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INTRODUCCIÓN Se define la placenta previa como la inserción total o parcial de la placenta en el segmento inferior del útero. La incidencia ha aumentado en los últimos años y se estima actualmente en 1/200 gestaciones (1). La placenta previa, supone un 20% de las hemorragias del tercer trimestre de la gestación y conlleva una elevada morbimortalidad materno-fetal (1-2). Actualmente se considera la tercera causa más frecuente de transfusión durante la gestación, parto y puerperio y la segunda causa más frecuente de histerectomía obstétrica. CLASIFICACIÓN Durante el embarazo: • Tipo I. Placenta lateral o baja. El borde placentario se implanta en el segmento uterino inferior, no llegando hasta el orificio cervical interno. • Tipo II. Placenta marginal. La placenta llega justamente al borde del orificio cervical interno, pero no lo sobrepasa. • Tipo III. Placenta oclusiva parcial. El orificio cervical interno está cubierto de manera parcial por la placenta. • Tipo IV. Placenta oclusiva total. El orificio cervical interno está totalmente cubierto por la placenta. Esta clasificación que es válida durante el embarazo, de cara al parto se podría simplificar en: • Oclusiva: no permite el parto vaginal. • No oclusiva: permite el intento de parto vaginal. ETIOLOGÍA. FACTORES DE RIESGO Se desconoce la etiología de la placenta previa, pero se han invocado factores etiológicos ovulares y maternos que parecen intervenir en su desarrollo. 1. Factores ovulares: teóricamente un retraso en la maduración del blastocisto podría condicionar su implantación en las zonas bajas del útero. Protocolos Asistenciales en Obstetricia PLACENTA PREVIA Y ACRETISMO PLACENTARIO (2004) 12 2. Factores maternos: parece que las alteraciones endometriales debidas a cicatrices, embarazos previos o legrados vigorosos, reducen el área adecuada para la implantación de la placenta y aumentan la posibilidad de que lo haga en el segmento inferior uterino. • Incisiones uterinas previas. Según un metaanálisis de Anath, el riesgo de placenta previa se incrementa de forma exponencial a medida que aumenta el número de cesáreas (3). Las cicatrices en el segmento uterino inferior impedirían el crecimiento de éste a lo largo del embarazo y dificultaría la llamada "migración placentaria" que acontece durante el 2º y 3º trimestre. • Número de abortos previos. Más que los abortos, serían los legrados empleados para el tratamiento, el factor implicado en la génesis de la placenta previa en subsecuentes gestaciones. (3) • Edad materna. El riesgo de placenta previa es 5 veces más elevado en mujeres >35 años que en mujeres menores de 20 años. (1) • Paridad. Se relacionan edad avanzada y multiparidad por lo que la paridad puede ser un factor de confusión. (1) • Tabaquismo. Un metaanálisis de Castles demostró la asociación del hábito tabáquico con un mayor riesgo de placenta previa. (4) • Raza. La incidencia de placenta previa es mayor en mujeres de raza negra y asiática que en mujeres de raza blanca. (1) MORBIMORTALIDAD La placenta previa conlleva una importante morbilidad para la madre derivada del aumento de la necesidad de transfusiones, del aumento de la tasa de cesáreas, de la mayor necesidad de realizar histerectomía postparto, así como de complicaciones infecciosas y tromboembólicas. La morbimortalidad fetal se debe sobre todo a la prematuridad debida a la necesidad de finalizar la gestación antes del término por metrorragias cuantiosas. La edad media del parto en pacientes con placenta previa se estima en 34,9 ± 3,9 semanas. En definitiva, la placenta previa es una patología cuya prevalencia tiende a aumentar y que conlleva una importante morbimortalidad materno-fetal. CLÍNICA El hecho más característico de la placenta previa es la hemorragia indolora de sangre roja y brillante (60%). Puede ser escasa o abundante y comienza de forma insidiosa, por sorpresa. Suelen ocurrir episodios repetidos de sangrado, que pueden ir aumentando en intensidad según avanza la gestación. Un tercio de las pacientes presentan el primer episodio de metrorragia antes de la semana 30; otro tercio lo presentan entre las semanas 30-35 y el resto después de la semana 36. (7) Cuanto más precoz sea el primer episodio de sangrado, mayor es la intensidad de éste y mayor el número de unidades de concentrado de hematíes que es necesario transfundir. También será peor la evolución de la gestación. El inicio de la hemorragia parece deberse a la formación del segmento uterino inferior, cuya constitución por deslizamiento de sus capas no puede ser seguida por la placenta insertada a ese nivel, que se desprende en parte, ocasionando roturas vasculares responsables de la hemorragia.(8) Este sangrado puede irritar el útero y dar lugar a contracciones uterinas que podrían aumentar la zona desprendida y a su vez incrementar el sangrado, convirtiéndose en un círculo vicioso. El comienzo del parto, al iniciarse la dilatación cervical, puede agravar la intensidad del sangrado sobre todo en casos de placenta oclusiva total. En los casos de placenta marginal anterior, el inicio del parto y el descenso de la presentación fetal puede ayudar a cohibir la hemorragia al comprimir la lengüeta placentaria. Los episodios de sangrado no se suelen acompañar de signos de “pérdida del bienestar fetal” a no ser que la hemorragia sea tan copiosa que cause un shock hipovolémico en la gestante. (2-5) Las mayores complicaciones son las derivadas del shock hipovolémico y de la hipotensión prolongada. Los episodios repetidos de hemorragia ocasionan una anemia que puede agravarse con un nuevo episodio de sangrado. (2-5) DIAGNOSTICO El método de elección para diagnosticar la placenta previa es la ecografía por su rapidez, inocuidad y seguridad. Aunque la ecografía abdominal es un buen método para diagnosticar la placenta previa, hasta un 26% de los diagnósticos con ecografía abdominal cambian al realizar ecografía vaginal durante el 2º trimestre. Y un 12,5% al realizarla en el 3º trimestre. (9-10) Numerosos estudios confirman que la ecografía transvaginal es segura como método diagnóstico de placenta previa. Su utilización no incrementa el riesgo de hemorragia y tiene mayor sensibilidad que la ecografía abdominal para localizar la placenta. (11-12) La resonancia magnética sería útil para confirmar el diagnóstico de placenta previa cuando la ecografía no es concluyente, sobre todo en casos de placenta previa localizada en la cara posterior del útero. En cualquier caso, la resonancia magnética al ser una prueba de alto costo y escasa disponibilidad no es muy utilizada y no debe ser recomendada para el diagnóstico de la placenta previa. (6) El hallazgo de una placenta previa parcial o marginal antes de la semana 24 debe interpretarse con precaución, más aún si la paciente está asintomática. Lo más probable es que la placenta previa deje de serlo al avanzar la gestación, sobre todo si el borde craneal se extiende hasta el fondo del útero. En estos casos, debe realizarse un seguimiento ecográfico hasta el tercer trimestre, antes de establecer un diagnóstico definitivo. Cuando el grueso de la placenta se localiza ocluyendo el orificio cervical interno en el segundo trimestre es muy probable que persista siendo previa en el momento del parto. Actitud diagnóstica ante una sospecha de placenta previa En Obstetricia hay un aserto que señala que “toda hemorragia del tercer trimestre es una placenta previa mientras no se demuestre lo contrario”. Por ello, una pauta de actuación lógica en estos casos de sospecha de placenta previa es la siguiente: • Anamnesis: características de la hemorragia, factores causales, etc… • Exploración obstétrica externa (maniobras de Leopold). Es característico encontrar un útero relajado e indoloro. Con frecuenciahay alteraciones de la estática fetal. • Ecografía: como hemos visto es la prueba complementaria ideal para confirmar el diagnóstico. • Cardiotocografía: para comprobar el bienestar fetal • Especuloscopia: permite comprobar el origen uterino de la hemorragia y confirmar o descartar otras causas locales de hemorragia. No es una prueba recomendada por todos los autores. De hacerse, debe realizarse con cuidado. • Tacto vaginal. En principio, salvo mejor juicio clínico determinado por las circunstancias individuales y hasta confirmar por ecografía el diagnóstico de placenta previa no se recomienda realizar un tacto vaginal por el riesgo de aumentar la cuantía de la hemorragia. Cuando se realice, es recomendable practicarlo en un área con posibilidad de medios quirúrgicos al alcance inmediato. Diagnóstico diferencial El diagnóstico diferencial se ha de realizar principalmente con el desprendimiento prematuro de placenta (Tabla 1). También se deben considerar todas aquellas causas de hemorragia durante la segunda mitad de la gestación: lesiones vaginales o cervicales (pólipos, neoplasias, lesiones traumáticas, etc.), rotura de vasos previos, caracterizada por la aparición de la hemorragia justo tras la rotura de las membranas y que afecta rápidamente al feto. Por último, se debe establecer el diagnóstico diferencial con la rotura uterina durante el embarazo. Su frecuencia es muy baja. El antecedente de una operación anterior sobre el útero (cesárea, miomectomía), el cuadro de abdomen agudo, la palpación superficial de las partes fetales, el cuadro de shock, inclinarán el diagnóstico hacia la rotura uterina. Tabla 1. Diagnóstico diferencial entre placenta previa, DPPNI y rotura uterina Placenta previa DPPNI Rotura uterina Inicio Insidioso Brusco Brusco Hemorragia Externa Interna o mixta Interna o mixta Sangrado Roja brillante Roja oscura Roja Hipertensión No Frecuente No Shock Ocasional Frecuente Frecuente Dolor No Sí Sí Útero Relajado Hipertónico No se palpa Palpación fetal Normal Difícil Fácil Cicatriz uterina Eventualmente No Habitual Ecografía Placenta previa Placenta normoinserta Variable Contracciones Generalmente no Sí Sí (pueden cesar) Bienestar fetal Normal Alterado Alterado CONTROL DE LA GESTACIÓN En la actualidad se tiende a realizar un manejo conservador expectante de las pacientes sintomáticas con placenta previa antes del término y buen estado hemodinámico (17-19). El tratamiento conservador estaría indicado cuando: • La hemorragia no es grave. • El estado hemodinámico materno es estable. • La edad gestacional es inferior a 36 semanas o hay inmadurez pulmonar fetal. • La paciente no se encuentra en fase activa del parto. • Feto vivo, sin signos de pérdida del bienestar fetal, ni malformaciones incompatibles con la vida. • No existen otras complicaciones médicas u obstétricas del embarazo que contraindiquen la prolongación de la gestación. El manejo se basa en: • Estabilización hemodinámica • Control del bienestar fetal • Maduración pulmonar con corticoides en fetos ≤34 semanas • Reposo • Evitar los tactos vaginales • Mantener el hematocrito materno ≥30% y la hemoglobina ≥10 g/l Con este manejo conservador se intenta alcanzar la madurez pulmonar fetal en ausencia de compromiso hemodinámico para la madre y con vigilancia estricta del bienestar fetal. Si la hemorragia compromete el estado hemodinámico materno y/o fetal, el tratamiento será la finalización de la gestación con independencia de la edad gestacional. ¿ Manejo intrahospitalario o ambulatorio ? Existen numerosos estudios que comparan el manejo intrahospitalario con el ambulatorio, la mayoría de ellos retrospectivos. Con los datos disponibles en la literatura, actualmente parece más adecuado el control intrahospitalario de las pacientes con placenta previa sintomática en el tercer trimestre de la gestación. El tratamiento domiciliario sólo está justificado en casos seleccionados. (6) El manejo hospitalario de la placenta previa se basa en: • Reposo absoluto. • Evitar los tactos vaginales innecesarios. • Control de constantes maternas. • Control de pérdidas. • Controles analíticos. • Control periódico del bienestar fetal. • Tratamiento de la amenaza de parto pretérmino si fuera preciso. • Aceleración de la maduración pulmonar con corticoides si fuera preciso según las pautas y protocolos habituales. Una vez haya cedido la hemorragia, si el estado materno-fetal es adecuado, podemos plantearnos el manejo ambulatorio tras 48-72 horas de ausencia de hemorragia. Sin embargo, tras el episodio inicial, la hemorragia se suele repetir, siendo imposible predecir el momento en que ocurrirá el nuevo episodio hemorrágico, su cuantía y frecuencia, aunque existe la tendencia a que progresivamente sean más intensos y frecuentes, disminuyendo la duración de los períodos sin hemorragia. Por ello es importante que la paciente esté correctamente informada de estos aspectos, comprenda y acepte los beneficios y riesgos del alta hospitalaria. La paciente debe acudir al hospital si presenta un nuevo episodio hemorrágico, por pequeño que sea. Cerclaje El cerclaje cervical como método para reducir el sangrado y prolongar la gestación no está respaldado por suficiente evidencia como para recomendar su utilización en la práctica clínica. (6) Uso de tocolíticos Con la evidencia que existe hasta el momento se puede concluir que: • El empleo de tocolíticos ante la aparición de dinámica y sangrado debido a placenta previa parece ser útil en casos seleccionados. • Su utilización se asocia a una prolongación significativa de la gestación y un mayor peso del recién nacido. • El uso de tocolíticos no parece influir en la frecuencia o intensidad del sangrado ni en la necesidad de transfusión. Autotransfusión Los autores que revisan la utilidad de la autotransfusión en las pacientes con placenta previa, llegan a la conclusión de que sólo un pequeño porcentaje (12- 14%) de estas pacientes cumplen los criterios necesarios para realizarla y algunas de ellas podrían verse comprometidas ante un parto prematuro por la reciente donación autóloga. Los criterios para la autotransfusión son: (30-31) • Paciente asintomática en la semana 32 • Hb >11 gramos • Hematocrito >34% El sangrado, la anemia preexistente y el parto prematuro limitan su utilidad en la mayoría de las pacientes (31). Por lo tanto, no hay en la actualidad evidencia que respalde la utilización de autotransfusión en la placenta previa. (6) MANEJO DEL PARTO Consideraciones generales (6) • En pacientes con placenta previa sintomática y tratamiento conservador expectante, se finalizará la gestación de forma electiva en la semana 37. • En pacientes con placenta previa asintomática: • Cesárea electiva a las 37-38 semanas si es “oclusiva”. • Si es una placenta “no oclusiva”, se puede esperar al inicio del parto y decidir la vía del parto en función de la evolución del caso. • Antes del parto, la paciente debe ser informada de las diferentes alternativas (parto vaginal o cesárea) en función del tipo de placenta previa que presente. Igualmente debe de conocer la posibilidad de precisar una transfusión. • Se debe disponer de sangre cruzada en cantidad suficiente. Tipo de parto La elección del tipo de parto en cada caso, debe basarse en criterios clínicos. Se considera una contraindicación para el parto vaginal la placenta previa oclusiva total. En estos casos se debe finalizar la gestación mediante cesárea. Hay autores que recomiendan la cesárea en casos de placenta marginal en cara posterior, pues la placenta puede obstaculizar el descenso de la cabeza fetal a través del canal del parto (33). En los casos de placenta baja (que llega a 2-3 cm del orificio cervical interno) o de placenta marginal, el riesgode sangrado durante el parto es significativo. Sin embargo, en estas pacientes se puede realizar un intento de parto vaginal si se dispone de personal y medios para realizar una cesárea de emergencia si fuera preciso. En muchos casos, la cabeza fetal al descender, comprime la zona de placenta sangrante y se consigue el cese de la hemorragia. Cesárea El tipo de incisión uterina a realizar en la cesárea depende de la localización de la placenta. (33) • Se realizará una cesárea segmentaria transversa si la inserción de la placenta no se extiende hacia la pared anterior uterina por encima de la reflexión vesical. Siempre que sea posible se debe evitar atravesar la placenta para llegar a la cavidad uterina, para no causar una hemorragia excesiva. El lugar de la incisión será aquél que mejor evite la inserción placentaria y permita la extracción rápida y atraumática del feto. • La inserción de la placenta en la cara anterior uterina produce una intensa neovascularización que puede condicionar una hemorragia importante en el lugar de la apertura uterina. • En estos casos de placenta previa anterior, si se realiza una cesárea segmentaria transversa, con frecuencia es preciso realizar la extracción fetal a través de la placenta. En estas circunstancias, la pérdida de sangre fetal se puede minimizar atravesando rápidamente la placenta o, si es posible, apartándola hacia un lado para extraer al feto. • En ocasiones puede ser necesario realizar una incisión vertical, bien en el segmento uterino inferior o en el cuerpo uterino (cesárea clásica). • El tipo de incisión también puede estar condicionado por el estado (formado o no) del segmento uterino inferior. • Si la paciente con placenta previa tiene antecedentes de cesárea anterior debe considerarse la posibilidad de que exista un accretismo placentario y se debe informar a la paciente tanto sobre el riesgo de hemorragia como sobre la posibilidad de tener que recurrir a realizar una histerectomía obstétrica. Parto vaginal En casos seleccionados de placenta previa “no oclusiva”, se puede intentar un parto vaginal si no existe hemorragia o ésta es mínima. (34) Debe informarse a la paciente de las ventajas y riesgos asociados y disponer de todos los medios adecuados para realizar una cesárea urgente en caso de necesidad. Si el cuello uterino es favorable, debe realizarse la amniorrexis para facilitar el descenso de la cabeza fetal y que comprima el borde placentario. De esta forma ayudaremos a cohibir la hemorragia. Se permitirá la evolución del parto si éste transcurre sin hemorragia o con sangrado mínimo y el estado materno y fetal no se altera. Debe realizarse monitorización materno-fetal continua y disponer de sangre cruzada y quirófano preparado. Medidas para controlar la hemorragia del alumbramiento La hemorragia masiva es una de las complicaciones más temidas en la placenta previa y puede ocurrir anteparto, intraparto o tras el alumbramiento. En este último caso es por la incapacidad para contraerse del segmento uterino inferior tras la extracción placentaria. Las medidas médico-quirúrgicas utilizadas ante una hemorragia masiva tras la extracción placentaria en una cesárea por placenta previa son: • Masaje uterino • Uterotónicos: oxitocina, ergotínicos, prostaglandinas (E2, F2α) (39) • Legrado del lecho placentario • Taponamiento uterino (40) • Embolización arterias uterinas (41) • Aplicación de suturas hemostáticas (42) • Suturas circulares en el lecho placentario (45) • Ligadura de uterinas o hipogástricas (43-44) • Histerectomía: Tanto la placenta previa como sobre todo el accretismo placentario son las causas más frecuentes de histerectomía obstétrica por hemorragia masiva (46-48) ACCRETISMO PLACENTARIO Se define como la inserción anormal de las vellosidades coriales directamente en el miometrio, en ausencia de la decidua basal y la banda fibrinoide de Nitabuch. Como consecuencia del incremento de la tasa de cesáreas, la incidencia de la placenta accreta ha aumentado en los últimos años. En las últimas revisiones se cifra en 1/2500 partos, frente a 1/7000 partos en los años 70. (49-50) Se describen tres grados de accretismo: • Placenta accreta: las vellosidades se insertan directamente en el miometrio por un defecto en el desarrollo de la decidua. • Placenta increta: las vellosidades penetran hasta el interior del miometrio. • Placenta percreta: las vellosidades alcanzan la serosa peritoneal o incluso penetran en la cavidad abdominal e invaden órganos vecinos. FACTORES DE RIESGO • Placenta previa: el 5-10% de las placentas previas son accretas. (49-52) La asociación entre placenta previa y accreta está bien establecida. La frecuencia de placenta accreta es más del doble cuando existe una placenta previa que cuando la placenta está bien ubicada. (49) • Entre pacientes con placenta previa, la cesárea anterior y la edad >35 años son factores de riesgo independientes para placenta accreta. (49-52) • Si la placenta previa se inserta sobre la cicatriz de la cesárea hasta un 29% son accretas. (49-51) Ante la presencia de una placenta previa en gestantes con más de 35 años y antecedentes de cesárea anterior, debe tenerse en cuenta la posible existencia de una placenta accreta. (6, 49-51) MORBIMORTALIDAD La mortalidad materna ha disminuido en las últimas décadas desde el 9,5% de hace 50 años hasta cifras <1% actualmente. En las últimas series publicadas no hay casos de muerte materna. Morbilidad materna: • Hemorragia (90%) • Transfusión (55%) • Rotura uterina • Invasión de órganos adyacentes (6%) • Infección • Retención de restos ovulares • Coagulación intravascular diseminada (8,6%) • Pérdida de la capacidad reproductiva • Complicaciones derivadas de la politransfusión Morbilidad fetal. Al igual que en los casos de placenta previa, la morbilidad se debe sobre todo a la prematuridad (56-70%). La mortalidad fetal en los últimos años ha disminuido desde el 9,6% a cifras próximas al 2%. (49-50) CLÍNICA Si el accretismo no se asocia con placenta previa, no da síntomas durante el embarazo y se descubre en el alumbramiento. En este caso, la revisión de la placenta tras su expulsión mostrará la falta de cotiledones o de porciones de estos. En este caso, se tratará de un accretismo parcial o focal. Cuando se trata de un accretismo total, la placenta no se desprenderá. Cuando se asocia con placenta previa, la clínica es similar a la de ésta y deberá sospecharse el accretismo si existen factores de riesgo o cuando se observe una elevación de la α-fetoproteína en el segundo trimestre sin causa aparente. (56-57) Cuando se trata de una placenta percreta, la invasión de estructuras vecinas puede causar síntomas en función del órgano invadido (ejemplo: hematuria por invasión de la vejiga). DIAGNÓSTICO La placenta previa accreta es, hoy en día, una de las principales causas de hemorragia masiva e histerectomía obstétrica. (46-48) Dado que su incidencia va en aumento, debemos siempre pensar en la posibilidad de su aparición, sobre todo si se asocian parto por cesárea en una gestación anterior y placenta previa en la gestación actual. Ecografía El diagnóstico ecográfico del accretismo placentario es muy complicado. Datos que nos pueden hacer sospechar la existencia de este cuadro serían (58): • Existencia de lagunas sonolucentes en el espesor placentario. • Ausencia del área hipoecoica retroplacentaria. • Irregularidades en la interfase serosa uterina/pared vesical. • Pérdida de la interfase miometrio/serosa/vejiga. Doppler El doppler permite visualizar áreas de hipervascularización anormal, con vasos dilatados entre la placenta y el miometrio. No hay en la actualidad ningún criterio diagnóstico, aunque se consideran patrones vasculares sugestivos deplacenta accreta los siguientes: (59-61) • Patrón vascular difuso con flujo venoso pulsátil de alta velocidad. • Patrón vascular focal con flujo venoso turbulento. • Hipervascularización en la interfase miometrio/vejiga con flujo arterial de baja resistencia . • Lagunas vasculares dilatadas subplacentarias con flujo venoso pulsátil. Otras técnicas diagnósticas • Power doppler. Mejora la señal doppler y permite medir flujos de baja intensidad independientemente de la orientación del vaso. (54) • RNM. Útil para confirmar el diagnóstico, especialmente en placentas localizadas en la cara posterior del útero. (56) • α-fetoproteína. Se eleva >2,5 MoM en casos de placenta accreta. (56-57) • Cistoscopia. Permite visualizar de forma directa el grado de invasión de la vejiga. (55) • Ecografía intraoperatoria. Ayuda a delimitar el borde superior de la placenta en el momento de la cirugía para valorar la altura de la incisión uterina. (55) MANEJO DEL PARTO ANTE LA SOSPECHA DE PLACENTA ACCRETA En casos de placenta accreta extensa, el tratamiento de elección es la cesárea programada a término, seguida de histerectomía. Si no existiera extensión a órganos vecinos o el grado de acretismo fuera menor, puede ser suficiente la realización de una cesárea-histerectomía o incluso tan sólo cesárea, mientras que si hay invasión de estructuras vecinas, la cirugía dependerá del grado de invasión y de los órganos afectados (63). Manejo conservador de la placenta percreta Se han descrito alternativas al tratamiento con cesárea e histerectomía en pacientes con placenta previa percreta que desean preservar su fertilidad, o para evitar los riesgos de una hemorragia masiva en el momento del parto con resultados variables (55). • Sutura de la histerotomía dejando la placenta in situ y colocando un drenaje intrauterino que aboque a piel. • Embolización hipogástrica bilateral intraoperatoria o postparto inmediato. • Methotrexate 1mg/kg IM y ácido folínico 0,1 mg/kg alternos durante 7 días. • Determinaciones seriadas de ß-HCG, hemograma, bioquímica y pruebas de coagulación. • Doppler seriados evaluando la vascularización placentaria. Si no disminuye el volumen placentario ni desaparece la vascularización uterina de baja resistencia en el plazo de 2-4 semanas postparto se recomienda una nueva laparotomía e histerectomía por el elevado riesgo de coagulopatía. 55 CONCLUSIONES • La incidencia de la placenta previa y accreta está aumentando como consecuencia del aumento de la tasa de cesáreas en los últimos años. • La morbimortalidad materno-fetal derivada de estos cuadros es alta. • Es necesario insistir en la importancia de las actuaciones que tienden a disminuir los índices de cesáreas y la instrumentación en legrados. • El diagnóstico adecuado de placenta previa/accreta antes del parto, permite diseñar estrategias de tratamiento con el fin de intentar disminuir la morbimortalidad de estos cuadros. • Debemos sospechar la posibilidad de un acretismo placentario, ante una gestante con placenta previa y el antecedente de una cesárea en una gestación anterior. BIBLIOGRAFÍA 1. 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Los Protocolos Asistenciales en Ginecología y Obstetricia y los Protocolos de Procedimientos Diagnósticos y Terapéuticos de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia pretenden contribuir al buen quehacer profesional de todos los ginecólogos, especialmente los más alejados de los grandes hospitales y clínicas universitarias. Presentan métodos y técnicas de atención clínica aceptadas y utilizadas por especialistas en cada tema. Estos protocolos no deben interpretarse de forma rígida ni excluyente, sino que deben servir de guía para la atención individualizada a las pacientes. No agotan todas las posibilidades ni pretenden sustituir a los protocolos ya existentes en Departamentos y Servicios Hospitalarios.
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