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Salud mental, Psicología y Comunicación participativa Comp: Cecilia Baroni Autores: Agustín Cano – Martina Celiberti- Noelia Correa -Victoria Evia - Mónica Giordano - Belén Itza - Andrés Jiménez- Alicia Migliaro – Fiorella Piazza - Natalia Rodríguez Di Tomaso - Magdalena Rodríguez - Tamara Tábarez. -2015- 1 A los participantes de Radio Vilardevoz y a todos los que se sienten extranjeros en la tierra de los cuerdos... Agradecimientos: Al equipo y a los participantes de Radio Vilardevoz por creer que es posible... 2 INDICE Presentación. Mag. Psic. Cecilia Baroni............................................................................4 Capítulo 1: Producción de conocimiento desde las Maestrías.....................................7 -Notas para una genealogía del manicomio en Uruguay. Lic. Psic. Agustín Cano...........8 -Horizontes Epistemológicos. Lic. Psic. Mónica Giordano y Belen Itza ......................19 -Los Dispositivos Grupales, Radio Vilardevoz y su taller de Producción Radiofónica. Mónica Giordano, Belén Itza..........................................................................................29 Capítulo 2: Producciones desde la Pasantía ...............................................................49 -Cavilaciones de una experiencia en Vilardevoz. Br. Magdalena Rodríguez .................50 -Recorriendo el camino del dispositivo terapéutico de Radio Vilardevoz. Lic. Psic. Fiorella Piazza.................................................................................................................64 Capítulo 3: Producciones desde proyectos de investigación......................................86 -Etnografía en Radio Vilardevoz: representaciones sociales sobre la locura y prácticas de resistencia. Lic. Antrop. Victoria Evia.......................................................................87 -Impactos del dispositivo de Radio Vilardevoz. Equipo de investigación: Noelia Correa, Natalia Rodríguez, Martina Celiberti, Belén Itza, Tamara Tábarez..............................108 -La locura está en el aire? Lic. Psic. Andrés Jiménez....................................................140 Capítulo 4: Nuevos horizontes para seguir contruyendo.........................................170 -Una historia de locos. Aportes de Radio Vilardevoz al desarrollo de la psicología en el campo de la salud mental y al proceso de desmanicomialización en el Uruguay (1997- 2012). Mag. Psic. Cecilia Baroni..................................................................................171 -Integración social de personas con problemáticas en salud mental y efectos terapéuticos en Radios Comunitarias: el caso de Espika FM. Lic. Psic. Mónica Giordano..............202 -Alteraciones y Movimientos. Procesos de incidencia de Radio Vilardevoz en la construcción de un nuevo imaginario social de la locura en Uruguay. Lic. Psic. Maria Belén Itza.......................................................................................................................227 Breve presentación de los autores de los artículos de la presente compilación.............251 3 Presentación La siguiente publicación surge de la necesidad de colectivizar algunas producciones en torno a la problemática de la locura y la salud mental en nuestro país y de las prácticas alternativas que se han ido desarrollando desde el campo de la psicología, de la comunicación participativa y los derechos humanos en el marco del Proyecto Comunicacional y Participativo Radio Vilardevoz. A su vez la misma se enmarca dentro del Programa “Formación y relación de los sujetos con el saber: experiencia, orientación y proyectos de vida” (FEYPRO) del Instituto de Psicología, Educación y Desarrollo Humano coordinado por la Prof. Tit. Mag. Soc. Mabela Ruiz. Dentro de dicho Programa hemos venido desarrollado un grupo de trabajo coordinado por quien suscribe en relación a comprender la relación de los sujetos con el saber en situación de encierro (cárcel y manicomio) y desencierro y su relación con la inclusión social. Esto, implica realizar el esfuerzo por articular prácticas de enseñanza y extensión así como estar en contacto con diversos investigadores e impulsar proyectos de investigación que nos permitan comenzar a armar y profundizar marcos teóricos de referencia para nuestro trabajo así como delimitar nuestro objeto de estudio en relación a las interrogantes que van surgiendo de la propia práctica. Desde un acumulado y diversidad de producciones pretendemos compartir diferentes momentos de la producción de conocimiento en tanto que consideramos que a lo largo de nuestras diversas trayectorias universitarias hemos ido deviniendo, como es el caso de los autores convocados, en docentes, extensionistas, investigadores y profesionales implicados. Es así que, compartimos artículos que emergen de los procesos formativos realizados en: la pasantía para estudiantes avanzados de psicología por Radio Vilardevoz; informes finales de Proyectos de Iniciación a la Investigación; trabajos o proyectos realizados en el marco de la elaboración de Tesis de Maestría y/o Doctorado. Trabajos que nos muestran que producir conocimiento está ligado tanto a la formación de grado, a las prácticas y a procesos de ir integrando prácticas de extensión e investigación desde diversas inscripciones de los que participan en esta publicación. Se aportan así elementos para seguir pensando, en tiempos donde existe consenso en relación a implementat una nueva Ley de Salud Mental en el Uruguay y en la puesta en marcha de un nuevo paradigma donde la producción de dispositivos alternativos, como 4 el que ha llevado Vilardevoz adelante, enseñan que es posible inventar otras formas posibles de abordar las problemáticas presentes en un campo complejo como es el de la Salud Mental. Este libro además, en una época de abandono y olvido del loco como bien señalamos junto con Agustín Cano, pretende dar cuenta cómo es posible instalar dispositivos que den visibilidad a lo invisible, a lo olvidado, a lo callado. Ser una radio, “ponerle una antena a la locura”, como dijera una vez un participante de Vilardevoz, es más que un acto simbólico, es instalar formas de hacer y de pensar lógicas de cuidado y de contención afectiva, alternativas a las existentes, ante tanto desamparo. Dar cuenta de las condiciones de posibilidad de prácticas instituyentes, como las llevadas adelante por este colectivo autogestionado por participantes, egresados, docentes y estudiantes, es producir conocimiento acerca de los procesos y las prácticas de resistencia en experiencias de autogestión como nos muestra Victoria Evia. Por otra parte, el equipo de investigación conformado por Noelia Correa, Natalia Rodríguez, Martina Celiberti, Tamara Tábarez y Belén Itza nos demuestra que es necesario conocer, describir, sistematizar los dispositivos capaces de sostener un proyecto comunicacional y participativo que tiene como objetivos incidir a la vez en el diseño de politicas de inclusión social y de alternativas a nivel del trabajo en el campo de la salud mental. A su vez, poder analizar los impactos que se genera a nivel subjetivo en los que participan en Vilardevoz, es dar luz sobre la importancia que aún tiene para las personas pertenecer a espacios de referencia que devuelvan la importancia del encuentro y del reconocimiento. En ese sentido es pertinente introducirnos en la “función del otro” cuando estamos en el terreno de la “enfermedad mental”. Lugar fundamental a la hora de pensar cómo contribuir a cambiar los imaginarios sociales en torno a locura y la enfermedad tal como lo trabaja Andrés Jiménez al preguntarse si la locura está en el aire. Para terminar, hemos seleccionado tres trabajos de estudiantes que realizaron su prácticapreprofesional en Radio Vilardevoz. Los trabajos de Magdalena Rodríguez, Fiorella Piazza y Alicia Migliaro nos dan muestra de la riqueza de los aportes que se pueden generar desde la Universidad con trabajos que sistematicen concepciones y marcos 5 referenciales para que los propios colectivos puedan seguir pensando y transformándose. Queremos destacar que tod@s l@s autores además, tienen en común, ser universitarios comprometidos con la temática de la autonomía, el cooperativismo, la locura y la lucha de los derechos humanos de los llamados “pacientes psiquiátricos”. También que han demostrado tener capacidad para cuestionar y cuestionarse e ir en busca de aquellas cosas que nos ayuden a comprender qué hacemos, cómo y a qué puede contribuir lo que hacemos, lo que investigamos. Ha sido un honor haberlos convocado para realizar este sueño de mostrar algo de lo realizado, de lo producido, de lo hallado por ellos durante estos años de trabajo intenso. Ellos han sido compañeros de camino y una vez más me llena de orgullo y alegría haber realizado algo juntos. Cecilia Baroni, julio del 2015. 6 Capítulo 1: Producciones desde las Maestrías Notas para una genealogía del manicomio en Uruguay. Lic. Psic. Agustín Cano Horizontes Epistemológicos. Lic. Psic. Mónica Giordano y Belen Itza Los Dispositivos Grupales, Radio Vilardevoz y su taller de Producción Radiofónica. Mónica Giordano, Belén Itza. 7 Notas para una genealogía del manicomio en Uruguay. Lic. Psic. Agustín Cano. 1 “Dime tú: ¿Cuál es mejor? ¿Conciencia de visionario Que mira en el hondo acuario Peces vivos, Fugitivos, Que no se pueden pescar, O esa maldita faena De ir arrojando a la arena, Muertos, los peces del mar?” Antonio Machado Presentación: El presente trabajo fue realizado a partir de fragmentos del proyecto “Costruzione partecipativa di una proposta di cooperativa di abitazione per persone internate presso gli istituti psichiatrici di Montevideo” (Tesis de graduación del Master en “Costruzione e gestione dei progetti nel sociale”, LUMSA –Università, Roma, 2007). Como lo dice el título, se trata de algunas notas dispersas acerca del proceso histórico del manicomio en Uruguay. La realización de un trabajo profundo y sistemático de genealogía del tratamiento que históricamente la sociedad uruguaya ha dado a su locura y sus locos, es una cuenta pendiente en la comunidad académica nacional, particularmente necesaria en el actual contexto de transformación del sistema de salud mental en nuestro país. La Salud Mental en Uruguay: situación actual y proceso histórico. El sistema de salud mental del Uruguay no ha logrado aún superar el peso que en él tiene el modelo de institucionalización en manicomios de las personas con sufrimientos psíquicos caracterizados como problemas de salud mental. Este modelo genera cronificación de los cuadros psicopatológicos, violencias múltiples tanto para las personas internadas como para los trabajadores de estos centros hospitalarios, marginación social de las personas internadas así como graves violaciones a sus derechos humanos, tal cual ha sido demostrado por estudios de organismos de derechos humanos nacionales y extranjeros2. 1 Este trabajo fue realizado en el 2008. 2 Ver por ejemplo el informe de Mental Disability Rights International: “Human rigths and mental health Uruguay (Washington DC, 1995) o el Documento de la Comision Asesora Técnica Permanente del 8 Actualmente en Uruguay hay unas mil personas internadas en instituciones psiquiátricas, una cifra que equivale a tres personas cada diez mil habitantes.3 Casi novecientas personas están internadas en las llamadas “Colonias de Alienados” (“Colonia Etchepare” y “Colonia Santin Carlos Rossi”) ubicadas en un espacio de 372 hectáreas a 70 kilómetros de Montevideo. Más de cien personas están internadas en el Hospital “Vilardebó”, histórico manicomio de la ciudad que ha sido reestructurado y actualmente es sobre todo un hospital para internaciones breves para pacientes en episodios agudos. No obstante ser muy alta, esta cifra representa el mínimo histórico desde que existen registros. En 1950, por ejemplo, la cantidad de personas internadas en manicomios eran 18 de cada diez mil habitantes (una cifra que se encuentra entre las más altas de la época: en 1950 Uruguay no solamente era campeón del mundo en fútbol). A partir de entonces, la población manicomial uruguaya ha decrecido considerablemente hasta alcanzar las cifras actuales en el año 2000. – Evolución de la población manicomial del Uruguay 1879-2005 (0/ooo)4 Las causas de esta pronunciada disminución de la población manicomial ocurrida en los últimos 40 años son numerosas. En primer término se debe considerar que esta misma tendencia se ha registrado más o menos en el mismo período en casi todos los países en Programa Nacional de Salud Mental: “Salud Mental en la emergencia social y en el nuevo modelo asistencial. Documento Programático” (Montevideo, 2005). 3Esta cifra no incluye a personas internadas en el Hospital “Piñeiro del Campo” (de personas ancianas), ni a las internadas en las llamadas “Casas de Salud” de gestión privada, donde se presume se encuentran internadas al menos otras mil personas más. 4 Gráfica elaborada en base a datos extraídos de: Ginés, A; Porciuncula, H; Arduino, M (2005); “El Plan de Salud Mental veinte años después”, en: Revista de Psiquiatría del Uruguay, Vol. 69, 2, Montevideo, diciembre 2005. En la actualidad, las cifras constatadas para 2005 no han variado sustancialmente. 9 1879 1890 1910 1950 1960 1970 1980 1992 2000 2005 0 2 4 6 8 10 12 14 16 18 20 que existían grandes manicomios. Fue en la Europa de la posguerra, en el contexto histórico de la reconstrucción de los países destruidos por el conflicto bélico, cuando nacieron las primeras experiencias alternativas al manicomio, así como las primeras construcciones teóricas sobre estas experiencias. Entre las transformaciones propias de este período cabe mencionar las experiencias de las Comunidades Terapéuticas en Inglaterra, la experiencia francesa inaugurada luego de la apertura del manicomio de Saint-Albain, y la experiencia italiana de Ancona, que a pesar de ser interrumpida en aquel momento, constituye un antecedente (incluso anterior a Gorizia y Trieste) del movimiento de renovación que, bajo el impulso del grupo de Franco Basaglia, algunos años más tarde logró la aprobación de la histórica Ley 180/1978 que abolió los manicomios en Italia.5 Esta tendencia internacional se manifiesta en Uruguay algo tardíamente, y de modo singular. Para comprenderlo, es necesario analizar el contexto histórico social en que se dieron los procesos de crecimiento y disminución del encierro manicomial en Uruguay. Si se analiza la línea de mayor crecimiento de la población manicomial uruguaya (del año 1879 al 1950) se puede observar que la misma coincide con el período que José Pedro Barrán llamó “período de 'disciplinamento” de la sociedad uruguaya, describiendo con este término la profunda transformación cultural ocurrida como parte del proceso general de modernización económica y político-institucional del país (Barrán, 1992). La creación de los manicomios más grandes del Uruguay coincide de hecho con la universalización del acceso a la educación primaria. Paralelamente, el debate universitario entre espiritualistas y positivistas se resuelve a favor de estos últimos, y la Universidad comienza a dejar atrás su viejo ordenamiento y comienza a desarrollar la investigación científica y las profesiones modernas. El término “disciplinamento”, como punto de inflexión en la historia de la sensibilidad en el Uruguay, describe entonces un complejo proceso de transformaciones culturales, éticas ysubjetivas, que entre otras cosas implicó la institución de la razón como 5 Junto a estas experiencias se fue consolidando un nuevo sentido común en cuanto a la atención en salud mental, que también se expresaría en la Conferencia de Alma Ata en 1978, en los movimientos de “Antipsiquiatría” y “Psiquiatría Democrática” de los años '70, y más cercano en el tiempo, en la Resolución 46/119 de las Naciones Unidas en 1991. 10 fundamento del sujeto político naciente (el ciudadano) y como necesidad del nuevo esquema económico-productivo (obreros calificados capaces de responder a las necesidades de la industrialización de la economía). En el contexto histórico de institución de la razón como fundamento del nuevo orden social la locura no tiene espacio: ésta significa el cuestionamiento del nuevo orden de las cosas. La locura será entonces peligro y amenaza, y será encerrada. Este es el punto de partida del nacimiento, desarrollo y auge del manicomio en Uruguay, y será con el agotamiento de este período que comenzará la progresiva disminución de la población manicomial: en Uruguay, como en todas partes, la función “médica” del manicomio vehiculizó su función política histórica. Cuando la institución manicomial comenzó a fracasar en la respuesta al encargo por el cual fue creada, se activó el proceso de reconfiguración de las instituciones totales, donde el encierro sistemático fue perdiendo terreno frente a otros mecanismos de disciplinamiento, control y modelación social. Retomando el análisis de la evolución histórica de la población manicomial uruguaya, es importante considerar que su disminución se ve fuertemente acelerada en los años 90', cuando arriba a una media de decrecimiento del 6% anual, casi triplicando la media de 2,5% de los precedentes 25 años. Durante la década del '90 las puertas del manicomio parecen abrirse con mucha facilidad. Este período, en que la media de decrecimiento de la población manicomial se ve fuertemente asentuada ,coincide con un período en el cual se opera a nivel latinoamericano una fuerte re-organización institucional del Estado mediante reformas promovidas por organismos multilaterales de crédito como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Así, en el marco de las concepciones y transformaciones implusadas por dichos organismos, el manicomio es también resignificado, y pasa a concebirse como un establecimiento “pesado” cuyo costo económico es demasiado alto para el Estado. En este contexto comienza a aplicarse la política de “rápido egreso” de los pacientes de las instituciones psiquiátricas, fercuentemente de la mano de una retórica progresista de crítica al manicomio como institución represiva. Sin embargo, esta política no fue acompañada por el desarrollo de estructuras y equipos de salud mental a nivel territorial, ni por suficientes programas de asistencia y prevención capaces de acompañar y favorecer el proceso de reinserción social de las personas internadas. En síntesis, en este período se abren las puertas del 11 manicomio sin generar una alternativa terapéutica y social a la reclusión manicomial. Las consecuencias de este hecho son graves: la disminución de la población manicomial ha significado demasiado a menudo la reproducción del mismo modelo de exclusión y abandono, ahora fuera del manicomio. El resultado es que en la actualidad se ha arribado a un índice de 50% de reingreso anual en el Hospital Vilardebó, al tiempo que también ha aumentado el número de pacientes psiquiátricos en situación de calle. La investigadora Alicia Stolkiner ha estudiado la presencia de este fenómeno en diferentes países de América Latina, vinculándolo al aumento de la marginalidad social y a las ya mencionadas transformaciones en las instituciones del Estado. Según Stolkiner: Es en este contexto que el establecimiento manicomial resulta insuficiente en sus objetivos de origen: dar un lugar definido al "no trabajo". La marginalidad desborda sus posibilidades. Si el manicomio cumplió la función de recordar a la sociedad que había un lugar de contención a la locura, la diversidad y la marginalidad; si legitimó la negación de los más elementales derechos para quienes fueran recluidos en él, si el amparo de la institución psiquiátrica permitió formas de represión agresivas que no herían la sensibilidad social (...) puede decirse crudamente que los asentamientos humanos irregulares son los manicomios el la época. El lugar de los marginados, de los excluidos. Allí, y al desamparo de las calles, serán devueltos los internos. (...) El dispositivo manicomial quizás se independiza de su establecimiento y se traslada al conjunto de la sociedad con respuestas técnico-disciplinarias y represivas" (Stolkiner, 1994). En resumen, a cuenta de una suerte de historia de la salud mental en Uruguay, se podría aventurar la existencia de al menos dos períodos históricos claramente distinguibles en cuanto al tratamiento que la sociedad uruguaya ha dado a su locura y a sus locos durante el siglo XX6: 6 Es necesario complementar este esquema con una suerte de “prehistoria” del manicomio en Uruguay, caracterizada por la transición de un dominio de la Iglesia sobre las instituciones que conformaban algo así como “proto-manicomios”, hacia -proceso de secularización mediante- un dominio estatal y médico del campo. Esta “prehistoria” manicomial, está caracterizada por una fuerte crueldad y aplicación de violencias físicas sistemáticas a los internos. Al describir estas instituciones José Pedro Barrán apunta: “El método seguido era 'el del palo'; los sirvientes daban tales 'trenzazos' a los locos que con frecuencia les fracturaban algún miembro; el jardinero, al loco que hacía trabajar como ayudante, 'lo ataba de los testículos, suspendiéndolo, colgándolo de los árboles y sumergiéndolo en un 12 a) Un primer período que podría llamarse “de encierro del loco”, el cual coincide con el período histórico que va de la época del “disciplinamento” hasta el comienzo de la crisis del Estado de Bienetar (1879-1959). b) Un segundo período que podría nombrarse como “de abandono del loco”, que se inicia a partir de la crisis del Estado de Bienestar y llega, a grandes rasgos, hasta la actualidad.7 Naturalmente, estos dos períodos no son lineales, puros, ni siquiera exactamente secuenciales, pero de todos modos sirven para describir dos tipos de respuesta claramente diferenciables que constituyeron respuestas hegemónicas en diferentes contextos históricos. a) La época “de encierro del loco” significó una época de violencia social y psiquiátrica sobre un gran número de personas. Pero más allá del numero de personas internadas, lo que interesa pensar de este período es el hecho de que su misión manifiesta era la de “rehabilitar”, la de “recuperar” a la persona loca para la civilización (sociedad de ciudadanos) y para el esquema económico productivo naciente. Es cierto que el manicomio significó en esta época (y en todas las épocas) un instrumento de disciplinamiento (en el sentido foucaultiano del término), pero al mismo tiempo en este período el Estado se hacía cargo del “cuidado” del loco: la reclusión era al mismo tiempo disciplinamiento, control social y cuidado, violencia y contención. estanque'. El panorama se completaba con la existencia de dos piezas con pavimento de granito destinada a los furiosos. En una de ellas había un cepo con 6 agujeros para 3 enfermos y en la otra una de 10 agujeros para 5. Los cepos estaban separados de la pared lo suficiente para dar lugar a entrar y sacar los excrementos. Las personas se llagaban a los pocos días. Hubo personasque permanecieron en los cepos hasta 8 años” (Barrán, 1992). Y analiza más adelante Barrán: hay una “identidad de los procesos mentales y sensibles en los locos y sus cuidadores. Violencia y hasta fiesta se alternaban, siendo probablemente mayor la cuota de la primera. Al loco se lo trataba como a un inferior, pero no se le juzgaba desde la Ciencia, como se hizo en el Novecientos” (Barrán, 1992). Con el logro de la hegemonía médica en el control de estas instituciones fruto del avance del proceso de “medicalización de la sociedad” y secularización del Estado, estos “proto-manicomios” dan lugar al manicomio como lugar de cuidado y cura de los locos, que en el presente análisis llamamos la “época de encierro del loco”. 7 En los últimos años, y con particular intensidad en la actualidad, asistimos a un contexto en el cual desde el Ministerio de Salud Pública y la Administración de Servicios de Salud del Estado se busca avanzar en la reforma del sistema de Salud Mental, activando diferentes iniciativas a nivel legal y organizacional, con el objetivo de abordar los problemas existentes a nivel de cobertura, financiamiento, accesibilidad y modelo de atención. Es aún prematuro realizar un análisis del contenido y alcance efectivo de estas transformaciones en curso, y mucho menos su impacto, como para determinar si logran constituir en los hechos concretos un cambio de modelo superador del encierro y el abandono. En el capítulo final de este trabajo se realiza un breve análisis sobre las perspectivas al respecto. 13 Si se observan las condiciones de los manicomios uruguayos de entonces se puede apreciar una calidad edilicia y logística que hoy parece inconcebible. El manicomio era el lugar del “no trabajo”, pero con la misión de recuperar a la persona para el trabajo. Dentro de las instituciones psiquiátricas había huertas, talleres de carpintería, de talabartería, espacios para hacer deporte, y hasta que la dictadura militar uruguaya lo destruyera, el Hospital “Vilardebó” tuvo incluso un quirófano dotado de tecnología avanzada y un teatro en excelentes condiciones. Esta reseña está lejos de constituir una suerte de “tributo al manicomio” o “nostalgia manicomial”. El manicomio ha sido siempre algo terrible, pero es importante comprender el cambio de sus diferentes significados históricos ya que es en estas transformaciones en que se encuentra la clave de análisis de la realidad actual sobre la que se pretende actuar. b) El período “de abandono del loco” es en cambio un período aún más contradictorio y difícil de comprender, ya que frecuentemente la idea de intensificar la salida de las personas internadas del manicomio luego de muchos años de institucionalización y sin una propuesta de reinserción social y laboral ha sido sostenida, como fue dicho, desde un aggiornamiento discursivo y una retórica progresista. Es importante entonces confrontar los discursos con las prácticas y observar qué cosa ha sucedido en general, y lo que en general ha sucedido en los últimos años es el aumento de los pacientes psiquiátricos en situación de calle y el deterioro de las condiciones edilicias y de atención de las instituciones psiquiátricas.8 Es éste el núcleo de problematicidad central a considerar: mientras la época “de encierro del loco” se proponía la rehabilitación de la persona internada, la época “del abandono” se propone eliminar las crisis agudas mediante la intervención psicofarmacológica. En la época “del encierro” el loco es alguien a “recuperar”, el Estado se debe ocupar de su locura y transformarlo en “ciudadano”, esto es, alguien capaz de comprender sus derechos y deberes y de trabajar. En la época “del abandono” 8 Este juicio, válido para la generalidad del fenómeno que se analiza, corre los riesgos de toda generalización, por lo que pudiera empañar, omitir o relativizar las numerosas y valiosísimas experiencias de trabajo con pacientes psiquiátricos que en el mismo período han surgido o se han consolidado. Estas experiencias surgieron inicialmente al calor del esfuerzo creativo de equipos y espacios de la Universidad, de algunas ONG, intendencias municipales y de entidades nucleadas en el Programa Nacional de Salud Mental, y algunas han sido en los últimos años apoyadas a nivel gubernamental. No obstante, la profundidad de las acciones de gobierno aún está lejos de generalizar una alternativa al modelo existente capaz de incidir estructuralmente en la situación planteada. Asimismo, cabe mencionar que en los últimos años se han realizados mejoras en las condiciones edilicias, pero las mismas no han alcanzado a todas las instituciones, o a todas las secciones de todas las instituciones. 14 el loco es en cambio un costo demasiado alto para el Estado, es el mercado en tanto regulador natural de la vida social y de toda actividad humana quien deberá encargarse también de la cuestión de la salud, y entonces el loco será abandonado en las calles y los cantegriles. La época “del encierro del loco” era encierro y contención. La época “del abandono” es solamente abandono, sálvese quien pueda. Habiendo analizado cómo la población manicomial uruguaya ha disminuido hasta arribar a su mínimo histórico, se debe observar ahora el hecho de que desde el año 2000 hasta la actualidad esta tendencia a la disminución se ha detenido y la tasa se ha mantenido estable en torno a la cifra de tres personas cada diez mil habitantes. Parecería que la disminución de la población manicomial arribó hasta el encuentro de un nuevo equilibrio pautado por la readecuación de la institución manicomial. En este equilibrio el número de internados difícilmente podría disminuir (fruto de la dinámica de reingreso permanente a falta de una inserción social de la persona que egresa del manicomio) ni aumentar (dada la política de atención de episodios agudos y rápido egreso, disminución del numero de camas de internación, así como algunas iniciativas de reinserción exitosas). Perspectivas: Thomas Szasz dijo una vez que El principio vital para el animal predador que habita en la selva es matar o ser muerto. Para el predador humano que habita en la ciudad este principio es estigmatizar o ser estigmatizado. La supervivencia del hombre depende del lugar que ocupa en la sociedad, es por esto que debe mantenerse a si mismo como miembro aceptado del grupo. Si no logra hacerlo, si en cambio permite ser clasificado en el rol de la víctima propiciatoria será expulsado del orden social y será etiquetado. Hemos ya visto cómo ha sido aplicada esta norma en el Medioevo, la Edad de la Fe, y cómo se aplica en el mundo moderno, la Edad de la Terapia (Szasz, 2006). El manicomio es ante todo una relación social. La lógica manicomial no desaparece con la desaparición del manicomio. De algún modo, desmanicomializar implica fundamentalmente concebir modelos de convivencia superadores del “canibalismo simbólico”. Es posible que “las víctimas propiciatorias” en la actualidad se estén 15 trasladando hacia los jóvenes pobres clasificados-estigmatizados-hiperintervenidos y encerrados como “menores infractores”. La lucha anti-manicomial debería ser una lucha contra la lógica manicomial, allí donde ésta encuentre terreno propicio para fijarse, nacer y recrearse. Esto debiera ser una premisa orientadora de las perspectivas teórico-técnicas de los movimientos de desmanicomialización, de las psicologías a nivel comunitario, de las políticas de salud mental, y de la formación de los trabajadores de la salud. Asistimos en la actualidad a un fermental momento de transformación del sistema de salud uruguayo, y en particular del sistema de salud mental. La profundidad, alcance, y poder instituyente de estas transformacionesestá aún por verse. ¿Podrán estas transformaciones afectar no solamente los planos del financiamiento y la cobertura y transformar también el modelo de atención? ¿Podrán superar la mera descentralización de estructuras y afectar también los modelos terapéuticos en juego?(Bianchi, Cano, Evia, Rodriguez, 2010). ¿Podrán sentar las bases de una alternativa concreta al encierro y al abandono? En cualquier caso, será fundamental en ese proceso la capacidad organizativa, de movilización y propuesta de los colectivos comprometidos con la generación de alternativas políticas, académicas y terapéuticas al modelo asilar. En la medida en que estos colectivos logren configurar un movimiento con potencia instituyente, en el interior de sus prácticas por cierto, pero también con aspiraciones de generalización y movilización, estará la posibilidad de llevar las reformas en curso más allá del plano legislativo. Franco Basaglia (2005) dijo una vez: “en el fondo, nosotros sólo representamos un momento de enlace entre lo que está a punto de desaparecer y lo que todavía tiene que nacer”. La realización de una genealogía del proceso histórico del manicomio y la salud mental en Uruguay, es una tarea necesaria para contribuir a comprender el presente, relativizar sus verdades naturalizadas, y forjar aquello que “todavía tiene que nacer”. 16 Bibliografía Barrán, JP (1992); “Historia de la sensibilidad en el Uruguay”, Banda Oriental, Montevideo. Barrán, JP (1992); “Medicina y sociedad en el Uruguay del Novecientos”, Banda Oriental, Montevideo. Basaglia, F (2005); “L'utopia della realtà”, Einaudi, Torino. Bianchi, D; Cano, A; Evia, V; Rodriguez, N (2010) Proyecto de investigación “Inclusión social y Salud Mental. Análisis de las condiciones de accesibilidad a los servicios de Salud Mental en el caso del Centro de Salud de Jardines del Hipódromo”, Comisión Sectorial de Investigación Científica, Universidad de la República. Cano, A (2007); “Costruzione partecipativa di una proposta di cooperativa di abitazione per persone internate presso gli istituti psichiatrici di Montevideo”, Tesis de graduación Master en “Costruzione e gestione dei progetti nel sociale”, LUMSA –Università, Roma. Comision Asesora Técnica Permanente del Programa Nacional de Salud Mental (2005); “Salud Mental en la emergencia social y en el nuevo modelo asistencial”, Documento Programático 2005. De León, N; Bibbó, L; Cano, A; Colina, A; Davyt, F; Rial, V (2003); “Condiciones de vida y redes de pacientes psiquiátricos en situación de calle”, en: “VI Jornadas de Psi- cología Universitaria”, Editorial Psicolibros, Montevideo. Fouclault, M (1992); “Historia de la locura en la Época Clásica”, TI y TII, Fondo de Cultura Econòmica, Mexico. Ginés, A (1998); “Desarrollo y ocaso del asilo mental en el Uruguay”, Revista de Psi- quiatría del Uruguay, Vol.62, No 2, octubre 1998. 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Esta afirmación no busca desconocer a aquellas teorías que efectivamente cuestionan este modo, y se proponen pensar desde la complejidad de lo humano. Más aún, la posmodernidad, el neoliberalismo nos proponen una ética de la indiferencia, que muchas veces se parece a aquella neutralidad positivista. Así pues, la ciencia es mucho más semejante al mito de lo que cualquier filosofía científica está dispuesta a reconocer. La ciencia constituye una de las muchas formas de pensamiento desarrolladas por el hombre, pero no necesariamente la mejor. Es una forma de pensamiento conspicua, estrepitosa e insolente, pero sólo intrínsecamente superior a las demás para aquellos que ya han decidido en favor de cierta ideología, o que la han aceptado sin haber examinado sus ventajas y sus límites. (Feyerabend, 1986) Feyerabend (1986) plantea aquí una fuerte crítica a la ciencia que se atribuye un valor de verdad y que desde ahí opera. En este sentido, entendemos fundamental analizar su dimensión política. No sólo política entendida como posicionamiento frente a las condiciones de existencia, sino también como los modos que los seres humanos inventan y proponen a partir de sus teorías. La ciencia como praxis, como actividad humana que, en un intento de comprender y transformar el mundo, desarrolla un modo particular de saber que también lo modifica. Este posicionamiento determina también el modo en que se concibe al intelectual, o al profesional Psi más específicamente. La selección de los autores está centrada en ese recorte. Preguntarnos por los modos en que la Ciencia se ha relacionado con el Estado y con el Mercado es una pregunta profundamente política. La producción de conocimiento para gobernar, o para vender, es una práctica a la que hoy asistimos. El mercado del conocimiento asume la misma lógica, colocando a los intelectuales como productores de conocimiento como cosas – que se cambian por créditos, galones, que ascienden en un mundo cada vez más alejado de lo que se propone conocer. Se desconoce el saber popular, el saber de los movimientos, se habla e interviene sobre ellos, nunca con ellos. Seguro esta es una visión bastante pesimista del asunto, también existen experiencias alternativas que desafían y cuestionan estás lógicas. Que conciben un otro modo de hacer ciencia, de construcción colectiva de conocimiento, de democratización del mismo. Ahí estamos, y es desde donde venimos pensando el Proyecto Comunicacional Participativo Radio Vilardevoz. Una radio que desde 1997 funciona en el Hospital Vilardebó, cuestionando en el centro mismo de la Institución Psiquiátrica las prácticas manicomiales y de encierro. Vilardevoz tiene una doble implicación: universitaria y movimientista. Es en esta articulación de saberes desde donde nos interesa pensar nuestra práctica. Desde el saber como movimiento: reconociendo el saber–hacer en colectivo, la potencia del rescate de lo político. Asumiendo nuestro lugar como universitarios en la reflexión de la práctica, sistematización de la misma y producción de saberes. Aquí presentamos algunas posturas éticas que hemos asumido en la práctica, y que entendemos que en el plano académico deben poder traducirse o pensarse en planteos epistemológicos. Dice Bourdieu (1999): “Recíprocamente, los conflictos epistemológicos son siempre, inseparablemente, conflictos políticos: así una investigación sobre el poder del campo científico podría perfectamente incluir sólo cuestiones de índole epistemológica”. (p. 78) Es por esto que nos proponemos presentar las articulaciones entre la constitución del campo de la salud mental y los saberes de los movimientos sociales, visibilizando las condiciones de enunciación de nuestra práctica y aportando a la construcción de modos alternativos de concebir la producción científica. Nos interesa destacar también la perspectiva constructivista que nos permite remitirnos a las epistemologíasplantadas a comienzos del siglo XX y que al decir de Rasner (2010): (…) desde esta perspectiva, todo saber es ya un hacer. Esto es, se aprende y se conoce para transformar la realidad y en esta medida la inclusión del sujeto en el proceso de producción de conocimiento no sólo es inevitable sino que incluso es deseable, puesto que no se explica un querer hacer si no hay volición detrás –y todo lo que la volición envuelve y por su intermedio todo aquello que se muestra u oculta-; y la volición es, desde luego, inseparable de un sujeto históricamente situado. Por tanto se conoce para transformar, no para contemplar lo que Es o detectar relaciones estables y absolutas; y esa transformación obedece a propósitos muy humanos, y el producto lo será igualmente”. (p. 56) Producción de subjetividad Sin duda que el pensamiento de Guattari es revolucionario en el campo de la psicología, ya que instala los devenires de la subjetividad en el centro de su teoría. Los medios masivos de comunicación tienen un lugar central en los procesos de construcción de subjetividad, así como en la modelización del deseo, en el marco del Capitalismo Mundial Integrado que este autor presenta. Asimismo en su propuesta postula nuevos modos de entender el quehacer científico, que entendemos también pertinentes a la hora de pensar los criterios epistemológicos de nuestro trabajo. Tomaremos para este desarrollo el libro “El Devenir de la subjetividad”. En el mismo se recopilan una serie de conferencias que Guattari realizó en Chile en 1991, lo que le imprime una especial preocupación en relación a Latinoamérica y los movimientos sociales de este lugar del mundo. El Capitalismo Mundial Integrado supone una reconceptualización en la que se cuestiona la tradicional división entre infraestructura económica y superestructura ideológica, postulando la producción de subjetividad como uno de los objetivos mismos de este sistema. En este sentido es que define dos ejes de producción de subjetividad capitalística, el de los diseños colectivos y el de los medios de comunicación de masas tomados en un sentido amplio. Con los diseños colectivos refiere a las instituciones y espacios colectivos que más allá de existir con una función específica, son los espacios en los que se genera la vida, y en tanto esto, lugares privilegiados de producción de subjetividad. Los medios masivos de comunicación son grandes dispositivos de producción de subjetividad, serializada y homogénea, en la que se resaltan los valores capitalistas, creando una realidad que niega la diversidad y la diferencia. Quedan excluidos de estas pantallas, las voces de quienes no poseen los medios económicos para acceder a ellas, construyendo además una imagen negativa de estos sectores. También Guattari (1991) incluye en esta lógica los desarrollos tecnológicos, la telemática, que junto a otros autores como Virilio nos sugieren pensarnos en otras condiciones de tiempo espacio, y también en otros modos de entender lo humano. El autor encuentra en estos desarrollos, la posibilidad de construir otros territorios existenciales. Guattari (1991) realiza una propuesta ecosófica, que nos importa aquí en tanto propone otro modo de pensar lo científico. En una concepción más amplia en el que se re plantea un modo complejo de entender la realidad y al sujeto, realiza una crítica al modo en que se ha organizado el conocimiento científico, generando disciplinas estancas que territorializan los espacios de saber. La propuesta supone la conexión múltiple de lo social, lo poético, lo político, lo singular, proponiendo una concepción maquínica en la que todos estos planos no se encuentran separados, sino que más bien se actualizan de algún u otro modo en las formaciones subjetivas. (...) si se tiene una visión demasiado reducida, mecanicista de la máquina, se obtendrá una concepción ecológica de carácter científico, positivista, racionalista reductivista exclusivamente. Será muy problemático hacer un puente entre la ecología científica y la ecología política, por ejemplo. Pero si en el corazón del objeto ecológico introducimos problemáticas ecosistémicas, no sólo de la vida social, sino también del arte, de los universos incorporales matemáticos, introduciremos dimensiones personales, dimensiones del inconsciente, de la subjetividad y, más importante aún, dimensiones que yo llamaría ético políticas. Porque finalmente, lo que caracteriza para mí este tipo de máquina ecosófica es que no se trata sólo de una materia concreta, sistémica, sino también moral y política” (Guattari, 1991, p.43) El trabajo del científico debe tender a asemejarse al de un artista, por el modo en que creativamente lee y opera en estas conexiones, generando otros territorios existenciales. En lugar del Intelectual con mayúscula, creo en el desarrollo de dispositivos intelectuales colectivos. La intelectualidad y la sensibilidad se desarrollan siempre más en el cuerpo social. Están llamados a tener un lugar cada vez más importante. El tiempo del intelectual - faro y del intelectual orgánico ya pasó, y está muy bien que sea así. Ahora vendrá el tiempo de la intelectualidad experimentadora, creadora, que tiene influencia por su eficacia real. (Guattari, 1991, p.68) La Salud Mental como campo de problemas En la segunda mitad del S XX comienzan a sucederse diversas experiencias que cuestionan el modelo asilar, y se instala la concepción de que la salud mental no es ya un problema estrictamente biológico intrapsíquico sino que tiene connotaciones políticas y sociológicas. Ya no se habla en términos médicos de enfermedad, se habla en términos sociológicos o en categorías políticas de comunidad, de democratización, de participación social, de gestión social, etc. En todo este movimiento se reafirma un reconocimiento acerca de que el problema del manicomio es social y político, de derechos y de ciudadanía, no es un problema intrapsiquiátrico, por lo cual se debe resolver desde afuera de la psiquiatría. Galende (1990, p.155) Dentro de las experiencias antes mencionadas encontramos a la comunidad terapéutica y la Psicoterapia Institucional como corrientes que se dan en un contexto de pos guerra (Amarante, 2009). Esta guerra deja a Europa en una situación socio económica devastada que también afecta a los hospitales, que no dan a basto con los heridos de guerra, existen carencias en el personal que pueda atender a las personas internadas. Se comienza entonces a utilizar a los propios pacientes para el cuidado de otros, resultando de esto una experiencia terapéuticamente positiva. La comunidad terapéutica con Jones como su referente profundiza esta experiencia, proponiendo el cambio de relaciones verticales por otras que adopten la horizontalidad como forma, profundizando el potencial terapéutico del Hospital. En el mismo sentido, Tosquelles en Francia desarrollaba la experiencia de Psicoterapia Institucional, aportando además la noción de acogimiento como la importancia de la institución y los equipos de trabajo en la construcción de soporte y estructura para los pacientes (Amarante, 2009). Otra de las corrientes que se enmarcan en la tradición de la reforma psiquiátrica es la Psiquiatría de Sector también conocida como Salud Mental Comunitaria (Amarante, 2009). De esta corriente se destaca la aparición por primera vez de la noción de regionalización de los servicios de salud. Esto de alguna forma comienza a cuestionar el encierro como una única medida posible, y se desarrollan centros que apelan a que el individuo pueda ser atendido en una zona próxima al lugar en el que vive. También aporta la noción de equipo de trabajo, como un espacio en el que deben intervenir diferentes disciplinasy no solo la psiquiatría. Asimismo se propone que este mismo equipo debe ser referente para la personas antes durante y después de la internación (Amarante, 2009) La antipsiquiatría aparece como movimiento que cuestiona fuertemente no solo el Hospital como herramienta terapéutica sino también al orden psiquiátrico y el poder que ejerce sobre la población a la que trata, y sobre el resto de la sociedad produciendo sentidos que mantengan a la locura estigmatizada y medicalizen a la sociedad en la solución de sus problemas fundamentales (Amarante, 2009). Se desarrolla en los años 60 siendo sus referentes Lain, Cooper y Basaglia. Ellos cuestionan la concepción parcializada que se tiene hasta el momento de la enfermedad, arguyendo que no se considera a la integralidad del sujeto y se niega el sufrimiento, intentando acallar con medicación y otros tratamientos. Se plantea una concepción relacional de la enfermedad, esto es que tanto las causas como la cura de la misma se encuentran en el medio que el sujeto habita, devolviendo de alguna forma la locura a su medio, que había sido aislada desde el alienismo pineliano. El lugar del terapeuta sería poder acompañar este sufrimiento y cuidarlos muchas veces de la violencia psiquiátrica en el tratamiento. (Amarante, 2009) Su crítica va mucho más allá de la crítica al modelo asistencial, ya que entienden lo manicomial como un sentido socialmente dominante que pretende encerrar y ocultar aquello que molesta. Por lo cual la transformación debe ser más allá de las estructuras asilares, una revolución de conciencia. Todas estas experiencias dieron cimientos a posteriores políticas, u orientaciones de políticas que tendieron a la integración comunitaria del sujeto como forma de abordaje, así como a la tendencia de la eliminación de los hospitales psiquiátricos (Galende, 1990). Aún así, estas prácticas conviven con un poder psiquiátrico que no resigna al desarrollo de sus prácticas asilares. Con esta breve reseña intentamos identificar las diferentes posturas epistemológicas que ha asumido la psicología en su intento de configurarse como una disciplina autónoma, posicionamientos que aún hoy diagraman y transversalizan nuestras prácticas. En este recorrido profundizamos en el campo de la salud mental, como un campo de disputa tanto de la Psicología clásica como de la Medicina, frente a la emergencia de nuevas formas de construir conocimiento. No es ingenuo el relato concreto de experiencias, ya que entendemos que desde ahí se plantea la generación de un conocimiento científico profundamente ligado a las realidades histórico sociales. Los saberes populares y las construcciones en los márgenes Como postura epistemológica nos interesa rescatar los saberes de la práctica del movimiento popular. Aquello que Tapia (2011) define como Subsuelo Político: (...) la superficie de la sociedad sólo muestra los elementos de la síntesis articulada por el polo dominante y su modo de articular fragmentos de las creencias y prácticas de los subalternos. Lo que no puede ni quiere ser contenido en la superficie queda subterráneo. Las cosas y gentes que no se integran en la cultura o en el conjunto de discursos predominantes que pretenden ejercer la sutura en la superficie, se hacen de alguna manera, invisibles. (p. 122) En este sentido Zibechi (2006) se plantea a través del estudio de los movimientos sociales el desarrollo de un conocimiento creativo que potencie su capacidad revolucionaria, convirtiendo al conocimiento en potencia de la propia lucha social. Tomar los relámpagos insurreccionales como momentos epistemológicos es tanto como privilegiar la fugacidad del movimiento, pero sobre todo su intensidad, para poder conocer aquello que se esconde detrás y debajo de las formas establecidas. Durante el levantamiento se iluminan, aún fugazmente, zonas de penumbras (...), la insurrección es un momento de ruptura en el que los sujetos despliegan sus capacidades, sus poderes como capacidades de hacer y al desplegarlas muestran aspectos ocultos en los momentos de reposo y de menor actividad colectiva. (Gutierrez R & Gomez. L., 2006, p.15) Plantea de esta manera la existencia de nuevas formas de producir conocimiento a partir de la práctica, de las acciones, nuevas teorías que emergen de las relaciones y los capitales sociales. El campo de la producción de conocimiento así, ya no está en manos de las agencias hegemónicas constructoras de saber, como el Estado, la Academia y los Partidos. Asignado a los movimientos sociales la producción de teoría enclavadas en relaciones sociales no capitalistas y esto lo plantea como un giro epistémico. Dice Zibechi (2008): La emergencia de nuevos sujetos constituidos en el sótano de nuestras sociedades, los llamados excluidos, pone de cabeza el saber-hacer de los especialistas. Sobre todo si pensamos en quienes se han formado en la convicción de que el conocimiento de los “otros”, ya sean indios, los campesinos o los pobres, como dice el investigador venezolano Edgardo Lander, “no sólo era considerado no pertinente, sino incluso como uno de los “obstáculos” a la tarea transformadora del desarrollo”. (p. 170) Por tanto lo que hasta ahora eran “objetos” se convierten en sujetos, en sujetos culturales, políticos y teóricos. Los movimientos sociales interpelan y trastocan de esta manera las relaciones binarias construidas por la modernidad y por sobre todo por el pensamiento occidental (sujeto-objeto, ciencia-mito, etc.) Nos parece importante destacar y pensar como plantea el autor a: “Los nuevos movimientos, a diferencia de las agencias académicas que reproducen la separación y jerarquización sujeto-objeto, proceden en relación de interioridad abordando el conocimiento desde presupuestos éticos” (Zibechi, 2008, p.171) Los planteos de Zibechi están fundados en lo que son los desarrollos de las Epistemologías de-colonialistas. La importancia de las mismas en la construcción del saber en la actualidad nos lleva a incluir algunos de sus referentes teóricos más relevantes como es el caso de Boaventura De Souza. El autor plantea las conclusiones de una investigación que se propuso determinar en qué medida la globalización alternativa podía ser producida desde abajo. En primer lugar la experiencia social en todo el mundo es mucho más amplia y variada de lo que la tradición científica y filosófica occidental conoce y considera importante. En segundo lugar, esta riqueza social está siendo desperdiciada. De este desperdicio se nutre la idea de que no hay alternativa, que la historia llegó a su fin, y otras semejantes. En tercer lugar, para combatir el desperdicio de la experiencia, para ser visibles las iniciativas y movimientos alternativos, y para darles credibilidad, de poco sirve recorrer la ciencia social tal como la conocemos. A fin de cuentas, esa ciencia es responsable por esconder y desacreditar las alternativas. Para combatir el desperdicio de la experiencia social no basta con proponer, otro tipo de ciencia social, es necesario, pues, proponer un modelo diferente de racionalidad. (De Souza Santos, B., 2002, p.238) En este sentido es que realiza una crítica a la razón metonímica, caracterizada por la dicotomía, la totalidad, la reducción de la multiplicidad de los tiempos al tiempo al lineal. Este tipo de racionalidad no se inserta por la argumentación, sino por su imposición. En esta línea es que desarrolla la sociología de las ausencias, planteando que lo no existente es producido activamente por la lógica metonímica. Se propone entonces identificar estas lógicas exclusivas, para generar las condiciones de emergencia de lo subalterno. Identifica cinco lógicaso modos de producción de no existencia: monocultura del saber y del rigor del saber, monocultura del tiempo lineal, lógica de la clasificación social, lógica de la escala dominante, lógica productivista. En esta misma línea es que Mignolo (2008) caracteriza al pensamiento de-colonial. Plantea una fuerte crítica a las instituciones disciplinares del conocimiento científico, apostando en este nueva epistemología al reconocimiento del sujeto del enunciado, contextuado, localizado. Un pensamiento situado en los márgenes, tensado por la propia práctica, que exige la construcción constante de nuevas respuestas. Un pensamiento en movimiento, que altere los cánones establecidos, esa es la apuesta y el horizonte para seguir construyendo un dispositivo intelectual colectivo que permita la emergencia de saberes silenciados, no reconocidos, ni valorados. Desde ahí venimos y hacia ahí vamos. Referencias Bibliográficas Amarante, P. (2009). Superar el manicomio. Buenos Aires: Topía. De Souza Santos, B. (2002). Para una sociología de las ausencias y una sociología de las emergencias. En: Revista Crítica de Ciencias Sociales, 63. Recuperado de: http://www.boaventuradesousasantos.pt/media/pdfs/Sociologia_das_ausencias_RCCS63 .PDF Feyerabend, P. (1986). Tratado contra el método. Madrid:Tecnos. Galende, E. (1990). Psicoanálisis y Salud Mental. Buenos Aires: Paidos. Guattari, F. (1991). El devenir de la subjetividad. Santiago de Chile: Dolmen. Gutierrez, R & Gomez. L., (2006), Prólogo: “Los múltiples significados del libro de Zibechi”. En R. Zibechi, Dispensar el Poder: Los movimientos como poderes antiestatales, pp. 7-15. Buenos Aires: Tinta y limón. Mignolo, E. (2008). La opción de colonial: desprendimiento y apertura. Un manifiesto y un caso. Tabula Rasa, núm. 8, enero-junio, 2008, pp. 243-281. Recuperado de: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=39600813 Rasner, J. (2010). De la reflexión epistemológica al diseño de estrategias metodológicas. En Pedrosian, Cabrera, Pardo & Rasner. De la epistemología a la metodología y viceversa. (pp. 9 - 67) Montevideo: UCEP – UDELAR. Tapia, L. (2011). Política Salvaje. Buenos Aires: Waldhuter. Zibechi, R, (2008). En Nuin S., Dibujando fuera de los márgenes: Movimientos Sociales en América Latina, Entrevista a Raúl Zibechi, pp. 170-171. Buenos Aires: La Crujía. Los Dispositivos Grupales, Radio Vilardevoz y su taller de Producción Radiofónica. Lic. Psic. Mónica Giordano, Lic. Psic. Belén Itza Introducción El dispositivo grupal de Radio Vilardevoz: Este trabajo fue realizado en el marco de la Maestría de Psicología Social de la Facultad de Psicología de la Universidad de la República. Daremos cuenta de una de las dimensiones de la práctica llevada adelante desde el Proyecto Comunicacional Participativo “Radio Vilardevoz”: el dispositivo grupal y colectivo que desarrolla desde hace 17 años y la construcción del mismo en los márgenes de la Institución Psiquiátrica y de los Mass Media. Intentaremos realizar una descripción general de la concepción de lo grupal/colectivo de Vilardevoz con el desarrollo de algunas líneas conceptuales que atraviesa todos sus dispositivos, para luego adentrarnos en uno de ellos como es el Taller de Producción Radiofónica. A lo largo de estos 17 años Vilardevoz ha ido construyendo, desarrollando, creando, inventando diversos dispositivos grupales que dan cuenta del crecimiento y consolidación de un proyecto que plantea un modelo de intervención alternativa donde se articulan, conjugan y entrelazan diversos campos disciplinares en base al trabajo en ejes principales como son la Comunicación, la Participación y la Salud Mental en clave de Derechos Humanos. Actualmente se cuenta con siete espacios grupales/colectivos definidos, como son: El taller Central, el taller de Producción Radiofónica, la salida al aire con Fonoplatea abierta, la Salida al aire en estudio, el taller de escritura, el taller de digitalización (convenio con Plan Ceibal a través del Consejo de Formación en Educación (CFE) y los Desembarcos (realización de la Fonoplatea abierta en diversos espacios públicos, instituciones, etc) La posibilidad de pensar las diferentes concepciones del campo de lo grupal/colectivo que sostienen estos espacios en la práctica cotidiana de Radio Vilardevoz permite pensar el Proyecto como movimiento, pretendiendo generar diferentes lógicas a las que se juegan en el campo de la Salud Mental y la Comunicación. Siendo y sintiéndonos como dice el Sub Comandante Marcos (2001): (...) tan escurridizos que no nos podemos explicar ni nosotros mismos. Entre otras cosas, fundamentalmente porque somos un movimiento, nos estamos moviendo. Tenemos nuestra ruta general y en este sentido nos movemos, vamos y venimos de acuerdo a cómo vemos. A cómo sentimos que somos recibidos” “una y otra vez estamos insistiendo: nosotros no fijamos la línea hacia la que avanzar. Vamos construyendo esa línea. Queremos construir otra forma de hacer política y tiene que ver con la forma del poder. Nosotros no estamos buscando seguidores sino interlocutores porque sabemos que eso que queremos construir no lo vamos a poder hacer solos. (Conversación entre el Subcomandante Marcos y Manuel Vázquez Montalbán en Marcos: El Señor de los Espejos. Madrid, Punto de lectura, 2001. (Citado por AMARC-ALC, 2005, p. 58) Partir de aquí implica dejar en claro la postura epistemológica y ético-política desde donde aborda los problemas del campo de lo grupal. No podemos dejar de mencionar en este momento las influencias de pensamientos que desde la Psicología Crítica Alternativa en Uruguay así como de la Psicología Social Crítica en Argentina en la propuesta de Vilardevoz. Estas corrientes propusieron y promovieron la existencia de otras formas de producir conocimiento, a partir de la práctica, de las acciones, que dieron lugar a nuevas teorías que emergieron de las mismas. Surgen de esta manera experiencias alternativas que desafían y cuestionan lógicas hegemónicas y que proponen la construcción colectiva de conocimiento y la de democratización del mismo. Pero, cabe destacar que Vilardevoz tiene una doble implicación: universitaria y movimientista. Es en esta articulación de saberes desde donde nos interesa pensar nuestra práctica y reconocer las distintas vertientes que desde la Psicología Social la componen. En ese sentido es que podemos plantear que se concibe el saber cómo movimiento: reconociendo el saber–hacer en colectivo, la potencia del rescate de lo político. Asumiendo nuestro lugar como psicólogos universitarios en la reflexión de la práctica, sistematización de la misma y producción de conocimiento. En este sentido es importante destacar que algo que caracteriza a Vilardevoz como proyecto es que se permite conjugar teorías y praxis de la Psicología Social “heredadas” de aquellos movimientos contra hegemónicos. Un primer movimiento en Vilardevoz lo podemos ver, desde sus inicios, en la necesidad de crear, en el marco de las prácticas existentes en los manicomios, nuevas formas de entender los problemas, nuevas herramientas y prácticas de la Psicología. Fue necesario concepciones que permitan rescatar los diversos saberes que se ponen en juego en un dispositivo grupal y que los mismos dialoguen para pensar colectivamente los problemas, cómo construimos los vínculos desde los diferentes roles y cómo manejamos las contradicciones y qué hacemos con ellas. El Rio de la Plata fue un territorio muy rico de producción de nuevas subjetividades en torno a construcción de saberes y de prácticas psi, por lo que para este trabajo tomaremos algunos de sus exponentes en sus ejes centrales que nos permitan hablar brevemente sobre el campo de lo grupaly las herencias Rioplatenses en un Proyecto como Vilardevoz, que no por casualidad surgió también en el Rio de la Plata al igual que Radio la Colifata.9 Algo hay en el Rio de la Plata que permite que este tipo de proyectos alternativos en Salud Mental y Comunicación surjan y se desarrollen durante los últimos 20 años, la tradición de aquellos movimientos instituyentes en la Psicología Social Rioplatense, sus luchas, sus creaciones revolucionarias sin dudas han dejado su huella, sus marcas y sus devenires han producido la posibilidad del surgimiento de otros movimientos instituyentes como el de Vilardevoz y la Colifata por estos lares del mundo. Seguramente las experiencias llevadas adelante por Pichón Riviére desde los Hospicios, la posibilidad que los propios pacientes asumieran responsabilidades en la administración de los mismos, la organización de actividades para salir del tedio, como los partidos de fútbol, así como sus primeras conceptualizaciones en torno al conflicto sujeto-sociedad, grupo operativo y la locura y lo siniestro sean parte de los aportes para 9 Resulta curioso para este trabajo señalar que ambas Radios surgen y se desarrollan sin conocer la existencia una de la otra, tomando referentes así como realizando prácticas similares poder pensar que otra psicología social es posible. Por otro lado, podemos mencionar aquí otras influencia en el proyecto de Radio Vilardevoz como son los aportes de la corriente francesa, como Foucault y la noción de dispositvo, René Lourau y las nociones de instituido e instituyente y grupo sujeto- grupo objeto, así como los aportes del pensamiento de Félix Guattari centrado en la producción de subjetividad. Estos echan luz sobre las nuevas subjetividades acerca del campo de lo grupal/colectivo. En este sentido, intentando analizar uno de los aspectos que instituye y produce a Vilardevoz como proyecto alternativo en Salud Mental y Comunicación, como colectivo que produce prácticas instituyentes, podríamos destacar la alteración que ha producido y produce a partir de la posibilidad de sostener una “Causa” construida colectivamente entre coordinadores y participantes (técnicos-usuarios, psicólogos-pacientes fueron algunas de las nociones que daban cuenta de algunos de los obstáculos epistemológicos a vencer), alterando el orden establecido así como las relaciones de poder. La idea de producir alteración (concepto que nutre la vertiente movimientista en Vilardevoz y se toma específicamente de los Zapatistas) la concebimos como posible tanto en aquellos que participan desde adentro del proyecto mismo, como en quienes se acercan y entran en contacto. La producción de espacios saludables impregna de transformación también a los que nos incluimos desde un rol técnico, a quienes se aproximan desde la Universidad, o a quienes lo hacen desde el lugar que ocupan dentro de la trama institucional que aborda y a veces también crea el campo de problemas. Alteraciones en las autopercepciones así como la alteridad de aquellos que pueden ser vividos como ajenos siendo semejantes, como distintos siendo sujetos de derecho. (Baroni, C et al, 2013, p. 178) Estas alteraciones implican movimientos que permitan entre otras cosas redimensionar la relación técnico-paciente, desarrollar metodologías y dispositivos grupales de trabajo democráticos y participativos que promuevan la horizontalidad en los vínculos, que permitan la producción de sujetos autónomos, empoderados capaces de ser protagonistas de su propio proceso de salud y de las transformaciones de sí mismo. Nos parece importante destacar en esta oportunidad el concepto de transversalidad FelixGuattari (1976). Este autor distingue dos tipos de grupo, el grupo-sujeto y el grupo-sometido, donde define al primero como aquel que es capaz de enunciar, de asumir a través de la palabra y el segundo sufre su subordinación y escucha su discurso. La asunción del grupo-sujeto, en tanto momento de la práctica de los grupos, tiene por soporte la transversalidad. La transversalidad se define por oposición a la “verticalidad” (estructura piramidal de organigrama) y a la horizontalidad (sociograma de relaciones más o menos institucionalizadas en los diversos grados de la pirámide). “La transversalidad – dice Guattari – supera ambas aporías (…) tiende a realizarse cuando se efectúa una comunicación máxima entre los diferentes niveles y, sobre todo, en los diferentes sentidos. Es el objeto mismo de la investigación de un grupo-sujeto”. (Lourau, 1991, p. 188) Desde aquí la dimensión institucional de los grupos se convierte en un campo de intervención privilegiado. La apuesta de Vilardevoz a la inclusión de la diversidad, de lo múltiple, lo complejo, de lo “irracional”, lo delirante, la posibilidad de democratizar la palabra, el respeto por el saber del otro y la construcción de vínculos horizontales, son algunas de las características del proyecto que permite la construcción del saber-poder de manera distinta, haciendo dialogar la diversidad de saberes sin que exista un predominio de un saber sobre el otro y un ejercicio de poder vertical, permitiendo de esta manera la existencia de un coeficiente de transversalidad en los diferentes dispositivos grupales con los que cuenta. De esta forma, el colectivo en su conjunto, asumiendo la diferenciación de roles y tareas, se constituye como protagonista de un proceso. La forma de gestionar y organizar un proyecto que vive en la práctica una “democracia radical” (J. L. Rebellato) en la que todos cuentan. Es que esta radio la hacemos entre todos, con lo que tenemos, con lo que podemos y con lo que queremos aportar. Lo anteriormente dicho nos lleva a plantear directamente la importancia del rol del coordinador en Vilardevoz. Dice Andrés Jiménez (2000): Se hizo necesario crear un escenario donde fuera posible desplegar una verdad que queda normalmente por fuera en la circulación de estos discursos oficiales, institucionales, técnicos, y académicos. (...) un movimiento fuertemente instituyente, que pretende redimensionar las características de la relación técnico-paciente. Se podría decir que se vuelve necesario democratizar en alguna medida esa relación, lo cual produce efectos importantes en la formulación de la metodología de trabajo, y por tanto en el rol a desplegar. Debe comenzarse creando un marco vincular que propicie un sentimiento grupal de confianza y seguridad. (p. 105-106) Planteándonos de esta manera como propone Armando Bauleo (1983) la posibilidad de que la práctica grupal se convierta en una contraideología, como forma de salir de aquellas opciones institucionalizadas del pensar, del accionar y del sentir. Siendo necesario ubicarse en otro nivel. En este sentido el coordinador deberá saber que el grupo no es de su propiedad, por tanto no debe pararse como líder más allá de que el grupo en un inicio lo ubique en ese lugar, él sólo lo fundará y al mismo tiempo deberá separase y elaborar su perdida, mostrando de esta manera su función limitada y no de apropiación permanente, esto permite que el grupo elabore esa misma situación frente a la tarea. Por tanto ellos mismos no son propietarios de un tema. (…) la toma de conciencia del rol social desempeñado, la crítica sistemática y la búsqueda constante de la descolocación frente al sistema institucional, parecen ser los primeros pasos de elaboración de la situación del coordinador. (…) Tengamos presente que siempre praxis transformadora es acción social, cambio de valores en las relaciones interpersonales, por lo tanto otra ética de la conducta cotidiana. (Bauleo, 1983, p.72) Este punto para Vilardevoz es de crucial importanciaya que el hecho de desarrollar nuestra práctica dentro de la institución psiquiátrica implica realizar cotidianamente movimientos contrahegemónicos, a la interna del colectivo y hacia la institución. Implica por sobre todas las cosas deconstrucción permanente de aquellos lugares y roles asignados por las lógicas hegemónicas y por la violencia emanada de la institución manicomial, así como de los discursos científicos que lo producen. En este sentido desde el lugar del técnico romper con el imaginario de ser “el que tiene el saber” y por tanto el poder y del lado de los “pacientes” romper con la alienación y el estigma, promoviendo en este último caso “ (…) la realización de un proceso de “paciente a participante”. Un participante de Vilardevoz será entonces el que haya realizado dicho tránsito. Por otra parte ser participante de Vilardevoz delimita una responsabilidad en el proyecto distinta a la de los técnicos y estudiantes. En Vilardevoz los participantes son los que llevan adelante la Radio y todo el dispositivo comunicacional siendo los que toman la voz en primera persona”. (Baroni, C, 2011) En este sentido cabe destacar que en Vilardevoz existe un trabajo constante sobre nuestro texto grupal, un análisis y problematización del mismo en todas las dimensiones del proyecto. Pavlovsky dice: “el grupo es hablado por el argumento del drama inconsciente social en su trama argumental”. (A. Fernández, 1986, p. 147) (…) el contexto es, en rigor, texto del grupo; es decir que no hay una realidad externa que produce mayores o menores efectos de influencia sobre los acontecimientos grupales, sino que tal realidad es parte del propio texto grupal, en sus diversas modalizaciones; es por ende fundante de cada grupo; más que escenografía, drama grupal. (A. Fernández, 1986, p. 148) Así el texto grupal es generador de sentidos, tiene ese poder. En este sentido, tanto en el orden del lenguaje, de los discursos, como en el plano de lo corporal, del espacio, los silencios, etc., van conformando el entramado de las configuraciones del grupo, y produciendo otros múltiples sentidos. Así los grupos pueden ser pensados como espacios de enlaces y desenlaces de subjetividades, anudamientos-desanudamientos de subjetividades (Fernández, 1986). Es importante decir aquí que nuestro colectivo parte de una concepción de la locura y la enfermedad mental heredada de la psicología social, en donde ambas son pensadas como construcciones social-históricas caracterizadas por un imaginario social de las mismas. Es en ese terreno en donde pretendemos, a partir de problematizar algunos instituidos, producir transformaciones y sobre todo en aquellas concepciones que construyen estigmas, prejuicios, creencias que contribuyen a la formación de mecanismos de exclusión, depositación de los aspectos rechazados por la cultura donde unos pocos son condenados al encierro y la marginación bajo la categoría de loco u enfermo mental y otros quedan a salvo por el sólo hecho de no estar “para internar”. Esto implica, en nuestro caso, en tanto coordinadores, trabajar con sujetos que se puedan empoderar desde su derecho a participar, a cuestionar entre otras cosas las terapéuticas que parecen naturalizadas como el encierro y el electroshock. Permite generar las condiciones para romper el silencio, romper los muros de la institución psiquiátrica, construyendo líneas que nos permitan incidir en los diversos escenarios con el objetivo de generar transformaciones sociales, subjetivas, culturales, éticas y políticas. Uno de los escenarios que interesa destacar aquí es el aquel que nos permite atravesar los muros de la institución e instalar en el debate público político la construcción de subjetividad en torno a la locura y el desafío de incidir en la producción de otro tipo de subjetividad y de construcción de sentidos en torno a la misma. Para ello Vilardevoz ha desarrollado un dispositivo que es el “Desembarco”, donde se trata de realizar una transmisión en algún espacio público promoviendo la participación ciudadana, apostando a la construcción de un diálogo entre diversos actores, supone una invitación a pensar el problema de la “locura” en y con la comunidad. Transversalizando espacios promoviendo la “comunicación máxima” como plantea Guattari (1976), “(...) entre los diferentes niveles y sobre todo en diferentes sentidos”. De esta manera Vilardevoz apuesta a una habilitación partiendo de habilidades que posibiliten la emergencia de lo creativo, lo productivo, y por sobre todas la cosas trabaja para la recuperación de una identidad de sujeto deseante, capaz de producir transformaciones. Desde un espacio “micropolítico” donde se lucha contra las hegemonías, pudiendo re-crear nuestras condiciones de existencia, siendo protagonistas y apropiándonos de nuestros procesos desde una capacidad crítica inventiva. El Taller de Producción Radiofónica- Presentación del Espacio El Taller de Producción Radiofónica es el espacio en el que se trabaja específicamente la dimensión radial propiciando un análisis crítico de la programación, así como el desarrollo de habilidades de producción. Esto implica una coordinación y articulación constante con el taller central y con los espacios de salida al aire. Allí se elaboran algunos programas, se construye la agenda, se escuchan las producciones, en una tensión que supone el pensamiento constante en relación al proyecto político y lo que sale al aire en la emisora. Es un espacio grupal centrado en la tarea - en este caso la producción radiofónica - . La coordinación tiene dos niveles. La coordinación general se encarga de viabilizar el desarrollo de la tarea, tanto generando las condiciones de producción como señalando aquellas resistencias que obturan el aprendizaje. Otra coordinación enfocada en cuestiones singulares, seguimientos y coordinaciones institucionales con el hospital (escenarios externos al salón). “(...) de dinámica móvil y articulatoria, atendiendo al relacionamiento con la institución hospitalaria, a situaciones del orden de lo singular por las que transitan los participantes, a todo aquello que sucede más allá del taller y su tarea.” (Correa, et al., pp. 13-14). La dimensión Política y Comunicacional: La dimensión política es constitutiva de todo el proyecto de Radio Vilardevoz. En este caso nos centraremos específicamente en la forma en que esta dimensión adquiere en el taller de Producción Radiofónica. Lo político se juega en la función de la coordinación, en el trabajo de la participación, en la construcción de un discurso colectivo autónomo. En este sentido, lo político tiene que ver con las acciones cotidianas, las definiciones diarias que se van tomando y van construyendo el proyecto. Apostando a la ampliación de las capacidades y a la generación de producciones coherentes con principios y prácticas grupales/colectivas, aspectos que van diagramando una “ética y estética” propia de Vilardevoz. Por otro lado y al ser una radio comunitaria, el modo de gestión y producción radiofónica adquieren características propias que vale la pena destacar. Uno de los aspectos relevantes de estas prácticas de comunicación alternativa es la forma en que gestionan el medio, los mismos son de propiedad colectiva, con un modelo autogestivo, apostando permanente a la producción en común en todas sus dimensiones (comunicacional, política, económica). En este sentido es un desafió para los medios comunitarios de comunicación el crear y recrear permanentemente un proyecto alternativo comunicacional, proyecto creativo y novedoso, pensándose y repensándose permanentemente como forma de