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Etica En Los Negocios-páginas-34

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64	 PrinciPios	básicos
y si el exceso es mayor que el exceso producido por cualquier otro proyecto factible, 
entonces debe emprenderse. En esta forma de utilitarismo, el concepto de utilidad se 
restringe a los costos y beneficios que son susceptibles de medición en términos econó-
micos monetarios.
Por último, se observa que el utilitarismo se ajusta bien a un valor que la gente aprecia. 
La eficiencia significa cosas distintas para diferentes personas, pero para muchas quiere 
decir operar de manera que se produzca lo más posible con los recursos que se tienen. 
Esto es, una operación eficiente es la que genera una producción deseada con la menor 
entrada de recursos. Esta eficiencia es precisamente lo que defiende el utilitarismo por-
que sostiene que siempre debe adoptarse la acción que produce los mayores beneficios al 
menor costo. Si se lee “producción deseada” en lugar de “beneficios” y “entrada de recur-
sos” en lugar de “costo”, el utilitarismo implica que el curso de acción correcto siempre 
es el más eficiente.
Problemas de medición
Uno de los mayores problemas con el utilitarismo se centra en las dificultades encontradas 
al tratar de medir la utilidad.14 Un problema es el siguiente: ¿Cómo pueden medirse y 
compararse las utilidades que tienen las diferentes acciones para diferentes personas, como 
lo requiere el utilitarismo? Suponga que usted y yo disfrutamos que nos asignen cierto tra-
bajo, ¿cómo podemos decidir si la utilidad que obtendría usted al tener el trabajo es mayor 
o menor que la utilidad que yo obtendría? Tal vez cada uno de nosotros tenga la seguridad 
de que se beneficiará con el trabajo, pero como no podemos estar en el lugar del otro, 
este juicio carece de una base objetiva. Dicen los críticos que no es posible hacer medidas 
comparativas de los valores que tienen las cosas para diferentes personas, entonces, no hay 
manera de saber si la utilidad se maximizará si le asignan el trabajo a usted o a mí. Si no 
podemos saber qué acciones producirán las mayores cantidades de utilidad, no podemos 
aplicar el principio de utilitarismo.
Un segundo problema es que algunos beneficios y costos parecen no poder medirse. 
Por ejemplo, ¿es posible medir el valor de la salud o la vida?15 Suponga que instalar un cos-
toso sistema de salida de gases en una planta eliminará una gran parte de ciertas partículas 
carcinógenas a las que están expuestos los trabajadores. Suponga que, como resultado de 
esta acción, algunos trabajadores vivirán cinco años más. ¿Cómo se calcula el valor de esos 
años adicionales de vida y cómo se compara este valor en términos cuantitativos frente a 
los costos de instalar el sistema de salida de gases? Los administradores de Ford, al consi-
derar las muertes que provocaría el diseño del Pinto, decidieron que una vida humana valía 
$200,000 (dólares de 1970). Pero ¿no parece arbitrario el precio asignado a la vida y no es 
moralmente inapropiado intentar darle valor monetario?
Un tercer problema es que, como muchos costos y beneficios de una acción no son 
predecibles con confiabilidad, tampoco es posible medirlos de manera adecuada.16 Por 
ejemplo, las consecuencias benéficas y de costos del conocimiento científico básico no son 
notoriamente difíciles de predecir. Pero suponga que se debe decidir cuánto invertir en un 
programa de investigación que tal vez descubra cierta información altamente teórica, pero 
no aplicable de inmediato, acerca del universo. ¿Cómo debe medirse este valor futuro de 
esa información y cómo se pondera contra los costos presentes de financiar la investigación 
o bien los beneficios más seguros que resultarían de invertir en una alternativa más útil, 
como agregar un nuevo pabellón al hospital local o construir un complejo habitacional 
para los pobres?
Existe aún un cuarto problema y es que no está claro exactamente lo que debe con-
tarse como beneficio y como costo.17 Esta falta de claridad es problemática en especial 
cuando se refiere a aspectos sociales que reciben evaluaciones significativamente dife-
rentes por los distintos grupos culturales. Suponga que un banco debe decidir si amplía 
eficiencia operar	de	tal	
manera	que	se	genere	una	
producción	deseada	con	la	
menor	entrada	de	
recursos.
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un préstamo al administrador de un teatro pornográfico o al administrador de un bar 
que sirve a homosexuales. Quizás un grupo de personas vea el incremento de diversión 
de los aficionados a la pornografía o el de los homosexuales como beneficios sociales. 
Sin embargo, tal vez otro grupo considere este hecho como dañino y, por ende, como 
costo.
Por último, la suposición utilitaria de que todos los bienes son mensurables implica 
que todos los bienes se pueden intercambiar por sus equivalentes. Para una cantidad dada 
de cualquier bien específico, existe alguna cantidad de sus equivalentes que tiene el mismo 
valor. Por ejemplo, si está dispuesto a intercambiar el gozo de comer dos rebanadas de 
pizza por el gozo de media hora de escuchar su CD favorito y viceversa, entonces, estas dos 
cantidades de bienes tienen el mismo valor para usted. El utilitarismo debe suponer que 
todos los bienes son intercambiables por cierta cantidad de algún otro bien, porque sos-
tiene que existe una escala que permite medir todos los bienes; entonces, usando esta escala 
es factible descubrir qué cantidad de un bien es equivalente a una cantidad determinada 
de cualquier otro bien. Sin embargo, los críticos argumentan que existen algunos bienes 
no económicos, como vida, amor, libertad, igualdad, salud, belleza, cuyo valor es tal que 
ninguna cantidad de cualquier bien económico es igual al valor del bien no económico.18 
Ninguna cantidad de dinero, de pizzas o de discos podría ser igual en valor a la vida, el 
amor, la libertad, la igualdad, la salud o la belleza.
Los críticos del utilitarismo aseguran que estos problemas de medición destruyen 
cualquier afirmación que haga la teoría utilitaria para proporcionar una base que deter-
mine los aspectos normativos. Estos problemas se han vuelto obvios especialmente en los 
debates sobre la factibilidad de las auditorías sociales corporativas.19 Aunque las empresas 
de negocios están cada vez más presionadas para producir una “auditoría” o informe que 
mida los costos y los beneficios sociales que resultan de sus actividades, sus esfuerzos han 
quedado frustrados por su incapacidad para asignar medidas cuantitativas a sus diferentes 
programas y por las diferencias de opinión sobre qué debe contar como beneficio.20 La 
única manera de resolver estos problemas es aceptar de manera arbitraria las valuaciones 
de un grupo social u otro. Pero esto, de hecho, basa el análisis utilitario de costo-beneficio 
en desviaciones y gustos subjetivos de ese grupo.
Respuestas del utilitarismo 
a las objeciones de medición
El defensor del utilitarismo tiene un conjunto de respuestas listas para rebatir las objecio-
nes de medición enumeradas.
Primero, un defensor del utilitarismo diría que, aunque idealmente requiere medicio-
nes cuantificables exactas de todos los costos y los beneficios, este requerimiento podría re-
lajarse cuando esas mediciones son imposibles.21 El utilitarismo meramente insiste en que 
es posible establecer las consecuencias de cualquier acto propuesto en forma explícita con 
tanta claridad y exactitud como sea humanamente posible y que toda la información rele-
vante respecto a estas consecuencias se puede presentar de modo que permita compararlas 
sistemáticamente y ponderarlas imparcialmente entre sí. Expresar esta información en tér-
minos cuantitativos facilita esas comparaciones y ponderaciones. Sin embargo, cuando no 
se dispone de datos cuantitativos, es legítimo apoyarse en el juicio compartido y de sentido 
común de los valores comparativos que tienen las cosas para la mayoría de las personas. 
Por ejemplo, se sabe de sobra que el cáncer es una lesión mayor que un catarro, no importaquiénes sean los enfermos. De manera similar, un trozo de carne tiene un valor mayor que 
un cacahuate, no importa quién tenga hambre.
El defensor del utilitarismo también señalaría varios criterios de sentido común que 
sirven para determinar los valores relativos que deben darse a las diferentes categorías 
de bienes. Un criterio, por ejemplo, depende de la distinción entre bienes intrínsecos e 
bienes no económi-
cos bienes,	como	vida,	
amor,	libertad,	igualdad,	
salud,	belleza,	cuyo	valor	
es	tal	que	ninguna	canti-
dad	de	un	bien	económico	
es	igual	al	valor	del	bien	no	
económico.
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