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GINECOMASTIA Y MARIHUANA 
C. PÉREZ VITORIA 
(Barcelona} 
La ginecomastia (del griego gynée, aikós, mujer y mastós, mama) 
consiste en el agrandamiento, más o menos acentuado del tejido glan­
dular de la mama en el sexo masculino. Es de observación frecuente, 
pero su significado varía, ampliamente, en relación con las condiciones 
de aparición, pudiendo constituir la única anomalía, configurando la 
ginecomastia primitiva o aislada, o integrar síndromes más complejos, 
o ginecomastia sintomática y que pueden ser primitivamente endocri­
nos o no endocrinos aunque, en todos los casos, la reacción mamaria es 
el producto de una acción hormonatt 
Las causas de la ginecomastia son tan diversas, como numerosas y 
han sido agrupadas, muy acertadamente por PASQUALINI,l de la siguien­
te forma: fisiológica, insuficiencia testicular y estados intersexuales; 
tumores testiculares; endocrinopatías extra testiculares; neumopatías; 
hepatopatías y trastornos metabólicos; afecciones neurológicas; enfer­
medades generales diversas y por hormonas y drogas. 
Esta última etiología, que configura la ginecomastia iatrógena, hace 
treinta años quedaba reducida a estrógenos, testosterona, gonadotropina 
coriónica, digital, vitamina D, desoxicorticosterona e isoniacida. Pero 
posteriormente se amplió con tiroxina, glucocorticoides, esteroides ana­
bólicos, anfetamina y derivados, reserpina, iodo radiactivo, espironolac­
tona, fenotiacinas, meprobamato y clorpromacina. 
Más recientemente un hecho fortuito ha llevado a unos autores a 
establecer relación etiológica entre gínecomastia y marihuana. Fue en el 
Cambridge Hospital, de Cambridge, Massachusetts. Así lo refieren JoHN 
HARMoN y MENELAOS A. ALIAPOULIOS.2 «Tres pacientes afectos de gi­
necomastia, asociada a un excesivo uso de marihuana, han sido recien­
temente observados en el Cambridge Hospital, que está al servicio de 
tantos jóvenes y que tiene un programa antídroga bien definido. La edad 
C. PÉREZ-VITORIA. GlNECOMASTIA Y MARl HUAKA 1357 
de estos jóvenes oscilaba entre 23 y 26 años. Dos de ellos fueron ingre­
sados en el hospital encontrándoseles, desde el punto de vista físico, 
plenamente maduros, con características sexuales secundarias normales 
y ninguna evidencia de retraso puberal. El uso de la marihuana, por los 
pacientes era marcadamente intenso; fumar marihuana constituía, cla­
ramente, la pri ncipal actividad de vida en dos de ellos, con una dura­
ción de seis años, en uno y de tres en otro. Se realizaron exámenes 
clínicos a fondo, incluyendo análisis de diversos tipos, con objeto de 
desechar la posibilidad de que existiera una afección hepática, tumores 
feminizantes testiculares, hipofisarios o suprarrenales, o tomaran o hu­
bieran tomado sustancias capaces de producir ginecomastia - hormo­
nas, digital, fenotiacinas, etc.-. A requerimiento de dos de ellos se 
practicó la ablación mamaria; el examen anatomopatológico demostró 
la existencia de una ginecomastia típica.» 
Según HARMON y ALIAPOULIOS, la ginecomastia que presentaban 
los enfermos la produjo el consumo de cigarrillos de marihuana. Vea­
mos la explicación que sugieren. La marihuana o marijuana (del 
portugués, mariguango; tóxico), que es nombre aplicado por los meji­
canos a la variedad índica de la planta cannabis sativa contiene tres 
principios activos: cannabinol, cannabidiol y tetrahidrocannabinol. De 
ellos, el último es el más importante y químicamente es el delta-9-tetra­
hidrocannabinol, que posee una estructura muy similar al estradiol 
(véase figura), el más potente de los estrógenos naturales. Se trata, pues, 
Estradio~ Delta- 9-Tetrahirlroeannabinol 
(.6'- THC) 
de una sustancia con acción estrógena. El drogadicto, al fumar marihuana 
lo absorbe y si el hábito es continuo, con el tiempo, se inhibe la función 
lt:sticular y se produce la ginecomastia al igual que sucede, en ocasiones, 
en los afectos de cáncer de próstata inoperable, tratados con hormonas 
femeninas. 
En favor de la sugerida etiopatogenia marihíanica de la ginecomastia 
en los tres casos observados por HARMON y ALIAPOULIOS «pueden» 
estar estos hechos recogidos por nosotros de la bibliografía médica. 
1358 ANNALS DE MEDICINA 
En experiencias realizadas por KOLODNY y cols.3 -en la Fundación 
para las Investigaciones de Biología de la Reproducción de Saint-Louis, 
Missouri-, en veinte voluntarios comprendidos entre 18 y 28 años 
de edad a los que se hizo fumar marihuana cuatro días a la semana, 
con un mínimo de seis meses -no tomando ni alcohol ni fumando 
tabaco-, se observó que los valores de testosterona plasmática, dis­
minuían bajo la influencia de la droga; la disminución alcanzó hasta 
el 30 por cie11to respecto a los valores anteriores a la investigación y 
en algunos de los pacientes se acompañó de síntomas de oligosperrnia 
(.35 por ciento) y en dos, de impotencia. A los mismos resultados llega­
ron, expertos "<;le la Universidad de California en cincuenta hombres a 
los que se habfa hecho fumar marihuana por espacio de cinco semanas . 
Sin embargo, existen bastantes argumentos para poner en duda la 
sugerencia de HARMON y ALIAPOULIOS, en la interpretación etiopatogé­
nica de la ginecomastia que observaron en sus enfermos. 
Para empezar recordemos que, desde hace muchos años, en terapéu­
tica clínica se han empleado y se emplean -con fines diversos- bas­
tantes sustancias que poseen una estructura química semejante a los 
estrógenos -hidrocarburos policíclicos con anillos de fenol- que no 
han producido ni producen jamás -ni administradas a dosis elevadas-, 
ginecomastia. 
Comparar la ginecomastia que puede presentarse en los enfermos 
de cáncer de próstata inoperable a los que se administra estrógenos 
-que es una realidad clínica- con la supuesta por fumar marihuana, 
es arriesgado. Lo es porque de las tres partes de que cons ta esta plan­
ta, las hojas -kiffi o kif-, contienen un 20 por ciento del principio 
activo, las flores -grifa, ganja o canka- un 40 por ciento y la resina 
-haschish o haxix-, todavía más. Pero en todas ellas el contenido en 
delta-9-tetrahidrocannabinol es muy escaso; la mejor marihuana con­
tiene únicamente un 4 por ciento. Por consiguiente fumar cigarrillos 
de marihuana no representa una absorción importante de delta-9-tetra­
hidrocannabinol ni aún al cabo de muchos años, y mínima, comparada 
con la cantidad enorme que se administra a los neopláslcos prostáticos. 
En relación con las determinaciones de testosterona plasmática en 
las investigaciones que hemos mencionado, aparte de que consideramos 
que carecen de valor como índice de la función testicular, los resultados 
no han sido confirmados por otros autores. Y así, MENDELSON -el 
psiquiatra director del célebre «estudio Mendelson», KUEHNLE, ELLING­
BOE y BABOR, de la Universidad de Harvard, no observaron descenso 
alguno de los valores de veintisiete pacientes, del Centro de Toxicoma­
nías y Alcoholismo del Hospital McLlean de Belmont, Massachusetts­
a los que se hizo fumar marihuana durante veintiún días. Tampoco 
recientemente, W. HEMBREE, en once fumadores, crónicos de marihuana 
·rr ,,,,. 
C. PÉREZ-VITORIA. GINECOMASTIA Y ~IARIHUAJ'{A 1359 
de 19 a 26 años de edad a los que se hospitalizó durante diez semanas 
y determinó cada tres o cuatro días la testosterona plasmática. 
Carece de valor el hecho de que en la mayoría de drogadictos a la 
marihuana se observe alguna o algunas de estas alteraciones de la 
esfera sexual; disminución de la libido, impotencia, oliogospermía o 
tsterilidad; porque también se pueden presentar en los adictos a la 
mayoría de drogas, sín que se manifieste la gínecomastia. 
Por último, por sí estos argumentos no son suficientes para no acep­
tar la sugerencia de HARMON y ALIAPOULIOS, existen todavía dos más. 
Uno, que hemos consultado a varios psiquiatras que tienen ocasión de 
tratar a drogadictos marihuánicos y ninguno ha observado en ellos 
ginecomastia. Y otro, que un cantante de música ligera -ademásmédi­
co-- que ha actuado durante mucho tiempo en Asia donde ha tenido 
ocasión de ver desnudos en vestuarios y duchas a muchos e importantes 
drogadictos marihuánicos de todas formas -fumar, comer, masticar 
y beber- tan frecuente en aquellas latitudes, en ninguno ha observado 
ginecomastia. 
Sin embargo, consignemos que la observación casual de HARMON 
y ALIAPOULIOS es muy interesante y el llamar la atención sobre ella es 
el principal objetivo de este editorial. En cuanto a la sugerencia etio­
patogénica de la ginecomastia observada en sus enfermos lo prudente 
es aguardar a que los psiquiatras nos digan si observan en sus enfer­
mos drogadictos a la marihuana cualquiera que sea la forma de empleo. 
De ser así, entonces corresponde a los endocrinólogos tomar car tas en 
el asunto. 
BIBLIOGRAFIA 
PASQUALINI, R. Q.: Endocrinología. Sexta edición. Editorial Científico-Médica. Barcelona, 
1973. 
HARMON, J.; Al.IAPOULIOS, M. A.: New Engl. J. Med. 287-936, 1972. 
LAURIE, P.: Las drogas. Alianza EditoriaL Madrid, 1974. 
LAPORTE SALAs, J.: Les drogues, Edicions 62, S. A. Barcelona. 1976. 
KoLODNY, R. MASTERS, W., KoLODNER, R. y ToRo, G.: New Engl. J. Med. 290-871, 1974. 
MENDELSON, J. H.; KuEHNLE, J.; ELLINGnoE, J. y BAnOR, T. F.: New Engl. J. Méd. 291· 
1.051, 1974.