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EPISTEMOLOGÍA Y GNOSEOLOGÍA
(Palabras publicadas de la red social FACEBOOK del día Lunes 24 de julio de
2017 a las 12:20m)
Dr José Rafael Zaá Méndez
A propósito de una consulta que me hiciera la Doctora Aisa Colina, distinguida profesora del
Programa de Doctorado en Ciencias de la Educación de la Universidad Rómulo Gallegos, para
saldar algunas discrepancias académicas acerca de la epistemología y la gnoseología, como ramas
de la filosofía, cuyo objeto es el estudio de la teoría del conocimiento, intentaré explicar, desde la
filosofía del lenguaje, en su dimensión etimológica y en la perspectiva del pensamiento filosófico
científico occidental, el origen, evolución y uso de ambos términos.
Si bien es cierto que con ambos términos nos referimos a la teoría del conocimiento, y muchas
veces los utilizamos indistintamente atribuyéndoseles igual significado, los mismos se originan y
representan dos grandes tradiciones filosóficas.
Epistemología es un término de origen griego, que viene de los vocablos ἐπιστήμη epistḗmē,
"conocimiento", y λόγος lógos, "estudio"; y se entiende en la actualidad como parte de la filosofía
que estudia los principios, fundamentos, extensión y métodos del conocimiento humano. La
epistemología tiene sus raíces en la filosofía platónica y está asociada a la construcción y estudio
del conocimiento que surge de la confrontación entre el mundo sensible conocido a través de los
sentidos y el mundo inteligible al cual tenemos acceso mediante la razón. Aquí la epistemología es
el instrumento del pensamiento que permite penetrar la máscara de lo aparente, circunstancial,
temporal, efímero y limitado, es decir, el mundo de las imágenes, para ir en búsqueda de lo
sustancial, permanente, esencial, lo verdaderamente real, el mundo de las ideas, la materia prima
de la razón con la cual se construye el conocimiento. Concebida de esta forma, la epistemología
parte de los planteamientos metafísicos parmenídeos, gracias a la filosofía platónica; constituye la
inspiración para algunas escuelas del pensamiento helenístico como los estoicos, en la
conformación de ideales morales; es tomada como fundamento de la filosofía apologética,
patrística y mística de los padres de la iglesia, en los primeros años de la cristiandad; sirve de base
para el argumento ontológico de San Anselmo sobre la existencia de Dios y el "Credo ut intelligam"
(Creo y entiendo); fortalece la retórica teológica de los franciscanos frente a los dominicos
seguidores de la corriente aristotélica durante el medioevo; y desemboca en el racionalismo
francés liderado por la obra de Renato Descartes, El Discurso de Método, con la cual se inaugura la
modernidad y se instaura la razón como responsable de todo conocimiento. La epistemología
avanza y se fortalece como teoría del conocimiento con el pensamiento de los racionalistas
Gottfried Leibniz y Baruch Spinoza. Pero es con las obras de Inmanuel Kant donde la epistemología
cobra su mayor importancia y se instaura como vía filosófica para la construcción del
conocimiento científico. De aquí en adelante la epistemología ha sido un estudio obligatorio, tanto
para las ciencias especulativas, como para la consolidación del estatuto científico de las ciencias
naturales, por vía del positivismo y el postpositivismo; y en la actualidad, constituye uno de los
más ponderados recursos de la filosofía para la construcción de la ciencia bajo nuevos enfoques
paradigmáticos, como por ejemplo, la transcomplejidad.
Gnoseología también es un término griego y viene de los vocablos γνωσις, gnōsis, «conocimiento»
o «facultad de conocer», y λόγος, logos, «razonamiento» o «discurso». A la Gnoseología se le
atribuye el mismo significado y objeto de la epistemología; pero ¿dónde está la diferencia?
En el estudio de la fisis, Aristóteles plantea que para realizar el acto de "conocer" es necesario que
el sujeto se acerque al objeto para arrancarle el conocimiento ínsito él. Esto debe hacerse
mediante la observación y la aplicación de los métodos inductivo y deductivo, donde la lógica
aristotélica juega un papel fundamental. En este encuentro entre sujeto y objeto se constituye un
dualismo en el acto de "conocer"; el sujeto que conoce mediante la verificación del hilemorfismo
constituido por las categorías del ser (materia y forma, acto y potencia, sustancia y accidentes,
esencia y existencia) y las causas inicial, eficiente y final; y el objeto conocido donde se encuentran
estas categorías y funcionan estas causas, por las cuales puede tal objeto ser efectivamente
conocido. A esto se le llama conocimiento gnoseológico y es el origen de esta tradición filosófica.
Esta teoría del conocimiento se fortalece con los experimentos y descubrimientos de Galileo
Galilei y Johannes Kepler; y de allí en adelante se le conoce como la tradición aristotélica galileana.
La misma alcanza su máxima expresión con los empiristas ingleses Francis Bacon, David Hume y
John Locke; para quienes, "Nisi est in intelectus, quod non prius in sensus" (no hay nada en el
intelecto que primero no pase por los sentidos).
En cierto modo es la filosofía positiva de Augusto Comte la que reconcilia estas dos tradiciones
filosóficas, epistemología platónica racionalista y gnoseología aristotélica empirista, mediante la
configuración del Método Científico, el cual tiene como base la razón cartesiana, el empirismo
humeano, la crítica kantiana y la física de Newton; y se aplica tanto a las ciencias naturales como a
las ciencias sociales.
En la actualidad hay la tendencia entre los investigadores a utilizar indistintamente las dos
expresiones. Particularmente no considero que haya en strictu sensu un error, porque al final
ambas están referidas al estudio del conocimiento y siempre habrá un sujeto cognoscente y un
objeto de reflexión científica, aún cuando sea por la experiencia vivencial desde lo vital o
conciencial; pero si nos apegamos a los planteos de las tradiciones filosóficas expuestas
anteriormente, debería aplicarse la gnoseología en los estudios donde haya una estricta
separación entre el sujeto y el objeto; por ejemplo, los estudios experimentales; y la epistemología
quedaría reservada a los estudios en ciencias sociales, donde se apliquen métodos de
pensamiento como la hermenéutica o la fenomenología, entre otros.
Finalmente, considero que la filosofía y la ciencia tienen infinitos caminos donde habrá encuentros
y desencuentros; pero los desacuerdos linguísticos y las aparentes diferencias interpretativas no
deben constituir un obstáculo para seguir adelante en esta búsqueda sin término y trascender en
la maravillosa aventura de pensar nuestro mundo y abrirle las puertas al futuro.

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