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Guillermo Medina Cano
La gobernanza en Turquía
1. Introducción y justificación.
El presente trabajo pretende analizar la participación, voz y rendición de cuentas en el sistema político turco en el marco del concepto de gobernanza, y como se ha visto influido por la estabilidad política en la coyuntura de la crisis de Oriente Próximo. Utilizaremos un concepto de gobernanza ligada a gobernanza de red, colaboración entre actores sociales, públicos y privados. Se utilizará como periodo temporal la década que abarca desde 2004 hasta 2014, y realizaremos un repaso a los sucesos acontecidos en la última década en el país, y en el entorno de éste.
El interés de analizar Turquía es debido a la posición que juega entre Oriente y Occidente; un sistema político que ha sido difícil de definir por los investigadores, ya que se trata de una democracia con serias deficiencias, pero a la vez, que suscita esperanzas de que los consiga superar acercándose a los modelos Europeos; también su rol dentro de la crisis actual en Oriente, influyendo a la trayectoria del sistema político, y que puede tener consecuencias en el modelo de gobierno. 
1. Marco teórico.
La gobernanza ha sido un término muy utilizado en las ciencias sociales, en algunas ocasiones de forma tan ambigua o sin una definición precisa, que existía el peligro de que sufriese lo que en palabras de Sartori es “estiramiento conceptual”. Esto es, se utilice el concepto de una forma tan amplia, que dejase de tener sentido. La bibliografía especializada ha intentado dotar de una definición más o menos concreta a la gobernanza, aunque podemos diferenciar diferentes modelos de ésta. Para nuestro estudio, nos acercaremos al concepto de gobernanza como gestión de red, principalmente teorizado por Rhodes, (Cerrillo Agustí, 2005: 15) en el que el Estado amplía el marco de la toma de decisiones hacia otros agentes públicos, privados y sociales. También podríamos utilizar conceptos como subgobiernos, y subsistemas, como forma de interactuar entre los actores para decidir e implementar política (Cerrillo Agustí, 2005:228). Ambas se acercan a la concepción de red, sin embargo, hemos optado por ésta última por ser más cercano al modelo de gobernanza. En cualquier caso, la clave es que la colaboración y cooperación entre actores mixtos amplíe la legitimidad de los sistemas políticos, las cuales se han erosionado, como nos decían los investigadores, a partir de la crisis de gobernabilidad. La definición y la solución de los problemas, objeto principal de la política, en el modelo de gobernanza ya no solo recae en las instituciones tradicionales, sino que existe una interacción entre éstas la sociedad civil y los agentes privados. Por ello, opondremos el modelo de gobernanza al modelo jerárquico o centralizado. Sin obviar, que el Estado debe seguir manteniendo una centralización y una capacidad de adoptar las decisiones. Sin embargo, entenderemos jerarquía como la adopción unilateral de decisiones por parte del gobierno, opuesto a la gobernanza, caracterizada por la negociación entre actores. (Cerrillo Agustí, 2005: 12).Se trata por tanto, de superar la concepción de gobierno como institución unilateral de adopción de decisiones (Cerrillo Agustí, 2005: 56). Así como el clásico modelo de implementación de las políticas, bottom up, en el que las decisiones se toman desde la cúpula y bajan de forma vertical hasta la administración y la ciudadanía. 
Ahora bien, hace falta analizar también la calidad y el espacio que existe en la interacción entre gobierno y otros actores. Si ésta se enmarca en un espacio cerrado y controlado, ésta pierde la calidad, y se convierte más que en un proceso de ampliar la legitimidad en proceso ejercido unidireccionalmente y que no le dota de una mayor legitimidad. La interacción en el modelo que presentamos, tiene que ser un espacio abierto, como proceso en el que se puedan plantear diferentes opciones, y los actores tengan capacidad para introducirlas. (Cerrillo Agustí, 2005: 64). También conocer el número de actores que intervienen en el proceso de toma de decisiones, de nuevo, si ésta vetado a una serie de actores que se ven involucrados directamente, difícilmente podemos entenderlo como un modelo de gobernanza participativo. Igualmente, si la influencia es asimétrica o ciertos grupos de presión tienen mayor relevancia que otros actores, también merma el modelo de gobernanza. Como veremos durante el desarrollo del trabajo, uno de los mayores problemas para que se instaure la gobernanza en forma de red en el sistema político turco, ha sido la sistemática vulneración de derechos políticos a minorías sociales como los kurdos o armenios, por lo que la adopción de decisiones de forma participativa carecería de sentido, o al menos, tendría una legitimidad mucho menor. . 
Por otra parte, utilizaremos los factores que se integran en la gobernanza, estabilidad política y participación, voz y rendición de cuentas, para comprender cuales son las capacidades en nuestro país elegido, Turquía, para que exista un modelo de gobernanza, así como se relacionan ambas variables. La primera de ellas, se refiere a las condiciones que existen en el sistema político para mantener una cierta seguridad y permanencia en el tiempo, así como los hechos que puedan desestabilizarlo, como los casos de violencia o terrorismo. La segunda, como variable dependiente y como principio de la gobernanza, en el que exista una colaboración entre actores. Además, de que ésta sea extensible a todos los sectores públicos, privados y sociales. (Cerrillo Agustí, 2005: 19-20). La rendición de cuentas (accountability) superando el accountability vertical, es decir, los mecanismos clásicos como las elecciones, en pos de un accountability horizontal, basado en mecanismos de rendición de cuentas en el que puedan interactuar los ciudadanos y los actores que enmarcan la gobernanza (Cerrillo Agustí, 2005: 21). Esto está unido a la voz, especialmente a la autonomía de los medios de comunicación, y a la firmeza de la libertad de expresión en el sistema político. 
De ésta manera, analizaremos la cualidades y deficiencias que tiene el sistema político turco para enmarcarse en un modelo de gobernanza. Como la (in)estabilidad política ha podido afectar a un acercamiento de colaboración entre actores, y en el proceso de participación política y rendición de cuentas. La gestión de red requiere unos presupuestos tanto del propio sistema político, como del gobierno. Por ello, en ocasiones es necesario no solo un cambio de actitud por parte del gobierno, sino una serie de reformas que amplíen ciertos derechos y libertades para que actores públicos, privados y sociales se puedan introducir en el sistema. 
2. Metodología.
El objeto de nuestro trabajo es estudiar cual es la situación de la participación política, voz y rendición de cuentas en Turquía, y hasta qué punto ha dependido de la estabilidad del país. Por lo tanto, los primeros factores actuaras de variable dependiente, mientras que el segundo de variable independiente. 
La hipótesis de la que partimos es que la coyuntura de crisis en la región de oriente próximo ha afectado a la estabilidad política de Turquía, y que la inestabilidad política merma la participación, voz y rendición de cuentas en el sistema político. Por lo que una situación de inestabilidad política es un bache a la hora de instaurar un modelo de gobernanza, en particular de gestión de red con otros actores sociales, privados y públicos.
Las preguntas a las que responderemos serán:
· ¿Cómo ha afectado la crisis de estabilidad a la participación, voz y rendición de cuentas en Turquía?
· ¿Es posible una implementación de un modelo de gobernanza en una situación de inestabilidad política?
· ¿Cómo ha afectado las negociaciones con la Unión Europea a alcanzar un modelo de gobernanza?
Para responder a estar preguntas y estos objetivos, partiremos de un análisis descriptivo, en el que utilizaremos datos obtenidos del Banco Mundial y Freedom House, así como los informes que explican la situacióndel sistema político. Le seguirá una explicación del contexto de Turquía desde el 2004 hasta el 2014, para conocer la realidad política del país. Por último, el análisis explicativo será donde contrastemos la hipótesis a través de los datos y el contexto. 
3. Análisis descriptivo-
Como sabemos, el marco conceptual que nos acerca a la gobernanza está muy marcado por la cooperación entre actores, ya sea del ámbito de la sociedad civil como del mercado. Pretende sustituir a la dirección jerárquica de gobierno, la cual ha sido criticada por su ineficiencia y la rigidez burocrática, que conlleva una merma en la aplicación de las normas. La participación en la toma de decisiones, y la rendición de cuentas (accountability) es una cuestión clave para abordar la gobernanza desde este punto de vista. 
En un primer momento, haremos un análisis descriptivo que nos sirva de base para una posterior explicación, utilizando diferentes índices para construir una imagen lo más certera posible de la realidad acerca de la calidad del sistema político turco en materia de participación, voz y rendición de cuentas.. Es decir, la facilidad con que los actores del sistema político pueden acceder a éste, y hasta qué punto existe cooperación e interrelación entre los diferentes actores políticos y sociales, ya sean de carácter público o privado. Por otra parte, analizaremos la estabilidad del sistema político y las amenazas las que se ha enfrentado, y como esto ha afectado a la participación de los actores públicos y privados. 
El Banco Mundial nos ofrece un índice construido a través de múltiples indicadores obtenidos de organizaciones como Human Rights, World Economic Forum… y pretende mostrar la capacidad real que tienen los ciudadanos de participar en la toma de decisiones, evaluándolo a través de expresión, asociación y comunicación. El índice tiene unos valores de 0 a 100, siendo 100 lo más participativo, y 0 lo menor.
 Así, en Turquía la voz y rendición de cuentas, como elemento de la gobernanza ha tenido una trayectoria en declive en la última década. Desde los 48 puntos que le concede el organismo en 2004 y 2005, en 2014 cae a los 38 puntos. La foto que nos deja es una decadencia de la facilidad que tienen los actores para participar y formar parte de la toma de decisiones del sistema político. Esto implica un margen muy limitado para desarrollar la colaboración y cooperación que plantea la gobernanza, especialmente en los últimos tres años analizados. En cualquier caso, incluso el valor más alto que es 2004, ni siquiera llega a la mitad de la escala del índice, por lo que, además de la tendencia a la baja, es de por sí un sistema con poca capacidad de rendición de cuentas por parte de sus gobernantes, e inclusión de voces de actores sociales y políticos. 
El siguiente índice lo hemos escogido de Freedom House, donde el 0 es la mejor situación de libertad de prensa y el 100 la peor. 
Los medios de comunicación, y la libertad de prensa son importantes para desarrollar la participación, ya que es uno de los actores más importantes que forman parte de los actores que interactúan en la gobernanza. La prensa no solo es un actor que debe participar en la gobernanza, sino que es también una vía por la que otros actores de la sociedad civil se pueden mover para tener cabida en una nueva forma de gobierno. 
Como observamos, según los datos de Freedom House la libertad de prensa ha ido en continuo descenso. En 2004 los informes de éste organismo analizan positivamente las reformas que había realizado el gobierno en materia de prensa que permita a sectores de la oposición, como los kurdos, acceder a los medios privados de comunicación. Sin embargo, la derogación de leyes prohibitivas, y la aplicación de otras que dieran voz a sectores disidentes, se ciñen al contexto de reformas para poder introducirse en la Unión Europea. (Freedom House, 2004) El mismo informe detalla la coerción a la que habían sido sometido periodistas que trataban temáticas de éstos grupos de oposición. El seguimiento anual que hace el organismo a las libertades de prensa en el país, sigue una línea muy clara: Turquía pretende mostrar una imagen de apertura a las libertades de expresión e información, especialmente en el ordenamiento jurídico, pero en la práctica sigue juzgando a periodista por delitos como “denigración a la nación turca”. Por ello, existe una decadencia en la valoración que hace Freedom House hasta en 2014 dejar de catalogarlo como “parcialmente libre” a considerarlo “no libre”. En éste año, se hace más evidente la persecución a los medios críticos, y la censura hacia las movilizaciones del Gezi Park que tuvieron lugar en 2013.
El índice de estabilidad política lo obtenemos de nuevo del Banco Mundial, que hace una escala del 0 al 100, siendo el 0 inestabilidad política y el 100 estabilidad política. 
Los datos nos muestran que en Turquía ha existido una trayectoria desigual. Mientras que en el bienio de 2005 – 2006 existe un repunte en la estabilidad política, llegando a 27 puntos, estos serán los más altos de la década, existiendo un continuo descenso, hasta de nuevo 2010 – 2011, donde parece que se volverá a estabilizar. Sin embargo, continúa la caída en los años siguientes. 
Así, podemos observar que existe un punto de inflexión en el año 2007, en éste año con la presidencia de Abdullah Gul existe un intento de golpe de estado por parte de los militares, emitiendo una declaración de intenciones a través de la página web de las fuerzas armadas. El motivo será que Abdullah Gul tenía un perfil islamista, opuesto a la posición secular de las fuerzas armadas heredada de la modernización kemalista. A pesar de que el golpe de estado fracasa, la tensión política se acentúa. A partir de 2011 es cuando la estabilidad desciende a sus cotas más bajas, coincidiendo con el inicio del conflicto en Siria y la crisis de esa región del mundo. Por lo que éste hecho ha afectado a la estabilidad política en Turquía, ya sea por aumento del terrorismo, la violencia, o la inmigración descontrolada. 
Siguiendo el análisis descriptivo de nuestras dos variables, por una parte, la voz y participación de actores público-privado, de carácter social y político; además de la capacidad o intención de rendición de cuentas (accountability) del gobierno. Por otra parte, la estabilidad política como variable independiente que nos sirva para comprender la situación de la gobernanza como cooperación y colaboración entre actores, observamos cómo mientras las libertades de expresión e información se han visto rebajada continuamente, así como la voz de los actores y la rendición de cuentas del gobierno; la (in)estabilidad política también ha sido una alarma para el sistema político turco. Ello a pesar de una forma de gobierno con cada vez más pretensiones autoritarias, y un carácter marcadamente presidencialista, en el que el sistema político ha ido amoldándose a la figura de Erdogan; primero como primer ministro, y en 2014 como presidente. Intuimos que la inestabilidad política ha sido un argumento para una deriva autoritaria, así como para que el AKP se imponga en las instituciones, y se reprima a grupos disidentes, especialmente con motivos étnicos y nacionalistas como el caso kurdo. Sin embargo, Polity IV catalogaba a Turquía como una democracia, en el que existen elecciones competitivas (puntuándolas con un 8 sobre 10); aunque consciente de que se han declarado inconstitucionales a diferentes partidos y organizaciones (Polity IV, 2010) ciñéndose al artículo 2 de la Constitución en el que se fija la “lealtad al nacionalismo de Ataturk”. Además, el organismo le puntúa con un 6 en participación política. Obviamente esta coyuntura deja un margen muy estrecho para desarrollar el concepto de gobernanza, especialmente si existe una tensión entre la (in)estabilidad política y la participación política y rendición de cuentas. Más tarde analizaremos la vinculación que puede existir entre (in)estabilidad política y participación política al hilo de nuestra hipótesis; así comola capacidad que existe en el sistema político y el contexto político-social para que exista realmente una suerte de colaboración entre la sociedad civil, empresas y gobierno para desarrollar la gobernanza.
4. Contexto. 
Turquía en la última década ha seguido una constante, como hemos observado anteriormente con los distintos indicadores, entre un aumento de la inestabilidad política, y una disminución de la participación política. A pesar de ello, muchos investigadores sociales esperaban que el sistema político sufriera un proceso democratizador, y que lo hiciera consolidar en una democracia plena. Como hemos observado, los organismos más optimistas le otorgan un 8 sobre 10 y lo catalogan de democracia, sin adjetivos. Sin embargo la mayoría de la literatura prefiere denominarla como democracia defectiva, es decir, que se encuentra en una tensión entre democracia plena y sistema autoritario, aunque no tiene por qué decantarse por una de éstos dos polos. Se trata de un sistema democrático con ciertos defectos, ya sea en la libre competencia de los actores políticos, défici en libertad de expresión de los sectores disidentes etc. (Durán, 2013, 4). Seguramente uno de los defectos que contempla el actual sistema turco, es la tendencia a la presidencialización, con un tinte autoritario que se ha ido acentuando con el tiempo; así como la discriminación hacia grupos opositores que hemos descrito anteriormente. Las esperanzas que se habían puesto en que existiese un proceso democratizador, acompañado de una liberalización, ha sido las continuas reformas que se han realizado en el marco de las negociaciones con la Unión Europea. Sin embargo, se ha demostrado que efectivamente, se trataba de unas reformas realizadas con intención de introducirse en Europa, y no tenían mayor pretensión. Por ello, cuando se estancaron las conversaciones entre la UE y Turquía, el régimen paralizo la trayectoria reformista, incluso se mostró más represivo. 
De ésta manera, la coyuntura que encontramos en el sistema político turco desde 2004, es una imposición del AKP. El AKP se funda en 2001, y gana las elecciones generales en 2002, convirtiéndose Abdullah Gul en primer ministro, aunque el independiente Sezer seguiría como presidente hasta 2007. El AKP nació como una escisión del Partido del Bienestar, y su introducción en el sistema representativo se acogió con entusiasmo, entre otras cosas, porque su discurso iba dirigido hacia la democratización, con mayor énfasis en las dificultades que existían para poder presentar candidaturas. El código penal no solo era duro con aquellos que disentían de la nación turca, sino que inhabilitaba a los individuos para presentarse a las elecciones. El propio Erdogan estuvo inhabilitado desde 1998 (MAE, 2004). Además, debemos tener en cuenta que la aceptación de los “principios kemalistas” era condición a cumplir para poder presentarse a las elecciones. El AKP, con su tendencia islamista suponía un reto en éste aspecto. De alguna manera se cumplió esta expectativa, en 2003 el Consejo de Seguridad Nacional, compuesto en su mayoría por militares, y encargado de que las leyes emitidas estuviesen de acuerdo con los principios kemalistas, redujo se capacidad de influencia, reducido a un órgano consultivo, y con una mayor proporción de civiles. Además, se liberó a militantes kurdos y se levantó el estado de emergencia en el este del país, en las regiones kurdas. (Anderson, P. 2012: 456) También se eliminó los Tribunales de Seguridad del Estado, y se redujo la partida del PIB al gasto militar (Cidob, 2006). No olvidemos, que el control civil de lo militar era una condición que le imponía la Comisión Europea a Turquía, ya que existían demasiadas certezas de que era lo militar lo que se inmiscuía en lo político. En 2005 se aprueba un nuevo código penal, en el que se condena con más fuerza la vulneración de derechos humanos como el tráfico de inmigrantes y de seres humanos, discriminación a las actividades profesiones y económicas o la incitación al odio por motivos raciales, entre otros (Durán, 2013: 23) En las elecciones generales de junio de 2007, el AKP vuelve a ganar con un porcentaje mayor de votos, aunque esto no se plasma en un mayor número de escaños (Anderson, P. 2012: 460). En agosto del mismo año tienen lugar las presidenciales, que dan una abrupta mayoría a Abdullah Gull. Este hecho, como comentamos en la parte descriptiva del trabajo, da lugar al conocido como “golpe virtual”, donde los militares hacen una intentona de golpe de estado a través de publicar una declaración en la página web, en la que defienden los principios kemalistas, y la secularidad del Estado. Esto, no solo quiebra la estabilidad del estado, sino que re-abre el debate acerca de la presencia de las fuerzas armadas en la vida política. 
Pero la crisis entre, un sistema político construido y dirigido hacia la secularidad, con unas fuerzas armadas que defienden éste modelo; y un gobierno de corte religioso, que pone en tela de juicio la secularidad del estado no es la única crisis en la estabilidad del sistema. Recordemos, que Turquía se encuentra a las puertas de oriente, lindando con Iraq. Además, todo el sudeste del país son regiones históricamente kurdas, en las que habitan grupos armados como el PKK. La ferviente defensa de la “nación turca”, que se plasma no solo en la Constitución: sino también en el código penal y civil, entra en contradicción no solo con los kurdos, sino con los armenios, que han sido objeto de limpieza étnica desde la primera guerra mundial. También los alevíes, que forman parte del Islam pero que son una minoría en comparación con los sunníes, también han sido objeto de discriminación (Doganyilmaz, 8). Aunque este sector no suponga una amenaza para la estabilidad, como los grupos armados kurdos, demuestran una falta de inclusión en el sistema político que dificulta la realización de un modelo de gobernanza. Por otra parte, Turquía también se encuentra en conflicto en Chipre, donde sigue reivindicando la parte norte del país, una República conformada por ciudadanos de origen turco. 
Lo cierto, es que la segunda legislatura del AKP en Turquía ha abandonado, al menos en parte, la tendencia reformista que llevó a cabo con anterioridad. Entre otras cosas, porque la entrada en la UE ha dejado de ser una prioridad en la agenda política, ya que se ha visto cada vez más lejano la intención del organismo supra-nacional de dar la entrada al país turco. Si es cierto, que en materia judicial se llevaron a cabo una serie de reformas en torno al 2007 y 2010 con el objetivo de hacer los órganos judiciales más independientes del poder ejecutivo, como el Consejo Superior de Jueces y Fiscales (Duran, 24). Además de una reforma constitucional que prohíbe que juzgados militares juzguen a civiles. (Cidob, 2011: 6). Así, durante los últimos años el AKP ha jugado un papel que dista entre las reformas que lo vinculan con un partido progresista, y un acomodo en las instituciones, especialmente de la mano de personalismo de Erdogan. Posiblemente esta tensión tiene su auge en las protestas de 2013 en la plaza Taksim, con motivo del derribo de Gezi Park para construir un centro comercial. En éste punto nos encontraríamos con dos visiones, una que analiza el hecho como una crítica a la presidencialización del sistema en manos de Erdogan, y un ejemplo del carácter represivo que sistema turco. Por otra parte, aquellas que interpretan que de alguna manera, las protestas demuestran que en Turquía existe una sociedad civil dinámica y capaz de organizarse y responder a sus intereses a través de la movilización (Soler i Lecha, 2). En cualquier caso, es interesante a la hora de analizar los límites de participación en el sistema político turco.
Respecto al contexto geopolítico que asume Turquía en la actualidad, no debemos olvidar que el estallido de la guerra de siria en 2011 es un factor importante a tener en cuenta. Entre otras cosas, porque Turquía es la puerta entre oriente y occidente y linda con Siria e Irak. Por ello, Turquíano se ha mantenido al margen del conflicto, y ha sufrido una interacción con organizaciones terroristas que en más de una ocasión han atentado en el país. No olvidemos que en los datos descriptivos, a partir de 2011 la estabilidad política se reduce considerablemente, por lo que el conflicto sirio daría, sino todas, muchas explicaciones de esa situación. Además, la guerra ha activado o revitalizado a los grupos armados kurdos, entre ellos el PKK, que han participado en el conflicto, ya que parte del Kurdistán se encuentra también entre Siria e Iraq. Sin obviar la tendencia a que el territorio turco sea una vía de paso para refugiados. 
Por último, analizamos las cuestiones económicas que existen en Turquía propicias para que exista un modelo de gobernanza. Seguramente, las más significativas no sean las que salen por iniciativa propia del gobierno, sino que se encuentran dentro de un paquete de reformas del FMI y el Banco Mundial (Cidob, 2011, 1) que consistía principalmente de una liberalización y privatización de activos del Estado y sectores que controlaba. En los años siguientes, los datos macroeconómicos mejoraron considerablemente con un aumento la inversión extranjera. (Anderson, P. 2012, 458) Por otra parte, la inversión exterior directa se ha multiplicado desde 2002 hasta 2008 (Cidob, 2011) aunque tras la crisis mundial sufrió una cierta bajada. Esto convierte a Turquía en un país atractivo para la inversión extranjera, y para que se instalen empresas extranjeras.
5. Análisis explicativo:
Ahora realizaremos un análisis explicativo de hasta qué punto el sistema político turco es propicio para que se desarrolle la gobernanza entendida como una mayor participación de los actores sociales público-privados. Así como la existencia de instrumentos de accountability, tanto horizontal como vertical para que se materialice dicha gobernanza. Lo relacionaremos con nuestra variable independiente, es decir, la estabilidad política, para analizar cómo ha afectado a la capacidad de crear un modelo de gobernanza que supere el sistema jerárquico o weberiano. 
Observamos que en los últimos años los datos de estabilidad política en el sistema político turco han disminuido considerablemente. El estallido de la guerra en Siria, el conflicto kurdo, o en última instancia el problema territorial chipriota crea un marco difícil para la política turca. Además, la respuesta del gobierno de Erdogan ha sido dejar al margen del Estado y su función de crear consensos a los actores implicados en estos conflictos, así como a las minorías armenias o alevíes. La rúbrica en la que nace el Estado turco, de la “nación turca” o la “turquicidad” ya crea disidencias en un primer momento, imposibilitando construir un Estado que sea el representante de los intereses colectivos. Por lo que partimos de que una parte importante de la sociedad no se encontraría integrada ni en un modelo de gobernanza, ni siquiera en un modelo jerárquico de gobierno, ya que sus intereses no se verían representados en las instituciones. Esto origina inestabilidad, por la que un grupo de la sociedad civil al no obtener respuesta por parte de las instituciones, buscan otros mecanismos para articular sus intereses. Por otra parte, los indicadores y los informes de los organismos especializados demuestran que desde 2011 la participación y la estabilidad política han descendido, las expectativas que tenían los investigadores sobre que el sistema político turco se dirigía a una democracia plena se han visto interrumpidos por el abrupto cambio de contexto producido por la crisis siria. La violencia y los atentados se han convertido en más habituales de lo que eran antes, los grupos armados disidentes se han visto reforzados. Así, el sistema de gobierno jerárquico tradicional ha tenido que mantenerse para afrontar los retos a la inestabilidad política. Además, las reformas políticas encaminadas a una mayor apertura a los actores sociales se han ralentizado, o parado. También debido a la negativa de la Unión Europea a la entrada de Turquía como miembro de la organización supra-nacional. La tradición gubernamental, que ha sido el esquema típico bottom-up, con tintes a menudo autoritario se han reforzado ante un supuesto cambio de modelo más participativo. Esto no solo se ha provocado por una lógica gubernamental, sino también por una deriva social y electoral hacía las opciones políticas que se presentan como “más seguras”. Aunque no entra dentro del espacio temporal que nos marcamos, en 2015 se suceden dos elecciones generales en Turquía con un espacio de 6 meses. En la primera convocatoria no se pudo formar gobierno, y en el periodo sucedido entre las dos elecciones tuvo lugar uno de los mayores atentados en la historia de Turquía, el 10 de octubre en Ankara. El resultado de la repetición electoral dio la mayoría al AKP de Erdogan sin necesidad de negociar con otras fuerzas políticas para formar gobierno. Lo que demuestra que la inestabilidad política no solo ha frenado la estrategia gubernamental en materia de reformas y negociaciones con actores sociales y políticos; sino que el electorado ha optado por una línea política que ofrece, a priori, mayor estabilidad, con unos esquemas más jerárquicos, suponiendo que estos pueden hacer frente con mayor efectividad la crisis de estabilidad. Es decir, que los ciudadanos confían en que una mayor centralidad tradicional del Estado puede ser mejor gestor en periodos de crisis. Por lo que, la inestabilidad política frena que los actores sociales quiebren esa perspectiva jerárquica de gobierno, y se den pasos hacía una mayor gobernanza. Para ello, es necesario primero que se rompa la concepción de que el Estado es una máquina institucional que resolverá los problemas de los ciudadanos sin interacción con ellos, sin un vínculo que trasmita las problemáticas sociales y las transforme en políticas públicas. Esta visión es compartida en gran parte por gobernantes y gobernados, especialmente en momentos de crisis.
Por ello, frente a las expectativas que se tenían de un giro del sistema político a principios del siglo, con la victoria del AKP, tanto hacía una democracia plena, como una gestión menos jerárquica, con mayor integración al menos, de los actores sociales que no son disidentes. Esto es, aquello que acepta la nación turca, los hechos demuestran que el giro ha sido hacia un cierto personalismo de Erdogan, y un descenso de la participación en la toma de decisiones, en favor de una mayor centralización. 
Es difícil que conceptos como red se inserten actualmente en Turquía. La colaboración y cooperación entre actores sociales se ve mermada por un contexto difícil. Sin embargo, eso no quiere decir que los movimientos sociales se encuentren en un completo estado de shock, en el que no tienen más que confiar en que el gobierno resuelva sus problemas. Tanto las movilizaciones en 2013 en la plaza Taksim, como las que se desarrollan posteriormente, demuestran que existe unos actores sociales que están dispuestos a introducir problemas en la agenda, y a formar parte en la toma de decisiones, aunque no se cuente con ellos. Por lo que, las condiciones subjetivas para que haya una gestión cooperativa existen, o pueden existir. Por otra parte, las reformas económicas que se han llevado a cabo eliminan una posición del Estado como el único gestor de los recursos, y propicia a que haya actores privados en condiciones de negociar y formar parte de la gobernanza. Sin embargo, sin la ruptura de la mayoría del AKP en el congreso, y su nula decisión de negociar con otras fuerzas políticas, es poco probable que exista un camino hacía la gobernanza, y crear redes con el cuerpo social y privado. El acomodo del AKP en las instituciones, presentándose como único partido es incompatible con un modelo de gobernanza, especialmente si las minorías apenas tienen voz en las instituciones, y no se procesan las leyes por su punto de vista a la hora de legislar. A pesar de ello, fuerzas políticas como el actual HDP kurdo han sido capaces de sobrepasarel alto umbral del 10% que impone la ley electoral, aunque en la práctica, la capacidad política que tiene la oposición es muy poca. 
En resumidas cuentas, Turquía se enfrenta a una deriva más jerárquica, con un control del poder más tradicional o incluso autoritario. Con un modelo bottom-up que además, se cierne sobre un único partido prácticamente, en el que la necesidad e intención de negociar es muy baja. Sin embargo, existe la probabilidad de que la tendencia reformista se retome, como ocurrió en la primera legislatura del AKP. Para ello, la Unión Europea sirve de contrapeso, se ha demostrado que cuando Turquía se ha propuesto como candidata, la posición del gobierno ha sido más conciliadora, acercándose a las inquietudes de los actores sociales y privados. Esta tensión, sin embargo, se ve envuelta en una crisis de estabilidad, tanto por la intentona de golpe en 2007, como las crisis provocadas por la guerra de siria y el conflicto chipriota. Hasta que no se resuelva este contexto de crisis que sufre especialmente esa zona geográfica, será difícil llevar un modelo de gobierno alternativo, más cercano a la gobernanza, a la colaboración y cooperación entre actores, un modelo de red. Ya sea porque el gobierno decide afrontar la situación de crisis de una forma tradicional de gobierno, entendiendo que ésta es más estable; como que los ciudadanos transformen su visión de la toma de decisiones, y la solución de problemáticas como algo ajeno a ellos, que debe partir unidireccionalmente por parte del Estado. 
Por último, difícilmente puede existir un modelo de gobernanza mientras las minorías sufran políticas de represión y censura. El terrorismo es otro asunto a tratar, para que las posiciones políticas defendidas se introduzcan en el sistema democrático y abandonen los medios violentos. La exclusión a partir del concepto de “nación turca” que contempla la constitución y el código penal, para condenar a minorías étnicas y religiosas hace flaco favor a la cooperación entre actores sociales. A pesar de que la organización de actores sociales de éste calibre, especialmente kurdos en el sudeste del país es necesario para el camino hacia la gobernanza. La censura de los medios de comunicación también es otro asunto a tratar, su función dentro de la voz y participación que requiere la gobernanza es imprescindible. El acoso que han sufrido en los últimos años, y la negativa valoración que dan los indicadores a la libertad de expresión, especialmente a partir de 2014, donde Freedom House cataloga a Turquía como país no libre, es un paso atrás hacía éste modelo. 
6. Conclusiones:
Hemos analizado los problemas que existen en el sistema político turco para que exista un modelo de gobernanza, en forma de red, en el que interactúen gobernantes y gobernados; actores privados y públicos; ciudadanos e instituciones. La inestabilidad política ha sido uno de los problemas a los que se ha enfrentado el Estado, retrocediendo una apertura para volver a un modelo más tradicional, de toma de decisiones vertical. Como mostraban los datos, la inestabilidad ha venido de la mano de una menor participación y rendición de cuentas. También ha sido un factor determinante la negativa a la entrada a la Unión Europea, ya que éste proceso había provocado que el Estado fuese más receptivo, y más predispuesto a colaborar con otros actores, así como ser más tolerante con la disidencia. Sin olvidar que la entrada a la Unión Europea de Turquía podía haber provocado la puesta en común con otros países de una experiencia de gobernanza que estaban viviendo, teniendo en cuenta que dentro de la Unión Europea se ha teorizado y practicado más la gobernanza. 
Aunque no podemos decir que el Estado turco sea un “Estado sobrecargado”, especialmente a nivel económico, ya que las reformas implantadas a través del paquete del FMI han reducido las competencias del Estado en pos de una liberalización y privatización. Sin embargo, si observamos que existe un modelo jerárquico, en un sentido más peyorativo que lo que podría ser un sistema clásico burocrático. Esto es, una forma de gobierno en el que los intereses colectivos se difumina y se centran en unos intereses más concretos. La hegemonía de un partido, y la poca colaboración con otras fuerzas políticas por parte del AKP que acumulan una serie de intereses no incluidos, refuerzan el sistema jerárquico. Por ello visualizar un modelo de gobernanza en red, serían necesario no solo una serie de reformas, sino un cambio de actitud por parte de los gobernantes a una apertura a los intereses que se han interpretado como disidentes, especialmente los kurdos. Sin embargo, si una mayor estabilidad política será difícil que esto ocurre, pues el contexto de crisis se retroalimenta; la reducción de la participación y la voz que se le da a éstos sectores aumenta a su vez la inestabilidad política. Los casos que los organismos especializados han enumerado de censura y vulneración de derechos y libertades fundamentales muestran una deriva no solo jerárquica, sino también autoritaria, opuesta al modelo de gobernanza. 
En conclusión, el sistema político turco se enfrenta a una serie de retos que marcarán su trayectoria. En primer lugar, superar la crisis de estabilidad política a través de creación de fórmulas que sumen mayores consensos e intereses colectivos, lo que parece difícil con la deriva jerárquica que se ha emprendido. En segundo lugar, un mayor respeto a la libertad de expresión y rectificar la política de censura, convirtiendo las instituciones en herramientas que den voz a los sectores sociales. En tercer lugar, la continuación con la serie de reformas políticas, en vistas también al proyecto constitucional que se ha estancado en el tiempo, y que puede ser una oportunidad para abrir el sistema político a una mayor número de actores, o por el contrario, cerrar aún más el proyecto político. Seguramente, esto dependerá de cómo se desarrolle la crisis en Siria, y como se comporte la Unión Europea como actor. De ello dependerá que la superación de la inestabilidad política se resuelva con una mayor colaboración entre actores, y un renovado modelo gubernativo cercano a la gobernanza. O por el contrario, que la inestabilidad política se enquiste, convirtiéndose en un círculo vicioso en el que los gobernantes pretendan superarlo a través de una deriva más jerárquica y autoritaria. 
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