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II. El Potro: 
Su misión era ejercer tracción sobre las extremidades de la víctima, además se complementaba con otros métodos al encontrarse la víctima inmovilizada.
Usado por la Inquisición como método de tortura favorito, se tumbaba al prisionero encima de esta cama de madera. Ahí se ataban sus pies y manos a las cuerdas y posteriormente se tiraba con fuerza para conseguir que sus miembros se dislocaran, ocurriendo en algunos casos el desmembramiento.
Inicialmente se dislocaban los miembros superiores, siendo la más notables la dislocación de la articulación del hombro. Posteriormente podría seguir los miembros inferiores, aunque por el desarrollo muscular de estos, los miembros superiores generalmente se debían desgarraban primero. 
Toda dislocación es extremadamente dolorosa, la víctima podía perder la conciencia debido al dolor pero no ocasionaba la muerte. Por el contrario, el arrancamiento de un miembro producía una herida anfractuosa con un intenso sangrado difícil de contener, que podía causar la muerte en poco tiempo.