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El Museo Nacional de Artes Decorativas 
cuenta entre sus fondos con una 
nutrida colección de objetos de plata; 
nutrida y variada, dado que incorpora 
un número importante de piezas de 
muy distintas épocas, procedencias, 
usos y calidades. 
 
Esta muestra ofrece la oportunidad de 
conocer una de las colecciones 
públicas españolas más notables en lo 
que a este material se refiere, en 
especial en el contexto civil, pudiendo 
encontrar en ella las tipologías más 
significativas de esta manifestación 
artística entre los siglos XV y XX. 
 
 
 
 
 
 
 
 
Tras el descubrimiento de los depósitos americanos, el 
abastecimiento de plata en nuestro país dejó de depender 
de los aprovechamientos continentales. El gran potencial de 
los suelos del Nuevo Mundo, bien conocido por sus 
pobladores originales, supuso una verdadera revolución 
para la economía de los países europeos. 
 
Durante el siglo XVI, las fuerzas políticas y militares se vieron 
desequilibradas gracias a la llegada de los metales de 
América. España inició un explosivo ascenso, seguido de una 
caída de similares magnitudes, más progresiva, desde 
finales de aquella centuria hasta, al menos, el cambio 
dinástico del siglo XVIII. 
 
Las localizaciones mexicanas fueron esenciales en el inicio 
de la carrera de los metales preciosos. Hernán Cortés, tras 
la toma de Tenochtitlan, organizó las primeras partidas para 
buscar las denominadas “fuentes del oro y la plata”. 
Guanajuato, Michoacán, Taxco, —Zacatecas o San Luis 
Potosí llegarían más tarde— y otros enclaves, fueron los 
primeros en ser aprovechados antes de que se tuviera 
acceso a las riquezas suramericanas, de entre las que 
destaca el Cerro Rico de Potosí (Bolivia) y se produjera un 
mayor desarrollo de las mexicanas. 
 
 
 
 
 
 
Desde los tiempos de Juan II de Castilla (1435), casi todos 
los soberanos trataron de ordenar en su legislación los 
sistemas de marcaje de los metales preciosos para regular 
el comercio del oro y la plata y dar confianza frente a 
posibles fraudes. 
 
Sin embargo, estas medidas no tuvieron siempre el efecto 
deseado y hasta el siglo XVIII no se puede hablar de cierta 
regularidad en las marcas de la platería española. 
 
Las marcas más antiguas encontradas son relativas al lugar 
de producción; durante el siglo XVI, hallamos ya ejemplares 
con la impronta del artífice acompañando a la anterior. En el 
siglo XVII, algunos centros incorporaron la señal del 
marcador o del fiel contraste. Un siglo después aparecerá la 
marca cronológica, más habitual durante el siglo XIX. 
 
Las denominadas Pragmáticas contra el lujo restringieron el 
comercio de la platería desde el reinado de Felipe II hasta 
finales del siglo XVII. Aquella pretendida austeridad influyó 
en los hábitos de los consumidores y en el estilo de las 
piezas. 
 
 
 
 
 
 
Como la enseñanza de otros oficios, el ascenso a la 
maestría en el arte de la platería requería el paso por dos 
escalafones: aprendiz y oficial. 
 
Para iniciarse en el oficio, no solían ser admitidos 
aprendices de menos de doce años, valorándose más las 
solicitudes de los que sabían leer, escribir y tenían nociones 
de aritmética. El periodo de aprendizaje duraba entre 
cuatro y seis años; tras este, el aspirante recibía carta de 
aptitud para realizar el examen que le daría el título de 
oficial. Los oficiales trabajaban en los talleres de platería 
teniendo derecho a un sueldo concertado con el dueño de 
la tienda. Normalmente, tras dos años de trabajo en un 
taller y con permiso del colegio o la cofradía, podían abrir 
tienda propia como maestros. 
 
Para ordenar el ejercicio de este arte se implantó el 
sistema de gremio o cofradía, bajo la advocación de San 
Eloy. Los ejemplos de fundación de este gremio están 
documentados desde el siglo XIV —Barcelona, 1381— y 
fueron generalizándose en la mayor parte de las 
localidades donde existieron obradores de platería. Este 
sistema se transmitió con éxito a centros americanos. 
 
 
 
 
 
 
 
 
Tanto para concebir una pieza determinada como 
para alcanzar el grado de oficial de platería, el 
dominio del dibujo era imprescindible entre las 
habilidades que debía atesorar un platero. Una de 
las pruebas del examen era, precisamente, la de 
realizar el dibujo de un modelo. 
En algunas ordenanzas del siglo XVIII, se especifica 
que el maestro debería poner especial cuidado al 
enseñar esta disciplina a su pupilo. 
 
Cuando la pieza deseada se realizaba por encargo, 
su ejecución iba precedida de diseños denominados 
trazas, dibujos en los que el maestro mostraba con 
detalle lo que sería el resultado final de la obra. 
 
Si bien en los exámenes solemos encontrar piezas 
de platería destinadas a usos civiles, una parte 
considerable de las trazas adjuntas a los contratos 
de obra, están relacionadas con objetos de culto. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
La platería es una disciplina con un grado elevado de 
complejidad técnica en la que se incluyen labores variadas, 
que han sido tradicionalmente denominadas técnicas 
artísticas. 
 
 Algunas contribuyen a la construcción de la pieza, como el 
batido, el torneado y el fundido; mientras que otras forman 
parte de los procedimientos de decoración y acabado, es el 
caso del repujado, el cincelado y el sobredorado. 
 
Aunque durante mucho tiempo las figuras más prominentes 
de este arte fueron señalados como “escultores de plata y 
oro”, sólo algunas de sus técnicas tienen una relación 
directa con las empleadas en el trabajo del bronce, pero 
nada que ver con la escultura sobre otros materiales. Las 
características propias de los metales nobles, los 
requerimientos especiales y los conocimientos que precisa 
su elaboración, justifican estas diferencias. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Aunque las artes del metal no nacieran para servir 
expresamente a los objetivos del culto religioso, piezas de oro, 
plata y aleaciones de metales escasos, han abundado entre el 
mobiliario ritual desde las culturas orientales y el antiguo Egipto 
hasta los tiempos de madurez del judaísmo o el cristianismo. 
 
No podemos olvidar que en varios países europeos, el desarrollo 
de las artes plásticas ha estado íntimamente asociado a la 
evolución de la iglesia católica. 
 
Para la platería, dos estados destacan por su volumen de 
patrimonio eclesiástico: Italia y España. En ambos casos, la gran 
cantidad de obras de orfebrería religiosa y su conservación 
hasta la actualidad, son consecuencia de las necesidades de 
piezas de plata suscitadas para el servicio o el adorno de sus 
ritos y, al menos en el caso de España, el diferente tipo de 
gestión que estas obras han tenido frente a las de titularidad 
privada. Influye en este punto, además, el hecho de que una 
parte considerable de la platería religiosa esté formada por 
piezas que aún siguen en uso. Desde la custodia procesional de 
Toledo hasta el cáliz, la naveta o el incensario que asisten a las 
celebraciones de cualquier parroquia del territorio nacional, son 
objetos empleados de forma ordinario o extraordinaria. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Además de las abundantes piezas de platería conservadas en 
los centros de culto, otros objetos de carácter religioso 
estaban expresamente indicados para su instalación en los 
interiores domésticos. 
 
En función de la demanda, la devoción privada contó con 
tipologías específicas labradas en plata, muy similares a las 
de ciertas fábricas religiosas. Benditeras con la advocación de 
algún santo en el frente, cuadros con marcos de plata 
repujados enriqueciendo alguna estampa —habituales en la 
cultura mexicana—, altares domésticos, esculturas de santos 
de tamaño medio, apliques de mobiliario con escenas 
bíblicas, iconos, relicarios,cruces; todas son piezas que se 
relacionan en la documentación de la Edad Moderna y aún 
hoy perviven en la tradición material de algunas viviendas 
particulares. 
 
Durante siglos estos artículos formaron parte de los 
muestrarios de las tiendas de platería, compartiendo espacio 
con piezas relacionadas con la superstición de los españoles, 
como lo fueron los dijes y sonajeros. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Denominamos platería civil a todas aquellas piezas cuyos 
usos exceden los del culto religioso católico. La escasez de 
piezas conservadas convierte a esta categoría en una gran 
desconocida. 
Aunque en España atesoramos bastante platería civil, la 
encontramos casi únicamente organizada en colecciones 
públicas y privadas, o en el mercado del arte, un sector que se 
alimenta de las colecciones de pequeños y grandes 
propietarios desconocidos para el público en general. 
Durante toda la Edad Moderna, en nuestro país la producción 
fue abundante; fortunas en metal que se acumulaban en las 
casas y palacios de los mejor situados. La plata se atesoraba 
en aparadores y adornaba las mesas de gala con una extensa 
variedad tipológica, piezas de las que tan sólo se conservan 
ejemplares sueltos. 
 
Los factores que motivaron su desaparición son diversos: 
 
- Las crisis de las grandes casas nobiliarias de la Edad 
Moderna y la dispersión de su patrimonio. 
- La naturaleza propia de las piezas de plata, que las hace 
susceptibles de ser recicladas con cierta facilidad. 
- Las necesidades económicas de los conflictos armados con 
intervención española, en los que piezas de plata fueron 
empleadas como pago en especie, donativo para los gastos 
de guerra o materia prima para acuñar moneda de 
emergencia. 
 
 
 
 
 Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Museo 
Nacional de Artes Decorativas. 
 Javier Alonso Benito. 
 
 Paloma Muñoz-Campos García. Coordinadora de 
Proyectos y Responsabilidad Social del MNAD. 
 
 Departamento de Difusión y Comunicación. 
Sela del Pozo, Raquel Cacho y Alicia Vázquez. 
 
 Lucía Aragón Seguí. 
 
 Departamento de Conservación y Equipo de Mantenimiento 
del MNAD: Cristina Villar, Leticia Pérez de Camino, Camino Represa, 
Antonio Martínez, Encarna Martín de la Cruz, Enrique Mantilla y 
Francisco Morón.
Servicio de Limpieza del MNAD: Pilar Padernia e Iris 
Salinas. Javier Alonso Benito, Lucía Aragón Seguí, Paloma Muñoz-
Campos. 
 
 
 Cristina Villar, Camino 
Represa y Leticia Pérez de Camino. Encarna Martín de la Cruz, Silvia 
Carrasco, Mónica Enamorado. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Cafetera 
Círculo de 
François-
Thomas 
Germain. París, 
1750-1760 
Plata 
cincelada, 
repujada y 
fundida y 
madera. 
 
 
Jarro con 
jofaina 
Yves Larreur. 
Madrid, 1738-
1747 
Plata batida, 
fundida y 
cincelada. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Bufete 
Nuremberg?, 
1550-1575 
Plata repujada, 
cincelada, 
fundida; acero 
grabado al ácido 
y alma de 
madera. 
 
 
Salero 
Vicente 
Machuca. 
Valladolid, 
ca.1830 
Plata batida, 
fundida y calada. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Mancerinas 
Juan de 
Ortega. 
Madrid, 1695-
1702 
Plata batida, 
repujada y 
fundida. 
Copa 
nautilus 
1600. ca. 
Concha de 
caracol 
marino con 
guarnición de 
plata 
sobredorada y 
cincelada. 
 
 
Custodia 
Gesualdo 
Vesco. 
Palermo, 1798 
Plata 
sobredorada, 
torneada, 
fundida, 
cincelada; 
diamantes y 
esmeraldas 
engastadas. 
 
 
 
 
 
 Dossier + imágenes 
 
 
 #PlataMNAD 
 @MNAD_Madrid 
 
 #PlataMNAD 
 @MNAD_Madrid 
 
 #PlataMNAD 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
C/ Montalbán, 12. Madrid 
 
Autobuses 
Cibeles  1, 2, 5, 9,10, 14, 15, 20, 27, 
34, 37, 45, 51, 52, 53, 74, 146 y 150 
Puerta de Alcalá  1, 2, 9, 15, 19, 20, 28, 51, 52, 74 y 146. 
Metro 
 Banco de España y Retiro (línea 2) 
Cercanías 
Recoletos 
Aparcamiento Público 
C/ Montalbán (entre C/Alfonso XI y Pº del Prado) 
 
¿Cuándo puedes visitarnos? 
De martes a sábado de 9:30 hs. a 15:00 h 
Domingos y festivos: De 10:00 hs a 15:00 h 
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