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GRANDES HERRAMIENTAS PARA PEQUEÑOS GUERREROS ME QUIERO SUSANNA ISERN Y MARIONA TOLOSA SISTERÉ Otros títulos de la colección: Relajaciones, de Mamen Duch y Guridi Pensamientos, de Sofía Gil y Mercè Galí Habilidades sociales, de Sofía Gil y Andreu Llinàs Texto: © Susanna Isern, 2020 Ilustraciones: © Mariona Tolosa Sisteré, 2020 Ilustradora representada por IMC, Agència Literària De esta edición: © Editorial Flamboyant S. L., 2020 Bailén, 180, planta baja, local 2, Barcelona (08037) www.editorialflamboyant.com Corrección de textos: Raúl Alonso Alemany Todos los derechos reservados Primera edición: junio de 2020 Primera edición digital: mayo del 2020 http://www.editorialflamboyant.com/ ISBN: 978-84-17749-83-5 Producción ebook: booqlab @flamboyanteditorial edflamboyant @EdFlamboyant Susanna Isern es escritora, psicóloga y madre de tres hijos. Desde que su primer álbum ilustrado vio la luz, en 2011, no ha dejado de publicar libros infantiles. Sus obras se han traducido a más de quince lenguas y se comercializan internacionalmente. Además, han sido premiadas en diversas ocasiones en los Moonbeam Children’s Books Awards de Estados Unidos. En la actualidad, compatibiliza su pasión por la escritura con la psicología. Ejerce la profesión en el ámbito privado y es profesora de psicología del aprendizaje en la Universidad Europea del Atlántico. Mariona Tolosa Sisteré estudió Ilustración en Barcelona, donde aprendió a crear mundos a través de técnicas como el acrílico, el lápiz, el collage y las técnicas digitales. El dibujo se convirtió en su pasión y, desde entonces, ha colaborado con empresas e instituciones públicas, ha ilustrado álbumes, libros, artículos, animaciones, carteles, y ha trabajado dibujando retratos, diseñando lettering, imágenes gráficas y estampados textiles. Concibe el dibujo desde una visión subjetiva, como una herramienta para relatar los viajes de dentro hacia fuera. índice La autoestima Las gafas invisibles Así eres tú Pequeñas historias para quererse La niebla: Lo más importante La ranita azul: Ser diferente La casa: Cuidarse por dentro, por fuera y alrededor Tres tigres, tres formas de actuar: Di lo que piensas El talento escondido: Brillar con luz propia La organización del bosque: Sentirse útil El niño inventor: Confía en ti mismo Los disfraces de Congo: Ser uno mismo Decálogo para quererse ¿Por qué es tan importante que te quieras, pequeño guerrero? Quererse está directamente relacionado con el concepto de autoestima. La autoestima es una valoración subjetiva basada en la percepción que tenemos de nosotros mismos, así como en la percepción que creemos que tienen los demás de nosotros. Por ejemplo: Creo que soy una persona sensacional, los que me rodean lo saben y por eso me aprecian mucho. Se habla de tres grados de autoestima, en función de si salimos favorecidos o no de nuestra valoración: Autoestima alta: nos gustamos, nos queremos y estamos a gusto con cómo somos. Nos sentimos valiosos, seguros, positivos y capaces de todo. Decimos lo que pensamos. Me siento genial. Autoestima baja: creemos que somos poca cosa, que no somos capaces de nada y nos sentimos a disgusto con nosotros mismos. Solemos manifestarnos como personas inseguras, pesimistas y miedosas. Soy un desastre. Autoestima media: fluctuamos de un grado a otro: a veces nos sentimos capaces de todo, pero otras estamos repletos de inseguridades. Hoy no me siento capaz. Una autoestima alta es una gran aliada para la vida. Nos ayuda a sentirnos mejor y a alcanzar aquello que nos proponemos. Este libro te ayudará a mejorar tu autoestima. Con las herramientas adecuadas y un poco de entrenamiento, todos podemos querernos más y mejor. Las gafas invisibles A veces llevamos puestas unas gafas invisibles que no nos permiten ver bien. Son unas gafas un poco engañosas. Según cómo sean, nos veremos a nosotros mismos de una forma o de otra. LAS GAFAS ZALAMERAS Si llevas puestas estas gafas, quizá creas que eres el mejor, que eres perfecto, que no tienes defectos ni nada que mejorar. Piensas que eres superior a los demás. Eso es porque las gafas zalameras siempre te regalan los oídos: «Eres lo más», «Te lo mereces todo», «No hay nadie como tú». Siento decirte que estas gafas mienten: nadie es perfecto ni superior a otro. Siempre podemos mejorar. LAS GAFAS QUEJICAS Si llevas puestas estas gafas, quizá pienses que eres un desastre y que no vales para casi nada. Eso es porque las gafas quejicas siempre se fijan en nuestros defectos y, por si fuera poco, tienen un efecto lupa que los aumenta hasta dimensiones estratosféricas: «Soy lo peor», «Estoy horrible». Piensas que no puede salir nada bueno de ti. Te gustará saber que estas gafas también mienten: todos tenemos cosas buenas y muchos defectos se pueden mejorar. Si has detectado que llevas alguna de estas gafas, entonces lo mejor es que las gradúes para que perciban la realidad y te digan la verdad. Normalmente, aquellos que más nos quieren, pueden ayudarnos a graduar las gafas. LAS GAFAS DE LA VERDAD Estas gafas tienen el cristal transparente. Observan tratando de ser objetivas, sin juicios ni comparaciones. Nos muestran tal y como somos. Con nuestras virtudes y nuestros defectos. Nos ayudan a mejorar y a querernos tal y como somos. Cuando te mires al espejo, asegúrate de que llevas estas gafas puestas. Así eres tú Pequeño guerrero, ¿ya tienes las gafas graduadas? ¡Entonces mírate bien, por fuera y por dentro! Con tu forma de ser: cómo te sientes, qué piensas y cómo actúas. Con tu aspecto físico: lo que se refleja en el espejo. Lo que ven tus ojos y lo que ven los demás. Con tus destrezas y tus torpezas: todas aquellas cosas que se te dan fenomenal, regular y fatal. Con tus habilidades sociales: cómo te relacionas con el resto del mundo. Ahora que ya te has visto desde todos tus ángulos, debes saber que siempre se puede intentar mejorar lo mejorable. Pero, pase lo que pase, es importante que te aceptes tal y como eres. ¡Quiérete, pequeña guerrera! ¡Quiérete, pequeño guerrero! Para ayudarte te proponemos pequeñas historias para reflexionar y actividades que guiarán tus pasos para acabar clamando a los cuatro vientos: La niebla LO MÁS IMPORTANTE Sara le había dicho a su hija Noa que desde la parte más alta de aquella sierra podía verse una de las mejores vistas del mundo. Así que una mañana de primavera, madre e hija salieron de casa y comenzaron la ascensión con entusiasmo. Había flores de colores inimaginables y revoloteaban mariposas por todas partes. Noa, estaba emocionada. Su madre le había hablado maravillas de las vistas que podían contemplarse desde lo alto. Por fin podría disfrutarlas con sus propios ojos. Después de varias horas de trayecto, cuando ya quedaban pocos metros para alcanzar su objetivo, una nube envolvió la cima. —Vaya, ahora no se ve nada —se quejó Noa. —No te preocupes. Seguro que son nubes pasajeras y que cuando lleguemos ya se habrán ido —la tranquilizó Sara. Sin embargo, cuando alcanzaron la parte más alta, solamente podía verse una bruma blanca y espesa. —¡Qué mala suerte! Tanto esfuerzo y ahora resulta que está todo envuelto de niebla —se indignó Noa. —Es una lástima que no podamos ver el paisaje, pero las mejores vistas del mundo pueden verse a pesar de la niebla. Desconcertada, Noa miró a su madre y la siguió. Sara le indicó a su hija que se sentara en la orilla de un lago cubierto de bruma. —Aquí las tienes —dijo Sara. —Pero… No veo nada, mamá. Solo niebla —contestó Noa, incrédula. —Fíjate bien. Acércate al agua. Noa se aproximó a la superficie. Traspasó la neblina con su mirada y entonces se sorprendió al ver su imagen en el reflejo del agua. PIENSO Y ME QUIERO A veces, la niebla nos impide ver lo que realmente somos. No importa si tenemos los ojos azules o marrones; si nuestro pelo es largo o corto, si nuestra estatura esalta o baja… Somos una de las mejores vistas del mundo, porque somos lo más maravilloso que tenemos. Casi siempre, cuando nos preguntan quién es la persona más importante de nuestra vida, nos viene a la cabeza alguien cercano ya sea de la familia o de nuestro círculo de amistades. Sin embargo, debes tener claro que la persona más importante, sin ningún atisbo de duda, eres tú. Eres aquella persona que te acompaña siempre, a la que necesitas cuidar más. Eres un ser valioso y precisas darte tu lugar. Y no pienses en ningún momento que eso es ser egoísta. ¡No, no eres egoísta por desear lo mejor para ti! Que te quieras como al que más no significa que aprecies menos al resto ni que nunca te sacrifiques por ellos. No olvides que solo si tú te quieres y eres feliz, podrás cuidar y hacer feliz a los demás. ACTIVIDAD Las mejores vistas del mundo Recicla una caja que tengas por casa, puedes forrarla con un papel bonito o decorarla con pegatinas. Guarda un espejo en el interior y en la parte externa de la tapa escribe: Las mejores vistas del mundo. Lee las palabras que has escrito y reflexiona sobre lo que significan. Después respira hondo y ábrela. Observa tu reflejo en el espejo y tómate un tiempo para contemplarte. Haz una descripción objetiva de tu rostro, sin emitir juicios y sin hacer comparaciones. «Tengo el pelo castaño con reflejos rubios, los ojos redondos y de color miel…». Lo que ves dentro de la caja son «las mejores vistas del mundo», porque todas las formas y todos los colores son bellos, solo depende del prisma con que se miren. Claro que siempre podemos mejorar las cosas, pero recuerda que eres maravilloso por fuera y por dentro. Además, esta caja es mágica, ya que mire quien mire en su interior siempre encontrará «las mejores vistas del mundo». Guarda el secreto del espejo e invita a echar un vistazo dentro de la caja a tu familia y amigos. La ranita azul SER DIFERENTE En la charca vivían decenas de ranas: grandes, medianas, pequeñas, flacas, corpulentas, cantarinas, calladas. Había ranas de todo tipo de verdes: oliva, esmeralda, musgo, casi marrón… Pero solo había una que, por alguna extraña razón, había nacido con un intenso color azul. Nada más salir del huevo, su madre, asustada al verla, pensó que la ranita estaba muy enferma y que no sobreviviría. Pero la pequeña Añil comía como una lima y estaba sana como una manzana. Todos creían que, con el tiempo, aquel color se iría tornando verde. Pero, lejos de ser así, el azul de su piel, era cada vez más vivo y brillante. Un día, la ranita Musgo, advirtió a las demás: —Me ha dicho mi madre que es peligroso estar cerca de Añil. Con ese color tan llamativo, puede atraer a las serpientes y a los gatos. Temiendo por sus vidas, las ranitas comenzaron a dejar de lado a Añil. Cuando ella se dio cuenta de que era por culpa de su color, intentó por todos los medios volverse verde. Se hinchó a comer lechuga, se bañó en el barro para por lo menos parecer marrón y hasta se hizo un vestido de hojas. Pero todo resultó inútil. Añil seguía siendo azul y cada vez estaba más sola. Una tarde, mientras Añil tomaba el sol, oyó a las ranitas hablar. —Es muy peligroso alejarse del agua de la charca —advirtió una. —¡Vamos! ¡No seáis tan cobardicas! —dijo Musgo. Las ranitas se alejaron y, al cabo de un rato, comenzaron a gritar de puro terror. Un gato montés trataba de capturar a una de sus amigas. Sin pensarlo, Añil acudió a su socorro y saltó sobre el felino, que sacudió la cabeza para deshacerse de ella. Al final, huyó despavorido. Todas las ranitas corrieron a abrazar a Añil. ¡Les acababa de salvar la vida! Entonces, llegó Rania, la rana más anciana y sabia de todas. Después de escuchar lo sucedido, habló: —Enhorabuena, Añil. Has sido muy valiente. Debes saber que es una gran suerte tener un color tan peculiar como el tuyo. Todos los animales cazadores piensan que eres peligrosamente tóxica. Ranitas, no os alejéis de Añil. Estar a su lado os protegerá. Muchas veces pensamos que necesitamos encajar en un grupo y ser uno más de la pandilla. Para ello, creemos que lo mejor es parecerse al resto y ser normal. Pero ¿qué es ser normal? Todos somos iguales porque tenemos los mismos derechos y obligaciones, y somos parecidos con aquellos con quienes tenemos más cosas en común, como la edad, el colegio, las aficiones… Pero, a la vez, todos somos distintos, y es una pena que tratemos de esconder nuestras diferencias. Lo mejor es sentirnos orgullosos de ellas y potenciarlas. En ocasiones, no nos damos cuenta de que en esas diferencias es donde precisamente está nuestro mayor atractivo, lo que nos hace brillar. Son el distintivo que nos hace especiales, únicos. No debemos tener miedo a ser distintos a la mayoría, si acaso deberíamos temer ser igual que todos. ¿Te imaginas que aburrido si todos fuésemos idénticos? Así que si eres diferente, ¡enhorabuena! Y, por favor, no cambies. ACTIVIDAD Somos iguales, somos diferentes ¡Vamos a realizar una investigación! Busca un archivador. Si la cubierta es personalizable, puedes escribir el título somos iguales, somos diferentes. También necesitarás folios, lápiz, bolígrafos, pinturas de colores... Elige a cuatro amigas y/o amigos. Elabora una ficha para cada uno de ellos en la que incluyas la siguiente información: nombre, edad, cualidades, podría mejorar, se parece a mí en, le hace diferente. Después completa la misma información sobre ti mismo (obviando el punto «Se parece a mí en»). Puedes reservar un espacio en cada ficha para dibujar un retrato de cada uno. Por último, elabora un compara y contrasta para analizar lo siguiente: · ¿Qué tenéis los cinco en común? · ¿Qué tiene cada uno de diferente? · ¿A quién te pareces más? · ¿A quién te pareces menos? La casa CUIDARSE POR DENTRO, POR FUERA Y ALREDEDOR. Adrián se mudó a cerca de la costa. La casa que había escogido ofrecía grandes posibilidades. Era espaciosa, tenía unos muros gruesos y resistentes, y unos ventanales muy amplios desde los que se veía el mar. Aunque, por otro lado, se trataba de una vivienda que llevaba demasiado tiempo deshabitada y estaba un poco deteriorada. «Habrá que arreglarla», pensó Adrián. Enseguida se puso manos a la obra. Si iba a quedarse a vivir en aquella casa, era necesario invertir tiempo y esfuerzo para que se convirtiera en un auténtico hogar. Adrián decidió que lo más importante era comenzar por el interior del inmueble. Así que reparó algunos grifos que goteaban, lijó el suelo, pintó las paredes de su color favorito, limpió a fondo, amuebló a su gusto y organizó las estancias para que la casa se convirtiera en un lugar acogedor y confortable en el que vivir. Al mismo tiempo se dio cuenta de que el exterior también había que cuidarlo. Barnizó la puerta de entrada, cambió un par de baldosas del balcón que estaban en mal estado y recubrió la fachada de piedra para aislar bien las paredes del frío y la humedad. Quizás no era la casa más bonita del mundo, pero a él le encantaba. Después de días de trabajo, Adrián quedó muy satisfecho con su casa. Había quedado impecable tanto por dentro como por fuera. Fue entonces cuando se dio cuenta de que lo que la rodeaba también era importante. Así que quitó las malas hierbas, preparó la tierra con abono y comenzó a sembrar y a regar. Con el paso del tiempo, floreció un precioso jardín con flores y árboles frutales que le dio muchas satisfacciones y alegrías. PIENSO Y ME QUIERO Nuestra casa, el lugar en el que pasamos todo el tiempo, somos nosotros mismos. Por eso es tan importante que nos sintamos a gusto en ella y que nos cuidemos tanto por dentro como por fuera. Sin olvidar a los que nos rodean. Cuidarse por dentro es procurar mantenerse sano física y mentalmente. Hacer ejercicio y alimentarse de forma saludable. Rodearse de buenos sentimientos y de pensamientos positivos. Cuidarse por fuera es mantener una correcta higiene,arreglarse, ponerse una ropa molona y llevar un peinado que nos favorezca y nos guste. Tratar de sentirnos a gusto con lo que refleja el espejo. No debemos dejar de lado cuidar de nuestro entorno y atender a cómo nos relacionamos con el resto del mundo. Ser cariñosos, amables, agradecer, sonreír, ayudar… Recuerda que siempre se recoge lo que se siembra. ACTIVIDAD Las semillas especiales Crea un árbol con cartulina. A continuación, elabora una lista de todas las semillas especiales que te gustaría sembrar para que tu árbol dé sus frutos. En cartulinas de colores dibuja y recorta unos cuantos frutos y guárdalos en una cajita. Ya tienes tu árbol y los frutos listos. Ahora se trata de sembrar y de recoger en tu día a día. Por ejemplo, si has elegido plantar semillas de alegría, proyéctate con los que te rodean con optimismo, siendo amable y proponiendo actividades divertidas. Seguro que así tu árbol dará como fruto sonrisas. Si has elegido plantar semillas de generosidad, procura ayudar a los demás cuando te necesiten, comparte aquello que te apetezca, sé generoso con tus palabras a la hora de halagar a tus amigos cuando lo merecen. Seguro que así tu árbol dará estrellas. Al final del día puedes reflexionar sobre las semillas que has plantado durante la jornada y pegar en la copa de tu árbol sus frutos: sonrisas, corazones, estrellas… Cuantas más semillas plantes, más frutos recogerás. Tres tigres, tres formas de actuar DI LO QUE PIENSAS Flecha, Canela y Bigotes eran los tigres más jóvenes de la manada. Lo que más les gustaba era jugar, correr por la selva y chapotear en la laguna. Canela tenía un carácter fuerte y era un poco mandona. Flecha solía mantenerse en una postura flexible, a la vez que firme. Mientras que Bigotes era el más tímido y callado de los tres. Una mañana, la jefa de la manada reunió a los tres tigres. —Estáis creciendo muy deprisa —les dijo—. Cada vez sois más fuertes y rápidos. Ya va siendo hora de que os estrenéis como cazadores. Os propongo que capturéis una presa entre los tres. Los tres tigres estaban emocionados, por fin iban a cazar como los mayores. Tenían que trabajar en equipo y debían de organizar muy bien el plan de ataque. —¡Cazaremos una cría de cerdo salvaje! —planeó Canela—. Bigotes, tú vigilarás que no se acerquen los cerdos adulto. Flecha, tú atraerás a la cría. La llevarás hasta mi posición y yo la atacaré. —Vale… —otorgó Bigotes. —A mí no me parece bien —se quejó Flecha—. Así tú te llevarás todos los méritos, y eso no es justo. ¿Estás de acuerdo conmigo, Bigotes? —A mí me da igual… —contestó Bigotes muy bajito. Aunque en realidad pensaba lo mismo que Flecha y deseaba tener un papel más activo en la misión. Pero no lo dijo. —Pues a mí no me da igual—insistió Flecha—. Canela, si quieres, puedes atraer tú al cerdo. Yo me encargaré de darle caza. —¡Lo haremos a mi manera! —se impuso Canela. Canela y Flecha discutieron durante un buen rato. Canela alzaba la voz para imponer su voluntad. En cambio, Flecha exponía su opinión de forma pausada, pero segura. Bigotes permanecía atento y callado. Finalmente se decidió que Bigotes vigilaría y que Canela y Flecha cazarían al cerdo en tándem. Así lo hicieron. Canela y Flecha estaban pletóricos por haber llevado a cabo con éxito su primera caza. Mientras que Bigotes se sentía mal por no haber participado y por no haber sido capaz de decir lo que quería de verdad. Si seguía así, se perdería muchas cosas en la vida. PIENSO Y ME QUIERO A la hora de relacionarnos con los demás, existen tres estilos de comunicación: Pasivo, como Bigotes: Cuando no expresamos lo que pensamos ni lo que queremos. Solemos callar o decir lo que quieren oír los demás, sin atender a lo que realmente deseamos. Asertivo, como Flecha: Asertividad significa expresar lo que pensamos, lo que sentimos y lo que queremos de forma equilibrada y serena, respetando siempre a los demás, aunque tengan opiniones diferentes a las nuestras. Ofensivo, como Canela: Cuando expresamos pensamientos y deseos de forma brusca e incluso maleducada, imponiéndonos sin respetar a los demás. Las personas con autoestima baja, suelen utilizar una comunicación pasiva. Creen que su opinión no es lo bastante importante y les cuesta decir que no. Eso ocasiona mucha frustración porque normalmente no pueden hacer lo que quieren. En el otro extremo están las que utilizan una comunicación ofensiva, que, aunque parezca lo contrario, generalmente tampoco gozan de una autoestima alta, pues suelen tener dificultades para controlar sus impulsos y reciben a menudo el rechazo de los demás. Lo más recomendable es que practiques una comunicación asertiva para respetarte a ti mismo y a los demás, para quererte más y para sentirte mejor. ACTIVIDAD Las tarjetas «Digo lo que pienso» Recorta varias tarjetas de cartulina y escribe en ellas frases o respuestas que favorezcan la asertividad: Una vez que tengas listas las tarjetas, práctica la asertividad utilizando esas propuestas. Seguro que pronto incorporas un estilo de comunicación asertivo a tu día a día. El talento escondido BRILLAR CON LUZ PROPIA Carla y Aroa eran mellizas. Pero, aunque habían nacido al mismo tiempo, eran tan distintas que todos decían que no parecían hermanas. Carla era alta y espigada, tenía el pelo castaño y los ojos verdes muy vivos. En el colegio destacaba por ser una alumna brillante en prácticamente todas las asignaturas, además era muy popular entre las niñas y niños de clase, que siempre querían estar con ella. Aroa era muy menuda, lucía una larga cabellera pelirroja y una marea de pecas bailaba sobre su nariz. Era muy simpática y risueña, siempre tenía una sonrisa de oreja a oreja. Quizás no era un hacha en los estudios ni tampoco la más popular, pero tenía una amiga muy valiosa, su inseparable Candela. Con el paso del tiempo, las diferencias entre Carla y Aroa se hicieron más evidentes. Carla recibía los constantes aplausos de sus padres, de los profesores y de sus compañeros. Mientras que Aroa cada vez se llevaba más reprimendas por sus malos resultados. Así fue como un terrible pensamiento comenzó a asaltarla cada vez más a menudo: Carla lo tenía todo, y ella no tenía nada. Carla era perfecta, y ella, un auténtico desastre. ¡Qué injusticia! Y, poco a poco, su sonrisa dejó de iluminar su cara. Un día, las hermanas acudieron a un concierto de música clásica. Carla bostezaba de puro aburrimiento, pero Aroa estaba fascinada, una emoción indescriptible y desconocida la invadía por completo. Empujada por una extraña fuerza, al llegar a casa, Aroa desempolvó el viejo teclado de su madre. Comenzó a hacer sonar sus teclas prestando mucha atención. Al cabo de tan solo unos minutos, de sus manos brotaron algunas de las melodías que había escuchado en el concierto. Aroa acababa de descubrir la música que, sin saberlo, habitaba en su interior. Había llegado en el momento justo para dar sentido a su vida. Pasaron los años. Carla estudió Medicina y comenzó a ejercer la profesión de médica con éxito. Aroa se formó en el conservatorio y se convirtió en pianista. Cuando tocaba, vibraba, se sentía viva y transportaba a los demás a mundos de ensueño. Y nunca, nunca más, la sonrisa abandonó su rostro. PIENSO Y ME QUIERO En ocasiones, nos dejamos eclipsar por el brillo de los demás. Percibimos a los que nos rodean como muy grande, y nosotros nos hacemos cada vez más pequeños. Quizá nos centremos en aquello positivo que tienen los demás y no encontrar nada bueno en nosotros mismos. Pero has de saber que todos, absolutamente todos, tenemos algo que nos hace únicos y maravillosos. A veces es complicado encontrarlo, es como la búsqueda de un tesoro muy bien escondido. Pero si sabemos encontrarlo nos dará muchas satisfacciones y alegrías. Ten en cuenta que, aunque existen personas con muchos talentos y que hay otras que solo tienen uno, ese uno se puede ejercitar detal forma que aporte más felicidad y bienestar que todos los talentos juntos de aquella persona que tiene muchos y no los desarrolla. ACTIVIDAD Busca y encontrarás Tener un talento significa poseer una destreza superior a la que posee la mayoría de las personas en una actividad que requiere cierto tipo de habilidades. Por ejemplo: la música, el deporte, la pintura… Para hallar tu talento, debes buscar algo que puedas hacer a las mil maravillas y que te apasione a partes iguales. Para encontrarlo, elabora estos dos listados: Actividades con las que disfruto Actividades que se me dan muy bien ¿Alguna actividad se repite en ambas listas? Si es que sí, acabas de descubrir el talento que te hace especial y que te ayudará a quererte y valorarte más. ¡No lo dejes escapar! Trabájalo, poténcialo y disfrútalo. Seguro que será un gran aliado en tu vida. La organización del bosque SENTIR-SE ÚTIL En el claro del bosque habitaban Osa, Tejón, Tórtola, Jabalí y Ratón. Los cinco amigos vivían en armonía, se habían organizado a la perfección para ayudarse los unos a los otros. Cada uno tenía una función. Osa era muy grande y fuerte. Su rugido hacía temblar la tierra. Era la guardiana y la protectora del claro del bosque. Tejón era un gran cocinero. Cuando encendía los fogones, desde su ventana salían los más deliciosos aromas. A todos se les hacía la boca agua. Su trabajo era cocinar. A Jabalí se le daba fenomenal recolectar todo tipo de setas y frutos. Todos los días, llenaba una gran cesta con los mejores ingredientes para que Tejón los cocinara. Tórtola cantaba a las mil maravillas. Se posaba sobre la rama más alta y observaba el trayecto de la luz del sol. Con su canto despertaba a los animales y avisaba de las horas. Era el reloj del claro del bosque. Ratón era el más chiquitito, aunque muy simpático. Había nacido con mala vista y parecía no tener ninguna función en el bosque. Por eso, se pasaba el día visitando a sus amigos mientras trabajaban. Un día, Ratón quiso ayudar a Tejón a preparar la sopa, pero, en vez de echar zanahorias en la olla, añadió por error setas en mal estado. —Ratón, me parece bien que no trabajes si eso es lo que quieres. Pero por lo menos no molestes —dijo Tejón, enfadado. Ratón se marchó a casa triste. Tejón tenía razón, no servía para nada. Todos tenían una función, pero él no. Ratón pasó todo el día metido en la cama, sin ganas de hacer nada. Ya entrada la noche sonó el timbre. Eran Osa, Tejón, Jabalí y Tórtola. —Lo siento, Ratón. No es cierto que no trabajes —se disculpó Tejón. —Sin tus visitas, hoy me he sentido muy sola —dijo Tórtola. —Y yo me he aburrido como una ostra sin tus chistes — añadió Osa. —Y, además, la sopa se ha quedado fría porque nadie ha ido a avisar de que ya estaba lista —dijo Jabalí. —¡Pues claro! ¡Yo soy el mensajero! —se le iluminó la cara a Ratón. —Y no solo eso. Eres compañía, eres alegría —dijo Tejón. Se abrazaron. Y Ratón sintió que era útil, valioso, imprescindible; PIENSO Y ME QUIERO ¿Alguna vez has percibido la maravillosa emoción que te invade cuando te sientes útil? Cuando somos capaces de aportar nuestro granito de arena a una buena causa, cuando podemos ser partícipes de un cambio positivo en la vida de alguien, o ayudar en las tareas cotidianas para aligerar la carga de aquellos que nos rodean…, nos sentimos útiles y, sí, eso nos hace sentir genial. Quizás en ocasiones no encuentres tu sitio, sientas que no eres de gran utilidad y te preguntes qué puedes aportar tú al mundo. Si esto te sucede a menudo, piensa en cuáles son tus virtudes, tu capacidad de trabajo, e intenta volcarlas en alguna actividad para la que puedas sentirte útil. Si te resulta complicado, seguro que las personas que te quieren pueden ayudarte a conseguirlo. Ayudar y sentirnos útiles, hará que nuestra autoestima aumente y que nos sintamos mejor con nosotros mismos y con todo aquello que nos rodea. ACTIVIDAD Practicando la ayuda Ayudar a los demás sin esperar recibir nada a cambio. Te propongo que... Ayudes en las tareas domésticas de casa: ordenar, poner la mesa, limpiar… Ayudes a un compañero de clase con alguna asignatura que a ti se te dé fenomenal. Apadrines un perro de una protectora y lo pasees en tus ratos libres. Hagas voluntariado. Me propongo... (piensa en cosas que te gustaría hacer para sentirte útil) Ahora que tienes un buen listado de ideas, intenta practicar alguna de ellas por lo menos una vez a la semana. EL NIÑO INVENTOR CONFÍA EN TI MISMO Bruno siempre había sido un niño muy especial. Se pasaba las horas rodeado de materiales y cachivaches que reciclaba para crear curiosos artilugios. Su sueño era convertirse en un gran inventor. En una ocasión se propuso inventar una maceta que pudiera regarse sola. Sus amigos le dijeron que eso era demasiado difícil, pero Bruno les contestó muy convencido: «¡Puedo hacerlo!». Al cabo de unos días de incansable trabajo, el niño inventor les presentó a todos a Gotitas, la primera maceta que podía dispensar agua según las necesidades de cada planta. Otra vez, se empeñó en inventar unas gafas para poder ver aquello que sucedía detrás de la cabeza. Sus amigos le dijeron que eso era absurdo, pero Bruno contestó con seguridad: «¡Es una gran idea y la voy a hacer realidad!». Tras una semana de mucho esfuerzo, el niño inventor les hizo una demostración a sus amigos de cómo, estando de espaldas y con las «Gafas Inversas» puestas, podía contar los dedos de sus manos y distinguir el color de su ropa. Y así, Bruno inventó un cepillo de dientes con la pasta dentífrica incorporada, una lamparilla de cabeza para poder leer y hasta una escafandra de cristal para no despeinarse con el fuerte viento. Un día, Bruno encontró un viejo triciclo abandonado. En cuanto lo vio, tuvo una gran idea. —¿Para qué quieres ese trasto? —le preguntó su amigo Matías. —Construiré una máquina para viajar en el tiempo — contestó él. —¡Imposible! ¡Jamás lo conseguirás! —aseguró Matías. —¡Eso está por ver! —dijo Bruno. Desde entonces, Bruno trabaja en su máquina del tiempo. Mientras lo hace, se le ocurren otros inventos y alcanza nuevos éxitos. Algunos se preguntan si algún día conseguirá viajar a través del espacio temporal, muchos piensan que es una locura. Pero a Bruno no le importa, porque sabe que, si es posible, tarde o temprano lo conseguirá. PIENSO Y ME QUIERO La autoestima repercute en la percepción que tenemos de nuestras capacidades. Por ese motivo si tenemos una autoestima alta, solemos ser positivos al analizar si somos capaces de llevar a cabo un reto. En cambio, si nuestra autoestima es baja, nuestra percepción respecto al reto será negativa. Tenderemos a pensar que no somos capaces de conseguirlo. Por eso es aconsejable tratar de ejercitar el optimismo. Confiar en uno mismo a pesar de lo que opinen los demás y rodearse de pensamientos y autoinstrucciones positivas que nos ayuden a alcanzar nuestros objetivos como: «Puedo conseguirlo», «Querer es poder», «Casi nada es imposible»… Es cierto que no siempre que se quiere se puede, porque a veces surgen obstáculos y dificultades importantes. Pero, si no lo intentas, entonces seguro que no lo consigues y merece la pena correr el riesgo. Recuerda que si crees que puedes, ya estás a medio camino. ACTIVIDAD Pequeños retos para confiar en uno mismo Puedes entrenarte a creer más en ti, llevando a cabo una serie de retos: · Levanta la mano en clase para contestar cuando sepas las respuestas, para preguntar dudas o, simplemente, para dar una opinión. · Cuando vayas a comprar con tus padres, encárgate tú de hablar con el dependiente y de gestionar el pago. · Apúntate a alguna actividad que te guste, a pesar de que ningún amigo o amiga tuyo vaya. Ahora completa la siguiente frase y reflexiona sobre las preguntas: Si fuera capaz, me gustaría... ¿Qué necesitarías hacer para conseguirlo? ¿Qué crees que te falta para poderlollevar a cabo? Busca la forma y… ¡hazlo! Escribe bien grande este cartel y cuélgalo en tu habitación hasta que estés convencido; Los disfraces de Congo SER UNO MISMO Congo tenía un armario repleto de disfraces. Lo que más le gustaba era despertarse por la mañana y decidir de qué se vestiría aquel día. En algunas ocasiones, se disfrazaba de elefante y paseaba por la sabana pisando fuerte y muy decidido. Sabía que era el animal más grande y que nadie se atrevería a hacerle daño. Otras veces, el miedo le invadía y tenía la sensación de ser muy frágil. Por eso se disfrazaba de gacela, se pasaba el día escondido y sin decir nada. Prefería pasar desapercibido. Había mañanas que tenía ganas de comerse el mundo, entonces se disfrazaba de león. Sacaba pecho y recorría las llanuras con orgullo, como si fuese un auténtico rey. También tenía días en los que amanecía enfadado con todo lo que le rodeaba. Así que elegía disfrazarse de puerco espín, extendía sus púas y no dejaba que nadie se le acercara. Una tarde de primavera, Congo salió disfrazado de suricata. Los suricatas se ríen todo el tiempo, por eso cada vez que se cruzaba con algún animal se burlaba de él con estridentes carcajadas. Mientras paseaba, vio a lo lejos que su pandilla de amigos se divertían en el río. Congo decidió acercarse a ellos, pero, por algún extraño motivo, todos salieron corriendo en cuanto lo vieron. Todos menos Tina. —¿Qué ocurre? ¿Por qué huyen de mí? —preguntó Congo. —Estamos un poco cansados—contestó Tina—. A veces nos tratas mal, otras vas de pobrecito, en ocasiones te crees el más fuerte y hasta el rey de la selva, y hoy te burlas de todo el mundo. Eres demasiado imprevisible; en realidad, no te conocemos. Es más, creo que ni siquiera tú te conoces. ¿Has probado alguna vez a ser tú mismo? Tras la conversación con Tina, Congo regresó a casa muy pensativo. Una vez allí se quitó el disfraz y se miró al espejo. ¿Cómo era realmente? ¿Por qué trataba de ser como otros animales tan distintos a él? Tras reflexionar sobre lo ocurrido, Congo tomó una decisión. Y, por primera vez en mucho tiempo, salió vestido de sí mismo. Quizá no era el más grande, ni el rey, ni el más frágil, ni el que más pinchaba, ni aquel que se reía a todas horas. Pero era rápido, listo y muy gracioso. Se le había olvidado que era capaz de contar los mejores chistes y de conseguir los frutos más sabrosos del árbol. Y así, tal como era, todos le querían. Pero lo más importante era que se quería a sí mismo. PIENSO Y ME QUIERO La mayoría de las personas tenemos la mala costumbre de compararnos con los demás. Y, cuando lo hacemos, tendemos a fijarnos en aquello que tienen mejor que nosotros. Estas comparaciones en las que salimos perdiendo pueden dañar nuestra autoestima y, además, pueden dar paso a la emoción de la envidia. En algunos casos, podemos incluso desear ser como la otra persona, olvidando nuestras virtudes y nuestra esencia verdadera. Cuando observamos a los demás, es aconsejable no hacerlo desde la comparación, sino desde la admiración. Intentando mejorar aspectos propios, siempre conociendo donde están nuestras limitaciones. Lo más aconsejable es que procures quererte y mostrarte tal y como eres, olvidándote de cómo son los demás. Deja que vean tu interior, tus errores, tus defectos, miedos e inseguridades. Acepta tus diferencias y, en la medida de lo posible, conviértelas en fortalezas. Sé auténtico. Te querrás más a ti mismo, cosa que los demás también harán. ACTIVIDAD Mi pequeño libro para conocerme y quererme más y mejor. Busca un cuaderno o un diario bonito que puedas personalizar y convertir en un libro. Pega una foto tuya en la portada y escribe el título con tu nombre: El pequeño libro de... Después comienza a rellenar las páginas del interior. Se trata de que hables de ti, también puedes dibujar y pegar fotos, recortes o lo que te apetezca. Aquí tienes algunas ideas sobre qué escribir en tu libro. Yo soy... Esta es mi familia. Vivo con... Lo que más me gusta de mí es... Lo que más me gusta hacer es... Se me da fenomenal... Yo tengo... Una de mis mayores virtudes es... Mis anécdotas más divertidas son... Mis mejores recuerdos son... Lo más lejos que he estado de mi casa... Guarda tu pequeño libro, y cada vez que te sientas desanimado, léelo y recuerda que ERES ÚNICO Y ESPECIAL. DECÁLOGO PARA QUERERSE 1. Tú eres la persona más importante de tu vida. No le des más vueltas, así es y así debe ser. 2. No te compares con los demás. No eres ni mejor ni peor. Solo intenta superarte cada día un poco más, dentro de tus posibilidades. 3. Sé una persona amable, generosa y agradecida. Los que te rodean te apreciarán y tú te querrás más. 4. ¡Tu opinión importa! No te calles las cosas. Di lo que piensas. Solamente debes hacerlo de forma respetuosa, intentando no dañar a los demás. 5. Todos tenemos un talento. Busca el tuyo, pero recuerda que no sirve de nada sin trabajo y esfuerzo. 6. Todos podemos equivocarnos. No seas demasiado duro contigo mismo, no te critiques (salvo para hacer autocrítica que te ayude a mejorar), perdónate. 7. Regálate cosas bonitas. Pueden ser frases, elogios, ratos de descanso o de placer. 8. Confía en ti mismo y en tus posibilidades, es el primer paso para alcanzar el éxito. 9. Cuida tu cuerpo, tu mente y tu forma de sentir. Mima la casa en la que vives. 10. Rodéate siempre de proyectos bonitos, pero no olvides que tu mejor proyecto eres tú. ¡Ahora sí, pequeño guerrero! Grita muy fuerte… Cover Page Cubierta Título Créditos Índice Las gafas invisibles Así eres tú La niebla: Lo más importante La ranita azul: Ser diferente La casa: Cuidarse por dentro, por fuera y alrededor Tres tigres, tres formas de actuar: Di lo que piensas El talento escondido: Brillar con luz propia La organización del bosque: Sentirse útil El niño inventor: Confía en ti mismo Los disfraces de Congo:Ser uno mismo Decálogo para quererse
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