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Boti, Regino E-ObraEl mar y la montaña

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REGINO E. BOTI
ELMAR _
Y LA MONTANA
tVERSÌCUlOS MO0 M ES)
'
ELMAR _ 
Y LA MONTANA
(VERSÍCULOS NDEMNES) 
REGNO E. BOTI
S
EDITORIAL ORIENTE, Santiago de Cuba, 1985
EDICIÓN: Consuelo Nufliz 
DISEÑO Muta Mosquera 
REALIZACIÓN: Ricardo Ramírez
(0 Editorial Oriente, 1985
EDITORIAL ORIENTE 
José A. Saco No. 358 
Santiago de Cuba
PRÓ LO G O
En su conjunto, la obra poética conocida de Regina E. Boti (Guan­
tánamo, 1878-1958) revela uno de los esfuerzos más dinámicos 
de nuestra literatura por mantener actualizado el discurso poético. 
Su órbita fue, como en todo auténtico creador, un sistemático y es­
clarecido proceso de acendramiento. Desde el inicial Arabescos 
Mentales (1913) basta El Mar y la Mofttaña (1921), ex­
presión culminante de su poesía, existe un trecho marcado por el 
laboreo incesante que amplifica y perfecciona elpoema, a la par que 
aprehende más atinadamente las esencias de su realidad.
Con independencia de sus valores estéticos y de todo lo que re­
presentó para la renovación de la lírica en el país, Arabescos 
Mentales fue también, en muchos sentidos, consecuencia de una 
época. Esto es, significaba la demostración práctica, factual, de los 
afanes actualh âdores de Boti frente a las normas asendereadas de 
nuestra literatura durante el confuso período de la arrancada seu- 
dorrepúblicana. A sí ¡o advirtió desde el comiendo José Manuel Po- 
veda, quien acogió la aparición y defensa de Arabescos con interés 
verdaderamente personal: “Necesitábamos una batidera, y yo, con 
la autoridad de que me reviste haber venido preparando, con tanto 
ardor, en la tribuna y en la prensa, esta hora que adviene, señalo 
esa bandera como la genuina“.1
1 “Palabras de anunciación“, en J. M. Poveda: Pmas. Compilación, prólogo 
y notas de Alberto Rocasolano. La Habana, Editorial Letras Cabanas, 1980, 
t i l , pp. 11-13.
I
Arabescos Mentales fue en su época una especie de tesis de 
los modernistas cubanos, lo cual tal vez explique en alguna medida 
las folias que la crítica le ha imputado al texto. A ! respecto, L i- 
yasoy Fernández de Castro han anotado cómo el libro "fue en gran 
parteproducto dt un momento en que nuestra Urica debía afirmar­
se en las nuevas patas por un exceso de reatciónLa observación 
parece justa, sobre todo si se piensa en la desmesura gmeral que 
caracteriza a algunos tópicos, y que hace bastante densa la lectura 
del libro.
Arabescos, es cierto, se resiente muchas veces de un retoricismo 
capase de alejar al lector poco interesado, ajeno, además, al contexto 
histórico en el que surgió el litro. Visto a ¡os ojos de hoy, proba­
blemente no resulte muy de nuestro gusto el tratamiento dado a al­
gunas de sus motivos y temasfundamentales. Mas no se trata sólo 
del erotismo o de sus incursiones filosóficas dentro del sensualismo 
panteista que lo caracterizó,' hay asimismo una marcada preocu­
pación por ¡a forma, y, sobre todo, por la palabra, que suele re­
flejarse en ese lenguaje dentro del diccionario a! que hiciera refe­
rencia Roberto Fernández Retamar 
La crítica, sin embargo, no ha valorado aún suficientemente esa 
preocupación lexicológica de Boti. Por ¡o general se le reprocha su 
pasión por las palabras inusitadas de la lengua;y se olvida, en cam­
bio, que la búsqueda de éstas contribuyó a salvar la pobreza ex­
presiva de nuestra poesía. En realidad, esas paUbras "raras“ tie­
nen casi siempre verdadero abolengp en el idioma; demuestran la 
amplitud de matices, la precisión, la riqueza léxica, en suma, del 
español. ¿Acaso no se propuso Azprin análoga empresaf "E l arte 
[nos dice Azprin por medio del músico español Amadeo Vives] ne­
cesita de todos los medios de expresión. Y no se puede dejar sin uti-
2 ha poesía moderna m Cuba (1882-1925). Madrid, Librería y Casa Editorial 
Hernando (S.A), 1926, p. 208. Lizaso abandonó el país al triunfo de la Re­
volución.
3 “En los ochenta años de Regino E Boti“, en Regino E. Boti Puesta. Intro­
ducción de Imeldo Álvarez García. La Habana, Editorial Arte y Literatura, 
1977, p. 403.
Ihprlo ti inmenso fondo de reserva que tiene el castellano. Sería ab­
surdo que por escrúpulos tontos fuéramos poco a poco reduciendo 
el idioma a lo más preciso, es decir, a una lengua indigptteComo 
el maestro español, Boti también fue al rescate de un léxico total­
mente perdido entonces entre nosotros, necesario para ampliar las 
posibilidades creadoras de la lengua. Si excedió el niétodoy sacrificó 
muchas veces elpoema por una palabra, fue porque creyó en la vir­
tud de esa palabra, y quiso demostrar a su ve^que la poesía era 
resultado no tanto de la inspiración como del rigor y el trabajo con 
el lenguaje. Para aquellos que se contentaban con las trilladas ex­
presiones del clasicismo y el romanticismo hispano, Arabescos fue 
una lección de oficio poético.
Esa actitud de Boti ante la forma y el lenguaje poético, tuvo 
para Fernández Retamar consecuencias muy definidas:
No es cuestión de reprocharle ese ropaje. Además de su valor 
en sí, ya estaban implícitas en él las nuevas maneras del poeta, 
y es gracias a ejercerlo a plenitud como Boti logra colmar su ho­
rizonte, que se ve en los Arabescos demasiado maduro,y presto 
ya a desbordar hacia formas nuevas ,‘
Es así como la plétora verbal de Arabescos suscitó alfinal un di­
lema para Boti: repetirse en la ca%a de la palabra exótica y la fa- 
bulación disgngadora, o desarrollar la compleja parquedad del 
tras¡p preciso y breve, chocado a las nuevas formas latentes en las 
composiciones mejor logradas del conjunto. Desde esta dialéctica la 
desmesura de Arabescos engendró una apertura, un cambio,' ¡o 
cual, obviamente, hhp de éste un libro limite.
En su empeño por rescatar la autonomía del lenguaje poético,. 
Boti restableció la creatividad de nuestra lírica; recuperó el alcance 
continental que ésta perdió a raí% de la reanudación de la guerra 
en 1895; abrió un camino. Su primer libro fue suma de un largo
4 “Las palabras inusitadas“, en Obras CmpUtés. Introducción, notas prelimi­
nares, bibliografía y ordenación de Angel Cruz Rueda. Madrid, Aguilar, 
1962, t. VI, p. 298.
5 Op. á t., p. 406.
DI
y meditado ejercicio que ¡levó a término las posibilidades de su mé­
todo artístico. Quiso fundar un lenguaje original, señoril, asentado 
sobre todo en los dones de la palabra rutilante y recóndita, cuita 
y sorpresiva; trató de convencer por exceso, pero evolucionópor vías 
de ¡a simplificación y el acendramiento expresivo.
Lo mejor de Arabescos no está, pues, en el acrecentamiento 
verbal al estilo de algunos poemas de lat secciones “Ritmas pan- 
teístas“ o “Himnario Erótico“; sino en la plasticidad parnasiana 
de sonetos como "Funerales de Hernando de Soto“, el preciosismo 
de poemas ai modo de “Marginal“, la atmósfera natural y suge- 
rente de "En la magia del crepúsculo ", o las instantáneas rápidas 
y sintéticas del género de “Aguaba“. Ninguno de estos ejemplos 
podrían faltar en una antología integral de nuestra poesía; eUos, 
agrandes rasgos, representan las lineas creadoras más importantes 
del Boti de Arabescos, 7 , por tanto, algunos de los caminos por 
donde hallará continuidad su poesía.
“Yeísmo“ es el cuerpo o aparato teórico que sirve de carta cre­
dencial a Arabescos. Gracias a él es posible una comprensión más 
lúcida de su poesía, de sus fundamentos estéticos, de sus intenciones. 
E l crítico que fue Boti no estuvo ajeno a las vicisitudes y preocu­
paciones de su propia obra. Demostró, con rara certidumbre, una 
aguda conciencia estética y autocrítica igualada en su época sólo por 
la de José Manuel Poveda. No ha de resultamos extraña, por tanto, 
la claridad y precisión con que definió su canon estético, hijo, en 
suma, de un eclecticismo consciente y meditado que suponía la asi­
milación creadora e individualizada de la tradición. Arabescos 
Mentales, elpoemario más ambiciosoy complejo de nuestra poesía 
en su momento, es fruto de esta integración regeneradora que poco 
tiene que ver con 1a corriente homónima europea.De toda esta reflexión expresa en el enjundioso prólogo, se de­
riva muy nítidamente su juicio sobre el concepto de originalidad. 
Fue tajante: “no ha habido más que un cantor original: la Na­
turalezaPiedra de toque de su poesía, la naturaleza constituye,
6 Regino E. Boti: “Yoísmo“, en Poeaa. Introducción de Imeldo Álvarez Gar­
cía. La Habana, Editorial Arte y Literatura, 1977, p. 13.
IV
desde la óptica de su panteísmo militante, una constante temática 
beneficiada siempre por nuevos motivos expresivos. Vinculado a 
esta poesía “ni gélida ni volcánica, justa en el equilibrio de lo aní­
mico y ¡o material“1, se expresa unpamasiamsmo singular, sin es­
cuela, que también amplia o acorta su pupila en una integración 
calculada del cromatismo de la realidad circundante con el de la 
emoción creadora.
Si en las mejores realizaciones de Arabescos estaban latentes 
las posibilidades fundamentales de un cambio, en “Yoismo" éstas 
no dejan de insinuarse también. La critica con razón ba considerado 
a Arabescos como un libro dominante modernista, en virtud, sobre 
todo, del mismo lenguaje suntuario y exquisito al que se indina. 
Sin embargo, Batí era perfectamente consciente de las Imitaciones 
del modernismo en 1913, aun cuando no lograra transgredir del 
todo su larga influencia. Como Poveda años más tarde, Boti ad­
vierte entonces el retraso que éste representabaya para nuestra poe­
sía en relación al resto de bispanoamérica, a medio camino durante 
a/pullos dias entre la mansedumbre posmodemistay los primeros 
ruidos de la asonada vanguardista.
La obra ulterior de Boti participó sin desventaja en ¡o más 
avanzado de la poesía hispanoamericana del periodo. Del moder­
nismo inicial y manifiesto pero no exclusivo, la misma pasó a ser 
centro de una mayor preocupación humana y un interés más con­
centrado por el paisaje de Guantánamo. Esto, unido a la búsqueda 
de una poesía menos artificiosa, lo ubican en lo fundamental dentro 
de la conservadora reacción que Federico de Onís definiera con el 
nombre de posmodernismo, aludiendo, sm dudas, a su dependencia 
del influyente modernismo; y que, referida a Boti, significó ubre 
todo una reacción contra la demasía inicial de Arabescos más que 
contra el polémico modernismo nacional.
Permanecen en este tránsito tres de los postulados propuestos teó­
rica y prácticamente en su primer libro, aunque enriquecidos tanto 
por los logros de un lenguaje más conciso, como por los aportes de 
etnu corrientes poéticas contemporáneas tempranamente conocidas.
7 JM. p. 10.
V
Eclecticismo metódico, panteísmo poético-filosófico, y disposición 
plástica, parnasiana, hacia la naturaleza, son, dentro de sus alu­
didas acotaciones, componentes perdurables de ¡a concepción estética 
de Boti; lo que unido a su probado virtuosismo para el color y la 
imaginería metafórica, se traducirá en una poesía de síntesis que 
a su manera espejeará lo cubano mediante la certera aprehensión 
delpaisaje, y ¡a expresión, en sus más desoíalos instantes, del pro­
fundo descreimiento que marcó la actitud hacia la realidad de mu­
chos de los mejores hombres de la Primera Generación Republicana.
La torre del silencio ( 1926), el segundo de los cinco poe- 
marios escritospor Boti, precisa con bastante claridad la orientación 
que iría tomando su poesía después de Arabescos hasta llegar a 
¡as fulgentes cristalizaciones de El Mar y la Montaña.
En La torre, más que en Arabescos, se avizora ya esa poesía 
de "concentrado esplendor "* con que Retamar bautizara sus me­
jores realizaciones. Se trata, pues, como precisa Boti en laspalabras 
al lector, de un "replanteo ", de un libro de transición, sin ¡a sig­
nificación de Arabescos, pero indudablemente menos difuso, más 
concentrado en susformasy motivos. Si La torre hereda aún mucho 
delfárrag> de su primer libro, también asume la disposición para 
el poema conciso y sugerente que éste no dejó de manifestar, punto 
de partida de ¡os nuevos conceptos estéticos que Boti desarrollaba 
entonces; máspróximos a ¡a sencilla trayectoria de la "linea recta" 
que a la predilección barroca por la curva manifiesta en Arabes­
cos.
Boti se acerca asi a una poesía más sencilla, de tono evidente­
mente más sosegado también. " Autorretrato ", el poema que inicia 
La torre, constituye en este sentido una especie de declaración de 
principios, tanto éticos como estéticos:
Soy un hombre natural; 
sigo a la naturaleza 
que en un mismo punto empieza 
lo que es Bien y lo que es Mal.
8. Op. d t., p. 403. -
VI
M i gesto es siempre espontáneo; 
y amo y odio y desprecio 
y olvido por sólo el precio 
de un impulso subitáneo.
Cultivo mi voluntad 
como si fuera una planta; 
y adoro el mar cuando canta 
su canción de inmensidad.
Mis palabras son sinceras; 
precisos mis pensamientos; 
síntesis de mis momentos, 
son montañas, son praderas.
Soy impaciente y calmado; 
huyo lo definitivo; 
y como en tránsito vivo 
sin haber nada aceptado.
Además de recordamos su proverbial panteísmo, el poema in­
siste asimismo en el leitmotiv de la naturalidad, de la semille£ 
Pero observemos que se trata de una sencillr^fmdada en ti con­
trapunto, en la antítesis; es decir, una sencillez de difícil ejecutoria, 
matizada, sintética, y en consecuencia, imbuida de la complejidad 
que toda síntesis lleva implícita. A l volverse hada esta poesía, aje­
na, por principio, al facilismoy ¡a improvisación, Boti rectifica de 
hecho su concepto de la creación poética y también sobre el modo de 
percibir la propia naturaleza, piedra angplar de toda su poesía.
En su citado ensayo Fernández Retamar resume estos nuevos es­
fuerzos creadores de Boti en tres modos esenciales: "concentrando 
los logros metafóricos de Arabescos,' intentando una poesía de ries­
gosa sencillez como la había hecho M artí y, alguna ve%- Darío; vol­
viéndose hacia cierta intimidadfamiliar“* Retamar encuentra sig- 
9 OU.. p. 406.
VII
nificativo este estudioso acercamiento de Boti a la poesía del José 
M arti de Versos Sencillos, asi como a otras zonas de su creación, 
en tanto ésta supone uno de los caminos abiertos planteadas a su 
propia poesía. De acuerdo con esto, partee probable que la aproxi­
mación a ¡a profunda y difícil sencillez de la poesía martiana,fuera 
parte también del intento implícito en la obra de Botipor explorar 
y reflejar lo cubano, aun cuando su preocupación por ¡afirma suela 
a veces distraerle el prepósito.
Es la posibilidad mucho más acertada de asumir artísticamente 
nuestra realidad ¡o que Boti ve fundamentalmente en la poética 
martiana, fenómeno que ñeñe a coincidir con la preocupación pos- 
modernista hacia ti país, ¡o cotidiano y lo familiar. A l seguir la 
trayectoria de la poesía de Boti, el propio Retamar se indina en 
pensar que "acaso son sus poemas mejores aquellos en que esa dura 
y exacta brevedad se propone sorprender una peculiar realidad cu­
bana“.'* No es gratuito que los ejemplos más significativos citados 
por este autor (“La barbería“," E l café“) pertenezcan a El Mar 
y la Montaña. Algo similar ocurre con otros estudiosos. Sin em­
bargo, en su libro anterior estaban ya presentes tanto ¡a tendencia 
a la simplificación expresiva como al apresamiento de la realidad 
inmediata, cargada de una cubanía incipiente pero en expansión; 
aunque limitada aún, como se sabe, por los ecos retóricos de Ara­
bescos. No en balde Boti descubre un buen día ti sentido basta 
entonces secreto de su misión, a medio camino entre el léxico todavía 
pendiente de la palabra afectada, y d horizonte prometedor de su 
regfón, de la “aldea“:
Una tarde en el puente 
(perla el firmamento, 
azul la serranía 
yfragancias el mentó) 
me besó la Idea 
en ¡a frente
10 na, p. 413.
VIII
cuando expiraba el día.
(Yo soy el Poeta de mi aldea).
(“Connubio panteico“)
Por su parte, Cintio Vitier ve lo cubano en Boti sin Martí; es 
decir, descubre cierta remembranza de los apuntes del último Dia­
rio de Marti, pero advierte simultáneamente que lo cubano ha sido 
“desprovisto ya detrascendencia, de finalidad, de esperanza“.11 
A sí se expresa a propósito delpoema “E l cafe“, texto capital de 
líl Mar y la Montaña. Obviamente no es en laforma delpoema 
' donde Vitier funda su juicio, sino en el contenido ideológico del mis­
mo, resumido con descarnada lucidez en los últimos tres versos: “Y 
el devaneo de mi carne rapa/ la escoria camal. Ensueño, sueño/ 
con los ojos abiertos y sin fe. “ Para el autor de Lo cubano en 
la poesía esta desolación representa una de las vivencias poéticas 
mis profundas de la república. Realmente es sólo a partir de este 
contexto histórico que resulta acertado explicar su modo de encarar
10 cubano, porque de lo contrario haríamos absoluta una actitud y 
una manera que tuvo su hora y sus hombres.
En su estudio sobre “La imagpt nacional y popular en la poesía 
cubana “ durante los primeros 25 años de vida republicana, jorge 
¡barra sostiene que la creación de una poesía cubana “significaba 
vivir la imposibilidad histórica de la realización del destino nacio­
nal, expresar el dolor, el malestar, la incotrformtdad con la frus­
tración de los ideales patrios" “ Más adelante, refiriéndose a nues­
tros modernistas (Boti, Poveda, et. al.), precise cómo lo cubano se 
halla en la poesía de éstos “por el hecho de que expresan sentimien­
tos nacionales y son formalmente autónomos con respecto a sus mo­
delos latinoamericanos yfranceses" “ Por último, en relación a Boti,
11 L* aéam m la poesía. La Habana, Instituto del libio, 1970, p. 335.
12 Un N aaA ij a/tura tirio**/. La Habana, Editorial Letras Cubanas, 1981, 
p. 33. (Colección Crítica.)
13 W , p. 49.
IX
añade Ibarra: “La cubaría de ésta [poesía] no es, por consiguiente, 
resultado de la verbosidad o la languidez sino de la concisión y la 
sinceridad. En otro plano de la realidad, paraBoti ser cubano es 
ante todo ser guantanamero. La proposición puede invertirse con 
igual resultado: ser guantanamero es ser ante todo cubano.A sí, 
para Ibarra, lo cubano en la poesía de esta generación se manifiesta 
en el reflejo de sentimientos de dolor, malestar o inconformidad re­
lacionados con una experiencia histórica frustrante para toda la 
nación;y su expresión mediante una forma independiente que, en 
el caso de Boti, se agu^ay concreta esencialmente en el ámbito de 
Guantánamo.
Ahora bien -y sin que esto contradiga en lo esencial otros plan­
teamientos-, ni en La torre, ni en El Mar y la Montaña, lo cu­
bano se da casi nunca como expresión de vivencias o emociones que 
trasluzcan los desacuerdos sociales delpoeta de un modo más o me­
nos directo. EJ sentimiento de desolación yfrustración que irrumpe 
en sus momentos más angustiados, pocas veces guarda referencia con 
la realidad social inmediata. Son asimismo escasos ios símbolos que 
atestiguan sus inquietudes en este campo. A l interpretar las con­
notaciones sociales de esta poesía, debemos acudir sobre todo a sus 
contextos, o sea, insertarla en su contorno social, artístico y humano. 
De no ser así, cómo explicar cabalmente entonces el profundo des­
creimiento de “E l cafe“, su abroquelamiento en “Lu%“ o el hastio 
de “La Noria“:
Y mañana, como un asno de noria, 
el retomo canalla y sombrío, 
doblar la cabera y escribir 
Al Ju2gado,
con los ojos aún llenos de lumbres, 
sobre un mar amatista encantados.
E l modo de Boti no fue la denuncia, sino el silencio laborioso de 
“Lu%“. Cuando en El Mar y la Montaña toca el tema social,
14 /«</., pp. 57-58.
X
lo hace de pasada; rápido apunte inmerso por lo general en el antro 
mayor y capital del paisaje. Después (Kindergarten) el descrei­
miento lo colma y no dejará de poner en solfa los valores del sistema, 
la sátira aflora sin virulencia ni amargura, sólo “un poco de fisga, 
de buen humor y ganas de pasar el rato haciendo chungt de esto, 
de aquello y de lo de más allá“}'
Sin embargo, ya se ha cerrado el circulo,ya su voz enmudece, se 
aleja, cansada de tanta farsa. La noria ha impuesto sus órdenes; 
la verdadera república seguiría siendo un sueño. E l poeta, no obs­
tante, continuaría escribiendo, pero apartado del mundo tftcial de 
su tiempo, enclaustrado en su retiro provinciano y elevando a su ma­
nera los dones de la patria.
En Boti lo cubano se hace evidente en su larga, reflexiva y amo­
rosa indagación poética de la naturaleza, los sitios y las costumbres 
de Guantánamo. A quí estuvo su remo; aquí buscó, con finesa y de­
voción no usuales, las esencias más amables de 1a realidad cubana. 
En la extensión contrastante delpaisaje de Guantánamo (El Mar 
y la Montaña) halló su segtro refugio contra ¡as humillaciones 
y mezquindades de la vida cotidiana:
la bahía -un espejo; la playa- 
un manchón; las montañas- 
turquesas opalinas 
Serenidad impotente, 
dulce y melancólica! Y el temor 
de volver a la aldea!
(“Ex el Griñón“)
Pero extasiado en esas latitudes daría también con el sentimiento 
de amor a ¡a patria:
Se dilata el corazón,
se dilatan los horizontes de lo nal
IH R c g ín o E. Boti Op. ci/., p . 376.
XI
y lo ideal...
¡Nada como el lecho maravilloso 
de la tierra natal!
¡Cómo dormir en tu seno único, 
inmortal!
("Hacia arriba“)
Toda esta poesía implica un esfuerzo por descubrir y anotar con 
lucidez¡; los instantes más definitorios de la belleza del paisaje y la 
naturaleza cubana, suma de la riqueza tanto material como espi­
ritual del hombre y el país:
La montaña ¿cómo es bella 
la montaña?
¿Cuando es azul lejanía, 
cuando -encendiendo su entraña- 
es luminares la noche 
y en verdores vibra el dial
("La Montaña“)
La naturaleza, sin embargo, no es bella sólo en su inmensidad 
telúrica o ecuórea. Hay en Boti la voluntad de penetrar también 
el secreto de las pequeñas creaciones de la naturaleza parafijar ca­
riñosamente la belleza inadvertida por el ojo común:
Entre el siena húmedo 
con olor agrario de las boñigas, 
son amapolas inquietas 
las crestas de las gallinas, 
chispas del iris las moscas, 
carbón con patas las hormigas.
("Las boñigas“)
XII
l is el mundo del campo cubano poblado de animales y plantas 
que han sido enaltecidos; son los habitantes de una sociedad ideal 
donde solamente el gallo, “Don Juan pendenciero y vano“, parece 
perturbar la “sutil melancolía“ de la pupila del buey o el vuelo 
reluciente de las abejas que “fabricany Rumban: su himno al tra­
bajo“. Retratos perfectos de esas criaturas son los antológicos “Mos­
cardón“ y “E l guincho“, ejemplos clásicos de la aptitud de Boti 
para la imagen y lo metafórico:
Traje negro como para 
asistir a un funeral.
Rubí el párpado. Camisa 
blanca. (Cuando la suele usar.)
E l pico inquisidor.
E l rabo con faldones de frac.
Otras veces Boti se detiene en lugares queridos que denotan tam­
bién un acento cubano. Se hallan en esta dirección poemas ccmo “La 
barbería“, "Nocturno de estío“, “Parque de caserío“y otros. Son 
sitios típicamente provincianos, relacionados con costumbres invete­
radas de la sociedad cubana. En “Elcafe“,por ejemplo, texto lleno 
de significados diversos pero convergentes siempre en ¡o cubano, no 
podemos dejar de relacionar el escenario (el bohío) con el vetusto 
y ennoblecido pospelo de café, símbolo de una costumbre que cala 
muy profundo en nuestra idiosincrasia. La relación, sin embargo, 
no es explícita; Boti no busca el color local como nuestros crio/listas, 
sino resonancias más sutiles de nuestro ser. No convence por la enu­
meración retórica de componentes típicos de la realidad cubana 
-flora, fauna, escenario, ambientes, personajes-»• sino mediante el 
»punte apretado y sugerente, tenso por la emoción contenida. "Las 
irtes, en la hora actual [diría años más tarde], se basan en una 
¿Mu sencillez, en una honda penetración
Ift Regirlo E. Boti: Tres tem a sobre la tama potsü. La Habana, Revista de 
Avance, 1928, p. 15.
XIII
El Mar y la Montaña es, pues, la culminación de esta poesía 
de síntesis, expresión de algunas de las facetas más características 
de nuestra realidad. Libro de sabia madure$ esquiva "la caza no 
justificada deuna palabra"" en tanto perfecciona la totalidad del 
poema, su organicidad. En la poesía de Boti El Mar y la Mon­
taña representa el equilibrio entre los significados del texto y sus 
elementos expresivos, entre realidad e imaginación, entre "lo aní­
mico y lo material". Hemos llegado a un punto donde los compo­
nentes de la realidad han sido profundamente interiorizados. E l 
poema ya no es tribuna, sino imagen amorosa del mundo; no es re­
flexión abstracta, sino sorpresa de la pupila que enaltece yfija. Boti 
ha vuelto definitivamente la mirada hacia Guantánamo, no ha des­
cubierto E l Dorado, pero sí su cansí; su asiento último junto a sus 
muertos, susgentes, sus cosas; elpredio nativo entre el mar y la mon­
taña. Después, no es posible hablar nuevamente de "la plétora in­
sana de la noche del Caos", de la "Génesis del Germen“ o de la 
“vastedad empina“ de la galaxia. Ahora cifra sus sueños y caídas 
en las “alturas de San Bruno“ o en “las Serranías de Yateras“, 
en “Cayo Piedra y Punta Rubí“ o en “la playuela solitaria de Las 
Guásimas“; retoma a la ciudad, a la “aldea“,y antes que la noria 
de la vida cotidiana lo arrastre, antes de aislarse y enmudecer en 
busca de la luz poesía, aún tiene ánimos para recorrer sus 
sitios preferidos mientras piensa en el poema que algún día los in­
mortalizará.
Con El Mar y la Montaña Boti se sitúa definitivamente entre 
los más grandes poetas de la naturaleza y elpaisaje cubanos; elpri­
mero, tal vez, en asumir el tema con forma y sentido modernos. No 
es casual, por tanto, que para prologar elpoemario tuviera el pro­
pósito de escribir un trabajo titulado Del poema, de cuyo esquema 
saldría posteriormente la primera parte de Tres temas sobre la 
nueva poesía A si lo hace saber en carta dirigida a Juan Ma- 
rinello: "y terminé el trabajo [se refiere a Tres temas]. La pri­
mera parte está hecha sobre un esquema que data de 1921, base
17 Eduardo López Morales: “La palabra y la poética de Regino E. Boti", en 
Universidad de la Habana, Nos. 184-185, mano-junio de 1967, p. 112.
XIV
dt lo que por pereda no fue el prólog) de El Mar y la Montaña, 
am el simple titulo Del poema' “ Por las ideas que se desprenden 
dt ese primer capitulo de Tres temas, sabemos que Boti pensó 
analizar en su proyectado prólogo las conquistasformales más im­
portantes logradas por la nueva poesía; es decir, la ruptura con las 
convenciones tradicionales del ritmo, la rima y la estrofa. Todas es­
tas concepciones sobre la forma eran, desde luego, parte orgánica de 
su propia poética,y fueron realizadas antes en El Mar y la Mon- 
tafta, síntesis tanto de las aspiraciones posmodemistas como de al­
gunas de las técnicas vanguardistas.
Para ilustrar la novedad de estos poemas sobre elpaisaje, ningún 
ejemplo mejor que su original versión de "Ángelus1':
Rayas sombrías y luminosas.
Verticales: los postes. Horizontales: la
playa,
los raíles y los regatos. E l día 
pregoniza. E l crepúsculo palia 
con sus rosas los grises. En la salina 
el molino de viento que, en el negror, es
dalia
gigante y giratoria.
Y en el ángplus hay ruido 
como el de las alas de la Victoria.
La crítica ha señalado la estructura cubista de tstt poema en 
t i que la realidad ha sido simplificada, reducida, a un esquema geo- 
métrico formado sólo por algunas Untas incrustadas en el claroscuro 
dt la hora. La proverbial plasticidad dt la poesía dt Boti no se 
Umita aquí únicamente al color. Lo sorprendente, a pesar de su bt- 
Utza, no es sólo ese crepúsculo qut "palia/ con sus rosas losgrists“;
ID Carta ile Regino E Boti a Juan Marinello, relacionad* /undamentalmente 
con la realización de Tres temas sAre U mmm fioesü. La carta es original, 
(¡uamánamo, 17 de diciembre de 1927.
XV
sino, sobre todo, esas "rajas sombrías y luminosas“ que introducen 
una visión sorpresiva del paisaje, muy diferente en su esencia a las 
concepciones tradicionales sobre el tema.
Existe en estos paisajes elpropósito de dar asimismo una gra­
dación no sólo tonal, sino, además, espacial. En otraspalabras, Boti 
trata de ¡frecemos una ilusión, lo más exacta posble, de profun­
didad, de perspectiva atmosférica, que no podia ser ajena al artista 
plástico que también jue. Las gradaciones de colores, ¡os matices, 
no son tampoco nuevos en su poesía; pero si ¡o es este modo de com­
poner el texto a partir de esa transposición convencional del espacio 
nal al poético. Asi, en “Símil“, se muestra sumamente preciso:
En la cósmica ufanía 
del día -
mar y manglares, montañas y cielo - 
las chimeneas del ingenio son, 
del segundo término en la gradación, 
como ¡as tres cruces del Calvario entre el vario 
efluviar, ramas vaporosas.
La idea de ¡a disposición geométrica de ¡os elementos de la rea­
lidad proveniente del cubismo, quizás alentó en él una noción más 
acentuada de perspectiva verbal. No debemos olvidar tampoco que 
Boti Jue pintor, y esto, seguramente, amplió su óptica literaria, tan 
dotada de por sípara la expnsión plástica de la realidad. Un es­
tudio comparativo de su lírica y sus acuarelas, arrojaría sin dudas 
nuevas luces sobre el conjunto de su producción artística; descubriría 
nexos, modos e intenciones probablemente ocultos basta boy.
Pero esos apuntes no se limitan a cifrar momentos estáticos. En 
“Vuelo“ Boti logra aprehender también toda la grada y el mo­
vimiento implícitos en la acción denotada por el título. Más que un 
instante, lo que percibe el poema es la inusitada e imaginativa se­
cuencia del traqo júgaŝ de las gaviotas “sobre el ras de la mar“. 
Dos conjunciones y cuatro verbos engarbados simétricamente sobre 
un par de rítmicos hexasílabos, bastan para sugerir ese poético y
XVI
,i ¡u t>e% armonioso dinamismo del vuelo que es, en definitiva, el ma­
yor encanto delpoema La figura se acerca, o se aleja y reduce; pero 
mdx que el escorio relacionado con lo pictórico, recuerda el juego de 
/* imagen cinematográfica por la que Boti, alparecer, se sintió ten- 
lado otras veces.
La gama de la tarde 
me invita a soñar:
Blanco y a^ul: 
un vuelo de gaviotas 
sobre el ras de la mar.
Ora es una Z,
ora un pe% que va a saltar,
se aleja, se achica
se acerca, se va ...
Un la experiencia impresionista también halló Boti posibilida­
des de expresión literaria. Cintio Vitier ha identificado la pin- 
nlada impresionista en un poema al estilo de "EJ poniente“.0 
Como siempre, el poema quiere definir la esencia del instante con 
la mayorfidelidad posible, sólo que ahora apelará a la mancha de 
tíos "pegotes/ de pintura“y "Im ites de lu^“ para damos su im­
presión sobre una de sus muchas versiones del caso. En Boti, sin em­
bargo, parece invertirse la experiencia de Claude Monet; o sea, no 
estudia el paisaje a distintas horas del diay desde una misma po­
sición; sino a iguales horas, pero desde diferentes puntos de vista. 
Abundan en su poesía esas versiones sobre alboradas, crepúsculos 
y nocturnos. El Mar y la Montaña es pródiga en estos leitmotiv 
f ue indudablemente enriquecen la imagen delpaisaje guantaname- 
rv, y contribuyen además a que el libro alcance la más variada e 
intensa plasticidad de toda su poesía
Boti plasmó en El Mar y la Montaña todo su amor a Guan- 
ténamo. En realidad este ¡Aro es el homenaje de un elevado poeta
19 Op. o/., p. 334.
XVII
a su tierra; por él la m alla aldea de "parquedad catalana" nos 
reveló su verdadero esplendor; y por él Guantánamo entró defini­
tivamente en la historia con linaje propio. Sabia que Guantánamo 
no era el mundo; pen su talento le permitió ver el mundo desde 
Guantánamo, y aquí halló universo suficiente para su obra. Su lec­
ciónJue igualmente parca: en el hombre lo que más puede es ¡a in­
teligencia y el amor.
En 1978, cdn motivo de su centenario, se h¿(p una edición es­
pecial, cm el titulo genérico de Poesía, de los cinco poemarios es­
critos y publicados por Boti desde 1913 a 1930. Hoy, a las 64 
años de su primera aparición, vuelve aver la Itt^ en edición fac- 
similar, El Mar y la Montaña. Esta nueva edición, tomadade 
¡4 original hecha en 1921 por ¡a imprenta habanera E l Siglo xx, 
es también un homenaje. Es el homenaje que tributa el pueblo de 
Guantánamo, en vísperas de celebrarse aquí el Acto Nacional del 
26 de Julio, a la Ara y personalidad de Regina E Boti, quien con 
su genio supo alentar en dios difíciles el amor profundo al “predio 
nativo"
ENRIQUE LOMBA M.
XVIII
R E G J N O E . B O T I
EL MAR Y LA MONTANA
(VERSÍCULOS JNDEMNES)
C'ett ver$ la térénité 
que noui devotit tendre.
R o d i n
1 I de Juljo de 1919 
19 de afosto de 1920
La. H abana 
Im pren ta " E l S ig lo X X " 
Teniente Rey 27
m i
YO T A M B IÉ N ,
COMO EL POETA-SOLDADO DE F IU M E , 
A LA TIERRA D EL CACIQUE GUAYO 
A M L MADRE 
A M IS H ER M A N A S 
A M IS SOBRINOS 
A M I H E R M A N A EXTIN TA 
A M I PADRE SE PU L T O 
A TODOS M IS M UERTO S 
A TODA M I G E N T E EN TRE_,
E L MAR Y LA M ONTAÑA 
ESTE CANTO D EL PREDIO NATIVO 
CONSAGRO
ANTES
ANTES
No debe ni puede leer este libro quien no sea artista 
y filósofo.
No debe ni puede leerlo quien no tenga el dón de 
entrañarse embelleciéndolos en los seres, las cosas y 
Inh almas.
No debe ni puede leer este libro quien, aun siendo 
artista y filósofo, carezca de la virtud de asociar las 
ideas vinculando los antípodas aparentes del entendi­
miento para descubrir imprevistas canteras de luz en 
t i subsuelo de la escritura.
(Juicn pueda y deba leer este libro lo hará silencio- 
iam ente, recogidamente, apartadamente, múltiples ve- 
lien, hasta que por involuntarias amplificaciones menta- 
leu, llene de Amazonas y Saharas, de Pacíficos y Andes, 
Im síntesis torturadas que son sus páginas.
Quien pueda y deba leer este libro sabe que es obra
Klnima: en ella han colaborado todos los que escri- ron antes que yo. Y que en m aterias de estética y
R e g i n o E. B o t i
ritmo m ejor es ni hacer ni decir nada porque todo está 
hecho y dicho ya.
Quien pueda y deba leer este libro, luego de gus­
tarlo, que lo tire al fuego;—“la llama es bella”— porque 
le quedará errando en el espíritu la convicción íntima 
de que nuestro lenguaje como transmisor de las ideas 
y los sentimientos, y como expresión artística, es un 
miserable vaso tosco, incapaz por su estrechez y su 
rudeza de contener el matiz y la emoción.
Amén.
12
e l m a r
E l ' m a r y l a m o n t a ñ a
EL MAR
Ancestro de la montaña, 
nutrix de la selva añosa, 
aún es tu entraña 
maravillosa.
En la tarde agatina— 
azul, espuma, arenas— 
se oye el cantar de tus sirenas 
tras la vela latina.
Ritmo eternal, alto poeta 
que sinfonizas trenos y barcarolas 
adivino tu ecuórea palabra secreta 
en el pánico ruido de las caracolas.
15
R e g i n o E. B o t i
CREPÚSCULOS
Sobre la somnolente 
línea del horizonte de la playa 
el pleito de la luz con las tinieblas 
embellece el calvario de la tarde 
y la epifanía de la noche.
Muerte y vida en la Naturaleza, 
vida y muerte en mi a lm a. . .
Hay naufragio de ensueños en mi ocaso 
y de alas y rojeces en el día!
16
E l m a r y l a m o n t a ñ a
ALBORADA
Banderas de los escuadrones 
del ocaso, os contemplo 
en la plata serena del río, 
sobre el manglar orante.
Que al encanto luyiíneo de la hora 
prende en la plata sosegada 
del palpitante río de mis pasiones 
las banderas del ensueño...
17
R e g i n o E. B o t i
CREACIÓN
Si al conjuro lunar el mar se argenta; 
si el sol se irisa— con su lente urente— 
de franjas de esmeralda y de zafiro; 
si el terral la recama y la armoniza 
¿porqué no ha de poblarla de sirenas 
y tritones la mente del poeta?
Loreley, Loreley, alza tu canto!
18
E l m a r y l a m o n t a ñ a
CREPUSCULAR
En los charcos pestilentes 
de la playa estrellas brotan: 
es la floración del cielo 
con que se viste el crepúsculo, 
corolas adam antinas 
que escintilan en los charcos!
19
R e g i n o E. B o t i
MARINA
Como un pedrusco de alas obscuras 
cae en el mar el martfn-pescador; 
y del terso cristal de las aguas 
se elevan dos alas de espuma 
de efímero albor.
20
E l m a r y l a m o n t a ñ a
EN EL PROMONTORIO
Desgrana el viento su collar de sones; 
sintoniza la m ar sus convulsiones 
b a jo 'la batuta de la m area; 
el nublado la bahía taracea 
de verde y de pizarra; él aguacero 
tiñe el horizonte de azul de acero.
Emproa el canal un velero.
Su vela latina, su gálibo vano, 
despiertan la rota del triunviro romano;' 
y una visión de amores y de orgía 
hechiza esta mañana de verano: 
Cleopatra desnuda bajo la pedrería, 
el triclinio, el espasmo, la falsía 
del beso . . .
Y el beso del áspid.
La agonía.
21
R e g i n o E. B o t i
SOLEDAD
Es tan profundo el silencio 
que el oído percibe las mil voces 
que claman en su seno.
Unicamente eleva su contrapunto distinto 
el ritmo de la mar, que como un manto 
sonoro se teje y se desteje en un perenne 
movimiento de sístole y de diástole.
22
E l m a r y l a m o n t a ñ a
PINCELADA
Los efluvios desdibujan 
los detalles de la playa.
El sol corta. Y un vaho de fuego 
es el aliento del arenal desnudo.
De repente, entre las pencas espinosas 
(mórbidas manos verdes) 
como pupilas escarlatas 
m adura su fruto el nopal.
23
R e g i n o E. B o t i
NOCTURNO
Las sombras-de la noche 
achatan y acercan las montañas; 
reducen la bahía; y duplican 
las estrellas y las nubes 
en el quieto tablero de las aguas.
Sólo el relámpago a veces 
restituye la verdad 
con su nerviosa luz estenográ,fica.
24
E l m a r y l a m o n t a ñ a
FICCIÓN
Para Rafael Fausto Polanco
Bajo el capuz nocturno 
se despuebla el muelle y abre los cuatro ojos 
de sus cuatro faroles incandescentes.
Y el mar temblequeante los refleja 
obstinadamente en cuatro gigantes 
sanguijuelas que quieren 
picar la plancha de la superficie.
25
R e g i n o E. B o t i
EL FOSIL
Paseo por el cayo madrepórico.
Siento besos de luz en las pupilas, 
nupcias de quimeras en el alma.
Me inclino en oblación hacia la tierra.
Una valva fósil. La contemplo. Oh, la muda 
que sabe tantas cosas!
En su sueño inconsútil de milenios— 
secretos de la Vida y del Planeta— 
conoció al pitecántropo erecto 
que la admiró tal vez, y no supo idealizarla 
en versos de libre estética.
26
El m a r y l a m o n t a ñ a
ELEGIA
Negros postes. Un farol grosulario. 
Fúnebres montañas. El armonium del viento. 
Desparece la luz tras los manglares 
que agitan sus señeras salitrosas.
El graznar de las aves marinas es raro 
responso. Y las turmalinas dolorosas 
de la noche lloran luceros porque 
la tarde muere deshojando rosas.
27
R e g i n o E. B o t i
VUELO
La gama de la tarde 
me invita a soñar:
Blanco y azul: 
un vuelo de gaviotas 
sobre el ras de la mar.
Ora es una Z,
ora un pez que va a saltar,
se aleja, se achica,
se acerca, se va. . .
Blanco y azul: 
un vuelo de gaviotas 
sobre el ras de la mar.
28
/■ ' I m <i r y / i i 111 t i n t n :} .1
EL GUINCHO <•>
Para Jaime Esteva
Traje negro como para 
asistir a un funeral.
Rubí el párpado. Camisa 
blanca. (Cuando la suele usar.)
El pico inquisidor.
El rabo con faldones de frac.
Aeroplano y aviador,
majestuoso vuela; y pesca
si se derrota rápido
desde el éter hacia el mar
y se eleva engullendo
pez brillante avizorado
con los dos telescopios de sus pupilas.
(1) Aquila carolinensis. ‘‘Ave sedentaria y representante de lae águ 
en la f a u n a c u b a n a . " ( R o sa d o )
29
R e g i n o E. B o t i
MOMENTO
Una invasión amatista 
sobre el cúprico verde 
del mar.
Estrías de jacinto 
y de esmeralda 
y blancuras de vellón.
La ventolera arrecia.
Se ennegrece a caprichos intermitentes 
la acrópolis del manglar.
Cruza a fuerza de remos 
una chalupa 
que viene de navegar.
30
/: / m a r y l a m o n t a ñ a
EL NORDESTE
Errumpen todas las velas 
a flamear con los besos del viento; 
que bufa como un demonio 
el nordeste.
Por la barroca esmeralda 
del oleaje— que franjea 
una cinematográfica amatista 
estelar—derivan todas las velas 
que salen para alta mar.
Se hinchan rechonchas 
ocyes, negras, rojizas,y tremulan ligeras en su fuga.
Fláccidas se balancean 
las que tornan de pescar 
coronando, entre nácar de peces 
y azabache de redes, su visión 
len ticu la r.. .
31
R e g i n o E. B o t i
PERLA
Aspersión argéntea en la bahía y en el espacio. 
Bruma en las montañas, y en la falsa montaña 
que son las nubes hacia el naciente.
Está la Natura mate y sombría.
Y el sol—para alegrarla y verla— 
sobre la montaña y la falsa montaña 
de nubes, asoma como enorme perla 
diamantina. Amanece. Se irisa la mañana.
32
E l m a r y l a m o n t a ñ a
ANGELUS
Rayas sombrías y luminosas.
Verticales: los postes. Horizontales: la playa,
los railes y los regatos. El día
preagoniza. El crepúsculo palia
con sus rosas los grises. En la salina
el molino de viento que, en el negror, es dalia
gigante y giratoria.
Y en el ángelus hay ruido 
como el de las alas de la Victoria.
33
R e g i n o E. Rot i ,
CREPÚSCULO MUERTO
E l crepúsculo— que es mariposa áurea 
en jardines de endrina—la m uerte anuncia 
del día; pero el crepúsculo es láurea 
en que brillan rosa y juncia.
El crepúsculo hoy, si de la muerte del día 
es heraldo, él a su vez fenece 
en una extenuación de exantropía 
que en siena y negro se estremece 
y c rece . . .
34
E l m a r y l a m o n t a ñ a
EL FARO
Joya lumínea que abarca 
del horizonte la agrura, 
g u ía 'y ampara a la barca 
que entre las olas sombrías 
desanda en la noche obscura.
Sobre pedestal de escoria 
yo llevo ún faro-portento 
que glorifica la historia 
de todo el género humano 
¡el faro del pensamiento!
35
R e g i n o E. B o t i
LA SIRTE
El mar canta canciones de espuma, 
toca marchas triunfales de olas; 
y en azules bataholas 
llena de cantante bruma 
la terquedad de la sirte.
La sirte, m ar armonioso, 
duerme, no quiere ni oirte.
Es tan fecundo el reposo!
36
E l m a r y l a m o n t a ñ a
GUANTANAMO ARRIBA
El río : una cinta de azules, de sombras y ensueños. 
Cubriendo la carrera, manglares de gala.
Incipientes farallas. Arbolares cenceños.
Bueyes enormes. Quietud. Tierra mala.
Y así hacia arriba hasta San Bruno. Un alto. 
Comarcano Guayo levantó su cansí.
Visión del pasado: ante el puro cobalto
cae vencido el feroz Mayabí
de su sangre encendido en el fluente rubí.
37
R e g i n o E. B o t i
EPITAFIO
Don Santiago Mackínley, highlánder: tu tumba 
misántropa está en el acantil de sotavento.
Cruz ancha de negro granito 
te memora. Bajo tu tumba retumba 
la orquesta del mar, el caracol del viento; 
pero tú no estás en lo infinito.
El acantil arena se ha de tomar; 
polvo tu cruz ancha de negro granito; 
y tú a Escocia, siendo ola del mar.
Highlánder: entonces en el seno de lo infinito 
volverás a entrar...
38
E l m a r y l a m o n t a ñ a
SIMIL
En la cósmica ufanía 
del día—r
m ar y manglares, montañas y cielo— 
las chimeneas del ingenio son, 
del segundo término en la gradación, 
como las tres cruces del Calvario 
entre el vario 
efluviar, ram as vaporosas.
A la postre es un ingenio 
Calvario de tantas cosas!
39
R e g i n o E. & o t i
DE VIAJE
El cielo está en el fango. Junto 
a la carrilera el agua se estanca 
y en su ojo cruza la nube blanca, 
fulge el azul inmácule. Como unto 
ancestral hincha la tierra 
salitrosa, a tramos de rojez de aurora; 
la calígine de alas de sol yerra 
y teje cuentos el humo de la locomotora.
40
E l m a r y l a m o n t a ñ a
LA SOMBRA DEL MANGLAR
Cabe la cenagosa orilla 
de la playuela de Las Guásimas contemplo 
tras la ramazón verdiamarilla 
que es el decorado del lomerío-templo, 
danzar la sombra del manglar rijo 
en la turbia agua del mar.
Pintorescos 
consorcios de marrón y de atbares 
meniscos, la sombra es arabescos 
que cabalgan en temblores solares, 
para dar la impresión de una gigante 
rítmica concha de carey.
41
R e g i n o E. B o l i
LAS ALMEJAS
Agiles las manos, van poniendo 
sobre la lasitud de la arena salada 
las elípticas almejas húmedas y estriadas.
A cuadros lilas y gualdos, róseos y bermejos, 
ocres y ultramar, nieve y retoño, 
con gradaciones tonales y de colores, 
son animados retales confundidos 
de sedeñas cintas escocesas.
42
E l m a r y l a m o n t a ñ a
FRENTE AL INTERROGANTE
El batel, azotado por olas y euros, 
hace temblar mi corazón 
en la vorágine de la muerte.
Oh, cuarto de hora de elevación! 
Toda mi pureza terrenal 
limpia quedó!
43
R e g i n o E. B o i i
ORACION
Lucero de la tarde, que te elevas 
del ocaso sobre la decoración carmesí 
como una rosa adamantina, 
recoge la dolorosa esencia de mi alma 
que pura va hacia ti!
44
E l m a r y l a m o n t a ñ a
TARDE
Un rosa leve sonroja las techumbres 
y las verdes copas de unos arbolillos; 
los sombrajos se extienden como mantos 
desde la lometa; 
colma las orillas silenciosas 
la pleamar; un bote cabecea; todo calla... 
Sólo se percibe el ritmo de un motor 
de gasolina que se aleja 
por el mar. . .
45
R e g i n o E. B o t i
LEPRA
Las nubes—cumulus luminosos— 
vagan sobre la bahía.
En la superficie van dibujando 
lamparones, fantásticas estrías 
esmeralda, azules, moradas, 
moradas, azules, esmeralda. . .
46
E l m a r y l a m o n t a ñ a
CELAJE
En la gloria de la mañana, 
un celaje deja pasar el sol.
El viento encarruja sutilmente 
las olas, que besadas por la luz 
parecen una floración argéntea 
de lises tembladores y brillantes 
que se suceden en isócronas falanges 
mientras llenan de estrellas la mañana.
47
R e g i n o E. B o t i
CROMATICA
La oblicua lumbre ponentina 
amarillea la copa, que agitada 
por algún genio tutelar, preludia.
Como el anoncillo está entre las fragas
y la bahía, la luz hace cromatismos
mudables con simples ocres y verdines,
con amarillos y con lilas,
tras cuyas manchas se abre como bocas
deslumbrantes el azul argentino
de la dalmática de la bahía.
48
E l m a r y l a m o n t a ñ a
LA BRUMA
Como una anciana de postizos grises 
con la mañana se despierta la bruma; 
y con la lentitud de sus años, en el óleo 
de la Naturaleza, va borrando montañas, 
horizontes y cielos. De repente 
entre Cayo Piedra y Punta Rubí se abre 
una fingida entrada de la bahía. . .
Y la bruma terca en asperjar sus grises!
49
R e g i n o E. J3o£i
LA BRISA
Voluble, como libélula intangible, 
la brisa vuela sobre la laca 
de la bahía.
Sus alas levantan levísimos rizos 
pareados, transversos, en cruz, convergentes 
cabrilleantes y opacos, dormidos o rápidos, 
haciendo del agua un cambiante moaré.
50
E l m a r y l a m o n t a ñ a
EL PONIENTE
Violentas entonaciones de fraguas y altos hornos: 
sanguinas en nubes y playas; 
prusias agresivos en celajes, como pegotes 
de pintura; negro de hollín la fronda; 
y en la jara, a inconexos trancos, lingotes 
de luz entre el fango cetrino. Rotonda 
de carmín. Y a la linde ombras y rayas.
51
R e g i n o E. B o t i
EL OJO
En el mármol de mesa de café 
que hace el mar, el farol rojo 
del bote que bornea, es el ojo 
sangriento del bebedor que, 
borracho, en el fondo de su copa 
ahilarse su conflagración ve.
52
E l m a r y l a m o n t a ñ a
EL BOTE
Viene al remo. Es todo negro 
en medio del negror de la prima noche. 
Avanza con cautela. Una luz mortecina 
salta de su vientre. Se diría 
un ataúd, tarambana 
que saliese a vagar por la ribera 
para amedrentar a los pescadores.
53
R e g ¡ no- E. B o t i
AMANECE
La claridad percuciente 
va escorzando etérea randa 
y un albor quiebra su banda 
en la inquietud del naciente.
Nubes orlan la montaña 
con enigmáticos dejos, 
y parece que una araña 
teje en cristal los reflejos.
Hasta que en ténue arrebol 
truécase el niveo capuz; 
y en versículos de luz 
sobre el mar se tiende el sol.
54
E l m a r y l a m o n t a ñ a
COMUNION
Todo dulce y sencillo, todo leve: 
rosa y celeste, celeste y rosa.
Crepúsculo de altar, de hostia y de nieve;
virgíneo y pasajero como una tuberosa ,
¿porqué me haces temblar
de emoción si te contemplo
cuando no sé rezar
ni conozco el camino del templo?
55
1
R e g i n o E. B o t i
FICCIONReverbera la hora del mediodía.
Y allá en los cabrilleos de la lejanía, 
de momento brota— 
argento bruñido—la pala 
de un remo que, súbito, se hunde 
y torna a aparecer, 
como un lucero náufrago que pugna 
con las olas por no perecer.
56
E l m a r y l a m o n t a ñ a
SIMILES
Es la gris monotonía 
de la tarde conventual 
como un salmo, una oración; 
monje capuchino el cielo; 
monja novicia la mar.
Y los guinchos, que quebrantan 
en silencio este placer 
son
una lejana escuadrilla
de negros aviones en plácido raid.
57
R e g i n o E. B o t i
AGUACERO
Del Sur viene el aguacero, 
del Sur viene el aguacero; 
viene borrando montañas, 
se viene tragando el mar.
Del Sur viene el aguacero, 
del Sur viene el aguacero: 
la bahía es toldo pardo 
en que todo se esfumó.
Del Sur viene el aguacero, 
del Sur viene el aguacero 
cayendo en mantos sombríos 
entre los que sólo es ver 
la mole de una goleta 
blanca como un Spitzberg.
58
E l m a r y l a m o n t a ñ a
EL BAUPRÉS
Contra el zafiro del mar 
resalta la arrogancia del bauprés 
que como la papada 
de un paleolítico pelícano es.
59
R e g i n o E. B o t i
IDEOLOGICA
En la tormenta ázul 
que el oleaje representa 
asoma un remo alternativo 
que hace relámpagos de plata.
60
E l m a r y l a m o n t a ñ a
LO PEQUEÑO
Para catar mejor el deleite visual 
de los cielos 
me calo los espejuelos 
y me arrobo en el proscenio vesperal: 
grises, zarcos, marañuelos, 
en el gran crisol sideral.
De vuelta de la playa me avizora, 
junto al muelle—hurto a lo divo de la hora— 
un amigo oficioso que me dice:
—Adiós, Doctor!
Qué pequeñez tan grande! Yo Doctor 
en Derecho Civil!
Y aunque el saludo en su pueril 
empeño
rompe el encanto de mi ensueño, 
en el poniente hay rosicler y añil.
61
INTERMEDIO
( e n l a a l d e a )
E l m a r y l a m o n t a ñ a
GUANTÁNAMO
Aldea, mi aldea, 
mi natal aldea,
término que clavó entre el mar y la montaña 
la flecha siboney!
Amo tu parquedad catalana 
y tus calles rectas 
porque-r-selvas antaño—por eljas 
discurrió Guayo el siboney.
Guantánamo! Tu nombre, 
cifra de esta región de las aguas, 
es como un grito guerrero 
del siboney.
Mi policroma aldea, 
villa-iris amada, 
tierra de los ríos, 
escenario del cansí siboney.
Guantánamo! Tú eres 
la avanzada serena, el cerní 
del llano de las aguas 
de tu antiguo solar siboney.
65
R e g i n o E. B o l i
Aldea, mi aldea, 
mi natal aldea,
término que clavó entre el mar y 
la flecha siboney!
8, marzo, 1916
la montaña
66
E l m a r y l a m o n t a ñ a
HERMANDAD
Hay un alma sensible en cada cosa.
Las voces del silencio en la montaña; 
las rapsodias del mar; el tableteo 
del viento en los playones y farallas; 
el ritmo monacal de la alta noche; 
el treno de los valles y quebradas; 
el ecuóreo bullir del caracol 
y el sinfonizar de los pinares 
son quejas, gritos, ayes y clamores 
de las cosas simples y perennes.
Son el acorde del dolor del mundo, 
que* el mundo tiene un alma, y hay un alma 
sensible en cada cosa. Un alma hermana 
de nuestra' pobrecita alma humana.
67
R e g i n o E. B o t i
YO
Un penacho de locura, 
retales de otra alma triste 
que edades muertas vivió, 
culto a la literatura, 
piedad para lo que existe, 
(porque existir es tortura) 
altivez y ensueño: Yo.
68
E l m a r y l a m o n t a ñ a
LUZ
Para Luis Revert Suárez.
Yo tallo mi diamante, 
yo soy mi diamante.
Mientras otros gritan 
yo enmudezco, yo corto, yo tallo; 
hago arte en silencio.
Y en tanto otros se agitan 
con los ritmos batallo 
y mi nombre no agencio.
Yo soy mi diamante, 
yo tallo mi diamante, 
yo hago arte en silencio.
69
R e g i n o E. B o t i
ANSIAS
Se me van los ojos buscando las lindes. 
¿Porqué no estar en todas 
partes a la vez?
Querría sentirme en las sierras, 
en los valles y llanuras, 
en los ríos y el mar a la vez.
Nacer y morir en el Todo 
entrando en las cosas inermes y ser 
grosera materia ignorante y fecunda, 
átomo pensante y consciente a la vez.
Guijarro e idea, brazo y ala, 
instinto y sien,
celaje y pantano y voz y silencio 
y odio y amor a la vez.
70
E l m a r y l a m o n t a ñ a
FICCIÓN DE LA MADRUGADA
El cosmos Integro está en mi.
En la madrugada, mientras leo, 
me acompañan la luna y el jardín.
Un ruido lejano que recuerdo, un ruido 
audaz y propulsor. Inquiero 
también con la mirada. En el bruñido 
manojo de cuartillas ana mariposa 
que aletea, con el mismo ruido 
lejano, lejanísimo, de un aeroplano 
en su marcha caudalosa.
71
R e g i n o E. B o t i
PAGANIAS
Canto el placer de la hora divina, 
de la hora divina y triunfal, 
del instante que es eterno 
porque no torna jamás.
Que todos los tiempos del tiempo 
en lo breve, en lo ténue, en lo psíquico están.
Se vive en lo eterno besando una boca
con beso-contacto, con beso-gemido, con beso fugaz.
La vida es misterio que llega, que huye, 
que vuelve a pasar...
72
E l m a r y l a m o n t a ñ a
SALUTACIÓN
En la mañana azul me recibe 
con oleadas de flores el cementerio, 
con oleadas de flores que son ojos 
que me miran desde el mar del misterio
73
R e g i n o E, ñ » * i
LIBRE
Elevando coa k» ojo* mí miseria morsi, 
escruto 1« aegra oocbe, «omo el fondo 
de un «Ima. V qué íoteasa alegría!
Mite* de astros nuevos han brotado— 
es una apariencia—para mí reerto.
Cfono! ¿No hay quien cobre aquí abajo 
en 1» taquilla del tiempo 
por ver este espectáculo?
74
E l m a r y l a m o n t a ñ a
FLORACIÓN
Llego de noche al jardín, 
alzo los ojos al cielo 
y entre la fronda romántica 
flores extrañas contemplo, 
flores radiantes y extrañas 
que ensimismado contemplo: 
haces curiosos de estrellas 
como caídas del cielo...
75
R e g i n o E. B o t i
RITUAL
Con cansancio espiritual en los ojos 
llego a la esquina. Oh sorpresa!
La tarde en el crepúsculo está presa; 
en la tarde, mil cíngulos rojos; 
y en la copa del árbol solariego 
rojos, poniente y tarde. . .
Cielo de ensueño y vida en que me anego 
sin que nadie me aguarde!
76
E l m a r y l a m o n t a ñ a
NOCTURNO DE ESTIO
El jardín como un patio de cartuja. 
La luna opalina. El cielo opaco.
Y—mano nivea
que se deshace en éter—el penacho 
perfumoso de la canna.
Mariposas! Como el héroe del mito 
sujetas a la tierra, vuestras alas 
vejetales en cambio se remontan 
a lo desconocido por la escala 
del aroma.
77
R e g i n o E. B o t i
TARDE DE AGOSTO
Un ante ocaso deslumbrante.
Contra luz, las torres de la iglesia bautista 
son dos monolitos empavonados.
De fondo, un cielo de plata espejeante. 
Vela el sol niebla de perla y amatista. 
Ambiente calino, ramajes vulcanizados. . .
78
E l atar y l a m o n t a ñ a
TARDES DE NOVIEMBRE
En ««tas tardes sombrías 
del otoño tropical, 
a opuestas, el crepúsculo vespertino 
eo la copa del anoncíllo solariego 
argenta todas las luces del día.
79
R e g i n o E. B o t i
LEVEDADES
Rápido—como la primavera de la vida— 
el crepúsculo quemó 
hacinas de colores y matices; 
y—como la primavera de la vid*— 
con temblores de llamas se extinguid.
80
E l m a r y l a m o n t a ñ a
AGUA Y SOL
Lluvia con sol de repente, 
y el sol hacia el occidente 
de cada gota de agua 
lápiz de diamante fragua 
que desciende raudamente.
81
R e g i n e E. B o t i
ETERNIDAD
Una eclosión de púrpura en el cielo. 
Es el día que muere. Mañana nacerá. 
Esas púrpuras rojas son los cortinajes 
de la capilla ardiente de la eternidad.
82
E l m a r y l a m o n t a ñ a
CIELO BLANCO
La tarde—povia sumisa— 
desfallece en brazos del 
calor canicular.
Y el cielo—una cóncava perla— 
trasunta la nostalgia 
de un paisaje invernal.
83
R e g i n o E. D o t i
EL FRAMBOYAN
Catalepsia
Negro y pelado el tronco 
es en pie un fantástico esqueleto 
colosal, que el camposanto domina.
Duerme en su desnudez el sueño bronco 
del cambio en su quietismo escueto, 
y es como el dolor blasfemo de la colina.
Renacimiento
Se cubre la escuetez con fuego de erupciones 
floribundas: almagre deslumbrante 
que se desborda en olas.Y parece 
que en la fronda de bermellones 
alguna que otra hoja titubeante 
es flor esmeraldina que se mece.
84
E l m a r y l a m o n t a ñ a
Perpetuidad.
Rozagante y lozano, es sólo fronda 
primaveral, gamas de verde, 
banderas de amadores y paladines.
Y por la musical turquesa de su fronda 
una muchedumbre se pierde 
de glaucos y brillantes machetines.
85
R e g i n o E■ B o t i
OCASICA
La tarde se está muriendo 
con tanta melancolía 
que en la absorta lejanía 
un madrigal va diciendo.
Los postes—hoscos adrales 
que custodian el ocaso— 
alzan el sangriento raso 
de las rosas vesperales.
Mientras, estratus de plata 
pasan del sol sobre el filo 
y traman un verde-nilo 
que en leve azul se dilata.
Y así, en unción claudicante, 
las sombras se confabulan; 
y suben vahos que ambulan 
en la luz agonizante.
86
E l m a r y l a m o n t a ñ a
AL SUR
Se oponen a la visión del río 
ahumados y maltrechos caserones 
que aprisionan la amapola del poniente.
Y el anoncillo de la casa payral— 
tan verde y tan compacto a la mañana— 
ahora es una bola 
rubia, transida por cien dardos 
anaranjados.
87
R e g i n o E. 3 o i i
HACIA LA ALDEA
En perspectiva hace la callejuela— 
entre frondas, astas y columnas— 
como el iris enorme de un ojo irritado.
Y al linde partida por el carbón de una torre 
gótica—la pupila de oro viejo 
refulgente del poniente.
88
E l m a r y l a m o n t a ñ a
TRAJE NUEVO
Llegan los días de auril 
y aunque es seca, todo verdea.
El anoncillo de mi patio parece 
que—para halagar al pensil— 
se ha puesto un traje nuevo 
deslumbrante—todo hoja y renuevo.
89
R e g i n o E. B o t i
CABALÍSTICA
Llego al jardín solariego 
con lumbres en alma y mente 
bajo la luna en unción.
Y del joyero celeste 
cae la interrogación 
de una floral estrella errante 
como un diamante volador.
90
E l m a r y l a m o n t a ñ a
MATINAL
Suave sol besa la aldea 
y en la calle recta y silenciosa 
frente a una dulce policromía 
mueve la luz su espectro matinal 
que hace una mancha hipsiana larga, 
entrecortada y sinuosa 
contra la acera occidental.
91
R e g i n o E. B o t i
LA BARBERÍA
Hay en el niquelado 
de la peana del sillón— 
espejo que embruja lo circundante— 
dos ojos donde una luz blanca— 
dos perlas irisadas—se ha posado; 
y en su entrecejo sombrío 
detona la eclosión 
de una pupila apaisada 
donde a cuadros alterna la esmeralda 
con el gualda
y es como la conciencia del salón.
92
E l m a r y l a m o n t a ñ a
LA FAMA, DE CHINI <»
Creada a golpe de cincel 
en la propia eminencia y bajo el sol, 
vuelas sin tener alas, porque 
—aunque terrena—eres lo ideal.
Grácil, ingrávida, serena, 
tu helénica euritmia redime, 
de venal mercantilismo—pregonando su gesta— 
a mi aldea natal.
( I ) Américo J . Chini» escultor y arquitecto italiano, autor de la Fama 
qua oorona el edifìcio Salcines.
93
LA MONTAÑA
E l m a r y l a m o n t a ñ a
LA MONTAÑA
La montaña ¿cómo es bella 
la montaña?
¿Cuando es azul lejanía, 
cuando—encendiendo su entraña— 
es luminares la noche 
y en verdores vibra el día?
La montaña ¿cómo es bella 
la montaña?
Es bella desde su entraña, 
y hecha azul lejanía, 
cuando la noche es estrellas 
y en flores se desentraña 
lá verde gama del día.
97
R e g i n o E. B o t i
ESCAPATORIA
Vuelvo de nuevo a ti, Naturaleza.
Y—en lo alto de la montaña— 
contemplo la obra serena 
de tu llano ciclópeo.
Baño lustral, espíritu y materia 
se llenan de alegría. Oh tú, tan buena! 
Tan callada y tan fuerte! Haces 
y no hablas, no te vengas y olvidas! 
Ante ti, qué ruin el Hombre!
98
E l m a r y l a m o n t a ñ a
EN EL GRIÑÓN
Como un nido de águilas en la altura 
el demolido cafetal Griñón 
sobre eminencias enormes 
por otras apresadas, 
hace, en las serranías de Yateras, 
como un mirador.
Desde allí, entre azulosas y silentes 
cuan bellas e imprevistas lejanías, 
la obra soberbia del llano-prodigio: 
la bahía—un espejo; la playa— 
un manchón; las montañas— 
turquesas opalinas. . .
Serenidad imponente,
dulce y melancólica! Y el temor
de volver a la aldea!
99
R e g i n o E. B o t i
RUINAS
En las ruinas del muro y la presa 
envejecen la piedra y el agua 
sobre las que mayo prende 
su verde cana.
105
E l m a r y l a m o n t a ñ a
ALLÁ
Frente a la gran visión 
se levantan en mí grandes ideas, 
sentimientos grandes.
¡Qué sucio asco me provoca el Hombre 
después de poner los ojos 
y el alma de rodillas ante ti, Naturaleza: 
majestuosa, buena, bella 
y armoniosa!
¡Y pensar que debo hundirme 
en la afrentosa gota de tinta 
de la vida cuotidiana!
101
R e g i n o E. B o t i
LA NIEBLA
Toca de nieve que envuelve 
las eminencias y el valle, 
te desgarras en los riscos 
y en los cafetos te abates; 
rompe tus blancos pañuelos 
sobre el azul de las cumbres, 
signa con verdín las selvas 
y desensalma la alfombra 
roja de los bucarales ’ .. 
Niebla: pasa, vuela, sube 
que brilla el sol.
102
' El m a r y l a m o n t a ñ a
EL RUISEÑOR
Resolana de verano 
con brisa invernal alterna, 
y acordando los dos signos 
toca el ruiseñor su flauta 
de doble acorde a la vera 
del camino: 
ave-poesía que sabe 
llenar la fronda de versos 
cantadnos. . .
103
R e g i n o E. B o t i
LOS VALLES
Como veneros—bocas de la Natura— 
abreit su esmeralda vivida los valles. 
Cúpulas y altares, expresión insigne 
de la vida y el sér, 
se suceden en oleaje 
por éxtasis de siglos en su serenidad 
haciendo incomparables horizontes.
104
E l m a r y l a m o n t a ñ a
EL AGUA
Salta un glu-glu inesperado 
de la cripta de la selva, 
y, levantando frescores 
de primavera, 
ríe, promete, discurre, 
canta, se aleja, se aduerme: 
dolor de la selva, añora; 
alma del paisaje, sueña.
105
R e g i n o E. B o t i
EL BÚCARO <>>
Abre arriba su taima—pérgola natural— 
de cinabrio, desnudo de hojas, 
todo corolas. Y abajo—una 
alcatifa de pétalos—otra taima 
cubre de rubio el mantillo 
como un berbellón natural.
( 1 ) C o r ru p c ió n d e b ú c a ro o b u c a re , á rb o l que se s ie m b ra p a ra 
p ro te g e r de l so) la s p la n ta c io n e s de c a fé .
106
E l m a r y l a m o n t a ñ a
LA CASCADA
Salta el repecho altísimo corno 
culebra silbante 
por el farallón a plomo.
Y, rota en iris joyante, 
es en el valle sombrío 
el primer gesto de un río 
hecho fleco murmullante.
107
R e g i n o E. B o t i
EL DELTA
De arcaico alfabeto griego 
escriben los dos arroyos 
con agua sonora cifra esbelta.
Y la triangular corriente 
fluye como una geórgica 
que besa saudosa el A.
108
E l m a r y l a m o n t a ñ a
PAISAJE
Como una lluvia de fuego 
abre el búcaro su pompa; 
azul de ojos, el cielo; 
cardenillo, la agreste, tropa vejetal.
Y del fondo viene la armonía 
de una lejanía 
zafírea, primaveral.
109
R e g i n o E. B o t i
EL NUBLADO
Ejército de formas informes, 
del alba y la aurora sale el nublado. 
Escorza las cimas—selva entre selvas.
Y viene. Deja al pasar su alma de niebla; 
pero trae sinfonías de frondas 
y olores ve jétales.
110
E l m a r y l a m o n t a ñ a
LLUVIA MONTAÑESA
Se cierra el horizonte—ceniza, plomo, perla. 
Los terrones candentes se entreabren.
Brillan las hojas. Los goterones danzan 
y de la tierra sube ese olor 
natural, único, eterno y cósmico; 
olor de hembra, de tumba y de lecho, 
de beso y ramaje, de vida, 
de todo, de nada. . .
111
R e g i n o E. B o t i
EL CAFE
Me come la fiebre. En el bohío 
brinca la charla. Pero un aire 
de agua me espeluzna, y al desgaire 
me arropo en la capa.
Sorbo el pozuelo de caf¿.
Y el devaneo de mi carne rapa 
la escoria carnal. Ensueño, sueño 
con los ojos abiertos y sin fe.
112
E l m a r y l a m o n t a ñ a
EL VADO
Frío y cálido el aire, un eretismo 
baña mi piel. La fiebre—esa querida 
mortal—me besuquea.
Con el aguacero se ha tendido él vado.
Y al sentir el contacto del agua 
en mis piernas^—temiendo a la muerte— 
le agradecí su caricia, 
su fresca caricia de hermana.
113
R e g i n o h .B o t i
EL CAMINO
Ocres y carmines en el ocaso.
El camino lodoso tiene regatos— 
imprevistos espejos de la lluvia a lo largo 
del camino.
Y al arrítmico 
paso
de mi caballo
voy viendo ocasos
rotos entre las patas de mi caballo.
114
E l m a r y l a m o n t a ñ a
HACIA ARRIBA
Se dilata el corazón, 
se dilatan los horizontes de lo real 
y lo ideal. . .
¡Nada como el lecho maravilloso 
de la tierra natal!
¡Cómo dormir en tu seno único, 
inmortal!
115
R e g i n o E. B o t i
SENDERO DE SELVA
Son sombrillas niponas los helechos arbóreos. 
Piensan caobas y orquídeas, ríen geranios y lianas. 
Un solo de silencio. El ruiseñor. Y vienen escoltando 
el sendero matinal teorías de gnomos, 
de silfos, koboldos y hadas. . .
Chist! Ya pasa La Bella del Bosque Durmiente 
y Rubén Darío tras Scherezada. . .
116
E l m a r y l a m o n t a ñ a
REVENTÓN
La piedra monda, letra del cosmos— 
el reventón de piedra muerta— 
es ovario y papiro en su escuetez.
Planta, hombre y demos,
nos manifiesta los criptogramas
que seres de otros astros vinieron a grabar.
117
R e g i n o E. B o t i
EL EGLANTERO
El ruiseñor—melódico e hirsuto 
tenor de la selva— 
es rosa musical.
Y—turíbulo silente de la fronda— 
es perfumoso ruiseñor sin alas 
el rosal primitivo: general retirado 
con blanca y rosada eglantina 
condecorado. . .
118
E l m a r y l a m o n t a ñ a
LA ORQUÍDEA
Expresión inefable y doliente 
de la selva virgen,
como un suspiro que la tierra exhala 
enhiestas tu vareta morado obispo— 
pebetero que trueca perfume en alas.
119
R e g i n o E. B o t i
EL MANANTIAL
Tocó la primavera 
la piedra
con su varillita de verdor 
y cantando epinicios con perlas 
de la garganta del val 
como una cinta milagrosa 
saltó la juventud del manantial.
120
E l m a r y l a m o n t a ñ a
LA AZUREA
Humildísima flor solitaria, 
vástago de la soledad y el silencio 
de la montaña:
tu desnudez evangélica cautiva 
y es tu aroma una plegaria.
121
R e g i n o E. B o t i
OCASO
Un gigante negro 
une cielo y tierra.
Un listón amarillo de crisantemo 
encinta el horizonte. A lo lejos 
el candil de un bohío. Y luego 
llanuras y altezas negro, negro, negro 
como el azabache, 
como lo eterno.
12 i
E l m a r y l a m o n t a ñ a
EL DESECHO
Entramos a campo traviesa.
Hondones y fallas. Penumbras y rayas. 
El sol pintor 
derrama todo color.
Y en surcos y charcas 
meniscos luminosos: taracea 
que cinemáticamente cambia— 
palio-fantasma— 
al pasitrote de los caballos.
123
R e g i n o E. B o t i
LA UBRE
Cuatro pezones tiene la ubre 
y cinco dedos la mano humana.
El chorro de leche—Sem, Cam y Jafet— 
llena de blanco y espuma la mañana.
Y todos los hombres de la leche beben. 
¡Qué apacibles los ojos de la vaca!
124
E l m a r y l a m o n t a ñ a
LAS BOÑIGAS
Entre el siena húmedo 
con olor agrario de las boñigas, 
son amapolas inquietas 
las crestas de las gallinas, 
chispas del iris las moscas, 
carbón con patas las hormigas.
125
R e g i n o E. B o t i
EL BUEY
Acaso el mismo de Giosué Carducci 
con la creación en la pupila; 
pero este la copia con tan honda, 
tan sabia y tan sutil melancolía 
que—filósofo y aeda— 
mientras rumia sorites 
con rosas y azahares hace poesías.
126
El m a r y l a m o n t a ñ a
EL GALLO
Su cresta es un penacho para el chambergo. 
Aire aquilino tiene en el pico.
En carúnculas luce barba hijodalga.
Porque sí es mayorazgo. Derecho de pernada. 
Matón lo hacen sus espuelas: 
valido fuera si portara espada.
Don Juan pendenciero y vano, 
con habla, sería hombre; 
mas como canta, es gallo.
127
R e g i n o E. B o t i
LAS ABFJAS
Hacen prismas exagonales, 
rectos e iguales: su geometría.
Vuelan y son un ópalo 
atomizado: su pedrería.
Fabrican y zumban: su himno al trabajo. 
(La corola es estancia y el néctar verso.)
Y la miel: dulce y aroma 
en ámbar líquido converso.
128
E l m a r y l a m o n t a ñ a
ALTURA LEJANA
La bahía: un alfanje de luz 
que corta el velo azul celeste 
de las sierras nativas— 
toisón blanquiazul 
tras cíngulo azulverde.
129
R e g i n o E. B o t i
FLOR SILVESTRE
Pudor franciscano de virgen desnuda, 
rosada cruz de malta, 
temblando te abres al ósculo ardiente 
que te da la sabana, 
tu hermana 
mayor.
130
E l m a r y l a m o n t a ñ a
LA PALIZADA
Cataratas del cielo, la lluvia 
había caído. Y para celebrar 
la fiesta pluvial el río 
crece y propulsa la palizada: 
colosal estrépito de cohetes 
y disparos un día de San Juan.
131
R e g i n o E. B o t i
LA VEREDA
Sarcófago de leguas, 
metido en tu noche fangosa y terrorífica 
todos los monstruos de la sombra salen 
y agarran mi caballo por las bridas.
132
E l m a r y l a m o n t a ñ a
LAS PALMAS
Símbolo de la libertad, palmas de las llanuras y los 
valles, palmas de las montañas y las selvas!
Antes de nacer rómpase el verso, dilúyase el ritmo.
Nadie profane vuestra grandeza, nadie quebrante 
vuestra misión.
Muerto el cantor del Niágara, debió quedar como 
reliquia única y suprema vuestra mención en su oda 
inmortal:
Las palmas, ¡ay! las palmas deliciosas 
de las llanuras de mi ardiente patria 
nacen del Sol a la sonrisa y crecen; 
y al soplo de las brisas del océano 
bajo un cielo purísimo se mecen. . .
A la que sólo era dable añadir el acento melancólico 
de Mendive:
Mas pueda yo morir, morir gozando 
como las nobles y sensibles almas 
sobre un lecho de rosas, escuchando 
la música solemne de las palmas.. ■
133
R e g i n o E. B o t i
Y el són elegiaco de Dulce María Borrero;
Esmeraldas rumorosas, 
porciones del patrio suelo 
que os eleváis orgullosas 
para besar amorosas 
el gran zafiro del cielo. . .
Qué no haya poeta osado de cantaros ya, palmas. 
Antes, rómpase el verso, diluyase el ritmo.
Símbolo de la libertad, palmas de las llanuras y los 
valles, palmas de las montañas y las selvas!
134
E l m a r y l a m o n t a ñ a
MAÑANA DE INVIERNO
Del semicircular zafir— 
trazo del compás geológico— 
que hacen las montañas, sube la nube. 
Velo de Isis que desentraña 
la frumenticia gestación del llano, 
sementera de vidas, de ensueños e ideas.
135
R e g i n o E. B o t i
EL ROCIO
El hada Mañana 
tiene una corona de fugaces perlas, 
presente del rey Rocío.
Y los joyeros del rey Rocío
cada día salen por las campañas
en busca de nuevas perlas
para montarlas
en la corona
del hada
Mañana. . .
136
E l m a r y l a m o n t a ñ a
BOCA DE VALLE
De la U de berilos del valle 
huye por la boca la carrilera 
serpeando entre yerbazales 
como el gigante fósil de una centella.
137
R e g i n o E. B o t i
LA IGLESIA RURAL
Han caído las penas dolientes 
de la noche. Poco brilla la luna.
Bajo sus nácares sin fortuna
se perfilan los torvos salientes
de la iglesia rural. Una torreta
corona el zigzag de su perfil
de castillo ruinoso. Parece una tarda carreta
trepando a una altura senil.
138
E l m a r y l a m o n t a ñ a
PARQUE DE CASERIO
Sobrio y raro. Con sequedad sombría, 
ante él se evocan los campos 
de Castilla, al través de Antonio Machado. 
Entre verdores de luz y luces de lampos 
la chillona pintura del pórtico fulgura 
como una caprichosa orla sin figura 
de Moya del Pino al fotograbado 
en colores.
139
R e g i n o E. B o t i
SOMBRA DE LA TARDE
El valle abierto—verde 
alfombra en que duerme una araña 
utópica,—las guardarrayas— 
recibe la luz vespertina 
como una bendición natufal.
Su madre la sierra se irgue y lo ampara 
y lo llena de gracia pradial.
140
E l m a r y l a m o n t a ñ a
RUIDO DE MAR
Se van tejiendo las sombras 
entre las cintas del cañaveral; 
y de la próxima serranía 
baja con frescas alas brisa terrenal.
Y el mar de gramíneas tiene 
temblor de marea y ruido de mar.
141
R e g i n o E. B o t i
IMPRESIÓN
Por la boca del valle en lontananza 
y sobre la esperanza del cañaveral,
La Piedra que brota, monstruosa cabeza de Esfinge 
que acecha Las Tetas de Juana Mena, 
dos conos azules que se irguen.
142
E l m a i 1 y l a m o n t a ñ a
LA CIGÜEÑAAnima el engaño convergente 
de los railes—cables niquelados 
en la endrina vespertina—la culebra 
de carbunclos que estira ei cisco 
al paso raudo de la cigüeña.
143
R e g i n o E. B o t i
MAJESTADES
Un megaterio dormido 
la Sierra de los Canastos 
desde el bajonazo es; 
mientras—ofidio radioso— 
el Guantánamo prolonga 
su fluvial ruido a mis pies.
144
E l m a r y l a m o n t a n a
TODO
La yunta al paso. El surco rojo 
como la sangre. Y tú al arado 
que hace su uña luz en el rastrojo 
y tú un tapiz del prado.
Yo, viéndoos, fabrico ideas, 
inflamo cantos, abro rosas, nidos hago, 
creo mundos, constelaciones multiplico 
y la semilla esparzo del bien tras el estrago.
145
R e g i n o E. B o t i
LA NORIA
Y mañana, como un asno de noria, 
el retorno canalla y sombrío, 
doblar la cabeza y escribir:
A l Juzgado,
con los ojos aún llenos de lumbres, 
sobre un mar amatista encantados.
146
ÍNDICE
INDICE
p í*.
Dedicatoria.......................................................................... ......7
Antes.................................................................................... ......11
EL MAR
El m ar.................................................................................. ......15
Crepúsculos............................................................................. ..16
Alborada...................................... ......................................... ..... 17
Creación.................................................................. - ................. 18
Crepuscular.......................................................................... ......19
Marina......................................................................................... 20
En el promontorio..................................................................... 21
Soledad....................................................................................... 22
Pincelada............................................................................... ..... 23
Nocturno..................................................................................... 24
Ficción................................................................................... ..... (25
El fósil.................................................................................. ..... 26
Elegía.................................................................................... ..... 27
Vuelo................................................................................... ....... 28
El guincho.................................................................. ......... ..... 29
Momento..................................................................................... 30
El nordeste................... ....................................................... ..... 31
Perla...................................................................................... ..... 32
A ngelus............................................................................... ..... 33
Crepúsculo muerto.............................................................. ..... 34
El faro................................................................................... ..... 35
La sirte................................................................................. ..... 36
Guantánamo arriba............................................................. ..... 37
Epitafio....................................................................................... 38
149
R e g i n o E. B o t i
P*g-
Símil............................................................................................ 3 9
De viaje..................................................................................... 40
La sotrtbra del m anglar.......................................................... 41
Las alm ejas................................ .............................................. 42
Frente al interrogante............................................................ 4 3
Otaeión....................................................................................... 4 4
Tarde........................................................................................... 4 5
Lepra........................................................................................... 4 6
Celaje......................................................................................... 47
Cromática................................................................................... 4 8
La brum a................................................................................... 49
La brisa....................................................................................... 50
El poniente................................................................................ 51
El o jo ......................................................... ......................... .. 52
El bote....................................................................................... 53
Amanece..................................................................................... 5 4
Comunión................................................................................... 5 5
Ficción......................................................................................... 56
Símiles......................................................................................... 57
Aguacero..................................................................................... 5 8
El bauprés................................................................................. 5 9
Ideológica................................................................................... 60
Lo pequeño................................................................................ 61
INTERMEDIO (EN LA ALDEA)
Guantánamo.............................................................................. 65
Hermandad................................................................................ 67
Yo................................. ............................................................... 68
Luz............................................................................................... 69
Ansias......................................................................................... 7 0
Ficción de la m adrugada................................ ....................... 71
Paganías..................................................................................... 7 2
Salutación.................................................................................. 7 3
Libre........................................................... ............................... 7 4
Floración.................................................................................... 7 5
150
E l m a r y l a m o n t a ñ a
P*g.
Ritual........................................................................................... 76
Nocturno de estío .................................................................... -77
Tarde de agosto.......................................... ............................. 78
Tardes de noviembre.............................................................. 79
Levedades................................................................................... 80
Agua y so l................................................................................. 81
Eternidad..................................................................................... 82
Cielo blanco.............................................................................. 83
El framboyán............................................................................ 84
Ocásica........................................................................................ 86
Al su r.......................................................................................... 87
Hacia la aldea.......................................................................... 88
Traje nuevo............................................................................... 89
Cabalística.................................................................................

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