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Las creencias básicas sobre el mundo social y el yo • Introducir el concepto de creencia básica y mostrar su efecto sobre el funcionamiento de la cognición. • Presentar los dos modelos más conocidos de la organización de las creencias fundamenta- les, el de Janoff-Bulmann y el de S. Epstein. • Analizar esos modelos a la luz de la evidencia empírica disponible. • Mostrar el impacto de los hechos traumáticos sobre las creencias básicas. • Analizar las formas en que las personas consiguen integrar los hechos traumáticos. Objetivos Introducción Existe un conjunto de creencias esenciales que las personas tienen sobre sí mismas, el mundo y los otros. Son creencias implícitas, que se basan en la experiencia emocional y a las que las personas se adhieren fuertemente, hasta el punto de que las mantienen incluso ante evidencias en contra (véase Janoff-Bulman, 1992). La máquina de creencias Desde la perspectiva inaugurada por Janoff-Bulman (1992), que, en gran medida, continúa y amplía el trabajo pionero de Parkes (1975), la metáfora de Alcock (1995) del ser humano como máquina de creencias es tal vez la más ilustrativa. Sostiene este autor que el ser humano ha desarrollado un sistema de creencias para mantener la supervivencia, un sistema que, como tal, no está orientado primordialmente a la obtención de la verdad ni se guía necesariamente por los principios de la lógica. Cuando una persona genera creencias, su principal preocupación no es, ni mucho menos, garantizar que sean reales y verídicas. La máquina de creencias funciona de una forma secuen- cial (véase la Figura 7.1). Figura : Secuencia de funcionamiento de la máquina de creencias. El funcionamiento de este sistema es capaz de generar tanto creencias falsas como creen- cias correctas. En la medida en que sirven para orientar las acciones futuras de la persona, al margen de que sean correctas o no, cumplen su función de ser útiles para la supervivencia. Ello explica que ciertas creencias que parecen irracionales vistas desde fuera por otras personas, no son diferentes de cualesquiera otras creencias. La razón es que esas (supuestas) creencias irracionales se generan de la misma forma que las demás. No están basadas en la evidencia, pero en eso no se distinguen especialmente del resto de las creencias. El mundo de los supuestos de Parkes Tal vez sea Parkes (1975) el primer autor que, desde un punto de vista teórico, abordó la cues- tión de las creencias básicas. Desarrolla la idea de mundo de los supuestos para referirse a un repertorio de supuestos acerca del mundo y del yo que, de forma característica, la persona considera plenamente fiables, mantiene con firmeza y a los que recurre cuando tiene que pla- nificar y actuar. En última instancia, el mundo de los supuestos es esa visión que la persona tiene de la realidad tal como ella cree que es. La implicación es que cuando tienen lugar sucesos vitales importantes, para Parkes tran- siciones psicosociales (por ejemplo, muerte del cónyuge, amputación de un miembro), se hace preciso establecer un nuevo mundo de supuestos, el cual, pese a que lleva consigo grandes costes, por lo que supone de inversión en tiempo y energía, es imprescindible si de lo que se trata es de mantener una vida satisfactoria. Los supuestos básicos de Janoff-Bulman En sintonía con el planteamiento de Parkes, esta autora defiende que las personas desarrollan a lo largo del tiempo un sistema conceptual básico que les permite funcionar de manera efi- ciente y les proporciona expectativas acerca del mundo y de sí mismos. Ronnie Janoff-Bulman Universidad de Massachussets en Amherst Seymour Epstein Universidad de Massachussets en Amherst El contenido de las creencias básicas de las personas gira en torno a tres categorías prima- rias: creencias sobre la benevolencia, creencias sobre el sentido del mundo, el control, el azar y la justicia y creencias sobre la dignidad de uno mismo. Creencias sobre la benevolencia Este primer conjunto de creencias o presupuestos básicos se refieren a la benevolencia del mundo y se subdivide en dos fundamentales. Están, en primer lugar, las “creencias sobre el carácter benevolente del mundo en general y de los hechos que en él ocurren” y, en segundo, las “creencias sobre el mundo social benevolente y los otros en quien confiar”. A estas dos creencias, Corsini (2004) añade una tercera relativa a la “integración social”. Creencias sobre el carácter benevolente del mundo en general Las personas son optimistas y piensan que suceden más cosas positivas que negativas. Estas creencias, que implícitamente señalan un balance globalmente positivo del mundo que nos rodea, son coherentes con el optimismo ilusorio y, también, con la ilusión de invulnerabilidad, ya que, en general: • Las personas se sienten relativamente invulnerables. • Tienden a pensar que su futuro es positivo. • Creen que tienen menos probabilidades que la persona media de sufrir hechos negativos y • Creen que tienen más probabilidades de que le ocurran hechos positivos. La fuerza de estas creencias es mayor si se refieren a hechos infrecuentes y es mayor tam- bién en las personas que no han experimentado hechos negativos, en las que han vivenciado hechos positivos, y en las que creen que los hechos negativos son controlables y les ocurren sólo a personas prototípicas muy diferentes de ellas (Weinstein, 2003). La vivencia de hechos negativos (un terremoto) tiende a disminuir esta ilusión de invulnerabilidad, aunque sólo a corto plazo y sólo en relación con la experiencia concreta. Por ejemplo, en el caso de los terremotos, aumentaría la percepción de vulnerabilidad percibida ante estos desastres, pero no ante otras desgracias (Burger y Palmer, 1992). Además, estas creencias sobre el carácter benevolente del mundo se asocian a una balanza de afectos positiva (Sánchez, Rubio, Páez, y Blanco, 1998). El grado en que están extendidas se puede deducir de una pregunta sobre la “satisfacción con la vida”, incluida en la encuesta mundial de valores (véase el Cuadro 7.1). Cuadro : Respuestas a la pregunta sobre la “satisfacción con la vida” en la Encuesta Mundial de Valores. • La Encuesta Mundial de Valores (World Values Survey, WVS) se llevó a cabo en 81 países. En todos ellos, los participantes formaban parte de muestras representativas. Se puede afirmar que, en conjunto, los ciento veinte mil participantes en esta encuesta representan al 85% de los habitantes de la Tierra. • La respuesta media de “satisfacción con la vida” es igual a 6,5 (escala de 1 a 10). • Un 56% de los participantes informan de “elevada” satisfacción con la vida (puntuaciones entre 7 y 10). • La satisfacción es menor en países de menor desarrollo social. Así, en los países escandinavos el porcentaje de personas que manifiesta estar “muy satisfechas” es superior al 80%, mientras que en Zimbawe y Pakistán es inferior al 20%. • Existe una correlación positiva y estadísticamente significativa (r = .48) entre “satisfacción con la vida” y “felicidad”. Creencias sobre el mundo social benevolente y los otros en quien confiar Las personas tienden a creer que el mundo social es benevolente, que las personas son buenas y bondadosas, y a sentirse integradas socialmente. Estas creencias parecen tener su origen en la necesidad hedónica y básica de pertenencia, de gregarismo y de establecer relaciones positivas con otros (Baumeister y Leary, 1995; Epstein, 1994). Estaría, por un lado, una necesidad de pertenencia o afiliación satisfactoria y estable con grupos con los que se trabaja y comparte actividades y que valoran a la persona, y, por otro, una necesidad de intimidad o de relaciones estables de cariño y cuidado, que puede adoptar varias formas no excluyentes, como la paterno-filial, la de confidencia o amistad intima, y la erótica o amorosa. Es en la infancia cuando las relaciones de cuidado y cariño, o de apego, permiten la exploración y la elaboración de creencias positivas sobre el mundo y el yo(véase Bowlby, 1989; Stroebe, Stroebe, Schut y Abakoumkin, 1996; Rimé, 2005). El estilo de apego seguro implica una visión positiva del entorno social y del yo (véase el Cuadro 7.2). Cuadro : Datos sobre apego seguro y creencias acerca del mundo social. ESTILO DE APEGO Niños: • Apego seguro en porcentajes elevados (50-70%) de las muestras estudiadas en 15 países diferentes de América, África, Asia y Europa. Adultos: • Apego seguro en un porcentaje elevado (50%) y apego ansioso ambivalente, que consiste en una visión positiva del entorno social pero negativa del yo, en un porcentaje menor (23%) en muestras estudiadas en 13 países diferentes. • Los dos tipos de apego (seguro y ansioso ambivalente) implican una visión positiva de los otros. Como una confirmación de estos datos, en muestras representativas de personas adultas, el 50% o más se clasifica en estilos de apego con imagen positiva del mundo, ya sea con apego seguro o preocupado, con visión positiva del mundo aunque negativa del yo (Cozzarelli, Karafa, Collins y Tagler, 2003). CREENCIAS DE CONFIANZA GENERALIZADA EN OTROS • Porcentaje medio de 28% en una muestra de 81 naciones del mundo, con variaciones que van desde un 10% en países africanos y Portugal hasta un 60% o más en países escandinavos, Holanda e Irán (Inglehart y cols., 2004). Creencias acerca de la integración social Corsini (2004) cree necesario añadir, a las creencias anteriores sobre la benevolencia del mun- do social, un nuevo tipo de creencias sobre la integración social, que se refieren a la participa- ción en redes sociales y relaciones íntimas en las que se recibe respeto y amor y que, a la vez, impiden la soledad y el aislamiento. Las creencias acerca de la integración social se encuadran dentro de la misma categoría que las creencias culturales compartidas. Éstas le dan sentido al mundo, explican la existencia, prescriben las conductas normativas y prometen seguridad y trascendencia. Se presupone que también ellas responden a una necesidad básica, la de manejar la ansiedad y soledad existen- cial de las personas, conscientes como son éstas de su mortalidad y finitud (Simon, Greenberg, Harmon-Jones, Solomon, Pyszczynski, Ardnt y Abend, 1997). Las creencias culturales compartidas ayudan a las personas a afrontar la ansiedad ante la muerte. Éste es el planteamiento de la Teoría del manejo del terror existencial, que defiende que las creencias culturales ayudan a las personas a afrontar la ansiedad ante la muerte (Simon, Greenberg, Harmon-Jones y cols., 1997). Al adherirse a ellas, las personas tienden a creer que son miembros estimables, o bien valorados, según estas normas culturales. Así consiguen asegu- rarse una inmortalidad literal (en el caso de las creencias en el más allá), o simbólica (pensando que, aunque desaparezcan físicamente, su mundo social seguirá existiendo y pervivirán en el recuerdo). Lo confirma el hecho de que las personas a las que se les hace saliente su mortalidad tienden a pensar que su vida tiene mayor significado en comparación con un grupo control (Cozarelli y Karafa, 1998; Davis y McKearney, 2003). La importancia de estas creencias, desde una óptica religiosa, se puede apreciar en los datos que ofrece la Encuesta Mundial de Valores (véase el Cuadro 7.3): Cuadro : Importancia de las creencias religiosas y en el más allá en la Encuesta Mundial de Valores . • El 86% de los encuestados que cree en Dios también tiende a pensar más, de manera significativa aunque moderada, en el sentido y propósito de la vida. • El 64% de los encuestados cree en el más allá y se constata en ellos la misma tendencia que entre los que creen en Dios. • Además, las personas que creen en el más allá se consideran ligeramente más felices. Fuente: Inglehart y cols. (2003). Creencias sobre el sentido del mundo, el control, el azar y la justicia Un segundo conjunto de creencias hace referencia al sentido del mundo y al hecho de que, en general, las personas creen que el mundo tiene sentido y propósito, que existe orden y predic- tibilidad en el mundo, que este se puede entender y comprender. Janoff-Bulman diferencia dentro de las creencias sobre el sentido del mundo tres áreas: • Las creencias en el control del mundo, que consisten en la sobrevaloración que las personas hacen de su capacidad de control. • Las creencias sobre el azar, que afirman que las cosas no ocurren por azar. • Las creencias sobre la justicia, según las cuales las personas reciben lo que se merecen, y merecen lo que les ocurre, en otras palabras, que lo que les ocurre es justo. Estas creencias surgen de tres necesidades básicas: • La de mantener un sistema relativamente estable y coherente de creencias acerca del mundo • La de asimilar las novedades dentro de las creencias ya existentes y reducir de esa forma la incertidumbre. • La de atribuir significado al mundo y garantizar la consistencia o congruencia entre creen- cias (Epstein, 1994; Hogg y Abrams, 1993). De hecho, en la Encuesta Mundial de Valores (Inglehart y cols., 2003), el 48% de los encues- tados reconocen que piensan mucho en el sentido y propósito de la vida, un 36% que lo hace a menudo y un 17% que pocas veces o nunca. Las personas que más piensan sobre el sentido de la vida se consideran un poco más felices (r = .023). Estudios sobre las creencias en el mundo justo Las creencias sobre el mundo justo han generado un buen número de investigaciones. Las de carácter experimental han mostrado que las personas que observan a una víctima que sufre un hecho negativo sin haberlo provocado tienden a minimizar su sufrimiento o a atribuirle la responsabilidad de lo ocurrido. Esto ocurre si las personas que observan no pueden reparar lo ocurrido, si no pueden alejarse de la situación y si no se identifican con la víctima ni creen que van sufrir su misma suerte (véase Corsini, 2004; Hafer y Begue, 2005). Sin embargo, otras investigaciones de corte correlacional matizan los resultados anteriores: • Sólo una minoría de personas, aunque amplia (43%), creen que la conducta de las demás personas se puede considerar justa. • En general, las respuestas en las escalas de creencias sobre el mundo justo se sitúan más bien en el extremo de baja justicia. • Las creencias acerca del mundo justo y del mundo injusto tienden a ser independientes. • Las personas creen, sin embargo, que su mundo personal es más justo que el mundo en general. Varios estudios muestran que las creencias sobre el mundo justo se asocian: • A criterios de salud mental (tener un locus de control interno). • A medidas de bienestar (satisfacción con la vida). • A una mejor salud mental o una menor depresión, incluso cuando se controla el Neuroticismo y la percepción de dominio o control del mundo. No obstante, es importante subrayar que son las creencias sobre el mundo personal justo, es decir, el hecho que la persona crea que recibe lo que se merece y se merece lo que recibe, las que se asocian al bienestar, no las creencias genéricas sobre el mundo justo (Begue, 2002; Furnham, 2003; Lipkus, Dalbert y Siegler, 1996). Creencias sobre la dignidad de uno mismo Finalmente, según Janoff-Bulman (1992), otro conjunto de creencias se centran sobre el sí mismo o sobre el yo y su carácter de merecedor y digno de respeto. Aquí destacan las creencias positivas sobre el yo o autoestima. La mayoría de las personas tienden a tener alta autoestima y las personas de menor autoestima tienen una visión menos positiva, pero positiva a fin de cuentas. Las personas recuerdan más los hechos referidas a ellas mismas, y también los hechos positivos que les ocurren, al mismo tiempo que tienden a atribuir sus éxitos a causas internas y sus fracasos a causas externas —lo que contribuye a reforzar la creencia en su eficacia—, como se señala a continuación. Junto a lo anterior, están las creencias sobre la eficacia o el control del yo o la capacidad de la persona de controlar el mundo. En general, las personas también tienden a tener una imagen positiva de sí,de su pasado y de su futuro (véase el Cuadro 7.4). Cuadro: Creencias sobre la eficacia del yo. • El 90% de las personas cree ser mejores estudiantes, profesores o conductores que la media (Myers, 1995). • Las personas creen que, en lo relativo al nivel de capacidades y habilidades, están entre los más capaces (fenómeno de falsa unicidad). • También creen que son capaces de controlar el mundo (ilusión de control). En esta dimensión de la eficacia del yo se integra también la creencia de que uno tiene buena suerte, de que le va bien, pero debido al azar (Janoff-Bulman, 1992). Corsini (2004) agrega que esta imagen positiva y de control del yo también incluye una imagen del yo motivado y con metas, con un propósito o motivado a actuar.
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