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REGINO E. BOTI ELMAR _ Y LA MONTANA tVERSÌCUlOS MO0 M ES) ' ELMAR _ Y LA MONTANA (VERSÍCULOS NDEMNES) REGNO E. BOTI S EDITORIAL ORIENTE, Santiago de Cuba, 1985 EDICIÓN: Consuelo Nufliz DISEÑO Muta Mosquera REALIZACIÓN: Ricardo Ramírez (0 Editorial Oriente, 1985 EDITORIAL ORIENTE José A. Saco No. 358 Santiago de Cuba PRÓ LO G O En su conjunto, la obra poética conocida de Regina E. Boti (Guan tánamo, 1878-1958) revela uno de los esfuerzos más dinámicos de nuestra literatura por mantener actualizado el discurso poético. Su órbita fue, como en todo auténtico creador, un sistemático y es clarecido proceso de acendramiento. Desde el inicial Arabescos Mentales (1913) basta El Mar y la Mofttaña (1921), ex presión culminante de su poesía, existe un trecho marcado por el laboreo incesante que amplifica y perfecciona elpoema, a la par que aprehende más atinadamente las esencias de su realidad. Con independencia de sus valores estéticos y de todo lo que re presentó para la renovación de la lírica en el país, Arabescos Mentales fue también, en muchos sentidos, consecuencia de una época. Esto es, significaba la demostración práctica, factual, de los afanes actualh âdores de Boti frente a las normas asendereadas de nuestra literatura durante el confuso período de la arrancada seu- dorrepúblicana. A sí ¡o advirtió desde el comiendo José Manuel Po- veda, quien acogió la aparición y defensa de Arabescos con interés verdaderamente personal: “Necesitábamos una batidera, y yo, con la autoridad de que me reviste haber venido preparando, con tanto ardor, en la tribuna y en la prensa, esta hora que adviene, señalo esa bandera como la genuina“.1 1 “Palabras de anunciación“, en J. M. Poveda: Pmas. Compilación, prólogo y notas de Alberto Rocasolano. La Habana, Editorial Letras Cabanas, 1980, t i l , pp. 11-13. I Arabescos Mentales fue en su época una especie de tesis de los modernistas cubanos, lo cual tal vez explique en alguna medida las folias que la crítica le ha imputado al texto. A ! respecto, L i- yasoy Fernández de Castro han anotado cómo el libro "fue en gran parteproducto dt un momento en que nuestra Urica debía afirmar se en las nuevas patas por un exceso de reatciónLa observación parece justa, sobre todo si se piensa en la desmesura gmeral que caracteriza a algunos tópicos, y que hace bastante densa la lectura del libro. Arabescos, es cierto, se resiente muchas veces de un retoricismo capase de alejar al lector poco interesado, ajeno, además, al contexto histórico en el que surgió el litro. Visto a ¡os ojos de hoy, proba blemente no resulte muy de nuestro gusto el tratamiento dado a al gunas de sus motivos y temasfundamentales. Mas no se trata sólo del erotismo o de sus incursiones filosóficas dentro del sensualismo panteista que lo caracterizó,' hay asimismo una marcada preocu pación por ¡a forma, y, sobre todo, por la palabra, que suele re flejarse en ese lenguaje dentro del diccionario a! que hiciera refe rencia Roberto Fernández Retamar La crítica, sin embargo, no ha valorado aún suficientemente esa preocupación lexicológica de Boti. Por ¡o general se le reprocha su pasión por las palabras inusitadas de la lengua;y se olvida, en cam bio, que la búsqueda de éstas contribuyó a salvar la pobreza ex presiva de nuestra poesía. En realidad, esas paUbras "raras“ tie nen casi siempre verdadero abolengp en el idioma; demuestran la amplitud de matices, la precisión, la riqueza léxica, en suma, del español. ¿Acaso no se propuso Azprin análoga empresaf "E l arte [nos dice Azprin por medio del músico español Amadeo Vives] ne cesita de todos los medios de expresión. Y no se puede dejar sin uti- 2 ha poesía moderna m Cuba (1882-1925). Madrid, Librería y Casa Editorial Hernando (S.A), 1926, p. 208. Lizaso abandonó el país al triunfo de la Re volución. 3 “En los ochenta años de Regino E Boti“, en Regino E. Boti Puesta. Intro ducción de Imeldo Álvarez García. La Habana, Editorial Arte y Literatura, 1977, p. 403. Ihprlo ti inmenso fondo de reserva que tiene el castellano. Sería ab surdo que por escrúpulos tontos fuéramos poco a poco reduciendo el idioma a lo más preciso, es decir, a una lengua indigptteComo el maestro español, Boti también fue al rescate de un léxico total mente perdido entonces entre nosotros, necesario para ampliar las posibilidades creadoras de la lengua. Si excedió el niétodoy sacrificó muchas veces elpoema por una palabra, fue porque creyó en la vir tud de esa palabra, y quiso demostrar a su ve^que la poesía era resultado no tanto de la inspiración como del rigor y el trabajo con el lenguaje. Para aquellos que se contentaban con las trilladas ex presiones del clasicismo y el romanticismo hispano, Arabescos fue una lección de oficio poético. Esa actitud de Boti ante la forma y el lenguaje poético, tuvo para Fernández Retamar consecuencias muy definidas: No es cuestión de reprocharle ese ropaje. Además de su valor en sí, ya estaban implícitas en él las nuevas maneras del poeta, y es gracias a ejercerlo a plenitud como Boti logra colmar su ho rizonte, que se ve en los Arabescos demasiado maduro,y presto ya a desbordar hacia formas nuevas ,‘ Es así como la plétora verbal de Arabescos suscitó alfinal un di lema para Boti: repetirse en la ca%a de la palabra exótica y la fa- bulación disgngadora, o desarrollar la compleja parquedad del tras¡p preciso y breve, chocado a las nuevas formas latentes en las composiciones mejor logradas del conjunto. Desde esta dialéctica la desmesura de Arabescos engendró una apertura, un cambio,' ¡o cual, obviamente, hhp de éste un libro limite. En su empeño por rescatar la autonomía del lenguaje poético,. Boti restableció la creatividad de nuestra lírica; recuperó el alcance continental que ésta perdió a raí% de la reanudación de la guerra en 1895; abrió un camino. Su primer libro fue suma de un largo 4 “Las palabras inusitadas“, en Obras CmpUtés. Introducción, notas prelimi nares, bibliografía y ordenación de Angel Cruz Rueda. Madrid, Aguilar, 1962, t. VI, p. 298. 5 Op. á t., p. 406. DI y meditado ejercicio que ¡levó a término las posibilidades de su mé todo artístico. Quiso fundar un lenguaje original, señoril, asentado sobre todo en los dones de la palabra rutilante y recóndita, cuita y sorpresiva; trató de convencer por exceso, pero evolucionópor vías de ¡a simplificación y el acendramiento expresivo. Lo mejor de Arabescos no está, pues, en el acrecentamiento verbal al estilo de algunos poemas de lat secciones “Ritmas pan- teístas“ o “Himnario Erótico“; sino en la plasticidad parnasiana de sonetos como "Funerales de Hernando de Soto“, el preciosismo de poemas ai modo de “Marginal“, la atmósfera natural y suge- rente de "En la magia del crepúsculo ", o las instantáneas rápidas y sintéticas del género de “Aguaba“. Ninguno de estos ejemplos podrían faltar en una antología integral de nuestra poesía; eUos, agrandes rasgos, representan las lineas creadoras más importantes del Boti de Arabescos, 7 , por tanto, algunos de los caminos por donde hallará continuidad su poesía. “Yeísmo“ es el cuerpo o aparato teórico que sirve de carta cre dencial a Arabescos. Gracias a él es posible una comprensión más lúcida de su poesía, de sus fundamentos estéticos, de sus intenciones. E l crítico que fue Boti no estuvo ajeno a las vicisitudes y preocu paciones de su propia obra. Demostró, con rara certidumbre, una aguda conciencia estética y autocrítica igualada en su época sólo por la de José Manuel Poveda. No ha de resultamos extraña, por tanto, la claridad y precisión con que definió su canon estético, hijo, en suma, de un eclecticismo consciente y meditado que suponía la asi milación creadora e individualizada de la tradición. Arabescos Mentales, elpoemario más ambiciosoy complejo de nuestra poesía en su momento, es fruto de esta integración regeneradora que poco tiene que ver con 1a corriente homónima europea.De toda esta reflexión expresa en el enjundioso prólogo, se de riva muy nítidamente su juicio sobre el concepto de originalidad. Fue tajante: “no ha habido más que un cantor original: la Na turalezaPiedra de toque de su poesía, la naturaleza constituye, 6 Regino E. Boti: “Yoísmo“, en Poeaa. Introducción de Imeldo Álvarez Gar cía. La Habana, Editorial Arte y Literatura, 1977, p. 13. IV desde la óptica de su panteísmo militante, una constante temática beneficiada siempre por nuevos motivos expresivos. Vinculado a esta poesía “ni gélida ni volcánica, justa en el equilibrio de lo aní mico y ¡o material“1, se expresa unpamasiamsmo singular, sin es cuela, que también amplia o acorta su pupila en una integración calculada del cromatismo de la realidad circundante con el de la emoción creadora. Si en las mejores realizaciones de Arabescos estaban latentes las posibilidades fundamentales de un cambio, en “Yoismo" éstas no dejan de insinuarse también. La critica con razón ba considerado a Arabescos como un libro dominante modernista, en virtud, sobre todo, del mismo lenguaje suntuario y exquisito al que se indina. Sin embargo, Batí era perfectamente consciente de las Imitaciones del modernismo en 1913, aun cuando no lograra transgredir del todo su larga influencia. Como Poveda años más tarde, Boti ad vierte entonces el retraso que éste representabaya para nuestra poe sía en relación al resto de bispanoamérica, a medio camino durante a/pullos dias entre la mansedumbre posmodemistay los primeros ruidos de la asonada vanguardista. La obra ulterior de Boti participó sin desventaja en ¡o más avanzado de la poesía hispanoamericana del periodo. Del moder nismo inicial y manifiesto pero no exclusivo, la misma pasó a ser centro de una mayor preocupación humana y un interés más con centrado por el paisaje de Guantánamo. Esto, unido a la búsqueda de una poesía menos artificiosa, lo ubican en lo fundamental dentro de la conservadora reacción que Federico de Onís definiera con el nombre de posmodernismo, aludiendo, sm dudas, a su dependencia del influyente modernismo; y que, referida a Boti, significó ubre todo una reacción contra la demasía inicial de Arabescos más que contra el polémico modernismo nacional. Permanecen en este tránsito tres de los postulados propuestos teó rica y prácticamente en su primer libro, aunque enriquecidos tanto por los logros de un lenguaje más conciso, como por los aportes de etnu corrientes poéticas contemporáneas tempranamente conocidas. 7 JM. p. 10. V Eclecticismo metódico, panteísmo poético-filosófico, y disposición plástica, parnasiana, hacia la naturaleza, son, dentro de sus alu didas acotaciones, componentes perdurables de ¡a concepción estética de Boti; lo que unido a su probado virtuosismo para el color y la imaginería metafórica, se traducirá en una poesía de síntesis que a su manera espejeará lo cubano mediante la certera aprehensión delpaisaje, y ¡a expresión, en sus más desoíalos instantes, del pro fundo descreimiento que marcó la actitud hacia la realidad de mu chos de los mejores hombres de la Primera Generación Republicana. La torre del silencio ( 1926), el segundo de los cinco poe- marios escritospor Boti, precisa con bastante claridad la orientación que iría tomando su poesía después de Arabescos hasta llegar a ¡as fulgentes cristalizaciones de El Mar y la Montaña. En La torre, más que en Arabescos, se avizora ya esa poesía de "concentrado esplendor "* con que Retamar bautizara sus me jores realizaciones. Se trata, pues, como precisa Boti en laspalabras al lector, de un "replanteo ", de un libro de transición, sin ¡a sig nificación de Arabescos, pero indudablemente menos difuso, más concentrado en susformasy motivos. Si La torre hereda aún mucho delfárrag> de su primer libro, también asume la disposición para el poema conciso y sugerente que éste no dejó de manifestar, punto de partida de ¡os nuevos conceptos estéticos que Boti desarrollaba entonces; máspróximos a ¡a sencilla trayectoria de la "linea recta" que a la predilección barroca por la curva manifiesta en Arabes cos. Boti se acerca asi a una poesía más sencilla, de tono evidente mente más sosegado también. " Autorretrato ", el poema que inicia La torre, constituye en este sentido una especie de declaración de principios, tanto éticos como estéticos: Soy un hombre natural; sigo a la naturaleza que en un mismo punto empieza lo que es Bien y lo que es Mal. 8. Op. d t., p. 403. - VI M i gesto es siempre espontáneo; y amo y odio y desprecio y olvido por sólo el precio de un impulso subitáneo. Cultivo mi voluntad como si fuera una planta; y adoro el mar cuando canta su canción de inmensidad. Mis palabras son sinceras; precisos mis pensamientos; síntesis de mis momentos, son montañas, son praderas. Soy impaciente y calmado; huyo lo definitivo; y como en tránsito vivo sin haber nada aceptado. Además de recordamos su proverbial panteísmo, el poema in siste asimismo en el leitmotiv de la naturalidad, de la semille£ Pero observemos que se trata de una sencillr^fmdada en ti con trapunto, en la antítesis; es decir, una sencillez de difícil ejecutoria, matizada, sintética, y en consecuencia, imbuida de la complejidad que toda síntesis lleva implícita. A l volverse hada esta poesía, aje na, por principio, al facilismoy ¡a improvisación, Boti rectifica de hecho su concepto de la creación poética y también sobre el modo de percibir la propia naturaleza, piedra angplar de toda su poesía. En su citado ensayo Fernández Retamar resume estos nuevos es fuerzos creadores de Boti en tres modos esenciales: "concentrando los logros metafóricos de Arabescos,' intentando una poesía de ries gosa sencillez como la había hecho M artí y, alguna ve%- Darío; vol viéndose hacia cierta intimidadfamiliar“* Retamar encuentra sig- 9 OU.. p. 406. VII nificativo este estudioso acercamiento de Boti a la poesía del José M arti de Versos Sencillos, asi como a otras zonas de su creación, en tanto ésta supone uno de los caminos abiertos planteadas a su propia poesía. De acuerdo con esto, partee probable que la aproxi mación a ¡a profunda y difícil sencillez de la poesía martiana,fuera parte también del intento implícito en la obra de Botipor explorar y reflejar lo cubano, aun cuando su preocupación por ¡afirma suela a veces distraerle el prepósito. Es la posibilidad mucho más acertada de asumir artísticamente nuestra realidad ¡o que Boti ve fundamentalmente en la poética martiana, fenómeno que ñeñe a coincidir con la preocupación pos- modernista hacia ti país, ¡o cotidiano y lo familiar. A l seguir la trayectoria de la poesía de Boti, el propio Retamar se indina en pensar que "acaso son sus poemas mejores aquellos en que esa dura y exacta brevedad se propone sorprender una peculiar realidad cu bana“.'* No es gratuito que los ejemplos más significativos citados por este autor (“La barbería“," E l café“) pertenezcan a El Mar y la Montaña. Algo similar ocurre con otros estudiosos. Sin em bargo, en su libro anterior estaban ya presentes tanto ¡a tendencia a la simplificación expresiva como al apresamiento de la realidad inmediata, cargada de una cubanía incipiente pero en expansión; aunque limitada aún, como se sabe, por los ecos retóricos de Ara bescos. No en balde Boti descubre un buen día ti sentido basta entonces secreto de su misión, a medio camino entre el léxico todavía pendiente de la palabra afectada, y d horizonte prometedor de su regfón, de la “aldea“: Una tarde en el puente (perla el firmamento, azul la serranía yfragancias el mentó) me besó la Idea en ¡a frente 10 na, p. 413. VIII cuando expiraba el día. (Yo soy el Poeta de mi aldea). (“Connubio panteico“) Por su parte, Cintio Vitier ve lo cubano en Boti sin Martí; es decir, descubre cierta remembranza de los apuntes del último Dia rio de Marti, pero advierte simultáneamente que lo cubano ha sido “desprovisto ya detrascendencia, de finalidad, de esperanza“.11 A sí se expresa a propósito delpoema “E l cafe“, texto capital de líl Mar y la Montaña. Obviamente no es en laforma delpoema ' donde Vitier funda su juicio, sino en el contenido ideológico del mis mo, resumido con descarnada lucidez en los últimos tres versos: “Y el devaneo de mi carne rapa/ la escoria camal. Ensueño, sueño/ con los ojos abiertos y sin fe. “ Para el autor de Lo cubano en la poesía esta desolación representa una de las vivencias poéticas mis profundas de la república. Realmente es sólo a partir de este contexto histórico que resulta acertado explicar su modo de encarar 10 cubano, porque de lo contrario haríamos absoluta una actitud y una manera que tuvo su hora y sus hombres. En su estudio sobre “La imagpt nacional y popular en la poesía cubana “ durante los primeros 25 años de vida republicana, jorge ¡barra sostiene que la creación de una poesía cubana “significaba vivir la imposibilidad histórica de la realización del destino nacio nal, expresar el dolor, el malestar, la incotrformtdad con la frus tración de los ideales patrios" “ Más adelante, refiriéndose a nues tros modernistas (Boti, Poveda, et. al.), precise cómo lo cubano se halla en la poesía de éstos “por el hecho de que expresan sentimien tos nacionales y son formalmente autónomos con respecto a sus mo delos latinoamericanos yfranceses" “ Por último, en relación a Boti, 11 L* aéam m la poesía. La Habana, Instituto del libio, 1970, p. 335. 12 Un N aaA ij a/tura tirio**/. La Habana, Editorial Letras Cubanas, 1981, p. 33. (Colección Crítica.) 13 W , p. 49. IX añade Ibarra: “La cubaría de ésta [poesía] no es, por consiguiente, resultado de la verbosidad o la languidez sino de la concisión y la sinceridad. En otro plano de la realidad, paraBoti ser cubano es ante todo ser guantanamero. La proposición puede invertirse con igual resultado: ser guantanamero es ser ante todo cubano.A sí, para Ibarra, lo cubano en la poesía de esta generación se manifiesta en el reflejo de sentimientos de dolor, malestar o inconformidad re lacionados con una experiencia histórica frustrante para toda la nación;y su expresión mediante una forma independiente que, en el caso de Boti, se agu^ay concreta esencialmente en el ámbito de Guantánamo. Ahora bien -y sin que esto contradiga en lo esencial otros plan teamientos-, ni en La torre, ni en El Mar y la Montaña, lo cu bano se da casi nunca como expresión de vivencias o emociones que trasluzcan los desacuerdos sociales delpoeta de un modo más o me nos directo. EJ sentimiento de desolación yfrustración que irrumpe en sus momentos más angustiados, pocas veces guarda referencia con la realidad social inmediata. Son asimismo escasos ios símbolos que atestiguan sus inquietudes en este campo. A l interpretar las con notaciones sociales de esta poesía, debemos acudir sobre todo a sus contextos, o sea, insertarla en su contorno social, artístico y humano. De no ser así, cómo explicar cabalmente entonces el profundo des creimiento de “E l cafe“, su abroquelamiento en “Lu%“ o el hastio de “La Noria“: Y mañana, como un asno de noria, el retomo canalla y sombrío, doblar la cabera y escribir Al Ju2gado, con los ojos aún llenos de lumbres, sobre un mar amatista encantados. E l modo de Boti no fue la denuncia, sino el silencio laborioso de “Lu%“. Cuando en El Mar y la Montaña toca el tema social, 14 /«</., pp. 57-58. X lo hace de pasada; rápido apunte inmerso por lo general en el antro mayor y capital del paisaje. Después (Kindergarten) el descrei miento lo colma y no dejará de poner en solfa los valores del sistema, la sátira aflora sin virulencia ni amargura, sólo “un poco de fisga, de buen humor y ganas de pasar el rato haciendo chungt de esto, de aquello y de lo de más allá“}' Sin embargo, ya se ha cerrado el circulo,ya su voz enmudece, se aleja, cansada de tanta farsa. La noria ha impuesto sus órdenes; la verdadera república seguiría siendo un sueño. E l poeta, no obs tante, continuaría escribiendo, pero apartado del mundo tftcial de su tiempo, enclaustrado en su retiro provinciano y elevando a su ma nera los dones de la patria. En Boti lo cubano se hace evidente en su larga, reflexiva y amo rosa indagación poética de la naturaleza, los sitios y las costumbres de Guantánamo. A quí estuvo su remo; aquí buscó, con finesa y de voción no usuales, las esencias más amables de 1a realidad cubana. En la extensión contrastante delpaisaje de Guantánamo (El Mar y la Montaña) halló su segtro refugio contra ¡as humillaciones y mezquindades de la vida cotidiana: la bahía -un espejo; la playa- un manchón; las montañas- turquesas opalinas Serenidad impotente, dulce y melancólica! Y el temor de volver a la aldea! (“Ex el Griñón“) Pero extasiado en esas latitudes daría también con el sentimiento de amor a ¡a patria: Se dilata el corazón, se dilatan los horizontes de lo nal IH R c g ín o E. Boti Op. ci/., p . 376. XI y lo ideal... ¡Nada como el lecho maravilloso de la tierra natal! ¡Cómo dormir en tu seno único, inmortal! ("Hacia arriba“) Toda esta poesía implica un esfuerzo por descubrir y anotar con lucidez¡; los instantes más definitorios de la belleza del paisaje y la naturaleza cubana, suma de la riqueza tanto material como espi ritual del hombre y el país: La montaña ¿cómo es bella la montaña? ¿Cuando es azul lejanía, cuando -encendiendo su entraña- es luminares la noche y en verdores vibra el dial ("La Montaña“) La naturaleza, sin embargo, no es bella sólo en su inmensidad telúrica o ecuórea. Hay en Boti la voluntad de penetrar también el secreto de las pequeñas creaciones de la naturaleza parafijar ca riñosamente la belleza inadvertida por el ojo común: Entre el siena húmedo con olor agrario de las boñigas, son amapolas inquietas las crestas de las gallinas, chispas del iris las moscas, carbón con patas las hormigas. ("Las boñigas“) XII l is el mundo del campo cubano poblado de animales y plantas que han sido enaltecidos; son los habitantes de una sociedad ideal donde solamente el gallo, “Don Juan pendenciero y vano“, parece perturbar la “sutil melancolía“ de la pupila del buey o el vuelo reluciente de las abejas que “fabricany Rumban: su himno al tra bajo“. Retratos perfectos de esas criaturas son los antológicos “Mos cardón“ y “E l guincho“, ejemplos clásicos de la aptitud de Boti para la imagen y lo metafórico: Traje negro como para asistir a un funeral. Rubí el párpado. Camisa blanca. (Cuando la suele usar.) E l pico inquisidor. E l rabo con faldones de frac. Otras veces Boti se detiene en lugares queridos que denotan tam bién un acento cubano. Se hallan en esta dirección poemas ccmo “La barbería“, "Nocturno de estío“, “Parque de caserío“y otros. Son sitios típicamente provincianos, relacionados con costumbres invete radas de la sociedad cubana. En “Elcafe“,por ejemplo, texto lleno de significados diversos pero convergentes siempre en ¡o cubano, no podemos dejar de relacionar el escenario (el bohío) con el vetusto y ennoblecido pospelo de café, símbolo de una costumbre que cala muy profundo en nuestra idiosincrasia. La relación, sin embargo, no es explícita; Boti no busca el color local como nuestros crio/listas, sino resonancias más sutiles de nuestro ser. No convence por la enu meración retórica de componentes típicos de la realidad cubana -flora, fauna, escenario, ambientes, personajes-»• sino mediante el »punte apretado y sugerente, tenso por la emoción contenida. "Las irtes, en la hora actual [diría años más tarde], se basan en una ¿Mu sencillez, en una honda penetración Ift Regirlo E. Boti: Tres tem a sobre la tama potsü. La Habana, Revista de Avance, 1928, p. 15. XIII El Mar y la Montaña es, pues, la culminación de esta poesía de síntesis, expresión de algunas de las facetas más características de nuestra realidad. Libro de sabia madure$ esquiva "la caza no justificada deuna palabra"" en tanto perfecciona la totalidad del poema, su organicidad. En la poesía de Boti El Mar y la Mon taña representa el equilibrio entre los significados del texto y sus elementos expresivos, entre realidad e imaginación, entre "lo aní mico y lo material". Hemos llegado a un punto donde los compo nentes de la realidad han sido profundamente interiorizados. E l poema ya no es tribuna, sino imagen amorosa del mundo; no es re flexión abstracta, sino sorpresa de la pupila que enaltece yfija. Boti ha vuelto definitivamente la mirada hacia Guantánamo, no ha des cubierto E l Dorado, pero sí su cansí; su asiento último junto a sus muertos, susgentes, sus cosas; elpredio nativo entre el mar y la mon taña. Después, no es posible hablar nuevamente de "la plétora in sana de la noche del Caos", de la "Génesis del Germen“ o de la “vastedad empina“ de la galaxia. Ahora cifra sus sueños y caídas en las “alturas de San Bruno“ o en “las Serranías de Yateras“, en “Cayo Piedra y Punta Rubí“ o en “la playuela solitaria de Las Guásimas“; retoma a la ciudad, a la “aldea“,y antes que la noria de la vida cotidiana lo arrastre, antes de aislarse y enmudecer en busca de la luz poesía, aún tiene ánimos para recorrer sus sitios preferidos mientras piensa en el poema que algún día los in mortalizará. Con El Mar y la Montaña Boti se sitúa definitivamente entre los más grandes poetas de la naturaleza y elpaisaje cubanos; elpri mero, tal vez, en asumir el tema con forma y sentido modernos. No es casual, por tanto, que para prologar elpoemario tuviera el pro pósito de escribir un trabajo titulado Del poema, de cuyo esquema saldría posteriormente la primera parte de Tres temas sobre la nueva poesía A si lo hace saber en carta dirigida a Juan Ma- rinello: "y terminé el trabajo [se refiere a Tres temas]. La pri mera parte está hecha sobre un esquema que data de 1921, base 17 Eduardo López Morales: “La palabra y la poética de Regino E. Boti", en Universidad de la Habana, Nos. 184-185, mano-junio de 1967, p. 112. XIV dt lo que por pereda no fue el prólog) de El Mar y la Montaña, am el simple titulo Del poema' “ Por las ideas que se desprenden dt ese primer capitulo de Tres temas, sabemos que Boti pensó analizar en su proyectado prólogo las conquistasformales más im portantes logradas por la nueva poesía; es decir, la ruptura con las convenciones tradicionales del ritmo, la rima y la estrofa. Todas es tas concepciones sobre la forma eran, desde luego, parte orgánica de su propia poética,y fueron realizadas antes en El Mar y la Mon- tafta, síntesis tanto de las aspiraciones posmodemistas como de al gunas de las técnicas vanguardistas. Para ilustrar la novedad de estos poemas sobre elpaisaje, ningún ejemplo mejor que su original versión de "Ángelus1': Rayas sombrías y luminosas. Verticales: los postes. Horizontales: la playa, los raíles y los regatos. E l día pregoniza. E l crepúsculo palia con sus rosas los grises. En la salina el molino de viento que, en el negror, es dalia gigante y giratoria. Y en el ángplus hay ruido como el de las alas de la Victoria. La crítica ha señalado la estructura cubista de tstt poema en t i que la realidad ha sido simplificada, reducida, a un esquema geo- métrico formado sólo por algunas Untas incrustadas en el claroscuro dt la hora. La proverbial plasticidad dt la poesía dt Boti no se Umita aquí únicamente al color. Lo sorprendente, a pesar de su bt- Utza, no es sólo ese crepúsculo qut "palia/ con sus rosas losgrists“; ID Carta ile Regino E Boti a Juan Marinello, relacionad* /undamentalmente con la realización de Tres temas sAre U mmm fioesü. La carta es original, (¡uamánamo, 17 de diciembre de 1927. XV sino, sobre todo, esas "rajas sombrías y luminosas“ que introducen una visión sorpresiva del paisaje, muy diferente en su esencia a las concepciones tradicionales sobre el tema. Existe en estos paisajes elpropósito de dar asimismo una gra dación no sólo tonal, sino, además, espacial. En otraspalabras, Boti trata de ¡frecemos una ilusión, lo más exacta posble, de profun didad, de perspectiva atmosférica, que no podia ser ajena al artista plástico que también jue. Las gradaciones de colores, ¡os matices, no son tampoco nuevos en su poesía; pero si ¡o es este modo de com poner el texto a partir de esa transposición convencional del espacio nal al poético. Asi, en “Símil“, se muestra sumamente preciso: En la cósmica ufanía del día - mar y manglares, montañas y cielo - las chimeneas del ingenio son, del segundo término en la gradación, como ¡as tres cruces del Calvario entre el vario efluviar, ramas vaporosas. La idea de ¡a disposición geométrica de ¡os elementos de la rea lidad proveniente del cubismo, quizás alentó en él una noción más acentuada de perspectiva verbal. No debemos olvidar tampoco que Boti Jue pintor, y esto, seguramente, amplió su óptica literaria, tan dotada de por sípara la expnsión plástica de la realidad. Un es tudio comparativo de su lírica y sus acuarelas, arrojaría sin dudas nuevas luces sobre el conjunto de su producción artística; descubriría nexos, modos e intenciones probablemente ocultos basta boy. Pero esos apuntes no se limitan a cifrar momentos estáticos. En “Vuelo“ Boti logra aprehender también toda la grada y el mo vimiento implícitos en la acción denotada por el título. Más que un instante, lo que percibe el poema es la inusitada e imaginativa se cuencia del traqo júgaŝ de las gaviotas “sobre el ras de la mar“. Dos conjunciones y cuatro verbos engarbados simétricamente sobre un par de rítmicos hexasílabos, bastan para sugerir ese poético y XVI ,i ¡u t>e% armonioso dinamismo del vuelo que es, en definitiva, el ma yor encanto delpoema La figura se acerca, o se aleja y reduce; pero mdx que el escorio relacionado con lo pictórico, recuerda el juego de /* imagen cinematográfica por la que Boti, alparecer, se sintió ten- lado otras veces. La gama de la tarde me invita a soñar: Blanco y a^ul: un vuelo de gaviotas sobre el ras de la mar. Ora es una Z, ora un pe% que va a saltar, se aleja, se achica se acerca, se va ... Un la experiencia impresionista también halló Boti posibilida des de expresión literaria. Cintio Vitier ha identificado la pin- nlada impresionista en un poema al estilo de "EJ poniente“.0 Como siempre, el poema quiere definir la esencia del instante con la mayorfidelidad posible, sólo que ahora apelará a la mancha de tíos "pegotes/ de pintura“y "Im ites de lu^“ para damos su im presión sobre una de sus muchas versiones del caso. En Boti, sin em bargo, parece invertirse la experiencia de Claude Monet; o sea, no estudia el paisaje a distintas horas del diay desde una misma po sición; sino a iguales horas, pero desde diferentes puntos de vista. Abundan en su poesía esas versiones sobre alboradas, crepúsculos y nocturnos. El Mar y la Montaña es pródiga en estos leitmotiv f ue indudablemente enriquecen la imagen delpaisaje guantaname- rv, y contribuyen además a que el libro alcance la más variada e intensa plasticidad de toda su poesía Boti plasmó en El Mar y la Montaña todo su amor a Guan- ténamo. En realidad este ¡Aro es el homenaje de un elevado poeta 19 Op. o/., p. 334. XVII a su tierra; por él la m alla aldea de "parquedad catalana" nos reveló su verdadero esplendor; y por él Guantánamo entró defini tivamente en la historia con linaje propio. Sabia que Guantánamo no era el mundo; pen su talento le permitió ver el mundo desde Guantánamo, y aquí halló universo suficiente para su obra. Su lec ciónJue igualmente parca: en el hombre lo que más puede es ¡a in teligencia y el amor. En 1978, cdn motivo de su centenario, se h¿(p una edición es pecial, cm el titulo genérico de Poesía, de los cinco poemarios es critos y publicados por Boti desde 1913 a 1930. Hoy, a las 64 años de su primera aparición, vuelve aver la Itt^ en edición fac- similar, El Mar y la Montaña. Esta nueva edición, tomadade ¡4 original hecha en 1921 por ¡a imprenta habanera E l Siglo xx, es también un homenaje. Es el homenaje que tributa el pueblo de Guantánamo, en vísperas de celebrarse aquí el Acto Nacional del 26 de Julio, a la Ara y personalidad de Regina E Boti, quien con su genio supo alentar en dios difíciles el amor profundo al “predio nativo" ENRIQUE LOMBA M. XVIII R E G J N O E . B O T I EL MAR Y LA MONTANA (VERSÍCULOS JNDEMNES) C'ett ver$ la térénité que noui devotit tendre. R o d i n 1 I de Juljo de 1919 19 de afosto de 1920 La. H abana Im pren ta " E l S ig lo X X " Teniente Rey 27 m i YO T A M B IÉ N , COMO EL POETA-SOLDADO DE F IU M E , A LA TIERRA D EL CACIQUE GUAYO A M L MADRE A M IS H ER M A N A S A M IS SOBRINOS A M I H E R M A N A EXTIN TA A M I PADRE SE PU L T O A TODOS M IS M UERTO S A TODA M I G E N T E EN TRE_, E L MAR Y LA M ONTAÑA ESTE CANTO D EL PREDIO NATIVO CONSAGRO ANTES ANTES No debe ni puede leer este libro quien no sea artista y filósofo. No debe ni puede leerlo quien no tenga el dón de entrañarse embelleciéndolos en los seres, las cosas y Inh almas. No debe ni puede leer este libro quien, aun siendo artista y filósofo, carezca de la virtud de asociar las ideas vinculando los antípodas aparentes del entendi miento para descubrir imprevistas canteras de luz en t i subsuelo de la escritura. (Juicn pueda y deba leer este libro lo hará silencio- iam ente, recogidamente, apartadamente, múltiples ve- lien, hasta que por involuntarias amplificaciones menta- leu, llene de Amazonas y Saharas, de Pacíficos y Andes, Im síntesis torturadas que son sus páginas. Quien pueda y deba leer este libro sabe que es obra Klnima: en ella han colaborado todos los que escri- ron antes que yo. Y que en m aterias de estética y R e g i n o E. B o t i ritmo m ejor es ni hacer ni decir nada porque todo está hecho y dicho ya. Quien pueda y deba leer este libro, luego de gus tarlo, que lo tire al fuego;—“la llama es bella”— porque le quedará errando en el espíritu la convicción íntima de que nuestro lenguaje como transmisor de las ideas y los sentimientos, y como expresión artística, es un miserable vaso tosco, incapaz por su estrechez y su rudeza de contener el matiz y la emoción. Amén. 12 e l m a r E l ' m a r y l a m o n t a ñ a EL MAR Ancestro de la montaña, nutrix de la selva añosa, aún es tu entraña maravillosa. En la tarde agatina— azul, espuma, arenas— se oye el cantar de tus sirenas tras la vela latina. Ritmo eternal, alto poeta que sinfonizas trenos y barcarolas adivino tu ecuórea palabra secreta en el pánico ruido de las caracolas. 15 R e g i n o E. B o t i CREPÚSCULOS Sobre la somnolente línea del horizonte de la playa el pleito de la luz con las tinieblas embellece el calvario de la tarde y la epifanía de la noche. Muerte y vida en la Naturaleza, vida y muerte en mi a lm a. . . Hay naufragio de ensueños en mi ocaso y de alas y rojeces en el día! 16 E l m a r y l a m o n t a ñ a ALBORADA Banderas de los escuadrones del ocaso, os contemplo en la plata serena del río, sobre el manglar orante. Que al encanto luyiíneo de la hora prende en la plata sosegada del palpitante río de mis pasiones las banderas del ensueño... 17 R e g i n o E. B o t i CREACIÓN Si al conjuro lunar el mar se argenta; si el sol se irisa— con su lente urente— de franjas de esmeralda y de zafiro; si el terral la recama y la armoniza ¿porqué no ha de poblarla de sirenas y tritones la mente del poeta? Loreley, Loreley, alza tu canto! 18 E l m a r y l a m o n t a ñ a CREPUSCULAR En los charcos pestilentes de la playa estrellas brotan: es la floración del cielo con que se viste el crepúsculo, corolas adam antinas que escintilan en los charcos! 19 R e g i n o E. B o t i MARINA Como un pedrusco de alas obscuras cae en el mar el martfn-pescador; y del terso cristal de las aguas se elevan dos alas de espuma de efímero albor. 20 E l m a r y l a m o n t a ñ a EN EL PROMONTORIO Desgrana el viento su collar de sones; sintoniza la m ar sus convulsiones b a jo 'la batuta de la m area; el nublado la bahía taracea de verde y de pizarra; él aguacero tiñe el horizonte de azul de acero. Emproa el canal un velero. Su vela latina, su gálibo vano, despiertan la rota del triunviro romano;' y una visión de amores y de orgía hechiza esta mañana de verano: Cleopatra desnuda bajo la pedrería, el triclinio, el espasmo, la falsía del beso . . . Y el beso del áspid. La agonía. 21 R e g i n o E. B o t i SOLEDAD Es tan profundo el silencio que el oído percibe las mil voces que claman en su seno. Unicamente eleva su contrapunto distinto el ritmo de la mar, que como un manto sonoro se teje y se desteje en un perenne movimiento de sístole y de diástole. 22 E l m a r y l a m o n t a ñ a PINCELADA Los efluvios desdibujan los detalles de la playa. El sol corta. Y un vaho de fuego es el aliento del arenal desnudo. De repente, entre las pencas espinosas (mórbidas manos verdes) como pupilas escarlatas m adura su fruto el nopal. 23 R e g i n o E. B o t i NOCTURNO Las sombras-de la noche achatan y acercan las montañas; reducen la bahía; y duplican las estrellas y las nubes en el quieto tablero de las aguas. Sólo el relámpago a veces restituye la verdad con su nerviosa luz estenográ,fica. 24 E l m a r y l a m o n t a ñ a FICCIÓN Para Rafael Fausto Polanco Bajo el capuz nocturno se despuebla el muelle y abre los cuatro ojos de sus cuatro faroles incandescentes. Y el mar temblequeante los refleja obstinadamente en cuatro gigantes sanguijuelas que quieren picar la plancha de la superficie. 25 R e g i n o E. B o t i EL FOSIL Paseo por el cayo madrepórico. Siento besos de luz en las pupilas, nupcias de quimeras en el alma. Me inclino en oblación hacia la tierra. Una valva fósil. La contemplo. Oh, la muda que sabe tantas cosas! En su sueño inconsútil de milenios— secretos de la Vida y del Planeta— conoció al pitecántropo erecto que la admiró tal vez, y no supo idealizarla en versos de libre estética. 26 El m a r y l a m o n t a ñ a ELEGIA Negros postes. Un farol grosulario. Fúnebres montañas. El armonium del viento. Desparece la luz tras los manglares que agitan sus señeras salitrosas. El graznar de las aves marinas es raro responso. Y las turmalinas dolorosas de la noche lloran luceros porque la tarde muere deshojando rosas. 27 R e g i n o E. B o t i VUELO La gama de la tarde me invita a soñar: Blanco y azul: un vuelo de gaviotas sobre el ras de la mar. Ora es una Z, ora un pez que va a saltar, se aleja, se achica, se acerca, se va. . . Blanco y azul: un vuelo de gaviotas sobre el ras de la mar. 28 /■ ' I m <i r y / i i 111 t i n t n :} .1 EL GUINCHO <•> Para Jaime Esteva Traje negro como para asistir a un funeral. Rubí el párpado. Camisa blanca. (Cuando la suele usar.) El pico inquisidor. El rabo con faldones de frac. Aeroplano y aviador, majestuoso vuela; y pesca si se derrota rápido desde el éter hacia el mar y se eleva engullendo pez brillante avizorado con los dos telescopios de sus pupilas. (1) Aquila carolinensis. ‘‘Ave sedentaria y representante de lae águ en la f a u n a c u b a n a . " ( R o sa d o ) 29 R e g i n o E. B o t i MOMENTO Una invasión amatista sobre el cúprico verde del mar. Estrías de jacinto y de esmeralda y blancuras de vellón. La ventolera arrecia. Se ennegrece a caprichos intermitentes la acrópolis del manglar. Cruza a fuerza de remos una chalupa que viene de navegar. 30 /: / m a r y l a m o n t a ñ a EL NORDESTE Errumpen todas las velas a flamear con los besos del viento; que bufa como un demonio el nordeste. Por la barroca esmeralda del oleaje— que franjea una cinematográfica amatista estelar—derivan todas las velas que salen para alta mar. Se hinchan rechonchas ocyes, negras, rojizas,y tremulan ligeras en su fuga. Fláccidas se balancean las que tornan de pescar coronando, entre nácar de peces y azabache de redes, su visión len ticu la r.. . 31 R e g i n o E. B o t i PERLA Aspersión argéntea en la bahía y en el espacio. Bruma en las montañas, y en la falsa montaña que son las nubes hacia el naciente. Está la Natura mate y sombría. Y el sol—para alegrarla y verla— sobre la montaña y la falsa montaña de nubes, asoma como enorme perla diamantina. Amanece. Se irisa la mañana. 32 E l m a r y l a m o n t a ñ a ANGELUS Rayas sombrías y luminosas. Verticales: los postes. Horizontales: la playa, los railes y los regatos. El día preagoniza. El crepúsculo palia con sus rosas los grises. En la salina el molino de viento que, en el negror, es dalia gigante y giratoria. Y en el ángelus hay ruido como el de las alas de la Victoria. 33 R e g i n o E. Rot i , CREPÚSCULO MUERTO E l crepúsculo— que es mariposa áurea en jardines de endrina—la m uerte anuncia del día; pero el crepúsculo es láurea en que brillan rosa y juncia. El crepúsculo hoy, si de la muerte del día es heraldo, él a su vez fenece en una extenuación de exantropía que en siena y negro se estremece y c rece . . . 34 E l m a r y l a m o n t a ñ a EL FARO Joya lumínea que abarca del horizonte la agrura, g u ía 'y ampara a la barca que entre las olas sombrías desanda en la noche obscura. Sobre pedestal de escoria yo llevo ún faro-portento que glorifica la historia de todo el género humano ¡el faro del pensamiento! 35 R e g i n o E. B o t i LA SIRTE El mar canta canciones de espuma, toca marchas triunfales de olas; y en azules bataholas llena de cantante bruma la terquedad de la sirte. La sirte, m ar armonioso, duerme, no quiere ni oirte. Es tan fecundo el reposo! 36 E l m a r y l a m o n t a ñ a GUANTANAMO ARRIBA El río : una cinta de azules, de sombras y ensueños. Cubriendo la carrera, manglares de gala. Incipientes farallas. Arbolares cenceños. Bueyes enormes. Quietud. Tierra mala. Y así hacia arriba hasta San Bruno. Un alto. Comarcano Guayo levantó su cansí. Visión del pasado: ante el puro cobalto cae vencido el feroz Mayabí de su sangre encendido en el fluente rubí. 37 R e g i n o E. B o t i EPITAFIO Don Santiago Mackínley, highlánder: tu tumba misántropa está en el acantil de sotavento. Cruz ancha de negro granito te memora. Bajo tu tumba retumba la orquesta del mar, el caracol del viento; pero tú no estás en lo infinito. El acantil arena se ha de tomar; polvo tu cruz ancha de negro granito; y tú a Escocia, siendo ola del mar. Highlánder: entonces en el seno de lo infinito volverás a entrar... 38 E l m a r y l a m o n t a ñ a SIMIL En la cósmica ufanía del día—r m ar y manglares, montañas y cielo— las chimeneas del ingenio son, del segundo término en la gradación, como las tres cruces del Calvario entre el vario efluviar, ram as vaporosas. A la postre es un ingenio Calvario de tantas cosas! 39 R e g i n o E. & o t i DE VIAJE El cielo está en el fango. Junto a la carrilera el agua se estanca y en su ojo cruza la nube blanca, fulge el azul inmácule. Como unto ancestral hincha la tierra salitrosa, a tramos de rojez de aurora; la calígine de alas de sol yerra y teje cuentos el humo de la locomotora. 40 E l m a r y l a m o n t a ñ a LA SOMBRA DEL MANGLAR Cabe la cenagosa orilla de la playuela de Las Guásimas contemplo tras la ramazón verdiamarilla que es el decorado del lomerío-templo, danzar la sombra del manglar rijo en la turbia agua del mar. Pintorescos consorcios de marrón y de atbares meniscos, la sombra es arabescos que cabalgan en temblores solares, para dar la impresión de una gigante rítmica concha de carey. 41 R e g i n o E. B o l i LAS ALMEJAS Agiles las manos, van poniendo sobre la lasitud de la arena salada las elípticas almejas húmedas y estriadas. A cuadros lilas y gualdos, róseos y bermejos, ocres y ultramar, nieve y retoño, con gradaciones tonales y de colores, son animados retales confundidos de sedeñas cintas escocesas. 42 E l m a r y l a m o n t a ñ a FRENTE AL INTERROGANTE El batel, azotado por olas y euros, hace temblar mi corazón en la vorágine de la muerte. Oh, cuarto de hora de elevación! Toda mi pureza terrenal limpia quedó! 43 R e g i n o E. B o i i ORACION Lucero de la tarde, que te elevas del ocaso sobre la decoración carmesí como una rosa adamantina, recoge la dolorosa esencia de mi alma que pura va hacia ti! 44 E l m a r y l a m o n t a ñ a TARDE Un rosa leve sonroja las techumbres y las verdes copas de unos arbolillos; los sombrajos se extienden como mantos desde la lometa; colma las orillas silenciosas la pleamar; un bote cabecea; todo calla... Sólo se percibe el ritmo de un motor de gasolina que se aleja por el mar. . . 45 R e g i n o E. B o t i LEPRA Las nubes—cumulus luminosos— vagan sobre la bahía. En la superficie van dibujando lamparones, fantásticas estrías esmeralda, azules, moradas, moradas, azules, esmeralda. . . 46 E l m a r y l a m o n t a ñ a CELAJE En la gloria de la mañana, un celaje deja pasar el sol. El viento encarruja sutilmente las olas, que besadas por la luz parecen una floración argéntea de lises tembladores y brillantes que se suceden en isócronas falanges mientras llenan de estrellas la mañana. 47 R e g i n o E. B o t i CROMATICA La oblicua lumbre ponentina amarillea la copa, que agitada por algún genio tutelar, preludia. Como el anoncillo está entre las fragas y la bahía, la luz hace cromatismos mudables con simples ocres y verdines, con amarillos y con lilas, tras cuyas manchas se abre como bocas deslumbrantes el azul argentino de la dalmática de la bahía. 48 E l m a r y l a m o n t a ñ a LA BRUMA Como una anciana de postizos grises con la mañana se despierta la bruma; y con la lentitud de sus años, en el óleo de la Naturaleza, va borrando montañas, horizontes y cielos. De repente entre Cayo Piedra y Punta Rubí se abre una fingida entrada de la bahía. . . Y la bruma terca en asperjar sus grises! 49 R e g i n o E. J3o£i LA BRISA Voluble, como libélula intangible, la brisa vuela sobre la laca de la bahía. Sus alas levantan levísimos rizos pareados, transversos, en cruz, convergentes cabrilleantes y opacos, dormidos o rápidos, haciendo del agua un cambiante moaré. 50 E l m a r y l a m o n t a ñ a EL PONIENTE Violentas entonaciones de fraguas y altos hornos: sanguinas en nubes y playas; prusias agresivos en celajes, como pegotes de pintura; negro de hollín la fronda; y en la jara, a inconexos trancos, lingotes de luz entre el fango cetrino. Rotonda de carmín. Y a la linde ombras y rayas. 51 R e g i n o E. B o t i EL OJO En el mármol de mesa de café que hace el mar, el farol rojo del bote que bornea, es el ojo sangriento del bebedor que, borracho, en el fondo de su copa ahilarse su conflagración ve. 52 E l m a r y l a m o n t a ñ a EL BOTE Viene al remo. Es todo negro en medio del negror de la prima noche. Avanza con cautela. Una luz mortecina salta de su vientre. Se diría un ataúd, tarambana que saliese a vagar por la ribera para amedrentar a los pescadores. 53 R e g ¡ no- E. B o t i AMANECE La claridad percuciente va escorzando etérea randa y un albor quiebra su banda en la inquietud del naciente. Nubes orlan la montaña con enigmáticos dejos, y parece que una araña teje en cristal los reflejos. Hasta que en ténue arrebol truécase el niveo capuz; y en versículos de luz sobre el mar se tiende el sol. 54 E l m a r y l a m o n t a ñ a COMUNION Todo dulce y sencillo, todo leve: rosa y celeste, celeste y rosa. Crepúsculo de altar, de hostia y de nieve; virgíneo y pasajero como una tuberosa , ¿porqué me haces temblar de emoción si te contemplo cuando no sé rezar ni conozco el camino del templo? 55 1 R e g i n o E. B o t i FICCIONReverbera la hora del mediodía. Y allá en los cabrilleos de la lejanía, de momento brota— argento bruñido—la pala de un remo que, súbito, se hunde y torna a aparecer, como un lucero náufrago que pugna con las olas por no perecer. 56 E l m a r y l a m o n t a ñ a SIMILES Es la gris monotonía de la tarde conventual como un salmo, una oración; monje capuchino el cielo; monja novicia la mar. Y los guinchos, que quebrantan en silencio este placer son una lejana escuadrilla de negros aviones en plácido raid. 57 R e g i n o E. B o t i AGUACERO Del Sur viene el aguacero, del Sur viene el aguacero; viene borrando montañas, se viene tragando el mar. Del Sur viene el aguacero, del Sur viene el aguacero: la bahía es toldo pardo en que todo se esfumó. Del Sur viene el aguacero, del Sur viene el aguacero cayendo en mantos sombríos entre los que sólo es ver la mole de una goleta blanca como un Spitzberg. 58 E l m a r y l a m o n t a ñ a EL BAUPRÉS Contra el zafiro del mar resalta la arrogancia del bauprés que como la papada de un paleolítico pelícano es. 59 R e g i n o E. B o t i IDEOLOGICA En la tormenta ázul que el oleaje representa asoma un remo alternativo que hace relámpagos de plata. 60 E l m a r y l a m o n t a ñ a LO PEQUEÑO Para catar mejor el deleite visual de los cielos me calo los espejuelos y me arrobo en el proscenio vesperal: grises, zarcos, marañuelos, en el gran crisol sideral. De vuelta de la playa me avizora, junto al muelle—hurto a lo divo de la hora— un amigo oficioso que me dice: —Adiós, Doctor! Qué pequeñez tan grande! Yo Doctor en Derecho Civil! Y aunque el saludo en su pueril empeño rompe el encanto de mi ensueño, en el poniente hay rosicler y añil. 61 INTERMEDIO ( e n l a a l d e a ) E l m a r y l a m o n t a ñ a GUANTÁNAMO Aldea, mi aldea, mi natal aldea, término que clavó entre el mar y la montaña la flecha siboney! Amo tu parquedad catalana y tus calles rectas porque-r-selvas antaño—por eljas discurrió Guayo el siboney. Guantánamo! Tu nombre, cifra de esta región de las aguas, es como un grito guerrero del siboney. Mi policroma aldea, villa-iris amada, tierra de los ríos, escenario del cansí siboney. Guantánamo! Tú eres la avanzada serena, el cerní del llano de las aguas de tu antiguo solar siboney. 65 R e g i n o E. B o l i Aldea, mi aldea, mi natal aldea, término que clavó entre el mar y la flecha siboney! 8, marzo, 1916 la montaña 66 E l m a r y l a m o n t a ñ a HERMANDAD Hay un alma sensible en cada cosa. Las voces del silencio en la montaña; las rapsodias del mar; el tableteo del viento en los playones y farallas; el ritmo monacal de la alta noche; el treno de los valles y quebradas; el ecuóreo bullir del caracol y el sinfonizar de los pinares son quejas, gritos, ayes y clamores de las cosas simples y perennes. Son el acorde del dolor del mundo, que* el mundo tiene un alma, y hay un alma sensible en cada cosa. Un alma hermana de nuestra' pobrecita alma humana. 67 R e g i n o E. B o t i YO Un penacho de locura, retales de otra alma triste que edades muertas vivió, culto a la literatura, piedad para lo que existe, (porque existir es tortura) altivez y ensueño: Yo. 68 E l m a r y l a m o n t a ñ a LUZ Para Luis Revert Suárez. Yo tallo mi diamante, yo soy mi diamante. Mientras otros gritan yo enmudezco, yo corto, yo tallo; hago arte en silencio. Y en tanto otros se agitan con los ritmos batallo y mi nombre no agencio. Yo soy mi diamante, yo tallo mi diamante, yo hago arte en silencio. 69 R e g i n o E. B o t i ANSIAS Se me van los ojos buscando las lindes. ¿Porqué no estar en todas partes a la vez? Querría sentirme en las sierras, en los valles y llanuras, en los ríos y el mar a la vez. Nacer y morir en el Todo entrando en las cosas inermes y ser grosera materia ignorante y fecunda, átomo pensante y consciente a la vez. Guijarro e idea, brazo y ala, instinto y sien, celaje y pantano y voz y silencio y odio y amor a la vez. 70 E l m a r y l a m o n t a ñ a FICCIÓN DE LA MADRUGADA El cosmos Integro está en mi. En la madrugada, mientras leo, me acompañan la luna y el jardín. Un ruido lejano que recuerdo, un ruido audaz y propulsor. Inquiero también con la mirada. En el bruñido manojo de cuartillas ana mariposa que aletea, con el mismo ruido lejano, lejanísimo, de un aeroplano en su marcha caudalosa. 71 R e g i n o E. B o t i PAGANIAS Canto el placer de la hora divina, de la hora divina y triunfal, del instante que es eterno porque no torna jamás. Que todos los tiempos del tiempo en lo breve, en lo ténue, en lo psíquico están. Se vive en lo eterno besando una boca con beso-contacto, con beso-gemido, con beso fugaz. La vida es misterio que llega, que huye, que vuelve a pasar... 72 E l m a r y l a m o n t a ñ a SALUTACIÓN En la mañana azul me recibe con oleadas de flores el cementerio, con oleadas de flores que son ojos que me miran desde el mar del misterio 73 R e g i n o E, ñ » * i LIBRE Elevando coa k» ojo* mí miseria morsi, escruto 1« aegra oocbe, «omo el fondo de un «Ima. V qué íoteasa alegría! Mite* de astros nuevos han brotado— es una apariencia—para mí reerto. Cfono! ¿No hay quien cobre aquí abajo en 1» taquilla del tiempo por ver este espectáculo? 74 E l m a r y l a m o n t a ñ a FLORACIÓN Llego de noche al jardín, alzo los ojos al cielo y entre la fronda romántica flores extrañas contemplo, flores radiantes y extrañas que ensimismado contemplo: haces curiosos de estrellas como caídas del cielo... 75 R e g i n o E. B o t i RITUAL Con cansancio espiritual en los ojos llego a la esquina. Oh sorpresa! La tarde en el crepúsculo está presa; en la tarde, mil cíngulos rojos; y en la copa del árbol solariego rojos, poniente y tarde. . . Cielo de ensueño y vida en que me anego sin que nadie me aguarde! 76 E l m a r y l a m o n t a ñ a NOCTURNO DE ESTIO El jardín como un patio de cartuja. La luna opalina. El cielo opaco. Y—mano nivea que se deshace en éter—el penacho perfumoso de la canna. Mariposas! Como el héroe del mito sujetas a la tierra, vuestras alas vejetales en cambio se remontan a lo desconocido por la escala del aroma. 77 R e g i n o E. B o t i TARDE DE AGOSTO Un ante ocaso deslumbrante. Contra luz, las torres de la iglesia bautista son dos monolitos empavonados. De fondo, un cielo de plata espejeante. Vela el sol niebla de perla y amatista. Ambiente calino, ramajes vulcanizados. . . 78 E l atar y l a m o n t a ñ a TARDES DE NOVIEMBRE En ««tas tardes sombrías del otoño tropical, a opuestas, el crepúsculo vespertino eo la copa del anoncíllo solariego argenta todas las luces del día. 79 R e g i n o E. B o t i LEVEDADES Rápido—como la primavera de la vida— el crepúsculo quemó hacinas de colores y matices; y—como la primavera de la vid*— con temblores de llamas se extinguid. 80 E l m a r y l a m o n t a ñ a AGUA Y SOL Lluvia con sol de repente, y el sol hacia el occidente de cada gota de agua lápiz de diamante fragua que desciende raudamente. 81 R e g i n e E. B o t i ETERNIDAD Una eclosión de púrpura en el cielo. Es el día que muere. Mañana nacerá. Esas púrpuras rojas son los cortinajes de la capilla ardiente de la eternidad. 82 E l m a r y l a m o n t a ñ a CIELO BLANCO La tarde—povia sumisa— desfallece en brazos del calor canicular. Y el cielo—una cóncava perla— trasunta la nostalgia de un paisaje invernal. 83 R e g i n o E. D o t i EL FRAMBOYAN Catalepsia Negro y pelado el tronco es en pie un fantástico esqueleto colosal, que el camposanto domina. Duerme en su desnudez el sueño bronco del cambio en su quietismo escueto, y es como el dolor blasfemo de la colina. Renacimiento Se cubre la escuetez con fuego de erupciones floribundas: almagre deslumbrante que se desborda en olas.Y parece que en la fronda de bermellones alguna que otra hoja titubeante es flor esmeraldina que se mece. 84 E l m a r y l a m o n t a ñ a Perpetuidad. Rozagante y lozano, es sólo fronda primaveral, gamas de verde, banderas de amadores y paladines. Y por la musical turquesa de su fronda una muchedumbre se pierde de glaucos y brillantes machetines. 85 R e g i n o E■ B o t i OCASICA La tarde se está muriendo con tanta melancolía que en la absorta lejanía un madrigal va diciendo. Los postes—hoscos adrales que custodian el ocaso— alzan el sangriento raso de las rosas vesperales. Mientras, estratus de plata pasan del sol sobre el filo y traman un verde-nilo que en leve azul se dilata. Y así, en unción claudicante, las sombras se confabulan; y suben vahos que ambulan en la luz agonizante. 86 E l m a r y l a m o n t a ñ a AL SUR Se oponen a la visión del río ahumados y maltrechos caserones que aprisionan la amapola del poniente. Y el anoncillo de la casa payral— tan verde y tan compacto a la mañana— ahora es una bola rubia, transida por cien dardos anaranjados. 87 R e g i n o E. 3 o i i HACIA LA ALDEA En perspectiva hace la callejuela— entre frondas, astas y columnas— como el iris enorme de un ojo irritado. Y al linde partida por el carbón de una torre gótica—la pupila de oro viejo refulgente del poniente. 88 E l m a r y l a m o n t a ñ a TRAJE NUEVO Llegan los días de auril y aunque es seca, todo verdea. El anoncillo de mi patio parece que—para halagar al pensil— se ha puesto un traje nuevo deslumbrante—todo hoja y renuevo. 89 R e g i n o E. B o t i CABALÍSTICA Llego al jardín solariego con lumbres en alma y mente bajo la luna en unción. Y del joyero celeste cae la interrogación de una floral estrella errante como un diamante volador. 90 E l m a r y l a m o n t a ñ a MATINAL Suave sol besa la aldea y en la calle recta y silenciosa frente a una dulce policromía mueve la luz su espectro matinal que hace una mancha hipsiana larga, entrecortada y sinuosa contra la acera occidental. 91 R e g i n o E. B o t i LA BARBERÍA Hay en el niquelado de la peana del sillón— espejo que embruja lo circundante— dos ojos donde una luz blanca— dos perlas irisadas—se ha posado; y en su entrecejo sombrío detona la eclosión de una pupila apaisada donde a cuadros alterna la esmeralda con el gualda y es como la conciencia del salón. 92 E l m a r y l a m o n t a ñ a LA FAMA, DE CHINI <» Creada a golpe de cincel en la propia eminencia y bajo el sol, vuelas sin tener alas, porque —aunque terrena—eres lo ideal. Grácil, ingrávida, serena, tu helénica euritmia redime, de venal mercantilismo—pregonando su gesta— a mi aldea natal. ( I ) Américo J . Chini» escultor y arquitecto italiano, autor de la Fama qua oorona el edifìcio Salcines. 93 LA MONTAÑA E l m a r y l a m o n t a ñ a LA MONTAÑA La montaña ¿cómo es bella la montaña? ¿Cuando es azul lejanía, cuando—encendiendo su entraña— es luminares la noche y en verdores vibra el día? La montaña ¿cómo es bella la montaña? Es bella desde su entraña, y hecha azul lejanía, cuando la noche es estrellas y en flores se desentraña lá verde gama del día. 97 R e g i n o E. B o t i ESCAPATORIA Vuelvo de nuevo a ti, Naturaleza. Y—en lo alto de la montaña— contemplo la obra serena de tu llano ciclópeo. Baño lustral, espíritu y materia se llenan de alegría. Oh tú, tan buena! Tan callada y tan fuerte! Haces y no hablas, no te vengas y olvidas! Ante ti, qué ruin el Hombre! 98 E l m a r y l a m o n t a ñ a EN EL GRIÑÓN Como un nido de águilas en la altura el demolido cafetal Griñón sobre eminencias enormes por otras apresadas, hace, en las serranías de Yateras, como un mirador. Desde allí, entre azulosas y silentes cuan bellas e imprevistas lejanías, la obra soberbia del llano-prodigio: la bahía—un espejo; la playa— un manchón; las montañas— turquesas opalinas. . . Serenidad imponente, dulce y melancólica! Y el temor de volver a la aldea! 99 R e g i n o E. B o t i RUINAS En las ruinas del muro y la presa envejecen la piedra y el agua sobre las que mayo prende su verde cana. 105 E l m a r y l a m o n t a ñ a ALLÁ Frente a la gran visión se levantan en mí grandes ideas, sentimientos grandes. ¡Qué sucio asco me provoca el Hombre después de poner los ojos y el alma de rodillas ante ti, Naturaleza: majestuosa, buena, bella y armoniosa! ¡Y pensar que debo hundirme en la afrentosa gota de tinta de la vida cuotidiana! 101 R e g i n o E. B o t i LA NIEBLA Toca de nieve que envuelve las eminencias y el valle, te desgarras en los riscos y en los cafetos te abates; rompe tus blancos pañuelos sobre el azul de las cumbres, signa con verdín las selvas y desensalma la alfombra roja de los bucarales ’ .. Niebla: pasa, vuela, sube que brilla el sol. 102 ' El m a r y l a m o n t a ñ a EL RUISEÑOR Resolana de verano con brisa invernal alterna, y acordando los dos signos toca el ruiseñor su flauta de doble acorde a la vera del camino: ave-poesía que sabe llenar la fronda de versos cantadnos. . . 103 R e g i n o E. B o t i LOS VALLES Como veneros—bocas de la Natura— abreit su esmeralda vivida los valles. Cúpulas y altares, expresión insigne de la vida y el sér, se suceden en oleaje por éxtasis de siglos en su serenidad haciendo incomparables horizontes. 104 E l m a r y l a m o n t a ñ a EL AGUA Salta un glu-glu inesperado de la cripta de la selva, y, levantando frescores de primavera, ríe, promete, discurre, canta, se aleja, se aduerme: dolor de la selva, añora; alma del paisaje, sueña. 105 R e g i n o E. B o t i EL BÚCARO <>> Abre arriba su taima—pérgola natural— de cinabrio, desnudo de hojas, todo corolas. Y abajo—una alcatifa de pétalos—otra taima cubre de rubio el mantillo como un berbellón natural. ( 1 ) C o r ru p c ió n d e b ú c a ro o b u c a re , á rb o l que se s ie m b ra p a ra p ro te g e r de l so) la s p la n ta c io n e s de c a fé . 106 E l m a r y l a m o n t a ñ a LA CASCADA Salta el repecho altísimo corno culebra silbante por el farallón a plomo. Y, rota en iris joyante, es en el valle sombrío el primer gesto de un río hecho fleco murmullante. 107 R e g i n o E. B o t i EL DELTA De arcaico alfabeto griego escriben los dos arroyos con agua sonora cifra esbelta. Y la triangular corriente fluye como una geórgica que besa saudosa el A. 108 E l m a r y l a m o n t a ñ a PAISAJE Como una lluvia de fuego abre el búcaro su pompa; azul de ojos, el cielo; cardenillo, la agreste, tropa vejetal. Y del fondo viene la armonía de una lejanía zafírea, primaveral. 109 R e g i n o E. B o t i EL NUBLADO Ejército de formas informes, del alba y la aurora sale el nublado. Escorza las cimas—selva entre selvas. Y viene. Deja al pasar su alma de niebla; pero trae sinfonías de frondas y olores ve jétales. 110 E l m a r y l a m o n t a ñ a LLUVIA MONTAÑESA Se cierra el horizonte—ceniza, plomo, perla. Los terrones candentes se entreabren. Brillan las hojas. Los goterones danzan y de la tierra sube ese olor natural, único, eterno y cósmico; olor de hembra, de tumba y de lecho, de beso y ramaje, de vida, de todo, de nada. . . 111 R e g i n o E. B o t i EL CAFE Me come la fiebre. En el bohío brinca la charla. Pero un aire de agua me espeluzna, y al desgaire me arropo en la capa. Sorbo el pozuelo de caf¿. Y el devaneo de mi carne rapa la escoria carnal. Ensueño, sueño con los ojos abiertos y sin fe. 112 E l m a r y l a m o n t a ñ a EL VADO Frío y cálido el aire, un eretismo baña mi piel. La fiebre—esa querida mortal—me besuquea. Con el aguacero se ha tendido él vado. Y al sentir el contacto del agua en mis piernas^—temiendo a la muerte— le agradecí su caricia, su fresca caricia de hermana. 113 R e g i n o h .B o t i EL CAMINO Ocres y carmines en el ocaso. El camino lodoso tiene regatos— imprevistos espejos de la lluvia a lo largo del camino. Y al arrítmico paso de mi caballo voy viendo ocasos rotos entre las patas de mi caballo. 114 E l m a r y l a m o n t a ñ a HACIA ARRIBA Se dilata el corazón, se dilatan los horizontes de lo real y lo ideal. . . ¡Nada como el lecho maravilloso de la tierra natal! ¡Cómo dormir en tu seno único, inmortal! 115 R e g i n o E. B o t i SENDERO DE SELVA Son sombrillas niponas los helechos arbóreos. Piensan caobas y orquídeas, ríen geranios y lianas. Un solo de silencio. El ruiseñor. Y vienen escoltando el sendero matinal teorías de gnomos, de silfos, koboldos y hadas. . . Chist! Ya pasa La Bella del Bosque Durmiente y Rubén Darío tras Scherezada. . . 116 E l m a r y l a m o n t a ñ a REVENTÓN La piedra monda, letra del cosmos— el reventón de piedra muerta— es ovario y papiro en su escuetez. Planta, hombre y demos, nos manifiesta los criptogramas que seres de otros astros vinieron a grabar. 117 R e g i n o E. B o t i EL EGLANTERO El ruiseñor—melódico e hirsuto tenor de la selva— es rosa musical. Y—turíbulo silente de la fronda— es perfumoso ruiseñor sin alas el rosal primitivo: general retirado con blanca y rosada eglantina condecorado. . . 118 E l m a r y l a m o n t a ñ a LA ORQUÍDEA Expresión inefable y doliente de la selva virgen, como un suspiro que la tierra exhala enhiestas tu vareta morado obispo— pebetero que trueca perfume en alas. 119 R e g i n o E. B o t i EL MANANTIAL Tocó la primavera la piedra con su varillita de verdor y cantando epinicios con perlas de la garganta del val como una cinta milagrosa saltó la juventud del manantial. 120 E l m a r y l a m o n t a ñ a LA AZUREA Humildísima flor solitaria, vástago de la soledad y el silencio de la montaña: tu desnudez evangélica cautiva y es tu aroma una plegaria. 121 R e g i n o E. B o t i OCASO Un gigante negro une cielo y tierra. Un listón amarillo de crisantemo encinta el horizonte. A lo lejos el candil de un bohío. Y luego llanuras y altezas negro, negro, negro como el azabache, como lo eterno. 12 i E l m a r y l a m o n t a ñ a EL DESECHO Entramos a campo traviesa. Hondones y fallas. Penumbras y rayas. El sol pintor derrama todo color. Y en surcos y charcas meniscos luminosos: taracea que cinemáticamente cambia— palio-fantasma— al pasitrote de los caballos. 123 R e g i n o E. B o t i LA UBRE Cuatro pezones tiene la ubre y cinco dedos la mano humana. El chorro de leche—Sem, Cam y Jafet— llena de blanco y espuma la mañana. Y todos los hombres de la leche beben. ¡Qué apacibles los ojos de la vaca! 124 E l m a r y l a m o n t a ñ a LAS BOÑIGAS Entre el siena húmedo con olor agrario de las boñigas, son amapolas inquietas las crestas de las gallinas, chispas del iris las moscas, carbón con patas las hormigas. 125 R e g i n o E. B o t i EL BUEY Acaso el mismo de Giosué Carducci con la creación en la pupila; pero este la copia con tan honda, tan sabia y tan sutil melancolía que—filósofo y aeda— mientras rumia sorites con rosas y azahares hace poesías. 126 El m a r y l a m o n t a ñ a EL GALLO Su cresta es un penacho para el chambergo. Aire aquilino tiene en el pico. En carúnculas luce barba hijodalga. Porque sí es mayorazgo. Derecho de pernada. Matón lo hacen sus espuelas: valido fuera si portara espada. Don Juan pendenciero y vano, con habla, sería hombre; mas como canta, es gallo. 127 R e g i n o E. B o t i LAS ABFJAS Hacen prismas exagonales, rectos e iguales: su geometría. Vuelan y son un ópalo atomizado: su pedrería. Fabrican y zumban: su himno al trabajo. (La corola es estancia y el néctar verso.) Y la miel: dulce y aroma en ámbar líquido converso. 128 E l m a r y l a m o n t a ñ a ALTURA LEJANA La bahía: un alfanje de luz que corta el velo azul celeste de las sierras nativas— toisón blanquiazul tras cíngulo azulverde. 129 R e g i n o E. B o t i FLOR SILVESTRE Pudor franciscano de virgen desnuda, rosada cruz de malta, temblando te abres al ósculo ardiente que te da la sabana, tu hermana mayor. 130 E l m a r y l a m o n t a ñ a LA PALIZADA Cataratas del cielo, la lluvia había caído. Y para celebrar la fiesta pluvial el río crece y propulsa la palizada: colosal estrépito de cohetes y disparos un día de San Juan. 131 R e g i n o E. B o t i LA VEREDA Sarcófago de leguas, metido en tu noche fangosa y terrorífica todos los monstruos de la sombra salen y agarran mi caballo por las bridas. 132 E l m a r y l a m o n t a ñ a LAS PALMAS Símbolo de la libertad, palmas de las llanuras y los valles, palmas de las montañas y las selvas! Antes de nacer rómpase el verso, dilúyase el ritmo. Nadie profane vuestra grandeza, nadie quebrante vuestra misión. Muerto el cantor del Niágara, debió quedar como reliquia única y suprema vuestra mención en su oda inmortal: Las palmas, ¡ay! las palmas deliciosas de las llanuras de mi ardiente patria nacen del Sol a la sonrisa y crecen; y al soplo de las brisas del océano bajo un cielo purísimo se mecen. . . A la que sólo era dable añadir el acento melancólico de Mendive: Mas pueda yo morir, morir gozando como las nobles y sensibles almas sobre un lecho de rosas, escuchando la música solemne de las palmas.. ■ 133 R e g i n o E. B o t i Y el són elegiaco de Dulce María Borrero; Esmeraldas rumorosas, porciones del patrio suelo que os eleváis orgullosas para besar amorosas el gran zafiro del cielo. . . Qué no haya poeta osado de cantaros ya, palmas. Antes, rómpase el verso, diluyase el ritmo. Símbolo de la libertad, palmas de las llanuras y los valles, palmas de las montañas y las selvas! 134 E l m a r y l a m o n t a ñ a MAÑANA DE INVIERNO Del semicircular zafir— trazo del compás geológico— que hacen las montañas, sube la nube. Velo de Isis que desentraña la frumenticia gestación del llano, sementera de vidas, de ensueños e ideas. 135 R e g i n o E. B o t i EL ROCIO El hada Mañana tiene una corona de fugaces perlas, presente del rey Rocío. Y los joyeros del rey Rocío cada día salen por las campañas en busca de nuevas perlas para montarlas en la corona del hada Mañana. . . 136 E l m a r y l a m o n t a ñ a BOCA DE VALLE De la U de berilos del valle huye por la boca la carrilera serpeando entre yerbazales como el gigante fósil de una centella. 137 R e g i n o E. B o t i LA IGLESIA RURAL Han caído las penas dolientes de la noche. Poco brilla la luna. Bajo sus nácares sin fortuna se perfilan los torvos salientes de la iglesia rural. Una torreta corona el zigzag de su perfil de castillo ruinoso. Parece una tarda carreta trepando a una altura senil. 138 E l m a r y l a m o n t a ñ a PARQUE DE CASERIO Sobrio y raro. Con sequedad sombría, ante él se evocan los campos de Castilla, al través de Antonio Machado. Entre verdores de luz y luces de lampos la chillona pintura del pórtico fulgura como una caprichosa orla sin figura de Moya del Pino al fotograbado en colores. 139 R e g i n o E. B o t i SOMBRA DE LA TARDE El valle abierto—verde alfombra en que duerme una araña utópica,—las guardarrayas— recibe la luz vespertina como una bendición natufal. Su madre la sierra se irgue y lo ampara y lo llena de gracia pradial. 140 E l m a r y l a m o n t a ñ a RUIDO DE MAR Se van tejiendo las sombras entre las cintas del cañaveral; y de la próxima serranía baja con frescas alas brisa terrenal. Y el mar de gramíneas tiene temblor de marea y ruido de mar. 141 R e g i n o E. B o t i IMPRESIÓN Por la boca del valle en lontananza y sobre la esperanza del cañaveral, La Piedra que brota, monstruosa cabeza de Esfinge que acecha Las Tetas de Juana Mena, dos conos azules que se irguen. 142 E l m a i 1 y l a m o n t a ñ a LA CIGÜEÑAAnima el engaño convergente de los railes—cables niquelados en la endrina vespertina—la culebra de carbunclos que estira ei cisco al paso raudo de la cigüeña. 143 R e g i n o E. B o t i MAJESTADES Un megaterio dormido la Sierra de los Canastos desde el bajonazo es; mientras—ofidio radioso— el Guantánamo prolonga su fluvial ruido a mis pies. 144 E l m a r y l a m o n t a n a TODO La yunta al paso. El surco rojo como la sangre. Y tú al arado que hace su uña luz en el rastrojo y tú un tapiz del prado. Yo, viéndoos, fabrico ideas, inflamo cantos, abro rosas, nidos hago, creo mundos, constelaciones multiplico y la semilla esparzo del bien tras el estrago. 145 R e g i n o E. B o t i LA NORIA Y mañana, como un asno de noria, el retorno canalla y sombrío, doblar la cabeza y escribir: A l Juzgado, con los ojos aún llenos de lumbres, sobre un mar amatista encantados. 146 ÍNDICE INDICE p í*. Dedicatoria.......................................................................... ......7 Antes.................................................................................... ......11 EL MAR El m ar.................................................................................. ......15 Crepúsculos............................................................................. ..16 Alborada...................................... ......................................... ..... 17 Creación.................................................................. - ................. 18 Crepuscular.......................................................................... ......19 Marina......................................................................................... 20 En el promontorio..................................................................... 21 Soledad....................................................................................... 22 Pincelada............................................................................... ..... 23 Nocturno..................................................................................... 24 Ficción................................................................................... ..... (25 El fósil.................................................................................. ..... 26 Elegía.................................................................................... ..... 27 Vuelo................................................................................... ....... 28 El guincho.................................................................. ......... ..... 29 Momento..................................................................................... 30 El nordeste................... ....................................................... ..... 31 Perla...................................................................................... ..... 32 A ngelus............................................................................... ..... 33 Crepúsculo muerto.............................................................. ..... 34 El faro................................................................................... ..... 35 La sirte................................................................................. ..... 36 Guantánamo arriba............................................................. ..... 37 Epitafio....................................................................................... 38 149 R e g i n o E. B o t i P*g- Símil............................................................................................ 3 9 De viaje..................................................................................... 40 La sotrtbra del m anglar.......................................................... 41 Las alm ejas................................ .............................................. 42 Frente al interrogante............................................................ 4 3 Otaeión....................................................................................... 4 4 Tarde........................................................................................... 4 5 Lepra........................................................................................... 4 6 Celaje......................................................................................... 47 Cromática................................................................................... 4 8 La brum a................................................................................... 49 La brisa....................................................................................... 50 El poniente................................................................................ 51 El o jo ......................................................... ......................... .. 52 El bote....................................................................................... 53 Amanece..................................................................................... 5 4 Comunión................................................................................... 5 5 Ficción......................................................................................... 56 Símiles......................................................................................... 57 Aguacero..................................................................................... 5 8 El bauprés................................................................................. 5 9 Ideológica................................................................................... 60 Lo pequeño................................................................................ 61 INTERMEDIO (EN LA ALDEA) Guantánamo.............................................................................. 65 Hermandad................................................................................ 67 Yo................................. ............................................................... 68 Luz............................................................................................... 69 Ansias......................................................................................... 7 0 Ficción de la m adrugada................................ ....................... 71 Paganías..................................................................................... 7 2 Salutación.................................................................................. 7 3 Libre........................................................... ............................... 7 4 Floración.................................................................................... 7 5 150 E l m a r y l a m o n t a ñ a P*g. Ritual........................................................................................... 76 Nocturno de estío .................................................................... -77 Tarde de agosto.......................................... ............................. 78 Tardes de noviembre.............................................................. 79 Levedades................................................................................... 80 Agua y so l................................................................................. 81 Eternidad..................................................................................... 82 Cielo blanco.............................................................................. 83 El framboyán............................................................................ 84 Ocásica........................................................................................ 86 Al su r.......................................................................................... 87 Hacia la aldea.......................................................................... 88 Traje nuevo............................................................................... 89 Cabalística.................................................................................
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