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ESCUELA NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA INAH SEP ARQUEOLOGÍA HISTÓRICA DE LA CIUDAD DE PUEBLA AVANCES Y PERSPECTIVAS 1988-2007 T E S I S QUE PARA OPTAR POR EL TÍTULO DE: LICENCIADO EN ARQUEOLOGÍA P R E S E N T A : MARIANA TOLEDO MENDIETA DIRECTOR DE TESIS: ARQLGO. EDUARDO AMBROSIO LIMA MÉXICO, D.F. 2011 i A mis padres Elsa y Roger Quienes me criaron en esta bella ciudad ii ARQUEOLOGÍA HISTÓRICA DE LA CIUDAD DE PUEBLA. AVANCES Y PERSPECTIVAS 1988-2007 ÍNDICE ÍNDICE DE IMÁGENES………………………………………………………………….v AGRADECIMIENTOS……………...……………………………………………...……vii INTRODUCCIÓN………………………………………………………………………….1 1. Planteamiento del problema…………………………………………………..…1 2. Justificación………………………………………………………………………..2 3. Objetivos…………………………………………………………………………...3 4. Implicaciones de prueba…...…………………………………………………….5 CAPÍTULO I. MARCO GEOGRÁFICO HISTÓRICO…………………………………6 1. Ubicación geográfica e historia de la fundación de la ciudad de Puebla………………………………………………..…………………………….6 2. La edificación de la ciudad……………………………………………………..16 CAPÍTULO II. MARCO CONCEPTUAL Y PLANTEAMIENTOS METODOLÓGICOS…………………………………………………………………….22 1. Marco conceptual………………………………………………………………..22 2. Estado de la cuestión…………………………………………………………...26 3. Arqueología, arquitectura y restauración……………………………………..29 4. Leyes e instituciones……………………………………………………………31 5. Metodología y desarrollo de la investigación…………………………………35 iii CAPÍTULO III. DESARROLLO DE LA ARQUEOLOGÍA HISTÓRICA EN LA CIUDAD DE PUEBLA…………………………………………………………………..42 1. Antecedentes…………………………………………………………………….42 2. Primer periodo 1980-1994……………………………………………………..45 a) Sondeos de Robert y Florence Lister…………………………………………………45 b) Rescate del Templo de San Javier……...…………………………………………….50 c) Excavaciones en El Hospitalito……………………………………………………...…52 d) Excavaciones en el Ex Convento de Santo Domingo y Mercado de la Victoria…55 e) Proyecto de recuperación etnohistórica arqueológica de Puebla……………….…59 f) Hospital de San Juan de Dios…………………………………………………………61 3. Segundo periodo 1994-1999………………………………………………...…64 a) Proyecto Arqueológico, Arquitectónico e Histórico del “Estanque de los Pescaditos”………………………………………………………………………………68 b) Proyecto de Salvamento Arqueológico del Paseo de San Francisco: Primera etapa………………………………………………………………………………...……77 c) Proyecto de Salvamento Arqueológico del Paseo de San Francisco: Segunda etapa………………………………………………………………………………...……86 4. Tercer periodo 1999-2002………………………………………………...……94 a) Atrio de San Juan de Dios…………………………………………………………...…94 b) Rescate en la Parroquia del Santo Ángel Custodio de Analco…………………….99 c) Rescate en el Templo de la Compañía de Jesús……………………………….…104 d) Rescate en el Templo de San Agustín………………………………………………108 e) Rescate en el patio del ex hospital de San Roque……………………………...…112 f) Rescate en el Templo de San José……………………………………………….…117 5. Cuarto periodo: Arqueología Histórica en el siglo XXI: 2002-2007….…...121 a) Rescate arqueológico 10 Poniente no. 508……………………………………...…122 iv b) Excavaciones en la Plaza Mayor de Puebla…………………………………….….124 c) Excavación en la Plazuela de Los Sapos……………...…………………………...125 d) Excavaciones en la Plazuela de Santo Domingo…………………………………..126 e) Excavaciones en la Plazuela de San Luis………………………………………..…127 f) Centro Comercial Paseo de San Francisco………………………………………...128 g) Rescate tienda SEARS…………………………………………………………….…136 CAPÍTULO IV. CONSIDERACIONES FINALES………………………………..…140 BIBLIOGRAFÍA……………………………………………………………………..…149 ANEXO 1. Cuadro concentrador de los proyectos de arqueología histórica desarrollados en la ciudad de Puebla...……………………………………….....161 ANEXO 2. Catálogo Nacional de Monumentos Históricos Inmuebles de Puebla………………………………………………………………………………..…162 v ÍNDICE DE IMÁGENES IMAGEN 1. Mapa del Centro Histórico de la Ciudad de Puebla. Límites de la ciudad de acuerdo con Hugo Leicht 1992. IMAGEN 2. Perímetro declarado como Zona de Monumentos Históricos de la Ciudad de Puebla. IMAGEN 3. Mapa de ubicación de los proyectos de Arqueología Histórica. IMAGEN 4. Mapa de ubicación de los talleres de cerámica identificados por Robert y Florence Lister. IMAGEN 5. Escudo de armas en el muro de acceso al convento de Santo Domingo. IMAGEN 6. Planta arquitectónica del ex convento de Santo Domingo y Mercado de la Victoria. IMAGEN 7. Mapa de ubicación de los proyectos realizados en los años ochenta. IMAGEN 8. Propuesta del Centro de Convenciones, Museo Histórico de San Francisco y Parque de Pescaditos. Plano del arquitecto Sergio Vergara. Semanario de Síntesis. IMAGEN 9. Vista general del Parque de Pescaditos al inicio de las excavaciones. Proceso de exploración y remodelación. Estanque de Pescaditos ya remodelado. Fotos de Héctor Álvarez, Martín Martínez y Martín Castro. Semanario de Síntesis. IMAGEN 10. Mapa de ubicación de los proyectos realizados en los años noventa. vi IMAGEN 11. Entierro primario de la unidad de excavación 1 y Osario I. Archivo Técnico de la Coordinación Nacional de Arqueología. Informe 20- 173. Fotografía Citlalli Reynoso. IMAGEN 12. Levantamiento arquitectónico y reconstrucción hipotética de escaleras de la torre sur de la Parroquia de Analco. Dibujo de Daniel Alvarado. IMAGEN 13. Fotografía y dibujo de Urna A. Archivo Técnico de la Coordinación Nacional de Arqueología. Informe 20-165. Fotografía Hilda Hernández Sánchez. IMAGEN 14. Fotografía de la Unidad de excavación 4. Restos de pintura mural al retirar banco adosado a la pared. Archivo Técnico de la Coordinación Nacional de Arqueología. Informe 20-193. Fotografía Citlalli Reynoso. IMAGEN 15. Mapa de ubicación de los proyectos realizados entre 1999 y 2002 a raíz del sismo. IMAGEN 16. Mapa de ubicación de los proyectos realizados del 2002 al 2007. vii AGRADECIMIENTOS Desde el primer momento que decidí elaborar este trabajo, disfruté cada momento de su elaboración. Debo confesar que esta tesis la realicé con mucho gusto y un enorme placer, pero ciertamente, mi parte favorita de redactar fue este apartado, pues afortunadamente tengo a mi lado mucha gente que me ha acompañado durante mi vida y mi formación y, en estos renglones, les quiero agradecer a todos ellos. En primer lugar a mis padres, Elsa y Roger quienes con gran amor me han acompañado todos los días de mi vida a pesar de los desvelos y canas verdes que les suelo sacar. A ti mamá por ser ejemplo de entereza, fortaleza y dedicación y que con tu ejemplo me has enseñado que la disciplina y la constancia son los dos ingredientes que se necesitan para realizar todo lo que me proponga en la vida. A ti papá por ser mi maestro personal y guía espiritual, por sacudir de mi cabeza todos esos espantajos que me paralizan cuando tengo miedo y apoyarme en todas las decisiones que he tomado. A mi hermanito Daniel quien me hace la vida más feliz, gracias por todas las sonrisas que me has regalado y por las veces que me acompañaste a las bibliotecas a pesar de que se lo mucho que te aburrías, gracias carnalín! A mi queridísimo director de tesis Eduardo Ambrosio, porque desde que tuve el gusto de conocerlo siempre me abrió las puertas de sus materias y me compartió sus conocimientos sobre Arqueología Histórica. Gracias por dirigir esta tesis con la disciplina y entusiasmo que te caracteriza. A la DoctoraElsa Hernández Pons porque sin dudarlo aceptó asesorar este trabajo. Mil gracias por dedicarme varias horas de su tiempo y enseñarme las maravillas de la Casa Moneda. A Eduardo Merlo quien me asesoró y compartió conmigo información muy valiosa sobre la historia de la ciudad de Puebla. viii También quiero agradecer a otros profesores y amigos que fueron parte importante en mi formación académica: Víctor Arribalzaga, Arturo Montero, Raúl García, Enrique Nalda † y Emiliano Melgar quien me instruyó durante mi apasionante incursión por la lapidaria. Quiero agradecer también a todos mis compañeros que compartieron clases conmigo: Dany, Laura, Beto, George, Miguel, Memo, Misa, Carolina y Antelma por todas esas experiencias que vivimos juntos, hacerme reír y mandarme sabios consejos del “tesisaurio”. A Álvaro Laurel, por aparecer y reaparecer en mi vida innumerables veces y apoyarme con la edición de mi tesis (aunque al final ya no se pudo ja!). De igual forma a mis amigos quienes a pesar de que estuvimos separados jamás estuvieron lejos de mí: Alelí, Paco, Topo, Danilo, Shak y Jair. A mis compañeros de Cholula con quienes tuve el enorme placer de trabajar y descubrir las maravillas de esa ciudad: Adriana, Ananta, Axuni, Cuauhtémoc, Chucho y Mauricio, todos ellos dirigidos por el arqueólogo Carlos Cedillo Ortega con quien estoy inmensamente agradecida por abrirme las puertas y compartir conmigo toda la información sobre Huejotzingo, Santo Domingo y San Francisco. Carlos: sin tu apoyo y asesoría no hubiera podido terminar este trabajo a tiempo, gracias a ti aprendí mucho sobre la historia de la ciudad y sobre el ejercicio de nuestra profesión en contextos históricos. A los arqueólogos que colaboran en el Centro INAH Puebla, Citlalli Reynoso, Lilian Torres y Arnulfo Allende, quienes de manera desinteresada me compartieron su información y publicaciones, les agradezco su asesoría y comentarios oportunos los cuales me ayudaron a encaminar la investigación y mejorar el contenido de la información. Finalmente a todos mis amigos, profesores y compañeros que haya dejado de mencionar, pero que también tuvieron que ver con la realización de este trabajo. A todos ellos, gracias. 1 INTRODUCCIÓN Planteamiento del problema La historia de la arqueología mexicana se ha abordado, estudiado y presentado de varias maneras y desde diferentes puntos de vista. Ejemplo de ello son los artículos o libros que hablan del desarrollo de la disciplina arqueológica desde los primeros viajeros y anticuarios del siglo XVI hasta casi finales del siglo XX. Pero ha sido en las últimas décadas que el estudio de las sociedades pasadas, a través de sus restos materiales se ha diversificado y una de estas variantes es la denominada Arqueología Histórica. La Arqueología Histórica es una estrategia de investigación que permite el uso de métodos propios de la Historia en la práctica de la Arqueología dándole mayor prioridad a los restos materiales que a la documentación. A más de treinta años de la sistematización de la Arqueología Histórica en nuestro país, es necesario hacer una evaluación de los resultados hasta ahora alcanzados y las perspectivas que se vislumbran a futuro. La ciudad de “Puebla de los Ángeles” fue fundada en 1531 como una República de españoles rodeada de barrios indios. Pronto se convirtió en el centro agrícola más importante de la Nueva España, con una bulliciosa actividad comercial e industrial. Se originaron las fábricas textiles que cobraron mucha importancia durante el Porfiriato, lo mismo que los talleres de carpintería, curtiduría, producción de vidrio, jabón y, por supuesto, la bien conocida cerámica mayólica. Con la riqueza material vinieron también el arte y otras manifestaciones culturales. La ciudad se llenó de casas señoriales y de florecientes iglesias, conventos, colegios y hospitales. Para mediados del siglo XVII ya podía jactarse de tener una de las catedrales más grandiosas del continente mientras que sus edificios, civiles y religiosos, se llenaban de lienzos y esculturas. El arte barroco prosperó e hizo de Puebla lo que es hoy, tanto en la arquitectura y la plástica como en la literatura, el arte popular y la gastronomía. Puebla conservó este 2 gran legado y ostenta hoy uno de los centros históricos más ricos de América. A pesar de esto, la Ciudad de Puebla en los últimos años ha sufrido terremotos, remodelaciones y un aumento exponencial de la población, lo que ha motivado la realización de numerosos y valiosos proyectos de excavación, salvamento y rescate dentro del marco de la Arqueología Histórica; así como de numerosos trabajos de conservación y restauración en los inmuebles históricos que integran su legado arquitectónico. Esta investigación surge de la necesidad de crear un documento que condense y sintetice los proyectos de Arqueología Histórica desarrollados en la Angelópolis en el periodo comprendido entre 1988 y 2007 y dé cuenta del avance y desarrollo de esta estrategia de investigación en una ciudad reconocida por sus tesoros e inmuebles históricos. Justificación Uno de los textos más socorridos para la evaluación del desarrollo de la arqueología mexicana sin duda alguna es la obra de Ignacio Bernal Historia de la Arqueología en México (1979), que abarca hasta el año de 1950 y explica las motivaciones en cada época de los estudios de las culturas del pasado. Los trabajos de Eduardo Matos (1992), Robert Cobean y Guadalupe Mastache (1988), Enrique Nalda (1998), Manuel Gándara (1992) y Lorenzo Ochoa (1983) incluyen crónicas de las investigaciones arqueológicas realizadas en México y, así mismo, se señalan los periodos principales, los trabajos más relevantes y se evalúan las transformaciones que han tenido los estudios arqueológicos. Sin embargo ninguna de estas obras considera a fondo las investigaciones arqueológicas llevadas a cabo en contextos históricos, ni siquiera como parte de la arqueología general. No creemos que se deba a la desidia de los autores, sino a que la Arqueología Histórica es una estrategia de investigación relativamente nueva cuyo auge cobró fuerza en la década de los ochenta del siglo pasado con 3 las excavaciones y salvamentos de edificios coloniales dirigidos por la entonces Dirección de Monumentos Históricos del I.N.A.H. debido principalmente a obras de crecimiento urbano e infraestructura en las ciudades (Hernández Pons; 1998:2). A pesar de esto, actualmente esta disciplina acapara mayor atención entre los investigadores y a mediano plazo se vislumbra un futuro prometedor para esta rama. Es por eso que consideramos necesario hacer un alto y revisar el proceso, las investigaciones y los resultados que hasta ahora han arrojado estas investigaciones. Creemos que muchas de las riquezas coloniales las podemos encontrar en las ciudades que antiguamente eran Repúblicas de españoles y que actualmente son consideradas iconos del arte colonial. En los últimos años, la Ciudad de Puebla ha sido objeto de numerosas intervenciones y remodelaciones a sus inmuebles históricos, por lo que pensamos que es una ciudad idónea para desarrollar nuestra evaluación. Finalmente esta investigación tiene como propósito ser una guía útil y obra básica de consulta, que sirva para conocer los antecedentes de las intervenciones de Arqueológica Histórica hasta ahora realizadas en la ciudad de Puebla, en el desarrollo de futuras investigaciones. Objetivos: El objetivo principal de esta investigación es presentar diacrónicamente, el origen, el desarrollo, los avances y la sistematización de las intervenciones de Arqueología Histórica llevadas a cabo en la Ciudad de Puebla en el periodo comprendido de 1988 a 2007. Objetivos particulares: Los objetivos particulares de esta investigación son los siguientes:4 1) Presentar una lista de los monumentos históricos en Puebla a) Consultar el Catálogo Nacional de bienes inmuebles b) Identificar la dirección de los inmuebles c) Investigar el uso que se le dio en el pasado d) Investigar el uso actual del inmueble e) Definir el área de trabajo con base en el Catálogo de bienes inmuebles y en el área comprendida como zona de monumentos históricos en el Centro Histórico de Puebla 2) Ubicar en un mapa de la ciudad de Puebla la localización exacta de cada monumento intervenido a) Investigar en los registros del Archivo de la Coordinación Nacional de Arqueología b) Consultar el Archivo Histórico- Geográfico “Jorge Enciso” de la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos c) Consultar el Archivo de la Coordinación Nacional de Restauración d) Solicitar los archivos en caso de ser un edificio de régimen de propiedad privada 3) Describir las investigaciones de Arqueología Histórica en Puebla a) Transcribir los objetivos que se perseguían b) Describir la metodología empleada para cada intervención c) Evaluar los resultados obtenidos 4) Enlistar los proyectos que actualmente se estén llevando a cabo. a) Debido a la cercanía temporal es difícil hacer una evaluación objetiva de los mismos, por lo que consideramos prudente sólo mencionarlos 5 Implicación de prueba: Como hemos mencionado, este proyecto tiene como finalidad presentar una revisión histórica del desarrollo de la Arqueología Histórica en la ciudad de Puebla, motivo por el cual no consta de una clásica hipótesis. Si bien no existe una hipótesis que defender, esta evaluación del desarrollo de las investigaciones de Arqueología Histórica en Puebla, nos puede permitir plantear como implicaciones de prueba las causas que motivaron los cambios en la forma de hacer Arqueología Histórica en Puebla. Para el desarrollo de esta evaluación, el periodo de estudio ha sido dividido en cuatro subperiodos: 1980- 1994, 1994-1999, 1999-2002 y 2002-2007. 1. En los años ochenta del siglo pasado, el INAH llevó a cabo un programa para realizar el inventario de inmuebles históricos a gran escala que abarcaba sobre todo los estados fronterizos de la República Mexicana y algunos estados del centro y por primera vez se revisaron también monumentos del estado de Puebla. Creemos que a partir de este decreto, la investigación documental y la creación de catálogos de monumentos históricos abrieron las puertas a una nueva estrategia: usar documentos escritos para constatar la existencia, el estado de conservación y la historia de un inmueble. Las investigaciones históricas en los años ochenta respondieron a esta necesidad de inventariar el patrimonio y crear las primeras leyes de protección a niveles regionales. 2. Debido a que en 1987 el centro histórico de Puebla fue nombrado ante la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad y al mismo tiempo se promulgaron diversas leyes de protección a los edificios y espacios históricos, podemos notar, a principios de los años noventa, una mayor intervención por parte de las instancias de gobierno estatales y municipales en cuestiones de reordenamiento urbano. En esta década destacan proyectos arqueológicos que 6 se amalgaman con los proyectos municipales como el Plan de Conservación y Ordenamiento Urbano Arquitectónico del Paseo del Río de San Francisco. La constante presión por parte del gobierno generó un cambio en la forma de ejercer los proyectos arqueológicos. Podemos esperar que esta presión haya sido la responsable de la reforma y estandarización de la metodología en las excavaciones, hasta esta década podemos hablar de una Arqueología Histórica aplicada en la ciudad de Puebla. 3. Finalmente, el 15 de junio de 1999, la ciudad se vio seriamente afectada por un terremoto que causó daños en la estructura de varios inmuebles históricos. Es de esperarse un cambio en los planteamientos teórico- metodológicos de las investigaciones de Arqueología Histórica, ya que a partir de entonces se pudieron plantear proyectos que integraran la exploración arqueológica, la restauración y la generación de nuevas leyes de protección. 4. El periodo posterior a los rescates causados por el siniestro modificaron la forma de organización por parte del centro INAH Puebla. La conformación de un equipo de trabajo más especializado, la sistematización de la disciplina arqueológica y el diálogo constante con otras dependencias y disciplinas afines caracterizan la forma de hacer Arqueología Histórica hoy en día. De esta manera, en el primer capítulo se realizará una descripción geográfica de la ciudad de Puebla y se presentará brevemente la historia de la fundación de la ciudad basándonos en estudios de reconocidos historiadores. En el segundo capítulo se discutirá el marco teórico que delimita nuestra investigación, la situación legal e institucional que respecta al patrimonio histórico en la ciudad de Puebla y presentaremos la delimitación espacial de nuestra área de estudio. En el tercer capítulo presentamos un recuento cronológico de las investigaciones arqueológicas en contextos históricos realizados en la capital poblana desde 1980 hasta 2007. Finalizaremos con una reflexión sobre el estado actual de la Arqueología Histórica en Puebla y las perspectivas que se vislumbran a futuro. 7 CAPÍTULO I MARCO GEOGRÁFICO HISTÓRICO Ubicación geográfica e historia de la fundación de la ciudad de Puebla A veintidós leguas, es decir a medio día de viaje de la capital de la Nueva España y situada al sudeste de la misma, se encontraba la entonces segunda ciudad más grande del Virreinato: Puebla de los Ángeles. Actualmente es considerada la cuarta ciudad más grande del país con un número de habitantes que supera los 2.6 millones. Existen varias rutas que unen la capital a Puebla. La ruta menos frecuente es el del “Paso de Cortés”, un camino entre los volcanes que asciende a más de 400 metros. Esta ruta fue escogida por el conquistador de México para poder apreciar y admirar la ciudad de Tenochtitlan desde lo alto. La segunda ruta sigue la autopista actual que corresponde a la misma ruta desde la época colonial a través de San Martín Texmelucan, el ascenso al Río Frío, situado a las faldas de Iztaccíhuatl a una altitud de 3000 metros. La tercera ruta aprovecha las moderadas diferencias de nivel y lleva a Texcoco y a México DF, a través de Tlaxcala, Apizaco y Calpulalpan. No obstante, esta ruta resulta considerablemente más larga e incómoda. Desde el punto de vista tanto cultural como geográfico, los estados de Puebla y Tlaxcala forman una unidad en una cuenca alta vecina del altiplano mexicano en el México Central. La Ciudad de Puebla está situada a una altura de 2162 metros sobre el nivel del mar y, por tanto, a más de 100 metros por debajo de la capital. Al oeste se alza la cordillera formada por los volcanes Popocatépetl e Iztaccihuatl que alcanzan los 5452 y 5286 metros de altitud respectivamente, y cuyos picos están cubiertos de glaciales y nieves durante todo el año, algo que aprovechaban tanto los indios como posteriormente los españoles para obtener 8 hielo. Esta cordillera separa el altiplano de México y la Cuenca de Puebla Tlaxcala. Al este y al norte, la cuenca está delimitada por la Sierra Madre Oriental a través de la cual la altitud del terreno desciende al nivel del mar a tan sólo 100Km. La máxima elevación es el Pico de Orizaba, “Citlaltépetl” (Cerro de la Estrella) que también asciende a 5747 metros sobre el nivel de mar y que junto con el Cofre de Perote forma otra sierra dominante del paisaje de la cuenca alta. Al sudoeste de Puebla se extiende el valle de Atlixco que forma una unión natural con la Mixteca y une a Puebla con la ciudad y el estado de Oaxaca. El valle de Atlixco se encuentra a unos 300 metros por debajode la ciudad de Puebla y destaca por su clima y su vegetación subtropicales. En el siglo XVI los suelos aptos para la agricultura convirtieron a este valle en el granero de la Nueva España. Al sudeste, el valle de Puebla y Tlaxcala está delimitado por la cordillera de Tenztzo, que enlaza con el bloque de Amozoc por su vertiente norte. El paisaje al noreste de Puebla está dominado por la Malinche, un volcán apagado y desmantelado a una altitud de 4461 metros, y cuyo pico está cubierto de nieve ocasionalmente. Los suelos que rodean la Malinche también son aptos para la agricultura; sin embargo, no gozan de la productividad de los del valle de Atlixco a causa de la altitud a la que se encuentran. Las ciudades más importantes de esta alta cuenca ya existían desde los tiempos prehispánicos: Tlaxcala en el norte, famosa por sus alzamientos contra la triple alianza mexica y su alianza con los españoles, Cholula en el oeste, una de las ciudades prehispánicas más grandes e importantes, Huejotzingo, un principado independiente de los aztecas y Tepeaca en el este, que tanto hoy como en los tiempos prehispánicos constituyó uno de los mercados más importantes de la cuenca alta. 9 La ciudad de Puebla se encuentra casi en el centro de esta cuenca y se asentó en una tierra de nadie, que los grupos indígenas desunidos entre sí, dejaron despoblada. En los tiempos prehispánicos, el lugar fue denominado Cuetlaxcoapan, que significa “Donde las serpientes cambian de piel”. Debido a su situación en el Cinturón Volcánico Centroamericano, llamado también Sierra Neovolcánica, Puebla también se encuentra expuesta al peligro de terremotos que durante el virreinato provocaron frecuentemente daños en edificios, pero que nunca llevaron a la destrucción de toda la ciudad. El último terremoto importante que causó deterioros considerables fue registrado en 1999 y anteriormente en 1972, mientras que el terremoto del 19 de Septiembre de 1985, que redujo grandes partes de la capital del país a ruinas y cenizas, no causó daños en Puebla. La actividad del Popocatépetl ha aumentado considerablemente en los últimos años, de tal forma que cada vez se producen más erupciones esporádicas que se manifiestan en nubes de humo y polvo que emergen del cráter, que le atribuyen el nombre a este volcán. La parte del oeste de la cuenca alta está dominada por el río Atoyac, acuífero durante todo el año, que nace en las faldas del Iztaccíhuatl y que el río Zahuapan alimenta antes de su entrada en el valle de Puebla. El valle de Atlixco es regado por el río Nexapa que también desemboca en el río Atoyac después de su salida del valle de Atlixco. Éste a su vez se drena hacia la depresión del río Balsas que desemboca en el Pacífico. Los límites de Puebla hacia el este vienen determinados por el río Alseseca que nace en las faldas de la Malinche; se trata de un pequeño río que también desemboca en el río Atoyac y que actualmente junto con este último, forma la reserva del agua potable de la Presa Valsequillo. La propia ciudad es atravesada de norte a sur por un río y sus brazos, cuyo nombre se debe al valle que atraviesa. Se trata del río Cuetlaxcopan. Sin embargo, el río recibió el nombre de “Río de San Francisco” tras la fundación de la ciudad. Este río también nace en las faldas del sur de la Malinche y 10 desemboca, como todos los demás, en el río Atoyac a unos kilómetros más allá de la salida de la ciudad. Sus afluentes se encuentran sobre todo en los barrios indígenas. El brazo más grande es el río Xonaca, un río que sólo en temporada de lluvias constituye un pequeño río acuífero que también dio su nombre a un barrio. Hoy en día este río, igual que la mayoría de los que atraviesan las ciudades se ve encauzado y desde los años setenta está cubierto por una carretera de circunvalación. Existían varios puentes que unían el centro con los barrios indígenas en el este de la ciudad. El único puente conservado es el de “Ovando”, que une el centro con el barrio “al otro lado del río”. Una pequeña “Capilla del Puente” en honor a la Virgen de los Dolores protegía a los caminantes que atravesaban el puente un poco más al norte. Además de constituir reservas de agua potable, el agua de los ríos se utilizaba sobre todo para regar las tierras cercanas y para abastecer a los molinos instalados en la capital y sus alrededores. Al norte de la ciudad se hallaban varias fuentes de agua fresca que fomentaban la instalación de lavaderos públicos. Asimismo, se encuentran aguas freáticas ricas en azufre en toda el área metropolitana, que en algunas zonas emergía a la superficie y se utilizaba para baños termales incluso durante la colonia. El clima de la cuenca de Puebla y Tlaxcala viene determinado por dos estaciones, esto es: una de mayo a octubre con lluvias diarias seguida por otra temporada seca que dura seis meses. En el marco de la clasificación clásica de las zonas climatológicas mexicanas, Puebla se encuentra en la zona de temperaturas y lluvias moderadas. El promedio anual las temperaturas del valle de Puebla y Tlaxcala ascienden a 16º. El mes más frío es el de enero con temperaturas entre 12º y 14º. Los meses más calurosos son los de abril y mayo, es decir, poco antes del comienzo de la estación lluviosa. 11 A pesar de su regularidad trópica, y tal vez en contra de toda su monotonía climatológica, existen fluctuaciones entre los años secos y los años húmedos. El valor medio de la precipitación pluvial en la Ciudad de Puebla oscila entre 700 y 900 mm, mientras que el valor referente a todo el estado está sujeto a fluctuaciones aún mayores. Aunque en los montes centrales y las áreas costera próximas a México predominan los vientos fríos procedentes del norte, llamados “Nortes”, la ciudad de Puebla se distingue por su propio micro-clima. El viento que sopla más frecuentemente durante las horas del mediodía proviene del sur, mientras que durante la mañana y la tarde predominan los vientos del noreste procedentes de la Malinche. En cuanto a las condiciones atmosféricas, la orientación de la red de calles de Puebla en dirección noreste resulta óptima para el aireamiento y la ventilación de la ciudad. La inclinación del terreno hasta el Río San Francisco permite una eliminación más rápida y eficaz de las aguas pluviales en las calles perpendiculares al eje norte-sur situadas a ambos lados del río. En resumen, las condiciones climatológicas de la región de Puebla resultan adecuadas para el asentamiento del hombre. El plano de la ciudad de Puebla está adaptado a estas condiciones climatológicas. La adaptación de los europeos, que normalmente vivían a poca altitud sobre el nivel del mar, no requería mucho esfuerzo para aclimatarse ya que prácticamente lo lograban por sí solos durante los largos viajes de Veracruz en los tiempos de la colonización. Sin duda alguna, esta similitud no sólo del clima, sino también de la vegetación y del paisaje con las áreas mediterráneas facilitaba, o tal vez hacía posible que también los europeos se instalasen en México y prefirieran este valle para fundar su ciudad. En un principio Puebla se fundó, igual que la mayoría de las ciudades hispanoamericanas, gracias a una iniciativa imperial que aquí tuvo 12 características especiales: El sistema social-económico de la encomienda adaptado por los españoles después de la conquista se revelaba ante los ojos de la Corona y de la Iglesia como un error necesario de reparar. Así, en el año de 1529, las cortes españolas decidieron conceder a los indios la completa libertad y abandonar el sistema de encomienda (Albi; 2000:127, Chevalier; 2000:31). Esto significó para los conquistadores que vivían en la Nueva España la pérdida de la explotación de la mano de obra indígena. Si se proyectaba limitar o suprimir la encomienda, era necesario dar a los españoles otrosmedios para vivir. Por ello se planeó la creación de una ciudad “experimento” que sirviera de modelo a campesinos y artesanos españoles que debían instalarse allí sin Encomienda y sin utilizar el trabajo forzado de los indios (op.cit.32) Los procesos oficiales que llevaron a la fundación de la ciudad están correcta y ampliamente documentados. La segunda Audiencia del Virreinato que llegó a la Nueva España hacia finales del año 1530, se componía de los señores Juan de Salmerón, Francisco de Ceynos, Alonso de Maldonado y Vasco de Quiroga, conocido por su trabajo de misionero en Michoacán. Juan se Salmerón encabezaba esta audiencia como oidor hasta que su presidente Sebastián Ramírez de Fuenleal, el obispo de La Española, llegó el 23 de septiembre del año 1531(Bühler;2001:35). Según consta el informe para la reina Isabel de Portugal y esposa de Carlos V, los miembros de la Audiencia en enero del año 1531 empezaron a buscar un lugar adecuado para la nueva población española. Buscaban un lugar que no estuviera habitado por los indios, que no careciera de agua ni de materiales para la construcción y que dispusiera de una buena tierra laborable. A petición de la Audiencia, esta ciudad también tenía que servirle de residencia al obispo de Tlaxcala, Fray Julián Garcés como sede de su obispado. Se escogió entonces un terreno entre Tlaxcala y Cholula para la construcción de la ciudad. Los trabajos de la fundación tenían el apoyo de la orden de San Francisco en Huejotzingo y Cholula (Hirschberg;2000:56). El 30 de marzo de 1531, Salmerón, en calidad de presidente de la Audiencia pudo enviar un informe sobre la construcción de Puebla al Real Consejo de 13 Indias de Sevilla en el cual escribe se había empezado ya con la construcción de Puebla de los Ángeles (Chevalier;2000:36). Según él, el nombre era provisional y dependía del juicio de su Majestad, pero esperaba al menos poder mantener el nombre para la iglesia que, por lo visto, ya se estaba construyendo en aquel momento. Además, según sus aclaraciones, la ciudad todavía formaba parte del obispado de México, pero solicitó poder atribuir la ciudad al obispado más cercano de Tlaxcala. En otro informe fechado en agosto del mismo año, describió las primeras obras. En un inicio se erigieron los 50 primeros edificios para los colonizadores, así como una iglesia y los “edificios públicos”, es decir, las casas reales. Los edificios se construían de madera, algunos pocos con adobe. Esto se debía a que las casas de piedra hubieran requerido demasiada mano de obra indígena y los colonizadores sólo tenían algunos indios encomendados por los frailes de la orden de San Francisco de Cholula y Huejotzingo. En este informe también se destaca la modificación de la ruta entre el puerto de Veracruz y México que entonces atravesaba por Tlaxcala y que sería mejor trazar la ruta a través de la ciudad recién fundada. Se pueden citar dos fechas posibles de la fundación de la ciudad de Puebla: cuando el oidor Salmerón visitó la población en obras el 9 de abril de 1531 y nombró un alcalde, regidores y jueces y animó a los colonizadores a quedarse, o como dice el fraile Motolinía, el 16 de abril, el día que se ofició la primera misa (Motolinía; 1970:187). Esta última es la que se considera como fecha de fundación oficial. El 23 de septiembre de ese mismo año, llegó el propio presidente de la segunda Audiencia, Sebastián Ramírez de Fuenleal a Veracruz, y pasó unos días después por la población recién fundada donde dio lectura a la Carta de Ocaña. Esta cédula real firmada el 18 de enero de 1531 por Isabel de Portugal en la ciudad de Ocaña, constituye la respuesta a la instancia del obispo de Tlaxcala, Julián Garcés, para poder fundar una ciudad de españoles en su obispado. Iba dirigida al presidente de la Audiencia a quien pide construir una ciudad para 14 españoles cristianos para que la provincia floreciera y para que la fe cristiana pudiera propagarse. La asignación del nombre para la ciudad no era nada extraordinario, pues muchas fundaciones nuevas en el continente recibieron el nombre de ciudades españolas como por ejemplo, Guadalajara, Valladolid, Zaragoza, Mérida etc., mientras que las ciudades de origen indio mantuvieron sus nombres originales o en la forma adaptada y traducida al español. El nombre de Puebla de los Ángeles se refiere a una población de fundación nueva (en España también existen muchas ciudades pequeñas y poblados con ese nombre) y el “de los Ángeles” también fue usado para muchas ciudades. Otra denominación conocida para la ciudad es la de Angelópolis, que hoy en día muchos autores utilizan como patriotismo local, aunque tras la batalla del 5 de mayo de 1862, se cambió el “apellido” de Puebla por “de Zaragoza”. Hugo Leitcht (1992:325) indica que el nombre podría haberse formado por la intervención de la orden de los Franciscanos ya que estos recurrían a Nuestra Señora de los Ángeles, teniendo en cuenta la gran influencia de esta orden en la región de Puebla y Tlaxcala. Junto con la exitosa construcción de la ciudad, surgió una leyenda acerca de su fundación que no se puede dejar de mencionar: según esta leyenda, el Fraile Julián Garcés soñó en la víspera del día de San Miguel (28 de septiembre de 1530), que los ángeles lo llevaban a un hermoso lugar que poseía todas las ventajas: tierra fértil, agua abundante y clima saludable: al día siguiente reunió a una comisión para buscar ese sitio y ahí fundar la ciudad de Puebla (Hirschberg; 2000:64). Al paso del tiempo esta leyenda ganó el peso necesario para que los habitantes creyeran en un origen divino de la ciudad. Existen también referencias que relatan que pocos meses después de su fundación, una imprevista estación lluviosa inundó completamente la pequeña y nueva ciudad. Debido a que en su mayoría los edificios eran de adobe y paja, lo 15 que había sido más fácil y rápido para la mano de obra indígena, la población quedó totalmente destruida, lo cual hizo que muchos pobladores tuvieran que abandonar la ciudad. (Hirschberg; 2000:72). Algunos autores suponen que la fecha de la segunda fundación con su ubicación actual sería el 2 de septiembre del mismo año, cuando el obispo Fuenleal dio lectura a la Carta de Ocaña. Por ello, aún permanece incierta la ubicación de la primera fundación. Algunos autores proponen que la primera fundación pudo ser cerca de las faldas del Cerro de Loreto y Guadalupe, cerca del actual barrio del Alto, ya que esta zona puede ser severamente afectada o destruida con las lluvias y se encuentra cerca del convento de San Francisco. En cuanto a la fecha de la segunda fundación, Julia Hirschberg plantea la hipótesis de que Puebla fue abandonada durante todo un año después de la destrucción de la población por la inundación. Algunos indicios de esta suposición son la ausencia de expedientes del cabildo de este año (los otros años están disponibles por completo), la ausencia de noticias en los expedientes contemporáneos de la Audiencia, demandas de información al Consejo de Indias sobre si la población debe reconstruirse o abandonarse, un retraso de tres meses en la proclamación de la Cédula de Medina de Campo y la atribución de la tierra laborable de Atlixco. (Hirschberg; 2000:22-74). Para finales de 1532, Salmerón y los Franciscanos ya habían establecido una nueva traza, a cuyo alrededor se habían entregado solares a los doce colonos sobrevivientes de la antigua Puebla y a veintiún recién llegados. Hacia el 20 de abril de 1534 Puebla contaba con una población de ochenta y un familias, cincuenta más de las que había en la primera fundación (Chevalier; 2000:42). Con este aumento de población la ciudad comenzó a crecer y a ganar cierta presencia entre las ciudades fundadas en la Nueva España y en 1534, Salmerón buscó el mismo reconocimiento por parte del Consejo de Indiasenviando el primer “informe” de la ciudad. En este documento el oidor poblano describió a esta sociedad como un ejemplo de buena conducta, afirmaba que todos eran buenos cristianos y que todos vivían y trabajaban en sus propias haciendas y granjerías. Con este 16 hecho justificó la utilización de la mano de obra indígena y hasta solicitó más indios para aumentar la producción. Así mismo pidió que se le concedieran algunas mercedes y privilegios que normalmente se le daban a las ciudades hispánicas y algunas otras que se otorgaban sólo a una capital virreinal. Todas estas solicitudes le fueron concedidas. Salmerón concedió a los nuevos colonos una porción de tierra fértil en Atlixco usurpando terrenos que pertenecían a los indígenas, así mismo les otorgó la mano de obra de cincuenta indígenas a cada uno para “iniciar la reconstrucción”. Aunque no era propiamente un sistema de Encomienda, subsistía un trabajo forzado del indígena disfrazado de “trabajo estrictamente controlado” (Chevalier; 2000:47). Bajo este nuevo régimen, cambió por completo la organización social planificada originalmente: de una sociedad igualitaria e ideal de agricultores y artesanos sin trabajo indígena forzado, se convirtió en una sociedad rígidamente jerarquizada según clases y privilegios que normalmente eran concedidos sólo a los capitanes de los virreinatos. Los terrenos de la ciudad y tierras cultivables eran concedidos según el status social de los habitantes y sus méritos en la conquista, y por ende no era raro encontrar encomenderos y corregidores entre los vecinos. De este modo, se acabó la utopía social de fundar un “mundo ideal” en Puebla y se dio paso al surgimiento de una ciudad exitosa que triunfó como fundación, pero fracasó como experimento social. La edificación de la ciudad La edificación de lo que consideramos como la ciudad histórica fue un proceso largo y complicado que duró aproximadamente cuatro siglos (XVI-XIX). La distribución y diseño de la urbe manifiesta contrastes brutales entre las casas señoriales y edificios públicos, frente a los barrios y casuchas de lo que entonces era la periferia. Extraído del artículo “La edificación de la ciudad” de Carlos Contreras Cruz (1993:275-293), consideramos pertinente presentar un resumen cronológico de la construcción de los edificios más importantes de la urbe, desde 1535 hasta 1894. 17 1535-1550. En estos años se inauguró el primer hospital llamado Hospital de San Juan de Letrán, donde actualmente se encuentra la iglesia homónima conocida con el nombre de Hospitalito. Al mismo tiempo inició la construcción de la Catedral de Puebla, debido a que por órdenes reales el Arzobispado de Tlaxcala debía trasladarse a la ciudad de los Ángeles. Se construyó un pequeño hospital con su ermita, titulada la Santa Veracruz. El cabildo eclesiástico fundó el hospital de San Pedro y se hicieron la ermita de San Antonio Abad y la de Santa Ana. También se hizo el molino de San Francisco. 1550-1590. Se continuó la construcción de la Catedral actual, pues la anterior estaba en mal estado; se reparó la nave principal y se trasladó el palacio episcopal a la calle de la Obligación. Respecto a las plazas sólo había dos: la actual de la Constitución en la cual se hicieron los portales en 1556 y se puso la fuente el año anterior, y la de San Hipólito, que después se llamó San Agustín: en ambas se hicieron mercados. En 1588 se hizo la plazuela de la Compañía. Las órdenes religiosas que había en México comenzaron a venir a Puebla para fundar sus conventos: los franciscanos primero, después los dominicos, en seguida los agustinos, más tarde los jesuitas y después los carmelitas. Los dominicos además de Santo Domingo, fundaron el convento de San Pablo y el colegio de San Luis. Los agustinos tuvieron como primera iglesia la que después fue capilla de Santa Rita. Los jesuitas establecieron el colegio del Espíritu Santo y el de San Jerónimo y tenían la capilla de San Gregorio, después llamada San Miguel, donde se encargaban de la administración de los indios. Se edificaron las iglesias de Santiago y de San Ramón y las ermitas de San Cosme y San Damián, Santa Bárbara y los Remedios. En lo que corresponde a los conventos femeninos, sólo se fundó en esta época el de Santa Catalina de Sena. 1590-1620. Al final del siglo XVI llegaron a Puebla las órdenes de los mercedarios y los hipólitos. Los primeros se apropiaron de las ermitas de San Cosme y San Damián mientras que los segundos, fundaron el hospital de San Roque. Se fundó el Colegio Seminario, el barrio de San Baltazar y el Convento 18 de monjas de la Concepción. En 1591 se dio la licencia para hacer el portal en la plazuela del Alto, dos años después para hacer el portal de San Francisco. Se establecieron cuatro conventos de monjas: el de la Santísima Trinidad, el de San Jerónimo; el de Santa Clara y el de Santa Teresa de Jesús. En esta época estrenaron sus iglesias los agustinos y los jesuitas. Se hizo también la Casa para niños expósitos de San Cristóbal, el establecimiento de baños sulfurosos conocido por Ojo de San Pablo, una Alameda que algunos dicen estuvo situada donde hoy es la plaza de Antuñano. El barrio de Xonaca se empezó a formar edificándose después la iglesia de Nuestra Señora de la Candelaria. Se reedificó la ermita de las Ánimas, se hizo una ermita en el cerro entonces de Belén, antes Amacueyatepec hoy de Guadalupe, y otra en el cerro de Centépetl, dedicada a Santa María de Gracia y a San Juan Bautista. 1620-1680. Se fundó el Oratorio de San Felipe Neri, cuya iglesia se conoce también por la Concordia, el convento de monjas dominicas de Santa Inés de Mouto Pulciano y el hospital de juaninos de San Bernardo e iglesia de San Juan de Dios. En esta época, durante el mandato de Juan de Palafox y Mendoza, se terminó de construir la catedral. Se demolió el Sagrario que aún no estaba concluido y se conocía como la catedral vieja. Se estrenaron las iglesias de Santa Inés, el Calvario y sus capillas, San Jerónimo, la Merced, La Santísima, San Marco y Santa Teresa. El obispo don Alfonso de la Mota y Escobar fundó un hospital llamado de San Ildefonso para indios, y tres años después cambió de opinión y lo convirtió en colegio de jesuitas. El referido señor Palafox y Mendoza estableció los colegios de San Pedro y San Pablo. 1680-1740. En esta época se fundó el colegio de Santa Mónica para monjas agustinas, los templos de San Cristóbal, San Juan de Dios, capilla del Rosario, la antigua Soledad, capilla de Jesús Dolores. El beaterio de Santa Rosa, que más tarde se convirtió en convento de religiosas dominicas. Se concluyó la torre sur de la Catedral y se comenzó a construir la otra. Además se hizo a finales del siglo XVII la ermita de Nuestra Señora de Loreto en el cerro conocido hoy con ese nombre. 19 1740-1800. Los jesuitas fundaron un gran colegio para la enseñanza de los indios con su iglesia dedicada a San Francisco Javier, la cual fue por su extensión y arquitectura de las mejores de la ciudad. Se concluyó el Teatro Principal, la torre norte de la Catedral, la de San Francisco y lo que se ve hasta ahora de la de Santo Domingo, el pórtico de la Compañía y el cementerio de Xanenetla. En cuanto a los templos se hicieron el de Nuestra Señora del Refugio en el barrio de San Antonio, el de Balvanera en el barrio del Alto, el de Nuestra Señora de la Luz en el barrio del Santo Ángel y el de Xanenetla, dedicado a Santa Inés del Monte Pulciano en la falda del cerro de Loreto. 1800-1850. Durante los años de la guerra de Independencia fueron pocas las transformaciones que se vivieron en la ciudad de Puebla. Sin embargo en los años que transcurrieron antes de la guerra se edificó el Parián en la plazuela de San Roque, el cual por tradición estuvo antes en la plaza principal, y se plantó el Jardín Botánico encasi toda la manzana contigua y al norte del convento de Santa Rosa. Pasada la guerra de la independencia y en el segundo cuarto de siglo, se abrió el Hospicio para pobres en el antiguo colegio de jesuitas de San Ildefonso, se construyeron dos plazas de toros: una la de la nueva Alameda y la otra llamada de San Jerónimo, casi frente a la plazuela de los Sapos. Por último, en los alrededores de la ciudad comenzaron a abrirse nuevas industrias: la fábrica de hilados y tejidos de algodón, siendo la de la Constancia la primera que hubo en el país. 1850-1862. Las Leyes de Reforma dadas por la Constitución de 1857 ocasionaron la supresión de los conventos de ambos sexos, y esto produjo un cambio en el aspecto de la población, pues poco a poco se transformaron en casas los edificios ocupados antes por religiosos y religiosas. El convento de Santo Domingo fue el primero en transformarse, convirtiéndose en plaza de mercado. 1862-1863. La guerra en contra de los franceses que dio por resultado el establecimiento del segundo imperio mexicano, ocasionó la destrucción de parte 20 de la ciudad de Puebla, sobre todo en el lado poniente en el cual manzanas enteras se arruinaron por completo. La alameda nueva se convirtió en un terreno con trincheras y fosos y sus hermosos árboles fueron arrancados. Se demolió el templo del cerro de Guadalupe, construyéndose en su lugar y contornos el fuerte de este nombre. 1863-1872. Después que los franceses evacuaron el país y se estableció de nuevo el sistema republicano, Puebla se unió con la ciudad de México por medio del ferrocarril de vapor, construyéndose una estación al frente de la plazuela del Señor de los Trabajos. También en estos años se dedicó la pequeña iglesia de Loreto, los jesuitas fundaron el Colegio Pío de Artes y Oficios y se abrió al público la Biblioteca Palafoxiana que actualmente cuenta con cuarenta mil volúmenes. 1873-1881. Este periodo fue importante pues se caracterizó por la introducción del ferrocarril urbano, inaugurándose varias líneas. Además se unió esta ciudad con la de Cholula por medio de un ferrocarril de tracción animal. Se clausuraron los cementerios de San Francisco, el Carmen, San Antonio y Xanenetla y el gobierno compró los terrenos llamados del Agua Azul, destinándolos para el cementerio municipal. 1882-1888. Durante estos siete años dejó de existir la antigua plazuela de San Agustín y en su lugar se construyó el edificio de La Casa de la Maternidad. Se abrió al público la Biblioteca Lafragua. El gobierno fundó la Escuela de Artes y Oficios, destinando para ella el ex convento de la Merced. 1889-1894. Puebla quedó unida a México por dos vías ferrocarrileras: la antigua del Mexicano y la nueva de Interoceánico; la primera de vía ancha y la segunda de angosta. También quedó unida con Tehuacán y Oaxaca por el nuevo ferrocarril del sur y con Atlixco, Matamoros y Chietla. Quedó unida a varias fábricas de hilado a los alrededores de la ciudad y a Cholula y Huejotzingo por un ferrocarril de tracción animal, llamado Industrial. En este tiempo se estrenó el 21 notable edificio de la Penitenciaría (aunque no concluido). El antiguo colegio de San Luis, de dominicos, se convirtió en un Gran Colegio para Señoritas, dirigido por las monjas teresianas venidas de España con ese objetivo. Los metodistas edificaron su templo junto al colegio que tienen en parte del ex convento de las Catalinas, los Salesianos se instalaron en el barrio del Alto y las monjas Ursulinas se establecieron en San Juan de Letrán. A finales del siglo XIX, el atrio de San Francisco se convirtió en jardín público. Ciertamente podemos observar que la labor constructiva de la capital poblana fue un proceso que duró más de trescientos años y, que hasta la fecha, los cambios continúan ya que la ciudad se ha tenido que adaptar a los cambios urbanos y al crecimiento poblacional, Actualmente los límites la de ciudad delimitan a una ciudad cinco veces más grande que la proyectada cinco siglos atrás. 22 CAPÍTULO II MARCO CONCEPTUAL Y PLANTEAMIENTOS METODOLÓGICOS Marco conceptual El objetivo de la Arqueología, como ciencia social, es explicar el desarrollo histórico y las regularidades esenciales de una sociedad, así como acceder al conocimiento de las actividades cotidianas de un grupo social específico en un momento y lugar determinados; todo lo anterior basándose únicamente en el estudio de sus restos materiales, sean éstos intencionales o no. Para analizar su objeto de estudio, la Arqueología ha tenido que auxiliarse de varias estrategias de investigación que le permiten una mayor comprensión y solución de problemas particulares. Uno de estos problemas se centra en la transformación de los contextos sociales prehispánicos debido al contacto con los europeos, esto es, la creación de un modo de vida nuevo a través de la interacción de dichos grupos sociales, como resultado de un sistema cultural, tecnológico y económico que propiciaba la exploración y colonización de nuevas tierras. Es ahí en donde hacemos uso de la Arqueología Histórica. En palabras de Charles Orser, la definición de Arqueología Histórica es “el estudio arqueológico de los aspectos materiales –en términos históricos, culturales y sociales concretos- de los efectos del mercantilismo y del capitalismo traídos de Europa a fines del siglo XV y que continúan en acción hasta hoy” (Orser; 2000: 21-22). En México, la Arqueología Histórica se desarrolló gracias a los aportes de Eduardo Noguera en 1934 quien incluyó en sus estudios sobre cerámica mexica a la alfarería colonial y planteó la posibilidad de clasificar a esta cerámica por sus características formales, decorativas y establecer una temporalidad. Estos estudios abrieron la puerta a un nuevo campo de investigación que poco a poco adquirió el nombre de Arqueología Histórica. De igual forma otro pionero de los 23 estudios coloniales fue Ignacio Marquina, quien llevó a cabo la exploración del convento de Acolman, la cual consistió en el estudio arquitectónico del inmueble y la primera excavación arqueológica en contexto histórico (Santos; 2006). Sin embargo, tuvieron que pasar varios años para que la Arqueología Histórica contara con planteamientos de investigación más específicos, objetivos más concretos y que las circunstancias permitieran una exploración arqueológica completa que incluyera el rescate y, en la medida de lo posible, la restauración de un inmueble. Podemos afirmar con seguridad que este momento llegó con el proyecto del Ex Convento de San Jerónimo (1976-1981) dirigido por Roberto García Moll. A partir de entonces se han desarrollado cada vez más proyectos de esta índole con notables desarrollos dentro de este campo de investigación que incluyen una mayor especialización y sistematización. A continuación presentamos algunas posturas que diferentes investigadores han asumido con respecto a la caracterización de la arqueología Histórica. Para Patricia Fournier “…la arqueología de sitios históricos no se limita a la localización, catalogación y descripción de elementos inmuebles y muebles, ni a la simple periodificación de materiales arqueológicos con la ayuda de la evidencia documental. Si no se llega a un nivel explicativo integrando la información arqueológica con la histórica sólo puede lograrse la presentación de datos que el auténtico arqueólogo histórico interprete en términos de factores socioeconómicos” (Fournier; 1990:272) La obra de Daniel Juárez Cossío: El Convento de San Jerónimo, un ejemplo de Arqueología Histórica es un excelente ejemplo de un proyecto de Arqueología Histórica sistémica y multidisciplinaria, donde se conjuntaron la excavación, la restauración y la reconstrucción del inmueble, apoyado en bases objetivas, ampliadocumentación histórica y siempre en el marco de las técnicas arqueológicas. Para él “…la Arqueología Histórica en México concretamente, debe tener por objeto de estudio los procesos de desarrollo social en los 24 periodos subsiguientes a la conquista, mediante la contrastación de los depósitos arqueológicos con las fuentes documentales.” (Juárez; 1989:14-15). El proyecto realizado por Rebeca Yoma y Luis Alberto Martos Dos centros de abasto en la Ciudad de México, un análisis arqueohistórico, también refleja el trabajo exhaustivo de la documentación histórica complementada por el trabajo Arqueológico. Su trabajo contempló la reconstrucción de las fases de ocupación de dos mercados “El Volador” y “la Merced”, ellos opinan que: “…la Arqueología Histórica no debe centrarse exclusivamente en la obtención de datos en excavaciones, que si bien son importantísimos también pueden apoyarse y complementarse con la información existente en los distintos archivos históricos” (Yoma y Martos; 1988: II). Miguel Hernández Pérez en su tesis de licenciatura titulada El Salvamento Capuchinas, un caso de Arqueología Histórica del Centro Histórico de la Ciudad de México, nos presenta un trabajo en donde contrastó los datos obtenidos durante el salvamento con las fuentes históricas, trabajo que le permitió ampliar la información que le ofrecieron los datos arqueológicos, corroborar la existencia del convento y contextualizarlo dentro de la vida cotidiana en la Ciudad de México. Para él la Arqueología Histórica es: “El estudio de la sociedad a través de sus causas históricas y la ubicación de sus objetos de estudio como productos de uno o más sucesos mayores en términos históricos…tiene como objetivo específico fundamental realizar investigaciones que abarcan varias etapas de los procesos históricos por los que ha atravesado determinada área de estudio” (Hernández; 1995:7-8). Es decir, para todos estos investigadores, la Arqueología Histórica se destaca por la utilización de las técnicas y métodos arqueológicos, aplicados al conocimiento de cualquier realidad pretérita donde las fuentes escritas sean escasas, o para verificar y complementar estas últimas desde una aproximación global, siempre dando prioridad a la evidencia material. Por lo tanto, la Arqueología Histórica no es un tipo diferente de Arqueología, la diferencia radica 25 en que trata con documentos y sitios edificados y constituidos desde la conquista española hasta la actualidad, pero se debe considerar que un sitio arqueológico prehispánico también puede ser histórico, es decir, que el hecho de dividirlos a partir de la conquista hispana, es sólo con fines prácticos para su estudio. (Robles; 1998:16). A diferencia de la Arqueología prehispánica, la histórica trabaja, la mayoría de las veces, con edificios “vivos”, es decir, que están cumpliendo con una función, no sólo se concentra en el subsuelo, sino también en muros, techos y demás elementos arquitectónicos. Busca reconstruir la historia de los edificios y de los sucesos asociados a ellos (op. cit.: 17). Originalmente en México la Arqueología Histórica se practicaba únicamente con el propósito de recuperar datos que permitían dictar los criterios bajo los cuales se había de proceder a la restauración y conservación de los edificios (Ledezma, citado en Robles:20). Con el paso del tiempo sus objetivos han cambiado y se han adecuado para servir como un complemento para la Arqueología general. Actualmente los proyectos intentan obtener información suficiente a fin de explicar los procesos sociales acontecidos durante un periodo de la historia. En otros casos se trata de proyectos de salvamento arqueológico; éstos se han generado debido a la construcción de grandes obras de infraestructura urbana que representan la pérdida irremediable de sitios tanto prehispánicos como históricos. Para Hernández Pérez los planteamientos generales de la Arqueología Histórica actualmente son: “El estudio de la sociedad, a través de sus causas históricas y la ubicación de sus objetos de estudio como productos de uno o más sucesos mayores… La presentación de los datos específicos con una visión global que permita (…) identificarlos y ubicarlos dentro del proceso histórico de desarrollo de la sociedad o formación social que los produjo” (Hernández; 1995:7). 26 Estado de la cuestión Como mencionamos anteriormente, esta investigación versa sobre el desarrollo que la Arqueología Histórica ha presentado en las investigaciones realizadas en la Ciudad de Puebla desde 1988 hasta el año 2007. Sin embargo, esta revisión no es la primera de su tipo. A pesar de que son escasas, existen trabajos que han evaluado los alcances y perspectivas de la Arqueología Histórica. Ejemplo de ello es la obra de Guillermo Pérezcastro Lira (cf. 1990), quien define a la Arqueología Histórica como “la estrategia de investigación que se ocupa de los periodos posteriores al virreinato y a las etapas consecuentes hasta llegar a la actualidad” (Pérezcastro, Ibidem: 229). En esta investigación, nos presenta un esbozo de lo que ha sido el desarrollo de esta estrategia desde los años setenta del siglo XX, cuando ésta se llevaba a cabo mayormente por arquitectos o restauradores, quienes al prescindir de una investigación documental, falseaban algunas obras de restauración. Más adelante el autor menciona cómo en los años ochenta se creó la sección de Arqueología dentro del Departamento de Monumentos Históricos, pero que desafortunadamente debido a la falta de apoyo, el desinterés general y a la falta de proyectos “masivos”, causó el gradual abandono de arqueólogos de la sección de Arqueología, y por ende su eventual disolución. Pérezcastro también apunta que la Arqueología Histórica apoya y complementa la información que los arquitectos y restauradores necesitan para elaborar un trabajo de remodelación o restauración. En primera porque la Arqueología Histórica proporciona la información específica de los elementos estructurales originales y los materiales que fueron empleados en el pasado. En segundo lugar sólo la Arqueología puede entender la evolución de un edificio a través del tiempo y lograr hacer un estudio total del lugar, incluyendo su entorno y su medio ambiente. Para el autor la Arqueología Histórica tiene como objetivo fundamental entender los contextos tanto urbanos como rurales en forma global 27 para ir comprendiendo la gradual transformación de un país a través de cinco siglos de continuo devenir. Finalmente, Pérezcastro nos presenta una relación de los proyectos hasta esa fecha realizados, la mayoría de ellos en la Ciudad de México, así como una lista de los proyectos que se realizarían a futuro para demostrar que el número de proyectos aumenta cada día más. Fernando Miranda y Patricia Fournier en su artículo de 1992 nos presentan las tendencias que caracterizan el desarrollo de la arqueología de los sitios históricos en México. Para los autores la Arqueología Histórica se refiere a periodos posteriores al contacto con los españoles y al estudio de la evidencia material correspondiente a estas etapas. Para ellos, los estudios que se han realizado pueden englobarse en tres tendencias, las cuales no manifiestan una evolución unilineal sino que llegan a coexistir a través del tiempo. La primera es ver el pasado como objeto de estudio arqueológico, enfoque que se caracteriza por proyectos de salvamento, emplear el dato arqueológico para corroborar el dato histórico, recuperación y registro total del contexto arqueológico sea de cualquier temporalidad, estudios de reutilización tecnológica y clasificación de material arqueológico. Una segunda tendencia es la de ver la restauración arquitectónica como arqueología, bajo este marco, la restauración de inmuebles coloniales se emplea comoparte de un programa de protección y reutilización de espacios históricos y por tanto los trabajos se limitan a estudios de sitio, etapas constructivas y evaluaciones estructurales. Finalmente se encuentra la tercera tendencia, la arqueología histórica como objeto de investigación, la cual constituye una vía para la explicación de procesos socioeconómicos que abarcan desde el momento del contacto hasta nuestros días. Para los autores, estas tres tendencias han marcado el desarrollo de la Arqueología Histórica aunque para ellos es más importante comprender a los sitios históricos como parte de un todo y no como inmuebles aislados. En 1999, Patricia Fournier publicó un artículo en el que discute los balances y perspectivas de la Arqueología del colonialismo. En él plasma su preocupación 28 por la formación de arqueólogos en las escuelas de América Latina y en especial en la Escuela Nacional de Antropología e Historia ya que considera que es una estrategia de investigación en la que debe existir cierto grado de especialización que abarque conocimientos de arquitectura, historia contemporánea y textos básicos de capitalismo y colonialismo. Asimismo ella considera que las investigaciones arqueológicas en sitios históricos hasta ahora realizadas se han centrado fundamentalmente en el aspecto descriptivo, y que sólo son descripciones y catalogaciones de los hallazgos y en su mayoría, someros estudios documentales que distan mucho de ubicar un sitio dentro de un marco más general o insertarlos dentro de las dinámicas de un sistema mundial. La obra más reciente, en este sentido, es la ponencia presentada por Elsa Hernández Pons en el Primer Congreso Nacional de Arqueología Histórica y publicada en la Memoria del mismo, donde nuevamente presenta el estado de la Arqueología Histórica a finales del siglo XX, desde sus inicios, los intentos por conformar un departamento especializado dentro del Instituto Nacional de Antropología encargado de supervisar las investigaciones arqueológicas de carácter histórico y finalmente un resumen de los trabajos hasta ahora realizados (Hernández Pons, 2000:1-26). Lamentablemente en ninguna de estas obras se ha abordado la historia de la Arqueología Histórica. Se tratan de recapitulaciones y corolarios de lo hasta ahora cometido. Es por esto que consideramos pertinente una revisión exhaustiva de las investigaciones y de los resultados obtenidos en un sitio en particular y evaluar si éstos han cumplido con las expectativas que se tienen de la Arqueología Histórica como estrategia de investigación. 29 Arqueología, arquitectura y restauración En el desarrollo histórico de la teoría de la restauración de monumentos, desde las formulaciones iniciales de Viollet-le-Duc hasta las contemporáneas, es recurrente la prescripción de proceder a una documentación de los monumentos antes de ser intervenidos (cf. Molina;1975). Tradicionalmente el estudio de la arquitectura histórica, se he abordado desde enfoques formalistas, tipológicos y estilísticos propios de la Historia de Arte o de la Historia de la Arquitectura; sin embargo a los edificios no podemos entenderlos como monumentos estáticos carentes de transformaciones. Estos edificios ya sean iglesias, conjuntos rurales o urbanos han cambiado su forma inicial atendiendo a necesidades culturales, problemas estructurales o simplemente a modificaciones de su función y uso iniciales. En este sentido se ha conformado la idea de que el monumento es en sí mismo un documento, que puede ser leído críticamente y aportar información de carácter histórico. Esta postura que le otorga preponderancia documental a la obra arquitectónica, concibe a la investigación documental como una etapa previa a la búsqueda de información histórica en el edificio mismo. Desde la Arqueología de la Arquitectura se parte de la idea de que es importante identificar la forma inicial de la construcción, así como las variaciones o cambios que el edificio sufrió a lo largo del tiempo. Patricia Mañana en su obra Arqueotectura, menciona que se debe ir más allá de la descripción de estos cambios y que se debe “dotar de contenido histórico a esas nuevas formas, analizar el porqué de esos cambios, y, para ello se necesita de un marco interpretativo.” (Mañana; 2002:19). En este sentido el historiador y el arqueólogo tendrían un papel fundamental en la etapa previa del proyecto de restauración, para luego “acompañar a los restauradores y arquitectos en los trabajos resolviendo problemas coyunturales” (Gutierrez;1997:176). El autor entiende que la investigación histórica debe estar orientada fundamentalmente a ser el soporte para las decisiones de diseño y restauración. Bajo este punto de vista una investigación documental no sólo 30 recupera información sobre el monumento en cuestión, sino que lo ubica dentro de una dinámica social y un momento tecnológico en el que se produjo dicha obra, de manera tal que la investigación permite establecer el marco histórico relacionado con la existencia del monumento, su evolución funcional y constructiva, así como de sus particularidades arquitectónicas, su estado actual y su relación con el entorno (Molina; 2005:358). Existen numerosas restauraciones que se han realizado sin el apoyo o asesoría de arqueólogos, pero también existen aquellas en que existiendo este apoyo multidisciplinario, no han tenido el éxito deseado. Diversos autores opinan que estos problemas se deben a una incorrecta relación entre arqueólogos y restauradores (Caballero:1997, Molina: 2005, Álvarez: 2006). Como lo plantea Luis Caballero Zoreda, los arqueólogos y restauradores han mantenido una contraposición en la que “…se entendía que una cosa era el arqueólogo, dedicado al conocimiento de los restos arqueológicos del subsuelo; y otro el arquitecto, dedicado a intervenir en el edificio en pie por encima del subsuelo” (Caballero; 1997:458). Esta relación ha sido sustituida gradualmente en tiempos recientes por la coordinación y el diálogo entre ambas profesiones: “Primero debe excavar el arqueólogo, antes de que el arquitecto intervenga, ajustándose a las necesidades del edificio que el arquitecto ha definido en el proyecto, y con dos finalidades, que no se destruyan los restos arqueológicos sin documentarlos previamente y reconocer los restos que ayuden a la comprensión de la infraestructura del monumento” (Caballero; 1997:458-459). De esta forma entendemos que los edificios se convierten en los objetos de estudio de la arqueología y que tanto el edificio en pie como el subsuelo y las estructuras internas deben ser entendidas como un conjunto de múltiples contextos. Desde el punto de vista de la Arqueología de la Arquitectura, se considera que la mejor forma de maximizar la información que aportan las construcciones es a través del empleo de las técnicas propias de la Arqueología: excavación, análisis de materiales y la interpretación de la relación entre la génesis del edificio y las sociedades que lo usaron y modificaron (Mañana; 2002:19). Bajo esta 31 perspectiva se vuelve indivisible la relación entre la arquitectura conservada, la arquitectura del subsuelo y los materiales o manifestaciones culturales relacionadas a ellas. (Hernández Pons; comunicación personal, 2010). Leyes e instituciones El interés en la conservación no sólo del patrimonio prehispánico, sino también del patrimonio colonial, se genera en México en los primeros años después de la guerra de Independencia, se intensifica con motivo de la secularización de los bienes eclesiásticos (1859) por el presidente Benito Juárez y finalmente recibe sus primeros lineamientos legales en el año 1902 bajo el gobierno de Porfirio Díaz. Pero fue sobre todo después de la Revolución Mexicana cuando comenzaron las primeras iniciativas legislativasen beneficio del mantenimiento de los monumentos de la época colonial y, con ello también los primeros trabajos de inventario y catalogación. La protección de monumentos en México al principio no formaba parte de una legislación puntualizada, sino que era regulada por una serie de leyes federales y estatales no muy detalladas. A principios del siglo XX se publicaron los primeros intentos por proteger el patrimonio histórico. La obra de Federico Mariscal titulada La Patria y la Arquitectura Nacional (1970) significó la primera contribución al tema. Este alentador aporte derivó en la promulgación de la primera ley de protección de monumentos válida para todo el territorio nacional, a la cual le siguieron otras promulgadas en los años 1916, 1930 y 1934. Durante ese mismo periodo fueron considerados como “monumento nacional” bajo protección oficial algunos centros históricos, tal fue el caso de Taxco, Guerrero en el año de 1928. Destacan en los años treinta del siglo pasado trabajos pioneros de Jorge Enciso, Manuel Toussaint, Justino Fernández y Francisco de la Maza, quienes realizaron los primeros trabajos de protección, catalogación y conservación de los monumentos de la época colonial. 32 Fue hasta 1966 cuando se promovieron varias iniciativas para proteger a los monumentos históricos. Este derecho se amplió en 1986 y quedó estipulado como un derecho básico en la Constitución Mexicana. Mientras tanto, siguieron surgiendo otras leyes federales que condujeron a la primera ley de protección de monumentos en el año 1972 (Ley Federal de Zonas y Monumentos Arqueológicos, 1972). En los años pasados esta ley estuvo sujeta a varias enmiendas y actualmente ofrece mejores posibilidades de proteger los monumentos incluyendo de aquellos de los siglos XIX y XX. Estas leyes válidas en todo el territorio nacional sólo se refieren en un segundo plano a bienes muebles e inmuebles de la época colonial. Su objetivo principal es cuidar de los monumentos prehispánicos y proteger las bellezas naturales (Bühler; 2001:74). De 1984 a 1988, el INAH realizó un programa de inventario a gran escala que abarcaba sobre todo estados fronterizos de la república y algunos estados del centro y por primera vez se revisaron también monumentos del estado de Puebla. Desde hace ya varios años han existido comisiones o instituciones encargadas de ejecutar y vigilar el cumplimiento de las normas de protección a los monumentos históricos, pero estas generalmente poseen tan poca autoridad que en la práctica resulta muy difícil llevarlas a cabo. A nivel nacional, en 1982 fue creada una sección de investigación arqueológica dentro de la Dirección de Monumentos Históricos del INAH, lamentablemente su existencia fue relativamente corta, sin apoyo institucional ni legal. El artículo de Elsa Hernández (1998) resume la existencia de esta sección como un intento desbalanceado, poco respetado y sin la menor intención de reforzar su presencia dentro del Instituto. Lamentablemente esta sección de arqueología no tuvo éxito, lo que representa actualmente “una posibilidad malograda de actividad arqueológica en contextos históricos” (Hernández Pons; 1998:3). Actualmente es la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos la instancia 33 que regula cualquier tipo de intervención en monumentos históricos y es el Consejo de Arqueología quien coordina, supervisa y emite permisos para cualquier investigación en materia de Arqueología Histórica, ya sea para salvamentos y rescates, como para proyectos de investigación, restauraciones y remodelaciones. A nivel estatal existen otras muchas leyes que se encargan de proteger el patrimonio histórico. La primera ley de protección de monumentos válida regionalmente para Puebla se promulgó en 1932 y fue complementada con la declaratoria, de la ciudad de Puebla como “zona típica” (Periódico Oficial de Puebla; 1932). En el año de 1952 esta ley dejó de tener vigencia y se canceló la declaratoria pero esto permitió crear una mejor regulación legal para la protección de monumentos, la ley fue sustituida en 1967 por otra que ante todo manifiesta la importancia del patrimonio cultural para interés público, define el concepto de monumento y determina la distinta administración de monumentos privados y estatales (Periódico Oficial de Puebla; 1967a:2). Dicha ley también delega la responsabilidad y el cuidado de la protección de los monumentos históricos a un organismo local (en su tiempo SAHOPEP) y a una comisión de monumentos. Complementariamente, se promulga un “reglamento de anuncios”, carteles y otro tipo de publicidad en los edificios del casco antiguo de Puebla. En él se establece su tamaño, forma, modo de fijación y determina que la autorización de su colocación depende de las autoridades locales (Periódico Oficial de Puebla; 1967b:1). Desde 1972 las dos organizaciones, el ayuntamiento y el INAH-CRP, según lo estipulado, tienen que dar por ello su autorización. Finalmente la Ciudad de Puebla, como una de las primeras ciudades de México, fue declarada “Patrimonio de la Humanidad” por la UNESCO en 1987, una declaración que desde entonces ha proporcionado una nueva dimensión y un nuevo impulso para la protección y la conservación de monumentos. 34 Desde 1990 la conservación, investigación y mantenimiento de los monumentos quedó a cargo de varias instituciones dentro de la ciudad. La primera de ellas y la más importante es el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) fundado en 1937, organismo responsable de los monumentos prehispánicos y de la época colonial. La segunda es la antigua Secretaría del Patrimonio Nacional, una institución que a lo largo de su historia ha estado subordinada a la Secretaría de Fomento y que ha sido responsable de los monumentos desde la expropiación de los bienes eclesiásticos por el presidente Benito Juárez en el año 1859. Finalmente, el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) se encarga de los monumentos del siglo XIX y XX (Bühler; 2001:75). Aunque las cedes principales de estos organismos se encuentran en la Ciudad de México, el INAH posee centros estatales en casi todos las entidades federativas del país, los cuales gozan de autonomía limitada para gestionar la investigación y mantenimiento del patrimonio prehispánico, histórico e industrial. La autoridad de protección de monumentos más importante y con mayor aniguedad en Puebla es el Centro INAH Puebla fundado en 1957 por Fausto Marín Tamayo bajo el nombre de Instituto Poblano de Antropología e Historia y subordinado a partir de 1972 al INAH. El gobierno de Estado de Puebla, a través de la Secretaría de Obras Públicas, se ocupa del casco antiguo y sus monumentos. La responsabilidad ha recaído en la antigua “Secretaría de Asentamientos Humanos y Obra Pública del Estado de Puebla (abreviado SAHOPEP) que actualmente tiene el nombre de Secretaría de Desarrollo Urbano, Ecología y Obra Pública del Estado de Puebla (SEDURBECOP). A diferencia del Centro INAH esta autoridad está encargada del planeamiento urbano en su totalidad y no tanto de los monumentos individuales; colabora frecuentemente con el Centro INAH, pero sobre todo con el gobierno municipal que actualmente también posee competencia en la protección de monumentos. Especial significado tenía el Consejo del Centro Histórico de la Ciudad de Puebla que se convirtió en la Comisión del Patrimonio 35 Edificado del Estado de Puebla. Ésta última está subordinada directamente al gobierno estatal, y por tanto, está envestida de competencias especiales (Bühler; 2001:76). Por supuesto existen algunas organizaciones privadas como, por ejemplo, la “Asociación de Amigos del Centro Histórico” que actúa con sus consejos y su apoyo en defensa de los monumentos históricos de la ciudad. Se puede ver con este gran número