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JOAN CODERCH
PSIQUIATRÍA DINAMICA
Prólogo de JUAN OBIOLS VIÉ
Herder
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Diseño de la cubierta: Fotoletra
Imagen de la cubierta: Agustí Penadés
Maquetación digital: José Toribio Barba
© 2010, Joan Coderch
1ª edición digital, 2014
 
ISBN: 978-84-254-3147-0
Depósito legal: DL B-19981-2014
 
La reproducción total o parcial de esta obra sin el consentimiento expreso de los titulares
del Copyright está prohibida al amparo de la legislación vigente.
 
Herder
www.herdereditorial.com
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http://www.herdereditorial.com
 
A todos aquellos que me han enseñado psiquiatría 
y a mis maestros del Instituto de Psicoanálisis de Barcelona.
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ÍNDICE
Prólogo
Introducción
Introducción a la presente edición
Capítulo I. PSICOPATOLOGÍA GENERAL y COMPRENSIÓN PSICODINÁMICA
A) TRASTORNOS DEL PENSAMIENTO
B) TRASTORNOS DE LA MEMORIA
C) TRASTORNOS DE LA CONCIENCIA Y DEL ESTADO DE VIGILANCIA
D) TRASTORNOS DE LA PERCEPCIÓN
E) TRASTORNOS DE LA AFECTIVIDAD
F) TRASTORNOS DE LA PSICOMOTRICIDAD
Capítulo II. PROBLEMÁTICA DE LOS CRITERIOS DE NORMALIDAD Y ANORMALIDAD PSÍQUICA
Los criterios de normalidad y anormalidad
a) Normalidad como salud
b) Normalidad estadística
c) Criterio social de normalidad
d) Normalidad normativa
e) Criterio psicodinámico
Capítulo III. ETIOLOGÍA DE LOS TRASTORNOS PSÍQUICOS
I. GENERALIDADES
Consideraciones acerca de las alteraciones somáticas en la génesis de los trastornos psíquicos
Herencia
II. ETIOLOGÍA PSÍQUICA
A) FACTORES ESENCIALES
1) La comprensión psicodinámica de los trastornos psíquicos
2) Estructura psíquica
3) Relaciones entre la maduración de los impulsos instintivos y las enfermedades psíquicas
B) FACTORES GENERALES Y PREDISPONENTES
a) Carencia afectiva durante la infancia
b) Reacciones de duelo
c) Problemas laborales
d) Aislamiento
e) Maternidad
f) Fatiga y agotamiento
g) Factores sociales, culturales, familiares, etc.
Capítulo IV. LAS NEUROSIS
Consideraciones previas
Definición
Causas de las neurosis
La formación de síntomas y el beneficio neurótico
Beneficio primario y beneficio secundario
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Capítulo V. NEUROSIS DE ANSIEDAD
Concepto
Clínica
1) Sintomatología general
2) Racionalización de los síntomas de la ansiedad
3) Esquema del desencadenamiento clínico de la neurosis de ansiedad
4) Curso clínico de las neurosis de ansiedad
Psicodinamia
Las ansiedades básicas
La ansiedad como señal de alarma
Contenido y forma de la ansiedad
Ansiedad normal y ansiedad neurótica
Capítulo VI. NEUROSIS HISTÉRICA
Concepto
Perspectiva histórica
A) HISTERIA DE CONVERSIÓN
Concepto de conversión
Clínica
1) Síntomas paroxísticos
2) Síntomas permanentes
B) HISTERIA DE DISOCIACIÓN
Concepto de disociación
Clínica
1) Disociación fragmentaria
2) Disociación simultánea
3) Disociación alternante
4) Estados disociativos de trance
5) Disociación hipnótica
C) PERSONALIDAD HISTÉRICA
1) Rasgos del comportamiento externo
2) Rasgos y mecanismos profundos de la personalidad
Psicodinamia de la neurosis histérica
Etiología
Conversión histérica y reacciones psicofisiológicas
Significados especiales de los síntomas histéricos
Capítulo VII. NEUROSIS FÓBICA
Concepto
Clínica
Sintomatología
Diagnóstico diferencial
Carácter fóbico
Psicodinamia
a)Las fuentes de la ansiedad
b) La represión
c) Desplazamiento y evitación
d) Simbolismo y elección del objeto fóbico
e) Proyección
f) Regresión y agresividad
Importancia de las primeras situaciones de ansiedad en la génesis de las fobias
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Capítulo VIII. NEUROSIS OBSESIVO-COMPULSIVA
Concepto
Clínica
1. Obsesiones
2. Compulsiones
Personalidad obsesiva o anancástica
Psicodinamia
A) LOS CONCEPTOS PSICOANALÍTICOS BÁSICOS ACERCA DE LA NEUROSIS OBSESIVO-
COMPULSIVA
La fase sádico-anal
Los principales mecanismos de defensa utilizados en la neurosis obsesivo-compulsiva
El sentido de los síntomas obsesivos
La regresión sádico-anal
B) LAS APORTACIONES DE MELANlE KLEIN A LA COMPRENSIÓN DE LA NEUROSIS OBSESIVO-
COMPULSIVA
Capítulo IX. TRASTORNOS DEL CARÁCTER
CONCEPTO Y CLASIFICACIÓN
A) RASGOS SUBLIMADOS DEL CARÁCTER
B) REACCIÓN CARACTEROLÓGICA
a) Personalidad histriónica
b) Personalidad compulsiva
c) Personalidad esquizoide
d) Personalidad ciclotímica
e) Personalidad paranoide
f) Personalidades con problemas centrados alrededor de la dependencia, la pasividad y la agresividad
Capítulo X. TRASTORNOS DEL CARÁCTER (continuación)
C) NEUROSIS DE CARÁCTER
1. PERSONALIDADES PSICOPÁTICAS
Clínica
Psicodinamia
Trastornos de la disociación
Identificación proyectiva e identificación introyectiva
Los trastornos de la disociación y de la identificación proyectiva e introyectiva en la génesis de la
personalidad psicopática
La organización narcisista como clave del comportamiento psicopático
Esquema fundamental de la personalidad psicopática
Dinámica de la constelación familiar
Capítulo XI. TRASTORNOS DEL CARÁCTER (continuación)
C) NEUROSIS DE CARÁCTER (continuación)
II. PATOLOGÍAS DE LA SEXUALIDAD
Concepto
Patología sexual «versus» desviación sexual
Psicodinamia general de las patologías sexuales
Clasificación
A) CON RESPECTO AL OBJETO SEXUAL
FETICHISMO
Concepto
Psicodinamia
PAIDOFILIA (PEDERASTIA)
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Clínica
Psicodinamia
B) CON RESPECTO AL FIN SEXUAL
SADISMO Y MASOQUISMO
Concepto
Psicodinamia
Sadismo
Sadismo erótico
Sadismo criminal
Masoquismo
Masoquismo primario y masoquismo secundario
Masoquismo femenino
Masoquismo moral
EXHIBICIONISMO
Concepto y características
Psicodinamia
VISUALlSMO
Concepto y características
Psicodinamia
TRAVESTISMO
Concepto
Clínica
Psicodinamia
Capítulo XII. TRASTORNOS DEL CARÁCTER (continuación)
C) NEUROSIS DE CARÁCTER (continuación)
III. TOXICOMANÍAS
Concepto y definiciones
Psicodinamia
La adicción en la sociedad actual
Capítulo XIII. PSICOSIS
CONCEPTO Y CLASIFICACIÓN DE LAS PSICOSIS
A) PSICOSIS ESQUIZOFRÉNICAS Y PARANOICAS
Clínica
1) Psicosis esquizofrénicas
Sintomatología
Tipos de esquizofrenia
2) Psicosis paranoicas
Psicodinamia de la esquizofrenia y la paranoia
La regresión de la catexia
El conflicto estructural en las psicosis esquizofrénicas
Las perturbaciones en el desarrollo del yo psicótico, según Margaret Mahler .
Las ansiedades precoces, y los mecanismos de defensa contra ellas, en la génesis de las psicosis
esquizofrénicas y paranoicas
Estructura de los casos fronterizos
Capítulo XIV. PSICOSIS (continuación)
B) TRASTORNOS DE LA AFECTIVIDAD
Concepto
Clínica
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1. Depresión
2. Manía
Psicodinamia de la depresión y la manía
Los primeros descubrimientos de Freud en relación con las psicosis maníaco-depresivas
Los estudios de K. Abraham acerca de las psicosis maníaco-depresivas y de los niveles pregenitales de la
libido
Las aportaciones de Melanie Klein. La posición depresiva infantil y su relación con el duelo normal y con la
psicosis maníaco-depresiva
Capítulo XV. PATOLOGÍA DE LA ALIMENTACIÓN
I. INTRODUCCIÓN
II. CONSIDERACIONES GENERALES
III. LA PATOLOGÍA DE LA ALIMENTACIÓN VINCULADA A CAUSAS PSICOLÓGICAS Y SOCIALES
III-1. Un cambio muy acelerado
III-2. El exceso en comer. Obesidad
III-3. Anorexia
Capítulo XVI. PSICOPATOLOGÍA y CONTEXTO PSICOSOCIAL. ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE LA
CULTURA POSMODERNA
I. INTRODUCCIÓN
II. LA CULTURA POSMODERNA COMO CONTINUACIÓN DE LA MODERNIDAD
III. LAS CARACTERÍSTICAS DE LA CULTURA POSMODERNA
IV LA SEXUALIDAD EN LA CULTURA POSMODERNA
Apéndice. LA INTEGRACIÓN DEL PSICOANÁLISIS EN EL CONJUNTO DE LA TERAPÉUTICA
PSIQUIÁTRICA
Bibliografía
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PRÓLOGO
En el largo proceso de elaboración de una ciencia pueden distinguirse varias fases. En un
primer período se realiza una acumulación de datos y un registro de hechos diversos que
surgen de una forma aparentemente inconexa. En este momento, la misión de los
estudiosos es meramente la de recopilar y anotar observaciones. Posteriormente, aparece
la necesidad de clasificar los datos e intentar encontrar las relaciones de los hechos entre
sí. A partir de entonces aparecen diversas concepciones interpretativas de la realidad, que
pueden coexistir durante largos períodos de tiempo. Cuando el aumento de los
conocimientos objetivos permite realizarla síntesis entre las diversas concepciones y la
unificación de todas ellas se llega a la aparición de una última y única concepción
integradora, con lo cual puede decirse que esta ciencia está ya definitivamente
constituida.
La psiquiatría ha atravesado el primer período y el segundo. En la actualidad
coexisten distintas interpretaciones sustentadas por las diversas escuelas cuyas diferencias
son múltiples y muy acusadas. Existen unas discrepancias fundamentales de concepto y
de interpretación que marcan posturas contrapuestas e incluso a veces antagónicas y
otras de matiz, posibilitadas por hallazgos parciales dependientes de las orientaciones
seguidas en la investigación. Es posible encontrar tratados con adjetivos tan dispares
como psiquiatría antropológica, psiquiatría existencial, dialéctica, social, conductista,
reflexológica, etnopsiquiatría, biológica y muchas más.
Es evidente que, en el momento actual, estamos aún muy lejos de la síntesis
integradora que, en un futuro más o menos remoto, unirá todas estas concepciones
psiquiátricas.
Una de las orientaciones más discutidas, probablemente, es la «dinámica». La
influencia de Freud ha sido enormemente fecundante para la psiquiatría. Las intuiciones
del psiquiatra vienés, al posibilitar nuevos y audaces puntos de vista sobre la vida
psíquica, han influido enormemente en las ideas de muchas escuelas psiquiátricas. Si bien
es cierto que la denominación de «dinámica» delimita y, hasta cierto punto, restringe el
campo de una psiquiatría que así se apellide, también lo es que muchas de las
concepciones psicodinámicas han saltado la barrera de escuela para pasar a formar parte
de los conceptos básicos que pueden ser sustentados por cualquier orientación. De todos
modos, la Psiquiatría dinámica de Coderch, por su peculiar visión de las realidades
psiquiátricas, es totalmente tributaria del calificativo de postura de escuela o, si se
prefiere, visión parcial de la realidad que nos ofrece la clínica cotidiana. Esta afirmación
no solamente no es peyorativa, sino que lleva implícito el elogio y el reconocimiento del
valor de una actitud que, desde un ángulo muy específico, enjuicia e interpreta todo el
complejo edificio de la realidad psiquiátrica.
La larga experiencia del autor en la actividad docente le ha conferido una gran
capacidad de síntesis y una notable claridad de exposición. Pocas veces en un texto, que
aspira a ser clasificado como manual, hemos podido observar definiciones tan precisas,
breves y contundentes de los conceptos que habitualmente maneja el psicoanálisis, cuya
comprensión e interpretación no siempre es fácil.
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A sus cualidades pedagógicas une un completo conocimiento de las concepciones
psicoanalíticas, lo cual le permite resumir en pocas líneas los hallazgos más modernos y
las últimas interpretaciones que nos da el psicoanálisis de los mecanismos psicológicos.
La influencia de Melanie Klein es importante y su papel en el pensamiento psicoanalítico
de hoy se deduce de la extensión con que es citada en esta obra. El autor, en cada
capítulo de la obra, describe minuciosamente las interpretaciones dinámicas de la vida
psíquica siempre referidas al esquema psiquiátrico tradicional.
Para mí constituye un motivo de satisfacción y de orgullo la petición que me ha
hecho el autor de que prologue su obra. El conjunto de miembros de un equipo sólo
consigue la unidad y la cohesión que posibilita la labor útil del mismo a través de la
integración y del espíritu de colaboración. Para un director de equipo la participación en
la obra de sus componentes puede realizarse perfectamente a través del prólogo que al
avalarla le confiere algo así como una fe de vida y le asigna una filiación. El
departamento de Psiquiatría y Psicología Médica de la Facultad de Medicina de
Barcelona, cuya dirección me corresponde, no estaría a la altura de su misión si no
intentara abarcar todas las direcciones posibles dentro del pensamiento psiquiátrico. En
un ambiente universitario deben poder coexistir todas las tendencias, ya que en el fondo
están animadas por un objetivo común: alcanzar la meta de la verdad científica. Por ello
es doblemente grato contar con colaboradores tan brillantes como el doctor Juan
Coderch, que posee una sólida formación psiquiátrica, a la par que psicoanalítica, lo cual
le confiere este matiz específico al que antes me refería.
Para el director de una escuela es siempre grato apadrinar obras de sus discípulos,
que pueden ser considerados como hijos científicos. No es éste el caso presente, ya que
a Juan Coderch lo considero como un hermano menor, puesto que juntos hemos
trabajado durante largos años y hemos laborado para conseguir que nuestro
departamento de Psiquiatría y Psicología médica esté en la vanguardia del pensamiento
psiquiátrico del país.
Estoy seguro de que todos los lectores de esta obra experimentarán el mismo placer
que yo he sentido a lo largo de todos sus capítulos y de que con su lectura se verán
enriquecidos con una visión clara, sinóptica y actual de la orientación dinámica en
psiquiatría.
Juan Obiols Vié
Catedrático de la Universidad de Barcelona
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INTRODUCCIÓN
Psiquiatría y psicoanálisis son dos disciplinas científicas que poseen numerosos puntos
comunes, puesto que ambas se ocupan del estudio y terapéutica de los trastornos
psíquicos. Sin embargo, no pueden confundirse entre sí, dado que, a la vez, existen
importantes características que las distinguen. Por un lado, las premisas básicas de que
parten, las hipótesis de trabajo y la metodología utilizada para alcanzar sus objetivos son
fundamentalmente distintas en una y otra. Por otro lado, mientras que la psiquiatría se
centra totalmente en la investigación, prevención y curación de las enfermedades
psíquicas, esta actividad es sólo uno de los múltiples aspectos del psicoanálisis. Éste es, al
mismo tiempo, una técnica para la exploración y comprensión de la vida psíquica
inconsciente, un conjunto de conocimientos acerca de la génesis, evolución y
funcionamiento del psiquismo humano, y un procedimiento dirigido a obtener un mejor
despliegue y rendimiento de las capacidades propias de este psiquismo, procedimiento
que, por tanto, puede aplicarse a la curación de ciertas perturbaciones psíquicas, así
como a la obtención de un mayor crecimiento y madurez emocional de la personalidad.
Los descubrimientos proporcionados por el psicoanálisis pueden ser aplicados no sólo a
la psiquiatría, sino también a los más variados campos del saber y del comportamiento
humanos, especialmente la pedagogía, la sociología, la psicología, el estudio de la
creación artística, la criminología, etc.
Los contactos entre psiquiatría y psicoanálisis han sido siempre amplios y fecundos.
Sin embargo, por distintas razones demasiado complejas para ser discutidas aquí, la
comunicación entre estas dos ciencias no ha alcanzado aún el grado de mutuo
enriquecimiento y fecundación que cabe esperar. Tanto las bases teóricas como el
ejercicio práctico de la psiquiatría y el psicoanálisis difieren mucho entre sí, lo cual da
lugar a que siempre sea difícil la equiparación de conceptos y el recíproco intercambio de
experiencias. El objetivo que me he propuesto con este manual no es otro que el de
contribuir a que psiquiatras, psicólogos, pedagogos, trabajadores sociales y todos aquellos
que por alguna razón se hallan interesados en el estudio de los trastornos del
comportamiento humano puedan aprovechar, para un mayor entendimiento de los
mismos, los resultados de las investigaciones psicoanalíticas. De ninguna manera
pretendo que su lectura sustituya la de los tratados de psiquiatría clásica o general, para
aquellos cuyas actividades les demanden un conocimiento completo de la psiquiatría.
Intento, únicamente, complementar el saber psiquiátrico con la luz y claridad aportados
por el psicoanálisis en lo que concierne a las enfermedades psíquicas. En este sentido
creo que, de alguna manera, el psicoanálisis es a la psiquiatría lo que las más sutiles y
delicadas pruebas practicadas enel laboratorio clínico son a la medicina interna. Por ello,
la elección del título de esta obra ha sido realizada de acuerdo con la definición dada por
F. Alexander y H. Ross cuando dicen: «La corriente dinámica, en psiquiatría, es el
resultado del impacto de la teoría, el método, la investigación y la terapia psicoanalítica
sobre la psiquiatría en su conjunto. Esencialmente, esta tendencia puede ser definida
como el progreso de la investigación psiquiátrica desde una etapa descriptiva a una
explicativa.»
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Dados los propósitos a los que me he referido en el párrafo anterior, no me ocupo, en
este manual, de aquellas enfermedades psíquicas directamente provocadas por una
alteración somática y que presentan un curso, evolución y pronóstico totalmente
vinculados a ésta, aun cuando, en muchas ocasiones, es también posible en ellas una
explicación psicodinámica de la forma que adopta la expresión psicopatológica del
trastorno. En otro aspecto, he creído conveniente que,junto a la interpretación
psicoanalítica de las más importantes entidades nosológicas, figure una breve exposición
clínica de las mismas, con la finalidad de establecer la mayor vinculación posible entre los
hallazgos y conceptos psicoanalíticos acerca de los mecanismos de formación y
externalización de los trastornos psíquicos, por un lado, y los hechos concretos que nos
ofrece el contacto con el enfermo, por otro. Al mismo tiempo, ello facilitará la lectura de
este manual a aquellas personas que no poseen unos conocimientos psiquiátricos previos.
Tan sólo me resta añadir que, si con mi modesto esfuerzo contribuyo al fortalecimiento
de los lazos de unión entre psiquiatría y psicoanálisis, me sentiré altamente
recompensado.
Barcelona, mayo de 1975
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INTRODUCCIÓN A LA PRESENTE EDICIÓN
Desde que se agotó la quinta edición (1991) de esta obra, ésta no había vuelto a
reeditarse. Desde entonces, han sido abundantes y continuadas las demandas de una
nueva edición por parte de psicólogos y psiquiatras interesados en la comprensión de la
psicopatología desde la orientación psicodinámica. En vista de ello, Herder Editorial ha
decidido, con mi aprobación, llevar a cabo la presente edición.
Pese a que desde la fecha de la primera edición, 1975, las diversas orientaciones
psicoanáliticas han evolucionado mucho, y lo mismo ha hecho mi propio pensamiento, he
creído lo más conveniente conservar intacto el núcleo central de la obra, basado por una
parte en la fenomenología y, por otra, en las teorías y conceptos de la escuela kleiniana.
Me ha movido a ello, precisamente, la amplia aceptación que ha tenido en su versión
original, y los numerosos mensajes que durante todo este tiempo he recibido, tanto por
parte de profesores como de alumnos, acerca de su utilidad para adentrarse en el mundo
de la psicopatología y del psicoanálisis. Modificar sustancialmente la obra para adecuarla
a nuevas concepciones y perspectivas psicoanalíticas sería frustrar las necesidades de
quienes la solicitan. Aquellos que deseen incrementar sus conocimientos con otras
visiones del psicoanálisis y las nuevas perspectivas del mismo encontrarán abundantes
obras disponibles dentro del surtido de Editorial Herder, algunas de ellas escritas por mí y
reflejando la evolución de mi pensamiento.
Por todo ello, en la presente edición me he limitado a:
a) Ampliar el capítulo dedicado a la neurosis histérica.
b) Eliminar algunos temas, términos y conceptos caídos en desuso dentro de la
psicopatología y de la sensibilidad social actuales.
c) Introducir, en el capítulo XIII, un apartado acerca de la adicción a las drogas en la
sociedad del momento presente, teniendo en cuenta la gran importancia de este
fenómeno.
d) He añadido dos nuevos capítulos. El capítulo XV, destinado a describir la
fenomenología, las causas y la psicodinamia de los trastornos de la alimentación, con sus
manifestaciones de obesidad y anorexia, dada la gravedad de este problema en la
actualidad. Y el capítulo XVI, en el que estudio el contexto social en el que nos
encontramos los analistas y nuestros pacientes, es decir, la cultura postmoderna derivada
de la Modernidad, puesto que la psicopatología individual ha de ser comprendida dentro
del contexto en el que se produce y manifiesta.
Espero que la presente edición satisfaga a quienes se han interesado por ella.
Barcelona, diciembre de 2010
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Capítulo 1
PSICOPATOLOGÍA GENERAL Y COMPRENSIÓN PSICODINÁMICA
Para el estudio de un texto de psiquiatría es totalmente necesario familiarizarse con la
denominación de los diversos síntomas que se presentan en las enfermedades psíquicas.
De lo contrario, el lector no avezado no comprenderá el significado de los términos
utilizados, ni entenderá los tipos de alteraciones que se mencionan al describir las
distintas entidades nosológicas. Es cierto que el hecho de agrupar los síntomas
psicopatológicos de acuerdo con la función en que asientan, como, por ejemplo,
trastornos del pensamiento, trastornos de la afectividad, etc., puede resultar, en ciertos
aspectos, un tanto alejado de la realidad viva y multiforme con la que nos encontramos al
enfrentarnos con el enfermo psíquico. Pero no es menos cierto que, si no disponemos de
un claro y eficiente esquema conceptual previo, nos será difícil aprehender esta realidad,
y corremos el riesgo de que la clínica psiquiátrica se nos presente como algo ininteligible
e informe, y que, ante el enfermo, se nos escapen los detalles y matices más importantes
arrastrados por lo anecdótico o lo circunstancial, confundamos lo fundamental con lo
accesorio y no distingamos los síntomas primarios de los secundarios.
Por otro lado, contrariamente a una creencia muy extendida y de la que participan
incluso médicos y psicólogos, la psiquiatría y el psicoanálisis no emplean mayor número
de términos técnicos que las otras ciencias, sino que, por el contrario, el número de ellos
es más bien reducido. Esto da lugar a que tanto la una como el otro utilicen palabras
extraídas del lenguaje ordinario, a las que se confiere un sentido estricto y específico, con
el peligro evidente de que los no especialistas en estas materias atribuyan a dichos
vocablos un significado erróneo, creándose equivocaciones y malentendidos que, con el
tiempo, se hacen difíciles de subsanar. Esta cuestión es tanto más delicada cuanto que,
por la índole misma de la materia de la que tratan, la psiquiatría y el psicoanálisis
interesan a gran número de personas: sociólogos, psicólogos, pedagogos, filósofos,
historiadores, médicos y público culto en general. Para citar un ejemplo, podemos
recordar que el término «manía», perteneciente al lenguaje ordinario, posee en
psiquiatría un significado totalmente distinto al que se le adscribe en aquél. Asimismo, el
término «objeto», con el que se designa un concepto clave en psicoanálisis, se utiliza en
esta ciencia para expresar algo bien diverso a lo que se enuncia en el habla habitual.
Además, y desde el punto de vista didáctico, el hecho de dedicar un capítulo a la
exposición de la psicopatología general permite que, al estudiar cada entidad nosológica
por separado, se eviten enojosas repeticiones, ya que los mismos tipos de perturbaciones
se presentan en diferentes enfermedades. Debido a ello, considero pertinente ofrecer al
lector un capítulo dedicado a la exposición de los síntomas generales hallados en los
trastornos psíquicos, que, a la vez, servirá para fijar los términos con que tales síntomas
se designan.
Las manifestaciones clínicas de los trastornos psíquicos son, a un tiempo, el resultado
de la interacción compleja de fuerzas biológicas, psicológicas y socioculturales, y la
expresión de un fallo en el proceso de adaptación. Desde el punto de vista psicodinámico,
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entendemos por adaptación la serie de cambios que se presentan en un individuo con la
finalidad de alcanzar determinados objetivos en relación con la satisfacción de sus
necesidades personales y a las realidades del medio ambiente. Las inadecuaciones de este
proceso dan como consecuencia alteracionesde las distintas funciones psíquicas. Dichas
alteraciones serán expuestas, en este capítulo, fundamentalmente de acuerdo con este
concepto dinámico.
A) TRASTORNOS DEL PENSAMIENTO
El pensamiento o experiencia cognitiva incluye los procesos de juicio, comprensión,
raciocinio y anticipación de los hechos. El pensamiento lógico-racional, que consideramos
normal, consiste en un flujo de ideas, símbolos y asociaciones dirigidos hacia una meta,
iniciados por un problema o tarea y conducentes a una conclusión adaptada a la realidad.
Ordinariamente, el pensamiento de un individuo es conocido a través de su expresión
verbal o escrita. Más indirectamente, poseemos un conocimiento del mismo por la
observación del comportamiento. En la clínica psiquiátrica es, fundamentalmente, el
lenguaje del enfermo la vía de acceso a su pensamiento.
Al margen de las alteraciones del pensamiento halladas en los trastornos psíquicos,
todos los individuos presentan, en los sueños, un tipo de pensamiento muy distinto del
pensamiento lógico-racional propio del hombre civilizado. En realidad, si los sueños se
nos presentan como extravagantes, ilógicos y carentes de sentido, se debe a que, durante
la dormición, el pensamiento posee una organización peculiar, propia de lo que Freud
denominó proceso psíquico primario. El término primario significa aquí que esta forma
de pensamiento aparece en primer lugar durante el curso del desarrollo filo y ontogénico.
El pensamiento característico del proceso psíquico primario no sigue las reglas del
pensamiento lógico, no tiene en cuenta las categorías de espacio y tiempo, causalidad,
principios de identidad y de contradicción, etc. Es específico del mismo la ausencia de
cualquier tipo de conjunciones modificadoras, adversativas o condicionales. Las ideas
contradictorias entre sí pueden coexistir y aun representarse las unas a las otras. No
existe una diferencia radical entre la afirmación y la negación Varios pensamientos e
imágenes pueden estar condensados en un solo pensamiento o imagen. Se produce un
uso considerable de la metáfora y la simbolización. Uno de los rasgos principales de este
tipo de pensamiento estriba en ser esencialmente visual, es decir, que avanza sobre
imágenes en lugar de hacerlo sobre conceptos o representaciones verbales. De acuerdo
con las investigaciones psicoanalíticas, esta regresión del pensamiento a una fase
primitiva del desarrollo tiene como finalidad primordial evitar sentimientos dolorosos y
expresar de alguna manera los impulsos inconscientes que se encuentran reprimidos. En
muchas ocasiones hallamos, en los trastornos psíquicos, manifestaciones totales o
parciales de esta regresión.
1) Trastornos de la forma del pensamiento
Bajo esta categoría se incluyen todas las desviaciones de una pauta lógica, racional y
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teleológicamente dirigida del pensamiento. Muchos términos han sido usados para
describir la actividad mental que difiere de la señalada por las leyes de la lógica y que no
acierta a tomar adecuadamente en consideración los hechos de la realidad. No es posible
revisarlos aquí todos.
El término «autismo», ideado por Bleuler, significa que las fuerzas que distorsionan
el curso de las asociaciones proceden del mundo interno del enfermo y pertenecen a la
categoría de fantasías inconscientes, ideas delirantes y alucinaciones. El autismo puede
hallarse en algunos individuos tímidos, introvertidos y con dificultades de relación
interpersonal como un rasgo de carácter. Pero, en su forma extrema, el autismo
constituye uno de los síntomas primarios de la esquizofrenia. El pensamiento autista
presenta dos características principales. Una de ellas es la de no ser accesible a la
corrección por la prueba de la realidad. La otra es la de hallarse menos ligado a la acción
que el pensamiento normal, puesto que representa en sí mismo una gratificación de las
necesidades que originan las fantasías.
El autismo infantil precoz se distingue por su intenso distanciamiento de la realidad,
pérdida de contacto con los demás, uso de un lenguaje personal e inefectivo para la
comunicación y preferencia por la relación con objetos inanimados (muñecos, trapos,
pedazos de madera, etc.) en lugar de establecer comunicación con las personas del
entorno. L. Kanner, que fue uno de los primeros que describió este cuadro, lo consideró
como el resultado de una incapacidad, por parte de la madre, para crear un clima de
afecto y calor emocional.
Aun cuando da lugar a un trastorno del pensamiento, motivo por el cual lo he citado
aquí, el autismo denota una alteración global y masiva de la personalidad, de la que
volveré a ocuparme al tratar de la esquizofrenia.
2) Trastornos del curso del pensamiento y del lenguaje
Pensamiento y lenguaje se hallan íntimamente vinculados. Algunas de las anormalidades
a las que aquí me referiré son consideradas, con frecuencia, como trastornos del
lenguaje. Sin embargo, bajo la apariencia externa de un lenguaje perturbado subyace una
patología del pensamiento y, más allá de ésta, de toda la personalidad. En la afasia se une
claramente la alteración de una y otra función. Me referiré únicamente a algunas
anomalías de la comunicación verbal de mayor importancia en clínica psiquiátrica,
descartando, por no ser materia de este manual, las de interés predominantemente
neurológico o pedagógico-escolar.
El término «neologismo» se refiere a la invención de nuevas palabras, generalmente
formadas por la condensación de dos o más vocablos, a las que el enfermo otorga un
significado especial. Se trata de un fenómeno típico de la psicosis esquizofrénica.
Se denomina estereotipia a la constante repetición de cualquier palabra, frase o pauta
de acción. Cuando se presenta como continua reiteración de una frase específica se
conoce con el nombre de «verbigeración». Hablamos de perseveración cuando la
involuntaria y morbosa repetición de determinada palabra (o de una idea) persiste a pesar
de los esfuerzos del sujeto por seguir adelante.
Pensamiento disgregado es aquel en el cual falta una línea directriz en torno a la que
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vayan sucediéndose las ideas, representaciones, juicios, etc., hasta alcanzar una meta
determinada. En este tipo de pensamiento, por tanto, las asociaciones transcurren por
cauces extravagantes, no existe una ordenación lógica de los diversos elementos del
pensamiento y, en su conjunto, éste no discurre hacia un objetivo preciso, sino que
avanza desordenadamente sin una finalidad claramente perceptible. Variantes del
pensamiento disgregado son: el pensamiento saltón, denominado así porque lo más
característico del mismo son los amplios saltos asociativos; el robo del pensamiento, en el
cual los enfermos tienen la sensación de que una fuerza superior les arrebata sus
pensamientos; el pensamiento o lenguaje incoherente, en el cual la expresión verbal del
enfermo consiste, únicamente, en una sucesión de palabras o frases de las que no se
puede deducir sentido o significado de ninguna clase.
En el bloqueo o interceptación se produce una brusca interrupción del curso del
pensamiento, con discontinuidad del flujo ideacional del mismo cuando aquél se reanuda.
Este síntoma es típico de la esquizofrenia, en la cual el distanciamiento de las relaciones
con el mundo externo es una de las más importantes características. Como consecuencia
de este distanciamiento, el curso del pensamiento es interrumpido intermitentemente por
sentimientos y fantasías que el enfermo no es capaz de expresar. La interceptación puede
ser también consecuencia de alucinaciones o ideas delirantes que el enfermo no desea
comunicar.
La fuga de ideas es un trastorno hallado primordialmente en el cuadro clínico de la
manía. Se distingue por: 1) rapidez y abundancia del flujo de ideas, que da lugar a una
verborrea inacabable; 2) matiz como de juego, broma o burla, con chanzas, chistes,
ironías, etcétera; 3) las asociaciones se efectúan por asonancia verbal, por similitudes
externas, etc., lo cual da lugar a constantes ramificaciones del curso del pensamiento; 4)
influenciabilidadmanifiesta por los estímulos externos, al contrario de lo que ocurre en el
pensamiento disgregado propio de la esquizofrenia, que parece brotar de fuentes internas,
independientemente del mundo externo que rodea al sujeto.
En los estados depresivos, el flujo del pensamiento se halla lentificado, no
intermitentemente interrumpido en respuesta a las interferencias delirantes o
alucinatorias, tal como ocurre en el bloqueo, sino como consecuencia del bajo tono
afectivo. El enfermo piensa y habla lentamente y con gran esfuerzo. En contraste con el
enfermo que presenta fuga de ideas, se muestra poco influenciable por los estímulos
externos, con una evidente limitación de la esfera de intereses. Este tipo de pensamiento
inhibido debe diferenciarse del mutismo, trastorno en el que, por razones conscientes o
inconscientes, el enfermo se niega a hablar.
Afasia es un término general con el que se designan todos los trastornos del lenguaje
y de la comunicación debidos a lesiones cerebrales, sin que exista alteración en la
motilidad de los órganos de la fonación ni deficiencia mental. La afasia se manifiesta
como una incapacidad para utilizar los nombres y palabras, así como para indicar el uso
de los objetos comunes. Según Dejerine, la afasia es una perturbación del lenguaje
caracterizada por la pérdida de la memoria de los signos por medio de los cuales el
hombre civilizado cambia ideas con sus semejantes. El afásico es el individuo que, no
siendo demente, ni paralítico, ni ciego ni sordo, es incapaz de expresarse por medio de
las palabras habladas o de la escritura. Los trastornos afásicos se presentan como
18
consecuencia de lesiones cerebrales que afectan a los centros del lenguaje. Las afasias
pueden dividirse en motoras (o expresivas) y sensoriales (o receptivas). En la afasia
nominal existe una incapacidad para recordar el nombre de un utensilio u objeto, incluso
cuando el enfermo conserva la habilidad para manejar aquél adecuadamente e incluso
expresar, tal vez con la ayuda de circunloquios, el uso al que se destina.
La espasmofenia (vulgarmente llamada «tartarnudeo») se debe a un tic espasmódico
de los músculos expiratorios. El sujeto que la padece se «encalla» cuando principia a
emitir palabras cuya primera sílaba (inicial de la expiración) comienza con consonante, y
repite varias veces, o demora, la emisión de dicha sílaba. Según L. Eidelberg, la
espasmofenia es una formación de compromiso en la cual se juntan la gratificación de los
impulsos exhibicionistas anales, la defensa contra los mismos por parte del yo1 y el
castigo que impone el superyó2 al sujeto por permitirse tal gratificación. Fenichella
considera como el resultado de un conflicto entre tendencias opuestas. Es decir, el sujeto
intenta hablar, pero en su inconsciente algo se opone a que lo haga.
3) Trastornos del contenido del pensamiento
Aquí nos encontramos de nuevo con que el contenido del pensamiento sólo nos es
conocido indirectamente a través del lenguaje verbal o escrito, aun cuando ciertos tipos
de contenido del pensamiento son primordialmente no verbales.
Un aspecto importante en cuanto a las alteraciones del contenido del pensamiento se
refiere al predominio de determinada clase de fantasías. Una fantasía consciente -la cual
se distingue de las fantasías inconscientes en que estas últimas son la expresión psíquica
de los instintos- es la representación de una escena o suceso que es reconocido como
irreal, pero que el individuo desea o teme que tenga lugar. Existen dos tipos de fantasías
de aparición muy frecuente: la fantasía creativa, que prepara algún tipo de
comportamiento o de acción adaptado a la realidad, y las fantasías desiderativas o
ensueños diurnos, que constituyen la forma de gratificación compensatoria de los deseos
insatisfechos.
Los ensueños diurnos, como forma de gratificación de los deseos insatisfechos,
constituyen un fenómeno casi universal. Predominan en la segunda infancia y en la
pubertad, y tienden a disminuir con el crecimiento biológico y psicológico, en el
transcurso del cual son progresivamente sustituidos por la satisfacción sexual directa con
un objeto adecuado y por la sublimación a través del trabajo y de las actividades
artísticas, culturales y recreativas. En este aspecto, la sublimación significa la sustitución
de impulsos que previamente generaban culpa y ansiedad, por actividades libres de estos
sentimientos.
La seudología fantástica difiere de los ensueños diurnos normales en que el sujeto
actúa, durante un período más o menos prolongado, como si creyera en la realidad de
sus fantasías. Los individuos que presentan este síntoma son considerados como
embusteros patológicos por las personas que los rodean. Frecuentemente, molestan o
perjudican a los demás con sus mentiras, acarreándose castigos y perjuicios a causa de su
comportamiento, pese a lo cual reinciden como si la experiencia dolorosa les hubiera
resultado por completo inútil. Enfrentados a la realidad de los hechos, reconocen la
19
falsedad de sus embustes, pero existe en ellos la necesidad compulsiva de actuar sus
fantasías desiderativas. En la mayor parte de los casos interviene, junto al intento de
satisfacer simbólicamente los impulsos reprimidos a través de la dramatización externa de
los mismos, una patológica necesidad de castigo. A menudo, es difícil verificar si las
falsedades son expresadas con la inconsciente intención de engañar o como parte de una
distorsión morbosa de la realidad.
Denominamos obsesión a la persistencia patológica de ideas, sentimientos o impulsos
que se imponen en la conciencia del individuo, de manera indeseada y con una tonalidad
desagradable, sin que éste pueda eliminarlos pese a todos sus esfuerzos.
Fobia es el miedo irresistible e irracional a una situación, cosa, animal, enfermedad,
etc. El individuo reconoce lo absurdo de sus temores, pero no puede sustraerse a ellos.
Tanto las fobias como las obsesiones serán estudiadas más ampliamente en el capítulo de
las neurosis.
Una idea delirante es una idea errónea que surge sin que existan circunstancias y
realidades externas al individuo que la justifiquen desde el punto de vista del pensamiento
lógico-racional y que es incorregible por la experiencia, el ejemplo, la sugestión y el
razonamiento. Lo característico de las ideas delirantes es que su aparición depende de
necesidades y fantasías internas, siendo, una vez instauradas, inaccesibles a la influencia
del médico o de las personas que rodean al sujeto. Por tanto, podemos decir que la
falsedad es un factor secundario en cuanto a que debamos considerar que una idea es o
no delirante, ya que lo primordial estriba en el mecanismo inconsciente por el que se ha
llegado a determinado convencimiento, de manera que incluso puede darse que una idea
sea cierta y delirante al mismo tiempo. Éste sería el caso de un hombre que creyera que
su mujer le es infiel porque en los anuncios de los periódicos, en la forma de las nubes o
en el piar de los pájaros descubriera alusiones indirectas a tal infidelidad, como resultado
de la proyección en ella de sus propios e inconscientes deseos de mantener relaciones
sexuales con hombres. Queda claro que sus ideas de celos serían delirantes, dado el
mecanismo por el que ha llegado a la conclusión de que su esposa le engaña, fuera cual
fuera el comportamiento de ella.
Esta indisoluble relación entre las ideas delirantes y las fantasías inconscientes del
enfermo es lo que da lugar a la incorregibilidad del delirio y a su ininfluenciabilidad.
Cualquier individuo sano es capaz de poner seriamente en duda sus ideas basadas en el
propio juicio si sus familiares, amigos y personas para él queridas y poseedoras de
prestigio le expresan la falsedad de tales ideas. El delirante, en cambio, posee una
convicción en sus ideas patológicas totalmente impermeable a las opiniones de los demás
e incluso a la prueba de la realidad. Este hecho es comprensible si tenemos en cuenta que
la idea delirante brota de fuentes internas y no de los datos de la realidad externa.
Otrascondiciones precisas para que una idea errónea sea considerada como delirante
es la de que no sea compartida por los demás miembros del grupo educacional o
sociocultural al que pertenece el sujeto, ya que en este caso tal idea, aunque falsa, no se
habría originado como expresión de las fantasías inconscientes del enfermo, sino como
fruto de su adaptación a los demás, de la educación recibida, etc.
Las ideas delirantes se presentan con la máxima frecuencia en la esquizofrenia, pero
pueden ser observadas en todos los estados psicóticos, incluyendo los originados por
20
alteraciones somáticas groseras. Una idea delirante es una respuesta autoplástica a través
de la cual el individuo se adapta mediante una transformación patológica de su mundo
interno, en contraposición a la respuesta aloplástica del sujeto sano que se adapta
intentando modificar, con su esfuerzo, el medio ambiente o sus propias posibilidades de
acción.
Es típico de las ideas delirantes mostrar, especialmente en la esquizofrenia y en los
delirios paranoicos, una irreductible tendencia a la difusión y el crecimiento. Siguiendo
esta tendencia, las ideas delirantes se van ampliando y estructurando entre sí, hasta llegar
a constituir un sistema delirante más o menos coherente y bien trabado según el nivel
intelectual y cultural del individuo, por una parte, y el tipo de enfermedad, por otra.
En la génesis del sistema delirante, R. Sarró distingue, muy acertadamente, los
siguientes pasos: 1) Temple delirante: Se trata de un estado en el que el enfermo se siente
inquieto, desazonado, presintiendo que algo importante y, generalmente, amenazador
ocurrirá. 2) Aparición de nuevas significaciones: Los estímulos externos, así como las
sensaciones corporales, adquieren para el enfermo un sentido desconocido hasta el
momento. 3) Interpretaciones e inspiraciones delirantes: Hablamos de interpretación
delirante cuando las percepciones son dotadas de nuevos sentidos de tipo delirante.
Cuando la idea delirante aparece desconectada de cualquier percepción o estímulo,
hablamos de inspiración delirante. 4) Predominio de un tema delirante: Progresivamente,
entre la multitud de nuevos significados, inspiraciones e interpretaciones, determinado
tema, de carácter religioso, persecutorio, megalomaníaco, etc., va destacando entre los
demás, polarizando a su alrededor toda la actividad delirante. 5) Incorregibilidad del
delirio: Este tema delirante se instaura de manera permanente, aun cuando pueda
presentar modificaciones secundarias o de revestimiento. 6) Integración del delirio: Las
ideas delirantes se estructuran no solamente entre sí, sino también con los demás
elementos psicóticos, tales como las alucinaciones, estados afectivos, comportamiento,
etc., así como con los aspectos intelectuales y caracterológicos de la personalidad. 7)
Sistematización: Según he dicho anteriormente, de acuerdo con el nivel intelectual y
cultural del enfermo, se inicia un trabajo de ordenación lógica que tiende, con mayor o
menor éxito, a estructurar el conjunto de ideas delirantes, subordinadas a un tema
predominante, en un sistema de creencias, valores y actitudes.
De acuerdo con el contenido del tema dominante, los delirios pueden clasificarse en
distintos tipos:
a) Delirio persecutorio. Es el más frecuente de todos los delirios. El enfermo se siente
perseguido y amenazado por supuestos enemigos que le espían, vigilan, intentan
aniquilarle por diversos métodos, etc. Los perseguidores pueden ser conocidos o
desconocidos, compañeros de trabajo, la policía, etc.
b) Delirio de autorreferencia. El enfermo se lamenta de que los demás piensan y hablan
de él de forma despreciativa, irónica e insultante. Cuando va por la calle, cree ser
observado por los transeúntes. Piensa que los compañeros de trabajo se refieren a él,
directa o indirectamente, en sus conversaciones, e incluso puede llegar a descubrir
alusiones a su persona en los periódicos, en la radio, etc. En unas ocasiones, el enfermo
desconoce las causas de esta polarización del interés de los demás en su persona,
21
mientras que en otros casos lo atribuye a una falta, real (por ejemplo, masturbación) o
supuesta por los demás.
c) Delirio de influencia. El enfermo se siente influido por fuerzas externas a él que de
alguna forma coartan o dominan su pensamiento, le imponen sensaciones corporales de
tipo molesto o erótico, etc. Estas influencias se efectúan, según él, mediante máquinas
eléctricas, rayos especiales, ondas magnéticas, etc., o bien por procedimientos de tipo
mágico, hechizos y brujerías. En muchas ocasiones, el enfermo se queja de que es
poseído sexualmente en contra de su voluntad. Esta forma de delirio presupone una
regresión del pensamiento a niveles muy primitivos de funcionamiento, siendo, por tanto,
consecuencia de una infiltración de la enfermedad, que desorganiza gravemente las
funciones del yo. Las partes sanas de la personalidad se defienden contra esta invasión
morbosa rechazándola al exterior y sintiendo a las partes enfermas como venidas de
fuera y constituidas en cuerpo extraño.
d) Delirio hipocondríaco. Fenomenológicamente se caracteriza por la presencia de la
convicción, falsa o injustificada, de sufrir determinada enfermedad o de que ciertos
órganos del cuerpo se hallan gravemente alterados. Estas ideas, como propiamente
delirantes, son totalmente irreductibles a cualquier argumento médico, aun apoyado por
las más cuidadosas exploraciones somáticas, que tienda a rebatirlas. En realidad, se trata
de una variante del delirio de persecución, ya que la exploración cuidadosa de estos
enfermos muestra que su vivencia íntima es la de sentirse perseguidos por el órgano
«enfermo». Éste, a su vez, es el representante del objeto:3 internalizado, atacado y
convertido en persecutorio. Son, pues, enfermos que se hallan perseguidos desde dentro.
e) Delirio melancólico. En las melancolías graves, los enfermos piensan que los más
terribles desastres caerán sobre ellos y sobre sus seres queridos. A la vez se consideran a
sí mismos indignos y miserables, condenados a muerte por enfermedades incurables, o
total y absolutamente arruinados. Pueden distinguirse dos formas principales de delirio
melancólico: 1) Delirio nihilista o de negación. Denominado también síndrome de Cotard,
se caracteriza porque la intensidad de la depresión, mezclada al delirio hipocondríaco,
lleva al enfermo a negar su propia existencia. Cree estar muerto, o que sus órganos ya no
funcionan en absoluto, que su cuerpo es sólo una apariencia, que sus capacidades
sensoriales han desaparecido, etc. 2) Delirio de autoacusación. En esta clase de delirio
predominan las ideas de indignidad y de culpabilidad. El enfermo se acusa de los más
terribles crímenes y pecados. Pide ser detenido, castigado o ejecutado como expiación de
todas sus faltas. En otras ocasiones, se atormenta por pequeñas transgresiones -que
varían según la escala de valores imperante en su medio cultural y social- que en aquel
momento adquieren ante sus ojos proporciones monstruosas. Por ejemplo, algunos
pacientes recuerdan masturbaciones de su juventud, o pequeñas negligencias cometidas
en el trabajo, etc., considerando que se trata de delitos imperdonables. En algunos
casos,juzgan que la magnitud de sus pecados es la causa de las desgracias e infortunios
que asolan a la humanidad, y piden insistentemente ser eliminados para que los demás no
sigan sufriendo por su causa.
22
f) Delirio místico. En este delirio, el tono afectivo difiere del que muestran los que hasta
ahora han sido estudiados, ya que aquí no existe temor, depresión, ansiedad, sentimientos
de amenaza, etc., sino que, por el contrario, el enfermo manifiesta un estado de ánimo
gozoso y exultante. El sujeto se cree escogido por Dios para alguna misión trascendental,
nuevo mesías distinguido con especiales muestras de afecto y de consideración por parte
de Dios o de alguno de sus santos, etc. Prácticamente, en todas las ocasiones existen
alucinaciones de supuesto origen divino, ya sea en forma de vocescon las que los
personajes del cielo se comunican con el enfermo, sensaciones corporales que le son
remitidas como anuncio de su especial destino, apariciones celestiales, etc. En algunos
casos, la comunicación divina se mezcla con la diabólica, y entonces el enfermo se
encuentra en lucha contra los poderes demoníacos, ayudado por las potencias del bien.
Este tipo de delirio constituye una forma de transición entre los delirios descritos hasta el
momento, a los que clásicamente se conoce como centrípetos, y los que expondré a
partir de ahora, a los cuales, en oposición a los primeros, se denomina centrífugos. Se
caracterizan los centrípetos porque, en líneas generales, existe en ellos un sentimiento de
impotencia, temor e incapacidad ante los cambios que se presienten, las fuerzas que
amenazan y los enemigos que acechan. En los centrífugos, por el contrario, el enfermo
se siente fuerte, en posesión de la verdad y la razón, con energías sobradas para hacer
frente a sus adversarios, ungido con alguna misión trascendente, destinado a exponer al
mundo algún sensacional descubrimiento, investido de la competencia y autoridad para
castigar a los culpables, etc.
g) Delirio megalomaníaco. El enfermo se siente en posesión de grandes valores
personales, tales como inteligencia, sabiduría, belleza, fuerza y conocimientos especiales,
así como, en otras ocasiones, dueño de riquezas, bienes fabulosos, negocios importantes
y todo cuanto pueda ser deseable. De ordinario, se siente generoso y se muestra
dispuesto a favorecer con sus dones a quienes tienen trato con él, siempre que acepten
sus ideas y no le lleven la contraria, ya que, en este caso, se enfurece con facilidad.
h) Delirio reformador. Lo presentan algunos enfermos que dedican todos sus esfuerzos a
propagar ciertos planes, programas o nuevas formas de vida que, según ellos, traerán a la
humanidad la salvación de todas sus miserias y la conquista de la felicidad futura. Separa
y distingue a estos delirantes, respecto de los otros individuos que, con mayor o menor
fanatismo, defienden planes e ideologías para la salvación de la humanidad, la
irreductibilidad de sus convicciones, la falsedad de las premisas en que se basan o de las
conclusiones a las que aquéllas les conducen, así como su falta de adecuado criterio y
discernimiento en cuanto a las posibilidades de propagación y aplicación de sus teorías.
i) Delirio de invención. En este tipo de delirio, el enfermo considera haber realizado un
invento fabuloso, haber descubierto lo erróneo de algunas de las teorías científicas
comúnmente aceptadas por las sociedades civilizadas, o haber llegado a una nueva
interpretación de hechos y fenómenos ya conocidos. Al no serles reconocidas por los
demás sus pretensiones, rechazados sus inventos y no tenidas en cuenta sus
revolucionarias concepciones, se sienten injustamente tratados y con frecuencia se creen
víctimas de maquinaciones y persecuciones por parte de gentes interesadas en que sus
23
descubrimientos no obtengan el éxito merecido.
j) Delirio celotípico. La certeza de una infidelidad por parte del cónyuge, basada en
suposiciones, intuiciones e interpretaciones tendenciosas de hechos en sí indiferentes, sin
una base lógica ni la comprobación experiencial de sucesos supuestamente significativos,
constituye el delirio de celos, que es uno de los más frecuentes en clínica psiquiátrica. Es
especialmente característico de los alcohólicos crónicos, hasta el punto de que considero
que no hay alcohólico crónico en el que no se encuentren, si se investiga con cuidado,
algunas ideas celotípicas, en germen si no plenamente desarrolladas.
Además de las diversas formas de delirios que han sido expuestas, es relativamente
frecuente la existencia de individuos que presentan ideas aparentemente delirantes, pero
cuyo análisis fenomenológico y psicodinámico pone de manifiesto que no reúnen las
condiciones necesarias, y que antes he mencionado, para ser consideradas como
verdaderas ideas delirantes. En unos casos se trata, simplemente, de fabulaciones
imaginativas, originadas por la fuerza de determinados deseos o emociones, carentes por
completo de la convicción irreductible y la inaccesibilidad a toda crítica que caracteriza a
los verdaderos delirios. En otros casos, las ideas supuestamente delirantes sólo presentan
la apariencia de tales debido a las diferencias culturales entre el sujeto y el observador,
quien puede caer en el error de catalogar como delirantes aquellas formas del
pensamiento que no se ajustan a las formas habituales del pensamiento lógicoracional.
Así, para citar un ejemplo, un campesino de determinadas zonas rurales puede pensar
que si su ganado ha enfermado es debido a que alguien que le quiere mallo ha
embrujado, sin que esto constituya una idea delirante, sino, simplemente, una forma de
explicar un fenómeno acaecido, de acuerdo con las normas culturales y el sistema de
creencias en que ha sido educado. Algunos autores denominan a este tipo de ideas,
«ideas delirantes secundarias». Creo que este nombre es engañoso, puesto que no son,
de ninguna manera, ideas delirantes, sino únicamente formas de pensamiento que pueden
ofrecer alguna similitud externa con los fenómenos delirantes.
Aun cuando es habitual describir la actividad delirante como un trastorno del
contenido del pensamiento, no es difícil advertir que esta ubicación no es más que un
artefacto pedagógico o clasificatorio, ya que no es sólo una perturbación del
pensamiento, sino la alteración de toda la personalidad, lo que se expresa a través del
fenómeno delirante.
B) TRASTORNOS DE LA MEMORIA
La capacidad para recordar se basa en tres procesos fundamentales: 1) fijación; 2)
retención; 3) evocación. Los trastornos de la memoria pueden radicar en la perturbación
de cualquiera de estos tres procesos.
1) Fijación
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La fijación del material que más tarde deberá ser evocado puede hallarse alterada por
falta de concentración. Así, en los enfermos con fuga de ideas, la dispersión de la
atención impide al sujeto percibir adecuadamente lo que está ocurriendo a su alrededor,
con lo cual el individuo, más adelante, recordará únicamente aquellos sucesos que, por
algún motivo especial, captaron más su atención. Por contraste, la fijación puede ser
impedida por una intensa preocupación que concentra la atención en un único tipo de
vivencia. En los sujetos con un déficit grave o total del estado de vigilancia (pérdida de
conciencia) no existe posibilidad de fijación, lo cual da lugar, posteriormente, a una
amnesia. Cuando el nivel de vigilancia se encuentra moderadamente disminuido, una
parte más o menos considerable de lo acaecido durante dicho descenso de la vigilancia
podrá ser recordada. En general, las perturbaciones graves de la fijación son debidas a
injurias cerebrales de diversa naturaleza.
Existen casos en los cuales la fijación parece estar seriamente alterada a consecuencia
de la falta de reactividad del enfermo, como sucede en la esquizofrenia catatónica y en el
estupor depresivo. Sin embargo, cuando el cerebro funciona en condiciones normales
pero las experiencias son reprimidas o negadas por razones puramente emocionales, la
fijación es normal. En estos casos, los sucesos aparentemente no observados pueden ser
posteriormente evocados, ya sea directamente o mediante la utilización de técnicas
especiales, como la hipnosis o el narcoanálisis.
2) Retención
Los trastornos de la retención sólo pueden suponerse en el caso de que la fijación y la
evocación se encuentren intactas. La retención es esencial para el aprendizaje. La
capacidad para retener material visual y auditivo puede diferir considerablemente. En
general, la capacidad para retener es mejor si lo que es percibido puede asociarse con
material que ya forma parte de la memoria. La pobreza y lentitud de las asociaciones
pueden simular un trastorno de la memoria.
3) Evocación
La evocación puede ser automática o voluntaria. En condiciones psíquicas anormales
ocurre con frecuencia que la evocación automática se halla preservada,mientras que la
capacidad para recordar a voluntad está alterada. Este fenómeno puede observarse con
cierta facilidad en individuos sanos sometidos a un estado de fatiga intensa o a una fuerte
tensión emocional, siendo la perturbación más marcada al tratar de recordar nombres. Es
generalmente posible reconocer inmediatamente aquello que no podía ser evocado a
voluntad, o bien lograr evocarlo cuando es percibido el material que se intenta recordar.
Los esfuerzos intensos para recordar hacen a menudo más difícil la evocación. Este
fenómeno, común y conocido por la auto-experiencia, puede ser observado en muchos
enfermos que no consiguen recordar lo que se les pregunta directamente, pero, en
cambio, pueden facilitar la información solicitada cuando se aborda la cuestión
indirectamente. Aunque los trastornos de la evocación pueden ser debidos a lesiones
25
cerebrales, en general los factores emocionales juegan aquí un papel mucho más
importante que en los disturbios de la fijación y de la retención.
Amnesia es la incapacidad de evocar vivencias pasadas. Puede ser completa o
parcial, continua, periódica o circunscrita. Amnesia completa es aquella en la que el
individuo no puede recordar nada de su vida pasada, a partir del momento en que se
instaura el trastorno. Es una alteración pocas veces observada y constituye un fenómeno
histérico. La amnesia limitada a los sucesos vividos a partir del momento en que se
instaura la perturbación se denomina «anterógrada», llamándose «retrógrada» a aquella
que se refiere a sucesos pasados. Generalmente, se combinan ambas formas en la
amnesia llamada «retroanterógrada». La amnesia circunscrita se refiere únicamente a un
grupo determinado de vivencias, las cuales, indefectiblemente, poseen un fuerte y
especial componente afectivo para el sujeto. Debe distinguirse de la amnesia
retroanterógrada que se presenta en los traumatizados craneales y que abarca todos los
hechos de un período de tiempo limitado, antes y después del accidente.
Es bien sabido que existe en todos los individuos una amnesia de los primeros años
de la vida. De acuerdo con las investigaciones psicoanalíticas, el más importante factor
en esta amnesia infantil es la necesidad de controlar y reprimir los impulsos agresivos y
libidinosos dirigidos hacia los objetos. Dado que durante el psicoanálisis son disueltas
muchas de las ansiedades infantiles, parte de las vivencias de los primeros años de vida
se reintegran a la memoria.
Desde el punto de vista teórico, puede trazarse una distinción relativamente clara
entre las amnesias basadas en perturbaciones o lesiones cerebrales, por un lado, y las de
origen puramente emocional, por otro. Estas últimas están al servicio de determinadas
necesidades conscientes o inconscientes y tienden a desaparecer cuando las
circunstancias se modifican. Las amnesias causadas por enfermedades cerebrales
involucran trastornos de la fijación y la retención, siendo esencialmente irrecuperables.
Muy frecuentemente, se limitan a la capacidad de evocar vivencias recientes, dejando
relativamente intacta la memoria para las experiencias remotas. Si la enfermedad cerebral
es progresiva, la amnesia mostrará también, progresivamente, una mayor extensión y
profundidad. En cambio, las amnesias de origen emocional mejoran con el tratamiento,
cuando no espontáneamente, o bien permanecen estacionarias. Sin embargo, debe
tenerse en cuenta que en las amnesias provocadas por alteraciones cerebrales se mezclan
también componentes emocionales que hacen que esta distinción entre uno y otro tipo no
siempre sea fácil en la práctica.
La amnesia histérica es una pérdida de memoria para un particular período de tiempo
de la vida pasada, o para ciertas situaciones asociadas con miedo, humillación o impulsos
reprimidos. Esta forma de amnesia es altamente selectiva y sistematizada, en relación con
la vida emocional del enfermo.
En realidad, las amnesias histéricas nos proporcionan el modelo para comprender el
olvido funcional de los primeros años de la infancia, cuyos aspectos conflictivos y, por
tanto, traumáticos amenazan constantemente con aparecer de nuevo en la conciencia. La
formación de síntomas neuróticos está en relación con la necesidad de guardar fuera de
la conciencia estas memorias infantiles, o de disfrazarlas y deformarlas hasta hacerlas
irreconocibles si, de todas maneras, penetran en ella. En este sentido, puede decirse que
26
el neurótico sufre de reminiscencias (Freud) que ha logrado olvidar sólo parcialmente y,
así la psicopatología de la memoria queda conectada con la psicopatología de las
emociones.
Dado que nada de lo fijado por un cerebro intacto está realmente olvidado, podemos
decir que en las enfermedades psíquicas funcionales sólo la capacidad para evocar es la
que se encuentra alterada. En el tratamiento psicoanalítico, la evocación de los conflictos
infantiles es facilitada por el ataque sistemático a las defensas del yo.
Con el término de «paramnesia» se designa una falsa evocación. Es decir, el enfermo
relata sucesos que nunca han tenido lugar o desfigura de forma acusada los hechos
ocurridos. «Confabulación» es el término aplicado a este tipo de fabricación de
memorias, denominándose «falsificación retrospectiva» la adición de falsos detalles y
significados a los recuerdos reales. El término «pseudorreminiscencia» engloba, a la vez,
ambos fenómenos. Una variedad de paramnesia, conocida como el fenómeno de déjà vu,
se refiere a la vivencia, bastante corriente, de ver u oír algo, o vivir una determinada
situación, con el sentimiento de que se trata de la repetición de una experiencia pasada.
Se presenta en individuos considerados normales, particularmente en situaciones
generadoras de ansiedad. Es más común en los sujetos neuróticos y algunas veces se
presenta como aura de una crisis epiléptica. En el fenómeno del jamais vu existe, por el
contrario, un falso sentimiento de extrañeza ante una situación ya vivida. Aun cuando las
causas de estos dos fenómenos no son enteramente conocidas, algunas investigaciones
psicoanalíticas sugieren que, al igual que los recuerdos encubridores y los ensueños
diurnos, desempeñan un papel en las defensas psicológicas. Implícito en el sentimiento de
haber experimentado ya anteriormente determinada situación se halla el pensamiento
tranquilizador de haber sobrevivido a ella. En esquema, el déjà vu es un intento de
controlar la ansiedad de alarma, a la cual me referiré en al capítulo sobre las neurosis.
Un típico sueño de ansiedad es el conocido como «sueño de examen», el cual parece
tener la misma función que el déjà vu. Esta clase de sueño suele presentarse antes de un
examen o de otra situación igualmente comprometida. Lo característico de estos sueños
es que el soñador se enfrenta con una prueba difícil de resolver, generadora de ansiedad,
como es un examen, pero que en el pasado fue superada con éxito. En esencia, sirve
para asegurar al soñador que, al igual que en el pasado, en esta ocasión saldrá bien. Es
por esta razón por la que muchos individuos, que recuerdan haber tenido numerosos
sueños de examen, manifiestan que éstos se referían siempre precisamente a aquellas
materias de estudio en cuyo examen obtuvieron los mejores resultados.
Se denomina «recuerdos encubridores» a un tipo de recuerdos infantiles que parecen
haber superado la amnesia de los primeros años de vida. Se caracterizan por la
minuciosidad y aparente claridad del recuerdo, el cual, por otra parte, tiene tendencia a
presentarse en la conciencia repetidamente, de forma obsesiva. Paradójicamente, las
cualidades de exagerado detallismo y sentimientos de realidad que acompañan a estos
recuerdos son engañosas. Existen en ellos alteraciones o errores temporales y espaciales,
así como un énfasis en sucesos triviales, con la finalidad de mantener fuera de la
conciencia los conflictos infantiles. Es decir, se trata de falsos recuerdos que sirven para
mantener ocultas las vivencias traumáticas de los primeros años de vida. Por tanto, los
recuerdos encubridoresson un tipo de paramnesias.
27
C) TRASTORNOS DE LA CONCIENCIA Y DEL ESTADO DE VIGILANCIA
Según Porot, la conciencia es «la síntesis que un individuo realiza, en un momento dado,
de sus actividades perceptivas, psíquicas y motrices, y que, marginando sus aspectos
elementales, los supera y los integra en un comportamiento dotado de una estructura
original». La conciencia se encuentra íntimamente conexionada con el estado de
vigilancia, sin que se confunda enteramente con éste, el cual se sitúa más bien en el plano
objetivo de la reactividad y del comportamiento. Head identifica la vigilancia con el nivel
general de actividad del sistema nervioso que asegura la discriminación de los mensajes
sensoriales y la diferenciación de las respuestas motrices.
1) Niveles de conciencia
La conciencia existe como un continuum, con un estado de hipervigilancia en un extremo
y la absoluta inconsciencia y coma en el otro. Entre ambos extremos encontramos los
grados de obtusión, sopor, obnubilación, confusión, delirium, estupor y coma.
La obtusión se caracteriza por cierta dificultad ideatoria, lentificación del pensamiento
y distraibilidad de la atención.
En el sopor o aturdimiento, el individuo se halla separado del mundo exterior como
por una niebla.
En la obnubilación existe amodorramiento, apatía y torpeza intelectual marcada.
En la confusión encontramos un oscurecimiento notable de la conciencia, con
desorientación temporal-espacial y sentimiento subjetivo de aturdimiento.
Hablamos de delirium cuando al estado confusional se asocian ansiedad, miedo,
ilusiones y alucinaciones, siendo generalmente estas últimas de tipo visual. Es causado
por infecciones, tumores cerebrales, hemorragias cerebrales y trastornos tóxico-
metabólicos.
El estupor es un estado de relativa falta de reactividad al medio ambiente. Difiere de
la total insensibilidad del coma en términos puramente cuantitativos. Aun cuando puede
presentarse el estado de estupor en todas las alteraciones somáticas que conducen al
coma, como un grado menor de éste, existen también estupores psicógenos, en los cuales
el paciente permanece mudo, inmóvil y aparentemente insensible a los estímulos, sin
perturbaciones cerebrales de ninguna clase. Así, por ejemplo, algunos enfermos con
estupor catatónico pueden, una vez ha remitido el cuadro, dar cuenta exacta de todo lo
sucedido a su alrededor mientras estaban sumidos en el estupor.
Coma es el término empleado para designar la falta completa de vigilancia y total
inconsciencia, sin que exista respuesta evidenciable a los estímulos. Es causado por
encefalitis, tumores intracraneales, alteraciones vásculo-cerebrales, intoxicaciones, etc.
2) Alteraciones de la orientación
La orientación puede ser definida como la capacidad para reconocer el medio ambiente y
las relaciones que éste guarda con uno mismo, situarse en las coordenadas espacio-
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tiempo y mantener la continuidad del sí mismo. La orientación puede desglosarse,
principalmente, en las siguientes categorías: 1) orientación en el tiempo; 2) orientación en
el espacio; 3) orientación en cuanto a la propia persona. Esta última lleva implícito el
reconocimiento de las personas que están en torno y el papel de cada una de ellas.
La capacidad de orientación depende, principalmente, de tres factores: a)
disponibilidad de los datos perceptivos del mundo exterior; b) disponibilidad de los datos
acumulados en la memoria; c) posibilidad de integrar las demandas de la realidad externa.
Podemos admitir, como un rasgo psicológico propio de la personalidad adulta, el
impulso a buscar y mantener una adecuada orientación. Sin embargo, existe una amplia
variedad de situaciones en las cuales los individuos abandonan, hasta cierto punto, su
inserción en la realidad. Por ejemplo, en las situaciones recreativas los adultos huyen
deliberadamente de la realidad como parte del proceso de diversión. Así, en las sesiones
teatrales y cinematográficas, como en la lectura de una novela, el individuo se olvida
momentáneamente de sí mismo para vivir las incidencias de los personajes que
intervienen en la ficción. En las prácticas deportivas recreacionales también desaparece,
parcial y temporalmente, la acusada conciencia de sí mismo y del propio papel social y
profesional, para quedar el individuo sumergido en la actividad funcional del deporte que
en aquel momento practica. En otras ocasiones, los individuos recurren al alcohol o a
otras drogas con efecto sobre el sistema nervioso central para perder la conciencia de la
realidad y de la propia personalidad.
Los problemas emocionales que involucran actitudes de rebelión y desafío frente al
medio circundante, o motivadas por la necesidad de evitar una situación dolorosa,
pueden dar lugar a una persistente dificultad en ajustarse a las pautas de tiempo
(puntualidad, límites, etcétera) imperantes en el grupo social en el cual convive el
individuo. Los estados afectivos también juegan un papel importante en la orientación
temporal. Durante los estados de euforia y exaltación, el tiempo avanza rápidamente para
el sujeto, mientras que los estados depresivos van asociados con el sentimiento de que el
tiempo transcurre con gran lentitud.
Algunos pacientes con fuerte ansiedad de base son incapaces de tolerar el tiempo
libre y sienten la necesidad de llenar todos los minutos del día con actividades prefijadas.
Generalmente, se trata de individuos que sufren de un miedo inconsciente a la pérdida de
control sobre sus impulsos y se defienden del temor a la externalización de los deseos
reprimidos mediante una programación rígida de su conducta a lo largo de la jornada. Por
otro lado, algunos individuos con temor a su propia pasividad tienen tendencia a ocupar
minuciosamente, con tareas inacabables, todas las horas del día. Otros sujetos
experimentan los elementos de control externo del tiempo como fuerzas amenazadoras
capaces de aniquilarlos. En estos casos, existe una intolerancia a someterse a límites de
tiempo impuestos por los demás, presentándose problemas en el trabajo, escuela, servicio
militar, etc., donde la puntualidad es ineludible para una adecuada adaptación.
Muchos sujetos con un débil sentimiento de sí mismos tienden a identificarse con
cualquier persona dominante con la que entran en relación, incorporando tanto los rasgos
externos, tales como vestimenta, mímica, lenguaje, etc., como los aspectos destructivos
del comportamiento: alcoholismo, adicción a las drogas, delincuencia, etc. Esta
inestabilidad del sentimiento de sí mismo es especialmente acusada en los adolescentes,
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motivo por el cual se dan en ellos fáciles y masivas identificaciones con cantantes,
actores y actrices o líderes políticos. Confrontados con el difícil problema de encontrar
su propio papel en la vida, muchos adolescentes experimentan una angustiosa crisis de
identidad de la que huyen sumergiéndose en la psicosis.
D) TRASTORNOS DE LA PERCEPCIÓN
La percepción puede presentar alteraciones cuantitativas y cualitativas.
Las primeras son las que provocan un cambio en el número o intensidad de las
imágenes perceptivas. Esquemáticamente, pueden reducirse a tres tipos: 1) aumento en el
número e intensidad de las percepciones; 2) disminución del número y de la intensidad de
las percepciones; 3) abolición de las percepciones.
Las alteraciones cualitativas de la percepción presentan una importancia mucho
mayor que las anteriores. Debemos distinguir: 1) ilusiones; 2) alucinaciones.
1) Ilusiones
En la ilusión existe una interpretación errónea de una experiencia sensorial. La soledad, el
miedo, la ansiedad y la fatiga favorecen este tipo de fenómeno, íntimamente ligado a los
estados de ánimo, deseos y fantasías, tanto conscientes como inconscientes. Así, la
persona temerosa que se halla a solas en su domicilio, con miedo a que entren ladrones,
con frecuencia cree percibir en cualquier crujido, ruido del viento, etc., los pasos de los
malhechores que se acercan. Las ilusiones no implican necesariamente una enfermedad
psíquica. Sin embargo, unenfermo esquizofrénico puede escuchar un insulto en el
chirrido de los neumáticos sobre el pavimento, o distinguir una amenaza de muerte en el
color negro de unos cortinajes. Hablamos, entonces, de interpretación delirante.
2) Alucinaciones
Se trata de representaciones psíquicas (mnémicas o fantásticas) que adquieren para el
individuo el carácter de percepciones producidas por estímulos. Balllas definió como
«percepciones sin objeto», pero a ello falta añadir que son aceptadas por el juicio de
realidad como «imágenes sensoriales».
La base psicodinámica de las alucinaciones puede resumirse de la siguiente forma.
Un impulso es repudiado por el yo y reprimido, manteniéndose, por tanto, inconsciente y
autónomamente activo. Por posterior debilitación de las fuerzas represoras o por
acrecentamiento de su energía, irrumpe en la conciencia de la única manera que le es
posible, es decir, deformado. Sin embargo, el rechazo por parte del yo hace necesario
que el impulso primitivamente reprimido aparezca como proveniente del mundo exterior.
Sufre, pues, un proceso de proyección, surgiendo en la conciencia como una imagen
sensorial originada por una estimulación externa.
Desde luego, las alucinaciones pueden ser primariamente fisiogénicas y no
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psicogénicas en su origen. Así, se presentan alucinaciones en los estados tóxicos, como
resultado de perturbaciones neurofisiológicas. La irritación mecánica del uncus cerebral
puede causar alucinaciones del gusto y del olfato, y la misma causa en el lóbulo occipital
produce destellos de luz, subjetivamente experienciados como estímulos visuales. Sin
embargo, en la inmensa mayoría de los casos, es decir, exceptuando aquellas
alucinaciones elementales producidas por la estimulación experimental (o en el curso de
intervenciones neuroquirúrgicas) de los centros nerviosos, el contenido de las
alucinaciones está en relación directa con la vida psíquica del individuo. Lo que ha hecho
la alteración somática es producir una ruptura del equilibrio entre las fuerzas represoras y
lo reprimido, a favor de este último, como consecuencia de la disminución funcional del
sistema nervioso central, al cual se halla total e íntimamente ligada la actividad psíquica
superior, por tanto, del yo. En algunos tipos de intoxicaciones, por ejemplo las debidas a
la mescalina o al LSD, las alucinaciones pueden ofrecer una marcada semejanza con las
que se presentan en la esquizofrenia.
La evidencia, para el observador, de la presencia de alucinaciones es variable. El
paciente puede expresar francamente que él oye voces, por ejemplo, pero en muchas
ocasiones será necesario esforzarse por obtener su confianza antes de que comunique sus
vivencias. Puede ser visto en actitud de escucha, hablando solo, como dialogando con
alguien o moviendo quedamente los labios en una conversación sigilosa. La respuesta del
enfermo a las alucinaciones auditivas puede ser la de un pasivo oyente o puede replicar
de alguna manera. Respuestas más activas pueden ser provocadas por órdenes
alucinatorias, que frecuentemente son obedecidas. En otras ocasiones, alucinaciones
insultantes pueden desencadenar ataques contra las personas que rodean al enfermo. El
estudio de la situación en la cual se presentan las alucinaciones es de gran importancia,
especialmente en orden a diferenciar si las alucinaciones ocurren en estado de claridad
psíquica o bien ligadas a un oscurecimiento de la conciencia.
Las alucinaciones pueden tener lugar en cualquier campo de la experiencia sensorial.
Las alucinaciones auditivas son las más comunes. La forma más simple consiste en
ruidos más o menos molestos para el enfermo. Más usualmente, las alucinaciones
auditivas cobran la forma de voces que el enfermo cree percibir claramente diferenciadas
de las restantes percepciones auditivas. Al estudiar el contenido de las alucinaciones
auditivas, debe tenerse en cuenta que éstas son una parte de la vida mental del paciente,
como lo son sus pensamientos conscientes, por más que él crea que provienen del
exterior. Ilustra su base afectiva y su dependencia de los mismos factores que originan las
ideas delirantes, el colorido similar al que estas últimas presentan: de grandiosidad, de
persecución, de culpabilidad, de referencia, etc. Así, las voces pueden ser las de
importantes personajes que conversan con el paciente, con gran satisfacción de éste. O
bien pueden ser voces que le insultan y le acusan de las más viles prácticas.
Ocasionalmente, el paciente puede referir las voces como provenientes del interior de su
cuerpo.
Las alucinaciones visuales se presentan, en su forma más simple, como destellos de
luces y colores. Las alucinaciones visuales más complejas suelen incluirse en un cuadro
confusional, pero también se observan en estados de éxtasis. Las enfermedades
somáticas que afectan a los centros cerebrales de la visión dan lugar también a
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alucinaciones visuales de tipo más o menos complejo. Los agentes tóxicos, tales como el
alcohol y la morfina, originan alucinaciones visuales de contenido terrorífico, siendo
éstas, en muchas ocasiones, desencadenadas por la abstinencia brusca de la droga y
acompañadas de un estado de desorientación. Cuando son de origen puramente
psicológico, las alucinaciones visuales se muestran de acuerdo con las tendencias
predominantes.
Las alucinaciones olfativas pueden ser, en raros casos, el resultado de una irritación
tóxica, mecánica, infecciosa, etc., de determinadas zonas del cerebro (uncus). Cuando
aparecen en las psicosis funcionales, suelen ser olores desagradables que el paciente
interpreta como la prueba de que alguien intenta envenenarle mediante gases y otras
sustancias tóxicas.
Las alucinaciones gustativas acostumbran a asociarse con las olfativas. Son, también,
interpretadas por el enfermo como prueba de intentos de envenenamiento: los alimentos
y las bebidas tienen un sabor extraño, distinto al usual, que muestra la existencia de
alguna sustancia venenosa con la que se intenta dañarle. En algunos casos, dan lugar a
una negativa persistente a alimentarse.
Las alucinaciones táctiles (alucinaciones hápticas) y otras sensaciones cutáneas son
comunes en los estados de intoxicación por la cocaína. Generalmente, son referidas
como «hormigueos». Las sensaciones que el enfermo define como «igual que
electricidad» suelen estar relacionadas con fantasías sexuales. Toda clase de sensaciones
parestésicas forman parte de los llamados «delirios crónicos alucinatorios», integradas en
la creencia delirante de ser víctima de agresiones a través de electricidad, máquinas,
rayos, gases tóxicos, envenenamientos, etc. Las sensaciones en las regiones anal y genital
están en la base de los delirios de posesión sexual.
Las alucinaciones reflejas se presentan en una esfera sensorial como resultado de la
irritación de otros órganos o vías sensoriales. Es el caso de un flemón dental que provoca
una alucinación olfativa.
Las alucinaciones liliputienses o micrópticas son aquellas en que los objetos aparecen
a una escala extremadamente reducida. Generalmente son muy vivas, coloreadas y
móviles, siendo frecuente que el enfermo se sienta complacido con la visión de
«pequeños hombres y mujeres» que evolucionan ante él. Han sido observadas en casos
de escarlatina y fiebre tifoidea, así como en las intoxicaciones por alcohol, éter y
cloroformo.
Las ideas y sentimientos de pasividad e influencia, ligadas a alucinaciones
cenestésicas y psicomotoras (sensaciones corporales, de movimiento, de modificaciones
somáticas, etc.), incluyen la creencia, por parte del enfermo, de que alguien lee sus
pensamientos, de que las diversas partes de su cuerpo son movidas o desplazadas sin su
participación voluntaria y sin su consentimiento, y que, en conjunto, se halla bajo el
completo control de fuerzas exteriores a él. Tales ideas y sentimientos pueden ir
asociados con fenómenos motores tales como flexibilidad cérea y catalepsia. Son la
expresión de una actitud general de pasividad y, a veces, la manifestación de un deseo,
no conscientemente

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