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II 23 155 XX. Hay otro, común a los que discuten en pleito 30 como a los que aconsejan en un discurso deliberativo, que es mirar lo que persuade y lo que disuade, y por qué causa se hace o se evila una acción; porque estas causas son tales que, si existen, hay que obrar, (y si no existen, no obrar); como si algo es posible y fácil y útil para uno mismo o 35 para sus amigos, o si dañoso para los enemigos; y si es per judicial, si es menor el perjuicio que la cosa. Y las gentes 1400 a son persuadidas mediante estos argumentos y disuadidas por los contrarios. Y con éstos mismos también'acusan y defienden, pues con los que disuaden defienden y con los que persuaden acusan. Se defienden... Este lugar es el que 5 forma iodo el Arle de Panfilo y el de Calipo (152). XXI. Otro lugar es por aquellas cosas que se considera existen, pero que son increíbles, porque no se creerían si no fueran reales o si no lo fueran casi. Y aun mejor, pues lo que es real o verosímil se suele admitir; pero si algo es in creíble y no verosímil, será verdad, porque no es por ser verosímil y creíble por lo que así se considera. Así, como 10 decía Androcles el Pittheus (153) cuando en su alegato con tra la ley levantaron gritería contra él que estaba hablan do: «Requieren las leyes una ley que las corrija, pues tam bién los peces necesitan sal, y ciertamente que no es vero símil ni creíble que lo que se ha criado en el agua salada necesite sal, y las tortas de oliva, aceite, aunque sea in creíble que aquello de que el aceite procede, necesite aceite». X X II. Otro lugar, adecuado piara refutar, es examinar los puntos que discuerdan, si hay algo que no concuerda so- 15 bre todo lo referente a tiempos y hechos y palabras, de una parte dirigiéndose al contrario (153 a), por ejemplo: «Y dice que os ama, pero estaba en la conjuración de los Treinta»; de otra parte volviéndose hacia uno mismo: «Y dice que yo soy amigo de pleitear, pero no puede denunciar que yo haya levantado ningún pleito»; o bien refiriéndose a sí mis- 20 rao y al contrario: «Este ciertamente que no prestó jamás II 23 156 nada, mientras que yo a muchos de vosotros os he resca tado». X X III. Otro lugar, para los hombres como para los hechos que han sido objeto de sospecha, o parecen sospe chosos, explicar la causa de lo que parece extraño, porque existe una causa por la cual lo parece. Por ejemplo, habien do hecho caer debajo una mujer a su propio hijo a fuerza de abrazos, parecía que estaba yaciendo con el muchacho, mas explicada la causa, desapareció la acusación; y como en el Ayax de Teodectes (154) Ulises dice contra Ayax, por qué siendo más valiente él que Ayax, no lo parece. XXIV. Otro lugar proviene de la causa, pues si ésta existe se dice que algo es, y si no existe, que no es; porque van juntas la causa y aquello de que es causa, y sin causa nada existe; por ejemplo, lo que decía Leodamas defen diéndose de la acusación de Trasíbulo (155) de que figuraba su nombre en· una inscripción de infamia, que existía en la Acrópolis, pero que lo había borrado en tiempo de los Treinta. No es posible—dijo—, porque más seguro habría él sido para los Treinta si constaba inscrita su enemistad contra el pueblo. XXV. Otro lugar es el de considerar si de olro modo ca bía o cabe algo mejor que aquello que aconseja o hace o ha hecho, porque es evidente que si no es así, no lo hizo, dado que nadie escoge por su voluntad y con conocimiento lo malo. Esto es, sin embargo, falaz, porque muchas veces resulta claro cómo hubiera sido mejor obrar, pero' antes era oscuro. XXVI. Otro lugar, considerarlo juntamente, cuando se va a hacer algo contrario a lo que se ha hecho;' como Jenófa- nes (156) a los de Elea, que le preguntaban si harían sacri ficios a Leucotea y lamentaciones o no, les aconsejó no llo rarla si la creían diosa, y si humana, no hacerle sacrificios. XXVII. Otro lugar, acusar o defenderse a partir de los errores del contrario; así en la Medea ele Karkinos (157), unos la acusan de que ha matado a sus hijos porque éstos no pa so 35 1400 b 5
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