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El Rincón del Pintor. Anatomía artística Dirección editorial: Ma Fernanda Canal Edición: Tomàs Ubach Ayudante de edición y archivo iconográfico: Ma Carmen Ramos Textos y coordinación: David Sanmiguel Realización de los ejercicios: Vicenç Ballestar, Miquel Ferrón, Ferran Sostres e Yvan Viñals Diseño de la colección: Josep Guasch Maquetación y compaginación: Josep Guasch Fotografías: Nos & Soto Ilustraciones: Josep Torres, Ferran Sostres y David Sanmiguel 2.a edición: enero 2007 © ParramónPaidotribo Derechos exclusivos de edición para todo el mundo www.parramon.com E-mail: parramon@paidotribo.com ISBN: 978-84-342-2396-7 ISBN EPUB: 978-84-342-4216-6 Depósito legal: B-53.295-2006 http://www.parramon.com Sumario Presentación - ENTRE LA CIENCIA Y EL ARTE La anatomía en el arte griego La Edad Media El Renacimiento La anatomía de Vesalio Anatomía y proporción Las academias de arte La anatomía en nuestros días - PROPORCIONES, MÚSCULOS Y HUESOS Las proporciones humanas Referencias óseas Forma y articulación de los huesos Referencias musculares Mecánica y disposición de los músculos Huesos de la cabeza Músculos de la cabeza Huesos del torso Músculos del torso Huesos de la espalda Músculos de la espalda Músculos del cuello Huesos de la cadera Músculos de la cadera Huesos de los brazos Músculos de los brazos Huesos de las piernas Músculos de las piernas Huesos de las manos Músculos de las manos Huesos de los pies Músculos de los pies La columna vertebral - ARTICULACIONES Y MOVIMIENTOS Movimiento de los brazos El dibujo de los brazos Movimiento de las piernas El dibujo de las piernas Movimiento del torso El dibujo del torso Movimiento de la espalda Movimiento del hombro - MOVIMIENTOS CONJUGADOS Ejes del movimiento Ejes verticales El equilibrio La superficie de apoyo Equilibrios sencillos Apoyos múltiples - LA ANATOMÍA ARTÍSTICA EN LA PRÁCTICA Manos enlazadas Pies plantados Un busto Figura masculina sentada Una espalda femenina Desnudo masculino en vista frontal Una espalda masculina Otros libros de la Editorial sobre anatomía artística Presentación He aquí la definición de anatomía que da un diccionario: “Ciencia que estudia la estructura, situación y relaciones de las diferentes partes de los cuerpos orgánicos." Este mismo diccionario distingue lo que debe entenderse por anatomía artística, definiéndola así: “Disposición de los miembros externos que componen el cuerpo." Anatomía científica y anatomía artística. ¿Hasta qué punto depende la segunda de la primera? ¿Debe un artista conocer la ciencia anatómica? Arte y ciencia siguen caminos distintos; pero hubo un tiempo en que los problemas de uno y otro campo confluyeron en un territorio común, y la ciencia y el arte colaboraron en los grandes avances del saber. En la Antigüedad clásica y, sobre todo, en el Renacimiento, época en que no había idea, por sublime que fuese, que no pudiera expresarse mediante el cuerpo desnudo. Los humanistas se encargaron de enseñar a los pintores los secretos de las proporciones humanas y la anatomía: ciencia, arte y técnica se nutrían mutuamente. Hoy apenas quedan territorios comunes entre el arte y las ciencias. Sin embargo, la figura humana sigue siendo el centro de toda actividad plástica y la anatomía constituye el método más eficaz para comprender la organización y el movimiento del los miembros del cuerpo. Y aunque el artista no puede construir un dibujo hermoso sólo con nociones anatómicas, éstas han de estar presentes en el fondo de su mente porque, en último término, depende de ellas. Este libro expone con claridad las nociones y pautas necesarias para conseguir una representación correcta de la figura desnuda. Todas las explicaciones anatómicas están claramente ilustradas y cada concepto se desarrolla en la práctica mediante secuencias de dibujo estudiadas paso a paso. En esta obra el lector verá aplicados de inmediato todos y cada uno de los factores de la anatomía, ejemplificados en multitud de obras artísticas. Ellas conforman el mejor testimonio de cómo el arte puede nutrirse provechosamente de la ciencia anatómica. Entre la ciencia y el arte La intensa dedicación de los grandes artistas de todas las épocas al arte del desnudo ha hecho que éste se convierta en una especie de modelo formal en cualquier construcción plástica o arquitectónica. El cuerpo formalizado del “hombre perfecto” ha sido el símbolo supremo de la fe europea, pagana o cristiana, desde el arte griego hasta nuestros días. No obstante, limitando la historia del arte occidental a los aproximadamente cinco mil años que nos separan de las creaciones del antiguo Egipto, y situando el nacimiento de la ciencia anatómica moderna en el Renacimiento, resulta que la anatomía científica ocupa un período de apenas quinientos años. Esto es sólo una décimal parte del segmento temporal. Nadie podría sostener seriamente que sólo durante estos quinientos últimos años han sabido los artistas interpretar adecuadamente el cuerpo humano; y sería absurdo decir que los artistas anteriores a este período hubieran realizado obras “más correctas” de haber conocido la anatomía científica. Por lo tanto, vista desde esta amplia perspectiva histórica, no podemos entender la anatomía simplemente como una demostración de conocimientos técnicos sino como una verdadera apuesta estética basada en el concepto clásico de belleza. Hoy vemos con claridad que la anatomía artística fue, desde su origen, un intento de vivificar la ciencia anatómica con el ideal de belleza heredado de la antigüedad. La apuesta sigue vigente hoy porque el desnudo continúa siendo el medio más eficaz de afirmar la fe en la belleza de la forma humana. La anatomía artística no es otra cosa que la ciencia anatómica vivificada por el ideal de belleza clásica. Lapita y centauro (c 440 a.C.). Metopa del Partenón. Museo de la Acrópolis (Atenas, Grecia). El arte clásico griego establece el ideal anatómico del arte occidental, y en él hunde sus raíces el interés de los artistas por la anatomía. La anatomía en el arte griego Los orígenes de la anatomía griega, concebida como una ciencia, son difíciles de precisar. Es posible que Hipócrates (el más célebre médico de la antigüedad) diseccionara algunos cadáveres, pero nada hace pensar que contara con un conocimiento sistemático de la anatomía. Conocieran o no la configuración real de los órganos internos del cuerpo humano, los griegos no sólo lograron una perfecta corrección anatómica sino que fijaron el modelo anatómico ideal para el arte europeo. La mayoría de autores afirma que este logro pudo obtenerse independientemente de cualquier conocimiento anatómico científico, siendo fruto de una evolución estilística (desde la época arcaica hasta el período clásico) conjugada con la observación procedente del natural. Sea como fuere, ningún artista con conocimientos anatómicos exhaustivos ha dado, en los siglos posteriores, una versión más fidedigna de la anatomía humana que la que ofrece la estatuaria clásica. Estatua del santuario de Apolo en Delfos (600 a.C.). Museo de Delfos (Grecia); estatua funeraria del sur de la Ática (520 a. C.). Museo Arqueológico Nacional (Atenas, Grecia); y Kouros (c 480 a.C.). Museo Archeologico Nazionale (Agrigento, Italia). Entre la primera y la última de estas esculturas transcurren 120 años de continua evolución artística, visible en la progresiva naturalidad de la pose y en la adecuación de la anatomía a un ideal de belleza más armonioso. La Edad Media Transcurrido el segundo siglo de la era cristiana, la anatomía artística sufrirá un total desprecio que durará casi doce siglos. La disección de cadáveres estaba prohibida por la Iglesia y las raras representaciones de desnudos convierten el relieve muscular en un juego de formas ornamentales. Se conocía el cuerpo humano por la nomenclatura de las partes y de los órganos, generalmente sin ilustración o con un esquema de estructura simplificada y muy aproximativa.En las universidades la lección se limitaba a la disección de cerdos y monos, confiando en la analogía de estos animales con el ser humano. La representación de figuras humanas se basaba en la copia de otras figuras pintadas y en algunas recetas de taller acerca de sus proporciones. El más famoso tratadista de arte medieval, Cennino Cennini, se expresaba en estos términos: “No quiero hablar de los animales irracionales porque jamás he aprendido nada sobre sus medidas. Dibujadlos del natural y, en este sentido, lograréis un buen estilo.” El realismo de la representación, por tanto, sólo era aceptable como aspecto secundario de una pintura. Disección de un cuerpo. Ilustración de un manuscrito latino de 1345. Musée de Chantilly (Francia). La rudimentaria anatomía medieval se basaba en disecciones de animales y su exposición gráfica se encuentra en el polo opuesto de la anatomía clásica. Maestro de Maderuelo (siglo XII), La creación de Adán y el pecado original. Museo del Prado (Madrid, España). La anatomía de los pocos desnudos del arte románico medieval se resuelve en un entrelazado de líneas ornamentales. El Renacimiento El extraordinario empuje que cobra la anatomía en la Italia (concretamente en Florencia) del siglo XV nace de la apasionada curiosidad con que se estudia todo lo referente a la Antigüedad clásica. Los dibujantes florentinos se interesaban por las medidas del cuerpo humano, la topografía exacta de los músculos, así como por los mecanismos de la expresión y del movimiento. Consultaban el desnudo y, muy pronto, primero con Pollaiuolo (1433-1495), después con Leonardo (1452-1519) y, finalmente, con Miguel Ángel (1475-1564), recurrieron a la disección para lograr una precisión decisiva. De este modo, a finales del siglo XV aparecieron muchos pintores que se complacían en exhibir sus conocimientos recién adquiridos dibujando figuras con el cuerpo desollado (“Sacos de nueces”, así es como llamaba Leonardo a esas figuras). Estas preocupaciones se extendieron a todos los rincones, y se llegó a estudiar el desnudo bajo los ropajes y el esqueleto bajo el desnudo. Los pintores y escultores no perseguían un fin científico. En cierto modo, incorporaban sistemáticamente en su trabajo diversos aspectos con la esperanza de ser apreciados y explotados por los especialistas. Escena de una disección del libro Fascículo de medicina, Venecia, 1493. A finales del siglo XV, las disecciones se convirtieron en práctica común de las universidades italianas. Miguel Ángel, Dos torsos masculinos vistos de espaldas. Galleria della Accademia (Venecia, Italia). Miguel Ángel hizo del relieve muscular un medio expresivo de primera magnitud, situando la anatomía en el centro de interés estético de varias generaciones de artistas. EL ARTE Y LA CIENCIA La mirada del artista y la del científico son muy diferentes. Allí donde el científico ve corrección anatómica, el artista puede ver, además, una interesante combinación de líneas y volúmenes y un perfecto juego de proporciones. Desde el Renacimiento esto es lo que han visto los pintores y escultores en el arte antiguo: una verdadera anatomía artística. Y aunque hoy los campos de la medicina y del arte estén completamente desvinculados, no hay que olvidar que durante mucho tiempo el modelo grecorromano sirvió de pauta común para médicos anatomistas y creadores plásticos. La anatomía de Vesalio A partir del siglo XVI comienza la gran difusión de las láminas anatómicas metódicas con pretensiones de objetividad. En 1543 se publica el libro Humani corporis fabrica, de Andrea Vesalio (1514-1564), el anatomista más famoso del Renacimiento. Esta obra critica abiertamente a los autores antiguos y propone una anatomía sistemática basada en escrupulosas disecciones. Las láminas que ilustran el libro de Vesalio son de primera categoría artística. Se ha llegado a afirmar que el autor de algunas de ellas fue el propio Tiziano, aunque es más probable que quien participara fuera el grabador que pasó a la plancha numerosas pinturas del gran artista de Venecia para su difusión. A pesar de constituir una propuesta exclusivamente científica, las ilustraciones del libro muestran esqueletos y figuras desolladas en actitudes teatrales y gesticulantes típicas de la pintura de la época, o en poses propias de la estatuaria antigua. Antonio Pollaiuolo, El rapto de Deyanira (fragmento). Jarves Museum (New Haven, Estados Unidos). Pollaiuolo fue uno de los primeros artistas en practicar disecciones, empresa muy arriesgada en aquella época, pues estaba rigurosamente prohibida por la Iglesia. Sus figuras delatan un apasionado estudio anatómico. Andrea Vesalio, lámina de la obra Humani corporis fabrica. Las ilustraciones - de magnífico estilo renacentista- del gran tratado anatómico de Vesalio son la mejor demostración de la íntima vinculación entre arte y ciencia anatómica. Anatomía y proporción Paralelamente a la investigación anatómica, los humanistas y artistas del Renacimiento desarrollaron las más variadas pesquisas en torno a los cánones de proporciones del cuerpo humano. El análisis de las relaciones de longitud, anchura y espesor entre los diferentes miembros del cuerpo determinó toda clase de plantillas y preceptos de construcción, de empleo difícil, pero que producían la ilusión de hallar los secretos de la belleza ideal. Una de las consecuencias derivadas del intento de conjugar el conocimiento anatómico con el ideal de proporciones humanas la constituyen los maniquíes estructurados en distintas cuadraturas, o bloques, que se han venido empleando en las academias artísticas desde entonces. La indiscutible utilidad de estos maniquíes demuestra que, para un artista, el conocimiento de la anatomía es inoperante si no está sostenido por una clara noción de las proporciones humanas. Leonardo da Vinci, Hombre vitrubiano. Galleria della Accademia (Venecia, Italia). El título de este célebre dibujo hace referencia a Vitrubio, el gran tratadista latino de la arquitectura clásica. Leonardo, entre otros muchos artistas del Renacimiento, intentó armonizar las proporciones humanas con los principios de la armonía expuestos por Vitrubio. Jacques Louis David (1748-1825), El juramento del juego de pelota. Musée National du Château (Versalles, Francia). David fue el máximo exponente del academicismo del siglo XVIII. Estas anatomías primorosamente realizadas son casi un lugar común sin justificación temática en una obra que retrata personas reales con total verosimilitud. Las academias de arte En el siglo XVIII se crearon academias de Bellas Artes por toda Europa; la mayoría de ellas de un marcado carácter nacional, regidas por las monarquías absolutistas de cada país. Fue también la época de la Ilustración y del Racionalismo, y el rápido desarrollo de la ciencia médica acabó por hacer obsoletas las imágenes anatómicas idealizadas de los antiguos tratados, siempre acompañados de los consabidos frontispicios, de inscripciones y de escenas moralizantes: la ilustración anatómica se resignó por fin a aceptar sin cortapisas su función exclusivamente didáctica, renunciando a su condición de modelo para artistas. La anatomía médica y la anatomía artística emprendieron caminos distintos. Aparecen entonces los primeros manuales de anatomía para uso exclusivo de pintores y escultores, limitados a imágenes de esqueletos y figuras desolladas en poses “artísticas” e inspiradas en la estatuaria antigua. En todos los talleres y academias del siglo XVIII se instalan esculturas de desollados; la más famosa es la de Houdon, mil veces copiada por los estudiantes del siglo XIX. George Stubbs, Grabado de la anatomía de un caballo. The Royal Academy of Arts (Londres, Reino Unido). Los estudios de la anatomía del caballo de Stubbs reúnen precisión científica y fresco sentido artístico; frescura que ya se había perdido en los dibujos anatómicos humanos. GEORGE STUBBS Y LA ANATOMÍA DEL CABALLO El caso peculiar del pintor inglés George Stubbs (1724-1806) habla elocuentementeacerca de la relación entre el arte y la anatomía en el siglo XVIII. Stubbs, un especialista en pintura de caballos, realizó unas magníficas láminas sobre la anatomía de este animal. Su objetivo era llamar la atención sobre su obra obteniendo, de paso, credibilidad intelectual en una época y una sociedad vivamente interesadas en la divulgación científica. Con su Anatomy of the Horse consiguió un crédito que nunca hubiese alcanzado realizando ilustraciones de anatomía humana, una especialidad consabida que ya todo el mundo suponía del dominio de cualquier artista competente. La anatomía en nuestros días La crisis de la enseñanza académica del arte, iniciada con el Impresionismo, ha desplazado la anatomía del lugar privilegiado que ocupaba en la pedagogía artística desde el Renacimiento. La figura humana ya no es el núcleo simbólico de la creación artística actual. El arte de nuestros días, voluble e imprevisible, parece dejar poco espacio a la anatomía. Sin duda, ésta ya no es una disciplina esencial e indiscutible, como suponen muchas personas no familiarizadas con el arte actual; pero tampoco es una antigüedad inútil, como creen algunos artistas. Contemplando obras modernas y contemporáneas en las que la figura todavía es protagonista, puede comprobarse cómo la anatomía está presente implícita o explícitamente; cómo es interpretada con voluntad objetiva o recreada según la visión personal del artista. ignorar este hecho sería tanto como negar la evidencia de que la anatomía es inseparable de cualquier tipo de representación de la forma humana. Gustav Klimt, Las tres edades de la mujer. Galleria Nazionale d'Arte Moderna e Contemporanea (Roma, Italia). Un perfecto conocimiento de la anatomía se esconde detrás de las exageraciones aparentemente arbitrarias en la representación de estos cuerpos. La anatomía es, en manos del artista moderno, una herramienta expresiva al servicio de la sensibilidad personal. Proporciones, músculos y huesos Todo el mundo está familiarizado con los nombres de algunos músculos y huesos del cuerpo humano. En este capítulo se muestra la forma y la posición de todos aquellos que son relevantes para el dibujante y el pintor. Aunque casi todo el mundo conoce el nombre de huesos tales como la tibia, el peroné, el omoplato o la clavícula, y también de músculos como los bíceps, los pectorales o los abdominales, es importante saber cuál es la situación precisa de éstos y de muchos otros. Sólo así el artista será capaz de identificar y comprender lo que ve sobre el relieve de un cuerpo desnudo; y sólo después de haberlo comprendido podrá dibujarlo correctamente. La anatomía estudia todos los huesos y músculos del cuerpo; este capítulo hace especial hincapié en aquellos que son relevantes en el dibujo, es decir, los que crean el relieve del cuerpo, bien con la figura en reposo o bien con la figura en movimiento. Además, ofrece un sistema de proporciones generales del cuerpo humano para entender la anatomía dentro de un conjunto armónico: como una verdadera anatomía artística. Es muy recomendable que el lector intente localizar e identificar los huesos y músculos que aquí se mencionan en su propio cuerpo; a veces es muy fácil, pero en otras ocasiones no hay más remedio que creer en la explicación anatómica. Por otra parte, también merece la pena que el lector copie las ilustraciones de las siguientes páginas como método eficaz de comprender y recordar la forma y la posición de los músculos y huesos, ejercitando de paso la habilidad en la representación de la forma humana. Este capítulo hace especial hincapié en los huesos y músculos relevantes para el dibujo, es decir, en todos aquellos que crean el relieve el cuerpo. Lámina del tratado del anatomista Albinus "Tabulae Sceleti et musculorum Corporis Humani", Leyden, 1747. The Victoria and Albert Museum (Londres, Reino Unido). Las láminas anatómicas siempre mantienen vivo el recuerdo de la antigüedad clásica en las poses de los esqueletos y cuerpos desollados. Las proporciones humanas Para cualquier forma de la naturaleza es posible hallar varios sistemas de proporciones, según el aspecto de esa forma que se considere fundamental (su altura, anchura o la dimensión de una de sus partes). Esto también vale para la figura humana. Es evidente que las proporciones de las figuras del arte oriental o de la escultura de las tribus africanas son diferentes de las de una escultura griega. La cultura occidental hunde sus raíces en la Antigüedad clásica y de ella ha heredado el concepto de proporción. Según este concepto, la relación de la cabeza respecto al cuerpo determina el patrón por el que evaluamos todas las demás proporciones de la naturaleza. Un sistema o canon de proporciones establece una relación entre altura y anchura del cuerpo y la dimensión de la cabeza. El canon clásico idealizado dicta una altura de ocho cabezas; algo más próximo a la realidad es el canon propuesto aquí: siete cabezas y media para las figuras adultas y de entre cuatro y seis cabezas para los niños y adolescentes. De entre los muchos patrones posibles, éste es uno de los más útiles para conseguir dibujos de figura bien proporcionados y sin excesivas estilizaciones. Nuestra anatomía artística se adaptará a este canon o marco general de relaciones entre las partes de la figura humana. OTROS SISTEMAS PROPORCIONALES Durante el Renacimiento, la pasión por el descubrimiento de los “secretos” del arte y el pensamiento antiguos, llevó a muchos artistas a idear distintos sistemas de proporciones que dieran la clave de la belleza en las artes. Alberto Durero dedicó grandes esfuerzos a buscar la razón geométrica de las proporciones humanas. Muchos otros tratadistas de la época propusieron ingeniosos modelos más o menos complejos, más o menos armoniosos; algunos tan estilizados como el canon de diez cabezas que puede verse en la ilustración adjunta. Una ilustración del libro de Juan de Arce y Villafante De varia conmesuracion para la esculptura y la architectura, 1585. Sevilla, España. EL CENTRO DE LA FIGURA Los módulos de proporción sirven de pauta para trazar figuras bien proporcionadas en cuanto a la altura. Asimismo, es interesante considerar el centro o punto medio de la altura de una figura, situado en el pubis, para conseguir dibujos correctos. En los esquemas adjuntos, ese punto medio está marcado con una línea de trazos. Esquema de proporciones para la figura masculina, la figura femenina y la figura de un niño de entre 10 y 12 años. Referencias óseas El esqueleto es una estructura ósea articulada que sustenta el cuerpo humano y que soporta y protege los órganos internos. Casi todos los 233 huesos que forman el esqueleto se articulan y entran en movimiento por medio de músculos. La mayoría de los huesos aparece por parejas (a izquierda y derecha de la línea de simetría del cuerpo); las excepciones a esta regla, como el cráneo o las vértebras, están formadas por dos mitades similares. Vista frontal del esqueleto con indicaciones de las uniones y articulaciones más características. LOS HUESOS Y EL RELIEVE DEL CUERPO La mayoría de los huesos están completamente envueltos por músculos y, por lo tanto, su relieve no se pone de manifiesto bajo la piel. Pero casi todas las articulaciones (en los codos, las rodillas, las muñecas, los tobillos, etc.) denotan el volumen y la forma de los huesos que las componen. Las articulaciones son, por lo tanto, la mejor indicación superficial de la anatomía ósea, así como las zonas en que el dibujo de un desnudo pone en evidencia los conocimientos anatómicos. Forma y articulación de los huesos Según su forma, los huesos se dividen en largos (como el húmero o la tibia), planos o anchos (como los omoplatos o la pelvis) y cortos o irregulares (como las vértebras o los huesos de la muñeca o el tobillo). Los huesos largos suelen ocupar el eje de los miembros y se componen de una parte cilíndrica o prismática llamada cuerpo, y de dos extremidades abultadas que presentan superficiesadaptadas a la articulación. Los huesos planos tienen forma de lámina con caras, bordes o ángulos. Los huesos cortos tienen una forma más o menos cúbica y también presentan caras y bordes. Los huesos se unen entre sí mediante articulaciones; éstas pueden ser fijas o móviles. Las articulaciones fijas suelen estar ensambladas mediante suturas (en los huesos del cráneo) o tejidos cartilaginosos (por ejemplo, en el pubis). En las articulaciones móviles los huesos entran en contacto por sus extremidades y su unión está reforzada por ligamentos. Vista posterior del esqueleto. Leonardo da Vinci, Estudios de piernas. Castillo de Windsor (Windsor, Reino Unido). El conocimiento de la disposición de los huesos es esencial para el conocimiento de la anatomía artística. Referencias musculares Los músculos son formaciones fibrosas que hacen posible el movimiento de los huesos. Se sujetan a ellos mediante tendones y ligamentos y se dividen en músculos largos (los de las extremidades), anchos (los que dan movimiento al tronco), cortos (los que deben desarrollar más potencia) y anulares (los que rodean los orificios del cuerpo). Al entrar en acción, los músculos se contraen y se encogen, haciéndose más prominentes y aproximándose a sus puntos de inserción en las articulaciones. En general, los nombres de los músculos se relacionan con su forma, su situación y su función. Así, por ejemplo, los músculos denominados oblicuo, piramidal o recto deben sus nombres a su forma característica; las denominaciones pectoral, dorsal o sacroespinal provienen de la situación de esos músculos; y es la función la que da nombre a músculos como los pronadores, supinadores o flexores. Vista frontal de los músculos con indicaciones de algunos músculos y tendones significativos. Mecánica y disposición de los músculos La mecánica muscular sigue leyes idénticas a las que gobiernan los brazos de una palanca: el músculo ejerce una potencia para vencer una resistencia (el peso que debe desplazar) y tiene a la articulación como punto de apoyo del sistema. El número de músculos varía entre los 460 y los 501, según el recuento de diversos anatomistas (muchos músculos pueden considerarse indistintamente como una unidad o como un agregado); están solapados entre sí y dispuestos en capas o planos. Los músculos de las vísceras y los músculos motores situados en planos profundos no son apreciables en el relieve externo del cuerpo, que es el aspecto anatómico verdaderamente interesante para un artista. Por lo tanto, en este libro se mencionan únicamente aquellos músculos de los planos superficiales que son relevantes para la práctica del dibujo. Vista posterior de los músculos. Huesos de la cabeza La cabeza está formada por 22 huesos, de los cuales sólo el maxilar inferior es móvil. Se dividen en huesos del cráneo y huesos de la cara. Los huesos más significativos del cráneo son el frontal (frente y órbitas de los ojos), los parietales (bóveda del cráneo), el occipital (base del cráneo) y los temporales (a ambos lados del cráneo, bajo los parietales). Los huesos más significativos de la cara son el maxilar superior, el maxilar inferior (mandíbula), el malar (que determina el relieve de los pómulos), y el hueso nasal. Desde el punto de vista de la anatomía artística, la morfología de la cabeza recuerda la forma de un huevo visto de frente o de lado, y es más bien esférica vista desde atrás. Vista lateral de los músculos de la cabeza. Vista frontal de los huesos de la cabeza. Músculos de la cabeza El cráneo sólo consta de tres músculos: el frontal, el-temporal y el occipital, situados sobre los huesos del mismo nombre. La cara, sin embargo, contiene muchos pequeños músculos responsables de los múltiples movimientos de obturación (parpadeo, movimiento de los labios, etc.), masticación y expresión. Los más significativos son: el frontal (movimiento de la frente), el superciliar (cejas), el orbicular de los párpados, el masetero (movimiento de masticación de la mandíbula), la borla del mentón, el orbicular de los labios y los músculos asociados a éstos (cigomáticos, bucinador, risorio, elevador del labio superior y triangular). LA EXPRESIÓN FACIAL Los músculos de la cara son pequeños pero extraordinariamente móviles. Esta gran movilidad permite todos los matices de expresión que nos son tan significativos en el trato con nuestros semejantes. La función expresiva se añade, en los músculos de la cara, a la función fisiológica normal. Vista lateral de los huesos de la cabeza. Huesos del torso La osatura del torso está dominada por el gran volumen de la caja torácica o tórax, formado por las costillas, el esternón y las vértebras (las cuales se estudiarán en las siguientes páginas). Las 24 costillas que forman el tórax dan a éste una forma de barril característica que, en la mujer, es más estrecha y más corta que en el hombre. En su cara posterior, el tórax está formado por las vértebras dorsales unidas a las costillas por articulaciones que permiten una ligera movilidad; gracias a ella se hacen posibles las flexiones y los giros del torso. Los huesos del torso se completan con la compleja articulación del hombro (el llamado cinturón escapular), formadas por la unión de la clavícula, el omoplato y el húmero. Huesos del torso. Músculos del torso. Músculos del torso El tronco está recubierto por músculos anchos y de formas muy diversas, especialmente poderosos en las zonas de unión con las extremidades. Se dividen en músculos pectorales y músculos abdominales. Los músculos pectorales son: el pectoral mayor, que cubre el pecho y se extiende radialmente desde la porción superior del húmero hasta insertarse en la clavícula, el esternón y las costillas; el subclavio, que queda oculto bajo el pectoral mayor en vista frontal y el serrato, que nace de las ocho costillas superiores y se dirige hacia atrás hasta insertarse en el borde interno del omoplato. Los músculos abdominales más significativos son: los rectos (responsable del relieve característico del abdomen) y el oblicuo, que continúa hacia abajo la dirección del serrato hasta insertarse en la cadera. En la parte interior del torso es también visible una porción del músculo dorsal (estudiado en las páginas siguientes) que viene a insertarse en la zona superior del húmero. La caja torácica y los músculos pectorales son notablemente más anchos en el hombre. Asimismo, los músculos rectos del abdomen son también más largos y visibles en la figura masculina. El volumen de los senos, que oculta el relieve de los músculos pectorales, es el hecho diferencial básico del dibujo de la figura femenina. Tanto en el hombre como en la mujer, sin embargo, es visible el ligero surco vertical que divide simétricamente el pecho en dos mitades. Huesos de la espalda El esqueleto de la espalda está compuesto por los mismos huesos visibles en vista frontal: costillas, omoplatos y clavículas; además, naturalmente, de la columna vertebral o espina dorsal, compuesta por las vértebras cervicales, dorsales y lumbares. Como aspectos destacables que determinan el relieve externo del cuerpo, merece la pena mencionar el extremo exterior del omoplato y la protuberancia de la séptima (y última) vértebra cervical. LA APONEUROSIS LUMBAR Una aponeurosis es una membrana tendinosa, o tendón plano, en la que se insertan diversas fibras musculares. La aponeurosis lumbar (técnicamente fascia dorsolumbar) es la zona tendinosa que crea el relieve típico de la zona lumbar, promoviendo dos característicos hoyuelos, a ambos lados de las vértebras lumbares, especialmente visibles en la espalda femenina. Huesos de la espalda. Músculos de la espalda. Músculos de la espalda La parte superior de la espalda está dominada por el trapecio, un músculo aplanado que cubre la parte alta de los hombros, naciendo del hueso occipital (en el cráneo) y en las vértebras cervicales y dorsales, y que se inserta en la zona superior de la clavícula y en el extremo del omoplato.En la zona inferior externa del trapecio aparecen (en un plano más profundo) los músculos infraespinoso y redondo, sobre los que también se superpone el deltoides (zona exterior del hombro) y el músculo dorsal. El músculo dorsal nace en las seis vértebras dorsales inferiores, en todas las vértebras lumbares y en la parte posterior externa de la cresta ilíaca. El dorsal contornea la zona posterior y lateral del tórax y se inserta, como se ha dicho en las páginas anteriores, en la zona superior del húmero; este movimiento envolvente es el responsable del característico perfil de la cintura y la cadera en su parte superior. El surco de la columna vertebral (especialmente visible en la zona lumbar) es el rasgo más característico del relieve de la espalda, tanto masculina como femenina. El dibujo de la espalda masculina debe poner en evidencia el relieve muscular con mayor claridad y articulación que el dibujo de la espalda femenina. Músculos del cuello Visto de frente, el cuello presenta una escotadura o cavidad en forma de V, llamada fosa yugular entre las dos clavículas donde se juntan los músculos del esternocleido-mastoideo, que tienen su origen detrás de las orejas. Entre ambos músculos y en la parte superior del cuello se sitúa el hueso hioides, que no se articula con ningún otro hueso y que está sostenido por los músculos hioideos; entre estos músculos asoma (especialmente en el hombre) una parte de la laringe llamada prominencia laríngea o nuez. En la cara lateral del cuello destacan los músculos esplénios, que quedan parcialmente ocultos en su parte inferior por el músculo trapecio y en su parte superior por el esternocleidomastoideo. Todos estos músculos quedan completamente cubiertos por el músculo cutáneo, que da unidad y continuidad a la forma del cuello. En esta imagen se aprecian las distribuciones musculares del cuello en movimiento. Destaca el volumen del esternocleidomastoideo (cuyo relieve es el más prominente de todos los músculos del cuello), la presencia del hueso hioides y en el hombre la prominencia de la nuez entre los músculos hioideos ensartados en el hueso hioides. Músculos del cuello. El dibujo del cuello en tensión está siempre determinado por el largo relieve del músculo esternocleidomastoideo y, en el caso del hombre, por la prominencia laríngea o nuez. En estas fotos (especialmente la correspondiente a la figura masculina) se adivinan los músculos característicos del cuello, ilustrados ya en la imagen de la página anterior. REFERENCIAS PARA EL DIBUJO Para el dibujo del cuello el artista cuenta con diversas referencias anatómicas útiles. En primer lugar, el relieve de las clavículas que marca la base del cuello; en segundo, la fosa yugular de la que parten los esternocleidomastoideos; y, en el caso del hombre, el relieve de la nuez. Situando todas estas referencias en correcta proporción y distancia unas respecto a otras, se puede dibujar el cuello con relativa facilidad. Huesos de la cadera La estructura de la cadera la determina la pelvis, compuesta de tres huesos firmemente soldados: el ilion, el isquion y el pubis. El ilion es el mayor de los tres y presta su forma característica a la pelvis; su borde superior forma la cresta ilíaca, visible externamente bajo la protuberancia lateral del músculo dorsal. El isquion ocupa un lugar más bajo y aparece como una ramificación del ilion. El hueso del pubis forma un cinturón con el isquion y en su cara externa se encuentra la articulación del fémur. El fémur se encaja en la pelvis mediante una cabeza hemisférica que se une al tronco básico del hueso por el cuello del fémur y desemboca en una protuberancia llamada trocánter mayor. Esta protuberancia se hace visible en el relieve externo de la pierna al doblar ésta hacia atrás En el lado posterior de la pelvis halla su encaje el hueso sacro, en el que acaba la columna vertebral. Huesos de la cadera. Músculos de la cadera. Músculos de la cadera En vista posterior, los músculos más destacables de la cadera son el glúteo mediano y el glúteo mayor. Ambos parten del hueso ilíaco; el glúteo mediano se inserta en la parte superior del fémur y el glúteo mayor en una aponeurosis (la fascia lata) situada en los flancos de las nalgas. El glúteo mayor cubre numerosos músculos internos que se insertan en la pelvis o parten de ella. El prominente volumen de los glúteos oculta completamente el relieve de los huesos de la cadera. En vista frontal, los músculos del tronco dan paso a los de las piernas con los ligamentos de las ingles como única solución de continuidad. La cadera femenina es mucho más voluminosa y redondeada que la masculina, y el relieve óseo y muscular resulta menos evidente. Los contornos del dibujo de la cadera femenina son más suaves y redondeados, y los volúmenes deben tratarse a partir de transiciones suaves. Huesos de los brazos Los huesos de los brazos están formados por el húmero (brazo), el cúbito y el radio (antebrazo) y los huesos de la mano. El radio está situado en el lado del pulgar y el cúbito en el del dedo meñique. Del relieve externo promovido por los huesos del brazo, sólo es destacable la protuberancia característica del codo correspondiente al extremo superior del cúbi-to, y, en menor medida, al extremo superior del radio situada junto a ella. En las personas delgadas son visibles también los extremos inferiores de estos dos huesos a la altura de la muñeca. Huesos del brazo. Músculos del brazo. Músculos de los brazos Los músculos más significativos del brazo son el deltoides, que cubre el hombro como una funda; el bíceps, que recorre la cara anterior del húmero; y el tríceps, que recorre su cara posterior. La cara anterior del antebrazo está compuesta por numerosos músculos largos, responsables de los movimientos de la mano denominados pronadores y supinadores, así como por los músculos palmares. En la cara exterior destacan los músculos radiales, que permiten doblar la mano hacia atrás. PRONACION Y SUPINACION Pronaciones y supinaciones son movimientos característicos del antebrazo. La pronación es el movimiento que hace girar la mano de forma que el dorso queda hacia arriba. La supinación hace que sea la palma la que quede en la posición típica de sostener un objeto sobre ella. La musculatura de los brazos femeninos es mucho menos voluminosa que la de los masculinos, y son menos visibles las tensiones debidas a los distintos movimientos. El dibujo de los brazos masculinos debe poner de relieve las formas musculares con mucha mayor claridad que el de los femeninos. Huesos de las piernas La pierna está formada por cuatro huesos: el fémur, la rótula, la tibia y el peroné. El fémur, o hueso del muslo, es el más largo y robusto de los huesos del esqueleto. En la parte inferior del fémur, en vista anterior, se encuentra la rótula, que da relieve a la rodilla. La tibia y el peroné se sitúan de una forma no muy distinta de la de los huesos del antebrazo, siendo la tibia más voluminosa que el peroné. En la articulación del pie (en el tobillo), la cara externa de la tibia en su extremo inferior da lugar al maléolo externo, situado más abajo y más atrás que el maléolo interno, el cual es una protuberancia de la base del peroné. Huesos de la pierna. Músculos de la pierna. LA ADUCCION Y LA ABDUCCIÓN La aducción es el movimiento por el cual un miembro se acerca hacia el plano de simetría del cuerpo. Un ejemplo de aducción de las piernas es el gesto del soldado al pasar de la posición de descanso a la posición de firmes. La abducción, por el contrario, es el movimiento de alejamiento respecto a ese plano medio del cuerpo. Músculos de las piernas En vista frontal, los músculos más significativos del muslo son: el recto, el más voluminoso y el que ocupa la zona central del muslo; el vasto externo y el vasto interno, situados a ambos lados del músculo recto (en la cara exterior e interior de la pierna, respectivamente); y el sartorio, músculo largo y delgadoque cruza el muslo desde el exterior de la pelvis hasta el interior de la rodilla; entre este músculo y la ingle se encuentran los diversos abductores del muslo. Los músculos más relevantes de la cara frontal de la pierna son el tibial, que recorre verticalmente la tibia, y el músculo peroneo lateral, más externo que el tibial y que sigue una trayectoria casi paralela a este músculo. Entre estos dos músculos se sitúan los flexores y extensores de los dedos. En vista lateral, destacan los músculos del glúteo, y el largo tensor de la fascia lata, un músculo que se pone de relieve al doblar completamente la rodilla. En vista posterior, hay que mencionar dos músculos casi paralelos: el bíceps crural y el semitendinoso; y, en la pantorrilla, el poderoso volumen de los gemelos conectados al talón por el tendón de Aquiles. Como en el caso de los brazos, las piernas masculinas están mucho más musculadas que las femeninas, y la menor presencia de tejido adiposo en el muslo pone de relieve los músculos de esa zona. El dibujo de las piernas masculinas debe enfatizar los volúmenes de la articulación de la rodilla con mayor energía que en el caso femenino. Huesos de las manos Los huesos de la mano se clasifican en tres grupos: el carpo, el metacarpo y las falanges. Los huesos del carpo prolongan el antebrazo y se ordenan en dos filas de cuatro huesos cada una. Los huesos del metacarpo son cinco y conectan los huesos carpianos con las falanges, cruzando la parte central de la mano; aumentan de tamaño desde el meñique hasta el índice, siendo el metacarpiano del pulgar el más recio y el más corto. Las cabezas de los metacarpianos forman el relieve de los nudillos. Cada dedo consta de tres falanges, excepto el pulgar que tiene dos. Su longitud es progresivamente menor, de manera que la segunda falange es igual a dos tercios de la primera y la tercera a dos tercios de la segunda. Huesos de la mano izquierda vistos desde el dorso. Músculos de las manos El sistema muscular de la mano es un complejo entramado de pequeños músculos y tendones responsables de los múltiples movimientos de los dedos. De entre todo el conjunto, basta con destacar aquellos músculos que dan a la mano su relieve característico: el abductor y flexor del pulgar, que forman la ancha protuberancia carnosa de la base del pulgar; y el abductor y el oponente del meñique, que dan relieve al canto de la mano. Músculos de la mano derecha vistos desde la palma. La anatomía muscular de la mano es mucho más visible en la palma y en la cara anterior de los dedos que en el dorso. El dorso de la mano está recorrido por tendones que dan a su superficie un relieve característico cuando los dedos se hallan extendidos. Huesos de los pies Al igual que la mano, los huesos del pie se dividen en tres partes, denominadas tarso, metatarso y falanges. El tarso se compone de siete huesos de tamaño bastante mayor que los del carpo de la mano, ya que deben sostener el peso de todo el cuerpo. De entre todos ellos hay que destacar el calcáneo, el más grande y el que da forma al talón en su apoyo contra el suelo. Los metatarsos son también más robustos que los huesos del metacarpio, especialmente el del dedo pulgar. Los dedos del pie tienen el mismo número de falanges que los de la mano, aunque -con excepción de las del dedo pulgarson más pequeñas. Huesos del pie vistos desde el lado interior. Músculos de los pies Como en la mano, también en el pie existen numerosos músculos encargados de los movimientos de los dedos; pero son de poca importancia para el relieve general externo. Sin embargo, hay que mencionar que este relieve está caracterizado, sobre todo, por el hueco de la planta del pie o bóveda plantar, la cual actúa como un resorte que amortigua los esfuerzos debidos al peso del cuerpo y da elasticidad al movimiento. Esta bóveda debe su forma a los fuertes tendones que recorren la planta del pie. EL DIBUJO DE LOS PIES Cuando se dibuja de memoria hay que recordar que la bóveda plantar sólo es visible en la cara interior del pie. Con la figura de perfil, el contorno de la base del pie que muestra su cara externa es prácticamente recto, como si la planta fuera completamente plana. Músculos del pie vistos desde el lado interior. La limitada articulación del pie hace que su forma varíe poco, independientemente del movimiento que desarrolla. El dibujo de los pies es algo más sencillo que el de las manos, debido a lo corto de los dedos y a la posición agrupada que ocupan. La columna vertebral Las vértebras de la columna o espina dorsal están sujetas entre sí por discos cartilaginosos que permiten movimientos de rotación, flexión e inclinación lateral. Vista de frente, la columna vertebral parece recta, pero vista de lado presenta una forma sinuosa. La primera curvatura hacia el interior tiene lugar al nivel del cuello y se dirige hacia el exterior del cuerpo en la zona superior de la espalda, a la altura del tórax. A medida que se suceden las vértebras dorsales, la curvatura se dirige de nuevo hacia dentro, hasta alcanzar su máxima intrusión en la zona lumbar, punto en el que vuelve a salir hasta llegar al sacro. Estas curvaturas amortiguan las sacudidas producidas por el movimiento de los miembros inferiores, proporcionan elasticidad a la marcha y son las responsables del surco central de la espalda: una referencia ineludible para cualquier dibujante. Las curvaturas características de la columna vertebral sólo se aprecian en vista lateral. Esta forma sinuosa amortigua y absorbe las sacudidas debidas al movimiento de las piernas. Rafael, Estudio de desnudo (detalle). Castillo de Windsor (Reino Unido). El surco de la columna vertebral es una referencia lineal que, correctamente dibujada, da sentido a todo el volumen y al movimiento de la espalda. Articulaciones y movimientos Tan importante como conocer el nombre y la situación de huesos y músculos, es identificarlos a partir de la figura desnuda. Para representarla, es imprescindible un análisis previo de todos los factores que condicionan el relieve del cuerpo y le dan unidad orgánica. Una vez es capaz de identificar y localizar los músculos y huesos más importantes de la anatomía, el artista está en disposición de entender en profundidad las razones del relieve anatómico de cualquier figura en movimiento. He aquí lo verdaderamente interesante para un dibujante: ver la tensión y relajación de las distintas partes del cuerpo como un efecto inmediato de la actividad muscular, siendo capaz de discernir qué relieves corresponden a qué músculos o a qué zonas óseas. En las siguientes páginas se estudian distintas poses –tomadas de algunas pinturas célebres– analizándolas anatómicamente. Asimismo, se muestra la manera de dibujarlas con la ayuda de formas elementales inspiradas en las piezas de un maniquí articulado. El maniquí articulado es un instrumento tradicional en el dibujo anatómico académico que permite recrear la mayoría de los movimientos humanos (aunque, como veremos, tiene sus limitaciones). El maniquí es, de hecho, un esquema de figura humana en tres dimensiones; viene a ser un encajado de la anatomía, tomado de formas simples que resumen las zonas básicas del cuerpo humano. Al copiar las piezas que lo componen se obtiene inmediatamente un encaje útil para insertar en el contorno real de la figura, es decir, el relieve anatómico que la caracteriza. En las siguientes páginas se analiza la anatomía de distintas poses mostrando la manera de dibujarlas con la ayuda de las piezas de un maniquí articulado. En este capítulo se aplican las nociones anatómicas básicas, juntamente con un útil método de encaje que facilita la representación de los miembros del cuerpo. Movimiento de los brazos Los grandes artistas del desnudo han enfatizado el relieve muscular de los brazos como medio de expresión de la fuerza y el dinamismo. Ese relieve suele estar dominado por el poderoso volumen del deltoides y del bíceps, los cuales formanuna sucesión de masas casi esféricas de gran interés plástico. En el antebrazo los volúmenes no son tan ostensibles, aunque es interesante señalar el relieve estriado del conjunto de músculos formados por el extensor común de los dedos, el radial y el supinador. Las imágenes que ilustran estas páginas constituyen un estudio de algunos movimientos de los brazos que revisten especial interés plástico. MÚSCULOS COMO CUERDAS Los músculos del brazo, y muy especialmente los del antebrazo, recuerdan la forma en que se disponen las hebras de una cuerda, enroscándose sobre sí mismas hasta constituir un cuerpo resistente. Esto es especialmente visible en el músculo braquial anterior, que parte de la zona inferior del deltoides para ir bajando por la cara externa del brazo hasta insertarse entre los músculos del antebrazo. Rosso Fiorentino, Moisés defiende a las hijas de Jetro (detalle), Galleria degli Ufizzi (Florencia, Italia). Ésta es una reconstrucción aproximada de la figura que aparece en el detalle de la pintura, reproducida aquí empleando el maniquí articulado. El conocimiento de la anatomía permite reconocer los músculos que entran en juego en poses como la del cuadro. El volumen de los brazos está dominado por la masa del deltoides y del bíceps, el cual deja asomar ligeramente el tríceps. Destacan, asimismo, el estrecho y largo braquial y, en el antebrazo, el radial, el supinador y el extensor común de los dedos. Las formas del maniquí sirven como medio de encaje y composición de las partes anatómicas básicas y de su articulación. Una vez compuesta la articulación del brazo en sus debidas proporciones, el conocimiento anatómico puede aplicarse en la resolución final del dibujo. Esquematizando con las formas características del maniquí articulado, de muy sencillo dibujo, es posible reconstruir la articulación y el relieve muscular de brazos en todo tipo de posturas. El dibujo de los brazos Estos dos ejercicios muestran el proceso de encaje y realización completa del dibujo de unos brazos. El encaje se realiza mediante las formas características del maniquí articulado y avanza incorporando poco a poco cada uno de los aspectos anatómicos relevantes del modelo, de acuerdo con las proporciones establecidas de antemano. MATERIAL • Lápiz de color azul • Lápiz sanguina • Papel de color blanco En esta posición los brazos presentan tensiones que realzan los factores musculares fundamentales, tanto del brazo como del antebrazo; en especial el relieve del deltoides, del bíceps y la clara manifestación del braquial entre ambos. La posición de los brazos puede reconstruirse aproximadamente con la ayuda del maniquí articulado. 1Las piezas del encaje son muy sencillas y fáciles de dibujar; lo que cuenta es que su tamaño responda a las proporciones humanas reales. 2Con el encaje inicial se han establecido las proporciones y las dimensiones correctas; ahora, sólo es cuestión de buscar los contornos reales del relieve muscular. 3Por último, se sombrean las formas anteriormente dibujadas para representar el volumen real de cada músculo. ASPECTOS ANATÓMICOS ♦ Anatomía del brazo ♦ El brazo -no completamente extendido- deja ver un interesante juego anatómico en el que destacan: en el brazo, el bíceps; y en el antebrazo, el supinador, que es el músculo que da el relieve característico al antebrazo en su parte superior. Reproducir esta posición del brazo con el maniquí no representa ningún problema, ya que no se dan flexiones especialmente tensas. 1Un primer esquema general basado en las formas más simples del maniquí: un dibujo sencillo y de rápida realización. 2Ahora se precisa el contorno de los brazos y el esquema general de la mano en sus detalles: palma, pulgar y dedos. 3Con el contorno y el perfil de los músculos ya dibujados, se sombrea el conjunto siguiendo las características que presenta el modelo. Movimiento de las piernas El volumen de las piernas, y, en especial, el del muslo, se modifica considerablemente en las flexiones: el músculo recto -que recorre la cara delantera del muslo desde la ingle hasta la rodilla- se ensancha, el tensor de la fascia lata se estira, y la articulación de la rodilla aparece en toda su dimensión. Asimismo, los gemelos presionan contra el muslo y promueven el pliegue característico en la parte posterior de la articulación de la rodilla. Jacopo Pontormo, San Jerónimo. Niedersächsisches Landesmuseum, Städtische Galerie (Hannover, Alemania). Obra de un virtuoso de la anatomía, esta pintura muestra una depurada síntesis del conjunto muscular de la pierna. A pesar de sus limitaciones de articulación, el maniquí articulado puede ser de gran ayuda en la realización gráfica de la pose que presenta la figura del cuadro. Esta interpretación gráfica del cuadro anterior analiza la disposición anatómica de la pierna de la figura. Cabe destacar que el relieve de la rodilla se debe, en parte, a los ligamentos, y, en sus flancos, a la aparición del fémur. La sencillez de los volúmenes esquemáticos permite comprobar la correcta posición de la pierna antes de empezar a dibujar los pormenores. El volumen de la pierna se completa sombreando las zonas que requieren una clara definición del relieve muscular. EL DIBUJO DE LA RODILLA El dibujo de la rodilla es la mayor dificultad con que se encuentra el artista al representar el movimiento de las piernas. La rodilla tiene una forma casi esférica, pero esa esfera no ocupa toda la anchura de la pierna en esa zona, sino que queda centrada y flanqueada por el relieve del fémur, especialmente visible cuando la pierna está completamente flexionada. Estos dibujos siguen el proceso indicado anteriormente y llevan a cabo la realización de una pierna femenina. El dibujo de las piernas La correcta realización de las piernas pasa -como en el caso de los brazos– por un buen esquema inicial y una correcta proporción de las partes. Pero las piernas soportan el peso del cuerpo, y éste es un factor que hay que tener muy en cuenta, ya que la sensación de equilibrio es primordial. En esta página se desarrolla el dibujo de unas piernas femeninas y otras masculinas, aplicando el método del encaje previo mediante las piezas típicas del maniquí articulado. MATERIAL • Lápiz color azul • Lápiz sanguina • Papel de color blanco Una posición de piernas sencilla, y que concentra todo el interés en el modelado específico de la anatomía femenina. Es fácil colocar el maniquí en la posición correspondiente a la pose - sosteniéndose en equilibrio estable- para que nos sirva de ayuda en el dibujo. ASPECTOS ANATÓMICOS ♦ Anatomía de las piernas ♦ 1El esquema inicial no entraña ninguna dificultad especial, si exceptuamos la necesidad de dar su justa proporción a los muslos y las pantorrillas. 2En el dibujo de los contornos exteriores e interiores hay que prestar atención al hecho de que las rodillas están vistas desde distinto ángulo: la más alejada, de perfil; y la más próxima, algo más encarada hacia el observador. 3El delicado sombreado es determinante en este ejercicio, ya que no se dan contrastes de relieves muy marcados. A diferencia del tema anterior, estas piernas presentan claras tensiones musculares, acrecentadas por la delgadez del modelo. También se perciben relieves óseos, como los del trocánter (en la cadera), la articulación del fémur (rodilla) o los maléolos (tobillos). Como aproximación a la pose, el maniquí permite calcular las proporciones básicas de cada una de las partes de las piernas. 1En el esquema preliminar, hay que procurar que los pies se asienten bien y que todo el conjunto tenga una apariencia de equilibrio convincente. 2Tratándose de un modelo delgado, el dibujo de los contornos no difiere excesivamente de las formas de encaje inicial. 3En el modelado final, se hacen patentes el relieve de los gemelos y de las protuberancias óseas del fémur y los maléolos. Movimiento deltorso Aunque mucho más limitado en su autonomía de movimiento que los brazos y las piernas, el torso acusa, de una forma u otra, casi todos los movimientos y posiciones del cuerpo. En el movimiento estudiado en estas páginas, se percibe cómo las tensiones de los brazos se transmiten a los músculos pectorales y cómo la posición de la cadera repercute en los músculos rectos del abdomen. En los flancos, el oblicuo se deforma por la tensión sometida sobre la axila, y se hace visible una pequeña porción del músculo dorsal. Además es notable, y es algo que hay que tener siempre presente: el efecto volumétrico de las vísceras y los órganos internos bajo los músculos abdominales. LA “CORAZA ESTETICA” Con este nombre se conocía en la Academia francesa de los siglos XVII y XVIII la representación del torso. Evidentemente, la identificación con una coraza proviene del uniforme militar de las legiones romanas, pero también del hecho de que el conjunto de tórax y abdomen es el signo de clasicismo estético más relevante en la representación de la anatomía desde la célebre escultura del Laocoonte. Miguel Ángel, fiel al espíritu de la Antigüedad, era consciente del sentido artístico y simbólico de esta porción de la anatomía humana. Miguel Angel, La creación de Adán (detalle). Capilla Sixtina (Roma) El estudio del torso no puede encontrar mejor modelo que una de las obras más célebres de la pintura, realizada por el gran pionero de la anatomía artística. El maniquí reproduce, dentro de las limitaciones que imponen sus articulaciones rudimentarias, la postura de la figura de Miguel Angel, y ofrece un apoyo útil al dibujo de la pose. Ésta es una reconstrucción gráfica que analiza el sistema muscular que opera bajo la piel de la figura de Miguel Angel. Vale la pena señalar la importante tensión de los pectorales, la ondulación de los rectos y la aparición, sobre el relieve superficial de las zonas tendinosas, de la forma de la clavícula y el esternón. El esquema básico del dibujo debe reinterpretar, necesariamente, los volúmenes del maniquí articulado para adaptarlos a las características sinuosas de la gran masa del torso de la figura. En este otro ejemplo, las piezas o bloques de encaje también presentan un movimiento sinuoso de torsión; aplicado, en este caso, a la anatomía femenina. En el dibujo acabado, destaca el volumen del vientre y de los senos, así como el peculiar contorno de la espalda, que marca la transición entre los músculos dorsales y los pectorales y abdominales. Una vez correctamente encajados los volúmenes básicos del torso, no es difícil resolver el modelado de todos los relieves musculares que lo recorren. El dibujo del torso Este ejercicio plantea una pose en la que las tensiones sustituyen a los grandes relieves musculares, haciendo visibles todos los factores anatómicos del torso: los pectorales, los serratos, los oblicuos y los rectos. En esta ocasión está de más el utilizar la ayuda del maniquí articulado; no sólo porque ya existe una buena familiaridad con sus formas esquemáticas, sino porque las piezas que forman su torso no sugieren la estructura anatómica real. Las formas genéricas del esquema dibujado, sin embargo, sí seguirán los patrones del encaje geométrico derivado del maniquí. La representación de figuras en las que el movimiento estira los músculos del torso -más que abultarlos- da una mayor sensación de unidad anatómica, pues los valores del sombreado quedan reducidos a unas pocas tonalidades. En el presente caso, a este factor se añade la estilizada musculación de la figura, sin relieves muy pronunciados. MATERIAL • Lápices de colores rojo y azul • Lápiz sanguina • Papel de color blanco ASPECTOS ANATÓMICOS ♦ Anatomía del torso ♦ 1Con el lápiz azul se traza una primera aproximación que sirva para situar las piezas esquemáticas del encaje inicial. 2Empleando las formas básicas utilizadas en anteriores ejercicios se esquematiza la pose de la figura cuidando de respetar las proporciones relativas del hombro, la cintura y las caderas. 3Una vez definidos los contornos reales de la figura a partir de la forma y proporción de las figuras del encaje, se comienza a sombrear para poner de relieve la forma de los pectorales y del abdomen. 4El sombreado debe destacar claramente factores anatómicos básicos, como el relieve de las clavículas que limitan la forma de los pectorales en su parte superior. 5En el dibujo acabado destaca la continuidad del sombreado en los volúmenes del pecho y del abdomen: el relieve entero del torso parece, finalmente, una unidad orgánica. Movimiento de la espalda Como el torso, la espalda no tiene una autonomía de movimiento comparable a la de los brazos o las piernas, pero presenta una unidad anatómica extremadamente armónica -en especial en el caso de la figura femenina-. El torso es una superficie compleja, en la que no es sencillo identificar claramente cada factor anatómico; la columna vertebral es el gran punto de referencia, alrededor suyo se articulan las grandes masas musculares: el trapecio, el músculo dorsal y los glúteos. Pero, además, hay que tener muy presente que buena parte de su relieve anatómico se debe a la gran zona tendinosa lumbar, en la que los músculos profundos quedan ocultos por la aponeurosis lumbar ya estudiada anteriormente. Nicolas Poussin, El triunfo de Neptuno (detalle). Philadelphia Museum of Art (Estados Unidos). Ésta es una espalda femenina bastante original dentro de la iconografía clásica, y que requirió un atento estudio anatómico del artista para lograr la armónica y muy delicada continuidad de sus formas. La pose de la figura de Poussin está reproducida aproximadamente con la ayuda del maniquí, que, de nuevo, presta un importante servicio al dibujante al dar una pauta de encaje y proporción para la resolución de la figura. Esta ilustración es producto del análisis anatómico de la figura femenina de Poussin. El volumen de la espalda, aunque atenuado en la pintura, está determinado por una rica serie de ondulaciones del trapecio y el dorsal. La parte baja se resuelve en la zona lumbar, de naturaleza tendinosa; y las caderas acusan el volumen de la pelvis y la masa de los glúteos. El maniquí ofrece sólo una aproximación al encaje verdadero de la pose, que consiste en una progresiva torsión de la zona de la espalda, la cintura y las caderas, de forma que cada una de estas zonas se sitúa en un plano distinto. El encaje es, de hecho, la parte de más difícil solución en esta pose; una vez logrado de la forma más apropiada, todo consiste en ser consecuentes con la articulación de las partes, dándoles la unidad dictada por el sombreado del relieve anatómico. Esta imagen ilustra el concepto de "envoltorio muscular", el cual puede ser de utilidad para entender intuitivamente el relieve de la espalda, compuesto por capas musculares anchas y planas que rodean su anatomía. LA ENVOLTURA MUSCULAR DE LA ESPALDA Para comprender intuitivamente el relieve muscular de la espalda, cabe entenderlo como una envoltura de varias capas que tienen continuidad en el torso. Así, el trapecio, que tiene su origen en la clavícula y en la axila, rodea la parte trasera de los hombros hasta insertarse en los flancos de la columna vertebral. Otro tanto ocurre con el músculo dorsal, que abraza los flancos y se dirige hacia abajo, hacia la zona lumbar. Estos dos músculos son los que conforman el envoltorio anatómico de la espalda. Movimiento del hombro La articulación del hombro es, desde el punto de vista muscular, bastante compleja. El hombro puede realizar, además de los movimientos de aducción (acercamiento al tronco) y abducción (alejamiento del tronco), un movimiento de circunducción o rotación completa. Se trata, por tanto, de la articulación de mayor movilidad de todo el cuerpo junto con el cuello. Es lógico, pues, que el hombro implique la participación de diversos músculos. Ya se ha estudiado el de su cara superior, el deltoides. Ensu cara inferior, en la axila, destacan los músculos coraco- braquial (el de menor tamaño, situado más profundamente en la axila), el deltoides y el redondo que, en su zona inferior, queda en parte cubierto por el músculo dorsal. Los redondos son los que conforman el volumen interior de la axila al levantar completamente el brazo; ese volumen queda encerrado entre las paredes del trapecio en la zona frontal y posterior del brazo. Una reconstrucción anatómica de la pintura de Miguel Angel, en la que se ponen de relieve todos los factores musculares que participan en la circunducción del brazo. Miguel Ángel, El Juicio Universal (detalle). Capilla Sixtina (Roma). Éste es un perfecto ejemplo de circunducción del hombro. A pesar del denso sombreado, es posible identificar la forma de los principales músculos que intervienen en el movimiento. Los anteriores factores anatómicos se manifiestan en el relieve de la axila con el brazo completamente levantado. Movimientos conjugados El equilibrio y el movimiento son cuestiones esenciales en toda representación de anatomía artística: tan importante como la corrección anatómica lo es la adecuada plasmación de la articulación de las partes en un todo dinámico y la estabilidad de la figura. En el capítulo anterior se ha estudiado con detenimiento el efecto de los factores anatómicos sobre diferentes movimientos significativos. Para lograr una adecuada representación de tales factores se han empleado esquemas de composición inspirados en las formas del maniquí articulado. Estos esquemas no son los únicos que puede emplear, con provecho, el artista. Existen otros, mucho más sencillos, que tienen la particularidad de facilitar la comprensión y representación del movimiento y del equilibrio de la figura. Su relación con la anatomía es inmediata. Lo que diferencia básicamente la anatomía artística de la anatomía científica es que la primera es un medio de lograr una adecuada expresión gráfica o pictórica del cuerpo. Por lo tanto, todo estudio anatómico sería incompleto si pasara por alto la cuestión del movimiento de la figura y todo lo que éste implica. La principal de estas implicaciones es el equilibrio, un factor esencial al dar coherencia a un dibujo de figura: de nada sirve la perfecta corrección anatómica si la figura representada no parece sostenerse erguida. Las siguientes páginas proponen un método sencillo para comprobar el equilibrio de la representación y para dotarla del dinamismo necesario. De nada sirve la perfecta corrección anatómica si la figura representada no parece sostenerse erguida. Estos son algunos de los ejercicios que permiten resolver el problema del equilibrio y el movimiento de una figura representada correctamente desde el punto de vista anatómico. Ejes del movimiento Desde el punto de vista del dibujo y la pintura artística, el estudio anatómico va inseparablemente unido al estudio del movimiento de la figura humana, y este estudio desemboca, tarde o temprano, en un repertorio de poses especialmente armónicas que permanecen como puntos de referencia artísticos en virtud de su naturalidad y su fluidez. El más célebre de estos movimientos nos llega de la Antigua Grecia, y está representado por vez primera en la estatua Doríforo del escultor Policleto. Esta figura aparece dando un paso hacia delante, de manera que sus hombros están inclinados en dirección inversa a las caderas. La naturalidad y fluidez dinámica de este contraste reaparecen constantemente a lo largo de la historia del arte, hasta el punto de convertirse en una especie de modelo para la figura en reposo. Se conoce con el nombre italiano de contraposto por basarse en la contraposición de los dos ejes horizontales fundamentales de todo movimiento: el de los hombros y el de las caderas. TRES EJES HORIZONTALES A los dos ejes básicos del movimiento hay que añadir un tercero: el de la cintura. La cintura goza de cierta autonomía de movimiento, caracterizada por situarse en una posición intermedia entre la inclinación de los hombros y de las caderas. Estos tres ejes permiten sintetizar de manera elemental cualquier pose con sólo establecer las respectivas inclinaciones básicas. Esquema del movimiento del Doríforo, con indicaciones anatómicas del movimiento de hombros y caderas. Rubens, Las tres Gracias. Gabinete de dibujos del Musée du Louvre (París, Francia). Rubens empleó sistemáticamente el contraposto en sus figuras femeninas para realzar la elegancia y la gracia, tanto del reposo como del movimiento. Esquema basado en el dibujo de Rubens adjunto que señala la dirección de los ejes básicos del movimiento de las figuras. Ejes verticales Los ejes verticales del movimiento son, en primer lugar, el del tronco (desde la base del cuello hasta el pubis), el del abdomen (desde el eje de la cintura hasta el de las caderas), el de la cabeza y los de las piernas y los brazos (con sus respectivas articulaciones de rodillas y codos). Cada uno de estos ejes está vinculado a las líneas de movimiento horizontales, de manera que su inclinación depende de ellas en primera instancia. Este complejo de ejes verticales y horizontales da como resultado una suerte de esqueleto básico lineal, el cual constituye la mejor ayuda para que el dibujante pueda establecer desde el principio la síntesis del movimiento de cualquier pose. El mejor método para fijar el movimiento de la figura consiste en identificar inmediatamente los ejes básicos del movimiento, tanto verticales como horizontales. Para interpretar correctamente el movimiento, el primer esbozo debe basarse en los ejes del mismo (hombros, cintura, caderas y ejes verticales) articulados en su adecuada inclinación. El éxito en la representación del movimiento depende directamente de la adecuada inclinación de cada uno de los ejes del mismo. El equilibrio Un método racional de comprobación del equilibrio de la pose en una obra de un desnudo consiste en localizar su centro de gravedad. El centro de gravedad se sitúa a la altura de la última vértebra dorsal. Como referencia útil vale situarlo en el ombligo (para la figura de frente) o en la parte superior del surco de la columna vertebral (en la figura de espaldas). Para comprobar la estabilidad de la figura basta imaginar ese centro de gravedad y trazar a partir de él una vertical: si esa vertical corta el plano sobre el que se asienta uno de los pies, la figura mantiene un buen equilibrio; si no es así, la representación puede estar desequilibrada y la figura no dará la sensación de sostenerse en pie. En el caso de las figuras que corren o saltan, no puede hacerse esta comprobación puesto que el centro y la línea de gravedad se hallan en pleno desplazamiento y sería absurdo intentar localizarlos. No hace falta dibujar realmente el centro y la línea de gravedad sobre el dibujo: basta con localizar ese punto y colocar una regla (o el mismo lápiz) en posición vertical a partir de él para realizar la comprobación. La superficie de apoyo En la mayoría de los casos la línea de gravedad no corta el plano en que se sitúa un pie, sino que queda entre ambos pies. Esa superficie de apoyo es igualmente un plano de equilibrio. Para comprobarla basta unir los vértices de un polígono imaginario limitado por las partes de la figura que apoyan en el suelo: si la línea de gravedad corta la superficie de ese polígono, entonces puede afirmarse, con toda seguridad, que el equilibrio es real. Los apoyos de la figura pueden ser los pies o las rodillas, los muslos, los antebrazos o incluso sólo las manos; lo crucial es que la línea de gravedad no quede fuera del plano que marcan los apoyos. CÁLCULO INTUITIVO Con cierta experiencia acumulada en el dibujo de desnudo, el artista es capaz de detectar el posible desequilibrio de la figura desde el primer trazo, corrigiéndolo sobre la marcha sin necesidad de comprobaciones Por último, hay que señalar que algunas veces las figuras parecen desequilibradas aunque la comprobación del centro y lalínea de gravedad indiquen lo contrario; en tales casos —bastante excepcionales— la última palabra la tiene el efecto visual, por lo que el dibujo deberá ser retocado hasta que el efecto sea de completo equilibrio. El centro de gravedad, en una figura en pie vista de frente, puede situarse aproximadamente en el ombligo. La línea vertical que parte de ese punto debe cortar una superficie de apoyo. En vista posterior, el centro de gravedad se sitúa sobre el surco de la espalda. Miguel Ángel, Estudio de figura. Castillo de Windsor (Reino Unido). La línea de gravedad de esta figura corta la superficie de apoyo aproximadamente en la zona baja del muslo. En este equilibrio sobre un pie puede comprobarse que la línea de gravedad corta la superficie de apoyo. El equilibrio existe si la línea de gravedad cae sobre la superficie de apoyo determinada por el área, la cual limita las partes de la figura en contacto con el suelo. Comprobación del equilibrio de una figura basada en el área determinada sobre las partes que apoyan sobre el suelo. Equilibrios sencillos El esquema básico de una figura en pie debe estar equilibrado desde el principio; si los primeros trazos no expresan ese equilibrio, será muy difícil conseguirlo a partir de correcciones en las siguientes etapas del trabajo. Los esquemas y dibujos que ilustran esta página son ejemplos de equilibrios sencillos conseguidos desde los primeros trazos. MATERIAL • Lápices de colores: azul ultramar, rojo cadmio, siena tostada • Papel de color blanco La inclinación ligeramente contrapuesta de hombros y caderas, con la carga del peso sobre la pierna derecha de la figura, constituye el factor de equilibrio fundamental de esta pose. Una pose no muy distinta de la anterior, aunque en este caso la carga del cuerpo sobre la pierna derecha de la figura es mucho más decidida y la otra pierna queda completamente relajada. ASPECTOS ANATÓMICOS ♦ Proporciones ♦ ♦ Equilibrios ♦ En esta pose, el tronco sigue una dirección distinta de la de la cadera y el peso del cuerpo recae sobre la pierna izquierda de la figura; el brazo extendido actúa a modo de contrapeso de la carga que sostiene el otro brazo. Los pesos del cuerpo se distribuyen a ambos lados de la línea de gravedad, contrapesándose mutuamente. Esa línea caería verticalmente entre las dos piernas, de las cuales la de la izquierda -con respecto a la figura- sostiene casi todo el peso, mientras que la derecha actúa como apoyo. Apoyos múltiples Los dibujos reproducidos en estas páginas se han realizado siguiendo el mismo proceso esquemático de páginas anteriores, sólo que en esta ocasión únicamente el primer ejemplo se halla desglosado en sus fases. Cada uno de ellos es un dibujo acabado que, planteado a gran formato, podría elaborarse más mediante cualquier procedimiento pictórico; todos los aspectos anatómicos importantes, los equilibrios y los apoyos están resueltos. MATERIAL • Lápices de colores azul ultramar y rojo • Papel de color blanco El esquema inicial debe reflejar el sólido apoyo de la cadera y el muslo y la descarga del peso del tronco sobre el brazo que aparece ligeramente desplazado hacia atrás. Redondeando el esquema se obtiene el perfil real de la figura, que puede sombrearse ligeramente para resaltar los volúmenes principales. El apoyo básico se realiza sobre los glúteos; la pierna extendida constituye un apoyo secundario que equilibra la flexión del torso hacia delante. ASPECTOS ANATÓMICOS ♦ Proporciones ♦ ♦ Equilibrios ♦ ♦ Superficies de apoyo ♦ La distribución del peso a ambos lados de la línea de gravedad hace que el apoyo básico de las piernas no necesite de otros apoyos suplementarios. La superficie de apoyo se extiende a lo largo de la pierna; el torso descarga su cuerpo sobre el brazo cuya mano se emplaza alineada con la cadera. Los apoyos básicos son el muslo y la mano de la derecha de la figura; la mano y el pie de la izquierda simplemente aseguran el equilibrio. La anatomía artística en la práctica Tras los estudios anatómicos llevados a cabo hasta este momento, llega la hora de la práctica, del ejercicio real de la anatomía artística. Este capítulo reúne una serie de interesantes secuencias en las que muestra la interpretación artística de la anatomía. Las nociones de anatomía explicadas en las páginas anteriores, aunque no son en absoluto exhaustivas, bastan para orientar y llevar a buen término el dibujo y la pintura de figuras desnudas. Los músculos estudiados son los que determinan el relieve muscular visible en la inmensa mayoría de las poses habituales en el trabajo artístico. Como el lector habrá podido comprobar en anteriores páginas, los grandes maestros renacentistas y barrocos representaban figuras en actitudes poco comunes con el único objeto de obtener de la anatomía humana todo el rendimiento plástico posible. Nuestra intención es más modesta y más acorde con el arte del presente. Las poses no son rebuscadas, pero las cuestiones anatómicas que cada una de ellas plantea son tan interesantes como puedan serlo las tratadas por un pintor clásico. El lector encontrará en las siguientes páginas dibujos y pinturas de figuras femeninas y masculinas, resueltas en muy diversas técnicas y especialmente concebidas para dar respuesta a las cuestiones fundamentales que se han venido tratando hasta aquí. Todas las secuencias que se presentan a continuación constituyen la mejor práctica de la anatomía artística. Las poses no son rebuscadas, pero las cuestiones anatómicas que cada una de ellas plantea son tan interesantes como puedan serlo las tratadas por un pintor clásico. Estas figuras son algunos de los resultados que se obtienen aplicando los principios de la anatomía artística según los procesos explicados. Manos enlazadas Las múltiples articulaciones de los dedos, sus diferencias de tamaño y proporción, así como la gran movilidad de la mano, suelen crearle dificultades al dibujante poco experimentado. En esta secuencia se muestra la realización de unas manos con los dedos enlazados, un tema muy frecuentado por los retratistas cuando desean dar un interés suplementario a la pose del retratado. El problema no es otro que el de lograr un conjunto bien trabado, sin descuidar la adecuada realización de cada elemento. MATERIAL • Tinta china y de colores (sepia y anaranjado) • Plumilla • Caña • Lápiz de grafito • Papel de color blanco para dibujo a plumilla Desde esta perspectiva, los dedos aparecen en un plano que desciende casi en vertical, por lo que sólo son visibles íntegramente el pulgar, el índice y el corazón de la mano derecha de la figura. Del resto de los dedos aparecen sólo las dos últimas falanges. 1Los trazos de tinta no pueden rectificarse; es necesario, pues, comenzar por un dibujo a lápiz -de línea sencilla y precisa- que deje compuesto correctamente el entrelazado de los dedos. 2El trazo grueso de la caña sirve tanto para repasar los contornos como para zonas amplias a partir de manchas. Estos trazos y sombras iniciales se realizan con tinta anaranjada para no cargar el dibujo de manchas muy oscuras desde el principio. ASPECTOS ANATÓMICOS ♦ Articulación de las manos y los dedos ♦ 3Los perfiles superiores del dibujo se han repasado con algunos trazos de color sepia. El sombreado general se efectúa mediante rápidos trazados paralelos de caña y tinta anaranjada. Este sombreado pone de relieve aspectos anatómicos importantes, tales como la protuberancia de la articulación inferior (o apófisis) del cúbito. 4Tomando ahora la plumilla, se perfilan con cuidado los contornos interiores de los dedos empleando tinta china. LOS NUDILLOS Las articulaciones de las falanges o nudillos pueden indicarse mediante trazos: hay que recordar que la situación de estas articulaciones responde a la longitud de cada falange, que sigue un orden decreciente: la segunda falange equivale a tres cuartos de la primera, y la tercera a tres cuartos de
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