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Teatro Hipermoderno ESTE LIBRO CONTÓ CON EL APOYO DE LA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE EN SUS CONCURSOS DE INVESTIGACIÓN DIPUC 2007 Y FONDEDOC 2009. ADEMÁS, ALGUNOS ASPECTOS FUERON REALIZADOS GRACIAS AL APOYO DE LA BECA DE CREACIÓN LITERARIA 2009, DE LA LÍNEA DE FONDO DEL LIBRO DEL CONSEJO NACIONAL DE LA CULTURA Y LAS ARTES. QUEREMOS AGRADECER A ESTOS FONDOS CONCURSABLES, PUES GRACIAS A ELLOS SE LLEVÓ A CABO EL TRABAJO DE ESTE LIBRO. TEATRO HIPERMODERNO. Para entender el teatro chileno actual. Equipo autoral: © Consuelo Morel, profesora titular Escuela de Teatro de la Pontificia Universidad Católica de Chile. © Rodrigo Canales, investigador asociado del Centro de Estudios e Investigación de Teatro y Sociedad. © Hugo Castillo, investigador asociado del Centro de Estudios e Investigación de Teatro y Sociedad. Los tres autores hacen parte del trabajo de la Escuela de Teatro de la Facultad de Artes de la Pontificia Universidad Católica de Chile, donde se inscribe este proyecto. Este es el primer libro generado en el marco del trabajo del Centro de Estudios e Investigación de Teatro y Sociedad, que depende de las Facultad de Artes y de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Católica de Chile. © Producción de originales CHANCACAZO PUBLICACIONES LTDA. Diseño y diagramación Gabriel Aguayo Sta Isabel, 0545, Providencia, Stgo. www.chancacazo.cl Distribución Frontera Sur Nº de inscripción: 205.554 Registro de propiedad intelectual I.S.B.N.: 978-956-8822-05-07 Primera edición de 200 ejemplares, Septiembre 2011-07-25 Teatro Hipermoderno Para comprender el teatro chileno actual Consuelo Morel Rodrigo Canales Hugo Castillo ÍNDICE Sociedad y cultura hipermoderna . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9 Conceptos de hipermodernidad en Lipovetsky, Marc Augé y Jean Baudrillard . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23 Tiempo y espacio en la hipermodernidad . . . . . . . . . . 33 Cuerpo hipermoderno . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41 Características del cuerpo hipermoderno . . . . . . . . . . 45 Valor del cuerpo en el ‘teatro hipermoderno’ . . . . . . . 53 Propuestas para la comprensión del ‘cuerpo hipermoderno’ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59 El arte, el teatro y sus épocas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63 Del teatro posmoderno al hipermoderno . . . . . . . . . . 69 Operacionalización conceptual . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75 Hiperrealidad y simulacro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 89 Aplicación de conceptos de la hipermodernidad a obras de teatro chileno de los últimos cinco años . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93 Simulacro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 101 Cristo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 124 Dónde está la Kate Moss? . . . . . . . . . . . . . . . . . . 146 Neva . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 167 Síntesis y renovación del análisis . . . . . . . . . . . . . . . . . 183 9 SoCIEDaD y CulTuRa HIPERMoDERNa El arte, desde un punto de vista moderno, es la manifestación de las épocas por las que el hombre transita. De este modo, las sociedades se pueden comprender históricamente, socialmente, económi- camente y, por supuesto, culturalmente, desde la trin- chera del creador, desde la vereda del ámbito artísti- co. El arte, al mismo tiempo, crea su propio mundo a partir del nuevo ámbito que construye, con lo que se puede hacer un análisis independiente, centrándonos en el fenómeno cultural, el que adquiere sus propias reglas. Estos nuevos mundos nos permiten no sólo entender fenómenos sociales, sino que muchas veces anticiparlos. Queremos adentrarnos en un nuevo análisis del teatro e integrar otros pensadores; el estudio del tea- tro es de larga data, pero hoy han aparecido nuevos investigadores, que si bien no analizan el teatro como manifestación y trabajan en otras áreas específicas, los queremos incluir como propuestas comprensivas que se pueden aplicar al mundo teatral. En cuanto a investigadores o referentes teóricos, hemos escogido las voces que nos han parecido más 10 11 contrar, al menos en el teatro que hemos podido ver en Chile, los elementos estructurantes del teatro, en un estado de hibridez con una tendencia creciente a la desaparición. A partir de lo anterior, intentaremos llegar a una comprensión del teatro más reciente que se está de- sarrollando en nuestro país, lo que hemos denomi- nado ‘teatro hipermoderno’. Activaremos conceptos desprendidos de estos autores, para crear un marco general de comprensión, y posteriormente lo aplica- remos a una selección de obras de teatro chilenas de los últimos años. Gilles Lipovetsky es un agudo analista de la socie- dad contemporánea. Francés, nacido en Paris en el año 1944, combina su intenso trabajo de analista e investigador desde su hogar en la ciudad de Greno- ble, con la presentación de conferencias en univer- sidades, empresas y centros de investigación en todo el mundo. Su obra incluye títulos tales como: “La era del vacío”, “Ensayo sobre el nuevo individualismo contemporáneo” (Ed. Anagrama, París, 1983), “El imperio de lo efímero” (Ed. Gallimard, París, 1987), “El lujo eterno” (Ed. Gallimard, París, 2003), “La fe- licidad paradojal” (Ed. Gallimard, 2006), “La terce- ra mujer” (Ed. Gallimard, París, 1997), “La cultura Mundo”, “Respuesta a una sociedad desorientada” (Ed. Odile Jacob, Paris, 2008), “La pantalla global” (Ed. Anagrama, 2009), entre otras. Es agregado en filosofía y miembro del Consejo de Análisis de la So- ciedad del estado francés y consultor de la asociación incisivas y coherentes para definir estos fenómenos y su comportamiento en la cultura. Tomando como eje los postulados del filósofo Gilles Lipovetsky, hemos cruzado conceptos planteados por otros analistas de la sociedad, tales como Marc Augé y Jean Baudri- llard. Desde el campo del arte, hemos tomado auto- res como Nicolas Bourriaud, Hans Thies Lehmann y Patrice Pavis que parecen coincidir en la visión de los cambios paradigmáticos que han estado viviendo las manifestaciones artísticas en los últimos años. Este marco se genera para elaborar puentes com- prensivos en torno a la aceleración del mundo actual, el exceso de tecnologización, y el estado actual del individualismo humano. Todos estos rasgos parecen estar afectando el comportamiento social de una for- ma diferente a la de los últimos años y este cambio nos ha llamado profundamente la atención, princi- palmente porque parece estarse reflejando en nuevas manifestaciones teatrales, metodologías y experi- mentos escénicos. La proliferación de signos nuevos que entrega la sociedad audiovisual y globalizada y el vértigo con que estos van incorporándose a los referentes cultu- rales, nos obliga a tratar de desentrañar formas nue- vas de entendimiento y reflexión en torno al modo en que la actividad teatral se va viendo modificada. Si bien los conceptos de texto, puesta en escena e intérprete se hallan constantemente en crisis, hoy las preguntas al respecto cargan con el peso de estas crisis entremezcladas y degastadas. Pareciéramos en- 12 13 viene a presentarse como un paradigma o modelo que resulta funcional a nuestra época, donde la es- tructura de la moda ocupa un eje central ya que se ha diseminado en prácticamente todas las capas sociales hasta convertirse en una base de construcción para las relaciones que se dan en nuestra era. Dentro de esta lógica operacional de la moda, el francés distin- gue tres pilares fundamentales: lo efímero, lo lúdico y la seducción; serán estos tres elementos entonces los que, en un accionar conjunto denominarán lo que llamaremos ‘estructura de la moda’. Según el propio Lipovetsky: ‘nos hallamos inmersos en la moda; un poco en todas partes y cada vez más se ejerce la triple operación quela define como tal: lo efímero, la seduc- ción y la diferenciación marginal. Es preciso redituar la moda; esta no se identifica ya con el lujo de las aparien- cias y de la superfluidad, se reconoce como un proceso de tres cabezas que rehace de arriba abajo el perfil de nuestras sociedades.’3 Para efectos de estructurar nuestro discurso nos hemos permitido igualar lo que Lipovetsky llama estructura de la moda con un concepto más general como lo es el mercado. Esto no lo hacemos de ma- nera arbitraria, ya que la estructura de la moda ha tomado posesión de todas las actividades del merca- do, siendo una suerte de instrumento que ha viajado desde el margen hasta el centro. Mercado y moda se han transformado en un único instrumento, igualán- 3. Lipovetsky, Gilles, “El imperio de lo efímero. La moda y su destino en las socie- dades modernas”. p. 175 Barcelona, Ed. Anagrama, 2002. Progrès du Management. Su trabajo lo define como el intento por comprender, más que criticar, la sociedad contemporánea. Por esto se le ha reprochado no tener una visión propia y quedarse solamente en el diag- nóstico de la sociedad. Sin embargo en sus últimas publicaciones, especialmente en ‘La cultura-mundo’ se puede encontrar una propuesta múltiple y profun- da que cruza la cultura con la economía, el mercado, el consumo, el lujo, la universidad, etc. Este autor ha planteado una nueva hipótesis para comprender mejor el estado de nuestra cultura, del arte y de nuestra sociedad. Piensa que la posmoder- nidad se ha transformado en un tiempo que él de- nomina hipermodernidad, sosteniendo que la pos- modernidad ya no es el marco válido para pensar nuestra época. El autor afirma que se produjo una mutación creciente, una sobreexcitación de la mo- dernidad, ‘una nueva fase del individualismo occiden- tal’1, donde destacan los fenómenos de la emanci- pación individual y psicológica, en contraste “con las sociedades modernas, democráticas y disciplinarias, ri- goristas y coercitivas.” 2 Así también nos encontramos con el desencanto propio en relación a las utopías e instituciones, la estructura de la moda, la presencia tecnológica arrolladora, el hipermercado y el hiper- consumidor, la decepción y el neo-narcisismo, entre otros conceptos que arman su propuesta. La hipermodernidad planteada por Lipovetsky 1. Lipovetsky Gilles, “La era del vacío”, p. 5. Barcelona, Ed. Anagrama, 2002. 2 Op. Cit. p. 6. 14 15 manera cabal la idea con que concibe los tiempos ac- tuales, entendiendo que se habla de un período largo de la sociedad donde ciertos factores fundamentales siguen siendo relativamente similares, más si obser- vamos que cada nueva etapa está determinada por un nuevo prefijo, dadas posmodernidad e hipermo- dernidad en relación siempre a una raíz común: la modernidad. Lipovetsky afirma que ‘a fines de los años 1970 la noción de la posmodernidad hizo su entrada en la esce- na intelectual… inicialmente aparecida en el discurso de la arquitectura, en reacción contra el estilo interna- cional, muy luego fue cambiada para designar algunas veces la conmoción de los fundamentos absolutos de la racionalidad y el fracaso de los fundamentos de las grandes ideologías de la historia.’4 Son entonces los ideales nacidos en la modernidad los que serán nuevamente tomados en la hipermo- dernidad, pero en otra escala. Profundicemos en esto. Lipovetsky dice: ‘El mo- dernismo instituye un arte liberado del pasado, sobera- namente dueño de sí mismo, es una figura de la igual- dad, la primera manifestación de la democratización de la cultura, aunque se presente como un fenómeno artístico elitista separado de las masas’5, también se- ñala: ‘El modernismo solo pudo aparecer gracias a una lógica social e ideológica tan flexible que permitió la 4. Lipovetsky, Gilles y Charles, Sebastien, “Los tiempos hipermodernos”. p. 69 Bar- celona, Ed. Anagrama, 2006. 5. Lipovetsky, Gilles, ‘La era del vacío’ . p. 87 Barcelona, Ed. Anagrama, 2002. dose en la práctica. Hoy en día, no se puede hablar de mercado sin apreciar nítidamente cómo las tres operaciones se desarrollan, y más que eso, se han vuelto indispensables y necesarias. También hemos simplificado lo que Lipovetsky denomina como la di- ferenciación marginal, y lo hemos rebautizado como lo lúdico. Es un sentido más amplio en su significado, pero que se mantiene en el espíritu de lo que ya vie- ne planteando el filósofo francés, por cuanto hay una experiencia de juego involucrada en la decisión que toma el individuo a fin de separar su identidad, de un modo no fundamental, de la masa social. Más ade- lante profundizaremos en el significado que tienen uno y otro concepto. Para hacer más claros estos planteamientos, inten- taremos ver cómo se fue cimentando a través de los ensayos publicados por Lipovetsky. En “La era del vacío”, encontramos ya los primeros antecedentes de carácter socio-cultural que observa Lipovetsky para realizar una indagación que irá dan- do paso, a través de los años, al concepto que hoy de- nomina Hipermodernidad. Este libro fue escrito en pleno auge de la posmo- dernidad, por lo cual resulta lógico que el análisis vaya avanzando en el sentido de descubrir los patro- nes que caracterizan a la posmodernidad como tal, y cómo ésta se relaciona y se diferencia de la moder- nidad. Es muy importante entender esto, puesto que será muy útil comprender las definiciones de Lipo- vetsky en torno a éstas épocas, para vislumbrar de 16 17 neral es idéntico para todos ‘La autonomía prometi- da por las Luces, tuvo como consecuencia última una alienación total del mundo humano, sometido al peso horrible de dos plagas de la modernidad, que son la técnica y el liberalismo mercantil.’ 8 Este panorama provocó, a la larga, una oposición a los ideales modernos y por lo tanto surge la pre- sencia de la posmodernidad, en la cual el individuo hedonista y personalizado se encuentra legitimado. La adoración al futuro, característica de la moderni- dad en la cual el tiempo venidero está íntimamente relacionado con el concepto de éxito, progreso y de grandes utopías, se encuentra abolida, dando paso a un impulso por el goce del presente inmediato; asi- mismo, es en esta época, donde el hombre vuelve a caer en un sin sentido profundo, al encontrarse des- pojado de las instancias en las que otrora encontraba seguridad: el estado, los partidos políticos, la religión, la familia, entre otros. Se encuentra desvalido y solo, por lo que valora más que nunca su individualidad y por lo tanto adquiere cada vez mayor importancia la subjetividad, existiendo una consecuente disolución de los grandes objetivos y sentidos al ser todo cues- tionable por el pensamiento de cada individuo par- ticular. De alguna manera, el pensamiento de Lipo- vetsky nos hace ver la posmodernidad como un paso necesario hacia la hipermodernidad, ya que es en esa época donde se asientan las bases de todo aquello que 8. Op. Cit. p. 17. producción de contrastes, divergencias y antinomias… es la revolución individualista, por la que, por primera vez en la historia, el ser individual, igual a cualquier otro, es percibido y se percibe como fin último, se con- cibe aisladamente y conquista el derecho a la libre dis- posición de uno mismo, la que constituye el fermento del modernismo’.6 Es en esta lógica entonces donde el individuo comienza a percibirse a si mismo como fin último, donde se hace prioritaria la conquista de su libertad en un nuevo orden. En la posmodernidad esto se manifiesta en su propia medida: “Es la fase jubilosa y liberadora del individualismo, que se vivió a través del alejamiento de las ideologías políticas, del hundimiento de las normas tradicionales, del culto al presente y de la promoción del hedonismo individual.”7 De esta forma se comienza a desarrollar un proce- so denominado de “personalización” que no parará de evolucionar hasta nuestros días, consistente en la búsqueda autónoma de la libertad personal.Si bien en un principio, se genera una revolución que da paso a esta nueva concepción de individuo, la libertad a la que aluden y por la cual enarbolan sus banderas de lucha los primeros modernistas, va haciéndose cada vez más acotada, estableciéndose estructuras en las cuales el sujeto vive la paradoja de estar sometido a la masa social, y donde el individuo es un ente dentro del grupo mayor cuyo objetivo ge- 6. Op. Cit. p. 93. 7. Lipovetsky, Gilles, con Charles, Sébastien, “Los tiempos hipermodernos”. p.26. Barcelona, Ed. Anagrama, 2004. 18 19 mediatos. Cada uno construye un mundo “a la carta”, bajo la estructura del mercado sin sujeción a normas globales de carácter utópico o a modelos de normas sociales. A esto se le agrega una gran dosis de res- ponsabilidad y madurez de sus objetivos que son los objetivos del individualismo hipermoderno: comer sano, deporte controlado científicamente, reciclar todo, la moda del consumo sustentable; todo esto implica una gran contradicción, pues esta libertad pudo haber sido irresponsable. En esta teoría, el denominado hipernarciso, here- dero del narciso posmoderno, se considera a sí mis- mo un individuo responsable, maduro, organizado, eficaz y autosuficiente. Aunque en sí mismo esto en- cierra una paradoja, pues no parece fácil ser un hedo- nista maduro; esta inconsistencia es la que lleva al in- dividuo desde el vacío posmoderno, centrado en un presente que nunca logra satisfacerlo, a una felicidad temerosa del derrumbe, a un futuro siempre amena- zante, incierto, cambiante. El mercado opera como un potenciador de estos temores y pone a disposición temores y pone hoy a disposición de los individuos una serie de productos que sólo les servirán en el peor de los escenarios futuros: la multiplicación de los se- guros o planes médicos, específicamente diseñados para cubrir necesidades inexistentes en el presente, son una característica sólo de nuestros tiempos. “En la actualidad, la obsesión por uno mismo no se manifiesta tanto en la fiebre del goce como en el miedo a la enfermedad y a la vejez, en la medicalización de luego se verá potenciado. Aunque la Hipermodernidad es relativamente nueva, la lógica del pensador francés nos da a enten- der que lo que vivimos hoy no es una posmodernidad desfigurada, sino una modernidad sobreexcitada. Si bien subsisten elementos que aparecieron en la pos- modernidad, factores básicos como las características del individuo, la centralidad del presente, las nuevas tecnologías y su influencia en las comunicaciones, han variado de tal forma que ya no pueden identifi- carse con características posmodernas. Por otra parte, en el libro “Los tiempos hipermo- dernos”, libro recopilatorio del pensamiento de Li- povetsky que abarca la observación del filósofo de la sociedad contemporánea, se intenta construir una reflexión unitaria respecto del cambio de paradigma. En él, se articulan una serie de hechos sociales en un sistema lógico, comprendiendo la modernidad y la posmodernidad como etapas sucesivas y necesarias para establecer un nuevo modelo: la hipermoderni- dad. En la hipermodernidad se plantea un aumento ex- ponencial, cualitativo y cuantitativo de la autonomía personal y subjetiva que se constituye en dependen- cia de otros factores como por ejemplo el narcisis- mo hipermoderno, que no se refiere tanto al sujeto mirándose a sí mismo, egocéntrico, sino más bien a una extensión de una subjetividad y de una libertad autónoma que se pone al servicio de un placer pre- sente y donde no hay contradicciones a objetivos in- 20 21 cho de que pequeñas e históricamente subvaloradas organizaciones, sean ahora depositarias de la con- fianza de los individuos. La medicina alternativa, las sectas religiosas, la astrología, los grupos de autoayu- da, las ciencias paranormales, los cultores del físico y un largo etcétera, son los encargados de canalizar las inquietudes de un porcentaje importante de la pobla- ción. Su crecimiento es explosivo y sostenido. Pero al mismo tiempo son de fácil desafiliación, siendo vehí- culos utilitarios para satisfacer deseos puntuales de sus usuarios. “El problema más acuciante no es deplorar la ato- mización de la sociedad, sino más bien replantearse la socialización en el contexto Hipermoderno, cuando ningún discurso ideológico tiene ya sentido y la des- integración de lo social ha llegado al máximo. No hay duda que está en marcha una reorganización social, pero parte únicamente del deseo personal de los indi- viduos. Los átomos individuales no son reacios a reen- contrarse, comunicarse, reagruparse en movimientos asociativos caracterizados por el egocentrismo, porque su adhesión es espontánea, dócil y parcial, totalmente de acuerdo con la lógica de la moda.”10 Es esta lógica, unida a la del mercado la que estaría a la base de este proceso de organización social. 10. Op. Cit. p. 38. la vida. Narciso no está tanto enamorado de sí mismo como aterrorizado por la vida cotidiana, por su cuerpo y por un entorno social que se le antoja agresivo.”9 Entra en juego aquí un concepto que nos resulta vital de relevar, pues lo consideramos un eje que atra- viesa todas las actividades y relaciones de la sociedad hipermoderna. El individuo aterrorizado que descri- be Lipovetsky no vive en el peligro inmediato de la situación (sea esta de desamparo físico o sicológico), sino que hay una idea de inestabilidad que le entrega una sensación de llamaremos peligro latente que, tal como en las técnicas químicas de desarrollo fotográ- fico, mantiene la imagen de la amenaza en una capa invisible para el ojo humano, pero que puede aparecer en cualquier momento con un simple giro del desti- no. Que el mercado utilice este resorte para estable- cer todo tipo de necesidades, es una consecuencia de cómo estamos entendiendo al individuo (y por cierto su cuerpo) en la sociedad. El peligro se establece como un precedente, un catalizador y un eje que transita todas las actividades, relaciones y transacciones de la vida cotidiana. De alguna forma se mueve desde el margen de nuestro sistema hacia el centro, ocupando como un dios cada uno de los espacios que se encon- traban deshabitados, pero principalmente en forma de amenaza, como una sombra que inevitablemente terminará por alcanzarnos. Dentro de esta dinámica, Lipovetsky subraya el he- 9. Lipovetsky citado por S. Charles en “Los tiempos hipermodernos”. p.29. Barce- lona, Ed. Anagrama, 2006. 23 CoNCEPToS DE HIPERMoDERNIDaD EN lIPovETSky, MaRC augé y JEaN BauDRIllaRD Para situarnos en un nuevo escenario, hemos deci- dido realizar un cruce conceptual entre diversos pen- sadores que tienen coincidencias en sus postulados y que nos permiten profundizar en la comprensión de la propuesta de Lipovetsky. Mientras Lipovetsky habla de hipermodernidad, Marc Augé define algo semejante que denomina so- bremodernidad. Coinciden en que este nuevo tiempo tiene tres características fundamentales: Lipovetsky utiliza las tres variables del eje de la moda (efímero, lúdico y diferenciación marginal); Marc Augé habla de tres excesos de la sobremodernidad, el espacio, el tiempo y el ego. Esta caracterización en base a la idea del ‘exceso’ vincula directamente a ambos autores, como veremos en seguida. Por otra parte la idea de simulacro e hiperrealidad, que plantea Jean Baudrillard, no podrían existir si no estuvieran sustentadas en una malla social que abusa de lo excesivo, donde funcionan las variables anteriores. 24 25 CoNCEPToS DE MaRC augé EXCESo DE ESPaCIo Concepto de aldea global EXCESo DE TIEMPo Exceso de sucesos EXCESo DE Ego Idea del sujeto emprendedor CoNCEPToS DE lIPovETSky [tríada estructural de la lógica=moda] EFÍMERo a partir de la tecnología y la idea de obsolescencia La idea del via- je, el traslado, la constante movi- lidad como rea- lidad actual. El concepto del ´espacio vir- tual` cristaliza el cruce entre estos conceptos. El turismocomo utopía, según Marc Augé, también es claro en cru- zar estas dos ideas. La sensación de aceleración de la vida diaria, de los modos de producción, de los procesos cotidianos y del acto del consu- mo. El tiempo se va de las manos, es cada vez más escaso. F l e x i b i l i d a d moral; cambio constante de gustos, ideales, intereses, apa- riencia física, ropas y en defi- nitiva todos los aspectos que pueden definir una identidad tanto externa como interna- mente. Los autores coinciden en describir el mismo fenó- meno de cambio de época, apoyado en cuatro pilares mencionados por Lipovetsky: “el mundo hipermoder- no, tal como se presenta hoy, está organizado alrededor de cuatro polos estructuradores que configuran la fiso- nomía de los nuevos tiempos. Estas axiomáticas son: el hipercapitalismo, fuerza motriz de la mundialización económica; la hipertecnificación, grado superlativo de la universalidad técnica moderna; el hiperindividualis- mo, que materializa la espiral del átomo individual ya liberado de las ataduras comunitarias a la antigua; el hiperconsumo, forma hipertrofiada y exponencial del hedonismo comercial(...) En estas condiciones es donde la época ve triunfar una cultura globalizada o globa- lista, una cultura sin fronteras cuyo objetivo no es otro que una sociedad universal de consumidores.”11 A continuación se puede apreciar un cuadro que muestra las convergencias encontradas entre los con- ceptos de Lipovetsky y Augé. 11. Lipovetsky, Gilles; Serroy, Jean. “La cultura mundo.” p. 34. Ed. Anagrama. Barcelona, 2010. 26 27 lo lÚDICo: DIFEREN- CIaCIÓN MaRgINal I n d i v i d u a l i - dad/racionali- dad Personalización de los lugares, caracterización de las especifi- cidades, de la identidad y la personal idad de los espacios: el Caribe, París, Miami, Chiloé. También se co- necta con los conceptos de imagen o marca de país o ciu- dad. Imágenes cor- porativas de supermercados, restaurantes , tiendas, aero- puertos, carre- teras, hoteles, etc. (imágenes que generan iden- tidades hipe- rreales que corresponden a la corporación pero que no significa que aporten en la identidad del individuo). El poder que busca ejercer el individuo de su propio tiempo. Al existir el mer- cado seductor que nos vende las experiencias que cada día, año o instante significa, en- tonces nos sen- timos vividores de experiencias únicas: es lo que la publicidad realiza, vender experiencias. La valoración del tiempo in- dividual, de las experiencias so- litarias. La tec- nología al alcan- ce del hombre ha significado la disposición de poder ser un poco más due- ño de sus tiem- pos personales (simulacro de una libertad del tiempo que no constituye más que un espacio de encapsula- miento encu- bierto). Cruce que provoca el sur- gimiento del individuo hi- pernarciso. SENSual a partir del cul- to a la belleza, lo sensorial y el dominio de lo audiovisual. Hermoseo ur- bano. Boom de la decoración y del diseño como elemento fun- damental en to- dos los objetos de producción, de consumo, de habitación, de uso cotidiano, etc. Conceptos de imagen país, marca país, marca ciudad. C r e c i m i e nt o de la industria de turismo de intereses espe- cíficos. Pe ns am i e nto ecológico. El espacio se vuelve seductor antes que pro- pio, hermoso antes que iden- titario, ideal an- tes que humano. Es el imperio de la casa piloto y la revista de de- coración: el ho- gar, los lugares de encuentro, de desarrollo social, identita- rio y relacional, están más pre- ocupados de ser sensualmente agradables, an- tes que generar un real desen- volvimiento an- tropológico de los individuos. Mercado del ocio y del dis- frute del tiem- po. Industria de las vacaciones, el ocio, la entre- tención. Co- mercialización de los espacios temporales: de- sayunos, happy hour, after hour, previas, hora del té. Comer- cialización de las fechas: día de la madre, del padre, del hijo, de San Valentín, Año Nuevo, etc. Comercio del pasado: vintage, retro, revival. La dificultosa y a veces angus- tiante forma de vivir el tiempo actual va encon- trando seducto- res espacios de disfrute, como una forma de contrarrestar o ayudar a evadir la angustia. Moda de vestir, modelos, culto a la belleza, al deporte, a la vida sana al aire libre, a la buena alimentación. Preser vación de la vida, ciru- gías plásticas, crecimiento de la medicina, aumento de la expectativa de vida, etc. Existe una con- cepción exa- cerbada de la juventud como forma de belle- za. La sociedad construye un simulacro de “más vida” o “vida mejor” a través de la ven- ta de experien- cias seductoras para el ego y que hacen que los individuos se perciban a si mismos como más seductores. 29 La triada de Lipovetsky y los excesos de Augé se cruzan con los conceptos generales que pone en jue- go Baudrillard, quien hace referencia a una realidad nueva, aún más real que aquella a la que se hacía refe- rencia en el pasado, aún más real que la realidad mis- ma. Baudrillard usa dos ideas fuerza para entender y poner en tensión su pensamiento: lo hiperreal y el simulacro. Hace referencia a lo imposible que resulta hoy establecer un parámetro de aquello que puede ser real en relación a una percepción cada vez más me- diatizada, cada vez más alejada de la evidencia. Gra- cias a las nuevas tecnologías, y al exceso en su uso y su masificación -lo que llamamos la democratización de la segunda revolución tecnológica-, la percepción del individuo ha mutado y exige una mediatización que haga de cierta forma creíble la información que se le entrega. Baudrillard parte de un principio muy sen- cillo, aunque estremecedor: todo aquello de lo que no soy testigo presencial, pudo no haber sucedido. Pero concluye diciendo que hoy creeremos más en aquello que pasa por los medios, que aquello que podamos presenciar. La tecnología se ha vuelto fundamental, construyendo una nueva realidad, más real y más im- portante que aquella que nos acontece. “Hoy en día la abstracción ya no es la del doble, la del espejo, o la del concepto. La simulación no corres- ponde a un territorio o a una referencia, a una sustan- cia, si no que es la generación, por modelos de algo real 30 31 pia realidad para insertarse en la que se le presenta como más real, o como aquella que puede ser más perfecta: la del simulacro y la hiperrealidad, donde nada es irreal , estamos inmersos en un mundo que reinventa su propio origen y consigue no hacer más referencia a la realidad, eliminando el patrón imita- tivo; no podemos ya hablar de artificio, pues lo arti- ficial copia o imita lo real; sino de aquello que sigue sus propias reglas, que no puede imitar nada, por lo tanto se constituiría también en real. En definiti- va se aleja al hombre de una experiencia donde sus sentidos tengan mayor peso que la información que recibe. Claramente los tres autores hacen referencia a un mismo fenómeno en curso; mientras Baudrillard y Augé se refieren a pérdidas parciales, Lipovetsky logra articular un discurso integrador donde estos mundos funcionan y donde las descripciones de in- dividuo son propicias a la superposición de planos, tiempos y realidades. En concordancia con las características del mundo que se nos presenta, nuestro propósito es indagar en los desplazamientos de los ejes teatrales: las estruc- turas de narración, las temáticas, la opinión autoral frente a las tecnologías disponibles y, especialmente, en un desplazamiento de las fortalezas dramáticas hacia zonas hasta ahora consideradas de periferia. sin origen ni realidad: lo hiperreal.”12 Esta realidad “sin origen”, que nace de la multipli- cación de realidades promovidas por el infinito avan- ce de la tecnología de las comunicaciones, nos habla de un individuo que se mueve en un mundo muy similar al descrito por Lipovetsky (hipertecnificado, efímero), donde nada adquiereun valor fundamental y todo aquello que tiene importancia sabemos de an- temano que es temporal y pasajero. Hay un exceso de sucesos, dada la multiplicación de planos de realidad, por tanto de tiempo y espacio. Esto impide distinguir lo importante de lo accesorio, o mejor dicho, lo fun- damental y lo accesorio intercambian sus puestos constantemente. También podemos destacar la coincidente necesi- dad de un avance tecnológico sobre excitado, don- de la mediación de los aparatos para conectarse al mundo (celulares, iphones, netbooks, etc.) se vuelve fundamental. Se desarrolla un falso ego, para Augé; se potencia un fuerte individualismo a través de la personalización de estos objetos según Lipovetsky; se establece un nuevo parámetro de comunicación, para Baudrillard. En todos ellos el factor tecnología juega un rol decisivo. Los tres autores coinciden cla- ramente en un quiebre temporal e ideológico, donde la antigua norma se ve superada por la norma nueva. A modo general, el individuo ya no busca por ende ser representado, sino que decide abandonar su pro- 12. Jean Baudrillard, “Cultura y simulacro” p. 5 Editorial Kairós. 1978. 33 TIEMPo y ESPaCIo EN la HIPERMoDERNIDaD La fusión conceptual de las variables tiempo y es- pacio se entiende gracias a la revolución tecnológica que se inicia en el siglo XX y que no tiene límite y la comprensión de un hiperindividualismo que se ins- tala en la valoración de todos los conceptos vigentes, incluyendo, por cierto, al tiempo y al espacio. Hacia comienzos de la década del noventa el pri- mer mundo empieza a sentir los efectos de una hi- pertecnificación que se pone al servicio del indivi- duo concreto. En otras palabras, el progreso técnico y científico reorienta su objetivo final, abandonando definitivamente los grandes bloques utópicos que en- cabezaron los procesos durante la modernidad. La investigación científica se comienza a volver munda- na, ya que su fin es proveer al individuo de herra- mientas necesarias para cubrir su destino personal e inmediato. En determinados lugares del planeta se hizo paten- te tempranamente que la revolución tecnológica esta- ba modificando la percepción de los conceptos de es- pacio y tiempo. La rápida masificación y propagación 34 35 separadamente…’).” 14 Augé señala con certeza una gran cantidad de ac- ciones que se sustentan en medios técnicos y que se enfocan a proporcionar beneficios ubicados en las esferas del tiempo y el espacio que se encuentran completamente distorsionados y afectados por un entorno social y tecnológico cambiante. Ya no esta- mos frente a los antiguos conceptos de tiempo y es- pacio que parecían tener márgenes muy claros. Augé continúa la narración manteniendo un eje en el fac- tor publicitario que es el que ayuda poderosamente al desmantelamiento de los conceptos en juego. “Prestó alguna atención a los comandos con sistema digital de su asiento Espacio2000, luego volvió a su- mergirse en los anuncios de la revista y admiró el per- fil aerodinámico de unas nuevas camionetas, algunas fotos de grandes hoteles de una cadena internacional, un poco pomposamente presentados como ‘los lugares de la civilización’ (El Mammounia de Marrakech ‘que fue un palacio antes de ser un Palace hotel’, el Metro- pol de Bruselas ‘donde siguen muy vivos los esplendores del siglo XIX’). Luego dio con la publicidad de un auto que tenía el mismo nombre de su asiento: Renault Es- pacio: ‘Un día, la necesidad de espacio se hace sentir. Después, ya no nos abandona. El irresistible deseo de tener un espacio propio. Un espacio móvil que nos lle- va lejos. Nada haría falta; todo estaría a mano…’ En una palabra, como en el avión. ‘El espacio ya está en 14. Augé, Marc “Los no lugares. Espacios del anonimato. Una antropología de la sobremodernidad.” P. 11. Ed. Gedisa. Barcelona. 2008. de una serie de instrumentos que funcionan en base a un avance técnico muy acelerado, genera una suerte de dependencia que a la larga termina siendo apre- ciada como vital para el correcto desenvolvimiento individual. Marc Augé en 1992 hace una advertencia al res- pecto en su célebre libro Los no lugares. El prólogo del ensayo narra la experiencia de un francés com- pletamente promedio en su viaje al aeropuerto. “Mientras esperaba el despegue y la distribución de los diarios, hojeó la revista de la compañía e imaginó, siguiéndolo con el dedo, el itinerario posible del viaje: Heraklion, Lárnaca, Beirut, Dharan, Dubai, Bombay, Bangkok, más de nueve mil kilómetros en un abrir y cerrar de ojos (…). Echó un vistazo a la tarifa a bor- do sin impuestos (Duty-free Price list), verificó que se aceptaban tarjetas de crédito en los vuelos transconti- nentales, leyó con satisfacción las ventajas que presen- taba la clase business, de la que podía gozar gracias a la inteligencia y generosidad de la firma para la que trabajaba (‘En Charles de Gaulle 2 y en Nueva York, los salones Le Club le permiten distenderse, telefonear, en- viar fax o utilizar un Minitel13…) (…) Además de una recepción personalizada y de una atención constante, el nuevo asiento Espacio2000 con el que están equipa- dos los vuelos transcontinentales, tiene un diseño más amplio, con un respaldo y un apoya cabezas regulables 13. Minitel fue un experimento francés que buscaba establecer comunicación entre servicios y usuarios, previo al dominio de la internet tal como la conocemos hoy. 36 37 manera exponencial en el mundo, ya no podemos circunscribirlo únicamente a ciertos grupos sociales. La mecánica del individualismo hipertrofiado encuentra soporte en los múltiples avances que en presentaciones muy atractivas nos generan la nece- sidad de usarlos, poseerlos, gatillando el consumo de alto volumen. Dentro de esa lógica, los productos, las nuevas e infinitas ramificaciones de los aparatos, es- tán mayoritariamente destinados a entregarnos más y mejor tiempo, más y mejores espacios. Tiempo y espacio se han vuelto factores fundamentales, un centro de discusión y un coto a defender Resulta evidente la ligazón de estas nociones de tiempo y espacio de Marc Augé y la teoría de Lipo- vetsky, en cuanto ambas se basan en un avance tecno- lógico sin precedente que afecta la percepción del es- pacio y el tiempo, permitiendo los ejes de ampliación y compresión en forma simultánea. Lo ideal es tener más tiempo para poder disfrutar o, en su defecto, un tiempo mejor aprovechado, a través de experiencias englobadoras de espacios diversos y a la vez com- primidas en cuanto a su extensión. Una experiencia que se acerca a la perfección es aquella que sucede en poco tiempo y en muchos espacios a la vez. El mercado se ha favorecido con esta sensación y expande la idea de vender experiencias más que pro- ductos. Esta lógica antiguamente sólo se aplicaba a los productos de lujo, los que históricamente siguen esa línea de pensamiento, pero hoy se posiciona casi como un factor común de cualquier producto. Adqui- usted… Nunca se ha estado tan bien sobre la Tierra como en el Espacio’, concluía graciosamente el anuncio publicitario.”15 Esta cita abunda en detalles y referencias a la pu- blicidad, a distintos idiomas, países, tiempos, que se articulan en torno al eje tecnológico. Augé plantea que estos espacios mediados por la tecnología (el avión, el aeropuerto) se presentan como lugares don- de el hombre deja de accionar su voluntad y se so- mete a un espacio-máquina tecnificado que protege y aísla al individuo. Estos lugares Augé los denomina como no-lugares. Los no-lugares son los espacios de paso cotidiano, que a diferencia de los lugares antro- pológicos (el barrio, la casa propia, la plaza pública, la iglesia, entre otros), no brindan sentido a quienes los habitan. Algunos ejemplos de no-lugares son: el aero- puerto, los medios de transporte, el supermercado, los malls, etc. Este autor afirma, que en ellos la realidad está me- diada, comprimida, dando la sensación que todo está a mano. Elsujeto recorre con su dedo un mapa y ve real la posibilidad de viajar nueve mil kilómetros en un corto lapso de tiempo, puede transferir dinero, puede satisfacer todas sus necesidades sin hacer es- fuerzo, sin moverse; a diferencia de otros momentos históricos, el acceso a la tecnología se ha democra- tizado poniéndose al alcance del individuo común. Este modelo de funcionamiento se ha replicado de 15. Augé, Marc. Op.cit. p. 11-12. 38 39 la sociedad neoliberal e informatizada no ha creado la fiebre del presente, no hay duda que la ha llevado a su apogeo trastornando las jerarquías temporales.”16 Es en este vértice en el que se encuentran, como ya hemos visto, tecnología, espacio y tiempo, más ahora que en cualquier otra época. Sólo en el marco de la hipermo- dernidad es posible asociar estas ideas y, ponerlas a discutir en un nuevo plano de complejidad. 16. Lipovetsky, Gilles. “Los tiempos hipermodernos” p. 66. Barcelona, Ed. Anagra- ma, 2004. rir determinado aceite, reloj, calzado, agua mineral, etc., se transforma hoy en una cuestión experiencial; ya no se busca mostrar cómo el producto puede lle- nar la necesidad específica para la que fue diseñado. El mercado muchas veces logra seducirnos con que todo producto se puede constituir en una experien- cia enriquecedora de nuestro efímero presente y de nuestro acotado espacio. El concepto de peligro, como factor de base que echa a andar toda la cadena del mercado, viene a po- tenciar esta dinámica, un punto de triangulación que agrega urgencia a la necesidad de aprovechar mejor cada posibilidad. Estamos siempre en peligro, en riesgo de perder nuestro espacio, de no aprovechar nuestro tiempo, una gran paradoja hipermoderna, ya que de todas formas estamos cada vez con menos tiempo y confinados a espacios más determinados. “Desde los años ochenta y sobre todo en los noventa apareció un ‘presentismo’ de segunda generación, sos- tenido por la globalización neoliberal y la revolución de las tecnologías de la información (...) Por un lado, los medios electrónicos e informáticos posibilitan las informaciones e intercambios en ‘tiempo real’, crean- do una sensación de simultaneidad e inmediatez que devalúa de manera creciente las formas de la espera y la lentitud. Por otro, el creciente empuje del mercado y del capitalismo financiero ha puesto en jaque las con- cepciones estatales a largo plazo en beneficio de las ac- tuaciones a corto plazo (…), de las transacciones eco- nómicas en ciclos cada vez más rápidos. (…) Aunque 41 CuERPo HIPERMoDERNo Hemos dejado en claro que el eje estructural de la hipermodernidad está compuesto por la tríada ope- racional de la moda: lo sensual, lo lúdico y lo efíme- ro. Esta operación lógica deriva de la aceleración del proceso de personalización subjetiva y, por lo tanto, se origina desde y por la posesión más íntima, propia y concreta del ser humano: su cuerpo. El concepto ‘cuerpo’ se vuelve fundamental de con- siderar en este ensayo, ya que en las artes escénicas, el trabajo del intérprete depende del reconocimiento y utilización de su cuerpo, ya sea porque lo expone directamente, como porque utiliza sus capacidades para los diversos lenguajes y manifestaciones. El fenómeno de la copresencia, entre los especta- dores y los intérpretes, facilita un proceso de iden- tificación, a través del reconocimiento del cuerpo (o sus potencialidades) expuesto en escena. El especta- dor de teatro participa de una experiencia desde su cuerpo y en relación a otros cuerpos. El cuerpo en la hipermodernidad será el lugar don- de se despliega la moda, asimismo será la herramien- ta para el desarrollo y consecución de la microutopía 42 43 y la demanda; se trata de un cuerpo objeto para ser trasladado en espacios virtuales o comerciales. Es el caso de los empleados que son desvinculados de una empresa porque ya no están produciendo al final que los más jóvenes, ya no son considerados como perso- nas con necesidades específicas, si no como cuerpos funcionando. narcisista. Frente a la realidad ilusoria y espectacular que parece presentarnos el mundo actual, el cuerpo es tan concreto que no podemos salir de él y esa es la realidad que finalmente se impone, generando el opuesto necesario a esa realidad ilusoria. Por ejem- plo: si nos llega una enfermedad mortal, el espec- táculo generado por el mercado de la salud, de las farmacéuticas y del dinero para curarse, no nos sirve para vencer la muerte en definitiva. Pero para entender el concepto de ‘cuerpo hiper- moderno’ se hace necesario recapitular brevemente los antecedentes históricos. La orientación antropo- céntrica que se impuso en la historia de la humani- dad, derivó en múltiples factores que irán situando al cuerpo como un concepto fundamental de analizar y una clave para entender los procesos culturales que le siguen. El giro que se desarrolla en la modernidad, modi- fica este eje ‘cuerpo-alma’ por el eje ‘cuerpo-mente’, es decir instala una nueva problemática que se vuelve central. Desde la mitad del siglo XX, con la posmoderni- dad, irrumpen fuertes corrientes filosóficas que resi- túan el cuerpo: la mente ya no debiera ser la facción dominante, si no que se va a entender al cuerpo como un sistema, donde habita la mente, entre otros ele- mentos. Hoy se nos propone un cuerpo visto como pro- piedad privada para lucir, adornar, diseccionar y alimentar de acuerdo con las presiones de la oferta 45 CaRaCTERÍSTICaS DEl CuERPo HIPERMoDERNo lo EXCESIvo El cuerpo hipermoderno lo entenderemos como una multiplicidad de elementos escindidos del sujeto, dentro de una sociedad excesiva donde se multiplican las posibilidades del cuerpo, a través de perfiles de in- ternet, como cuerpos virtuales que están en muchas partes a la vez y de distintas formas. Otro ejemplo: el cine produce una imagen grabada de un sujeto, su cuerpo está ahí y podemos verlo, pero sabemos que realmente no está ahí en carne y hueso, sin embargo el registro fílmico se constituye como una nueva rea- lidad de su cuerpo. La nueva comprensión del cuerpo se encuentra en las intersecciones de estas posibilidades que entregan un resto que articula el cuerpo real, al que tenemos que llegar por un largo camino de develamiento de los sistemas ilusorios, el derrumbe de los espectácu- los elaborados e insertos en nuestra mente para cons- truir el mundo. En el fondo este proceso de multiplicación de la 46 47 libertad; simulacro que sería utilizado por el sistema dominante como medio de realización, desarrollo y control; esta herramienta del mercado es comunica- da por lo que conocemos como marketing, ya que es ahí donde se generan los puentes de comunicación y donde se transforma lo comunicado en objeto tran- sable. Ya que el cuerpo es el único lugar realmente pro- pio, entonces las operaciones del mercado apuntan a él como objetivo último, utilizando la herramienta marketing; para este propósito se ha diseñado estraté- gicamente una ilusión de libertad personal, en base a la cual se desarrollan los individuos controladamente y se sustenta la estructura global del mercado. En este panorama, la sociedad hipermoderna que exalta la juventud como espacio válido de pertenen- cia, y tiende a una negación de la muerte, transforma al cuerpo en un objeto con valor de mercado, el lugar de las experiencias. Como menciona Lipovetsky, en la hipermodernidad se instala un verdadero culto a la juventud el cual se traduce en que el lugar a pro- teger, el verdadero lugar en peligro es el cuerpo; un cuerpo hipernarciso al que se da el máximo sentido de cuidado y protección. Lo que aterra en este caso es perder el valor de ese cuerpo, que en su enferme- dad pierde estatus en el mercado. La negación de la muerte se irradia hacia todos los grandes terrores de la humanidad y el individuo cuida su cuerpo en exceso. Por otra parte estos excesos llevan a que el cuerpo también se vea expuesto a enfermedades que imagensiempre ha existido en la historia, pero en la hipermodernidad ve modificado su valor al exacer- barse la multiplicación de imágenes. Por ejemplo en los retratos, las fotografías donde puede repetirse la imagen de distintas maneras y trasladarse de lugar, sin que se traslade la persona misma. PERSoNalIzaCIÓN SuBJETIva y oBJETualIzaCIÓN DEl CuERPo: Es importante mencionar que la concepción que ha impuesto el sistema de mercado en torno al in- dividuo, propicia una visión ‘cuerpo como objeto’, al asumir a los sujetos como eslabones de composición de la cadena económica y comercial y para la estruc- tura social. Este fenómeno de ‘cosificación’ que men- cionamos establece una importante paradoja con lo que según Lipovetsky se denomina un creciente pro- ceso de personalización subjetiva. Trataremos de ha- llar una explicación a esta paradoja. En la hipermodernidad el rol hegemónico adquiri- do por el sistema neo liberal ha traspasado las barre- ras de lo económico, se ha instalado como modelo de desarrollo político, social y cultural, y de este modo se ha establecido una relación de control del siste- ma por sobre el comportamiento de los hombres. El creciente proceso de subjetivación ha adquirido en- tonces una compleja característica: se debate entre una real liberación individual, y un simulacro de esta 48 49 gando herramientas que las potencian: la memoria, la capacidad de relacionar datos, almacenamiento, resolución de problemas, controles a distancia, au- tomatizaciones, comunicación global, el multitask, etc.). Nos encontramos ante un cuerpo intervenido o asistido por la técnica y la medicina, bajo proce- dimientos que controlan las funciones naturales del cuerpo humano, desde la manipulación química de los compuestos alimenticios hasta las prótesis, las ci- rugías estéticas y construcciones hiperreales que se hacen sobre el cuerpo humano. La paradoja mencionada, se explicaría entonces por este exagerado acercamiento entre los atributos propios de los individuos y de los objetos. Un resul- tado que tiene total sentido en cuanto al comporta- miento mismo de la moda y en su forma de operar. La moda surge desde el cuerpo de los individuos y va hacia las cosas; las cosas responden a la moda, como los individuos responden a la moda. Las cosas se personalizan subjetivamente y peligrosamente los cuerpos de los individuos se cosifican. NoDo DE INTERCoNEXIoNES: El cuerpo excesivo y paradójico, adquirirá el rol de ser un nodo de interconexiones de la vida cultural. Esto se puede entender a partir de una práctica que si bien parece ser propia de la especie humana desde los tiempos primitivos, adquiere una lógica, son en sí excesivas como la obesidad, la bulimia, la anorexia, el estrés, la drogadicción, etc., lo que si bien genera una contradicción, resulta ser absorbida por la misma dinámica excesiva del mercado al generar espacios para ellos, existen médicos hiperespeciali- zados, millones de programas de nutrición, miles de técnicas para combatir el estrés. Así podemos comprender que dentro de este régi- men neo-liberal global, lo que sucede entonces es que se elevan a una nueva fase los ideales apolíneos de perfección del cuerpo, pero esta vez como un objeto al servicio del mercado. Existe también otro flanco a través del cual se ha acortado la brecha entre individuos y objetos. Por una parte, desde la revolución industrial, ha existido un creciente reemplazo por máquinas de las labores de trabajo anteriormente humanas y, por otro lado, fenómenos como la tecnología y el marketing han agregado a los objetos de distribución, trabajo y con- sumo, una serie de elementos propiamente humanos, que llevan hoy a asimilar las categorías de compren- sión, tanto en términos culturales como comerciales. Hoy, por ejemplo, a numerosos productos de ali- mentación, limpieza, vestuario, etc., se les asocia con personalidades, valores, posiciones morales o apti- tudes; todo tendería a parecerse al cuerpo, porque de esta forma reconocemos y sentimos que se apela a lo personal. Todas las construcciones del mercado apuntan a habitar al cuerpo, incluso la evolución tec- nológica multiplica las capacidades humanas, entre- 50 51 Dentro de ese esquema estará el cuerpo del indivi- duo hipermoderno, el que está obligado a asumir su rol de nodo de interconexiones. Es a través del cuer- po donde se cruzan múltiples líneas de conexión, vir- tuales y reales, condicionando su comportamiento. Ya hemos determinado así las tres características principales que caracterizan en esta perspectiva al ‘cuerpo hipermoderno’, lo excesivo, la paradoja en- tre objetualización y personalización subjetiva, y su constitución como nodo de interconexiones, nos corresponde entonces aplicar el concepto de ‘cuerpo hipermoderno’ al análisis propio de lo teatral. y se instituye desde la modernidad hasta nuestros días. A lo largo de la historia, para la organización de la sociedad se han constituido sistemas y estructuras ya sean sociales, políticas y culturales. Este procedi- miento nos ha llevado a concebir el mundo a partir de ‘cuerpos’ funcionando, entendiendo que los sistemas, modelos y estructuras, corresponden a ‘corporalida- des’ a nivel macro. La iglesia, la empresa, la familia, tienen estructuras que se conciben como cuerpos. Del mismo modo, el surgimiento del universo vir- tual gracias a la cibernética, si bien parece generar un relevo y un reemplazo del cuerpo humano, para estos efectos lo entenderemos como una extensión de las posibilidades del mismo. Si bien se genera la ilusión del traslado de la persona a un universo inaprensible e imposible de encarnar, en su base más pura sigue siendo una proyección de este sistema de contención de los individuos. En términos rudimentarios, la irrupción de la reali- dad virtual no ha logrado reemplazar la corporalidad del hombre, cuyo cuerpo concreto, con huesos, san- gre, carne y piel sigue existiendo detrás de la pantalla del computador. He ahí donde se instalará una de las grandes problemáticas que posteriormente veremos, que será clave dentro del ‘teatro hipermoderno’: el peligro de que la virtualidad desintegre al cuerpo y la copresencia entre los sujetos, llevando a la sociedad a convertirse en una suerte de ‘simulacro’. La virtualidad puesta en marcha es la súper red en la cual se apoya la nueva comprensión del mundo. 53 valoR DEl CuERPo EN El ‘TEaTRo HIPERMoDERNo’ Dentro del espectro de lo teatral se distinguen diversos cuerpos estructurales, tales como el equi- po de trabajo, el texto dramático, la utilización del espacio, entre otros, los cuales se entrecruzan en el nodo que llamaremos ‘cuerpo teatral hipermoderno’. Se trata de cuerpos estructurales que si bien parecen estar siendo desechados, desconsiderados dentro de la escena teatral hipermoderna, aún tendrán un rol que cumplir, como los modos producción teatral tra- dicionales, igualmente las metodologías de trabajo y estructuras dramáticas tradicionales, entre otras. El camino de rupturas teatrales que viene de la posmodernidad o, para estos efectos, de los ‘cuerpos’ que componen al teatro finalmente derivan en una tendencia constante hacia una búsqueda de cons- trucción de nuevos cuerpos. En las puestas en escena hipermodernas todas las estructuras se ponen en cuestión: a través del desli- zamiento de los conceptos de texto y personaje tra- dicional la ruptura con la espacialidad física y en los modos de producción y creación que están constan- 54 55 se constituye la diferenciación marginal con la que se presenta el teatro hipermoderno. Se trata de invitar a los espectadores a vivir una experiencia, tanto en el desarrollo productivo, en la creación y la exhibición, así como en el rol dentro del contexto social en que se encuentre inmersa la obra teatral. No puede ser de otra manera la comprensión del teatro hipermoderno, debido al acostumbramiento del hombre de vivir en una sociedad dondese esti- mula el consumo de sensaciones. Es por esto que el público es invitado a vivir una experiencia, pues esta es la forma más pura, si no la única de transmitir un mensaje, de la misma manera en que los individuos, intérpretes y creadores, nodos de esta sociedad que consume sensaciones, debieran hacer el mismo ejer- cicio en su creación. Bajo esta idea, la transmisión del discurso en el teatro hipermoderno será distinta, se traspasa desde otra dimensión. La discusión acerca de la temática de la obra queda en segundo plano. Muchas veces el contenido que yace en el discurso es superado por la experiencia a través de la cual se transmite, trans- formándose en el centro del contenido, ya no es una forma al servicio del contenido, si no que ‘la forma’ toma la forma de la experiencia. Esta realidad ha sido objeto de muchos conflictos al interior del mundo teatral, pues contradice la idea de que el texto escrito y la puesta en escena al servicio de este texto son los portadores de un mensaje. Este modo de comprensión no hace más que es- temente siendo modificados. Esto puede compren- derse como una desarticulación del ‘cuerpo teatral’. La inclusión tecnológica, la pregunta por la vir- tualidad, la problemática de la sobreinformación, y la desmaterialización del cuerpo adquieren mayor potencia, asociada a la fuerza de lo físico como cami- no experiencial, ya no se trata de poner los temas en escena, como ideologías o preguntas que llaman a la reflexión o invitan al pensamiento comprensivo, sino de vivir una experiencia. Cuando H.T. Lehmann habla del Teatro Posdra- mático, señala: “El material lingüístico y la textura de la puesta en escena interactúan con la situación teatral enten- dido íntegramente por el concepto de ‘texto perfor- mativo’. Si bien el término ‘texto’ es impreciso, se re- fiere a las conexiones y entrelazamiento de elementos significantes.”17 Según sus palabras, este texto performativo se vuelve más experiencia que representación, más ex- periencia compartida que experiencia comunicada. En este caso, y conectándonos con lo que plantea Lehmann, lo que él llama ‘texto performativo’, es lo que nosotros estamos concibiendo como ‘cuerpo tea- tral’. Es en el cuerpo donde funciona la lógica de la moda, el cuerpo es lo sensual, desde él se experiencia lo efímero y lo lúdico, es el objeto intervenido donde 17. Lehmann, Hans-Thies. “Le Théâtre postdramatique” p. 133. Ed. L’Arche. Fran- cia. 2002. 56 57 culo de construcción simbólica, utilizando el cuerpo para conseguir objetivos escénicos. La hipermodernidad cambia las categorías teatra- les de manera importante, tal vez el teatro hipermo- derno requiere de otras disciplinas para poder ser comprendido, otra lupa es a la que ahora le corres- ponde analizar lo anteriormente propio de lo teatral. timular la subjetividad y la diferenciación marginal, asumiendo la libertad de interpretación de cada per- sona del público, comprendiéndolos como sujetos únicos con una combinación de referentes exclusiva. Es tarea del público transformar la obra en mul- tidimensional ampliando la comprensión de los mismos creadores hacia áreas que posiblemente no fueron consideradas desde un principio. Asumir la corporalidad de los intérpretes como materialidad de creación hace mucho que dejó de ser una exclusivi- dad de la danza y de las expresiones escénicas surgi- das desde las disciplinas físicas. El concepto de que la imagen física del actor se reduce a su capacidad de casting para tal o cual personaje, por su apariencia y capacidades ha sido atravesado y superado por la idea del intérprete como un instrumento con múlti- ples posibilidades de desarrollo creativo. Son tantos los factores que la determinan, como los resultantes de esta nueva concepción del cuerpo. La hipersubjetividad, gracias al boom de las disciplinas que atienden a la persona como centro, ha derivado en seres humanos conscientes de su cuerpo, de sus capacidades y debilidades, individuos que reconocen a su cuerpo como principal elemento diferenciador. La creación del método de las acciones físicas del director Konstantin Stanislavsky a principios del si- glo pasado, tanto como los trabajos del director Eu- genio Barba en torno a la antropología teatral, son sólo dos de los múltiples y diversos estudios que se centraron en el cuerpo de los intérpretes como vehí- 59 PRoPuESTaS PaRa la CoMPRENSIÓN DEl ‘CuERPo HIPERMoDERNo’ La crisis experimentada por la racionalidad, ya lo hemos dicho, cuestiona las disciplinas del cono- cimiento desarrolladas hasta ese entonces y surgen otras que entregan nuevas categorías de análisis. En este marco surgen los estudios de la performan- ce como resultante de los cruces entre las artes de la representación, la teoría teatral, la plástica, la propia ‘performance’ como nueva disciplina, y nociones propias de la antropología, la etnología, la sociología y otras ciencias humanas y de la cultura. Como lo plantean los antropólogos peruanos Ro- zas y Gomero, para situarnos en el contexto latino- americano, estos cruces colocan “la comprensión del ser humano por encima de los límites de una disciplina o de una forma específica de comunicarla.”18 En concordancia con la descripción de Lehmann, los estudios de performance permiten “estudiar des- de nuevos ángulos los fenómenos socio-culturales de- rivados de la globalización y la aceleración de flujos 18. Consultado en www.estudiosperformance.blogspot.com. 2006. Mayo, 22. 60 61 puede alcanzar cualquier cuerpo. En este espacio de reflexión, Lehmann plantea que “para el teatro pos- dramático, se impone el ‘liveness’, es decir la presencia provocadora del hombre en vez de la encarnación de un personaje (…) la intensidad de toda comunicación ‘face to face’ no puede ser reemplazada por los siste- mas de comunicación en interface, ni siquiera los más avanzados.”21 El ‘cara a cara’ citado por Lehmann, está en la base de los estudios del ritual como clave de comprensión de la vida humana. Esta valoración del encuentro con el otro, sin mediaciones, nos traslada a lo más prima- rio de las relaciones sociales; el ámbito del rito es en sí terrenal y concreto, y el teatro que toma elementos de la performance rescata mucho de los elementos ri- tuales. La necesidad de encuentro presente se ve dra- máticamente reflejada en estas características. El cruce de estos conceptos con las apreciaciones globales de la hipermodernidad, lo comprenderemos como el tejido que sustenta al ‘cuerpo hipermoderno’, al que hemos caracterizado como el gran ‘lugar de debate y generación de saberes’, en la época actual. Los estudios de la performance son el espacio cul- tural donde se hace el análisis del cuerpo hipermo- derno. Las experiencias escénicas hipermodernas vienen a complementar estas bandas de estudio y se transforman en el laboratorio donde se prueban las capacidades y los alcances de los cuerpos individua- 21. Lehmann, Hans-Thies. “Le Théâtre postdramatique”. p.218-219. Ed. L’Arche. Francia. 2002. de nuestro tiempo.”19 Debemos entender los actos per- formáticos nacidos en la década de 1970, como un in- tento por vincular distintos aspectos de una realidad que se presenta cada vez más dispersa. Esta multipli- cidad de elementos sólo ha aumentado en los años que siguieron y algunos aspectos de la performan- ce, como expresión primigenia, han sido reciclados según lo señalado por Lehmann para ser insertados en las puestas en escena del teatro que bautiza como posdramático. Es interesante ver cómo se emparen- tan los conceptos entre la publicación del teórico alemán y las declaraciones de los antropólogos del Perú; según estos últimos, la performance “propone también la experimentación con los códigos en los que el conocimiento es transmitido, aboliendo la hegemo- nía de la retórica de la palabra escrita, y recuperando el valor de formas de expresión como el arte, y el cuerpo como lugar de debate y generación desaberes.”20 La traslación de estas bases conceptuales al teatro y al escenario resulta muy enriquecedora al contrastar- la con los montajes que abordamos en este estudio. Vemos cómo el cuerpo adquiere protagonismo en las puestas en escena, al menos igualando la poten- cia de la palabra. Pero, como bien apunta Lehmann, ya no se busca un cuerpo preparado para ejecutar la performance, sino la presentación de un cuerpo que desarrolle sus propias habilidades, dando énfa- sis al sentido de particularidad que potencialmente 19. www.estudiosperformance.blogspot.com. Op. cit. 20. www.estudiosperformance.blogspot.com. Op. cit. 62 63 El aRTE, El TEaTRo y SuS éPoCaS Desde la instalación de la modernidad, se ha en- tendido progresivamente el arte como un estamento social que puede hacer un correlato de su tiempo. Así se comprenden, por ejemplo, las obras desde Miguel Ángel hasta la irrupción de Ionesco con “La cantante calva” en 1948. Estos ejemplos son atendibles dado que marcan, de cierta forma, el inicio y el término de la modernidad, movimiento que confiaba en la capacidad de la razón. El primero es un prodigio de genialidad que revolucionó la concepción del ser humano, al destacar lo antropocéntrico por sobre lo divino. El segundo, no menos genial, viene a criticar toda forma de comunicación humana generada has- ta ese instante, poniendo en jaque la “idealización” del hombre, haciendo visibles sus múltiples contra- dicciones y entregando antecedentes de lo que luego se conocería como la posmodernidad. Ambos, por lo demás, son fieles representantes de sus propias épocas, arrojan luces sobre el comportamiento hu- mano y nos permiten entender mejor cuáles son los movimientos sociales que se estaban produciendo. También, en las obras de ambos podemos anticipar les y, por extensión, sociales. El problema comprensivo de este cuerpo comple- jo del hombre hipermoderno, requerirá de una fun- damental conexión interdisciplinaria para entender cuáles son sus características particulares y el rol que adquiere en la comprensión de lo que hemos deno- minado ‘teatro hipermoderno’. 64 65 logra conformar una voz única, lúdica y emotiva que representa un espejo social. Estos tres creadores esta- ban inmersos en un contexto social extremo que no viene al caso detallar (libros y documentos que des- criben la dictadura de Pinochet abundan), donde las condiciones para la creación eran frágiles y muchas veces se arriesgaba la integridad del autor al materia- lizar sus creaciones. Ejemplos de cómo el teatro ha ido dando cuenta de los cambios sociales pueden haber muchos. He- mos mencionado algunos, que aclaran el hecho del correlato existente entre arte (teatro) y movimientos sociales, además de insertarlo en nuestra realidad. Pero no sólo lo aclaran desde un punto de vista de la ética contenida en esas obras, donde los cambios so- ciales se insertan en las pulsiones de los personajes o hablantes, sino que además tienen una dimensión es- tética que permite reconocerlas como obras que ha- blan desde un imaginario personal. El profesor Tho- mas McEvilley23 señala en un lúcido ensayo acerca de la interpretación pictórica que “la semejanza que nos parece ver entre los cuadros y la naturaleza no resulta del hecho de que el arte imite a la naturaleza, sino del hecho de que nuestra percepción de la naturaleza imita nuestra percepción del arte.”24 Por tanto, y ampliando el sentido de la frase de McEvilley al arte en general, 23. Thomas McEvilley, Ph.D. en filología clásica, profesor de Historia del Arte en la Rice University N.Y. desde 1969, es autor de diversos libros y ensayos acerca de arte contemporáneo. 24. McEvilley, Thomas, “On the manner of Adressing Clouds”, Artforum, 1992. Ex- traído de página web caducada [http://es.geocities.com/oscaralonso109/373.html]. las fases sociales que se sucederán. Manuela Infante, refiriéndose al teatro pero extensible al arte en gene- ral, lo resume en una frase que condensa el espíritu de este párrafo: “El teatro es un acto citacional, y como tal reitera las categorías del discurso dominante, ya sea perpetuándolo o redirigiéndolo.”22 Como ya hemos planteado, en los ‘70 se impuso la idea de la posmodernidad para caracterizar el rostro de las sociedades occidentales. La lógica que imperó en los ‘80 y gran parte de los ‘90, implicaba la pérdida de las utopías, el quiebre de los grandes proyectos po- líticos y el fracaso de los ideales revolucionarios. En el teatro chileno hay claros ejemplos de obras que dan cuenta de su tiempo en esa época (donde los vectores de quiebre se ven potenciados por el régimen dictato- rial bajo el que se vivía), y tienen su ejemplo paradig- mático en las creaciones de Ramón Griffero de 1984, 85 y 87 (“Historias de un galpón abandonado”, “Cine- ma Utoppia” y “99 la morgue”). En ellas se mostraba a la sociedad como un conjunto de seres individuales y desencantados, perdidos en espacios indefinidos y sin claras misiones personales. En ese mismo sentido podemos hablar de algunas creaciones de otros au- tores que nacen en esa década, como Juan Radrigán (quien habla desde una marginalidad tal vez más co- nocida pero con una poética cruda y decepcionada), o Andrés Pérez que a través de un sincretismo inédito 22. Infante, Manuela. “Entrenado para ser transparente”. p. 22. Tesis de Maestría, Master de Investigación en análisis cultural, Universidad de Amsterdam, 2006. Bib- lioteca UC. 66 67 das al año por las grandes marcas, etc.), nos resultan muy cercanos a nuestra realidad. Pero no nos hemos preocupado de ver cuáles son los sucesos artísticos que están haciendo el correlato de estos cambios. En este sentido, quisiéramos plantear que en algu- nas obras de teatro chilenas hemos constatado la pre- sencia de elementos propios de la hipermodernidad, tanto a nivel de discurso y de puesta en escena como de valor estético, idea central de este libro. Desde hace cinco años hemos trabajado respecto a estas ideas llegando a la convicción que existe un nuevo teatro en Chile que hemos llamado teatro hi- permoderno. Si bien, el surgimiento de este nuevo teatro convive con manifestaciones teatrales posmo- dernas o incluso modernas, requiere de una categoría teórica y cultural diferente e inexistente en nuestro país y en el mundo hasta ahora. Sostenemos que en el teatro chileno hay claros signos de este cambio de paradigma en el teatro. Se trata de proponer una comprensión diferente a la idea posmoderna de la actividad dramática dando un paso adelante que permite arrojar luces sobre las nuevas tendencias del teatro chileno inserto en pro- cesos de cambio social. Para esto levantamos un aná- lisis sobre un conjunto de obras teatrales de autores y directores chilenos que nos parecieron relevantes, dado su impacto ya sea con el público, la crítica o en- tre sus pares. Este conjunto de obras fue contrastado con la serie de conceptos y teorías derivados de los pensadores en quienes nos basamos. En este campo si el paradigma social cambia (y con él nuestra per- cepción de la naturaleza), resulta lógico que la forma en que el arte se presente en este nuevo contexto de- berá también cambiar para crear una percepción del arte acorde a los nuevos tiempos. Este eje de análisis es no menos importante, ya que no sólo se habla de una época de manera formal, sino que se usan los códigos que la época lleva implícitos y entonces se logra un doble relato que debe amalga- marse en un discurso artístico y crítico. En una sociedad occidental globalizada, es inevita- ble ver funcionando los postulados de Lipovetsky en el comportamiento de nuestra identidad nacional25. No es nuestra intención juzgar para bien o para mal el fenómeno de la globalización, pero hay que enten- derlo como un hecho que dadas sus características, inevitablemente influye en nuestra sociedad. El pen- samiento de Lipovetsky toma la globalización como factor integrante de la hipermodernidad, por lo quede aceptar la idea de la globalización, estamos dejan- do la puerta abierta a que las ideas de Lipovetsky des- criban correctamente nuestra sociedad. Los puntos que usa para clarificar su pensamiento, casi todos en el campo comercial (el aumento de las variedades de ciertos productos, la cantidad de colecciones lanza- 25. La globalización es un fenómeno que rompe espacio y tiempo, al no estar sujeta a una frontera y, por tanto, tampoco debe ajustarse a las leyes que rigen dentro de ter- ritorios determinados. “La globalización, ya que no tiene espacio, pone en peligro la soberanía de los Estados, cuyas leyes están vinculadas a espacios definidos” (Antonio di Giaccia en “La ética en la era de la globalización”, aparecido en Revista Lacaniana de Psicoanálisis nº 1, EOL, Argentina, 2003). 68 69 DEl TEaTRo PoSMoDERNo al HIPERMoDERNo Para establecer un parámetro confiable de lo que fue y es el teatro posmoderno, nos basaremos en los escritos del respetado teórico francés Patrice Pavis, sin que ello implique que sea la única fuente. Lo en- focamos desde este lugar por el consenso transversal que producen los postulados del pensador galo en el medio teatral tanto local como internacional. Pavis, hay que aclarar, no es un entusiasta del tea- tro posmoderno, pues, según dice, “más que una he- rramienta rigurosa para caracterizar la dramaturgia y la puesta en escena, la posmodernidad es un signo de una afiliación (sobre todo en Estados Unidos y América Latina), una etiqueta cómoda para describir un estilo de producción y de recepción, una manera `actual´ de hacer teatro.”26 Resulta relevante, desde nuestro punto de vista, que acote el teatro posmoderno a nuestra región, prácticamente negándolo de un plumazo en 26. Pavis, Patrice “Diccionario del Teatro”, p. 460. Edición revisada 1996, Paidós 2005. En esta definición también queda implícita la idea de una moda, que se poten- ciará al extremo en la era hipermoderna. se pone a prueba la presencia de los elementos fun- dantes de la hipermodernidad. Entender el teatro hipermoderno, implica realizar un breve ejercicio retrospectivo, lo que nos mueve a intentar definir aquello que conocemos como teatro posmoderno. 70 71 teatro en París en la temporada 2010, tomó la ópera “La flauta mágica” de Mozart, despojándola de la or- questa a través de una reducción a piano (interpre- tado en escena) y reconvirtió a cantantes líricos en actores-musicales, en una puesta en escena de sim- pleza aparente (espacio vacío, vestuarios sencillos), generando múltiples puntos de tensión entre la obra original y esta versión teatral. Subtítulos proyectados enfatizaban la idea de narrar la anécdota propuesta por Mozart, poniendo la fuerza en el encuentro amo- roso de los personajes. Pavis declara: “el arte posmoderno utiliza y reinvis- te la teoría y el proceso de producción de sentido en todo lugar y momento de la puesta en escena. El texto y la puesta en escena se convierten en la puesta de una práctica significante, abriéndose a una serie de pistas que (…), se niegan a una significación central global. La pluralidad de las lecturas está garantizada por la de los enunciadores, por la ausencia o movilidad de la jerarquía entre los sistemas escénicos (…) la teoría del texto y el ritmo influyen en la práctica escénica (…) da su sentido práctico al texto dramático y/o a la re- presentación (…) El teatro posmoderno eleva la teoría al rango de una actividad lúdica, propone como única herencia la facultad de re-jugar el pasado, en lugar de pretender asimilarlo recreándolo.”29 Este pensador propone un entendimiento de la puesta en escena, la representación y el espectácu- 29. Pavis, Patrice “Teatro Contemporáneo; imágenes y voces”. p. 83. LOM. San- tiago. 2005. el viejo continente, porque nos relaciona con el con- cepto de la “marginalidad favorable” del que habla Eduardo Milán.27 Sin embargo, también logra atribuirle algunas ca- racterísticas más o menos precisas que pasamos a transcribir: “A menudo obedece a diversos principios contradictorios, no le arredra combinar estilos dispa- res, presentar collages de estilos interpretativos hetero- géneos. Semejante dispersión hace imposible cualquier intento de centrar la puesta en escena alrededor de un principio, de una tradición, de una herencia, de un es- tilo o de un intérprete. Contiene momentos y procedi- mientos en los que todo parece deconstruirse y desha- cerse entre los dedos de cualquiera que crea tener los hilos y las llaves del espectáculo. (…). Los signos múl- tiples y variados que se suceden en el escenario nunca constituyen un sistema cerrado de significaciones. Se ponen en peligro recíprocamente. El teatro posmoderno es, ya, una especie amenazada.”28 La deconstrucción de obras, eliminando o reorde- nando personajes y líneas narrativas, para construir otra nueva obra, o poner situaciones dramáticas en nuevos contextos, se hace una práctica habitual del teatro posmoderno. Es el reinado del director, quien asume la autoría y la propuesta. Ejemplo icónico de esta estética posmoderna, es el trabajo de Peter Bro- ok. Uno de sus últimos trabajos, presentado en su 27. El concepto de ‘marginalidad favorable’ acuñado por Eduardo Milán se emparen- ta con la idea de Lipovetsky de ‘diferenciación marginal’. 28. Patrice Pavis, Op. Cit. p. 461. 72 73 de percibir. Si bien hoy seguimos estableciendo al cuerpo como un eje fundamental del entendimiento, las formas de entender el cuerpo se han diversificado al punto que ya no es posible sólo hablar de él como un concepto. Se han diferenciado marginalmente los cuerpos de los individuos como células que se subdi- viden hasta el infinito, pasando a constituirse como datos de un mercado que busca `satisfacer´ las nece- sidades de cada uno de ellos en particular y, muchas veces, crear nuevas necesidades. Se puede diferenciar de la modernidad y la filosofía de Descartes de nues- tros tiempos, ya que la era del conocimiento que per- seguía lo cartesiano, ha sido transmutada en la era de la información, concepto que en sí mismo también puede albergar las tres operaciones del mercado. Debemos señalar que, como primera y crucial característica del ‘teatro hipermoderno’, éste hereda la amenaza interna de las significaciones en su ela- boración. Pero está lejos de ser una especie amena- zada, al menos no como lo planteaba Pavis, ya que se profundiza notoriamente en relación al exceso de posibilidades combinatorias que se le permiten, pues ahora suponemos el proceso de creación inserto en una cultura tan altamente relativizada y excesiva – la hipermodernidad- que tendría por función lógica desarrollar un discurso que se haga cargo de esta rea- lidad, que la aborde con una mirada distanciadora, en donde el diario vivir está sobrecargado de simbo- lismos. Desde la televisión, el cine y las fotografías, pasan- lo, a través de una nueva semiología que analice las materialidades de los sistemas sígnicos. De modo de apreciar en plenitud la riqueza de sus significantes y signos (intensidades, ritmos, voces, etc.). En esta riqueza se halla la densidad del acto completo de la enunciación, que entrega dimensiones variadas del espectáculo. Es importante consignar esta reflexión, puesto que tiene que ver con un nuevo entendimiento de lo que se trataría un teatro hipermoderno, el cual no puede ser analizado desde la semiología tradicional, tenien- do en cuenta la excesiva formalización y estructura- ción de ésta. El teatro hipermoderno tendría que ser entendido a través de una especie de socio-semiótica que ha ido surgiendo, en donde el interés ya no está tan centrado en la comprensión de las relaciones en- tre los códigos y su funcionamiento, sino en entender y captar su presencia y participación en los contextos y culturas. Lo anterior, alcanza total coincidencia con el diag- nóstico que hace Lipovetsky del fenómeno posmo- derno, donde la subjetividad se ha desarrollado con