Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
El estado y su participación en los asuntos educativos El Estado ha sido un actor relevante en la difusión de la educación durante el último siglo. Sin embargo, desde distintas perspectivas, a veces se cuestiona su papel. Se argumenta, por ejemplo, que no es necesario delegar la función educativa en el Estado, puesto que hay distintos agentes como la familia o las asociaciones comunitarias- que pueden desempeñarla adecuadamente. Otro de los argumentos frecuentes contra la participación del Estado en la educación se apoya en la posibilidad por parte del Estado de impedir cambios en la sociedad, ya que el Estado organiza las funciones educativas para mantener un determinado orden político y social. Sabemos que, a través de una institución como la escuela, no sólo se imparten conocimientos técnicos, sino también valores, visiones del mundo, maneras de organizar el pasado y el presente. Entonces, sostienen los críticos, la intervención del Estado podría afectar la capacidad de libre discernimiento de las personas. Es cierto que el control de la escuela por parte de un Estado autoritario afecta la libertad de pensamiento, en tanto transforma esta institución en un espacio de adoctrinamiento, de difusión de una única visión de la realidad. En cambio, en un Estado democrático, en el que las instituciones están conformadas por representantes del pueblo y expresan las diferencias existentes en esa sociedad, el papel del Estado en la educación es difícil de cuestionar. Es cierto que el control de la escuela por parte de un Estado autoritario afecta la libertad de pensamiento, en tanto transforma esta institución en un espacio de adoctrinamiento, de difusión de una única visión de la realidad. En cambio, en un Estado democrático, en el que las instituciones están conformadas por representantes del pueblo y expresan las diferencias existentes en esa sociedad, el papel del Estado en la educación es difícil de cuestionar. En este caso, no es un grupo minoritario, sino la misma sociedad –a través de representantes– la que decide cómo se organizará el sistema educativo. Como por ejemplo que contenidos, qué metodología y qué recursos son prioritarios en la enseñanza, cómo se integran las distintas perspectivas y cómo se respeta la diversidad de creencias. Por otro lado, un sistema democrático permite la creación de instituciones educativas privadas, que pueden impartir -además de los contenidos básicos acordados por el conjunto de la sociedad- otras enseñanzas que interesen al grupo o al sector que sostiene esa institución; por ejemplo, principios religiosos o la lengua de una determinada comunidad. En general, en los países democráticos contemporáneos hay un ciclo mínimo de obligatoriedad de la enseñanza, que se debe cumplir en una institución formal. En un contexto democrático, las decisiones sobre la necesidad de un ciclo obligatorio y sobre los contenidos que se deben enseñar en las escuelas no son arbitrarias. Son el resultado de la discusión y el acuerdo del conjunto de la sociedad.
Compartir