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Beatriz Sarlo3 doc

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Beatriz Sarlo: Divulgación periodística y ciencia popular.
Hay un crecimiento el espacio dedicado a temas de ciencia, técnica, medicina, parapsicología, curanderismo,
videncia y milagros de la naturaleza. Crítica y El Mundo son una demostración práctica de los procesos de tecnificación
productiva del periodismo. Comparten un área cultural a la que llegan desde perspectivas periodísticas y una elite de la
información diferentes. El sensacionalismo es un rasgo estilístico y una estrategia de mercado para Crítica. El Mundo tiene un
estilo más afín a los tabloids “serios”. Ambos mezclan, pero en proporciones diferentes, la información técnica y la difusión
de saberes prácticos. A Crítica le preocupa menos la verificación de la noticias que su impacto. El Mundo presenta la noticia
de modo que el riesgo de que sea necesario corregir informaciones ya dadas sea menor; es más cauteloso, pero más
imaginativo.
Crítica sigue los milagros médicos, los métodos de cura heterodoxos y las experimentaciones biológicas con una
constancia mayor que El Mundo. La rectificación no pertenece a la ética de Crítica. También, organiza campañas de difusión
o de denuncia del curanderismo o la falsa videncia.
Crítica es el primer diario que encara la cuestión de la noticia científico-técnica sistemáticamente por dos motivos:
su ideología de medio comprometido con la modernidad y el tipo de público al que se dirige, más sensible a la novedad que a
las tradiciones de la cultura letrada.
Son significativas porque permiten por lo menos dos tipos de lectura y de lector. Por una parte, está el grupo de
interesados cuya vocación por el tema es práctica y busca en el diario una respuesta a cuestiones que han surgido en el taller
barrial; estos interesados son los que escriben a los diarios y forman el correo de lectores. Para ellos, el lenguaje de la sección
especial tiene familiaridad y los diagramas, más que iconos de la técnica moderna, configuran instrumentos de trabajo. La
sección puede atraer al resto de los lectores del medio; sobre ellos se produce el efecto de la modernidad técnica sin
necesidad de que su discurso sea leído ni entendido al pie de la letra. Estos lectores recorren con la mirada al dar vuelta la
página, se detienen en ella por curiosidad ante lo desconocido. Cumple las funciones de actualización cultural.
Desde 1922 hasta 1926 aparecen 27 revistas de divulgación científica. En 1928 aparece Ciencia Popular que define
un perfil periodístico profesional neto. ¿Qué es la ciencia popular para Ciencia Popular? En primer lugar, esta ciencia es
básicamente la técnica. La revista se define en el espacio del hobby, pero también en el del artesano moderno. Ciencia
Popular es didáctica. Tiene esquemas, dibujos y cuadros explicativos.
Ciencia Popular sabe que muchos de sus lectores forman un universo bastante próximo por sus intereses, su
formación y su práctica al de quienes escriben la revista. El correo que mantiene con ellos, está lleno de sugerencias que
pueden convertirse en artículos y en muchos números se repite a que los inventores acerquen sus proyectos. Estos
lectores-colaboradores eventuales son imaginativos bricoleurs y jueces exigentes de las soluciones técnicas que la revista
propone. También está la promesa futura de la televisión. Esto pone a la revista en la punta de una experimentación casi
inverosímil en el Buenos Aires de 1920. La televisión es la tecnología conocida proyectada en una dimensión todavía
inabordable.
Ciencia Popular parece el espacio del realismo técnico, más conectado con necesidades prácticas que con la
imaginación lanzada al ensueño tecnológico. Pero no puede evitarlo del todo cuando publica sobre la vida en otros planteas y
los próximos viajes a la Luna.
Las novedades en Crítica arman una red que se convierte en ficcional. “En el año 2177, Buenos Aires será la ciudad
que no imaginó Verne”, así titula Crítica una gran nota de anticipación, con dibujo a doble página, el ejercicio proyectivo más
global publicado en los diarios y revistas del período. El artículo de Crítica expone una utopía para asalariados, que nada
deberían temer de un futuro donde la mesa del banquete social será menos variada pero totalmente accesible y técnicamente
perfecta.
No hay en Crítica, ni en El Mundo, ni en las decenas de revistas de los años 20, una sombra de desconfianza frente a
las noticias que publican. Por el contrario, toda la atención se concentra en anticipar más porciones de ese futuro que parece
deseable y del que no se piensa que la Argentina esté excluida.
Los diarios y revistas de gran circulación no consideran que en el camino infinito del progreso técnico también hay
una potencia de destrucción desconocida y la posibilidad de nuevas formas de esclavitud y alineación. La filosofía de la
historia de este periodismo consiste no sólo en mostrar el presente, sino en predecir una continuidad sin fisuras hacia el
futuro. Sus lectores no tienen nada que temer a juzgar por los cambios que el presente técnico ha traído a sus vidas.

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