Logo Studenta

MARCUSE doc

¡Estudia con miles de materiales!

Vista previa del material en texto

« Desmenuzando la historia…
Marcel Marceau y el lenguaje »
Eros y Civilización
julio 11, 2007 por coniab
Para quienes les interesen los problemas sociales, el rol del individuo, cómo la sociedad y normas
influyen en él, con hincapié en la represión y el principio de placer… Aquí escribo mi resumen de un
texto muy interesante de Herbert Marcuse, uno de los destacados de la Escuela de Frankfurt, quien
dialoga con la teoría de Sigmund Freud.
EROS y CIVILIZACIÓN
H. Marcuse. Eros y Civilización, Editorial Joaquín Mortiz, México, 1965. Capítulos I, II Y IV. (La tendencia oculta en el
Psicoanalisis, El origen del individuo reprimido [ontogénesis] y La dialéctica de la civilización, respectivamente)
En Eros y Civilización Marcuse retoma la teoría freudiana, la cual establece que la civilización se apoya sobre la represión
permanente de los instintos humanos, reemplazando la satisfacción inmediata de éstos por una satisfacción diferida. La
libido sufre una desviación externa e ineludiblemente impuesta, por la cultura, la cual se encarga de canalizar las energías
de los individuos hacia actividades útiles socialmente según el período histórico vivido.
Según Freud: “La historia del hombre es la historia de su represión. La cultura restringe no sólo su existencia social, sino
también la biológica, no sólo partes del ser humano, sino su estructura instintiva en sí misma. Sin embargo, tal restricción
es la precondición esencial del progreso. Dejados en libertad para proseguir sus objetivos naturales, los instintos básicos del
hombre serían incompatibles con toda asociación y preservación duradera: destruirían inclusive lo que unen.” (Pág. 27). Por
tanto se postula que el eros pretende una gratificación como fin en sí misma en todo momento, lo cual no puede ser posible
dentro de un marco cultural, por tanto esos instintos son desviados hacia fines más útiles para la sociedad y abandonados en
su objetivo primario.
El cambio en el sistema de valores vigente es descrito por Freud como la transformación del principio del placer en el
principio de la realidad. Esto es, se pasa de una satisfacción inmediata a una retardada, del placer a su restricción, del
gozo (juego) a la fatiga (trabajo), de la receptividad a la productividad, de la ausencia de represión a la seguridad. Consiste
en la diferenciación entre procesos inconscientes y conscientes.
Para Freud, una civilización no represiva es utópica, puesto que la conciliación entre el principio del placer y el principio de
realidad es imposible. Marcuse no coincide con Freud en esto. Desde una visión histórica inspirada en el
materialismo-histórico de Marx, considera que esta oposición no es metafísica, que no se origina en la naturaleza humana,
sino que es producto de una organización social histórica determinada.
El principio de la realidad ha transformado al hombre en un “ego organizado”, de ser apenas un “conjunto de impulsos
animales”, ha hecho que el hombre luche por lo que es útil y por aquello que no le cause daño. “Bajo el principio de la
realidad, el ser humano desarrolla la función de la razón: aprende a «probar» la realidad, a distinguir entre lo bueno y lo
malo, verdadero y falso, útil y nocivo” (Pág. 29). El principio de la realidad se materializa en un sistema de instituciones, en
el cual el individuo crece y aprende los requerimientos del principio de la realidad y los vuelve a transmitir a la siguiente
generación.
La dinámica ocupada por la civilización para materializar los requerimientos del principio de la realidad es descrita de la
siguiente manera: El padre original, se presenta como el arquetipo de la dominación, inicia la reacción en cadena de
esclavitud, rebelión y dominación reforzada que marca la historia de la civilización. La represión desde fuera ha sido
sostenida por la represión desde adentro: el individuo sin libertad introyecta a sus dominadores y sus mandamientos dentro
de su propio aparato mental. (Pág. 31).
La razón por la cual la sociedad restringe los instintos tiene un fundamento “económico”, sustentado en el principio de la
escasez, ya que ésta no cuenta con los medios suficientes como para sostener la vida de los miembros que la compongan, sin
que éstos trabajen por su cuenta. Por eso la sociedad debe vigilar el número de miembros y además hacer que las energías
de los individuos estén lejos de las actividades sexuales y se centren en su trabajo. Freud descubre que las aspiraciones de la
humanidad han sido convertidas en tabús: la demanda por un estado en el que la libertad y la necesidad coincidan.
“La ecuación de libertad y felicidad convertida en tabú por el consciente, es sostenida por el inconsciente. Su verdad
aunque rechazada por el consciente, sigue fascinando a la mente: preserva el recuerdo de los estados pasados del desarrollo
individual en los que la gratificación integral es obtenida”. (Pág. 33)
Por otra parte, vemos que Freud postula una dualidad en el desarrollo del aparato mental represivo:
1. Ontogenético: el crecimiento del individuo reprimido desde la primera infancia hasta su existencia social
consciente.
2. Filogenético: el crecimiento de la civilización represiva desde la horda original hasta el estado civilizado
totalmente constituido.
La teoría de Freud se divide en dos etapas, la primera demarca el antagonismo entre los instintos del sexo (libidinoso) y el
ego (auto conservación): en la última etapa, está centrada en el conflicto entre el instinto de la vida (Eros) y el instinto de la
muerte.
Se entiende por instinto en la meta psicología de Freud a “una fuerza determinante que otorga al proceso de la vida
una «dirección» (Richtung) definida, considerándolos como «principios de la vida»” (Pág. 42). O bien como “una energía
desplazable que es en sí misma neutral, pero es capaz de unir sus fuerzas, ya sea como un impulso erótico o con uno
destructivo” – con el instinto de la vida o el de la muerte.
“El instinto de la muerte es destructividad no por sí misma, sino para el alivio de una tensión. El descenso hacia la muerte
es una huída inconsciente del dolor y la necesidad. Es una expresión de la eterna lucha contra el sufrimiento y la
represión”. (Pág. 43)
El aparato mental descrito por Freud como una unión dinámica de opuestos de las estructuras del inconsciente y el
consciente; de procesos primarios y secundarios, aparece descrito ahora por tres bases: id, ego y superego. El id o
ello, corresponde a la representación del mundo instintivo, atemporal, conocido también como el principio del placer; el ego
(yo) se manifiesta como la mediación en el tiempo de las exigencias instintivas del id, que pugnan por el placer (que para
Freud significa, disminución del malestar o del dolor, o ausencia de tensión, es decir liberación de una concentración de
http://plocbog.wordpress.com/2007/07/10/desmenuzando-la-historia/
http://plocbog.wordpress.com/2007/07/12/marcel-marceau-y-el-lenguaje/
http://plocbog.wordpress.com/author/coniab/
energía o libido) y de las instancias represoras del super-ego, éste último corresponde al ámbito de internalización de las
normas sociales, de la culpa, y que se reproduce socialmente de generación en generación. Esta mediación entre bases se
produce bajo el dominio del principio de la realidad.
Estos aspectos fueron enmarcados por Freud en la dicotomía: Eros y Tánatos. Eros, correspondería a un instinto que abarca
los instintos sexuales y a fuerzas sublimadas, que han sido desviados de sus fines en beneficio de la cultura (o civilización).
Por su parte el Tánatos, abarca los instintos de destrucción.
Freud asegura que la civilización ha sido cimentada sobre la base de la eterna lucha entre los instintos de la vida contra los
instintos de la muerte. “La cultura exige continua sublimación; por tanto, debilita a Eros, el constructor de la cultura. La
desexualización al debilitar eros, desata los impulsos destructivos. Así la civilización está amenazada por una separación
instintiva en la que el instinto de la muertelucha por ganar ascendencia sobre los instintos de la vida” (Pág. 87). En tanto,
la civilización se construye en base a la renuncia a la vida instintiva. Sin embargo, esta represión de los instintos sexuales y
agresivos, de los cuales Eros extrae energía para encausarla en trabajo, termina por hacer fracasar el proyecto mismo de
Eros, ya que el mismo hecho de reprimir los instintos sexuales, conlleva el fortalecimiento de los instintos destructivos, que
escapan del dominio de Eros. La cultura se vuelve inhabilitada para el control de la agresividad generada por ella misma, y
además esta agresividad es directamente proporcional con el progreso de la civilización, que involucra la renuncia instintiva.
Por lo tanto la culpa, también es cada vez mayor, puesto que mayor es la destructividad.
“El trabajo que creó y aumentó la base material de la civilización fue principalmente trabajo con esfuerzo, enajenado,
doloroso y miserable – y todavía lo es-. La realización de tal trabajo difícilmente gratifica las necesidades e inclinaciones
individuales. Fue impuesto sobre el hombre por la necesidad brutal y la fuerza bruta; si el trabajo enajenado tiene algo que
ver con Eros debe ser muy indirectamente, y con un Eros sublimado y debilitado” (Pág. 89)
Marcuse, bajo la perspectiva de la teoría crítica, intenta dilucidar la posibilidad de un desarrollo distinto que llevara a la
civilización a no irracionalizarse cien por ciento como lo está haciendo. Al Freud no incluir categorías conceptuales históricas
en su teoría, Marcuse recurre a directrices del marxismo, que pudieran mediarse con la teoría freudiana.
Como resultado, surge el concepto de “represión excedente”, referido a “las restricciones provocadas por la dominación
social. Esta es diferenciada de la represión (básica): las modificaciones de los instintos necesarias para la perpetuación de la
raza humana en la civilización” (Pág. 48). Esta represión excedente, es un principio económico que se refiere a la cantidad
de energía libidinosa que se desvía de sus fines, más allá de la estricta represión de los instintos necesaria para que exista la
civilización. Ese excedente se refiere al costo que la humanidad debe pagar por el hecho de estar estructurada la sociedad
entorno a la dominación. Ejemplo: el trabajo alienante, no gratificador, se superpone el control del tiempo libre.
En segundo lugar, se modifica el principio de la realidad, incorporando el denominado por Marcuse: “principio de
actuación”, entendido como “la forma histórica prevaleciente del principio de la realidad” (Pág. 48). Éste rige el
funcionamiento mental del individuo. Por ejemplo, en el capitalismo, las personas han debido reducir su sexualidad a lo
meramente genital, es decir, la libido se concentra con el fin de potenciar el resto del cuerpo como un instrumento de
trabajo. Es preciso destacar, que tanto el principio de actuación como la represión excedente no están indisolublemente
ligados a la cultura, es más, una nueva organización de ella, permitiría establecer un principio de realidad que restringiera
mucho menos el principio de placer.
Ante lo anteriormente expuesto, Marcuse señala la posibilidad de reaparición de la sexualidad polimorfa y narcisista,
característica de la vida infantil, a través de una sublimación no represiva, incluso sin desexualización. “El instinto, no
desviado de su aspiración, quedaría «gratificado en actividades y relaciones que no son sexuales en el sentido de la
sexualidad genital «organizada» y (que) sin embargo son libidinales y eróticas»”.Para que esto sea posible, es preciso en
primera instancia la disolución del trabajo enajenado y que las personas se autorealizaran.
Marcuse concluye que las sociedades de capitalismo avanzado han llegado a una plenitud de recursos intelectuales y
materiales que hace no utópica la construcción de una civilización no represiva. En esta civilización Eros haría
definitivamente que «la muerte dejara de ser una meta instintiva» y desligaría esta infernal relación entre instinto de
muerte y necesidad de culpa.
“Así liberadas, crearán nuevas formas de realización y de descubrimiento del mundo, que a su vez otorgarán una nueva
forma al reino de la necesidad, a la lucha por la existencia. Así se dan las condiciones para el surgimiento de una sociedad
no represiva en la que se viva la felicidad del Eros liberado, la lógica de la satisfacción y no ya la de la represión”.
Marcuse reformula desde el pensamiento crítico una teoría de la liberación individual y social, rupturista con los moldes
represivos de la cultura capitalista. Para finalizar, vemos que Marcuse se mueve entre los pensamientos de Marx y Freud,
denunciando la teoría cultural de Freud por fatalista, y logra una comprensión de la cultura como la expresión libre de Eros y
el principio de placer y no como una mera sublimación represiva.

Continuar navegando