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Salud mental, Psicología y Comunicación participativa
Comp: Cecilia Baroni
Autores: Agustín Cano – Martina Celiberti- Noelia Correa -Victoria Evia - Mónica
Giordano - Belén Itza - Andrés Jiménez- Alicia Migliaro – Fiorella Piazza - Natalia
Rodríguez Di Tomaso - Magdalena Rodríguez - Tamara Tábarez. 
-2015-
1
A los participantes de Radio Vilardevoz y a todos los que se sienten extranjeros en la
tierra de los cuerdos...
Agradecimientos: 
Al equipo y a los participantes de Radio Vilardevoz por creer que es posible...
2
INDICE
Presentación. Mag. Psic. Cecilia Baroni............................................................................4
Capítulo 1: Producción de conocimiento desde las Maestrías.....................................7
-Notas para una genealogía del manicomio en Uruguay. Lic. Psic. Agustín Cano...........8
-Horizontes Epistemológicos. Lic. Psic. Mónica Giordano y Belen Itza ......................19
-Los Dispositivos Grupales, Radio Vilardevoz y su taller de Producción Radiofónica.
Mónica Giordano, Belén Itza..........................................................................................29
Capítulo 2: Producciones desde la Pasantía ...............................................................49
-Cavilaciones de una experiencia en Vilardevoz. Br. Magdalena Rodríguez .................50
-Recorriendo el camino del dispositivo terapéutico de Radio Vilardevoz. Lic. Psic.
Fiorella Piazza.................................................................................................................64
Capítulo 3: Producciones desde proyectos de investigación......................................86
-Etnografía en Radio Vilardevoz: representaciones sociales sobre la locura y prácticas
de resistencia. Lic. Antrop. Victoria Evia.......................................................................87
-Impactos del dispositivo de Radio Vilardevoz. Equipo de investigación: Noelia Correa,
Natalia Rodríguez, Martina Celiberti, Belén Itza, Tamara Tábarez..............................108
-La locura está en el aire? Lic. Psic. Andrés Jiménez....................................................140
Capítulo 4: Nuevos horizontes para seguir contruyendo.........................................170
-Una historia de locos. Aportes de Radio Vilardevoz al desarrollo de la psicología en el
campo de la salud mental y al proceso de desmanicomialización en el Uruguay (1997-
2012). Mag. Psic. Cecilia Baroni..................................................................................171
-Integración social de personas con problemáticas en salud mental y efectos terapéuticos
en Radios Comunitarias: el caso de Espika FM. Lic. Psic. Mónica Giordano..............202
-Alteraciones y Movimientos. Procesos de incidencia de Radio Vilardevoz en la
construcción de un nuevo imaginario social de la locura en Uruguay. Lic. Psic. Maria
Belén Itza.......................................................................................................................227
Breve presentación de los autores de los artículos de la presente compilación.............251
3
Presentación
La siguiente publicación surge de la necesidad de colectivizar algunas producciones en
torno a la problemática de la locura y la salud mental en nuestro país y de las prácticas
alternativas que se han ido desarrollando desde el campo de la psicología, de la
comunicación participativa y los derechos humanos en el marco del Proyecto
Comunicacional y Participativo Radio Vilardevoz. 
A su vez la misma se enmarca dentro del Programa “Formación y relación de los
sujetos con el saber: experiencia, orientación y proyectos de vida” (FEYPRO) del
Instituto de Psicología, Educación y Desarrollo Humano coordinado por la Prof. Tit.
Mag. Soc. Mabela Ruiz. Dentro de dicho Programa hemos venido desarrollado un grupo
de trabajo coordinado por quien suscribe en relación a comprender la relación de los
sujetos con el saber en situación de encierro (cárcel y manicomio) y desencierro y su
relación con la inclusión social. Esto, implica realizar el esfuerzo por articular prácticas
de enseñanza y extensión así como estar en contacto con diversos investigadores e
impulsar proyectos de investigación que nos permitan comenzar a armar y profundizar
marcos teóricos de referencia para nuestro trabajo así como delimitar nuestro objeto de
estudio en relación a las interrogantes que van surgiendo de la propia práctica. 
Desde un acumulado y diversidad de producciones pretendemos compartir diferentes
momentos de la producción de conocimiento en tanto que consideramos que a lo largo
de nuestras diversas trayectorias universitarias hemos ido deviniendo, como es el caso
de los autores convocados, en docentes, extensionistas, investigadores y profesionales
implicados. Es así que, compartimos artículos que emergen de los procesos formativos
realizados en: la pasantía para estudiantes avanzados de psicología por Radio
Vilardevoz; informes finales de Proyectos de Iniciación a la Investigación; trabajos o
proyectos realizados en el marco de la elaboración de Tesis de Maestría y/o Doctorado.
Trabajos que nos muestran que producir conocimiento está ligado tanto a la formación
de grado, a las prácticas y a procesos de ir integrando prácticas de extensión e
investigación desde diversas inscripciones de los que participan en esta publicación. Se
aportan así elementos para seguir pensando, en tiempos donde existe consenso en
relación a implementat una nueva Ley de Salud Mental en el Uruguay y en la puesta en
marcha de un nuevo paradigma donde la producción de dispositivos alternativos, como
4
el que ha llevado Vilardevoz adelante, enseñan que es posible inventar otras formas
posibles de abordar las problemáticas presentes en un campo complejo como es el de la
Salud Mental.
Este libro además, en una época de abandono y olvido del loco como bien señalamos
junto con Agustín Cano, pretende dar cuenta cómo es posible instalar dispositivos que
den visibilidad a lo invisible, a lo olvidado, a lo callado. Ser una radio, “ponerle una
antena a la locura”, como dijera una vez un participante de Vilardevoz, es más que un
acto simbólico, es instalar formas de hacer y de pensar lógicas de cuidado y de
contención afectiva, alternativas a las existentes, ante tanto desamparo. 
Dar cuenta de las condiciones de posibilidad de prácticas instituyentes, como las
llevadas adelante por este colectivo autogestionado por participantes, egresados,
docentes y estudiantes, es producir conocimiento acerca de los procesos y las prácticas
de resistencia en experiencias de autogestión como nos muestra Victoria Evia. 
Por otra parte, el equipo de investigación conformado por Noelia Correa, Natalia
Rodríguez, Martina Celiberti, Tamara Tábarez y Belén Itza nos demuestra que es
necesario conocer, describir, sistematizar los dispositivos capaces de sostener un
proyecto comunicacional y participativo que tiene como objetivos incidir a la vez en el
diseño de politicas de inclusión social y de alternativas a nivel del trabajo en el campo
de la salud mental. A su vez, poder analizar los impactos que se genera a nivel subjetivo
en los que participan en Vilardevoz, es dar luz sobre la importancia que aún tiene para
las personas pertenecer a espacios de referencia que devuelvan la importancia del
encuentro y del reconocimiento. 
En ese sentido es pertinente introducirnos en la “función del otro” cuando estamos en el
terreno de la “enfermedad mental”. Lugar fundamental a la hora de pensar cómo
contribuir a cambiar los imaginarios sociales en torno a locura y la enfermedad tal como
lo trabaja Andrés Jiménez al preguntarse si la locura está en el aire. 
Para terminar, hemos seleccionado tres trabajos de estudiantes que realizaron su prácticapreprofesional en Radio Vilardevoz. Los trabajos de Magdalena Rodríguez, Fiorella
Piazza y Alicia Migliaro nos dan muestra de la riqueza de los aportes que se pueden
generar desde la Universidad con trabajos que sistematicen concepciones y marcos
5
referenciales para que los propios colectivos puedan seguir pensando y
transformándose. 
Queremos destacar que tod@s l@s autores además, tienen en común, ser universitarios
comprometidos con la temática de la autonomía, el cooperativismo, la locura y la lucha
de los derechos humanos de los llamados “pacientes psiquiátricos”. También que han
demostrado tener capacidad para cuestionar y cuestionarse e ir en busca de aquellas
cosas que nos ayuden a comprender qué hacemos, cómo y a qué puede contribuir lo
que hacemos, lo que investigamos. 
Ha sido un honor haberlos convocado para realizar este sueño de mostrar algo de lo
realizado, de lo producido, de lo hallado por ellos durante estos años de trabajo intenso.
Ellos han sido compañeros de camino y una vez más me llena de orgullo y alegría haber
realizado algo juntos.
Cecilia Baroni, julio del 2015. 
6
Capítulo 1: Producciones desde las Maestrías
Notas para una genealogía del manicomio en Uruguay. Lic. Psic. Agustín Cano
Horizontes Epistemológicos. Lic. Psic. Mónica Giordano y Belen Itza 
Los Dispositivos Grupales, Radio Vilardevoz y su taller de Producción Radiofónica.
Mónica Giordano, Belén Itza.
7
Notas para una genealogía del manicomio en Uruguay.
Lic. Psic. Agustín Cano. 1
“Dime tú: ¿Cuál es mejor? 
¿Conciencia de visionario 
Que mira en el hondo acuario
Peces vivos,
Fugitivos,
Que no se pueden pescar,
O esa maldita faena
De ir arrojando a la arena,
Muertos, los peces del mar?”
Antonio Machado
Presentación: 
El presente trabajo fue realizado a partir de fragmentos del proyecto “Costruzione
partecipativa di una proposta di cooperativa di abitazione per persone internate presso
gli istituti psichiatrici di Montevideo” (Tesis de graduación del Master en “Costruzione
e gestione dei progetti nel sociale”, LUMSA –Università, Roma, 2007). Como lo dice el
título, se trata de algunas notas dispersas acerca del proceso histórico del manicomio en
Uruguay. La realización de un trabajo profundo y sistemático de genealogía del
tratamiento que históricamente la sociedad uruguaya ha dado a su locura y sus locos, es
una cuenta pendiente en la comunidad académica nacional, particularmente necesaria en
el actual contexto de transformación del sistema de salud mental en nuestro país.
La Salud Mental en Uruguay: situación actual y proceso histórico.
El sistema de salud mental del Uruguay no ha logrado aún superar el peso que en él
tiene el modelo de institucionalización en manicomios de las personas con sufrimientos
psíquicos caracterizados como problemas de salud mental. Este modelo genera
cronificación de los cuadros psicopatológicos, violencias múltiples tanto para las
personas internadas como para los trabajadores de estos centros hospitalarios,
marginación social de las personas internadas así como graves violaciones a sus
derechos humanos, tal cual ha sido demostrado por estudios de organismos de derechos
humanos nacionales y extranjeros2.
1 Este trabajo fue realizado en el 2008.
2 Ver por ejemplo el informe de Mental Disability Rights International: “Human rigths and mental health
Uruguay (Washington DC, 1995) o el Documento de la Comision Asesora Técnica Permanente del
8
Actualmente en Uruguay hay unas mil personas internadas en instituciones
psiquiátricas, una cifra que equivale a tres personas cada diez mil habitantes.3 Casi
novecientas personas están internadas en las llamadas “Colonias de Alienados”
(“Colonia Etchepare” y “Colonia Santin Carlos Rossi”) ubicadas en un espacio de 372
hectáreas a 70 kilómetros de Montevideo. Más de cien personas están internadas en el
Hospital “Vilardebó”, histórico manicomio de la ciudad que ha sido reestructurado y
actualmente es sobre todo un hospital para internaciones breves para pacientes en
episodios agudos.
No obstante ser muy alta, esta cifra representa el mínimo histórico desde que existen
registros. En 1950, por ejemplo, la cantidad de personas internadas en manicomios eran
18 de cada diez mil habitantes (una cifra que se encuentra entre las más altas de la
época: en 1950 Uruguay no solamente era campeón del mundo en fútbol). A partir de
entonces, la población manicomial uruguaya ha decrecido considerablemente hasta
alcanzar las cifras actuales en el año 2000.
– Evolución de la población manicomial del Uruguay 1879-2005 (0/ooo)4 
Las causas de esta pronunciada disminución de la población manicomial ocurrida en los
últimos 40 años son numerosas. En primer término se debe considerar que esta misma
tendencia se ha registrado más o menos en el mismo período en casi todos los países en
Programa Nacional de Salud Mental: “Salud Mental en la emergencia social y en el nuevo modelo
asistencial. Documento Programático” (Montevideo, 2005).
3Esta cifra no incluye a personas internadas en el Hospital “Piñeiro del Campo” (de personas ancianas), ni
a las internadas en las llamadas “Casas de Salud” de gestión privada, donde se presume se encuentran
internadas al menos otras mil personas más.
4 Gráfica elaborada en base a datos extraídos de: Ginés, A; Porciuncula, H; Arduino, M (2005); “El Plan
de Salud Mental veinte años después”, en: Revista de Psiquiatría del Uruguay, Vol. 69, 2, Montevideo,
diciembre 2005. En la actualidad, las cifras constatadas para 2005 no han variado sustancialmente.
9
1879 1890 1910 1950 1960 1970 1980 1992 2000 2005
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que existían grandes manicomios. Fue en la Europa de la posguerra, en el contexto
histórico de la reconstrucción de los países destruidos por el conflicto bélico, cuando
nacieron las primeras experiencias alternativas al manicomio, así como las primeras
construcciones teóricas sobre estas experiencias. Entre las transformaciones propias de
este período cabe mencionar las experiencias de las Comunidades Terapéuticas en
Inglaterra, la experiencia francesa inaugurada luego de la apertura del manicomio de
Saint-Albain, y la experiencia italiana de Ancona, que a pesar de ser interrumpida en
aquel momento, constituye un antecedente (incluso anterior a Gorizia y Trieste) del
movimiento de renovación que, bajo el impulso del grupo de Franco Basaglia, algunos
años más tarde logró la aprobación de la histórica Ley 180/1978 que abolió los
manicomios en Italia.5 
Esta tendencia internacional se manifiesta en Uruguay algo tardíamente, y de modo
singular. Para comprenderlo, es necesario analizar el contexto histórico social en que se
dieron los procesos de crecimiento y disminución del encierro manicomial en Uruguay.
Si se analiza la línea de mayor crecimiento de la población manicomial uruguaya (del
año 1879 al 1950) se puede observar que la misma coincide con el período que José
Pedro Barrán llamó “período de 'disciplinamento” de la sociedad uruguaya,
describiendo con este término la profunda transformación cultural ocurrida como parte
del proceso general de modernización económica y político-institucional del país
(Barrán, 1992). La creación de los manicomios más grandes del Uruguay coincide de
hecho con la universalización del acceso a la educación primaria. Paralelamente, el
debate universitario entre espiritualistas y positivistas se resuelve a favor de estos
últimos, y la Universidad comienza a dejar atrás su viejo ordenamiento y comienza a
desarrollar la investigación científica y las profesiones modernas. 
El término “disciplinamento”, como punto de inflexión en la historia de la sensibilidad
en el Uruguay, describe entonces un complejo proceso de transformaciones culturales,
éticas ysubjetivas, que entre otras cosas implicó la institución de la razón como
5 Junto a estas experiencias se fue consolidando un nuevo sentido común en cuanto a la atención en salud
mental, que también se expresaría en la Conferencia de Alma Ata en 1978, en los movimientos de
“Antipsiquiatría” y “Psiquiatría Democrática” de los años '70, y más cercano en el tiempo, en la
Resolución 46/119 de las Naciones Unidas en 1991. 
10
fundamento del sujeto político naciente (el ciudadano) y como necesidad del nuevo
esquema económico-productivo (obreros calificados capaces de responder a las
necesidades de la industrialización de la economía). En el contexto histórico de
institución de la razón como fundamento del nuevo orden social la locura no tiene
espacio: ésta significa el cuestionamiento del nuevo orden de las cosas. La locura será
entonces peligro y amenaza, y será encerrada. Este es el punto de partida del
nacimiento, desarrollo y auge del manicomio en Uruguay, y será con el agotamiento de
este período que comenzará la progresiva disminución de la población manicomial: en
Uruguay, como en todas partes, la función “médica” del manicomio vehiculizó su
función política histórica. Cuando la institución manicomial comenzó a fracasar en la
respuesta al encargo por el cual fue creada, se activó el proceso de reconfiguración de
las instituciones totales, donde el encierro sistemático fue perdiendo terreno frente a
otros mecanismos de disciplinamiento, control y modelación social.
Retomando el análisis de la evolución histórica de la población manicomial uruguaya,
es importante considerar que su disminución se ve fuertemente acelerada en los años
90', cuando arriba a una media de decrecimiento del 6% anual, casi triplicando la media
de 2,5% de los precedentes 25 años. Durante la década del '90 las puertas del
manicomio parecen abrirse con mucha facilidad. 
Este período, en que la media de decrecimiento de la población manicomial se ve
fuertemente asentuada ,coincide con un período en el cual se opera a nivel
latinoamericano una fuerte re-organización institucional del Estado mediante reformas
promovidas por organismos multilaterales de crédito como el Fondo Monetario
Internacional y el Banco Mundial. Así, en el marco de las concepciones y
transformaciones implusadas por dichos organismos, el manicomio es también
resignificado, y pasa a concebirse como un establecimiento “pesado” cuyo costo
económico es demasiado alto para el Estado. En este contexto comienza a aplicarse la
política de “rápido egreso” de los pacientes de las instituciones psiquiátricas,
fercuentemente de la mano de una retórica progresista de crítica al manicomio como
institución represiva. Sin embargo, esta política no fue acompañada por el desarrollo de
estructuras y equipos de salud mental a nivel territorial, ni por suficientes programas de
asistencia y prevención capaces de acompañar y favorecer el proceso de reinserción
social de las personas internadas. En síntesis, en este período se abren las puertas del
11
manicomio sin generar una alternativa terapéutica y social a la reclusión manicomial.
Las consecuencias de este hecho son graves: la disminución de la población manicomial
ha significado demasiado a menudo la reproducción del mismo modelo de exclusión y
abandono, ahora fuera del manicomio. El resultado es que en la actualidad se ha
arribado a un índice de 50% de reingreso anual en el Hospital Vilardebó, al tiempo que
también ha aumentado el número de pacientes psiquiátricos en situación de calle. 
La investigadora Alicia Stolkiner ha estudiado la presencia de este fenómeno en
diferentes países de América Latina, vinculándolo al aumento de la marginalidad social
y a las ya mencionadas transformaciones en las instituciones del Estado. Según
Stolkiner: 
Es en este contexto que el establecimiento manicomial resulta insuficiente en sus
objetivos de origen: dar un lugar definido al "no trabajo". La marginalidad
desborda sus posibilidades. Si el manicomio cumplió la función de recordar a la
sociedad que había un lugar de contención a la locura, la diversidad y la
marginalidad; si legitimó la negación de los más elementales derechos para
quienes fueran recluidos en él, si el amparo de la institución psiquiátrica permitió
formas de represión agresivas que no herían la sensibilidad social (...) puede
decirse crudamente que los asentamientos humanos irregulares son los
manicomios el la época. El lugar de los marginados, de los excluidos. Allí, y al
desamparo de las calles, serán devueltos los internos. (...) El dispositivo
manicomial quizás se independiza de su establecimiento y se traslada al conjunto
de la sociedad con respuestas técnico-disciplinarias y represivas" (Stolkiner,
1994).
En resumen, a cuenta de una suerte de historia de la salud mental en Uruguay, se podría
aventurar la existencia de al menos dos períodos históricos claramente distinguibles en
cuanto al tratamiento que la sociedad uruguaya ha dado a su locura y a sus locos durante
el siglo XX6:
6 Es necesario complementar este esquema con una suerte de “prehistoria” del manicomio en Uruguay,
caracterizada por la transición de un dominio de la Iglesia sobre las instituciones que conformaban
algo así como “proto-manicomios”, hacia -proceso de secularización mediante- un dominio estatal y
médico del campo. Esta “prehistoria” manicomial, está caracterizada por una fuerte crueldad y
aplicación de violencias físicas sistemáticas a los internos. Al describir estas instituciones José Pedro
Barrán apunta: “El método seguido era 'el del palo'; los sirvientes daban tales 'trenzazos' a los locos
que con frecuencia les fracturaban algún miembro; el jardinero, al loco que hacía trabajar como
ayudante, 'lo ataba de los testículos, suspendiéndolo, colgándolo de los árboles y sumergiéndolo en un
12
a) Un primer período que podría llamarse “de encierro del loco”, el cual coincide con
el período histórico que va de la época del “disciplinamento” hasta el comienzo de la
crisis del Estado de Bienetar (1879-1959).
b) Un segundo período que podría nombrarse como “de abandono del loco”, que se
inicia a partir de la crisis del Estado de Bienestar y llega, a grandes rasgos, hasta la
actualidad.7
Naturalmente, estos dos períodos no son lineales, puros, ni siquiera exactamente
secuenciales, pero de todos modos sirven para describir dos tipos de respuesta
claramente diferenciables que constituyeron respuestas hegemónicas en diferentes
contextos históricos.
a) La época “de encierro del loco” significó una época de violencia social y
psiquiátrica sobre un gran número de personas. Pero más allá del numero de personas
internadas, lo que interesa pensar de este período es el hecho de que su misión
manifiesta era la de “rehabilitar”, la de “recuperar” a la persona loca para la civilización
(sociedad de ciudadanos) y para el esquema económico productivo naciente. Es cierto
que el manicomio significó en esta época (y en todas las épocas) un instrumento de
disciplinamiento (en el sentido foucaultiano del término), pero al mismo tiempo en este
período el Estado se hacía cargo del “cuidado” del loco: la reclusión era al mismo
tiempo disciplinamiento, control social y cuidado, violencia y contención.
estanque'. El panorama se completaba con la existencia de dos piezas con pavimento de granito
destinada a los furiosos. En una de ellas había un cepo con 6 agujeros para 3 enfermos y en la otra
una de 10 agujeros para 5. Los cepos estaban separados de la pared lo suficiente para dar lugar a
entrar y sacar los excrementos. Las personas se llagaban a los pocos días. Hubo personasque
permanecieron en los cepos hasta 8 años” (Barrán, 1992). Y analiza más adelante Barrán: hay una
“identidad de los procesos mentales y sensibles en los locos y sus cuidadores. Violencia y hasta fiesta
se alternaban, siendo probablemente mayor la cuota de la primera. Al loco se lo trataba como a un
inferior, pero no se le juzgaba desde la Ciencia, como se hizo en el Novecientos” (Barrán, 1992). Con
el logro de la hegemonía médica en el control de estas instituciones fruto del avance del proceso de
“medicalización de la sociedad” y secularización del Estado, estos “proto-manicomios” dan lugar al
manicomio como lugar de cuidado y cura de los locos, que en el presente análisis llamamos la “época
de encierro del loco”.
7 En los últimos años, y con particular intensidad en la actualidad, asistimos a un contexto en el cual
desde el Ministerio de Salud Pública y la Administración de Servicios de Salud del Estado se busca
avanzar en la reforma del sistema de Salud Mental, activando diferentes iniciativas a nivel legal y
organizacional, con el objetivo de abordar los problemas existentes a nivel de cobertura,
financiamiento, accesibilidad y modelo de atención. Es aún prematuro realizar un análisis del
contenido y alcance efectivo de estas transformaciones en curso, y mucho menos su impacto, como
para determinar si logran constituir en los hechos concretos un cambio de modelo superador del
encierro y el abandono. En el capítulo final de este trabajo se realiza un breve análisis sobre las
perspectivas al respecto.
13
Si se observan las condiciones de los manicomios uruguayos de entonces se puede
apreciar una calidad edilicia y logística que hoy parece inconcebible. El manicomio era
el lugar del “no trabajo”, pero con la misión de recuperar a la persona para el trabajo.
Dentro de las instituciones psiquiátricas había huertas, talleres de carpintería, de
talabartería, espacios para hacer deporte, y hasta que la dictadura militar uruguaya lo
destruyera, el Hospital “Vilardebó” tuvo incluso un quirófano dotado de tecnología
avanzada y un teatro en excelentes condiciones. Esta reseña está lejos de constituir una
suerte de “tributo al manicomio” o “nostalgia manicomial”. El manicomio ha sido
siempre algo terrible, pero es importante comprender el cambio de sus diferentes
significados históricos ya que es en estas transformaciones en que se encuentra la clave
de análisis de la realidad actual sobre la que se pretende actuar.
b) El período “de abandono del loco” es en cambio un período aún más contradictorio
y difícil de comprender, ya que frecuentemente la idea de intensificar la salida de las
personas internadas del manicomio luego de muchos años de institucionalización y sin
una propuesta de reinserción social y laboral ha sido sostenida, como fue dicho, desde
un aggiornamiento discursivo y una retórica progresista. Es importante entonces
confrontar los discursos con las prácticas y observar qué cosa ha sucedido en general, y
lo que en general ha sucedido en los últimos años es el aumento de los pacientes
psiquiátricos en situación de calle y el deterioro de las condiciones edilicias y de
atención de las instituciones psiquiátricas.8
Es éste el núcleo de problematicidad central a considerar: mientras la época “de
encierro del loco” se proponía la rehabilitación de la persona internada, la época “del
abandono” se propone eliminar las crisis agudas mediante la intervención
psicofarmacológica. En la época “del encierro” el loco es alguien a “recuperar”, el
Estado se debe ocupar de su locura y transformarlo en “ciudadano”, esto es, alguien
capaz de comprender sus derechos y deberes y de trabajar. En la época “del abandono”
8 Este juicio, válido para la generalidad del fenómeno que se analiza, corre los riesgos de toda
generalización, por lo que pudiera empañar, omitir o relativizar las numerosas y valiosísimas experiencias
de trabajo con pacientes psiquiátricos que en el mismo período han surgido o se han consolidado. Estas
experiencias surgieron inicialmente al calor del esfuerzo creativo de equipos y espacios de la Universidad,
de algunas ONG, intendencias municipales y de entidades nucleadas en el Programa Nacional de Salud
Mental, y algunas han sido en los últimos años apoyadas a nivel gubernamental. No obstante, la
profundidad de las acciones de gobierno aún está lejos de generalizar una alternativa al modelo existente
capaz de incidir estructuralmente en la situación planteada. Asimismo, cabe mencionar que en los últimos
años se han realizados mejoras en las condiciones edilicias, pero las mismas no han alcanzado a todas las
instituciones, o a todas las secciones de todas las instituciones.
14
el loco es en cambio un costo demasiado alto para el Estado, es el mercado en tanto
regulador natural de la vida social y de toda actividad humana quien deberá encargarse
también de la cuestión de la salud, y entonces el loco será abandonado en las calles y los
cantegriles. La época “del encierro del loco” era encierro y contención. La época “del
abandono” es solamente abandono, sálvese quien pueda.
Habiendo analizado cómo la población manicomial uruguaya ha disminuido hasta
arribar a su mínimo histórico, se debe observar ahora el hecho de que desde el año 2000
hasta la actualidad esta tendencia a la disminución se ha detenido y la tasa se ha
mantenido estable en torno a la cifra de tres personas cada diez mil habitantes. Parecería
que la disminución de la población manicomial arribó hasta el encuentro de un nuevo
equilibrio pautado por la readecuación de la institución manicomial. En este equilibrio
el número de internados difícilmente podría disminuir (fruto de la dinámica de reingreso
permanente a falta de una inserción social de la persona que egresa del manicomio) ni
aumentar (dada la política de atención de episodios agudos y rápido egreso,
disminución del numero de camas de internación, así como algunas iniciativas de
reinserción exitosas).
Perspectivas:
Thomas Szasz dijo una vez que 
El principio vital para el animal predador que habita en la selva es matar o ser
muerto. Para el predador humano que habita en la ciudad este principio es
estigmatizar o ser estigmatizado. La supervivencia del hombre depende del lugar que
ocupa en la sociedad, es por esto que debe mantenerse a si mismo como miembro
aceptado del grupo. Si no logra hacerlo, si en cambio permite ser clasificado en el rol
de la víctima propiciatoria será expulsado del orden social y será etiquetado. Hemos
ya visto cómo ha sido aplicada esta norma en el Medioevo, la Edad de la Fe, y cómo
se aplica en el mundo moderno, la Edad de la Terapia (Szasz, 2006). 
El manicomio es ante todo una relación social. La lógica manicomial no desaparece con
la desaparición del manicomio. De algún modo, desmanicomializar implica
fundamentalmente concebir modelos de convivencia superadores del “canibalismo
simbólico”. Es posible que “las víctimas propiciatorias” en la actualidad se estén
15
trasladando hacia los jóvenes pobres clasificados-estigmatizados-hiperintervenidos y
encerrados como “menores infractores”. La lucha anti-manicomial debería ser una
lucha contra la lógica manicomial, allí donde ésta encuentre terreno propicio para
fijarse, nacer y recrearse. Esto debiera ser una premisa orientadora de las perspectivas
teórico-técnicas de los movimientos de desmanicomialización, de las psicologías a nivel
comunitario, de las políticas de salud mental, y de la formación de los trabajadores de la
salud.
Asistimos en la actualidad a un fermental momento de transformación del sistema de
salud uruguayo, y en particular del sistema de salud mental. La profundidad, alcance, y
poder instituyente de estas transformacionesestá aún por verse. ¿Podrán estas
transformaciones afectar no solamente los planos del financiamiento y la cobertura y
transformar también el modelo de atención? ¿Podrán superar la mera descentralización
de estructuras y afectar también los modelos terapéuticos en juego?(Bianchi, Cano,
Evia, Rodriguez, 2010). ¿Podrán sentar las bases de una alternativa concreta al encierro
y al abandono?
En cualquier caso, será fundamental en ese proceso la capacidad organizativa, de
movilización y propuesta de los colectivos comprometidos con la generación de
alternativas políticas, académicas y terapéuticas al modelo asilar. En la medida en que
estos colectivos logren configurar un movimiento con potencia instituyente, en el
interior de sus prácticas por cierto, pero también con aspiraciones de generalización y
movilización, estará la posibilidad de llevar las reformas en curso más allá del plano
legislativo.
Franco Basaglia (2005) dijo una vez: “en el fondo, nosotros sólo representamos un
momento de enlace entre lo que está a punto de desaparecer y lo que todavía tiene que
nacer”. La realización de una genealogía del proceso histórico del manicomio y la salud
mental en Uruguay, es una tarea necesaria para contribuir a comprender el presente,
relativizar sus verdades naturalizadas, y forjar aquello que “todavía tiene que nacer”.
16
Bibliografía
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Montevideo.
Barrán, JP (1992); “Medicina y sociedad en el Uruguay del Novecientos”, Banda
Oriental, Montevideo.
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servicios de Salud Mental en el caso del Centro de Salud de Jardines del Hipódromo”,
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Master en “Costruzione e gestione dei progetti nel sociale”, LUMSA –Università,
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17
Horizontes Epistemológicos.
Lic. Psic. Mónica Giordano, Lic. Psic.Belén Itza.
Introducción
No está de más decir que la ciencia como empresa humana es en sí misma una empresa
ideológica. El positivismo como paradigma científico continúa reinando en nuestro
discurso científico, que aún hoy se sigue percibiendo como aséptico y neutral. Esta
afirmación no busca desconocer a aquellas teorías que efectivamente cuestionan este
modo, y se proponen pensar desde la complejidad de lo humano. Más aún, la
posmodernidad, el neoliberalismo nos proponen una ética de la indiferencia, que
muchas veces se parece a aquella neutralidad positivista.
Así pues, la ciencia es mucho más semejante al mito de lo que cualquier filosofía
científica está dispuesta a reconocer. La ciencia constituye una de las muchas
formas de pensamiento desarrolladas por el hombre, pero no necesariamente la
mejor. Es una forma de pensamiento conspicua, estrepitosa e insolente, pero sólo
intrínsecamente superior a las demás para aquellos que ya han decidido en favor
de cierta ideología, o que la han aceptado sin haber examinado sus ventajas y sus
límites. (Feyerabend, 1986)
Feyerabend (1986) plantea aquí una fuerte crítica a la ciencia que se atribuye un valor
de verdad y que desde ahí opera. En este sentido, entendemos fundamental analizar su
dimensión política. No sólo política entendida como posicionamiento frente a las
condiciones de existencia, sino también como los modos que los seres humanos
inventan y proponen a partir de sus teorías. La ciencia como praxis, como actividad
humana que, en un intento de comprender y transformar el mundo, desarrolla un modo
particular de saber que también lo modifica. Este posicionamiento determina también el
modo en que se concibe al intelectual, o al profesional Psi más específicamente. La
selección de los autores está centrada en ese recorte.
Preguntarnos por los modos en que la Ciencia se ha relacionado con el Estado y con el
Mercado es una pregunta profundamente política. La producción de conocimiento para
gobernar, o para vender, es una práctica a la que hoy asistimos. El mercado del
conocimiento asume la misma lógica, colocando a los intelectuales como productores de
conocimiento como cosas – que se cambian por créditos, galones, que ascienden en un
mundo cada vez más alejado de lo que se propone conocer. Se desconoce el saber
popular, el saber de los movimientos, se habla e interviene sobre ellos, nunca con ellos.
Seguro esta es una visión bastante pesimista del asunto, también existen experiencias
alternativas que desafían y cuestionan estás lógicas. Que conciben un otro modo de
hacer ciencia, de construcción colectiva de conocimiento, de democratización del
mismo.
Ahí estamos, y es desde donde venimos pensando el Proyecto Comunicacional
Participativo Radio Vilardevoz. Una radio que desde 1997 funciona en el Hospital
Vilardebó, cuestionando en el centro mismo de la Institución Psiquiátrica las prácticas
manicomiales y de encierro.
Vilardevoz tiene una doble implicación: universitaria y movimientista. Es en esta
articulación de saberes desde donde nos interesa pensar nuestra práctica. Desde el saber
como movimiento: reconociendo el saber–hacer en colectivo, la potencia del rescate de
lo político. Asumiendo nuestro lugar como universitarios en la reflexión de la práctica,
sistematización de la misma y producción de saberes.
Aquí presentamos algunas posturas éticas que hemos asumido en la práctica, y que
entendemos que en el plano académico deben poder traducirse o pensarse en planteos
epistemológicos.
Dice Bourdieu (1999): “Recíprocamente, los conflictos epistemológicos son siempre,
inseparablemente, conflictos políticos: así una investigación sobre el poder del campo
científico podría perfectamente incluir sólo cuestiones de índole epistemológica”. (p.
78)
Es por esto que nos proponemos presentar las articulaciones entre la constitución del
campo de la salud mental y los saberes de los movimientos sociales, visibilizando las
condiciones de enunciación de nuestra práctica y aportando a la construcción de modos
alternativos de concebir la producción científica. 
Nos interesa destacar también la perspectiva constructivista que nos permite remitirnos
a las epistemologíasplantadas a comienzos del siglo XX y que al decir de Rasner
(2010):
(…) desde esta perspectiva, todo saber es ya un hacer. Esto es, se aprende y se
conoce para transformar la realidad y en esta medida la inclusión del sujeto en el
proceso de producción de conocimiento no sólo es inevitable sino que incluso es
deseable, puesto que no se explica un querer hacer si no hay volición detrás –y
todo lo que la volición envuelve y por su intermedio todo aquello que se muestra
u oculta-; y la volición es, desde luego, inseparable de un sujeto históricamente
situado. Por tanto se conoce para transformar, no para contemplar lo que Es o
detectar relaciones estables y absolutas; y esa transformación obedece a
propósitos muy humanos, y el producto lo será igualmente”. (p. 56)
Producción de subjetividad
Sin duda que el pensamiento de Guattari es revolucionario en el campo de la psicología,
ya que instala los devenires de la subjetividad en el centro de su teoría. Los medios
masivos de comunicación tienen un lugar central en los procesos de construcción de
subjetividad, así como en la modelización del deseo, en el marco del Capitalismo
Mundial Integrado que este autor presenta. Asimismo en su propuesta postula nuevos
modos de entender el quehacer científico, que entendemos también pertinentes a la hora
de pensar los criterios epistemológicos de nuestro trabajo.
Tomaremos para este desarrollo el libro “El Devenir de la subjetividad”. En el mismo se
recopilan una serie de conferencias que Guattari realizó en Chile en 1991, lo que le
imprime una especial preocupación en relación a Latinoamérica y los movimientos
sociales de este lugar del mundo.
El Capitalismo Mundial Integrado supone una reconceptualización en la que se
cuestiona la tradicional división entre infraestructura económica y superestructura
ideológica, postulando la producción de subjetividad como uno de los objetivos mismos
de este sistema. En este sentido es que define dos ejes de producción de subjetividad
capitalística, el de los diseños colectivos y el de los medios de comunicación de masas
tomados en un sentido amplio.
Con los diseños colectivos refiere a las instituciones y espacios colectivos que más allá
de existir con una función específica, son los espacios en los que se genera la vida, y en
tanto esto, lugares privilegiados de producción de subjetividad.
Los medios masivos de comunicación son grandes dispositivos de producción de
subjetividad, serializada y homogénea, en la que se resaltan los valores capitalistas,
creando una realidad que niega la diversidad y la diferencia. Quedan excluidos de estas
pantallas, las voces de quienes no poseen los medios económicos para acceder a ellas,
construyendo además una imagen negativa de estos sectores. También Guattari (1991)
incluye en esta lógica los desarrollos tecnológicos, la telemática, que junto a otros
autores como Virilio nos sugieren pensarnos en otras condiciones de tiempo espacio, y
también en otros modos de entender lo humano. El autor encuentra en estos desarrollos,
la posibilidad de construir otros territorios existenciales.
Guattari (1991) realiza una propuesta ecosófica, que nos importa aquí en tanto propone
otro modo de pensar lo científico. En una concepción más amplia en el que se re plantea
un modo complejo de entender la realidad y al sujeto, realiza una crítica al modo en que
se ha organizado el conocimiento científico, generando disciplinas estancas que
territorializan los espacios de saber. La propuesta supone la conexión múltiple de lo
social, lo poético, lo político, lo singular, proponiendo una concepción maquínica en la
que todos estos planos no se encuentran separados, sino que más bien se actualizan de
algún u otro modo en las formaciones subjetivas.
(...) si se tiene una visión demasiado reducida, mecanicista de la máquina, se
obtendrá una concepción ecológica de carácter científico, positivista, racionalista
reductivista exclusivamente. Será muy problemático hacer un puente entre la
ecología científica y la ecología política, por ejemplo. Pero si en el corazón del
objeto ecológico introducimos problemáticas ecosistémicas, no sólo de la vida
social, sino también del arte, de los universos incorporales matemáticos,
introduciremos dimensiones personales, dimensiones del inconsciente, de la
subjetividad y, más importante aún, dimensiones que yo llamaría ético políticas.
Porque finalmente, lo que caracteriza para mí este tipo de máquina ecosófica es
que no se trata sólo de una materia concreta, sistémica, sino también moral y
política” (Guattari, 1991, p.43)
El trabajo del científico debe tender a asemejarse al de un artista, por el modo en que
creativamente lee y opera en estas conexiones, generando otros territorios existenciales.
En lugar del Intelectual con mayúscula, creo en el desarrollo de dispositivos
intelectuales colectivos. La intelectualidad y la sensibilidad se desarrollan
siempre más en el cuerpo social. Están llamados a tener un lugar cada vez más
importante. El tiempo del intelectual - faro y del intelectual orgánico ya pasó, y
está muy bien que sea así. Ahora vendrá el tiempo de la intelectualidad
experimentadora, creadora, que tiene influencia por su eficacia real. (Guattari,
1991, p.68)
La Salud Mental como campo de problemas
En la segunda mitad del S XX comienzan a sucederse diversas experiencias que
cuestionan el modelo asilar, y se instala la concepción de que la salud mental no es ya
un problema estrictamente biológico intrapsíquico sino que tiene connotaciones
políticas y sociológicas.
Ya no se habla en términos médicos de enfermedad, se habla en términos
sociológicos o en categorías políticas de comunidad, de democratización, de
participación social, de gestión social, etc. En todo este movimiento se reafirma
un reconocimiento acerca de que el problema del manicomio es social y político,
de derechos y de ciudadanía, no es un problema intrapsiquiátrico, por lo cual se
debe resolver desde afuera de la psiquiatría. Galende (1990, p.155)
Dentro de las experiencias antes mencionadas encontramos a la comunidad terapéutica
y la Psicoterapia Institucional como corrientes que se dan en un contexto de pos guerra
(Amarante, 2009). Esta guerra deja a Europa en una situación socio económica
devastada que también afecta a los hospitales, que no dan a basto con los heridos de
guerra, existen carencias en el personal que pueda atender a las personas internadas. Se
comienza entonces a utilizar a los propios pacientes para el cuidado de otros, resultando
de esto una experiencia terapéuticamente positiva. La comunidad terapéutica con Jones
como su referente profundiza esta experiencia, proponiendo el cambio de relaciones
verticales por otras que adopten la horizontalidad como forma, profundizando el
potencial terapéutico del Hospital. En el mismo sentido, Tosquelles en Francia
desarrollaba la experiencia de Psicoterapia Institucional, aportando además la noción de
acogimiento como la importancia de la institución y los equipos de trabajo en la
construcción de soporte y estructura para los pacientes (Amarante, 2009).
Otra de las corrientes que se enmarcan en la tradición de la reforma psiquiátrica es la
Psiquiatría de Sector también conocida como Salud Mental Comunitaria (Amarante,
2009). De esta corriente se destaca la aparición por primera vez de la noción de
regionalización de los servicios de salud. Esto de alguna forma comienza a cuestionar el
encierro como una única medida posible, y se desarrollan centros que apelan a que el
individuo pueda ser atendido en una zona próxima al lugar en el que vive. También
aporta la noción de equipo de trabajo, como un espacio en el que deben intervenir
diferentes disciplinasy no solo la psiquiatría. Asimismo se propone que este mismo
equipo debe ser referente para la personas antes durante y después de la internación
(Amarante, 2009)
La antipsiquiatría aparece como movimiento que cuestiona fuertemente no solo el
Hospital como herramienta terapéutica sino también al orden psiquiátrico y el poder que
ejerce sobre la población a la que trata, y sobre el resto de la sociedad produciendo
sentidos que mantengan a la locura estigmatizada y medicalizen a la sociedad en la
solución de sus problemas fundamentales (Amarante, 2009). Se desarrolla en los años
60 siendo sus referentes Lain, Cooper y Basaglia. Ellos cuestionan la concepción
parcializada que se tiene hasta el momento de la enfermedad, arguyendo que no se
considera a la integralidad del sujeto y se niega el sufrimiento, intentando acallar con
medicación y otros tratamientos. Se plantea una concepción relacional de la
enfermedad, esto es que tanto las causas como la cura de la misma se encuentran en el
medio que el sujeto habita, devolviendo de alguna forma la locura a su medio, que había
sido aislada desde el alienismo pineliano. El lugar del terapeuta sería poder acompañar
este sufrimiento y cuidarlos muchas veces de la violencia psiquiátrica en el tratamiento.
(Amarante, 2009)
Su crítica va mucho más allá de la crítica al modelo asistencial, ya que entienden lo
manicomial como un sentido socialmente dominante que pretende encerrar y ocultar
aquello que molesta. Por lo cual la transformación debe ser más allá de las estructuras
asilares, una revolución de conciencia.
Todas estas experiencias dieron cimientos a posteriores políticas, u orientaciones de
políticas que tendieron a la integración comunitaria del sujeto como forma de abordaje,
así como a la tendencia de la eliminación de los hospitales psiquiátricos (Galende,
1990). Aún así, estas prácticas conviven con un poder psiquiátrico que no resigna al
desarrollo de sus prácticas asilares.
Con esta breve reseña intentamos identificar las diferentes posturas epistemológicas que
ha asumido la psicología en su intento de configurarse como una disciplina autónoma,
posicionamientos que aún hoy diagraman y transversalizan nuestras prácticas. En este
recorrido profundizamos en el campo de la salud mental, como un campo de disputa
tanto de la Psicología clásica como de la Medicina, frente a la emergencia de nuevas
formas de construir conocimiento. No es ingenuo el relato concreto de experiencias, ya
que entendemos que desde ahí se plantea la generación de un conocimiento científico
profundamente ligado a las realidades histórico sociales.
Los saberes populares y las construcciones en los márgenes
Como postura epistemológica nos interesa rescatar los saberes de la práctica del
movimiento popular. Aquello que Tapia (2011) define como Subsuelo Político:
(...) la superficie de la sociedad sólo muestra los elementos de la síntesis
articulada por el polo dominante y su modo de articular fragmentos de las
creencias y prácticas de los subalternos. Lo que no puede ni quiere ser contenido
en la superficie queda subterráneo. Las cosas y gentes que no se integran en la
cultura o en el conjunto de discursos predominantes que pretenden ejercer la
sutura en la superficie, se hacen de alguna manera, invisibles. (p. 122)
En este sentido Zibechi (2006) se plantea a través del estudio de los movimientos
sociales el desarrollo de un conocimiento creativo que potencie su capacidad
revolucionaria, convirtiendo al conocimiento en potencia de la propia lucha social.
Tomar los relámpagos insurreccionales como momentos epistemológicos es tanto
como privilegiar la fugacidad del movimiento, pero sobre todo su intensidad,
para poder conocer aquello que se esconde detrás y debajo de las formas
establecidas. Durante el levantamiento se iluminan, aún fugazmente, zonas de
penumbras (...), la insurrección es un momento de ruptura en el que los sujetos
despliegan sus capacidades, sus poderes como capacidades de hacer y al
desplegarlas muestran aspectos ocultos en los momentos de reposo y de menor
actividad colectiva. (Gutierrez R & Gomez. L., 2006, p.15)
Plantea de esta manera la existencia de nuevas formas de producir conocimiento a partir
de la práctica, de las acciones, nuevas teorías que emergen de las relaciones y los
capitales sociales. El campo de la producción de conocimiento así, ya no está en manos
de las agencias hegemónicas constructoras de saber, como el Estado, la Academia y los
Partidos. Asignado a los movimientos sociales la producción de teoría enclavadas en
relaciones sociales no capitalistas y esto lo plantea como un giro epistémico.
Dice Zibechi (2008):
La emergencia de nuevos sujetos constituidos en el sótano de nuestras
sociedades, los llamados excluidos, pone de cabeza el saber-hacer de los
especialistas. Sobre todo si pensamos en quienes se han formado en la convicción
de que el conocimiento de los “otros”, ya sean indios, los campesinos o los
pobres, como dice el investigador venezolano Edgardo Lander, “no sólo era
considerado no pertinente, sino incluso como uno de los “obstáculos” a la tarea
transformadora del desarrollo”. (p. 170)
Por tanto lo que hasta ahora eran “objetos” se convierten en sujetos, en sujetos
culturales, políticos y teóricos. Los movimientos sociales interpelan y trastocan de esta
manera las relaciones binarias construidas por la modernidad y por sobre todo por el
pensamiento occidental (sujeto-objeto, ciencia-mito, etc.)
Nos parece importante destacar y pensar como plantea el autor a: “Los nuevos
movimientos, a diferencia de las agencias académicas que reproducen la separación y
jerarquización sujeto-objeto, proceden en relación de interioridad abordando el
conocimiento desde presupuestos éticos” (Zibechi, 2008, p.171)
Los planteos de Zibechi están fundados en lo que son los desarrollos de las
Epistemologías de-colonialistas. La importancia de las mismas en la construcción del
saber en la actualidad nos lleva a incluir algunos de sus referentes teóricos más
relevantes como es el caso de Boaventura De Souza.
El autor plantea las conclusiones de una investigación que se propuso determinar en qué
medida la globalización alternativa podía ser producida desde abajo.
En primer lugar la experiencia social en todo el mundo es mucho más amplia y
variada de lo que la tradición científica y filosófica occidental conoce y considera
importante. En segundo lugar, esta riqueza social está siendo desperdiciada. De
este desperdicio se nutre la idea de que no hay alternativa, que la historia llegó a
su fin, y otras semejantes. En tercer lugar, para combatir el desperdicio de la
experiencia, para ser visibles las iniciativas y movimientos alternativos, y para
darles credibilidad, de poco sirve recorrer la ciencia social tal como la
conocemos. A fin de cuentas, esa ciencia es responsable por esconder y
desacreditar las alternativas. Para combatir el desperdicio de la experiencia social
no basta con proponer, otro tipo de ciencia social, es necesario, pues, proponer un
modelo diferente de racionalidad. (De Souza Santos, B., 2002, p.238)
En este sentido es que realiza una crítica a la razón metonímica, caracterizada por la
dicotomía, la totalidad, la reducción de la multiplicidad de los tiempos al tiempo al
lineal. Este tipo de racionalidad no se inserta por la argumentación, sino por su
imposición.
En esta línea es que desarrolla la sociología de las ausencias, planteando que lo no
existente es producido activamente por la lógica metonímica. Se propone entonces
identificar estas lógicas exclusivas, para generar las condiciones de emergencia de lo
subalterno. Identifica cinco lógicaso modos de producción de no existencia:
monocultura del saber y del rigor del saber, monocultura del tiempo lineal, lógica de la
clasificación social, lógica de la escala dominante, lógica productivista.
En esta misma línea es que Mignolo (2008) caracteriza al pensamiento de-colonial.
Plantea una fuerte crítica a las instituciones disciplinares del conocimiento científico,
apostando en este nueva epistemología al reconocimiento del sujeto del enunciado,
contextuado, localizado.
Un pensamiento situado en los márgenes, tensado por la propia práctica, que exige la
construcción constante de nuevas respuestas. Un pensamiento en movimiento, que altere
los cánones establecidos, esa es la apuesta y el horizonte para seguir construyendo un
dispositivo intelectual colectivo que permita la emergencia de saberes silenciados, no
reconocidos, ni valorados. Desde ahí venimos y hacia ahí vamos. 
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Los Dispositivos Grupales, Radio Vilardevoz y su taller de Producción Radiofónica.
Lic. Psic. Mónica Giordano, Lic. Psic. Belén Itza
Introducción
El dispositivo grupal de Radio Vilardevoz:
Este trabajo fue realizado en el marco de la Maestría de Psicología Social de la Facultad
de Psicología de la Universidad de la República.
Daremos cuenta de una de las dimensiones de la práctica llevada adelante desde el
Proyecto Comunicacional Participativo “Radio Vilardevoz”: el dispositivo grupal y
colectivo que desarrolla desde hace 17 años y la construcción del mismo en los
márgenes de la Institución Psiquiátrica y de los Mass Media.
Intentaremos realizar una descripción general de la concepción de lo grupal/colectivo de
Vilardevoz con el desarrollo de algunas líneas conceptuales que atraviesa todos sus
dispositivos, para luego adentrarnos en uno de ellos como es el Taller de Producción
Radiofónica. 
A lo largo de estos 17 años Vilardevoz ha ido construyendo, desarrollando, creando,
inventando diversos dispositivos grupales que dan cuenta del crecimiento y
consolidación de un proyecto que plantea un modelo de intervención alternativa donde
se articulan, conjugan y entrelazan diversos campos disciplinares en base al trabajo en
ejes principales como son la Comunicación, la Participación y la Salud Mental en clave
de Derechos Humanos. Actualmente se cuenta con siete espacios grupales/colectivos
definidos, como son: El taller Central, el taller de Producción Radiofónica, la salida al
aire con Fonoplatea abierta, la Salida al aire en estudio, el taller de escritura, el taller de
digitalización (convenio con Plan Ceibal a través del Consejo de Formación en
Educación (CFE) y los Desembarcos (realización de la Fonoplatea abierta en diversos
espacios públicos, instituciones, etc)
 La posibilidad de pensar las diferentes concepciones del campo de lo grupal/colectivo
que sostienen estos espacios en la práctica cotidiana de Radio Vilardevoz permite pensar
el Proyecto como movimiento, pretendiendo generar diferentes lógicas a las que se
juegan en el campo de la Salud Mental y la Comunicación.
Siendo y sintiéndonos como dice el Sub Comandante Marcos (2001):
 (...) tan escurridizos que no nos podemos explicar ni nosotros mismos. Entre
otras cosas, fundamentalmente porque somos un movimiento, nos estamos
moviendo. Tenemos nuestra ruta general y en este sentido nos movemos, vamos y
venimos de acuerdo a cómo vemos. A cómo sentimos que somos recibidos” “una
y otra vez estamos insistiendo: nosotros no fijamos la línea hacia la que avanzar.
Vamos construyendo esa línea. Queremos construir otra forma de hacer política y
tiene que ver con la forma del poder. Nosotros no estamos buscando seguidores
sino interlocutores porque sabemos que eso que queremos construir no lo vamos
a poder hacer solos. (Conversación entre el Subcomandante Marcos y Manuel
Vázquez Montalbán en Marcos: El Señor de los Espejos. Madrid, Punto de
lectura, 2001. (Citado por AMARC-ALC, 2005, p. 58)
Partir de aquí implica dejar en claro la postura epistemológica y ético-política desde
donde aborda los problemas del campo de lo grupal. No podemos dejar de mencionar en
este momento las influencias de pensamientos que desde la Psicología Crítica
Alternativa en Uruguay así como de la Psicología Social Crítica en Argentina en la
propuesta de Vilardevoz. Estas corrientes propusieron y promovieron la existencia de
otras formas de producir conocimiento, a partir de la práctica, de las acciones, que
dieron lugar a nuevas teorías que emergieron de las mismas. Surgen de esta manera
experiencias alternativas que desafían y cuestionan lógicas hegemónicas y que proponen
la construcción colectiva de conocimiento y la de democratización del mismo. 
Pero, cabe destacar que Vilardevoz tiene una doble implicación: universitaria y
movimientista. Es en esta articulación de saberes desde donde nos interesa pensar
nuestra práctica y reconocer las distintas vertientes que desde la Psicología Social la
componen. En ese sentido es que podemos plantear que se concibe el saber cómo
movimiento: reconociendo el saber–hacer en colectivo, la potencia del rescate de lo
político. Asumiendo nuestro lugar como psicólogos universitarios en la reflexión de la
práctica, sistematización de la misma y producción de conocimiento.
En este sentido es importante destacar que algo que caracteriza a Vilardevoz como
proyecto es que se permite conjugar teorías y praxis de la Psicología Social “heredadas”
de aquellos movimientos contra hegemónicos. Un primer movimiento en Vilardevoz lo
podemos ver, desde sus inicios, en la necesidad de crear, en el marco de las prácticas
existentes en los manicomios, nuevas formas de entender los problemas, nuevas
herramientas y prácticas de la Psicología. Fue necesario concepciones que permitan
rescatar los diversos saberes que se ponen en juego en un dispositivo grupal y que los
mismos dialoguen para pensar colectivamente los problemas, cómo construimos los
vínculos desde los diferentes roles y cómo manejamos las contradicciones y qué
hacemos con ellas.
El Rio de la Plata fue un territorio muy rico de producción de nuevas subjetividades en
torno a construcción de saberes y de prácticas psi, por lo que para este trabajo
tomaremos algunos de sus exponentes en sus ejes centrales que nos permitan hablar
brevemente sobre el campo de lo grupaly las herencias Rioplatenses en un Proyecto
como Vilardevoz, que no por casualidad surgió también en el Rio de la Plata al igual
que Radio la Colifata.9
Algo hay en el Rio de la Plata que permite que este tipo de proyectos alternativos en
Salud Mental y Comunicación surjan y se desarrollen durante los últimos 20 años, la
tradición de aquellos movimientos instituyentes en la Psicología Social Rioplatense, sus
luchas, sus creaciones revolucionarias sin dudas han dejado su huella, sus marcas y sus
devenires han producido la posibilidad del surgimiento de otros movimientos
instituyentes como el de Vilardevoz y la Colifata por estos lares del mundo.
Seguramente las experiencias llevadas adelante por Pichón Riviére desde los Hospicios,
la posibilidad que los propios pacientes asumieran responsabilidades en la
administración de los mismos, la organización de actividades para salir del tedio, como
los partidos de fútbol, así como sus primeras conceptualizaciones en torno al conflicto
sujeto-sociedad, grupo operativo y la locura y lo siniestro sean parte de los aportes para
9 Resulta curioso para este trabajo señalar que ambas Radios surgen y se desarrollan sin conocer la existencia una 
de la otra, tomando referentes así como realizando prácticas similares
poder pensar que otra psicología social es posible.
Por otro lado, podemos mencionar aquí otras influencia en el proyecto de Radio
Vilardevoz como son los aportes de la corriente francesa, como Foucault y la noción de
dispositvo, René Lourau y las nociones de instituido e instituyente y grupo sujeto-
grupo objeto, así como los aportes del pensamiento de Félix Guattari centrado en la
producción de subjetividad. Estos echan luz sobre las nuevas subjetividades acerca del
campo de lo grupal/colectivo.
En este sentido, intentando analizar uno de los aspectos que instituye y produce a
Vilardevoz como proyecto alternativo en Salud Mental y Comunicación, como colectivo
que produce prácticas instituyentes, podríamos destacar la alteración que ha producido y
produce a partir de la posibilidad de sostener una “Causa” construida colectivamente
entre coordinadores y participantes (técnicos-usuarios, psicólogos-pacientes fueron
algunas de las nociones que daban cuenta de algunos de los obstáculos epistemológicos
a vencer), alterando el orden establecido así como las relaciones de poder.
La idea de producir alteración (concepto que nutre la vertiente movimientista en
Vilardevoz y se toma específicamente de los Zapatistas) la concebimos como posible
tanto en aquellos que participan desde adentro del proyecto mismo, como en quienes se
acercan y entran en contacto. La producción de espacios saludables impregna de
transformación también a los que nos incluimos desde un rol técnico, a quienes se
aproximan desde la Universidad, o a quienes lo hacen desde el lugar que ocupan dentro
de la trama institucional que aborda y a veces también crea el campo de problemas.
Alteraciones en las autopercepciones así como la alteridad de aquellos que pueden ser
vividos como ajenos siendo semejantes, como distintos siendo sujetos de derecho.
(Baroni, C et al, 2013, p. 178)
Estas alteraciones implican movimientos que permitan entre otras cosas redimensionar
la relación técnico-paciente, desarrollar metodologías y dispositivos grupales de trabajo
democráticos y participativos que promuevan la horizontalidad en los vínculos, que
permitan la producción de sujetos autónomos, empoderados capaces de ser
protagonistas de su propio proceso de salud y de las transformaciones de sí mismo.
Nos parece importante destacar en esta oportunidad el concepto de transversalidad
FelixGuattari (1976). Este autor distingue dos tipos de grupo, el grupo-sujeto y el
grupo-sometido, donde define al primero como aquel que es capaz de enunciar, de
asumir a través de la palabra y el segundo sufre su subordinación y escucha su discurso.
La asunción del grupo-sujeto, en tanto momento de la práctica de los grupos, tiene por
soporte la transversalidad. La transversalidad se define por oposición a la “verticalidad”
(estructura piramidal de organigrama) y a la horizontalidad (sociograma de relaciones
más o menos institucionalizadas en los diversos grados de la pirámide). “La
transversalidad – dice Guattari – supera ambas aporías (…) tiende a realizarse cuando se
efectúa una comunicación máxima entre los diferentes niveles y, sobre todo, en los
diferentes sentidos. Es el objeto mismo de la investigación de un grupo-sujeto”.
(Lourau, 1991, p. 188)
Desde aquí la dimensión institucional de los grupos se convierte en un campo de
intervención privilegiado.
 
La apuesta de Vilardevoz a la inclusión de la diversidad, de lo múltiple, lo complejo, de
lo “irracional”, lo delirante, la posibilidad de democratizar la palabra, el respeto por el
saber del otro y la construcción de vínculos horizontales, son algunas de las
características del proyecto que permite la construcción del saber-poder de manera
distinta, haciendo dialogar la diversidad de saberes sin que exista un predominio de un
saber sobre el otro y un ejercicio de poder vertical, permitiendo de esta manera la
existencia de un coeficiente de transversalidad en los diferentes dispositivos grupales
con los que cuenta.
De esta forma, el colectivo en su conjunto, asumiendo la diferenciación de roles y
tareas, se constituye como protagonista de un proceso. La forma de gestionar y
organizar un proyecto que vive en la práctica una “democracia radical” (J. L. Rebellato)
en la que todos cuentan. Es que esta radio la hacemos entre todos, con lo que tenemos,
con lo que podemos y con lo que queremos aportar.
Lo anteriormente dicho nos lleva a plantear directamente la importancia del rol del
coordinador en Vilardevoz.
 Dice Andrés Jiménez (2000): 
Se hizo necesario crear un escenario donde fuera posible desplegar una verdad
que queda normalmente por fuera en la circulación de estos discursos oficiales,
institucionales, técnicos, y académicos. (...) un movimiento fuertemente
instituyente, que pretende redimensionar las características de la relación
técnico-paciente. Se podría decir que se vuelve necesario democratizar en
alguna medida esa relación, lo cual produce efectos importantes en la
formulación de la metodología de trabajo, y por tanto en el rol a desplegar. Debe
comenzarse creando un marco vincular que propicie un sentimiento grupal de
confianza y seguridad. (p. 105-106)
Planteándonos de esta manera como propone Armando Bauleo (1983) la posibilidad de
que la práctica grupal se convierta en una contraideología, como forma de salir de
aquellas opciones institucionalizadas del pensar, del accionar y del sentir. Siendo
necesario ubicarse en otro nivel. En este sentido el coordinador deberá saber que el
grupo no es de su propiedad, por tanto no debe pararse como líder más allá de que el
grupo en un inicio lo ubique en ese lugar, él sólo lo fundará y al mismo tiempo deberá
separase y elaborar su perdida, mostrando de esta manera su función limitada y no de
apropiación permanente, esto permite que el grupo elabore esa misma situación frente a
la tarea. Por tanto ellos mismos no son propietarios de un tema.
(…) la toma de conciencia del rol social desempeñado, la crítica sistemática y la
búsqueda constante de la descolocación frente al sistema institucional, parecen
ser los primeros pasos de elaboración de la situación del coordinador. (…)
Tengamos presente que siempre praxis transformadora es acción social, cambio
de valores en las relaciones interpersonales, por lo tanto otra ética de la conducta
cotidiana. (Bauleo, 1983, p.72)
Este punto para Vilardevoz es de crucial importanciaya que el hecho de desarrollar
nuestra práctica dentro de la institución psiquiátrica implica realizar cotidianamente
movimientos contrahegemónicos, a la interna del colectivo y hacia la institución.
Implica por sobre todas las cosas deconstrucción permanente de aquellos lugares y roles
asignados por las lógicas hegemónicas y por la violencia emanada de la institución
manicomial, así como de los discursos científicos que lo producen. En este sentido
desde el lugar del técnico romper con el imaginario de ser “el que tiene el saber” y por
tanto el poder y del lado de los “pacientes” romper con la alienación y el estigma,
promoviendo en este último caso “ (…) la realización de un proceso de “paciente a
participante”. Un participante de Vilardevoz será entonces el que haya realizado dicho
tránsito. Por otra parte ser participante de Vilardevoz delimita una responsabilidad en el
proyecto distinta a la de los técnicos y estudiantes. En Vilardevoz los participantes son
los que llevan adelante la Radio y todo el dispositivo comunicacional siendo los que
toman la voz en primera persona”. (Baroni, C, 2011)
En este sentido cabe destacar que en Vilardevoz existe un trabajo constante sobre
nuestro texto grupal, un análisis y problematización del mismo en todas las dimensiones
del proyecto.
Pavlovsky dice: “el grupo es hablado por el argumento del drama inconsciente social en
su trama argumental”. (A. Fernández, 1986, p. 147)
(…) el contexto es, en rigor, texto del grupo; es decir que no hay una realidad
externa que produce mayores o menores efectos de influencia sobre los
acontecimientos grupales, sino que tal realidad es parte del propio texto
grupal, en sus diversas modalizaciones; es por ende fundante de cada grupo;
más que escenografía, drama grupal. (A. Fernández, 1986, p. 148)
Así el texto grupal es generador de sentidos, tiene ese poder. En este sentido, tanto en el
orden del lenguaje, de los discursos, como en el plano de lo corporal, del espacio, los
silencios, etc., van conformando el entramado de las configuraciones del grupo, y
produciendo otros múltiples sentidos.
Así los grupos pueden ser pensados como espacios de enlaces y desenlaces de
subjetividades, anudamientos-desanudamientos de subjetividades (Fernández, 1986).
Es importante decir aquí que nuestro colectivo parte de una concepción de la locura y la
enfermedad mental heredada de la psicología social, en donde ambas son pensadas
como construcciones social-históricas caracterizadas por un imaginario social de las
mismas. Es en ese terreno en donde pretendemos, a partir de problematizar algunos
instituidos, producir transformaciones y sobre todo en aquellas concepciones que
construyen estigmas, prejuicios, creencias que contribuyen a la formación de
mecanismos de exclusión, depositación de los aspectos rechazados por la cultura donde
unos pocos son condenados al encierro y la marginación bajo la categoría de loco u
enfermo mental y otros quedan a salvo por el sólo hecho de no estar “para internar”.
Esto implica, en nuestro caso, en tanto coordinadores, trabajar con sujetos que se
puedan empoderar desde su derecho a participar, a cuestionar entre otras cosas las
terapéuticas que parecen naturalizadas como el encierro y el electroshock. Permite
generar las condiciones para romper el silencio, romper los muros de la institución
psiquiátrica, construyendo líneas que nos permitan incidir en los diversos escenarios con
el objetivo de generar transformaciones sociales, subjetivas, culturales, éticas y
políticas. Uno de los escenarios que interesa destacar aquí es el aquel que nos permite
atravesar los muros de la institución e instalar en el debate público político la
construcción de subjetividad en torno a la locura y el desafío de incidir en la producción
de otro tipo de subjetividad y de construcción de sentidos en torno a la misma. Para ello
Vilardevoz ha desarrollado un dispositivo que es el “Desembarco”, donde se trata de
realizar una transmisión en algún espacio público promoviendo la participación
ciudadana, apostando a la construcción de un diálogo entre diversos actores, supone una
invitación a pensar el problema de la “locura” en y con la comunidad.
Transversalizando espacios promoviendo la “comunicación máxima” como plantea
Guattari (1976), “(...) entre los diferentes niveles y sobre todo en diferentes sentidos”.
De esta manera Vilardevoz apuesta a una habilitación partiendo de habilidades que
posibiliten la emergencia de lo creativo, lo productivo, y por sobre todas la cosas trabaja
para la recuperación de una identidad de sujeto deseante, capaz de producir
transformaciones. Desde un espacio “micropolítico” donde se lucha contra las
hegemonías, pudiendo re-crear nuestras condiciones de existencia, siendo protagonistas
y apropiándonos de nuestros procesos desde una capacidad crítica inventiva.
El Taller de Producción Radiofónica- Presentación del Espacio
El Taller de Producción Radiofónica es el espacio en el que se trabaja específicamente
la dimensión radial propiciando un análisis crítico de la programación, así como el
desarrollo de habilidades de producción. Esto implica una coordinación y articulación
constante con el taller central y con los espacios de salida al aire. Allí se elaboran
algunos programas, se construye la agenda, se escuchan las producciones, en una
tensión que supone el pensamiento constante en relación al proyecto político y lo que
sale al aire en la emisora.
Es un espacio grupal centrado en la tarea - en este caso la producción radiofónica - . La
coordinación tiene dos niveles. La coordinación general se encarga de viabilizar el
desarrollo de la tarea, tanto generando las condiciones de producción como señalando
aquellas resistencias que obturan el aprendizaje. Otra coordinación enfocada en
cuestiones singulares, seguimientos y coordinaciones institucionales con el hospital
(escenarios externos al salón). “(...) de dinámica móvil y articulatoria, atendiendo al
relacionamiento con la institución hospitalaria, a situaciones del orden de lo singular por
las que transitan los participantes, a todo aquello que sucede más allá del taller y su
tarea.” (Correa, et al., pp. 13-14).
La dimensión Política y Comunicacional:
La dimensión política es constitutiva de todo el proyecto de Radio Vilardevoz. En este
caso nos centraremos específicamente en la forma en que esta dimensión adquiere en el
taller de Producción Radiofónica. Lo político se juega en la función de la coordinación,
en el trabajo de la participación, en la construcción de un discurso colectivo autónomo. 
En este sentido, lo político tiene que ver con las acciones cotidianas, las definiciones
diarias que se van tomando y van construyendo el proyecto. Apostando a la ampliación
de las capacidades y a la generación de producciones coherentes con principios y
prácticas grupales/colectivas, aspectos que van diagramando una “ética y estética”
propia de Vilardevoz. 
Por otro lado y al ser una radio comunitaria, el modo de gestión y producción
radiofónica adquieren características propias que vale la pena destacar.
Uno de los aspectos relevantes de estas prácticas de comunicación alternativa es la
forma en que gestionan el medio, los mismos son de propiedad colectiva, con un
modelo autogestivo, apostando permanente a la producción en común en todas sus
dimensiones (comunicacional, política, económica).
En este sentido es un desafió para los medios comunitarios de comunicación el crear y
recrear permanentemente un proyecto alternativo comunicacional, proyecto creativo y
novedoso, pensándose y repensándose permanentemente como forma de