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ARTES MARCIALES 
TRADICIONALES 
EUROPEAS:UNA 
NUEVA PERCEPCIÓN 
DE UNA VIEJA 
REALIDAD
uando se habla de arte marcial, a casi todo el mundo se le 
viene a la cabeza la imagen de alguna tradición guerrera ori-
ginaria del Lejano Oriente. O de manera errónea, multitud de 
sistemas de combate o deportes de contacto, que también son 
“metidos en el saco” de las artes marciales.
Pocas son las personas que pensarían en artes marciales prac-
ticadas en Europa, ya que a día de hoy hay pocos ejemplos de 
líneas tradicionales que se hayan mantenido vivas desde su 
creación y no se hayan deportivizado, perdiendo así su deno-
minación de arte, de marcial, o ambas. sin embargo, el viejo continente ha sido durante cientos de 
años muy prolíico en la práctica de multitud de disciplinas marciales en las que se jugaban las ar-
mas o se realizaban trabajos de mano vacía, que durante sus respectivas épocas doradas se elevaron 
a la categoría de arte e incluso llegaron a ser consideradas ciencia. Pero esto, como bien sabemos es 
cosa del pasado, ya que estas líneas de aprendizaje se perdieron o bien evolucionaron en diferentes 
deportes (Esgrima deportiva, boxeo, lucha olímpica, etc.)
En el siglo xix con la inluencia del romanticismo y la idealización del sentido caballeresco y de 
las armas, hubo más de un experimento interesante de recuperación de estilos pretéritos. Hemos 
de tener en cuenta que la esgrima practicada en esos tiempos era una evolución de los estilos más 
antiguos, ya que las líneas maestro/alumno aun no se habían roto, sin embargo y salvo en los duelos 
o lances de honor, la esgrima del xix carecía del sentido práctico de, por ejemplo, la practicada en 
el siglo xvi.
De todos modos y según tengo constancia, ninguna de esas experiencias de trabajo con armas 
históricas se prolongó de manera continuada más allá de principios del siglo XX. La investigación 
académica de los tratados de esgrima y lucha se siguió realizando y, de manera anecdótica, más de 
un Maestro de Armas de esgrima clásica, antecesora del actual deporte de la esgrima, se ha permi-
tido investigar a título personal con los trabajos de los antiguos maestros.
Fue a principio de la década de los 70 del pasado siglo cuando y, nunca mejor dicho, los estilos 
de combate históricos volvieron a salir a la palestra de la mano de los primeros grupos de recrea-
ción histórica. He de explicar que la recreación histórica es una actividad que consiste en reprodu-
cir momentos o periodos históricos mediante actividades de inmersión en las que sus participantes 
además de caracterizarse de manera adecuada, emulan la profesión y el estilo de vida del personaje 
histórico elegido.
C
texto Pedro Velasco
fotos Julieta Prado
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Dentro de la recreación histórica militar, fue donde diversos en-
tusiastas de la misma con más o menos experiencia marcial previa, 
comenzaron el estudio de lo que hoy son conocidas como HEMA 
(Historical European Martial Arts). Después de un tiempo, el estu-
dio de estas disciplinas no se dio solo en los grupos de recreación 
histórica, si no que diferentes especialistas del mundo académico, 
además de artistas marciales y deportistas de otros ámbitos, también 
se interesaron en su práctica y estudio, creando una serie de líneas 
de investigación totalmente autónomas, que no necesitaban del con-
texto de una recreación histórica para su práctica. Eso no signiica 
que no haya una fuerte sinergia entre ambas actividades y que en 
muchos casos se practiquen de manera paralela. A día de hoy pode-
mos encontrar grupos de practicantes de estos estilos por casi todo 
el mundo, aunque los lugares donde se da mayor concentración de 
los mismos son el continente europeo y EE.UU.
Debido a que la línea de aprendizaje entre maestro y alumno se 
rompió hace varios siglos —el tiempo varía dependiendo de qué 
arma, escuela y época estemos hablando—, lo que nos encontramos 
hoy en una sala de armas actual no es lo mismo que se podía ver en 
una sala de armas contemporánea a la disciplina que se esté impar-
tiendo. Los motivos son diversos y muchos de ellos extrapolables a 
lo que por poner un ejemplo, es un Dojo ahora y su homólogo en 
el siglo xviii.
Pero no todo son desventajas, por fortuna hoy contamos con 
un equipo de protección muy superior al que tenían en la época, 
que nos permite poder combatir sin mucho estorbo y simular un 
enfrentamiento entre dos contendientes que no portasen armadura 
de manera mucho más segura que la que podrían entrenar en su 
tiempo, pudiendo profundizar en conceptos técnicos y de ejecución 
de acciones, que ellos solamente podrían desarrollar en combates 
reales. Como ejemplo puedo citar la libertad que tenemos a día de 
hoy a la hora de atacar puntos tan vitales como la cabeza o el cuello, 
en los que históricamente la seguridad en la práctica dependía del 
control de los esgrimidores para prevenir un accidente.
También nuestro conocimiento del cuerpo humano, la biome-
cánica del mismo y la aplicación de sistemas didácticos eicaces, es 
superior a la de tiempos pasados, pero todo esto no compensa las 
diicultades en la investigación, interpretación y práctica del mate-
rial de estudio al que podemos acceder.
Las fuentes de las que bebemos, son en su mayor parte textos es-
critos por Maestros que en vida practicaban y transmitían el arte. Es 
por ello que entre otros problemas nos encontramos los siguientes:
Si los textos son manuscritos como pasa en los más antiguos, se 
necesita la colaboración de un paleógrafo para la transcripción de 
los mismos.
También es común que estén escritos en latín, versiones arcaicas 
del alemán, italiano, etc., por lo que se requiere el trabajo de un lin-
güista para adaptar los escritos a un lenguaje contemporáneo.
Como son textos técnicos, los lingüistas tienen que estar aseso-
rados a su vez por gente que tenga conocimientos previos de estas 
artes marciales, ya que dichos tratados suelen tener un vocabulario 
propio, que de no conocerse, generaría una serie de traducciones 
incorrectas.
Los dibujos y grabados que aparecen en los tratados más tempra-
«NO HEMOS DE IDEALIZAR A LOS 
MAESTROS DE ANTAÑO, YA QUE LOS HABÍA 
BUENOS Y LOS HABÍA MALOS, ADEMÁS DE 
QUE FARSANTES NO FALTABAN —COMO A 
DÍA DE HOY—, ASÍ QUE SIN PODER VERLOS 
EN ACCIÓN IMPARTIENDO UNA CLASE, 
SOLO PODEMOS ESPECULAR 
 SOBRE LA VERACIDAD DE SU ARTE, 
LEYENDO SU TEORÍA»
artes marciales occidentales
agosto/sept 2013 dkkd
nos son a menudo bastante imaginativos, no correspondiéndose a 
posturas o movimientos reales.
Hemos de recordar que el propósito de los tratados no era el au-
toaprendizaje. Una persona que tuviera acceso a los mismos e in-
terés por estudiarlos no era profano en la materia y buscaba en los 
libros una manera de reinar su arte o contrastar sus conocimientos 
y puntos de vista con los de otra escuela o maestro.
De ahí que en pocos escritos (sobre todo en los bajomedievales) 
se muestren las bases biomecánicas como pueden ser los pasos y 
desplazamientos, puesto que era obvio que el lector ya los conocería 
y exponerlos era un desperdicio de papel y de tiempo del autor del 
tratado en cuestión.
En la España del “Siglo de Oro”, hubo un cambio radical en la 
escritura de este tipo de manuales con el desarrollo de la “Verdadera 
Destreza de las armas”, en los que no se da nada por sentado y se 
explican de manera cientíica los más nimios detalles de cada una de 
las acciones que ellos consideran efectivas y por lo tanto verdaderas.
Hay diferencias sustanciales a nivel cultural entre la didáctica 
medieval, la renacentista o la moderna, y todas estas con la actual, 
así que mientras más cercano a nuestros tiempos es el tratado a es-
tudiar, más se diluyen los problemas anteriormente citados, ya que 
poco tiene que ver un tratado del siglo xiv con otro del siglo xvii. 
Sin embargo, y dependiendo de lo que queramos aprender, nos tene-
mos que ir a uno u otro, ya que enel siglo xvii el martillo de lucerna 
no era un arma que se trabajase, así que tendríamos que recurrir a 
un texto del siglo xv para estudiar sus técnicas.
Tampoco hemos de idealizar a los maestros de antaño, ya que los 
había buenos y los había malos, además de que farsantes no faltaban 
—como a día de hoy— así que sin poder verlos en acción impar-
tiendo una clase, solo podemos especular sobre la veracidad de su 
arte, leyendo su teoría. Al tener acceso directo al material de estudio, 
muchos de los académicos que estudiaban los tratados empezaron a 
realizar interpretaciones en vivo de las técnicas que aparecen en los 
mismos, pero al carecer de experiencia marcial previa, los resultados 
de las mismas eran bastante pobres e inexactos a pesar de sus buenas 
intenciones.
Posteriormente y con la difusión de tratados originales y sus 
traducciones mediante editoriales especializadas y como no, por 
internet, el campo evolucionó en un sentido distinto, yendo hacia 
el punto opuesto cuando artistas marciales provenientes de otros 
contextos tomaron dicho material sin contar con un asesoramiento 
histórico adecuado, creando así estilos de combate “neomedievales” 
que poco tienen que ver con esa realidad histórica a la que se quiere 
dar vida.
A día de hoy nos encontramos con un panorama bastante diverso 
donde lamentablemente “todo vale”, ya que al no haber una serie 
de iguras de autoridad cuya maestría venga avalada por una línea 
tradicional establecida, bajo las HEMA o AMTE (Artes Marciales 
Tradicionales Europeas) los diferentes instructores o maestros reali-
zan trabajos dispares de mayor o menor calidad. Afortunadamente 
poco a poco se empieza a vislumbrar alguna línea de trabajo rigu-
rosa y con visos de crear nueva tradición, algunos enfocados a la 
búsqueda y recuperación de un arte marcial, mientras otros siguen 
una línea deportiva.
Según mi opinión personal, creo que es imposible reconstruir un 
arte marcial tal y como era concebido en su tiempo.
Como sistema de combate ha quedado obsoleto desde hace si-
glos, y si no queremos que se convierta en otra actividad deportiva, 
no solo nos hemos de centrar en la parte física de la misma, si no en 
la ilosofía que ampara y la motiva. Información sobre códigos de 
honor y conducta a lo largo de nuestra historia, tenemos más que de 
sobra como para poder en caso de quererlo, implantarlos en uno de 
estos estilos. Sin embargo sería hacer un injerto en un árbol muerto. 
El proceso ha de ser el inverso, trabajar un sistema de combate en 
base a un código de honor y comportamiento.
La única manera de dar sentido y rescatar estas tradiciones es 
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fundamentarlas en un código ético y de conducta, que haga que 
su práctica tenga un sentido que trascienda el propio juego de las 
armas, a partir de ahí la excelencia llegará con los años cuando el 
trabajo de varias generaciones de alumnos los haya convertido en 
maestros.
Puede parecer con mis anteriores palabras, opine que el rescate 
de las artes marciales tradicionales europeas, sea una empresa casi 
imposible. Nada más lejos de la realidad.
El reto que suponen todas las diicultades que presenta la re-
construcción de las mismas es lo que hace interesante esta empre-
sa para la cual, al igual que yo, mucha otra gente ha consagrado 
su vida en recuperar una parte importante de nuestro patrimonio 
cultural e histórico.
Espero que este sea el primero de una serie de artículos donde 
pueda exponer las diferentes líneas de trabajo que realizamos en 
nuestra escuela, además de algún texto divulgativo de carácter his-
tórico donde se expliquen los orígenes de las diferentes tradiciones 
marciales europeas.
También puede parecer que dentro de nuestros estudios de 
recuperación, solamente nos centramos en estilos ligados a un 
arma, sin embargo y debido a la idiosincrasia de estas escuelas, las 
técnicas de lucha a mano vacía, eran modiicadas y usadas con y 
contra armas, por lo tanto un esgrimidor también tenía que cono-
cer técnicas de lucha para poder sobrevivir a un combate. Por esta 
situación —que también se daba en otras tradiciones orientales— 
he omitido hacer demasiadas alusiones a la lucha, pugilato y otras 
variantes de combate sin armas.
El contenido de este artículo ha sido muy general, con la única 
intención de poner en situación a los que desconocían de la exis-
tencia de estos trabajos de estudio y recuperación de los estilos 
marciales de la vieja Europa. Además de esta información intro-
ductoria, he vertido también opiniones personales respecto a la 
situación actual y futura que por supuesto están sujetas a mi per-
cepción de este panorama marcial y, por lo tanto, son subjetivas.
«FUE A PRINCIPIO DE LA DÉCADA DE 
LOS 70 DEL PASADO SIGLO CUANDO, Y 
NUNCA MEJOR DICHO, LOS ESTILOS DE 
COMBATE HISTÓRICOS VOLVIERON 
A SALIR A LA PALESTRA DE LA MANO 
DE LOS PRIMEROS GRUPOS DE 
RECREACIÓN HISTÓRICA»
artes marciales occidentales