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Sistema Inmunitario Adaptativo (Defensa Especifica) - Documentos de Google

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Sistema Inmunitario Adaptativo 
 (Defensa Específica) 
 El sistema inmunitario adaptativo difiere de la respuesta inmune innata (defensa 
 inespecífica) al discriminar entre lo propio y lo ajeno, y en la magnitud y diversidad de las 
 respuestas sumamente específicas que son posibles. También tiene una función de memoria, 
 que es capaz de poner en marcha una respuesta acelerada si un invasor regresa. 
 El sistema adaptativo opera en dos amplias direcciones: Inmunidad humoral e 
 inmunidad mediada por células. La inmunidad humoral proviene de linfocitos B derivadas 
 de la médula ósea y actúa a través de la capacidad de los anticuerpos que produce para fijar 
 moléculas externas llamadas antígenos. La inmunidad mediada por células (o celular) utiliza 
 linfocitos T que maduran en el timo y que responden a los antígenos atacando en forma 
 directa las células infectadas o secretando citocinas que activan otras células. Los sistemas 
 de linfocitos B y T son interactivos. 
 1. Inmunidad Celular 
 La inmunidad mediada por células es la más importante en la respuesta a patógenos 
 intracelulares obligados y facultativos, incluyendo bacterias de lento crecimiento como las 
 micobacterias y hongos contra los cuales las respuestas de los anticuerpos parecen ser 
 ineficientes. 
 Después del procesamiento inicial del antígeno para estimular la activación del 
 linfocito T CD4+ que reconoce el antígeno, esta célula libera citocinas que inducen a los 
 macrófagos a incrementar su expansión clonal (incluyendo células de memoria) y activan a 
 los linfocitos T CD8+. Otras citocinas atraen a los macrófagos al sitio de la infección, los 
 mantienen allí y los activan para aumentar en gran medida la actividad microbicida. 
 El resultado de las actividades individuales y cooperativas de los linfocitos T, 
 macrófagos y sus productos es una movilización progresiva de las defensas del hospedero al 
 sitio de la infección y una actividad sumamente aumentada. Por ejemplo, en el caso de la 
 tuberculosis el IFN-γ inhibe la replicación de micobacterias dentro de los macrófagos; en 
 infecciones virales, los linfocitos CD8+ destruyen su hábitat celular haciendo que viriones 
 ya ensamblados estén accesibles a los anticuerpos circulantes. 
 1.1. Células de la Inmunidad Celular. 
 Los linfocitos T se originan en la médula ósea y migran al timo para su 
 diferenciación: Los que reaccionan contra lo propio al organismo se destruyen, y los que 
 solo reaccionan contra lo extraño maduran, pero se mantienen inactivos. Los linfocitos T 
 tienen Receptores de Linfocito T (TCR) específicos en su superficie con sitios de enlace 
 hacia el exterior. Los dos tipos principales de linfocitos T son los colaboradores (CD4+) y 
 los citotóxicos (CD8+). Las funciones primordiales de estas células en la respuesta 
 inmunitaria son: 
 a) Reconocimiento de los epítopos péptidos presentados por las moléculas MHC, 
 seguido de activación y expansión clonal. 
 b) Producción de citocinas que actúan como señales intercelulares y median la 
 activación y modulación de diversos aspectos de la respuesta inmunitaria y de las defensas 
 inespecíficas del hospedero. 
 c) Destrucción directa de células extrañas y de células del hospedero que presenten 
 complejos antígenos de superficie ajenos-moléculas MHC I (p. ej., algunas células con 
 infección viral), y de algunas células tumorales reconocidas en términos inmunológicos. 
 ■ Linfocitos T CD4+ (Colaboradores, T H ) 
 Los antígenos estimulan los linfocitos T H cuando son presentados por células 
 presentadoras de antígenos, como los macrófagos, vía MHC II, y quedan marcados de 
 manera adicional al captar antígenos libres en su superficie. Si los linfocitos T H están en el 
 entorno apropiado, el complejo antígeno-MHC que presenta el macrófago es la señal 
 específica que les induce a activarse y dividirse. En ese punto, los linfocitos T H siguen una 
 de dos vías: T H 1 hacia la inmunidad mediada por células, o T H 2 hacia la producción de 
 anticuerpos/inmunidad humoral. Las respuestas T H 1 y T H 2 se caracterizan por sus propios 
 conjuntos de citocinas y acciones biológicas. En ambas vías, esta expansión clonal incluye 
 células de memoria junto con los linfocitos T comprometidos con funciones efectoras. 
 ■ Linfocitos T CD8+ (Citotóxicos, CTL) 
 Los linfocitos T CTL son una segunda clase de células efectoras. Son letales para las 
 células que expresan en su superficie el epítopo presentado por moléculas MHC I contra el 
 cual están dirigidas, reconociendo estos complejos antígeno-MHC I en una amplia variedad 
 de células del cuerpo y en células extrañas. En el caso de células infectadas por virus, los 
 linfocitos CD8+ previenen la producción y liberación del virus al eliminar a las células 
 hospederas antes de que se complete la síntesis o ensamblaje virales. La destrucción de las 
 células infectadas con virus se logra a través de una acción similar a la del complemento, 
 mediada por enzimas perforinas que abren poros en la membrana plasmática, dañando a la 
 célula y facilitando la entrada de enzimas granzimas que activan la apoptosis. 
 1.2. Superantígenos 
 Un grupo de antígenos ha recibido el nombre de superantígenos debido a que 
 estimulan un número mucho mayor de linfocitos T de lo que se explicaría por interacciones 
 con antígenos en múltiples sitios, lo que causa una liberación masiva de citocinas. La acción 
 de los superantígenos se basa en su capacidad para enlazarse directamente con proteínas 
 MHC y con regiones particulares de los TCR sin implicar el sitio específico de combinación 
 del antígeno. Una variedad de productos microbianos se ha identificado como 
 superantígenos, como los asociados con los síndromes de choque tóxico causados por 
 Staphylococcus aureus (Síndrome de Shock Tóxico Estafilocócico) y estreptococos del 
 grupo A (Síndrome de Shock Tóxico Estreptocócico). 
 2. Inmunidad Humoral 
 Los linfocitos B son las células responsables de las respuestas de los anticuerpos. Se 
 desarrollan a partir de células precursoras en la médula ósea antes de migrar a otros tejidos 
 linfáticos. Cada célula madura porta un sitio específico de reconocimiento de epítopo en su 
 superficie, un receptor que es en realidad un monómero de una forma de anticuerpo (IgM). 
 Al enlazar el antígeno, el complejo receptor-antígeno se internaliza para iniciar la 
 producción de anticuerpos. En este proceso los linfocitos B se multiplican, diferenciándose 
 en células de memoria o plasmáticas, estas últimas adaptadas para la secreción de grandes 
 cantidades de anticuerpos. Además de su papel esencial en la producción de anticuerpos, los 
 linfocitos B también pueden presentar antígenos a los linfocitos T. 
 Existen dos tipos de activación por antígeno: Dependiente de T e independiente de T. 
 Las reacciones dependientes de T son aquellas que utilizan la cooperación entre los 
 linfocitos T colaboradores y los linfocitos B para iniciar el proceso de producción de 
 anticuerpos. Este es el mecanismo evocado por las proteínas y los haptenos enlazados con 
 proteínas. La respuesta es fuerte e incluye alas células de memoria, de modo que se puede 
 estimular en el caso de inmunización. 
 Las respuestas independientes de T son aquellas que no requieren ayuda de los 
 linfocitos T para estimular la producción de anticuerpos. Las evocan las grandes moléculas 
 con muchas unidades repetitivas como los polisacáridos. A primera vista, esta 
 independencia parece ser ventajosa, pero en estas reacciones por lo general el anticuerpo 
 tiene menor afinidad por su antígeno y una menor duración en la circulación. No se 
 producen células de memoria, y las respuestas maduran con más lentitud que sus 
 contrapartes dependientes. Esta demora en la maduración puede contribuir a un aumento en 
 la susceptibilidad hacia algunas infecciones bacterianas en los primeros años de vida, y con 
 toda certeza contribuye a la incapacidad de las vacunas polisacáridas purificadas para 
 inmunizar en forma eficiente a los niños menores de dos años. Para el uso con niños, estas 
 vacunas han sido reemplazadas con un abordaje que utiliza haptenos (el polisacárido 
 antigénico conjugado con una proteína portadora). 
 Después de la confrontación con el antígeno extraño, existe un periodo de demora de 
 cuatro a seis días antes de que sea posible detectar el anticuerpo en sangre, que refleja los 
 acontecimientos ocurridos entre el antígeno y el sistema inmunitario. El primer suceso es la 
 depuración del antígeno dentro de la circulación, un proceso metabólico en el que se 
 reconoce el antígeno en un sentido inespecífico y es ingerido por fagocitos circulantes o 
 macrófagos estacionarios, los cuales procesan el antígeno para presentar las fracciones 
 inmunogénicas a los linfocitos T, que estimularán a los linfocitos B para producir 
 inmunoglobulinas. El sistema de formación de anticuerpos es un sistema de aprendizaje que 
 responde al desafío presentado por las moléculas extrañas produciendo grandes cantidades 
 de anticuerpos específicos, cuya afinidad por el sitio de enlace con el antígeno reconocido 
 de manera específica suele aumentar con el tiempo o con un enfrentamiento secundario. 
 Los anticuerpos pertenecen a la familia de proteínas de la inmunoglobulina (Ig), que 
 se presenta en grandes cantidades en el suero y en las superficies de los linfocitos B. De los 
 cinco tipos estructurales conocidos, tres (IgG, IgM e IgA) participan en la defensa contra 
 infecciones. Las inmunoglobulinas tienen una estructura tetrámera básica que consiste en 
 dos cadenas ligeras y dos cadenas pesadas de polipéptidos que se asocian como pares 
 ligeros/pesados, los cuales se asocian luego de manera covalente a través de enlaces 
 disulfuro para formar el tetrámero. La clase o isotipo de la inmunoglobulina está definido 
 por el tipo de cadena pesada que se expresa. 
 La estructura en forma de Y de las Ig incluye dos sitios de enlace de antígenos (Fab), 
 que serían las ramas de la Y, y un fragmento de unión al complemento/fagocitos (Fc) que 
 sería el tallo. Los sitios Fab tienen una región hipervariable que será específica para cada 
 antígeno, y una región que junto al fragmento Fc son una zona constante y determinante del 
 idiotipo de Ig. Los anticuerpos llevan a cabo dos amplios conjuntos de funciones: 1. 
 Reconocimiento de antígenos. 2. Función efectora de interacción con los elementos del 
 sistema inmunitario. 
 Los anticuerpos se combinan con antígenos extraños, y luego interactúan con células 
 efectoras con receptores Fc para desencadenar una reacción. 
 2.1. Propiedades Funcionales de las Inmunoglobulinas 
 + Inmunoglobulina G 
 Las inmunoglobulinas G (IgG) son las más abundantes en individuos sanos y 
 proporcionan la respuesta más amplia y duradera de los anticuerpos a los diversos antígenos 
 microbianos y de otro tipo que se enfrentan a lo largo de la vida. La molécula de IgG es 
 divalente, con dos sitios idénticos y específicos de combinación. Los sitios de fijación del 
 fragmento Fc para los fagocitos están disponibles cuando la región variable de la molécula 
 de anticuerpo ha reaccionado con un antígeno específico, lo cual deja colocado dicho 
 fragmento hacia afuera. 
 La IgG se forma en grandes cantidades durante la respuesta secundaria a un estímulo 
 antigénico, siendo la segunda más producida la IgM, en el curso de una infección viral o 
 bacteriana. Las células de memoria se programan para una respuesta rápida de IgG cuando 
 otro estímulo antigénico del mismo tipo ocurre posteriormente. Los anticuerpos de IgG son 
 la clase más importante para neutralizar exotoxinas bacterianas y virus, lo cual a menudo 
 logran al bloquear su unión con los receptores celulares. 
 Las respuestas de IgG aceleradas por la expansión de células de memoria suelen 
 conferir inmunidad para toda la vida cuando se dirigen contra antígenos microbianos 
 determinantes de la virulencia. La IgG es la única clase de inmunoglobulinas que puede 
 atravesar la barrera placentaria y, por ende, proporciona una protección inmunitaria pasiva al 
 recién nacido en la forma del anticuerpo materno. 
 + Inmunoglobulina M 
 Los monómeros de inmunoglobulina M (IgM) constituyen los receptores de epítopos 
 en los linfocitos B. En su forma de pentámero libre, sus muchos sitios específicos de 
 combinación le hacen particularmente eficaz para aglutinar partículas que transportan los 
 epítopos contra los cuales está dirigida. También contiene muchos sitios para fijar el primer 
 componente del complemento, los cuales están disponibles una vez que la molécula de IgM 
 ha reaccionado con el antígeno. La IgM es en especial activa para causar un daño citolítico 
 mediado por el complemento en las células portadoras del antígeno. Es menos eficaz como 
 anticuerpo opsonizante debido a que su porción Fc no está disponible para los fagocitos. 
 + Inmunoglobulina A 
 La inmunoglobulina A (IgA) tiene una función especial como uno de los principales 
 determinantes de la inmunidad local en la protección de superficies epiteliales contra la 
 colonización e infección. Algunos linfocitos B en los tejidos linfáticos adyacentes o que 
 drenan hacia el epitelio superficial de los intestinos, vías respiratorias y vías genitourinarias 
 están codificados para la producción específica de IgA. 
 En los epitelios, dos moléculas de IgA se combinan con otra proteína, llamada pieza 
 secretora, que está presente en la superficie de las células. El complejo, denominado IgA 
 secretora (sIgA), se moviliza hasta la capa mucosa de la superficie epitelial o a las 
 secreciones glandulares, donde ejerce su efecto protector. La pieza secretora media la 
 secreción y protege a la molécula contra la proteólisis de enzimas (como las presentes en el 
 tracto intestinal). 
 La principal función de la sIgA es prevenir la adhesión de partículas transportadoras 
 de antígeno a los receptores en los epitelios con membrana mucosa. En el caso de bacterias 
 y virus, reacciona con los antígenos de superficie que median la adhesión/colonización y 
 previene el establecimiento de infección o invasión local. La sIgA no tiene dominio Fc para 
 activar la vía clásica del complemento;no obstante, puede activar la vía alternativa. La 
 reacción de la IgA con el antígeno inicia una reacción inflamatoria que ayuda a movilizar 
 otras inmunoglobulinas y defensas celulares hacia el sitio de la invasión. La respuesta de 
 IgA ante un antígeno tiene una vida más breve que la respuesta de IgG. 
 2.2. Producción de Anticuerpos 
 El contacto inicial con un nuevo antígeno evoca la respuesta primaria , que se 
 caracteriza por una fase de demora de aproximadamente una semana entre el desafío del 
 antígeno y la detección de los anticuerpos circulantes. Una vez detectado el anticuerpo en 
 suero, los niveles se elevan en forma exponencial hasta lograr un estado máximo constante 
 en cerca de tres semanas; estas cifras declinan en forma gradual con el tiempo si no ocurre 
 una mayor estimulación antigénica. Los primeros anticuerpos sintetizados en la respuesta 
 inmunitaria primaria son las IgM y después, en la fase posterior, surgen los anticuerpos IgG, 
 que son los que predominan finalmente. Esta transición se denomina conmutación de clase 
 IgM/IgG. 
 Después de una exposición subsiguiente o inyección de refuerzo del mismo antígeno, 
 ocurre una secuencia diferente llamada respuesta secundaria o anamnésica , la cual 
 implica memoria. En ella, la demora entre inmunización y aparición de anticuerpos es más 
 breve, la de incremento exponencial hasta el nivel máximo constante es más rápida y el 
 nivel constante mismo es mayor, lo cual representa una cantidad mayor de anticuerpos. Otro 
 factor clave de la respuesta secundaria es que los anticuerpos formados son de manera 
 predominante de la clase IgG. Además de los niveles más altos, los anticuerpos IgG 
 secundarios tienen mayor afinidad por su antígeno. 
 Bibliografía 
 1. Ahmad N, Lagunoff M, Pottinger P, Ray CG, Reller LB, Rivera Muñoz B, et al. 
 Sherris Microbiología Médica. México, D.F: McGraw-Hill Interamericana; 2017.