevas técnicas de imagen funcional y molecular. Esto supone para los radiólogos un reto importante, ya que implica un cambio conceptual hacia nuevas áreas de conocimiento que trascienden de las propias del radiodiagnóstico y que son más afines a otras disciplinas más técnicas, como por ejemplo la física o la química. Por otra parte, también impone la necesaria incorporación del radiólogo a equipos multidisciplinares que trabajen de forma conjunta en el diagnóstico y trata- miento de patologías específicas, aunque un primer paso en este sentido ya ha sido dado en la mayoría de los servi- cios de radiología gracias a la adopción de la organización por órganos/sistemas. Este progreso, debido a las nuevas técnicas funcionales, tiene una especial relevancia en el campo de la oncología, donde ha supuesto un avance espectacular en el diagnósti- co y en la monitorización del tratamiento de las neoplasias por parte del radiólogo. Actualmente, además de disponer de una imagen anatómica muy exacta del tumor y de su relación con las estructuras vecinas, nos es posible estudiar in vivo la composición tisular, el grado de angiogénesis, el mapa de perfusión, el grado de actividad metabólica, etc., de una neoplasia y de sus metástasis. Todo ello deriva en una mayor precisión en la estadificación y, por ende, una mayor eficacia de los tratamientos ofertados al paciente. Al mismo tiempo es posible establecer las características específicas de cada tumor y proporcionar un tratamiento “a la carta” a cada paciente, mejorando la respuesta tumo- ral y el pronóstico, minimizando los efectos adversos y evi- tando tratamientos agresivos infructuosos. La patología oncológica interesa a todos los radiólogos al abarcar todos los órganos de la economía; es por ello que todos nos vemos implicados en la necesidad de actualizar nuestros conocimientos. Muchos de nosotros también nos estamos enfrentando a la incorporación de estas nuevas técnicas en nuestra práctica clínica diaria. Esta última circunstancia queda reservada a los especialistas que tra- bajan en los centros que disponen de la tecnología ade- cuada, pero todos los radiólogos, tarde o temprano, tendre- mos que lidiar con las nuevas técnicas funcionales, por lo que el Comité Científico del XXXI Congreso Nacional de la SERAM, a instancias de su Presidenta, la Dra. Oleaga Zufi- ria, ha escogido como tema del curso central del congreso y de esta monografía “La imagen funcional en oncología”. Los temas han sido elegidos en función de su relevancia en la práctica clínica, intentando a la vez cubrir el mayor número de áreas de la especialidad. El propósito de esta monografía ha sido presentar al lector una puesta al día de las respectivas técnicas de imagen funcional, incluyen- do los aspectos técnicos, indicaciones y valor de la técnica respecto a la estadificación, planificación y monitorización del tratamiento. Todos los autores tienen una amplia experiencia en los temas respectivos, que queda plasmada en cada uno de los capítulos. Queremos agradecer a todos ellos su esfuerzo y su valiosa colaboración. R. Ysamat Marfá y J. Azpeitia Armán Prólogo La imagen funcional en oncología 0-3 01-37.indd 7 23/11/12 11:48:54 0-3 01-37.indd 8 23/11/12 11:48:54 Sumario La imagen funcional en oncología Capítulo 1. El paciente oncológico en urgencias ................... 1 J.M. Artigas Martín y M. Martí de Gracia Capítulo 2. Tratamiento intraarterial en las neoplasias hepáticas ................... 13 K. Memon y R. Salem Capítulo 3. Cáncer de recto: evaluación de la respuesta tumoral ................... 19 y su influencia en la decisión terapéutica P. Caro Mateo y E. Navas Campos Capítulo 4. Cáncer de próstata. Papel de las técnicas funcionales ................... 38 en el diagnóstico y estadificación del cáncer de próstata: espectroscopia, difusión, perfusión. Seguimiento activo J.C. Vilanova y A. Luna Alcalá Capítulo 5. Tomografía por emisión de positrones/tomografía ................... 50 computarizada en la estadificación del cáncer de pulmón A. Rodríguez Fernández y R. Sánchez Sánchez Capítulo 6. Resonancia de cuerpo completo condifusión: ................... 61 aplicaciones oncológicas y en la evaluación de las metástasis óseas A. Luna Alcalá y J.C. Vilanova Capítulo 7. Papel de la resonancia magnética en el seguimiento ................... 78 de los gliomas J. Álvarez-Linera Prado Capítulo 8. Modificaciones en la estadificación por imagen ................... 90 de los tumores malignos pediátricos del SNC M.I. Martínez León Capítulo 9. Cáncer de mama: aportación de la imagen funcional ................... 97 E. Pérez Gómez 0-3 01-37.indd 9 23/11/12 11:48:54 0-3 01-37.indd 10 23/11/12 11:48:54 Introducción El efecto combinado de múltiples factores, como mayor expectativa de vida, aumento real en la incidencia de tumo- res o reducción de la mortalidad oncológica debida a los avances continuos en su diagnóstico y tratamiento, ha ele- vado la prevalencia del cáncer en nuestra sociedad que, con frecuencia, es hoy una patología “crónica” sujeta a compli- caciones intercurrentes en relación con el tumor, sus metás- tasis y productos (hormonas, citocinas) o el tratamiento aplicado, lo que ha multiplicado el número de consultas e ingresos urgentes en pacientes oncológicos1,2. Amplia dis- ponibilidad y carácter no invasivo hacen de la radiología un elemento indispensable en el manejo urgente de las com- plicaciones del cáncer, cuya complejidad puede oscilar de mínima a extrema, pero que sigue una serie de pautas que el radiólogo de guardia debe conocer. Con frecuencia, los hallazgos radiológicos permiten identificar un tumor que debuta con una complicación (p. ej., obstrucción intestinal, atelectasia), la progresión de un tumor conocido que con- diciona una situación urgente de forma directa (compre- sión medular, síndrome de vena cava superior) o indirecta (hipercoagulabilidad, síndromes paraneoplásicos), o bien complicaciones derivadas del tratamiento empleado (toxi- cidad, hemorragia, infecciones por inmunosupresión). En las próximas páginas se revisarán algunas de las principales complicaciones que dan lugar a situaciones de urgencia en pacientes oncológicos, donde la radiología e imagen aportan valor al proceso diagnóstico. Se han clasificado en 4 bloques de complicaciones distribuidas por órganos/sistemas: neu- rológicas, torácicas, abdominales y osteomusculares. Las técnicas de intervención mínimamente invasiva guiada por imagen, de gran utilidad en muchas de estas complicacio- nes, no serán tratadas en el presente capítulo, ni tampoco las complicaciones directas derivadas de la cirugía oncoló- gica. Parece obligado señalar también que una exploración radiológica redundante, innecesaria o, sencillamente, no indicada, sólo añade inquietud, molestias y costes, especial- mente en los pacientes oncológicos terminales, únicamente subsidiarios de medidas paliativas. Complicaciones neurológicas La afectación neurológica por un tumor maligno oca- siona una serie de complicaciones que requieren una respuesta rápida, habitualmente multidisciplinar, enca- minada a preservar la vida del paciente y a reducir el dolor y las complicaciones, potencialmente devastado- ras. Patología cerebral aguda La aparición de un accidente cerebrovascular agudo de tipo isquémico en el paciente oncológico viene favore- cida por su estado de hipercoagulabilidad y por el ede- ma y la compresión vascular debidos a un posible tumor intracraneal. Algunos tumores, en especial metástasis de riñón, tiroides, coriocarcinoma y melanoma, tienen propensión al sangrado cerebral. La metástasis cerebral es el tumor intracraneal más frecuente y una complica- ción habitual en los pacientes con cáncer. La mayor parte son de localización supratentorial, con preferencia en la unión de la sustancia blanca con la gris (fig. 1). Su inci- dencia varía con el tipo de tumor primario, proviniendo con mayor frecuencia de pulmón, mama y melanoma. Producen déficits neurológicos, convulsiones o hiper- tensión endocraneal, favorecida por el edema, vasogénico o tumoral, y por la hidrocefalia obstructiva. Aunque la resonancia magnética (RM) es la herramienta diagnóstica más sensible y específica, en situación de urgencia suele emplearse la tomografía computarizada (TC), menos sen- sible, especialmente en tumores pequeños o localizados en la fosa posterior, pero que identifica bien hidrocefalia y hemorragia2. En pacientes con tratamiento esteroideo o inmunosupresor pueden aparecer infecciones oportunistas por virus y hongos cuya identificación precoz es clave, siendo la RM la técnica de elección. La encefalitis límbica paraneoplásica simula trastornos psiquiátricos y se debe a la secreción de sustancias por el tumor intracerebral; su diagnóstico y tratamiento precoces evitan el daño neuro- nal irreversible3. El paciente oncológico en urgencias J.M. Artigas Martína,* y M. Martí de Graciab aJefe de Sección, Radiología de Urgencias, Servicio de Radiodiagnóstico, Hospital Universitario Miguel Servet, Zaragoza, España bJefa de Sección, Radiología de Urgencias, Servicio de Radiodiagnóstico, Hospital Universitario La Paz, Madrid, España La imagen funcional en oncología 1 *Autor para correspondencia. Correo electrónico: jmartigas@salud.aragon.es (J.M. Artigas Martín). 0-3 01-37.indd 1 23/11/12 11:48:55 2 La imagen funcional en oncología tes portadores de un tumor avanzado, es devastadora, con secuelas irreversibles de dolor, parálisis e incontinencia. La columna vertebral es la localización más frecuente de metástasis óseas (40%), y de estos pacientes, un 20% desa- rrollará compresión medular4. Casi cualquier tumor puede causarla, siendo los de mama, pulmón y próstata respon- sables de dos tercios de los casos, siguiendo en frecuencia el linfoma, mieloma y sarcomas3. La columna dorsal es el segmento afectado con mayor frecuencia (70%), seguido por la columna lumbosacra (20%) y cervical (10%). El meca- nismo habitual es la erosión ósea con compresión epidu- ral y vascular directa, pero también por invasión del canal medular a través de los agujeros de conjunción en masas paraespinales o por fractura patológica del cuerpo verte- bral con protrusión de un fragmento al espacio epidural. Cualquiera de ellos asocia al componente mecánico direc- to otro vascular por ectasia venosa, edema e isquemia, que progresivamente propician la lesión neuronal irreversible4. El 80% de los casos de SCM aparece en pacientes diag- nosticados de cáncer, y el dolor de espalda progresivo es el síntoma más constante, de forma que su aparición en un paciente oncológico debe sugerir SCM hasta probar lo contrario. Puede aparecer también dolor radicular, altera- ciones de la marcha o disfunción de esfínteres, y un tercio de pacientes presentará otras metástasis vertebrales. La probabilidad de recuperación neurológica disminuye drás- ticamente cuando la compresión medular no se soluciona antes de 24-48 h5, considerándose una emergencia oncoló- gica subsidiaria de estudio por RM inmediata, técnica que asocia cifras de sensibilidad del 93%, con especificidad del 97% y precisión del 95%2. La RM confirma la compresión medular, delimita tridimensionalmente al tumor, identifi- ca otras posibles metástasis y estadifica el grado de com- presión, siendo una herramienta esencial para planificar el tratamiento1 (fig. 2). Complicaciones torácicas Obstrucción de la vena cava superior La delgada pared de la vena cava superior (VCS) la hace especialmente vulnerable a la compresión e invasión por tumores mediastínicos o pulmonares. De etiología maligna en más del 90% de los casos, tres cuartas partes se deben a cáncer de pulmón, con frecuencia microcítico, y el resto a adenopatías mediastínicas por linfoma, cáncer de mama o tumores germinales1,6. Entre las causas benignas cabe destacar la trombosis de catéteres venosos centrales. Su contexto clínico dependerá de la velocidad de instaura- ción, del desarrollo de flujo colateral y de la presencia de válvulas competentes que limiten el reflujo venoso al sis-tema nervioso central7, siendo típico el edema de su región de drenaje, disnea, tos o cefalea. La TC multicorte con reformateos multiplanares y de proyección de máxima intensidad, es la técnica de elección para confirmar su diagnóstico e identificar el punto y cau- sa de la obstrucción6. Cuando se sospecha su presencia, Síndrome de compresión medular El síndrome de compresión medular (SCM) es la segun- da complicación neurológica en frecuencia tras las metás- tasis cerebrales y su aparición, habitualmente, en pacien- Figura 1. Metástasis cerebral de cáncer de mama. Paciente de 51 años, con antecedente de cáncer de mama en remisión hasta ese momento, que acude a urgencias por cefalea y bradipsiquia progresivas de varios días de evolución. Masa (m) frontotem- poral izquierda con edema perilesional (A) e importante realce tras la administración del contraste intravenoso (B), que com- prime el asta anterior del ventrículo lateral y desplaza la línea media. A B 0-3 01-37.indd 2 23/11/12 11:48:55 3El paciente oncológico en urgencias y con el fin de evitar los artefactos lineales ocasionados en las venas braquiocefálicas por el medio de contraste intravenoso (MCI) sin diluir, se recomienda realizar una adquisición tardía, tras concluir la administración de un bolo de MCI seguido de suero fisiológico o emplear MCI diluido, e inyección en una o ambas venas antecubitales8,9. Las claves diagnósticas son la identificación de una masa/ adenopatías mediastínicas que ocluyen la luz de la VCS y la presencia de colaterales venosas: ácigos/hemiácigos, intercostales, mediastínicas, paravertebrales, toracoepi- gástricas, mamaria interna, toracoacromioclavicular, pared anterior del tórax e, incluso, transhepáticas, con derivación sistemicoportal. Las opciones terapéuticas incluyen anti- coagulación, trombólisis, bypass quirúrgico, radioterapia (RT) y quimioterapia (QT). El empleo de prótesis intravas- culares expansibles produce una rápida resolución de la sintomatología en pacientes seleccionados6,9 (fig. 3). Derrame pericárdico El acúmulo de líquido pericárdico es frecuente en pacientes con cáncer avanzado y es signo de mal pro- nóstico10. Se puede deber a metástasis, invasión direc- ta del tumor o complicación terapéutica, y suele ser de tipo hemorrágico. Casi cualquier tumor puede causarlo, pero es frecuente en el cáncer de pulmón, mama, linfo- ma y leucemia. Habitualmente asintomático, el acúmulo rápido o cuantioso puede comprimir las cavidades car- díacas y originar taponamiento cardíaco, con alteración hemodinámica grave. Ocasionalmente, el engrosamien- to pericárdico condiciona una pericarditis constrictiva. El derrame o engrosamiento pericárdico “no tumoral” aparece como consecuencia del tratamiento radio o qui- mioterápico, o por bloqueo linfático condicionado por adenopatías mediastínicas. Se ha descrito también en el contexto de la enfermedad injerto contra huésped y como complicación infecciosa (bacterias, virus, hongos) de la inmunosupresión8. Radiológicamente muestra los signos habituales de: ensanchamiento mediastínico “en frasco de velador” y “del sándwich” o “galleta oreo” en proyección lateral, que indicarán ecografía o TC para confirmar el diagnóstico e identificar además nódulos o engrosamiento pericárdico sugestivos de malignidad, compresión de cámaras cardíacas, o signos de insufi- ciencia cardíaca derecha, como dilatación de vena cava inferior y suprahepáticas, o reflujo del contraste a estas estructuras por TC. Esofagitis El tratamiento con RT/QT destruye indiscriminadamen- te las células con alto índice mitótico, incluidas las de la mucosa digestiva normal, provocando mucositis, eventual- mente potenciada por la inmunosupresión, que propicia la colonización de gérmenes (hongos, virus, bacterias)11. La presencia de esofagitis de cualquiera de las etiologías comentadas es típica de los pacientes con cáncer y suele presentarse con disfagia y odinofagia. Figura 2. Compresión medular. Varón de 30 años con paraparesia progresiva de 2 días de evolución. A) Estudio de resonancia magné- tica, secuencia FSE potenciada en T2, plano sagital de columna dorsal, que muestra fractura patológica en D9, con masa epidural y compresión medular (asterisco). Hay otros focos hiperintensos vertebrales correspondientes a metástasis. B) La tomografía compu- tarizada abdominal realizada a continuación demuestra una masa de 8 cm, con calcificación sugestiva de matriz osteoide (flecha), dependiente del hueso pubiano derecho, correspondiendo con el tumor primario (osteosarcoma). A B 0-3 01-37.indd 3 23/11/12 11:48:55 4 La imagen funcional en oncología Puede aparecer fístula traqueoesofágica hasta en el 5% de carcinomas esofágicos, especialmente tras RT, y con menor frecuencia en tumores primarios de pulmón y trá- quea12. Clínicamente suele aparecer disfagia y síntomas de aspiración, siendo el esofagograma de bario el estu- dio de elección, que diferencia fístula de aspiración. Los medios de contraste hidrosolubles están contraindicados por el riesgo de edema pulmonar grave12. La TC puede demostrar la comunicación, habitualmente en el interior de la masa tumoral que invade esófago y árbol traqueo- bronquial8. Enfermedad tromboembólica Cualquier paciente oncológico presenta un grado varia- ble de activación de la cascada coagulativa, que junto con otros factores de tipo general, como la restricción de la movilidad o el empleo generalizado de catéteres intrave- nosos, propicia la aparición de trombosis venosa profunda (TVP). La TVP puede anunciar un cáncer oculto o ser una complicación de un tumor conocido, potenciada por la hospitalización, cirugía o QT13. La presencia de TVP dismi- nuye la supervivencia en los pacientes con cáncer, siendo el riesgo de muerte tras tromboembolia pulmonar de 4 a A A B B D C Figura 3. Síndrome de vena cava superior. A-C) Varón de 63 años, con carcinoma microcítico pulmonar que presenta edema de miem- bros superiores y abotargamiento progresivo. Tomografía computarizada de tórax con contraste intravenoso, plano axial a nivel del cayado (A) y oblicuo sagital (B). Masa mediastínica (m) que invade y ocluye la vena cava superior (asterisco), con vascularización cola- teral profusa (flechas), más evidente en el reformateo volumétrico con proyección de máxima intensidad (C). Derivación por plexos venosos axilares, intercostal derecha y ácigos y vena mamaria interna izquierda. D) Catéter venoso central tipo Hickman en otro paciente oncológico, con defecto de repleción intraluminal en su punta debido a un trombo parcialmente oclusivo (flecha). Nódulo tiroideo incidental (n). 0-3 01-37.indd 4 23/11/12 11:48:55 5El paciente oncológico en urgencias 8 veces mayor14. Como hallazgo incidental en estudios TC de estadificación en pacientes tumorales, la prevalencia de TVP es del 6,8%, incrementándose en pacientes ingresados y con enfermedad avanzada14. La tromboembolia pulmo- nar es la segunda causa de muerte en pacientes oncoló- gicos ingresados. Su aparición puede interrumpir la pauta quimioterápica prevista, por el riesgo de eventos hemorrá- gicos propiciados por el efecto sinérgico de determinados fármacos (p. ej., gemcitabina, bevacizumab) con el trata- miento anticoagulante13,15. Opacidades pulmonares. Fiebre El parénquima pulmonar es asiento frecuente de com- plicaciones en los pacientes afectados de tumores sólidos y, muy especialmente, hematológicos. Entre otros factores se incluyen la inmunodepresión, debida al tumor y a su tratamiento, que propicia la patología infecciosa; la fun- ción de filtro para metástasis y émbolos de la red capilar pulmonar, y la especial susceptibilidad del lecho alveoloca- pilar a los efectos tóxicos de QT y RT, a la hemorragia trom- bocitopénica y a algunas reacciones antígeno-anticuerpo que lo sitúan como órgano diana8,16,17. La aparición de fie- bre y opacidades pulmonares nuevas constituye un pro- blema clínico frecuente en pacientes inmunodeprimidosy hasta el 60% de casos con granulocitopenia desarrollará una opacidad/infiltrado pulmonar en algún momento de su enfermedad18. La supresión de la medula ósea es un efecto tóxico de gran parte de los tratamientos con QT, que suele afectar a todas las líneas celulares, pero esencialmente a la serie blanca y característicamente a los neutrófilos. La mayoría de las pautas de QT provoca neutropenia máxima tras 8 días, que comienza a recuperarse pasados 5 días. Algunas de ellas, particularmente las empleadas en tumores hema- tológicos, provocan una neutropenia más severa y pro- longada, especialmente si se asoció irradiación de médu- la ósea o hay infiltración tumoral de ésta1. Los pacientes con neutropenia febril tienen una probabilidad del 50% de infección oculta y, en ausencia de otra orientación clíni- ca, el pulmón es la primera localización a investigar, habi- tualmente por radiología. Una opacidad pulmonar en un paciente neutropénico anuncia una situación de riesgo, especialmente cuando asocia signos de insuficiencia res- piratoria o es de tipo difuso en la radiografía, alcanzando la mortalidad cifras del 50%19,20. La infección es responsable del 75% de las complicaciones pulmonares en pacientes neutropénicos, cifra que se eleva al 90% si la neutropenia es grave o la opacidad pulmonar es de tipo focal19. El resto de complicaciones pulmonares se debe a toxicidad a fár- macos, manifestación pulmonar del tumor subyacente o procesos no relacionados, como embolia o edema pulmo- nar. Esta última es una posibilidad a considerar sistemáti- camente, incluso en pacientes jóvenes previamente sanos, relacionándose su aparición con el efecto sinérgico de la toxicidad cardíaca de algunos fármacos (antraciclinas), la necesidad de hiperhidratación previa a la QT en leucemias, hipoproteinemia o el aumento de la permeabilidad alveo- locapilar de tipo tóxico (interleucina 2, gemcitabina), por radioterapia o por sepsis15,18,21. La caracterización del agente causal se considera obje- tivo prioritario, aunque no mejora el resultado en más del 10-20% de casos y se consigue únicamente en el 15-20%, incluyendo series autópsicas19. No obstante, el retraso diag- nóstico asocia mayor morbimortalidad en pacientes gra- ves18,20,22. La radiología constituye una alternativa no inva- siva y rápida, pero que ofrece un diagnóstico específico en una minoría de casos, debido a la diversidad de patologías implicadas y a la ausencia de patrones de imagen específi- cos que permitan afirmar o excluir una u otra opción. Con mayor frecuencia proporciona una orientación diagnósti- co-diferencial que debe correlacionarse con la información clínica y de laboratorio. La radiografía de tórax suele ser el método de imagen inicial, aunque tiene poca utilidad en la detección o exclusión precoz de opacidades pulmonares en pacientes inmunodeprimidos, con sensibilidad inferior al 50%21, por lo que se recomienda realizar sistemática- mente TC pulmonar, que identifica infección en más de la mitad de pacientes neutropénicos con radiografía normal y adelanta el diagnóstico un promedio de 5 días, con sen- sibilidad del 87% y valor predictivo negativo del 88%23,24. El estudio se focaliza en el parénquima pulmonar con técnica de alta resolución (TCAR) “volumétrica”, sin necesidad de administrar contraste intravenoso, salvo ante sospecha de tromboembolia pulmonar o hemoptisis. Para su valoración resulta imprescindible la información clínica que oriente sobre el grado de inmunosupresión/recuperación hema- topoyética, antecedente de injerto alogénico o autólogo de células madre, pauta de QT y RT, corticoides, positividad a virus y relación temporal entre la aparición de la opaci- dad y el evento terapéutico16,21,25,26. La profilaxis sistemá- tica empírica tiende a modificar los patógenos habituales en algunos grupos de riesgo (p. ej., Pneumocystis jiroveci en trasplante de médula ósea y leucemia linfoide crónica), desviando la incidencia hacia otros grupos, inicialmente menos probables (linfomas no hodgkinianos). La broncos- copia con lavado alveolar viene siendo la piedra angular del diagnóstico etiológico de la neumonía en pacientes oncológicos, pero no siempre es factible ni está exenta de riesgos18. Un reciente estudio20 no encuentra mayor riesgo para la broncoscopia, pero similar rendimiento diagnóstico para los análisis no invasivos rutinarios de esputo, aspira- do nasofaríngeo, sangre y orina. La neumonía bacteriana es la causa más frecuente de infección durante la fase temprana de la neutropenia. Se considera responsable de hasta el 90% de los episodios21, pero tanto su frecuencia como el germen causal y su apa- riencia radiológica guardan relación con el tipo de déficit inmunitario18. La neumonía de la comunidad asocia mayor mortalidad en el paciente oncológico que en la población general, aunque la presencia de neutropenia ha sido cues- tionada como factor de riesgo independiente, cuyo efecto quedaría diluido en el de una profunda alteración inmu- nológica cualitativa global común a los pacientes con cán- cer27. La radiografía de tórax puede ser normal hasta en un 30% de los casos, como consecuencia del tratamiento 0-3 01-37.indd 5 23/11/12 11:48:55 6 La imagen funcional en oncología bacilos gramnegativos), P. jiroveci, micobacterias o bien etiología no infecciosa. La TC puede orientar o excluir diag- nósticos de forma rápida y no invasiva combinando los hallazgos radiológicos con el contexto clínico/terapéutico, analítico y evolutivo21,25,26. La neumonía fúngica se sospechará en un paciente con neutropenia febril persistente que no responde al trata- miento empírico. Suele ser debida al género Aspergillus y su forma invasiva es frecuentemente mortal, por lo que su identificación precoz es crítica, aunque su confirmación es difícil28. Inicialmente la radiografía puede ser normal, siendo el hallazgo más característico en TC la presencia de nódulos rodeados de opacidades en vidrio deslustrado (“signo del halo”) (fig. 4) o focos de consolidación triangula- res de base pleural, correspondientes a infartos hemorrá- gicos28. De aparición precoz, estos signos asocian elevada especificidad (93%) pero baja sensibilidad (33%)21. Con la recuperación hematopoyética, las opacidades se hacen más densas, pudiendo aparecer cavitación y separación de fragmentos de pulmón necrótico (“signo del menisco aéreo”)28. Estos hallazgos típicos aparecen en el 75% de casos diagnosticados de aspergilosis pulmonar invasiva, pudiendo quedar la imagen reducida a opacidades/con- solidación inespecíficas18. Hay otra presentación con tra- antibiótico empírico, pero es habitual la aparición de con- solidación parenquimatosa con broncograma aéreo, fre- cuentemente de patrón bronconeumónico. En los pacien- tes neutropénicos las opacidades pulmonares aparecen más tardíamente y tienden a ser más tenues, “en vidrio esmerilado” (OVE), hallazgo tan frecuente en estos pacien- tes como poco específico, con cierto paralelismo entre el grado de opacidad y el de recuperación hematopoyética28. Además de la neutropenia hay otros factores de riesgo para neumonía bacteriana en el paciente oncológico, como el tratamiento corticoide, el drenaje bronquial inadecua- do por tumor estenosante o la depresión del reflejo de la tos16. La neumonía por Legionella es frecuente en pacientes con tratamiento corticoide y rápidamente progresiva, des- de una consolidación focal hasta la afectación difusa de ambos pulmones. La mayor parte de neumonías bacterianas responde al tratamiento antibiótico empírico, pero la afectación pul- monar puede progresar rápidamente ensombreciendo el pronóstico, especialmente cuando la cifra de neutrófilos baja de 1.000 células/µl, o si el tratamiento administrado no cubre el germen causal22. En estos casos hay que pensar en etiologías alternativas como hongos (Aspergillus spp.), virus, bacterias multirresistentes (Staphylococcus aureus, Figura 4. Mujer de 25 años, en tratamientopor linfoma de Hodgkin, con disnea, sin fiebre ni neutropenia significativa. A) Tomografía computarizada (TC) pulmonar con nódulos múltiples, bilaterales, rodeados de opacidad en vidrio deslustrado (“signo del halo”) (fle- cha) sugestivos de infección fúngica. B) El control TC (alta resolución) tras 2 semanas de tratamiento antifúngico muestra marcada reducción de tamaño de los nódulos (flecha). A B 0-3 01-37.indd 6 23/11/12 11:48:56 7El paciente oncológico en urgencias tes sometidos a irradiación corporal total como terapia de acondicionamiento previa al trasplante de médula ósea o de células madre. Su momento de aparición es variable, siendo características las OVE que luego pasan a consoli- dación, limitadas al campo irradiado, habitualmente para- mediastínico y apical. Neumonitis tóxica por fármacos. Como consecuencia de un mejor conocimiento de la biología tumoral, la QT ha evolu- cionado desde los fármacos citotóxicos clásicos que atacan a las células con rápida proliferación, hasta otros nuevos que bloquean moléculas específicas implicadas en el cre- cimiento, diferenciación celular o aporte de nutrientes. El desarrollo de opacidades pulmonares es la manifestación más frecuente de ambos, habitualmente de tipo intersti- cial y OVE que pueden ser bilaterales o hacerse alveola- res y evolucionar tardíamente hacia engrosamiento septal y atrapamiento aéreo por fibrosis. Su aspecto radiológico tiende a solaparse entre sí y con el resto de causas, previa- mente comentadas. Entre los clásicos figuran bleomicina y metotrexato, y entre los nuevos, gemcitabina, paclitaxel, oxaliplatino o inhibidores de la tirosina cinasa15. La infiltración leucémica afecta fundamentalmente al intersticio pulmonar perilinfático y se manifiesta por TCAR como afectación broncovascular y de tabiques interlobuli- llares con OVE, similar a la congestión pulmonar. La hemo- rragia pulmonar aparece típicamente en pacientes pan- citopénicos tras lavado alveolar broncoscópico, tras una neumonía fúngica durante la recuperación hematopoyé- tica, o con algunos fármacos (bevacizumab). En radiología simple aparece afectación difusa rápidamente progresiva y la TC muestra típicamente OVE y engrosamiento septal, muy similares al edema pulmonar15,19,29. Invasión de la vía aérea El carcinoma broncogénico es la primera causa de obs- trucción tumoral de la vía aérea, aunque cualquier tumor mediastínico puede producirla. El contexto clínico depen- derá del nivel de la obstrucción, siendo frecuente la apari- ción de disnea, estridor, hemoptisis y tos, sintomatología inespecífica común con otras entidades más frecuentes (asma, neumonía, bronquitis)2. La presencia de atelectasia o neumonía obstructiva es una complicación habitual en los tumores hiliares, cuyo tratamiento requiere la reper- meabilización. La radiografía de tórax aporta los signos clá- sicos de neumonitis obstructiva, atelectasia o masa hiliar, pero la TC es más sensible en la demostración de estenosis bronquial, aporta información de gran utilidad para plani- ficar la broncoscopia, ayuda en la diferenciación de moco intraluminal de tumor, que realza tras el contraste intrave- noso, y evalúa las estructuras mediastínicas orientando la diferenciación de tumoración primaria/metástasis. Derrame pleural Los pacientes oncológicos con frecuencia desarrollan derrames pleurales, en ocasiones a tensión, cuya naturale- za puede ser benigna o maligna. Los primeros pueden obe- queobronquitis necrosante que produce bronconeumonía focal o difusa19,29. P. jiroveci (previamente Pneumocystis carinii) es un orga- nismo unicelular actualmente clasificado como hongo, responsable de neumonía en pacientes con alteración de la inmunidad celular. Aunque su frecuencia es baja en los pacientes con cáncer, predominando en las neoplasias hematológicas y tumores cerebrales, entraña riesgo vital. Son factores predisponentes el empleo de QT intensiva, tratamiento corticoide y bajo valor de CD4. Ante sospecha clínica y con radiografía normal o inespecífica, la TC puede mostrar hallazgos típicos, como OVE perihiliar bilateral, a menudo de distribución parcheada o geográfica y que pue- de asociar engrosamiento de septos interlobulillares18,28. La neumonía viral en pacientes neutropénicos asocia una mortalidad en torno al 50% y es responsable de hasta la mitad de neumonías en receptores de trasplante de células madre26. El citomegalovirus es el patógeno más frecuente en los pacientes inmunodeprimidos y característico de las neoplasias hematológicas18. Su diagnóstico es difícil por su frecuencia en la población general y lo inespecífico de sus hallazgos radiológicos: opacidades parcheadas, heterogé- neas uni o bilaterales, OVE y consolidación alveolar19,28. Hasta el 15% de neumonías en pacientes oncológicos son polimicrobianas, siendo particularmente típicas en situaciones con gran alteración inmunitaria como tras- plante alogénico de médula ósea de células madre hema- topoyéticas y casos graves de enfermedad injerto contra huésped, donde pueden coexistir bacterias, hongos y virus18. La neumonía viral predispone característicamente a la infección secuencial por otros gérmenes como bacte- rias o P. jiroveci18. La neumonía consecutiva a obstrucción de la vía aérea por cáncer pulmonar o metástasis es carac- terísticamente polimicrobiana y puede derivar en absceso pulmonar y empiema. Su tratamiento antibiótico aislado es difícil y requiere solucionar la obstrucción con QT, RT o stent para facilitar el drenaje18. La neumonía aspirativa suele combinar aerobios y anaerobios. Su aparición se ve facilitada por la alteración de la actividad ciliar consecuti- va a RT y alteración del reflejo tusígeno. Es particularmen- te frecuente en tumores de cara/cuello18. La patología pulmonar no infecciosa supone 1 de cada 4 casos de infiltrado pulmonar en pacientes inmunode- primidos y, con frecuencia, su tratamiento empírico (p. ej., inmunosupresión) entra en conflicto con el de la patología infecciosa. La TCAR puede ser útil en la detección y carac- terización de estas lesiones. Aparecen manifestaciones pulmonares en forma de bronquiolitis obliterante en un 10% de pacientes con enfermedad injerto contra huésped unos 9 meses después de un trasplante alogénico. Su contex- to clínico, apariencia radiológica y momento de aparición son superponibles a los de la neumonía viral: OVE, patrón en mosaico, atrapamiento aéreo o engrosamiento de la pared bronquial, en la fase precoz, que son sustituidos por engrosamiento de tabiques interlobulillares y “árbol en brote” en las fases tardías. La neumonitis por radiación apa- rece en pacientes tratados con esta técnica por tumores de pulmón, cara/cuello o esófago y en el 5-25% de pacien- 0-3 01-37.indd 7 23/11/12 11:48:56 8 La imagen funcional en oncología presente hasta en la mitad de los pacientes11. La enteroco- litis neutropénica se origina por alteración de la integridad mucosa con posterior invasión por bacterias u hongos. Puede aparecer con tumores sólidos, pero es más frecuen- te en la leucemia aguda34. Afecta a cualquier tramo intesti- nal, con especial predilección por el colon derecho y ciego (tiflitis), apareciendo engrosamiento mural, desflecamien- to pericolónico, ascitis y neumatosis mural32 (fig. 5A). La colitis por C. difficile aparece por colonización de dicho ger- men cuando la flora intestinal normal es alterada por tra- tamientos antibióticos o de QT. Es la infección nosocomial más frecuente del tracto digestivo11 y su intensidad varía desde diarrea leve a una colitis seudomembranosa. Aunque puede tener un aspecto similar a la anterior, habitualmen- te es una pancolitis sin afectación del intestino delgado, con mayor engrosamiento mural y nodularidad. Con fre- cuencia es el radiólogo el primero en sugerirla33. La forma aguda de la enfermedad injerto contra huésped aparece en el 10-50% de pacientes sometidos a trasplante alogénico de médula ósea y afecta a piel, tractodigestivo e hígado11,30. Sus hallazgos más típicos son dilatación de la luz y realce mucoso, con discreto engrosamiento mural31-33. La forma aguda de la proctitis actínica aparece en las 6 semanas pos- teriores a la irradiación pelviana por tumores pelvianos; asocia tenesmo rectal y hemorragia ocasional, cediendo espontáneamente en 6 meses11. Úlcera/perforación Como se ha comentado, la ulceración mucosa es una complicación frecuente de la QT, cuyos efectos son potenciados por la inmunosupresión y el tratamiento corticoide o analgésico. Los tumores gastrointestinales tienden a ulcerarse, así como las enterocolitis infeccio- sas o necrosantes31. La perforación gastrointestinal en un paciente oncológico puede tener diferentes causas: rotura espontánea de un tumor que procede o afecta al conducto digestivo, ulceración neoplásica, necrosis pos- terapéutica, inducida por fármacos o complicando un proceso inflamatorio intestinal. La perforación complica entre un 2,5 y un 10% de cánceres de colon, pudiendo ser abierta a cavidad peritoneal o localizada con forma- ción de abscesos y fístulas a los órganos de vecindad35 (fig. 5B). La perforación gástrica puede aparecer compli- cando el tratamiento corticoide o quimioterápico, y la perforación de un linfoma intestinal suele presentarse en tumores avanzados o durante la QT de inducción31,33. Son múltiples las pautas quimioterápicas que pueden verse complicadas con perforación; entre los de incor- poración reciente figura el bevacizumab (Avastin®), que es un anticuerpo monoclonal que bloquea la neoangio- génesis y que se emplea en el cáncer colorrectal; se han señalado como factores de riesgo la persistencia del tumor primario, la irradiación previa, la diverticulitis, el absceso o la obstrucción11,31. En cualquier caso, la clave diagnóstica sigue siendo la demostración de aire ectó- pico, abscesos, fístulas, trabeculación de la grasa y, con frecuencia, el propio punto de perforación35. decer a un bloqueo linfático, ser reactivos a neumonía obs- tructiva o a hipoproteinemia. El derrame pleural maligno típico viene ocasionado por invasión tumoral de la pleu- ra, siendo típicos los cánceres de pulmón, mama, ovario y linfoma, y el adenocarcinoma la variedad histológica más frecuente8. El mesotelioma maligno aparece típicamente como un derrame pleural asociado a nódulos pleurales. Habitualmente detectados por radiografía, es la TC la que orienta sobre la etiología tumoral, identificando engrosa- miento pleural circunferencial y multinodular asociado al derrame. Cuando un tumor mediastínico, usualmente linfomas y carcinomas metastásicos, invade la pared del conducto torácico, la linfa puede fugar al espacio pleural originando un quilotórax. Complicaciones abdominales La presencia de sintomatología abdominal en un paciente oncológico puede responder a múltiples causas, unas comunes a la población general (p. ej., apendicitis) y otras específicas vinculadas al tumor primitivo (p. ej., obstrucción, perforación, hemorragia) o a su tratamien- to (cirugía, QT, RT, nuevas terapias moleculares). Puede afectar a cualquier órgano y con frecuencia asocia ries- go vital30. La mucosa intestinal presenta celularidad con alto índice mitótico que puede verse afectada por la QT, causando inflamación y aumento de la permeabilidad, e incluso ulceración y perforación. Este efecto se ve com- plicado con la predisposición a la infección debida a la inmunosupresión, tratamiento corticoide o antibiótico, o la tendencia a la hemorragia por necrosis tumoral o trom- bocitopenia30,31. Cualquier tumor maligno asocia inmunosupresión, pero la presencia de neutropenia (> 1.500 células/µl) define un grupo de pacientes donde las complicaciones, especialmente infecciosas, son más frecuentes y carac- terísticas32. De igual forma, los pacientes con antece- dente de trasplante de médula ósea o de células madre presentan complicaciones concretas. La sintomatología clínica suele encontrarse “amortiguada” por la situación inmunitaria, las muestras biológicas (sangre, heces) pue- den demorarse días y la endoscopia asocia mayor riesgo por la trombocitopenia asociada. La indicación quirúrgica urgente es siempre difícil en el paciente oncológico y sus implicaciones pronósticas graves, siendo en ocasiones consecuencia del retraso en el diagnóstico de una com- plicación médica (p. ej., tiflitis). En ese contexto, la TC de abdomen puede proporcionar información de gran utili- dad para identificar las causas quirúrgicas de abdomen agudo (perforación, obstrucción) o bien orientar hacia la posible patología específica: progresión tumoral, compli- cación infecciosa, inmunitaria, etc.31-33. Diarrea Es una complicación frecuente de la QT (5-fluorouracilo, capecitabina, irinotecan, tratamientos moleculares) y RT, 0-3 01-37.indd 8 23/11/12 11:48:56 9El paciente oncológico en urgencias conocido, la misión del radiólogo es confirmar la obs- trucción e identificar su etiología: adherencias perito- neales, carcinomatosis peritoneal o recidiva local del tumor primario33. La semiología TC es la habitual, masa estenosante y dilatación retrógrada en relación con la competencia de la válvula ileocecal; ocasionalmente puede identificarse colitis isquémica previa a la obs- trucción o la presencia de una invaginación provocada por un tumor pediculado35. La obstrucción tumoral de la luz apendicular provoca un cuadro de apendicitis agu- da que en ancianos con cáncer de ciego puede aparecer hasta en el 10-25% de casos35. La obstrucción intestinal es una complicación frecuente del cáncer ginecológico, especialmente de origen ovárico, que puede complicar el 35-50% de los casos avanzados36. Por otra parte, el estre- ñimiento es un problema frecuente entre los pacientes tumorales, favorecido por ingesta oral escasa, limitada actividad física, fármacos (analgésicos opiáceos, antie- méticos), QT, disbalance electrolítico, etc., cuya presen- cia debe tenerse en cuenta a la hora de valorar un cua- dro de obstrucción intestinal aguda11. Infarto mesentérico Su origen no ha sido bien clarificado, habiéndose rela- cionado con QT, hipercoagulabilidad sanguínea o embolia tumoral. Puede afectar tanto segmentos intestinales sanos como enfermos (fig. 6). Hemorragia La hemorragia tumoral se ve favorecida por la coexis- tencia de trombocitopenia o algunos tratamientos de QT, pudiendo manifestarse de diferentes maneras: hemo- peritoneo complicando un tumor hepático, hemorragia digestiva alta (úlcera de estrés y gastritis favorecidas por corticoides, RT o QT, linfoma gástrico) o baja (cáncer de colon, colitis) o sangrado retroperitoneal33. La TC permite confirmar la hemorragia activa e identificar la causa, con objeto de indicar el tratamiento hemostático y dirigir su realización endoscópica, endovascular o quirúrgica. La identificación de colecciones intra o extraluminales con valores de atenuación > 60 UH es diagnóstica, incluyen- do el diagnóstico diferencial de gastritis, úlcera péptica o estrés, necrosis tumoral y colitis, necrosante o infecciosa. Determinados fármacos son factores de riesgo, entre otros: corticoides, analgésicos, bevacizumab, imatinib (Gleevec®); este último tiene un potente y rápido efecto antitumoral y se emplea en los tumores estromales gastrointestinales avanzados, asociando episodios hemorrágicos en el 5% de los pacientes31. Obstrucción Es una forma frecuente de presentación de los tumo- res digestivos, típica del cáncer de colon, al que complica en el 8-29% de casos, especialmente los de localización izquierda35 (fig. 5C). Cuando el antecedente tumoral es Figura 5. Complicaciones abdominales. A) Tiflitis neutropénica. Paciente con leucemia aguda que presenta dolor abdominal, fiebre y diarrea. Tomografía computarizada multidetector del abdomen, reformateo coronal que muestra engrosamiento mural del ciego con desestructuración y desflecamiento perivisceral (*). Ascitis (flecha). B) Perforación por cáncerde colon (sigma) estenosante (puntas de flecha). Burbujas de gas con aspecto de heces en el espacio subhepático (flechas). Ascitis (*). C) Cáncer de sigma estenosante (flecha) con distensión retrógrada de la luz del colon por obstrucción (*). A B C * 0-3 01-37.indd 9 23/11/12 11:48:56 10 La imagen funcional en oncología caciones específicas que propician una alteración meta- bólica importante con impacto directo sobre la función renal. La hipercalcemia tumoral aparece hasta en el 10-30% de los tumores avanzados, característicamente de mama, pulmón o mieloma múltiple, y se produce por moviliza- ción masiva del calcio óseo. El síndrome de lisis tumoral puede complicar el tratamiento de cualquier tumor, pero es característico de las neoplasias hematológicas; se debe a la liberación masiva de componentes intracelulares tras su necrosis1,9,10,30. Complicaciones osteomusculares El esqueleto es el órgano afectado con mayor frecuen- cia por el cáncer metastásico38 y donde produce una mayor morbilidad: dolor, hipercalcemia, fractura patoló- gica y compresión medular. Se estima que en pacientes con tumor avanzado uno de estos eventos aparece cada 3-6 meses39. Aparecen metástasis vertebrales en un 10% de pacientes con cáncer, pero hasta un tercio de fracturas vertebrales en este grupo puede ser de origen no tumo- ral38. Los tumores primarios con mayor afinidad por el hueso son los de mama, próstata, tiroides, pulmón y riñón, abarcando los 2 primeros el 80% de casos, mientras que las metástasis óseas de tumores gastrointestinales son infrecuentes5. Debido a su mayor riqueza de médula ósea, las metástasis asientan preferentemente en el esquele- to axial y la columna es la primera localización38. El dolor óseo metastásico es la principal causa de consulta urgente en el paciente oncológico y la hipercalcemia la complicación metabólica más frecuente de la enfermedad metastásica ósea, con efectos importantes sobre los sistemas digesti- vo, renal y nervioso, que pueden llevar a la muerte. Princi- palmente es consecuencia de la destrucción ósea, aunque puede tener un sustrato hormonal. Aparece con mayor frecuencia en tumores de pulmón, mama y riñón, y en neoplasias hematológicas, fundamentalmente mieloma y linfoma. La destrucción tumoral de hueso reduce tam- bién su capacidad funcional, ocasionando microfracturas que desembocan en fracturas patológicas, cuyo asiento más frecuente es costal (29%). No obstante, el impacto funcio- nal es mayor cuando la fractura asienta en una vértebra u otro hueso de carga. La presencia de lesiones grandes, osteolíticas, con erosión cortical, son signos radiológicos asociados a una mayor probabilidad de fractura patológi- ca5,39, habiéndose descrito 3 localizaciones características: fémur subtrocantéreo, húmero subcapital y columna40 (figs. 2A y 7). Las fracturas de estrés por insuficiencia son particularmente frecuentes en el anciano oncológico y su diferenciación con las anteriores puede ser problemáti- ca con radiografía simple40. La TC multicorte proporciona información relevante acerca de la presencia de masa de partes blandas, erosión endóstica y alteraciones corticales o periósticas, si bien estas últimas pueden ser inespecí- ficas40. La RM identifica mejor los cambios en la médula ósea y el edema muscular, siendo de utilidad las secuen- cias potenciadas en difusión38,40. Otras La aparición de insuficiencia hepática aguda en un paciente oncológico puede guardar relación con la admi- nistración de fármacos hepatotóxicos, progresión tumoral, infección o coexistencia de patología hepática de base. La pancreatitis aguda es rara pero muy grave en estos pacien- tes, habiéndose asociado a hipercalcemia, infección por citomegalovirus o fármacos. Se ha sugerido una mayor incidencia de colecistitis alitiásica en pacientes inmuno- deprimidos30,33. Síndrome oligúrico-anúrico La insuficiencia renal aguda en un paciente tumoral puede ser de causa obstructiva o no obstructiva. La obs- trucción ureteral suele ser debida a invasión/compresión por adenopatías o tumores retroperitoneales, ginecoló- gicos o de vejiga. La ecografía confirma obstrucción de la vía urinaria, pero la TC es de elección para la valoración completa del tumor. En ausencia de ectasia significativa, se considerarán causas renales o prerrenales para la insu- ficiencia renal, frecuente en los pacientes oncológicos, y factor limitante para la administración de medio de con- traste yodado intravenoso37. Guarda relación con la nefro- toxicidad de la QT, pero también con la edad avanzada, anorexia y deshidratación (vómitos, QT). Existen compli- A Figura 6. Mujer de 60 años, sin tumoración previa conocida que presenta mal estado general y signos de shock. Tomografía computarizada multidetector reformateo coronal. Gran tumo- ración submucosa gástrica (estromal) (T). Neumatosis mural gástrica (puntas de flecha) y gas en porta (flechas). Ascitis (*). 0-3 01-37.indd 10 23/11/12 11:48:56 11El paciente oncológico en urgencias 16. Stover DE, Kaner RJ. Pulmonary complications in cancer patients. Cancer J Clin. 1996;46:303-20. 17. Jung JI, Kim HH, Park SH, Son SW, Chung MH, Kim HS, et al. Thoracic manifestations of breast cancer and its theraphy. 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Amplia disponibilidad, rendimiento diagnóstico, carácter no invasivo y, en oca- siones, hábitos sociales, hacen de la radiología e imagen diagnóstica técnicas indispensables para el manejo urgen- te —incluida su exclusión— de las complicaciones del paciente con cáncer, cuyas pautas principales, en positivo o en negativo, el radiólogo de guardia debe conocer. Bibliografía 1. Walji N, Chan AK, Peake DR. Common acute oncological emergencies: diagnosis, investigation and management. Postgrad Med J. 2008;84:418-27. 2. Behl D, Hendrickson AW, Moynihan TJ. Oncologic emergencies. Crit Care Clin. 2010;26:181-205. 3. Law M. Complications and emergencies in oncologic patients. Neurological complications. Cancer Imaging. 2009;9:S71-4. 4. Rajer M, Kovac V. Malignant spinal cord compression. Radiol Oncol. 2008;42:23-31. 5. Coleman RE. Skeletal complications of malignancy. Cancer. 1997;80 8 Suppl:1588-94. 6. Eren S, Karaman A, Okur A. The superior vena cava syndrome caused by malignant disease. 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Este tipo de terapias diana disminuye la toxicidad del tratamiento sistémico sin que se reduzca el efecto de los agentes quimioterápicos sobre el tumor. Las terapias locorregionales han demostrado tener un papel paliativo y pueden ser también potencialmente curativas. Este capítulo está orientado a la descripción de las dife- rentes técnicas de embolización utilizadas para el trata- miento de los tumores hepáticos en el campo de la oncolo- gía intervencionista. Estas técnicas incluyen: la embolización transarterial, qui- mioembolización transarterial (TACE), quimioembolización mediante esferas con liberación de fármacos (DEB-TACE) y la radioembolización para tumores malignos hepáticos. Embolización transarterial Objetivo El objetivo es inducir una isquemia tumoral mediante la oclusión de los vasos que irrigan el tumor, inyectando material de embolización en los vasos aferentes tumorales a través de un catéter intraarterial. Este tipo de tratamien- to fue utilizado por primera vez en el año 1950 y constituye la base y el inicio de las terapias con catéter. Procedimiento Después de la estadificación tumoral es necesario reali- zar un mapa arterial exhaustivo y detallado de la anatomía vascular regional mediante angiografía. Una vez localizado e identificado el aporte vascular del tumor, el material de embolización se inyecta den- tro del tumor a través de los vasos aferentes. Algunos de los materiales de embolización utilizados son partículas de alcohol polivinílico (Embospheres; BioSphere Medi- cal Inc, Rockland, MA) o gelfoam (Pharmacia and Upjohn Company, Kalamazoo, MI). Se ha visto que la emboliza- ción induce una isquemia tumoral y muerte celular, pero puede, al mismo tiempo, ocasionar una neoangiogénesis por aumento de los factores angiogénicos secundaria a la isquemia. Evidencia clínica Maluccio et al2 publicaron los hallazgos en 322 pacien- tes con hepatocarcinomas (HCC) irresecables tratados mediante embolización transarterial. La media de super- vivencia desde el comienzo del primer tratamiento en este estudio fue de 21 meses. La tasa de supervivencia al primero, segundo y tercer años fue del 66, 46 y 33%, respectivamente. Los autores concluyeron que la emboli- zación arterial con partículas es efectiva para el del HCC irresecable. Covey et3 al analizaron el uso de la embolización trans- arterial en 45 pacientes con recurrencia de HCC interveni- dos. La media de supervivencia fue de 46 meses con una tasa de supervivencia al año, 2 y 5 años del 86, 74 y 47%, respectivamente. La media de estancia hospitalaria fue de 3,2 días tras el tratamiento. Estos autores concluyen que la embolización transarterial en recurrencias tumorales de HCC es un método efectivo de terapia de rescate. La embolización se ha utilizado también en tumores neuroendocrinos. En un estudio realizado en 84 pacientes, Strosberg et al encontraron una media de supervivencia de 36 meses con una respuesta terapéutica en 11 de los 23 pacientes. Concluyen que en pacientes con metástasis irresecables de tumores neuroendocrinos la terapia con embolización arterial consigue una respuesta clínicay radiológica, y en algunos casos incluso regresión de la enfermedad4. Tratamiento intraarterial en las neoplasias hepáticas K. Memon y R. Salem* Department of Radiology, Section of Interventional Radiology and Division of Interventional Oncology, Robert H. Lurie Comprehensive Cancer Center, Northwestern University, Chicago, IL, USA La imagen funcional en oncología 2 *Autor para correspondencia. Correo electrónico: r-salem@northwestern.edu (R. Salem). 0-3 01-37.indd 13 23/11/12 11:48:57 14 La imagen funcional en oncología de yodo. Es una sustancia radiopaca que se visualiza en el estudio de control de la tomografía computarizada (TC) tras el tratamiento en el seno de la lesión tratada. Esto se sigue de una inyección de partículas embolizantes para prevenir el lavado del agente quimioterápico y evitar la necrosis isquémica (fig. 1). Evidencia clínica En general, las contraindicaciones absolutas a la qui- mioembolización incluyen la ausencia de flujo hepatópato, colaterales compensatorias, encefalopatía y obstrucción biliar. Las contraindicaciones relativas incluyen una cifra de bilirrubina en sangre > 2 mg/dl, lactato dehidrogenasa > 425 U/l, aspartato aminotransferasa > 100 U/l, carga tumoral > 50% del hígado, ascitis, sangrado de varices, trombocitopenia, o insuficiencia renal o cardíaca. La doxo- rrubicina sola se utiliza en muchos centros en diferentes países, en Estados Unidos se emplea en combinación con mitomicina C y cisplatino. Los mejores candidatos para la quimioembolización son aquellos con un buen estado clínico, con una función hepática preservada y sin inva- sión vascular o metástasis extrahepáticas. Llovet et al8 estudiaron los resultados en pacientes tratados con qui- mioembolización, embolización y medidas conservadoras. Estos autores concluyeron que la quimioembolización y la embolización mejoraban significativamente la superviven- cia en pacientes seleccionados con HCC irresecables. Takayasu et al9 publicaron los resultados de un estudio de cohorte en 8.510 HCC tratados con quimioembolización y demostraron que los principales datos pronósticos que influían en la supervivencia eran el grado de daño funcio- nal hepático, el valor de la alfa-fetoproteína, el volumen tumoral, el número de lesiones y la invasión venosa por- tal. También se han publicado datos en pacientes con metástasis tratados con quimioembolización. Eriksson et al analizaron la embolización arterial en una serie de 41 pacientes y encontraron una supervivencia media de 80 meses, con una respuesta tumoral del 50%5. La embolización arterial se ha utilizado también como técnica alternativa para la disminución del dolor y el con- trol de los síntomas en metástasis hepáticas por sarco- mas6. Complicaciones Los pacientes pueden presentar un síndrome postem- bólico moderado, que consiste en los siguientes síntomas clínicos; fatiga, náuseas, vómitos, anorexia, fiebre, dolor abdominal, malestar y caquexia. Generalmente, los sín- tomas son leves y se resuelven espontáneamente. Otras complicaciones incluyen los hematomas inguinales provo- cados por la vía de acceso vascular o los abscesos7. Quimioembolización transarterial Objetivo La quimioembolización permite la llegada de agentes quimioterápicos a altas dosis al seno del tumor con míni- mo efecto sistémico. Se está utilizado desde el año 1980 y requiere hospitalización del paciente. Procedimiento Después de analizar las características y estadio tumo- ral utilizando los datos clínicos y radiológicos se debe reali- zar una arteriografía para obtener un mapa de la anatomía vascular regional y del tumor. El agente quimioterápico se mezcla con lipiodol y se inyecta en los vasos que irrigan al tumor durante la rea- lización de la angiografía. El lipiodol es un aceite que se obtiene de la semilla de la amapola y contiene un 38% Figura 1. A) Resonancia magnética en la que se demuestra un hepatocarcinoma en segmento posterior del lóbulo hepático dere- cho previo al tratamiento con quimioembolización. B) Estudio tras quimioembolización con esferas cargadas con 3 fármacos, que demuestra una necrosis completa sin tejido residual viable captante. A B 0-3 01-37.indd 14 23/11/12 11:48:57 15Tratamiento intraarterial en las neoplasias hepáticas caron un 63% de respuesta utilizando los criterios RECIST modificados que tienen en cuenta la necrosis tumoral. En un ensayo aleatorizado reciente en 200 pacientes compa- rando la quimioembolización convencional con las esferas cargadas, no se encontró una tasa de supervivencia supe- rior (PRECISION V). El número de efectos adversos resultó ser inferior tras quimioembolización con esferas cargadas. Varela et al17 investigaron el uso de la quimioemboliza- ción DEB en una serie de 27 pacientes con HCC y Child-Pugh A cirrosis. Demostraron que el porcentaje de respuesta era de un 75% en los controles de TC realizados a los 6 meses; la concentración máxima de doxirrubicina en plasma y el área bajo la curva fueron significativamente inferiores que con la TACE convencional, y la supervivencia al año y 2 años fue del 92,5 y el 88,9%, respectivamente, con una media de seguimiento de 27,6 meses. En este trabajo concluyen que la quimioembolización utilizando DEB es un procedimiento efectivo con un perfil farmacocinético favorable. Malagari et al18 realizaron un ensayo prospectivo aleato- rizado que comparaba DEB con simple quimioembolización en 2 grupos con 41 y 43 pacientes, respectivamente. Una respuesta completa y parcial medida según criterios EASL se vio en el 26,8 y el 46,3% de los pacientes tratados con DEB, respectivamente, frente al 14 y el 41,9% de los pacien- tes tratados con embolización. El porcentaje de recurrencia fue superior en el grupo tratado con embolización simple, mientras que el tiempo hasta la progresión tumoral fue superior en los pacientes tratados con DEB-TACE. La quimioembolización con esferas cargadas se ha uti- lizado también en casos de metástasis hepáticas por car- cinoma colorrectal. En un trabajo multicéntrico reciente, en una serie de 55 pacientes con metástasis de carcinoma colorrectal tratados previamente con quimioterapia, Mar- tin et al19 evaluaron 99 sesiones de tratamiento con DEBIRI (esferas de liberación de irinotecan). En un 28% de los casos se registraron efectos adversos y el porcentaje de respuesta fue del 66 y el 75% a los 6 y 12 meses; la supervivencia glo- bal y el tiempo libre de progresión fueron de 19 y 11 meses, respectivamente. Estos autores concluyen que el tratamien- to intraarterial con DEBIRI es seguro y efectivo en pacientes con carcinoma metastásico colorrectal refractario a diversas líneas de tratamiento sistémico quimioterápico. Complicaciones El perfil de toxicidad es similar al objetivado en la qui- miembolización convencional y los datos iniciales publi- cados en el ensayo clínico PRECISION V trial apuntan que puede ser una terapia más segura que la quimioemboliza- ción convencional. Radioembolización Objetivo La radioembolización utiliza diferentes partículas vehiculizantes cargadas con radionúcleos con el objetivo Geschwind et al demostraron que la quimioemboliza- ción puede prolongar la supervivencia en pacientes con metástasis de carcinoma colorrectal, incluso en pacientes que no responden a la terapia sistémica10. Liapi et al analizaron la respuesta por imagen y deter- minaron los resultados clínicos en 26 pacientes con metás- tasis de tumores neuroendocrinos tratados con quimio- embolización, y demostraron una supervivencia media de 78 meses11. La respuesta por imagen utilizando los criterios WHO y RECIST se vio en solamente un tercio del grupo cohorte. Burger et al publicaron su experiencia en 17 pacientes con colangiocarcinomas irresecables tratados con quimioembolización y concluyeron que ésta era efectiva y prolongaba la supervivencia media de estos pacientes12. Complicaciones El síndrome postembolización tras el tratamiento con TACE requierela hospitalización del paciente. Otras com- plicaciones pueden incluir: a) lesiones del conducto biliar7, hasta el 5,3% de los pacientes puede desarrollar complica- ciones biliares13; b) abscesos hepáticos7; c) úlceras duode- nales o gástricas por la introducción accidental del agente quimioterápico en el tracto gastrointestinal, que pueden dar lugar incluso a perforaciones en casos severos7; d) la vía intraarterial también provoca un aumento del riesgo de lesión vascular asociado a todas las técnicas con caté- ter7, así como el efecto del propio fármaco sobre el vaso14; e) rotura tumoral, que ocurre en un 0,15% de los casos7, y f) embolia pulmonar7. Quimioembolización con esferas de liberación de fármaco Objetivo Las esferas con liberación de fármacos son agentes qui- mioterápicos cargados en microesferas que se administran por vía intraarterial. Esto permite una perfusión del fárma- co de una forma controlada y mantenida Procedimiento El procedimiento es similar a la quimioembolización con- vencional y se administra tras la evaluación angiográfica de la anatomía vascular regional. Diversos trabajos han demos- trado una disminución significativa de la concentración de fármaco en plasma con esferas liberadoras de fármacos comparativamente con la quimioterapia convencional15. Evidencia clínica Las esferas cargadas con doxorrubicina tienen un papel prometedor en el tratamiento del HCC irresecable. La selección de pacientes es similar a la que se realiza para la quimioembolización convencional. Poon et al16 publi- 0-3 01-37.indd 15 23/11/12 11:48:57 16 La imagen funcional en oncología En pacientes con invasión vascular tumoral se ha visto una mejora de la supervivencia con el uso de la radio- embolización21. En un estudio comparativo reciente se ha visto que la radioembolización tiene una toxicidad menor y un aumento del tiempo hasta la progresión comparada con la quimiembolización convencional22. En otro estudio multicéntrico europeo reciente se analizó la radioquimio- embolización en 325 pacientes con HCC y se demostró que la supervivencia aumentaba significativamente tras la radioembolización, incluso en los pacientes con enfer- medad avanzada23. En un estudio piloto en el que se analizó el uso del 90Y en 24 pacientes con colangiocarcinoma intrahepático demostrado por biopsia, la respuesta al tratamiento resul- tó favorable con un aumento de la supervivencia global24. Los pacientes con carcinoma colorrectal metastásico con enfermedad hepática irresecable en tratamiento con quimioterapia o que no han respondido a la primera o segunda línea de quimioterapia se considera que son can- didatos para este tipo de terapia con radioembolización. La combinación de radioembolización con quimioterapia sistémica produce una mayor respuesta tumoral y aumen- ta el tiempo hasta la progresión y la supervivencia con un perfil de seguridad aceptable25. El uso de radioembolización como único método de tratamiento se ha publicado en diferentes series con unos resultados prometedores26. Un ensayo clínico aleatoriza- do reciente ha sugerido que la combinación de radioem- bolización con fluorouracilo intravenoso es superior a la perfusión únicamente de fluorouracilo en cuanto a tiempo, progresión y mejora de la supervivencia27. La radioembolización de la enfermedad metastásica hepática de tumores neuroendocrinos se ha demostrado que es efectiva y segura. Se ha visto una respuesta al trata- miento superior a los 2 años28,29. de administrar una dosis de radiación concentrada en la lesión diana. Hay una gran incidencia de enfermedades hepáticas inducidas por la radiación externa y la radio- embolización minimiza esta incidencia; la ventaja respec- to a la quimioembolización es que esta técnica puede reali- zarse en un entorno ambulatorio sin necesidad de ingreso del paciente. Procedimiento La radioembolización es un proceso diferente a cual- quier otra embolización, la diseminación accidental de las microesferas cargadas con radionúcleos se previene mediante la realización de un estudio meticuloso del mapa anatómico vascular del hígado y de las colatera- les. La embolización con coils de los vasos no diana puede ser necesaria para evitar el depósito accidental de microes- feras. El tecnecio-99m marcado con macroagregados de albúmina (99mTc-MAA) se utiliza para demostrar los shunts del flujo esplácnico y pulmonar. Este estudio previo al tra- tamiento es importante realizarlo para prevenir complica- ciones y calcular la fracción de shunt pulmonar (fig. 2). Evidencia clínica El uso de la radioembolización se ha visto que limita la progresión del hepatocarcinoma, esto permite que se pueda prolongar el tiempo de espera de los pacientes para la donación de órgano20 y aumentan sus posibilidades de ser sometidos a trasplante. Además, en los pacientes con un estadio tumoral que los excluye de la lista de trasplan- te, la radioembolización puede reducir el estadio y con- vertirlos en candidatos. También se ha visto que hay un aumento de la supervivencia global en estos pacientes20. Figura 2. A) Resonancia magnética preradioembolización que muestra un hepatocarcinoma hipervascular en el lóbulo hepático dere- cho. B) Estudio realizado tras tratamiento con Ytrium, que demuestra una necrosis completa sin tejido residual viable captante. A B 0-3 01-37.indd 16 23/11/12 11:48:57 17Tratamiento intraarterial en las neoplasias hepáticas 7. Xia J, Ren Z, Ye S, Sharma D, Lin Z, Gan Y, et al. 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