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Fronteras de la Historia ISSN: 2027-4688 fronterasdelahistoria@gmail.com Instituto Colombiano de Antropología e Historia Colombia Gordillo, Adriana Reseña de "Mito y Archivo. Una teoría de la narrativa Latinoamericana" de Roberto González Echevarría Fronteras de la Historia, núm. 8, 2003, pp. 281-284 Instituto Colombiano de Antropología e Historia Bogotá, Colombia Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=83308013 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto http://www.redalyc.org/revista.oa?id=833 http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=83308013 http://www.redalyc.org/comocitar.oa?id=83308013 http://www.redalyc.org/fasciculo.oa?id=833&numero=8935 http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=83308013 http://www.redalyc.org/revista.oa?id=833 http://www.redalyc.org 281 Roberto González Echevarría. Mito y Archivo. Una teoría de la narrativa Latinoamericana. Traducción de Virginia Aguirre Muñoz. México: Fondo de Cultura Económica, 2000. 288 páginas. ISBN: 9681659406 Adriana Gordillo Universidad ICESI, Cali (Colombia) La historia y la literatura son disciplinas que van de la mano. De hecho, su interacción ha dado resultados favorables al avance de las ciencias sociales. No está de más recordar autores de la talla de Walter Benjamín, George Luckacs, Robert Jameson o Mijaíl Bajtín, quienes han llevado a cabo estudios sociológicos e históricos sobre la literatura europea. En el ámbito latinoamericano se destacan también importantes académicos, algunos de ellos inclusive han dado un giro en el análisis histórico literario de las últimas décadas, como es el caso de los peruanos Antonio Cornejo Polar, Nelson Manrique, José Antonio Mazzoti, la colombiana Carmen Elisa Acosta con su reciente publicación El imaginario de la conquista: Felipe Pérez y la novela histórica, entre otros1. El texto que aquí se reseña contribuye a estas aproximaciones; la propuesta de Roberto González Echevarría en su libro Mito y Archivo. Una teoría de la narrativa latinoamericana da nueva luz a la investigación histórico-literaria. Aunque la primera edición de este libro se publicó en 1990, en inglés2, la versión en español fue editada por el Fondo de Cultura Económica de México sólo hasta el año 2000. A partir del análisis de la obra de Mijaíl Bajtín y complementándolo con la perspectiva foucaultiana de la autoridad y los discursos de poder y control social, González Echevarría propone una teoría sobre el origen y la evolución de la tradición narrativa latinoamericana fundamentada en su singularidad, diferencia y autonomía en el marco del discurso de Occidente. Dicha tradición se desarrolla, según el autor, a partir de la mediación de tres manifestaciones del discurso occidental dominante en diferentes momentos históricos: durante la colonia, la retórica de la ley; en el siglo XIX el discurso naturalista y evolucionista, y a partir del segundo decenio del siglo XX, el discurso antropológico. 1 Algunos textos de estos autores: Antonio Cornejo Polar, Escribir en el aire. Ensayo sobre la heterogeneidad socio- cultural en las literaturas andinas (Perú, Editorial Horizonte, 1994). Nelson Manrique, La piel y la pluma. Escritos sobre literatura, etnicidad y racismo (Lima, Editorial CDIAG, 1999). Carmen Elisa Acosta, El imaginario de la conquista: Felipe Pérez y la novela histórica (Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2002). José A. Mazzoti, Agencias criollas. La ambigüedad “colonial” en las letras hispanoamericanas (Pittsburg: Biblioteca de América, Universidad de Pittsburg, 2000). 2 El libro fue editado por Cambridge University Press bajo el título Mith and archive. A theory of Latin American narrative. La edición aquí reseñada es del Fondo de Cultura Económica (México, 2000). 282 Para llegar a este planteamiento, el autor se hace preguntas como ¿Es posible hacer de la historia latinoamericana un relato tan perdurable como los antiguos mitos? ¿Puede la historia latinoamericana ser un instrumento hermenéutico tan flexible y útil para penetrar la naturaleza humana como los mitos clásicos, y puede la novela ser el vehículo para la transmisión de estos nuevos mitos? ¿Acaso es concebible en el periodo moderno, post-oral, la creación de mitos? ¿Los nacimientos concomitantes de la novela y la historia de América Latina están relacionados más allá de la mera cronología?3 Mito y Archivo se divide en cuatro capítulos. En el primero de ellos, “Un claro en la selva: de Santa Mónica a Macondo”, el autor da cuenta de la relación entre el surgimiento de la historia latinoamericana, el origen de la novela moderna y en general, de la narrativa del subcontinente. El desarrollo de esta singular relación le permite al autor demostrar cómo y por qué la narrativa latinoamericana ha echado mano de la historia y los mitos fundacionales del “Nuevo Mundo”, convirtiéndose en el vehículo transmisor de nuevas formas de aproximación a la realidad. Desde esta perspectiva, el autor destaca el papel de la historia en el desarrollo de la narrativa latinoamericana, afirmando que ésta no ha evolucionado de manera independiente y lineal a partir de formas literarias anteriores, sino que su desarrollo está vinculado a los cambios de las estructuras sociales hegemónicas y a los discursos encargados de legitimarlas. El origen de la narrativa, según González, es múltiple y se repite en el tiempo, preservando únicamente -y como elemento central- su carácter mimético respecto a las formas no literarias. Esta relación mimética, hace referencia a la característica conspicua de la novela moderna: su pretensión de no ser literatura. Así pues, la hipótesis del autor es demostrar que, debido a su carencia de una “forma propia”, la novela asume generalmente la forma de un documento en particular: aquel llamado a ser el vehículo de la verdad de su época. En palabras del autor, […] las narrativas que solemos llamar novelas demuestran que la capacidad para dotar al texto con el poder necesario para transmitir la verdad están fuera del texto; son agentes exógenos que conceden autoridad a ciertos tipos de documentos, reflejando de esa manera la estructura de poder del periodo, no ninguna cualidad inherente al documento mismo o al agente externo4. Así, la legitimidad que adquiere y a su vez difunde la novela, tiene como soporte el uso del discurso hegemónico, discurso que ha sido regido por los mitos o relatos de origen (clásicos o modernos), que a la larga no son más que una manifestación del vínculo entre poder y conocimiento. En esta dirección, el archivo se consolida como un mito moderno que acumula y clasifica la información institucional. A partir de este análisis el autor desglosa la novela Cien años de Soledad, clasificándola como la novela arquetípica que retoma la ficción del archivo como mito; según el análisis de González, es en esta novela en donde se conjugan los tres discursos dominantes: la ley, la ciencia y la antropología. 3 Roberto González Echevarría, Mito y Archivo. Una teoría de la narrativa latinoamericana (México, Fondo de Cultura Económica, 2000), 29. 4 Ibídem, 32. 283 En el segundo capítulo, “La ley de la letra: los ‘Comentarios’ de Gracilazo”, González recurre al análisis de la obra del Inca Gracilazo de la Vega. Los Comentarios reales de los Incas son para el autor una clara demostración de la adaptación y aceptación de la retórica notarial en la narrativa colonial. Durante el periodo de la Colonia, el Nuevo Mundo fue legitimado a partir de los documentos expedidos por el Estado de los Habsburgo, y fue, precisamente, el estilo notarial dela administración del imperio, el molde que soportó los primeros escritos históricos y de ficción sobre Latinoamérica. De acuerdo con González, América existió primero “en el papel”. Su conquista se dio a partir de la formulación de un sinnúmero de leyes emitidas por el Estado español, que desbordaron en la construcción del archivo de Simancas. Así mismo, la nueva relación entre el individuo ausente que describía los territorios conquistados y el Estado español, y la relación entre escritores-abogados durante la Colonia, dieron como resultado la difusión y adopción de las fórmulas notariales en la narrativa de la época. La novela “picaresca” es para González la manifestación más clara del vínculo entre la narrativa, la sociedad y el Estado de la época colonial; esta forma incipiente de la novela moderna, se convierte en el telón de fondo para leer la construcción de América en un momento en el que la historia y la retórica de la burocracia imperial, constituían el discurso que legitimaba la posesión y la acción a ambos lados del océano. El siguiente capítulo, “El mundo perdido redescubierto”, es una exposición del vínculo entre la narrativa del siglo XIX y el discurso científico. A partir del siglo XVIII, todas las modalidades narrativas, incluida la novela, tuvieron que enfrentar la popularidad de los escritos que se adaptaron al discurso de las ciencias naturales y más adelante de las ciencias sociales, conocidos como relatos verídicos. La importancia que tiene para Latinoamérica la mediación de la ciencia como elemento legitimador de sus sociedades durante el siguiente siglo, se refleja también en la narrativa; en cuanto a la novela del momento, esta pretendía ser un reportaje científico en lugar de un relato de ficción, que se manifestó -fundamentalmente- en el diario de viaje. La mentalidad científica del siglo XIX se convirtió entonces en el nuevo discurso hegemónico que daba cuenta de la verdad, a partir de una concepción evolucionista del mundo que se reproducía desde la exploración, el lenguaje y la metodología de la ciencia. Según González, “la exploración científica trajo consigo el segundo descubrimiento europeo de América y los naturalistas viajeros fueron los nuevos cronistas”5; de esta manera, su actividad reflejaba las modernas relaciones de poder orquestadas por los nuevos imperios comerciales europeos. Facundo de Domingo F. Sarmiento y Os Sertoes de Euclides Da Cunha, son los escritos más destacados por González para dar cuenta de esta relación. Finalmente, en el cuarto capítulo, “La novela como mito y archivo: ruinas y reliquias de Tlön”, González se refiere a los años veinte del siguiente siglo, época en que surge la novela de la tierra o novela telúrica y cuya mediación se encuentra en la antropología; el objetivo de esta disciplina se traslada de la naturaleza al conocimiento del lenguaje y del mito, debido a la desilusión que trajo consigo la primera Guerra Mundial sobre las promesas de la ciencia del siglo XIX. La novela de la tierra imita los informes antropológicos o etnográficos que se esfuerzan por 5 Ibídem, 36. 284 descubrir de dónde surgen los valores, creencias e historias que cada cultura ha desarrollado. Para González Echevarría, la antropología es el discurso mediador en la literatura latinoamericana desde 1920 debido, primero, al lugar que ocupa esta disciplina en la construcción de sus mitos fundacionales y, segundo, al papel que juega la antropología en el pensamiento de Occidente y el lugar que ocupa Latinoamérica en la conformación de esta disciplina. En ese sentido, la antropología fue la ciencia que permitió a Europa legitimar su posición privilegiada en el mundo. La definición de su identidad fue uno de los elementos claves en la consolidación del dominio cultural de las antiguas y de las nuevas colonias, logrado a partir de la construcción de un “otro” diferente e inferior, que se clasificaba de acuerdo a los cánones de una escala evolutiva cuyos extremos eran los salvajes americanos y los civilizados europeos. Pero el declive de la ciencia naturalista del siglo XIX también modificó los parámetros centrales de la antropología, que desvió su paradigma evolucionista hacia planteamientos más plurales que concebían la cultura desde la autodefinición del “otro”. En palabras de González se buscaba “el conocimiento sobre el conocimiento que el Otro posee”6. En el periodo entre guerras, la narrativa mediada por la antropología así como la producción de textos de la disciplina tuvieron gran auge. Para dar cuenta de ello, el autor destaca la creación de instituciones llamadas al acopio de información sobre las culturas de los pueblos indígenas y africanos que habitaban el territorio latinoamericano. Así pues, el Estado, los intelectuales, artistas y literatos inmersos en el discurso antropológico, echaron mano de esta ciencia para delimitar sus conceptos sobre la cultura latinoamericana. En el desarrollo de este último capítulo, González retoma y sintetiza su visión de la novela Latinoamericana dejando abierta la discusión sobre el desarrollo actual de la narrativa y su vínculo con el discurso que hoy es vehículo de la verdad. En definitiva, esta perspectiva presentada por Roberto González Echevarría rompe con el molde tradicional de la historia literaria, abriendo la posibilidad de establecer nuevos vínculos y nuevas lecturas de nuestra realidad. Mito y Archivo es un libro extraordinario que da cuenta de la importancia que tiene, hoy por hoy, descubrir las estructuras discursivas a partir de las cuales se ha construido la noción de Latinoamérica. Este trabajo contribuye en la consolidación de la novela como una fuente indispensable para el análisis historiográfico. A todas luces su manejo de las fuentes y la claridad de exposición y análisis literario e histórico, constituyen una teoría sólida que dará pie a investigaciones futuras. 6 Ibídem, 208.
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