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La tragicomedia es uno de los géneros dramáticos (o géneros mayores) de la literatura, que se define por la presencia conjunta de elementos trágicos y cómicos en el mismo relato. Generalmente el término se emplea para referirse a obras teatrales (o más bien dramatúrgicas) pero también puede ser aplicado al cine y a la narrativa. El término “tragicomedia” fue acuñado por el dramaturgo romano Tito Maccio Plauto (254-184 a. C.), para referirse a cierto tipo de obras teatrales en que se invertían los roles tradicionales de dioses y hombres, o de amos y esclavos, generando así un efecto burlesco en la caída de los dioses y los amos, y dotando a los esclavos de una dignidad trágica. El mejor ejemplo de este tipo de piezas fue en esa época Anfitrión, obra que se conserva incompleta. Características de la tragicomedia A grandes rasgos, la tragicomedia se caracteriza por lo siguiente: · Se trata de una obra dramática, o sea, esencialmente teatral, que combina rasgos trágicos y cómicos. · Suele estar protagonizada por personajes plebeyos, barriobajeros o pícaros, y a pesar de atravesar situaciones trágicas, el desenlace del relato suele ser feliz. · La anécdota consiste en distintos episodios, cada uno de los cuales enfrenta al protagonista a una serie de obstáculos a superar. · En ocasiones la presencia de elementos cómicos se emplea en función de resaltar irónicamente el destino trágico de los personajes. · En sus vertientes modernas, la tragicomedia se ha asociado al drama de lo absurdo, es decir, al que plantea la risa como única salida a una existencia trágica y sin sentido. Ejemplos de tragicomedias Algunos casos de tragicomedias célebres son los siguientes: · La pastora fiel (1609) de John Fletcher. · El mercader de Venecia (1596) o La Tempestad (1611) de William Shakespeare. · Espectros (1881) de Henrik Ibsen. · El jardín de los cerezos (1903) o Tío Vania (1899) de Antón Chéjov. · La celestina (1499) de Fernando de Rojas. · Fuente Ovejuna (1619) de Lope de Vega.