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Revista Discurso y Argentinidad, Año 6, Número 7, Buenos Aires, 2012
ARGENTINIDAD Y MULTICULTURALISMO: EL CRISOL DE RAZAS
 Federico L. Abiuso
 
Con el correr de los años, la argentinidad se fue instalando en el eje de las 
reflexiones suscitadas por los argentinos, evidencia de ello es la reiteración con la 
que nos hacemos interrogantes como los siguientes: ¿Cómo somos los 
argentinos? ¿Por qué somos como somos? La falta de respuestas, o bien, las 
respuestas que predominaron trasladaron la cuestión del “ser argentino” al sentido 
común. El principal ejemplo de este proceso constituiría en responder los 
interrogantes mencionados más arriba de la siguiente manera: somos como 
somos, porque siempre fuimos así. A partir de este proceso se abrieron las 
condiciones de posibilidad para que algunas categorías se naturalicen en el 
grueso de la vida cotidiana: tal es el caso del crisol de razas. Esta categoría se 
nos presenta, en el plano del sentido común, como una esencia del ser argentino, 
como algo que le es inherente. Siguiendo a Gaston Bachelard y a Pierre Bourdieu, 
considero que el sentido común se nos presenta como un obstáculo 
epistemológico con el cual hay que romper para poder avanzar en el conocimiento 
científico. Dentro de esta línea de abordaje es desde donde intentare mostrar que 
la idea del crisol de razas no es una esencia ni una verdad eterna, sino ante todo 
una construcción social (e histórica) que se ubicaría en el orden del ejercicio del 
poder o de la gubernamentalidad argentina. A su vez, apoyando esta postura en 
algunos escritos de Slavoj Zizek, intentare dar cuenta de la relación existente, a 
partir del ejemplo de crisol de razas, entre multiculturalismo y argentinidad.
II. El crisol de razas y la conciliación de clases
Como punto de partida, entiendo a la argentinidad no como una esencia o una 
identidad inmutable, sino más bien como una experiencia históricamente singular. 
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Revista Discurso y Argentinidad, Año 6, Número 7, Buenos Aires, 2012
Experiencia que estuvo, a mi juicio, asociada a un proyecto de gubernamentalidad 
argentina de finales del siglo XIX y comienzos del XX. O más específicamente 
aún, con un problema de gobierno de la población. 
Hacia mediados del siglo XIX, el país era visto, desde la óptica de las elites 
dominantes, como un desierto que era necesario poblar, y que por tanto, debían 
adoptarse políticas estatales de fomento a la inmigración masiva europea. Esto 
perseguía un doble objetivo: trasplantar la civilización europea al desierto como 
condición para mejorar la raza y para dotar al proceso modernizador que se vivía 
en aquella época de fuerza de trabajo calificada. Esta política, cuya máxima era 
“gobernar es poblar”, se inscribía en el orden de la biopolitica1, en tanto implicaba 
intervenir en la población a partir de la llegada de inmigrantes que dotarían al país 
de caracteres genéticos superiores. A pesar de que el trasplante fue exitoso, los 
inmigrantes que llegaron al país no eran los esperados por las elites dominantes; 
“no eran laboriosas masas dóciles y liberales, sino anarquistas revolucionarios” 
(García Fanlo, 2010a, p. 17). Era preciso, pues, para la óptica de la elite 
dominante, resolver esos efectos no deseados de la inmigración. Para ello se 
instrumentaron varias medidas. Una primera manera fue a partir de medidas 
represivas, cuyos principales ejemplos fueron la Ley de Residencia (de 1902) y la 
Ley de Defensa social (de 1910). 
Pero, a su vez, desde la misma elite dominante una fracción propuso medidas de 
tipo productivas. En este sentido surge la denominada Educación o Cruzada 
Patriótica, personificada por el sociólogo y jurista Carlos Octavio Bunge, y a partir 
del cual la consigna “gobernar es poblar” deriva en “gobernar es educar”. No se 
trataba de educar con el fin de elevar el nivel sociocultural de las personas, sino 
de instituir a la política educativa como un dispositivo disciplinador2 que tuviera 
como objetivo producir un determinado tipo de subjetividad (o conducta) 
estandarizada: un nuevo sujeto argentino, a partir del cual tanto los recién llegados 
1 En base a algunos de los escritos de Michel Foucault, esta consistiría en una modalidad 
de ejercicio de poder que tiene como finalidad regular la población.
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como los nativos debían argentinizarse, abandonando costumbres y hábitos 
previos. 
De una heterogeneidad de sentimientos, prácticas sociales, la argentinidad debía 
producir un modo y forma de ser único del argentino; los inmigrantes y nativos 
debían amalgamarse en un crisol de razas. Solo de esa manera se podía lograr la 
conciliación de clases; solo a partir de argentinizar a los nativos y a los extranjeros 
podía “desaparecer todo vestigio de las razas preexistentes y del conflicto de 
clases que esa heterogeneidad había originado” (García Fanlo, 2010b, p. 8). Esto 
nos permite ver que ya en su génesis, la argentinidad involucraba un tratamiento 
de la diversidad; de ahí la noción de crisol de razas. La ingeniera social tendiente 
a crear argentinos procedía por tanto, a una homogeneización de las 
características de los nativos y los inmigrantes; de esta manera construía una 
definición del inmigrante en la que se negaba su propia condición. Este pasaba de 
ser un inmigrante indeseado (pues era un anarquista revolucionario) a ser un 
argentino más del montón. Únicamente ese proceso, o aunque sea así lo veía la 
elite dominante, era el que abría las condiciones de posibilidad para asistir a un 
modelo de conciliación de clases3. 
Este modelo, a su vez, se apoyaba en el hecho de que la argentinidad estaba 
inscripta, hecha cuerpo en la clase media4; y ello en la medida que esta clase “hizo 
de la conciliación de clases su particular modo de ser-hacerse argentino” (García 
2 Dispositivo apoyado en los procedimientos disciplinarios mediantes los cuales se ejerce el poder 
(el principio de clausura, la vigilancia jerárquica, la sanción normalizadora, el examen, entre otros), 
anclado en algunas instituciones (la escuela, la penitenciaria, el hospital psiquiátrico, entre otras) y 
facilitado por nuevos campos de objetivación y dominios de saber (tales como la sociología o la 
criminología).
3 “La forma de gubernamentalidad diseñada por Bunge, mediada por diversas 
dispersiones, reapropiaciones y reactualizaciones producidas en las décadas posteriores 
a su muerte, funcionó como condición de posibilidad para la aparición del discurso y la 
práctica de la conciliación de clases” (García Fanlo, 2010b, p. 6).
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Fanlo, 2010b, p. 6). Una vez postulado esto aparece de inmediato el problema de 
definir qué es la clase media.
III. La definición de la clase media: argentinidad, crisol de razas y 
multiculturalismo
Existieron muchos autores, corrientes del pensamiento, e incluso periodistas, que 
intentaron dar cuenta acerca de que es la clase media. En el presente artículo, voy 
a tomar en consideración algunas reflexiones suscitadas por Zizek. Reconozco 
que la clase media es “un determinado principio formal de deformación del 
antagonismo social, una determinada lógica de desplazamiento mediante 
disociación y condensación de comportamientos contradictorios” (Zizek, 2008, p. 
22). Los sujetos sociales que formarían parte de esa clase serían “aquellos que 
presumen de laboriosos y que se identifican no solo por su respeto a sólidos 
principios morales y religiosos, sino por diferenciarse de, y oponerse a, los dos 
extremos del espacio social: las grandes corporaciones, sin patria ni raíces, de un 
lado, y los excluidos y empobrecidos inmigrantesy habitantes de los guetos, por 
otro” (Zizek, 2008, p. 22). La clase media, por tanto, se opone a los inmigrantes. 
Oposición que lleva, en el plano de la acción, a formas, en gran parte ocultas u 
ocultadas, de discriminación hacia el migrante. Pero también se opone a las 
grandes corporaciones, a las empresas multinacionales. A partir de esos dos 
elementos, se podría concluir que la clase media, como cuerpo de los 
argentinidad, aporta más que un modelo de conciliación de clases, un modelo de 
oposición de clases: esta se constituyo, como producto de la cruzada 
argentinizadora, en la “principal línea defensiva entre las elites dominantes y la 
clase obrera y los sectores populares” (García Fanlo, 2009, p. 3). Recapitulando, 
4 “El cuerpo argentino fue entonces, el cuerpo de un argentino de clase media” (García 
Fanlo, 2009, p. 3) Sobre la importancia de la clase media como sujeto de la argentinidad, 
transcribo la siguiente cita: “La argentina era un ´país por construir´ y el gran hacedor de 
ese país nuevo sería la clase media” (García Fanlo, 2010b, p. 8).
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la clase media se opone a esos dos grandes polos antagónicos de la sociedad. El 
hecho de que se presente, aunque no lo sea, como soporte de la conciliación de 
clases se encuentra relacionado, a mi juicio, con la idea de que esa clase, en la 
medida que no se ubica ni con los dominantes ni con los dominados, “se auto-
presenta como el terreno común y neutral de la Sociedad” (Zizek, 2008, p. 23). 
Esa supuesta neutralidad es la que invita a la clase media a presentar sus 
categorías como universales; a caracterizarlas como las dominantes. Tal es el 
caso del crisol de razas; o más aun, de lo que subyace bajo esta idea. 
La construcción de la argentinidad, el proyecto de amalgamar nativos y extranjeros 
en un crisol de razas no es otra cosa que, siguiendo a Hector Diaz Polanco, un 
ejemplo de etnofagia5; un proyecto mediante el cual “no se busca la destrucción 
mediante la negación absoluta o el ataque violento de las otras identidades, sino 
su disolución gradual mediante la atracción, la seducción y la transformación” 
(Diaz Polanco, 2006, p. 161). Es decir, más que negar la condición del migrante de 
una manera violenta u absoluta, en el caso concreto de aquella experiencia 
singular en que consistió la argentinidad, se perseguía que esa identidad del 
migrante (y asimismo, del nativo) sea envuelta, absorbida, asimilada, integrada 
bajo la figura del argentino. Y en el mismo proceso por el cual acontecía esto, 
desde la elite dominante se manifestaba respeto u indiferencia frente a la 
diversidad. Solo aceptando las diferencias que todos los migrantes traían de sus 
países de origen se podía plantear la posibilidad de transformarlos, de socavar 
sus identidades. Lo que me llevaría a concluir que lo que subyace en el crisol de 
razas, aquello en lo que se encuentra anclado es en la ideología del 
multiculturalismo6; entendiendo por ella el respeto y la distancia con aquellas 
costumbres, hábitos de los migrantes. De ahí que en el terreno del sentido común, 
la idea del crisol de razas aparece como una noción centralmente de aceptación o 
5 Esto es “el abandono de los programas y las acciones explícitamente encaminados a 
destruir la cultura de los grupos étnicos y, en cambio, la adopción de un proyecto de más 
largo plazo que apuesta al efecto absorbente y asimilador de las múltiples fuerzas que 
pone en juego el sistema” (Diaz Polanco, 2006, p. 160).
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integración de la diversidad. Pero lo que el sentido común borra y deja sin rastro 
es todo lo que el crisol de razas, como soporte de la ideología multicultural, posee 
de dominación. 
Para recuperar este elemento, o para hacerlo emerger, retomo algunas de las 
reflexiones de Zizek. Para él, “el multiculturalismo es una forma de racismo 
negada, invertida, autorreferencial, un racismo con distancia” (Zizek, 1998, p. 172). 
Una distancia que, como vimos anteriormente, es preciso que exista en tanto 
condición de posibilidad para transformar, asimilar, absorber a las identidad 
étnicas en un mismo conjunto: los sujetos argentinos. Pero a su vez, esta noción 
involucra una relación con el otro, que lejos de ser de aceptación u integración, es 
de dominación: “el respeto multiculturalista por la especificad del Otro es 
precisamente la forma de reafirmar la propia superioridad” (Zizek, 2008, p. 57). La 
noción de crisol de razas, tal cual es presentada en el sentido común, no es sino 
un ejemplo de la forma en que la clase media, como argentino sujeto, u estando 
sujeto a la argentinidad, buscaba expresarse en estado de superioridad frente a 
los inmigrantes y los nativos; de ahí que Zizek postule, en su definición de la clase 
media, que estos se oponen a los inmigrantes. En tanto y en cuanto sigamos 
reproduciendo el discurso de la argentinidad como crisol de razas de aceptación e 
integración del otro, dejamos de lados instancias de lucha y de dominación que se 
siguen dando en la actualidad; más que creer que la clase media es el modelo de 
conciliación de clases y que la argentinidad fue construida a partir de una 
integración de las diferencias, habría que preguntarse si no está atravesada, más 
que por la conciliación y por la integración de la diversidad, por el conflicto. Es muy 
probable que la argentinidad, y la clase media como cuerpo de ella, nacieran, 
como el capital, manchadas de barro y sangre.
6 En En defensa de la intolerancia, Zizek plantea que el multiculturalismo es la 
demostración de la homogeneización sin precedentes del mundo actual. No me resulta 
azarosa la relación que podría existir entre esta homogeneización y aquella que busco 
producir el crisol de razas, homogeneizando a nativos y extranjeros en el ser argentino.
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IV. BIBLIOGRAFÍA
Bourdieu, P, Chamboredon, JC & Passeron, JC (2011) El oficio del sociólogo. 
Presupuestos epistemológicos. Buenos Aires: Siglo XXI.
Diaz Polanco, H (2006) Elogio de la diversidad. México: Siglo XXI.
Foucault, M (2008) Vigilar y Castigar: El nacimiento de la prisión. Buenos Aires: 
Siglo XXI.
García Fanlo, L (2009) “Genealogía del cuerpo argentino”, en A Parte Rei Revista 
de Filosofía, Número 64, Madrid, julio de 2009. 
http://serbal.pntic.mec.es/~cmunoz11/page74.html
García Fanlo, L (2010a) Genealogía de la argentinidad. Buenos Aires: Gran Aldea 
Editores. 
García Fanlo, L (2010b) “Crisol de razas y argentinidad en el discurso de Carlos O. 
Bunge”, Ponencia presentada en la VIII Jornada Internacional Argentina-Canadá 
Nación, diversidad, Pluralismo, Buenos Aires, 15 de noviembre de 2010, Facultad 
de Ciencias Económicas, Universidad de Buenos Aires. 
Zizek, S (2008) En defensa de la intolerancia. Madrid: Ediciones Sequitur. 
Zizek, S (1998) Multiculturalismo o la lógica cultural del capitalismo internacional. 
En F. Jameson, & S. Zizek, Estudios culturales. Reflexiones sobre el 
multiculturalismo. Buenos Aires: Paidós. 
 
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http://serbal.pntic.mec.es/~cmunoz11/page74.html

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