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Me quiero -Susanna Isern

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GRANDES HERRAMIENTAS
PARA PEQUEÑOS GUERREROS
ME QUIERO
SUSANNA ISERN Y MARIONA TOLOSA SISTERÉ
Otros títulos de la colección:
Relajaciones, de Mamen Duch y Guridi
Pensamientos, de Sofía Gil y Mercè Galí
Habilidades sociales, de Sofía Gil y Andreu Llinàs
Texto: © Susanna Isern, 2020
Ilustraciones: © Mariona Tolosa Sisteré, 2020
Ilustradora representada por IMC, Agència Literària
De esta edición: © Editorial Flamboyant S. L., 2020
Bailén, 180, planta baja, local 2, Barcelona (08037)
www.editorialflamboyant.com
Corrección de textos: Raúl Alonso Alemany
Todos los derechos reservados
Primera edición: junio de 2020
Primera edición digital: mayo del 2020
http://www.editorialflamboyant.com/
ISBN: 978-84-17749-83-5
Producción ebook: booqlab
@flamboyanteditorial
edflamboyant
@EdFlamboyant
Susanna Isern es escritora, psicóloga y madre de tres
hijos. Desde que su primer álbum ilustrado vio la luz,
en 2011, no ha dejado de publicar libros infantiles.
Sus obras se han traducido a más de quince lenguas y se
comercializan internacionalmente. Además, han sido
premiadas en diversas ocasiones en los Moonbeam
Children’s Books Awards de Estados Unidos.
En la actualidad, compatibiliza su pasión por la escritura con
la psicología. Ejerce la profesión en el ámbito privado y es
profesora de psicología del aprendizaje en la Universidad
Europea del Atlántico.
Mariona Tolosa Sisteré estudió Ilustración en
Barcelona, donde aprendió a crear mundos a través
de técnicas como el acrílico, el lápiz, el collage y las
técnicas digitales.
El dibujo se convirtió en su pasión y, desde entonces, ha
colaborado con empresas e instituciones públicas, ha
ilustrado álbumes, libros, artículos, animaciones, carteles, y
ha trabajado dibujando retratos, diseñando lettering,
imágenes gráficas y estampados textiles.
Concibe el dibujo desde una visión subjetiva, como una
herramienta para relatar los viajes de dentro hacia fuera.
índice
La autoestima
Las gafas invisibles
Así eres tú
Pequeñas historias para quererse
La niebla: Lo más importante
La ranita azul: Ser diferente
La casa: Cuidarse por dentro, por fuera y alrededor
Tres tigres, tres formas de actuar: Di lo que piensas
El talento escondido: Brillar con luz propia
La organización del bosque: Sentirse útil
El niño inventor: Confía en ti mismo
Los disfraces de Congo: Ser uno mismo
Decálogo para quererse
¿Por qué es tan importante que te quieras, pequeño
guerrero?
Quererse está directamente relacionado con el concepto de
autoestima.
La autoestima es una valoración subjetiva basada en la
percepción que tenemos de nosotros mismos, así como en
la percepción que creemos que tienen los demás de
nosotros.
Por ejemplo:
Creo que soy una persona sensacional,
los que me rodean lo saben
y por eso me aprecian mucho.
Se habla de tres grados de autoestima, en función de si
salimos favorecidos o no de nuestra valoración:
Autoestima alta: nos gustamos, nos queremos y
estamos a gusto con cómo somos. Nos sentimos
valiosos, seguros, positivos y capaces de todo.
Decimos lo que pensamos.
Me siento genial.
Autoestima baja: creemos que somos poca cosa, que
no somos capaces de nada y nos sentimos a disgusto
con nosotros mismos. Solemos manifestarnos como
personas inseguras, pesimistas y miedosas.
Soy un desastre.
Autoestima media: fluctuamos de un grado a otro: a
veces nos sentimos capaces de todo, pero otras
estamos repletos de inseguridades.
Hoy no me siento capaz.
Una autoestima alta es una gran aliada para la vida. Nos
ayuda a sentirnos mejor y a alcanzar aquello que nos
proponemos.
Este libro te ayudará a mejorar tu autoestima. Con las
herramientas adecuadas y un poco de entrenamiento, todos
podemos querernos más y mejor.
Las gafas invisibles
A veces llevamos puestas unas gafas invisibles que no nos
permiten ver bien. Son unas gafas un poco engañosas.
Según cómo sean, nos veremos a nosotros mismos de una
forma o de otra.
LAS GAFAS ZALAMERAS
Si llevas puestas estas gafas, quizá creas que eres el mejor,
que eres perfecto, que no tienes defectos ni nada que
mejorar. Piensas que eres superior a los demás. Eso es
porque las gafas zalameras siempre te regalan los oídos:
«Eres lo más», «Te lo mereces todo», «No hay nadie como
tú». Siento decirte que estas gafas mienten: nadie es
perfecto ni superior a otro.
Siempre podemos mejorar.
LAS GAFAS QUEJICAS
Si llevas puestas estas gafas, quizá pienses que eres un
desastre y que no vales para casi nada. Eso es porque las
gafas quejicas siempre se fijan en nuestros defectos y, por
si fuera poco, tienen un efecto lupa que los aumenta hasta
dimensiones estratosféricas: «Soy lo peor», «Estoy
horrible». Piensas que no puede salir nada bueno de ti. Te
gustará saber que estas gafas también mienten: todos
tenemos cosas buenas y muchos defectos se pueden
mejorar.
Si has detectado que llevas alguna de estas gafas, entonces
lo mejor es que las gradúes para que perciban la realidad y
te digan la verdad. Normalmente, aquellos que más nos
quieren, pueden ayudarnos a graduar las gafas.
LAS GAFAS DE LA VERDAD
Estas gafas tienen el cristal transparente. Observan
tratando de ser objetivas, sin juicios ni comparaciones. Nos
muestran tal y como somos. Con nuestras virtudes y
nuestros defectos. Nos ayudan a mejorar y a querernos tal y
como somos. Cuando te mires al espejo, asegúrate de que
llevas estas gafas puestas.
Así eres tú
Pequeño guerrero, ¿ya tienes las gafas graduadas?
¡Entonces mírate bien, por fuera y por dentro!
Con tu forma de ser:
cómo te sientes, qué piensas y cómo actúas.
Con tu aspecto físico:
lo que se refleja en el espejo. Lo que ven tus ojos y lo que
ven los demás.
Con tus destrezas y tus torpezas:
todas aquellas cosas que se te dan fenomenal, regular y
fatal.
Con tus habilidades sociales:
cómo te relacionas con el resto del mundo.
Ahora que ya te has visto desde todos tus ángulos, debes
saber que siempre se puede intentar mejorar lo mejorable.
Pero, pase lo que pase, es importante que te aceptes tal y
como eres.
¡Quiérete, pequeña guerrera!
¡Quiérete, pequeño guerrero!
Para ayudarte te proponemos pequeñas historias para
reflexionar y actividades que guiarán tus pasos para acabar
clamando a los cuatro vientos:
La niebla
LO MÁS IMPORTANTE
Sara le había dicho a su hija Noa que desde la parte más alta
de aquella sierra podía verse una de las mejores vistas del
mundo. Así que una mañana de primavera, madre e hija
salieron de casa y comenzaron la ascensión con entusiasmo.
Había flores de colores inimaginables y revoloteaban
mariposas por todas partes. Noa, estaba emocionada. Su
madre le había hablado maravillas de las vistas que podían
contemplarse desde lo alto. Por fin podría disfrutarlas con
sus propios ojos.
Después de varias horas de trayecto, cuando ya quedaban
pocos metros para alcanzar su objetivo, una nube envolvió la
cima.
—Vaya, ahora no se ve nada —se quejó Noa.
—No te preocupes. Seguro que son nubes pasajeras y que
cuando lleguemos ya se habrán ido —la tranquilizó Sara.
Sin embargo, cuando alcanzaron la parte más alta,
solamente podía verse una bruma blanca y espesa.
—¡Qué mala suerte! Tanto esfuerzo y ahora resulta que está
todo envuelto de niebla —se indignó Noa.
—Es una lástima que no podamos ver el paisaje, pero las
mejores vistas del mundo pueden verse a pesar de la niebla.
Desconcertada, Noa miró a su madre y la siguió. Sara le
indicó a su hija que se sentara en la orilla de un lago
cubierto de bruma.
—Aquí las tienes —dijo Sara.
—Pero… No veo nada, mamá. Solo niebla —contestó Noa,
incrédula.
—Fíjate bien. Acércate al agua.
Noa se aproximó a la superficie. Traspasó la neblina con su
mirada y entonces se sorprendió al ver su imagen en el
reflejo del agua.
PIENSO Y ME QUIERO
A veces, la niebla nos impide ver lo que realmente somos.
No importa si tenemos los ojos azules o marrones; si nuestro
pelo es largo o corto, si nuestra estatura esalta o baja…
Somos una de las mejores vistas del mundo, porque somos
lo más maravilloso que tenemos.
Casi siempre, cuando nos preguntan quién es la persona
más importante de nuestra vida, nos viene a la cabeza
alguien cercano ya sea de la familia o de nuestro círculo de
amistades. Sin embargo, debes tener claro que la persona
más importante, sin ningún atisbo de duda, eres tú. Eres
aquella persona que te acompaña siempre, a la que
necesitas cuidar más. Eres un ser valioso y precisas darte tu
lugar. Y no pienses en ningún momento que eso es ser
egoísta. ¡No, no eres egoísta por desear lo mejor para ti! Que
te quieras como al que más no significa que aprecies menos
al resto ni que nunca te sacrifiques por ellos. No olvides que
solo si tú te quieres y eres feliz, podrás cuidar y hacer feliz a
los demás.
ACTIVIDAD
Las mejores vistas del mundo
Recicla una caja que tengas por casa, puedes forrarla con un
papel bonito o decorarla con pegatinas. Guarda un espejo en
el interior y en la parte externa de la tapa escribe:
Las mejores vistas del mundo.
Lee las palabras que has escrito y reflexiona sobre lo que
significan. Después respira hondo y ábrela. Observa tu
reflejo en el espejo y tómate un tiempo para contemplarte.
Haz una descripción objetiva de tu rostro, sin emitir juicios y
sin hacer comparaciones.
«Tengo el pelo castaño con reflejos rubios, los ojos redondos
y de color miel…».
Lo que ves dentro de la caja son «las mejores vistas del
mundo», porque todas las formas y todos los colores son
bellos, solo depende del prisma con que se miren. Claro que
siempre podemos mejorar las cosas, pero recuerda que eres
maravilloso por fuera y por dentro. Además, esta caja es
mágica, ya que mire quien mire en su interior siempre
encontrará «las mejores vistas del mundo».
Guarda el secreto del espejo e invita a echar un vistazo
dentro de la caja a tu familia y amigos.
La ranita azul
SER DIFERENTE
En la charca vivían decenas de ranas: grandes, medianas,
pequeñas, flacas, corpulentas, cantarinas, calladas. Había
ranas de todo tipo de verdes: oliva, esmeralda, musgo, casi
marrón… Pero solo había una que, por alguna extraña razón,
había nacido con un intenso color azul.
Nada más salir del huevo, su madre, asustada al verla,
pensó que la ranita estaba muy enferma y que no
sobreviviría. Pero la pequeña Añil comía como una lima y
estaba sana como una manzana. Todos creían que, con el
tiempo, aquel color se iría tornando verde. Pero, lejos de ser
así, el azul de su piel, era cada vez más vivo y brillante.
Un día, la ranita Musgo, advirtió a las demás:
—Me ha dicho mi madre que es peligroso estar cerca de Añil.
Con ese color tan llamativo, puede atraer a las serpientes y
a los gatos.
Temiendo por sus vidas, las ranitas comenzaron a dejar de
lado a Añil. Cuando ella se dio cuenta de que era por culpa
de su color, intentó por todos los medios volverse verde. Se
hinchó a comer lechuga, se bañó en el barro para por lo
menos parecer marrón y hasta se hizo un vestido de hojas.
Pero todo resultó inútil. Añil seguía siendo azul y cada vez
estaba más sola.
Una tarde, mientras Añil tomaba el sol, oyó a las ranitas
hablar.
—Es muy peligroso alejarse del agua de la charca —advirtió
una.
—¡Vamos! ¡No seáis tan cobardicas! —dijo Musgo.
Las ranitas se alejaron y, al cabo de un rato, comenzaron a
gritar de puro terror. Un gato montés trataba de capturar a
una de sus amigas. Sin pensarlo, Añil acudió a su socorro y
saltó sobre el felino, que sacudió la cabeza para deshacerse
de ella. Al final, huyó despavorido.
Todas las ranitas corrieron a abrazar a Añil. ¡Les acababa de
salvar la vida! Entonces, llegó Rania, la rana más anciana y
sabia de todas. Después de escuchar lo sucedido, habló:
—Enhorabuena, Añil. Has sido muy valiente. Debes saber
que es una gran suerte tener un color tan peculiar como el
tuyo. Todos los animales cazadores piensan que eres
peligrosamente tóxica. Ranitas, no os alejéis de Añil. Estar a
su lado os protegerá.
Muchas veces pensamos que necesitamos encajar en un
grupo y ser uno más de la pandilla. Para ello, creemos que lo
mejor es parecerse al resto y ser normal. Pero ¿qué es ser
normal?
Todos somos iguales porque tenemos los mismos derechos y
obligaciones, y somos parecidos con aquellos con quienes
tenemos más cosas en común, como la edad, el colegio, las
aficiones… Pero, a la vez, todos somos distintos, y es una
pena que tratemos de esconder nuestras diferencias. Lo
mejor es sentirnos orgullosos de ellas y potenciarlas.
En ocasiones, no nos damos cuenta de que en esas
diferencias es donde precisamente está nuestro mayor
atractivo, lo que nos hace brillar. Son el distintivo que nos
hace especiales, únicos. No debemos tener miedo a ser
distintos a la mayoría, si acaso deberíamos temer ser igual
que todos. ¿Te imaginas que aburrido si todos fuésemos
idénticos? Así que si eres diferente, ¡enhorabuena! Y, por
favor, no cambies.
ACTIVIDAD
Somos iguales, somos diferentes
¡Vamos a realizar una investigación!
Busca un archivador. Si la cubierta es personalizable, puedes
escribir el título somos iguales, somos diferentes. También
necesitarás folios, lápiz, bolígrafos, pinturas de colores...
Elige a cuatro amigas y/o amigos. Elabora una ficha para
cada uno de ellos en la que incluyas la siguiente
información:
nombre, edad, cualidades, podría mejorar, se parece a mí
en, le hace diferente.
Después completa la misma información sobre ti mismo
(obviando el punto «Se parece a mí en»). Puedes reservar un
espacio en cada ficha para dibujar un retrato de cada uno.
Por último, elabora un compara
y contrasta para analizar lo siguiente:
· ¿Qué tenéis los cinco en común?
· ¿Qué tiene cada uno de diferente?
· ¿A quién te pareces más?
· ¿A quién te pareces menos?
La casa
CUIDARSE POR DENTRO, POR FUERA Y ALREDEDOR.
Adrián se mudó a cerca de la costa.
La casa que había escogido ofrecía grandes posibilidades.
Era espaciosa, tenía unos muros gruesos y resistentes, y
unos ventanales muy amplios desde los que se veía el mar.
Aunque, por otro lado, se trataba de una vivienda que
llevaba demasiado tiempo deshabitada y estaba un poco
deteriorada. «Habrá que arreglarla», pensó Adrián.
Enseguida se puso manos a la obra. Si iba a quedarse a vivir
en aquella casa, era necesario invertir tiempo y esfuerzo
para que se convirtiera en un auténtico hogar.
Adrián decidió que lo más importante era comenzar por el
interior del inmueble. Así que reparó algunos grifos que
goteaban, lijó el suelo, pintó las paredes de su color favorito,
limpió a fondo, amuebló a su gusto y organizó las estancias
para que la casa se convirtiera en un lugar acogedor y
confortable en el que vivir.
Al mismo tiempo se dio cuenta de que el exterior también
había que cuidarlo. Barnizó la puerta de entrada, cambió un
par de baldosas del balcón que estaban en mal estado y
recubrió la fachada de piedra para aislar bien las paredes del
frío y la humedad. Quizás no era la casa más bonita del
mundo, pero a él le encantaba.
Después de días de trabajo, Adrián quedó muy satisfecho
con su casa. Había quedado impecable tanto por dentro
como por fuera. Fue entonces cuando se dio cuenta de que
lo que la rodeaba también era importante. Así que quitó las
malas hierbas, preparó la tierra con abono y comenzó a
sembrar y a regar. Con el paso del tiempo, floreció un
precioso jardín con flores y árboles frutales que le dio
muchas satisfacciones y alegrías.
PIENSO Y ME QUIERO
Nuestra casa, el lugar en el que pasamos todo el tiempo,
somos nosotros mismos. Por eso es tan importante que nos
sintamos a gusto en ella y que nos cuidemos tanto por
dentro como por fuera. Sin olvidar a los que nos rodean.
Cuidarse por dentro es procurar mantenerse sano física y
mentalmente. Hacer ejercicio y alimentarse de forma
saludable. Rodearse de buenos sentimientos y de
pensamientos positivos.
Cuidarse por fuera es mantener una correcta higiene,arreglarse, ponerse una ropa molona y llevar un peinado que
nos favorezca y nos guste. Tratar de sentirnos a gusto con lo
que refleja el espejo.
No debemos dejar de lado cuidar de nuestro entorno y
atender a cómo nos relacionamos con el resto del mundo.
Ser cariñosos, amables, agradecer, sonreír, ayudar…
Recuerda que siempre se recoge lo que se siembra.
ACTIVIDAD
Las semillas especiales
Crea un árbol con cartulina. A continuación, elabora una lista
de todas las semillas especiales que te gustaría sembrar
para que tu árbol dé sus frutos. En cartulinas de colores
dibuja y recorta unos cuantos frutos y guárdalos en una
cajita.
Ya tienes tu árbol y los frutos listos.
Ahora se trata de sembrar y de recoger en tu día a día. Por
ejemplo, si has elegido plantar semillas de alegría,
proyéctate con los que te rodean con optimismo, siendo
amable y proponiendo actividades divertidas. Seguro que así
tu árbol dará como fruto sonrisas. Si has elegido plantar
semillas de generosidad, procura ayudar a los demás cuando
te necesiten, comparte aquello que te apetezca, sé generoso
con tus palabras a la hora de halagar a tus amigos cuando lo
merecen. Seguro que así tu árbol dará estrellas. Al final del
día puedes reflexionar sobre las semillas que has plantado
durante la jornada y pegar en la copa de tu árbol sus frutos:
sonrisas, corazones, estrellas…
Cuantas más semillas plantes, más frutos recogerás.
Tres tigres, tres formas de actuar
DI LO QUE PIENSAS
Flecha, Canela y Bigotes eran los tigres más jóvenes de la
manada. Lo que más les gustaba era jugar, correr por la
selva y chapotear en la laguna. Canela tenía un carácter
fuerte y era un poco mandona. Flecha solía mantenerse en
una postura flexible, a la vez que firme. Mientras que Bigotes
era el más tímido y callado de los tres.
Una mañana, la jefa de la manada reunió a los tres tigres.
—Estáis creciendo muy deprisa —les dijo—. Cada vez sois
más fuertes y rápidos. Ya va siendo hora de que os estrenéis
como cazadores. Os propongo que capturéis una presa entre
los tres.
Los tres tigres estaban emocionados, por fin iban a cazar
como los mayores. Tenían que trabajar en equipo y debían
de organizar muy bien el plan de ataque.
—¡Cazaremos una cría de cerdo salvaje! —planeó Canela—.
Bigotes, tú vigilarás que no se acerquen los cerdos adulto.
Flecha, tú atraerás a la cría. La llevarás hasta mi posición y
yo la atacaré.
—Vale… —otorgó Bigotes.
—A mí no me parece bien —se quejó Flecha—. Así tú te
llevarás todos los méritos, y eso no es justo. ¿Estás de
acuerdo conmigo, Bigotes?
—A mí me da igual… —contestó Bigotes muy bajito. Aunque
en realidad pensaba lo mismo que Flecha y deseaba tener
un papel más activo en la misión. Pero no lo dijo.
—Pues a mí no me da igual—insistió Flecha—. Canela, si
quieres, puedes atraer tú al cerdo. Yo me encargaré de darle
caza.
—¡Lo haremos a mi manera! —se impuso Canela.
Canela y Flecha discutieron durante un buen rato. Canela
alzaba la voz para imponer su voluntad. En cambio, Flecha
exponía su opinión de forma pausada, pero segura. Bigotes
permanecía atento y callado. Finalmente se decidió que
Bigotes vigilaría y que Canela y Flecha cazarían al cerdo en
tándem.
Así lo hicieron. Canela y Flecha estaban pletóricos por haber
llevado a cabo con éxito su primera caza. Mientras que
Bigotes se sentía mal por no haber participado y por no
haber sido capaz de decir lo que quería de verdad. Si seguía
así, se perdería muchas cosas en la vida.
PIENSO Y ME QUIERO
A la hora de relacionarnos con los demás, existen tres estilos
de comunicación:
Pasivo, como Bigotes:
Cuando no expresamos lo que pensamos ni lo que
queremos. Solemos callar o decir lo que quieren oír los
demás, sin atender a lo que realmente deseamos.
Asertivo, como Flecha:
Asertividad significa expresar lo que pensamos, lo que
sentimos y lo que queremos de forma equilibrada y serena,
respetando siempre a los demás, aunque tengan opiniones
diferentes a las nuestras.
Ofensivo, como Canela:
Cuando expresamos pensamientos y deseos de forma brusca
e incluso maleducada, imponiéndonos sin respetar a los
demás.
Las personas con autoestima baja, suelen utilizar una
comunicación pasiva. Creen que su opinión no es lo bastante
importante y les cuesta decir que no. Eso ocasiona mucha
frustración porque normalmente no pueden hacer lo que
quieren. En el otro extremo están las que utilizan una
comunicación ofensiva, que, aunque parezca lo contrario,
generalmente tampoco gozan de una autoestima alta, pues
suelen tener dificultades para controlar sus impulsos y
reciben a menudo el rechazo de los demás.
Lo más recomendable es que practiques una comunicación
asertiva para respetarte a ti mismo y a los demás, para
quererte más y para sentirte mejor.
ACTIVIDAD
Las tarjetas «Digo lo que pienso»
Recorta varias tarjetas de cartulina y escribe en ellas frases
o respuestas que favorezcan la asertividad:
Una vez que tengas listas las tarjetas, práctica la asertividad
utilizando esas propuestas. Seguro que pronto incorporas un
estilo de comunicación asertivo a tu día a día.
El talento escondido
BRILLAR CON LUZ PROPIA
Carla y Aroa eran mellizas. Pero, aunque habían nacido al
mismo tiempo, eran tan distintas que todos decían que no
parecían hermanas.
Carla era alta y espigada, tenía el pelo castaño y los ojos
verdes muy vivos. En el colegio destacaba por ser una
alumna brillante en prácticamente todas las asignaturas,
además era muy popular entre las niñas y niños de clase,
que siempre querían estar con ella.
Aroa era muy menuda, lucía una larga cabellera pelirroja y
una marea de pecas bailaba sobre su nariz. Era muy
simpática y risueña, siempre tenía una sonrisa de oreja a
oreja. Quizás no era un hacha en los estudios ni tampoco la
más popular, pero tenía una amiga muy valiosa, su
inseparable Candela.
Con el paso del tiempo, las diferencias entre Carla y Aroa se
hicieron más evidentes. Carla recibía los constantes aplausos
de sus padres, de los profesores y de sus compañeros.
Mientras que Aroa cada vez se llevaba más reprimendas por
sus malos resultados. Así fue como un terrible pensamiento
comenzó a asaltarla cada vez más a menudo: Carla lo tenía
todo, y ella no tenía nada. Carla era perfecta, y ella, un
auténtico desastre. ¡Qué injusticia!
Y, poco a poco, su sonrisa dejó de iluminar su cara.
Un día, las hermanas acudieron a un concierto de música
clásica. Carla bostezaba de puro aburrimiento, pero Aroa
estaba fascinada, una emoción indescriptible y desconocida
la invadía por completo. Empujada por una extraña fuerza, al
llegar a casa, Aroa desempolvó el viejo teclado de su madre.
Comenzó a hacer sonar sus teclas prestando mucha
atención. Al cabo de tan solo unos minutos, de sus manos
brotaron algunas de las melodías que había escuchado en el
concierto. Aroa acababa de descubrir la música que, sin
saberlo, habitaba en su interior. Había llegado en el
momento justo para dar sentido a su vida.
Pasaron los años. Carla estudió Medicina y comenzó a ejercer
la profesión de médica con éxito. Aroa se formó en el
conservatorio y se convirtió en pianista. Cuando tocaba,
vibraba, se sentía viva y transportaba a los demás a mundos
de ensueño. Y nunca, nunca más, la sonrisa abandonó su
rostro.
PIENSO Y ME QUIERO
En ocasiones, nos dejamos eclipsar por el brillo de los
demás. Percibimos a los que nos rodean como muy grande, y
nosotros nos hacemos cada vez más pequeños. Quizá nos
centremos en aquello positivo que tienen los demás y no
encontrar nada bueno en nosotros mismos. Pero has de
saber que todos, absolutamente todos, tenemos algo que
nos hace únicos y maravillosos. A veces es complicado
encontrarlo, es como la búsqueda de un tesoro muy bien
escondido. Pero si sabemos encontrarlo nos dará muchas
satisfacciones y alegrías. Ten en cuenta que, aunque existen
personas con muchos talentos y que hay otras que solo
tienen uno, ese uno se puede ejercitar detal forma que
aporte más felicidad y bienestar que todos los talentos
juntos de aquella persona que tiene muchos y no los
desarrolla.
ACTIVIDAD
Busca y encontrarás
Tener un talento significa poseer una destreza superior a la
que posee la mayoría de las personas en una actividad que
requiere cierto tipo de habilidades.
Por ejemplo: la música, el deporte, la pintura…
Para hallar tu talento, debes buscar algo que puedas hacer a
las mil maravillas y que te apasione a partes iguales. Para
encontrarlo, elabora estos dos listados:
Actividades con las que disfruto
Actividades que se me dan muy bien
¿Alguna actividad se repite en ambas listas?
Si es que sí, acabas de descubrir el talento que te hace
especial y que te ayudará a quererte y valorarte más.
¡No lo dejes escapar! Trabájalo, poténcialo y disfrútalo.
Seguro que será un gran aliado en tu vida.
La organización del bosque
SENTIR-SE ÚTIL
En el claro del bosque habitaban Osa, Tejón, Tórtola, Jabalí y
Ratón. Los cinco amigos vivían en armonía, se habían
organizado a la perfección para ayudarse los unos a los
otros. Cada uno tenía una función.
Osa era muy grande y fuerte. Su rugido hacía temblar la
tierra. Era la guardiana y la protectora del claro del bosque.
Tejón era un gran cocinero. Cuando encendía los fogones,
desde su ventana salían los más deliciosos aromas. A todos
se les hacía la boca agua. Su trabajo era cocinar.
A Jabalí se le daba fenomenal recolectar todo tipo de setas y
frutos. Todos los días, llenaba una gran cesta con los mejores
ingredientes para que Tejón los cocinara.
Tórtola cantaba a las mil maravillas. Se posaba sobre la rama
más alta y observaba el trayecto de la luz del sol. Con su
canto despertaba a los animales y avisaba de las horas. Era
el reloj del claro del bosque.
Ratón era el más chiquitito, aunque muy simpático. Había
nacido con mala vista y parecía no tener ninguna función en
el bosque. Por eso, se pasaba el día visitando a sus amigos
mientras trabajaban.
Un día, Ratón quiso ayudar a Tejón a preparar la sopa, pero,
en vez de echar zanahorias en la olla, añadió por error setas
en mal estado.
—Ratón, me parece bien que no trabajes si eso es lo que
quieres. Pero por lo menos no molestes —dijo Tejón,
enfadado.
Ratón se marchó a casa triste. Tejón tenía razón, no servía
para nada. Todos tenían una función, pero él no. Ratón pasó
todo el día metido en la cama, sin ganas de hacer nada. Ya
entrada la noche sonó el timbre. Eran Osa, Tejón, Jabalí y
Tórtola.
—Lo siento, Ratón. No es cierto que no trabajes —se disculpó
Tejón.
—Sin tus visitas, hoy me he sentido muy sola —dijo Tórtola.
—Y yo me he aburrido como una ostra sin tus chistes —
añadió Osa.
—Y, además, la sopa se ha quedado fría porque nadie ha ido
a avisar de que ya estaba lista —dijo Jabalí.
—¡Pues claro! ¡Yo soy el mensajero! —se le iluminó la cara a
Ratón.
—Y no solo eso. Eres compañía, eres alegría —dijo Tejón.
Se abrazaron. Y Ratón sintió que era útil, valioso,
imprescindible;
PIENSO Y ME QUIERO
¿Alguna vez has percibido la maravillosa emoción que te
invade cuando te sientes útil?
Cuando somos capaces de aportar nuestro granito de arena
a una buena causa, cuando podemos ser partícipes de un
cambio positivo en la vida de alguien, o ayudar en las tareas
cotidianas para aligerar la carga de aquellos que nos
rodean…, nos sentimos útiles y, sí, eso nos hace sentir
genial.
Quizás en ocasiones no encuentres tu sitio, sientas que no
eres de gran utilidad y te preguntes qué puedes aportar tú al
mundo. Si esto te sucede a menudo, piensa en cuáles son
tus virtudes, tu capacidad de trabajo, e intenta volcarlas en
alguna actividad para la que puedas sentirte útil. Si te
resulta complicado, seguro que las personas que te quieren
pueden ayudarte a conseguirlo.
Ayudar y sentirnos útiles, hará que nuestra autoestima
aumente y que nos sintamos mejor con nosotros mismos y
con todo aquello que nos rodea.
ACTIVIDAD
Practicando la ayuda
Ayudar a los demás sin esperar recibir nada a cambio.
Te propongo que...
Ayudes en las tareas domésticas de casa: ordenar, poner la
mesa, limpiar…
Ayudes a un compañero de clase con alguna asignatura que
a ti se te dé fenomenal.
Apadrines un perro de una protectora y lo pasees en tus
ratos libres.
Hagas voluntariado.
Me propongo...
(piensa en cosas que te gustaría hacer para sentirte útil)
Ahora que tienes un buen listado de ideas, intenta practicar
alguna de ellas por lo menos una vez a la semana.
EL NIÑO INVENTOR
CONFÍA EN TI MISMO
Bruno siempre había sido un niño muy especial. Se pasaba
las horas rodeado de materiales y cachivaches que reciclaba
para crear curiosos artilugios. Su sueño era convertirse en
un gran inventor.
En una ocasión se propuso inventar una maceta que pudiera
regarse sola. Sus amigos le dijeron que eso era demasiado
difícil, pero Bruno les contestó muy convencido: «¡Puedo
hacerlo!».
Al cabo de unos días de incansable trabajo, el niño inventor
les presentó a todos a Gotitas, la primera maceta que podía
dispensar agua según las necesidades de cada planta.
Otra vez, se empeñó en inventar unas gafas para poder ver
aquello que sucedía detrás de la cabeza. Sus amigos le
dijeron que eso era absurdo, pero Bruno contestó con
seguridad: «¡Es una gran idea y la voy a hacer realidad!».
Tras una semana de mucho esfuerzo, el niño inventor les
hizo una demostración a sus amigos de cómo, estando de
espaldas y con las «Gafas Inversas» puestas, podía contar
los dedos de sus manos y distinguir el color de su ropa.
Y así, Bruno inventó un cepillo de dientes con la pasta
dentífrica incorporada, una lamparilla de cabeza para poder
leer y hasta una escafandra de cristal para no despeinarse
con el fuerte viento.
Un día, Bruno encontró un viejo triciclo abandonado. En
cuanto lo vio, tuvo una gran idea.
—¿Para qué quieres ese trasto? —le preguntó su amigo
Matías.
—Construiré una máquina para viajar en el tiempo —
contestó él.
—¡Imposible! ¡Jamás lo conseguirás! —aseguró Matías.
—¡Eso está por ver! —dijo Bruno.
Desde entonces, Bruno trabaja en su máquina del tiempo.
Mientras lo hace, se le ocurren otros inventos y alcanza
nuevos éxitos. Algunos se preguntan si algún día conseguirá
viajar a través del espacio temporal, muchos piensan que es
una locura. Pero a Bruno no le importa, porque sabe que, si
es posible, tarde o temprano lo conseguirá.
PIENSO Y ME QUIERO
La autoestima repercute en la percepción que tenemos de
nuestras capacidades. Por ese motivo si tenemos una
autoestima alta, solemos ser positivos al analizar si somos
capaces de llevar a cabo un reto. En cambio, si nuestra
autoestima es baja, nuestra percepción respecto al reto será
negativa. Tenderemos a pensar que no somos capaces de
conseguirlo.
Por eso es aconsejable tratar de ejercitar el optimismo.
Confiar en uno mismo a pesar de lo que opinen los demás y
rodearse de pensamientos y autoinstrucciones positivas que
nos ayuden a alcanzar nuestros objetivos como: «Puedo
conseguirlo», «Querer es poder», «Casi nada es imposible»…
Es cierto que no siempre que se quiere se puede, porque a
veces surgen obstáculos y dificultades importantes. Pero, si
no lo intentas, entonces seguro que no lo consigues y
merece la pena correr el riesgo. Recuerda que si crees que
puedes, ya estás a medio camino.
ACTIVIDAD
Pequeños retos para confiar en uno mismo
Puedes entrenarte a creer más en ti, llevando a cabo una
serie de retos:
· Levanta la mano en clase para contestar cuando sepas las
respuestas, para preguntar dudas o, simplemente, para dar
una opinión.
· Cuando vayas a comprar con tus padres, encárgate tú de
hablar con el dependiente y de gestionar el pago.
· Apúntate a alguna actividad que te guste, a pesar de que
ningún amigo o amiga tuyo vaya.
Ahora completa la siguiente frase y reflexiona sobre las
preguntas:
Si fuera capaz, me gustaría...
¿Qué necesitarías hacer para conseguirlo?
¿Qué crees que te falta para poderlollevar a cabo?
Busca la forma y… ¡hazlo!
Escribe bien grande este cartel y cuélgalo en tu habitación
hasta que estés convencido;
Los disfraces de Congo
SER UNO MISMO
Congo tenía un armario repleto de disfraces. Lo que más le
gustaba era despertarse por la mañana y decidir de qué se
vestiría aquel día.
En algunas ocasiones, se disfrazaba de elefante y paseaba
por la sabana pisando fuerte y muy decidido. Sabía que era
el animal más grande y que nadie se atrevería a hacerle
daño. Otras veces, el miedo le invadía y tenía la sensación
de ser muy frágil. Por eso se disfrazaba de gacela, se pasaba
el día escondido y sin decir nada. Prefería pasar
desapercibido. Había mañanas que tenía ganas de comerse
el mundo, entonces se disfrazaba de león. Sacaba pecho y
recorría las llanuras con orgullo, como si fuese un auténtico
rey. También tenía días en los que amanecía enfadado con
todo lo que le rodeaba. Así que elegía disfrazarse de puerco
espín, extendía sus púas y no dejaba que nadie se le
acercara.
Una tarde de primavera, Congo salió disfrazado de suricata.
Los suricatas se ríen todo el tiempo, por eso cada vez que se
cruzaba con algún animal se burlaba de él con estridentes
carcajadas. Mientras paseaba, vio a lo lejos que su pandilla
de amigos se divertían en el río. Congo decidió acercarse a
ellos, pero, por algún extraño motivo, todos salieron
corriendo en cuanto lo vieron. Todos menos Tina.
—¿Qué ocurre? ¿Por qué huyen de mí? —preguntó Congo.
—Estamos un poco cansados—contestó Tina—. A veces nos
tratas mal, otras vas de pobrecito, en ocasiones te crees el
más fuerte y hasta el rey de la selva, y hoy te burlas de todo
el mundo. Eres demasiado imprevisible; en realidad, no te
conocemos. Es más, creo que ni siquiera tú te conoces. ¿Has
probado alguna vez a ser tú mismo?
Tras la conversación con Tina, Congo regresó a casa muy
pensativo. Una vez allí se quitó el disfraz y se miró al espejo.
¿Cómo era realmente? ¿Por qué trataba de ser como otros
animales tan distintos a él? Tras reflexionar sobre lo ocurrido,
Congo tomó una decisión. Y, por primera vez en mucho
tiempo, salió vestido de sí mismo. Quizá no era el más
grande, ni el rey, ni el más frágil, ni el que más pinchaba, ni
aquel que se reía a todas horas. Pero era rápido, listo y muy
gracioso. Se le había olvidado que era capaz de contar los
mejores chistes y de conseguir los frutos más sabrosos del
árbol. Y así, tal como era, todos le querían. Pero lo más
importante era que se quería a sí mismo.
PIENSO Y ME QUIERO
La mayoría de las personas tenemos la mala costumbre de
compararnos con los demás. Y, cuando lo hacemos,
tendemos a fijarnos en aquello que tienen mejor que
nosotros. Estas comparaciones en las que salimos perdiendo
pueden dañar nuestra autoestima y, además, pueden dar
paso a la emoción de la envidia. En algunos casos, podemos
incluso desear ser como la otra persona, olvidando nuestras
virtudes y nuestra esencia verdadera. Cuando observamos a
los demás, es aconsejable no hacerlo desde la comparación,
sino desde la admiración.
Intentando mejorar aspectos propios, siempre
conociendo donde están nuestras limitaciones.
Lo más aconsejable es que procures quererte y mostrarte tal
y como eres, olvidándote de cómo son los demás. Deja que
vean tu interior, tus errores, tus defectos, miedos e
inseguridades. Acepta tus diferencias y, en la medida de lo
posible, conviértelas en fortalezas. Sé auténtico. Te querrás
más a ti mismo, cosa que los demás también harán.
ACTIVIDAD
Mi pequeño libro para conocerme y quererme más y mejor.
Busca un cuaderno o un diario bonito que puedas
personalizar y convertir en un libro.
Pega una foto tuya en la portada y escribe el título con tu
nombre:
El pequeño libro de...
Después comienza a rellenar las páginas del interior.
Se trata de que hables de ti, también puedes dibujar y pegar
fotos, recortes o lo que te apetezca. Aquí tienes algunas
ideas sobre qué escribir en tu libro.
Yo soy...
Esta es mi familia. Vivo con...
Lo que más me gusta de mí es...
Lo que más me gusta hacer es...
Se me da fenomenal...
Yo tengo...
Una de mis mayores virtudes es...
Mis anécdotas más divertidas son...
Mis mejores recuerdos son...
Lo más lejos que he estado de mi casa...
Guarda tu pequeño libro, y cada vez que te sientas
desanimado, léelo y recuerda que ERES ÚNICO Y ESPECIAL.
DECÁLOGO PARA QUERERSE
1. Tú eres la persona más importante de tu vida.
No le des más vueltas, así es y así debe ser.
2. No te compares con los demás.
No eres ni mejor ni peor. Solo intenta superarte
cada día un poco más, dentro de tus posibilidades.
3. Sé una persona amable, generosa y agradecida.
Los que te rodean te apreciarán y tú te querrás más.
4. ¡Tu opinión importa! No te calles las cosas.
Di lo que piensas. Solamente debes hacerlo de forma
respetuosa, intentando no dañar a los demás.
5. Todos tenemos un talento. Busca el tuyo, pero
recuerda que no sirve de nada sin trabajo y esfuerzo.
6. Todos podemos equivocarnos. No seas demasiado
duro contigo mismo, no te critiques (salvo para hacer
autocrítica que te ayude a mejorar), perdónate.
7. Regálate cosas bonitas. Pueden ser frases, elogios,
ratos de descanso o de placer.
8. Confía en ti mismo y en tus posibilidades, es el
primer paso para alcanzar el éxito.
9. Cuida tu cuerpo, tu mente y tu forma de sentir.
Mima la casa en la que vives.
10. Rodéate siempre de proyectos bonitos, pero no
olvides que tu mejor proyecto eres tú.
¡Ahora sí, pequeño guerrero! Grita muy fuerte…
	Cover Page
	Cubierta
	Título
	Créditos
	Índice
	Las gafas invisibles
	Así eres tú
	La niebla: Lo más importante
	La ranita azul: Ser diferente
	La casa: Cuidarse por dentro, por fuera y alrededor
	Tres tigres, tres formas de actuar: Di lo que piensas
	El talento escondido: Brillar con luz propia
	La organización del bosque: Sentirse útil
	El niño inventor: Confía en ti mismo
	Los disfraces de Congo:Ser uno mismo
	Decálogo para quererse

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