Las autoridades nacionales de salud pueden contribuir a la reducción de las dosis innecesarias en las prácticas médicas con fuentes de radiación mediante la implementación de regulaciones más estrictas y la supervisión de las prácticas médicas. También pueden promover la formación continua del personal médico en el uso seguro de la radiación y fomentar el uso de tecnologías avanzadas que reduzcan la exposición a la radiación sin comprometer la calidad del diagnóstico o tratamiento. Además, podrían establecer directrices claras para el uso de la radiación en procedimientos médicos y realizar auditorías periódicas para garantizar el cumplimiento de las normas de seguridad.
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