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Modernización estética y de las costumbres: la televisión MIRTA VARELA: capítulos de La televisión criolla Entre 1951 y 1969 se produce un pasaje de la tele-visión al televisor. La aparición de la tele-visión se inscribe en una serie de utopías de transmisión de imágenes a distancia ya que formaba parte del continuum telégrafo-teléfono-radio (o también: fotografía-cine-radio) que permitía proyectar un futuro de avances técnicos ilimitados que vendrían a resolver todos nuestros problemas. El televisor, en cambio, es el electrodoméstico, es lo que queda de las proyecciones. La apropiación de la televisión por la sociedad argentina demora casi veinte años e incluye dos etapas: entre 1951 y 1960 se registra un desinterés entre el público al tiempo que las primeras producciones mostraban una precariedad notable. Pero entre 1961 y 1969 se produce el “pasaje del televisor a la televisión”: se conforma un medio de comunicación de masas con audiencia y lenguaje propios, se encuentra una función social a la invención técnica, se pasa de una recepción ritual a una cotidiana (“ver televisión” deja de ser un acontecimiento marcado, un ritual y se convierte en una más de las rutinas modernas) y el flujo de imágenes pasa a ser continuo. El surgimiento de la televisión fue postergado por factores técnicos (pasaje del sistema técnico al electrónico) y político-económicos (segunda guerra mundial). Pero pronto las publicaciones comenzaron a reflejar un interés de cierto público por la televisión: en revistas, libros y conferencias comenzó a hablarse de la televisión. La televisión fue un invento que no pudo ser adjudicado a ningún inventor, sino que más bien está vinculado a las empresas y la lucha por sus intereses. El televisor consistió en un electrodoméstico receptor de imágenes y sonido, generalmente costoso y comprado en cuotas. El público hizo uso de este medio en la privacidad del hogar. Tardó muchos años en desplazar a la radio de la vida cotidiana. La primera transmisión televisiva íntegramente producida y difundida en Argentina fue por Canal 7 el 17 de octubre de 1951 conmemorando el Día de la Lealtad. Esta transmisión estuvo relacionada con la construcción de la cultura televisiva argentina y la exacerbación de la ocupación del espacio público urbano. El televisor como electrodoméstico fue un símbolo de status: dado que muy pocos lo tenían, ver televisión no significaba mucho, no tenía mucho valor social, lo importante era tenerlo y exhibirlo. Los electrodomésticos constituyeron símbolos de movilidad social del primer peronismo. Las publicaciones de la época asimilaban la televisión con la “vuelta al hogar”, la domesticidad y la familia. Las publicidades hablaban de una recepción como familia tipo sentada en el sillón (ritual). Incluso los propios géneros televisivos proponían una cierta representación de la familia: modelos de vida familiar, comedias familiares y telenovelas, pautas de recepción doméstica del medio y esquemas de percepción de lo hogareño. Ver televisión era un acontecimiento marcado y separado de la rutina cotidiana (ritual): durante los primeros años, la programación era discontinua y las transmisiones eran muy breves. Pero en los años sesenta la televisión ya mostraba un “flujo continuo” e ininterrumpido de imágenes: el horario de transmisión aumentó y se constituyeron grillas de programación. Dada la creciente competencia, los canales adoptaron distintos estilos y estrategias enunciativas. Se generaron nuevos íconos televisivos y se incorporaron temas sobre modernización de nuevas costumbres. Además apareció el metadiscurso, es decir, un programa dentro de otro. Los contenidos televisivos eran espacios casi siempre privados (livings, cocina), excepto en los shows donde se mostraba el estudio.
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