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A G U A Y A L I M E N T O S C O M O V E H Í C U L O S D E E N F E R M E D A D E S B A C T E R I A N A S . . . 989 U N ID A D 6 penetrar en muchos órganos diferentes. Una a dos semanas des- pués aparecen los primeros síntomas de la fiebre tifoidea, que incluyen una fiebre leve, cefalea y malestar general. Durante este tiempo se produce la infección masiva del hígado y del bazo del paciente. Aproximadamente una semana después, la fiebre se hace más intensa (hasta 40 °C) y el paciente empieza a delirar; en esta etapa puede aparecer diarrea y el dolor abdominal puede ser intenso. Se puede complicar más, con hemorragia intestinal y perforación del intestino delgado. El intestino delgado libera grandes cantidades de células bacterianas al abdomen, lo que desemboca en una sepsis (infección sistémica e inflamación) y posiblemente en un choque séptico; ambas situaciones pueden acabar provocando la muerte (hasta un 40 % de los casos de sep- sis resultan mortales). Tras, aproximadamente, una semana en este estado de crisis, los síntomas de la fiebre tifoidea comien- zan a desvanecerse y se produce la recuperación. En los Estados Unidos, se producen menos de 400 casos de fiebre tifoidea al año, aunque solía ser una amenaza sanitaria importante antes de que el agua se filtrase y clorase de forma rutinaria ( Figura 28.7). Sin embargo, un fallo en los méto- dos de tratamiento del agua, la contaminación del agua durante inundaciones, terremotos y otros desastres, o la contaminación de las tuberías de abastecimiento de agua por fugas en el alcan- tarillado, pueden propagar epidemias de fiebre tifoidea incluso en los países desarrollados. En algunos pacientes con fiebre tifoidea, el patógeno infecta la vesícula biliar. Si estos individuos tienen también cálculos biliares, las células de S. enterica serovar Typhi pueden coloni- zarlos y entonces actúan como reservorios a largo plazo a partir de los que el patógeno se libera continuamente en las heces y en la orina. Tales individuos son por lo demás «portadores» sanos de la fiebre tifoidea y pueden propagar la enfermedad durante mucho tiempo. La famosa cocinera «María, la Tifoidea» cons- tituye el ejemplo clásico de portador de fiebre tifoidea ( Sec- ción 28.4). Enfermedad por norovirus Los virus pueden transmitirse por el agua y provocar enfer- medades en los humanos. El norovirus (Figura 31.6b) es uno de ellos y la causa habitual de una enfermedad gastrointestinal debida al agua contaminada (o los alimentos, Sección 31.14). Se trata de un virus de RNA monocatenario de sentido positivo ( Sección 9.8) que es el principal causante de enfermedades digestivas en todo el mundo (véase la Tabla 31.5). Los síntomas de la infección por norovirus son vómitos, dia- rrea y malestar de una duración relativamente corta. La enfer- medad no suele resultar mortal, aunque en individuos con inmunidad comprometida (muy jóvenes, ancianos o inmuno- deficientes), la importante deshidratación que acompaña a los ataques recurrentes de vómitos y diarrea debidos al norovirus, pueden resultar fatales. Un diagnóstico clínico de enfermedad gastrointestinal por norovirus se realiza mediante una combi- nación de observación de los síntomas y de detección directa tanto de RNA vírico por RT-PCR ( Secciones 11.3 y 27.10) como de antígenos víricos mediante inmunoensayo enzimático en muestras de heces o vómitos. La enfermedad por norovirus se transmite con facilidad de una persona a otra, o a los alimentos por vía fecal-oral. La dosis infecciosa es muy pequeña, la exposición a solo 10-20 viriones ( Sección 21.9) para ducharse o bañarse. En los Estados Uni- dos suelen notificarse unos pocos miles de casos de legionelo- sis al año. MINIRREVISIÓN ¿Cómo se transmite la legionelosis? Identifique las medidas específicas para el control de Legionella pneumophila. 31.5 Fiebre tifoidea y enfermedad por norovirus Aunque el cólera sea la enfermedad de transmisión hídrica más extendida y peligrosa, el agua también puede transmitir otros patógenos que provocan enfermedades graves. Nos centramos aquí en los dos más importantes, el causante de la fiebre tifoidea (una bacteria) y de una enfermedad gastrointestinal por norovi- rus (un virus de RNA). Fiebre tifoidea Es muy probable que, a escala mundial, las bacterias patógenas de transmisión hídrica más importantes sean Vibrio cholerae (Sección 31.3) y Salmonella enterica serovar Typhi, el orga- nismo que produce la fiebre tifoidea. S. enterica serovar Typhi es una bacteria gramnegativa con flagelos peritricos emparentada con Escherichia coli y otras bacterias entéricas (Figura 31.6a). El organismo se transmite por el agua contaminada con heces, con lo que, al igual que el cólera, la fiebre tifoidea se limita principal- mente a las zonas donde no hay tratamiento de aguas residuales ni medidas sanitarias generales, o las que hay son ineficaces. La fiebre tifoidea es hoy una enfermedad endémica muy arraigada en el África subsahariana, en el subcontinente indio y en Indo- nesia, y solo aparece de forma esporádica en América del Norte, Europa, el norte de Asia y Australia. La fiebre tifoidea progresa por etapas. Las células del patógeno (Figura 31.6a) ingeridas con el agua contaminada (o a veces ali- mentos) alcanzan el intestino delgado, donde crecen y pasan al sistema linfático y al torrente circulatorio, desde donde pueden C D C /P H IL (a) (b) C D C /P H IL , C .D . H u m p h re y Figura 31.6 Agentes bacterianos y víricos de enfermedades gastrointestinales graves transmitidas por el agua. (a) Células de Salmonella enterica serovar Typhi con tinción de flagelos que muestran flagelación peritrica. Cada célula mide aproximadamente 1 × 2 μm. (b) Imagen de microscopía electrónica de transmisión de viriones de norovirus. Cada virión tiene un diámetro de unos 30 nm. https://booksmedicos.org booksmedicos.org Botón1:
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