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1ª edición: Febrero 2013
© Javier Mallo
© FutbolDLibro (Futbol de libro, S.L.)
© Fotografías: Archivo FDL
Departamento FDL (www.futboldelibro.com)
Analista de Texto: Javier Mallo y Departamento FDL
Correcciones: Javier Mallo y Departamento FDL
Maquetación: FútbolDLibro
Diseño de cubierta: FútbolDLibro
ISBN: 978-84-940984-5-1
Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del «Copyright», 
bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por 
cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático y 
la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos.
El autor y la editorial donarán el 1% de los beneficios del libro a fines benéficos.
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“La preparación (física) para eL 
fútboL basada en eL Juego”
Javier Mallo Sainz
Un futbolista es más que la suma de sus capacidades
Un equipo es más que la suma de sus futbolistas
 “La única verdad absoluta es
 que no hay verdades absolutas” 
(Paul Feyerabend)
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índice
próLogo de chema sanz 7
próLogo de Javier sampedro 9
introducción 13
capítuLo 1. 
La organización deL proceso de entrenamiento 19
1.1 Toma de decisión del enTrenador respecTo a aspecTos fundamenTales del 
rendimienTo de un equipo 19
1.2 dimensiones del enTrenamienTo 26
capítuLo 2.
La sesión de entrenamiento coLectivo en campo 37
2.1 la parTe inicial de la sesión 38
2.1.1 Fases del calentamiento 39
2.1.2 Tipos de calentamiento 41
2.2. la parTe principal de la sesión 47
2.2.1 La complejidad de las tareas 48
2.2.2 La dinámica de los esfuerzos de las tareas 53
2.2.3 Organización de las tareas de entrenamiento 63
Tareas Condicionales 64
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Tareas Técnicas 70
Tareas Tácticas 73
Tareas Competitivas 80
2.3. la parTe final de la sesión 83
capítuLo 3.
La periodización deL entrenamiento 85
3.1 macro-esTrucTura de la periodización 88
3.2 micro-esTrucTura de la periodización 99
3.2.1 Distribución de las cargas durante los microciclos 102
epíLogo 115
bibLiografía 117
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La preparación (física) para el fútbol basada en el Juego
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Javier Mallo
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próLogo
Muchas cosas han cambiado en el deporte en general y en el futbol en 
particular a lo largo de las ultimas décadas. Durante el siglo XX han surgido 
nuevas teorías que han provocado un cambio sustancial en nuestra manera de 
entender el entrenamiento en los deportes colectivos. El futbol como deporte 
colectivo y el futbolista como ser vivo forman parte de lo que las nuevas teo-
rías llaman sistemas complejos. Un sistema complejo es un conjunto de elemen-
tos que interaccionan entre sí con el fin de alcanzar un objetivo concreto. De 
esta afirmación se desprende que el cambio experimentado en uno de ellos 
repercute y afecta inevitablemente al resto. Para comprender su comporta-
miento será necesario conocer, además de sus componentes, las relaciones que 
se establecen entre ellos. No lo deberemos analizar en partes aisladas y si 
como un fenómeno interdependiente. Las propiedades de un equipo de fútbol 
y su entrenamiento forman parte de un todo que ninguna de sus partes por si 
solas posee. El jugador logrará un rendimiento diferente en función del contex-
to en el que se encuentre.
El autor a lo largo de este libro nos ayudará a profundizar de una forma 
práctica en el conocimiento del fútbol, sugiriéndonos un cambio de perspectiva 
a la hora de observar los acontecimientos que intervienen en el proceso de 
entrenamiento del futbol. Desde estas páginas nos expone que la dificultad 
que entraña la preparación y optimización de las capacidades y potenciali-
dades de un equipo de fútbol determina la necesidad de que el entrenador 
tenga una perspectiva sistémica e integradora de todos los acontecimientos 
que influyen en el rendimiento. La organización del proceso de entrenamiento 
debe tener un carácter Holístico (la observación de algo desde el punto de 
vista funcional a partir de todas sus partes e interrelacionarlas unas con otras 
como un todo) y por ende más acertada, de los fenómenos que tratamos de 
observar y conocer.
Esta es la línea adoptada por el autor, que observando las propiedades 
del equipo desde la globalidad y la interacción de sus componentes, bucea 
en los acontecimientos que intervienen en el desarrollo del proceso de entre-
namiento de un equipo de fútbol, haciendo un gran esfuerzo por estudiar su 
carácter sistémico.
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La preparación (física) para el fútbol basada en el Juego
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Esta nueva visión ha permitido a la metodología del entrenamiento del fút-
bol, dar un salto cualitativo, teniendo como principal objetivo el entrenamiento 
de la organización táctica del equipo. El entrenamiento nace desde el juego 
y para el juego, desde las necesidades que tiene el futbolista para jugar al 
futbol.
El cuidadoso estudio de este excelente trabajo nos permitirá desarrollar 
nuestras capacidades para diseñar de forma óptima aquellas tareas que me-
jor se ajusten a la realidad competitiva de nuestro equipo. Se trata de un libro 
fácil de leer, ameno y que te ayudará a comprender un poco más la organiza-
ción de los distintos elementos que intervienen en el proceso de entrenamiento 
haciendo de la reflexión un ejercicio permanente
Javi es un hombre de futbol que posee la ventaja de haber visto este juego 
desde varios ángulos. Como toda persona inquieta y entusiasta ha sabido es-
tar en constante evolución, creciendo y madurando a lo largo de su recorrido 
como Técnico.
El libro es una invitación para seguir adelante, para revisar el conocimiento 
adquirido y para embarcarse en la construcción de nuevo conocimiento, en 
definitiva; para seguir creciendo y dar un salto cualitativo como entrenadores. 
Además su lectura nos enriquecerá con un abanico de interesantes sugerencias, 
que nos facilitaran sobremanera nuestros intereses a la hora de tomar decisio-
nes y resolver problemas en nuestros equipos. Si algo me gustaría destacar de 
esta minuciosa y detallada obra es su absoluta utilidad práctica, aunando el 
rigor teórico y las implicaciones prácticas y lo que es más importante; usando 
el contexto propio del futbol para desarrollar su entrenamiento.
Para finalizar quiero expresar mi más sincero agradecimiento al autor, por 
haber dedicado su pensamiento y su esfuerzo a brindarnos esta oportunidad 
de conocer a pie de campo este maravilloso juego llamado fútbol.
El proceso de formación no descansa, abre las 24 horas del día y los 365 
días del año
Chema Sanz 
Ex-Preparador Físico, entre otros, del Deportivo de 
la Coruña, Almería, Tenerife, Real Madrid Castilla, 
Terrasa, Ciudad de Murcia, Oviedo y Levante.
9
Javier Mallo
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próLogo 
“La táctica consiste en saber qué hacer cuando hay algo que hacer, 
y la estrategia en saber qué hacer cuando no hay nada que hacer” de 
otra forma, “la táctica es un movimiento a corto plazo que permite 
tomar una posición, y estrategia la forma de ganar el juego”. 
El ocho. S.Tarta Kowe. (1887–1956).
Gran maestro polaco de ajedrez.1
Se me solicita que realice un corto preámbulo al libro que tenéis 
en las manos y para mí es un auténtico placer y también una respon-
sabilidad. Conozco al autor desde sus comienzos de estudiante en el 
INEF de la Universidad Politécnica de Madrid, donde ya atisbaba 
tener curiosidad y reflexionar de todo aquello que le interesaba, 
y precisamente era de fútbol. Más adelante participó en los cursos 
de postgrado y doctorado junto a su inseparable compañero Abra-
ham García (hijo del exitoso entrenador y mejor persona Juanjo 
García, que llevó al Castilla a la final de Copa y a Europa). Tuve 
el privilegio de ser presidente del tribunal en su defensa de su tesis 
doctoral, la cual, cabe decir, hizo de forma brillante. Posteriormente 
desempeñó tareas de profesor asociado, pero yo yasabía que lo 
que pretendía Javier era el estar a pie de obra o el del día a día 
del entreno y la competición. Su inquietud constante por saber y su 
valentía académica le llevan a escribir este libro, titulado de forma 
muy parecida al clásico manuscrito de 1985 (editado por Gymnos) 
de nuestro inolvidable Carlos Álvarez del Villar, profesor de INEF y 
preparador del Rayo Vallecano, Selección Española de fútbol, Se-
villa C.F., etc. obra magistral e innovadora en su tiempo cuyo título 
“La preparación física basada en el atletismo” fue un rotundo éxito. 
En la presente obra el autor ha querido sustituir el “atletismo” por 
el “juego”, testimonio claro que la percepción de entender el fútbol 
ha evolucionado. 
Y dejando ya los datos biográficos y más personales nos aden-
tramos en los detalles de la presente obra. Crear o hacer ciencia no 
es fácil, pero el autor lo consigue debido a que cumple tres condi-
1. Los conceptos de táctica y estrategia del ajedrez no son completamente adaptables al fútbol. No existe 
una terminología común de estos conceptos validos para todos los deportes.
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La preparación (física) para el fútbol basada en el Juego
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ciones necesarias para ello: tener un objeto de estudio claro, tener 
un área de conocimiento donde aplicarlo, y utilizar una metodología 
científica apropiada. Y lo hace desde una perspectiva o naturaleza 
propia del análisis del juego notacional y down/up, es decir, utili-
zando la metodología observacional que parte de la realidad de 
la acción del juego, desde la práctica a la teoría, y no al revés. La 
interpretación del fútbol se debe realizar considerándolo desde una 
perspectiva ecológica, como un sistema, con no pocas interacciones 
entre los elementos internos y externos del juego, de cierta comple-
jidad, que habrá que ordenar desde la teoría del Caos y de los 
Sistemas Complejos. Se debe utilizar una definición del juego como 
dinámico y cambiante, donde cualquier cambio que se produce en 
una situación, por mínimo que sea, modifica a la siguiente, y nace 
una nueva situación cada una con sus propiedades e identidad pro-
pia. Coincido con el autor en esta consideración o interpretación del 
fútbol actual y moderno en que la matematización de los patrones 
de juego nos va a permitir y ayudar a interpretarlo. La validez de 
un texto y el peso científico, como éste del cual hablamos, lo da, en 
cierta manera, las continuas citas y referencias que el autor utiliza, 
que a su vez consideramos que son pertinentes y adecuadas. 
No podemos olvidar mencionar que el autor tiene un 
C.V. con numerosos artículos indexados internacionalmen-
te que le avalan como conocimiento previo, y lo equilibra con 
la práctica de su ejercicio profesional, como la actual en el 
Manchester City, para la cual tuvo que pasar un largo y difícil pe-
riodo de selección entre muchísimos candidatos. Después de leer 
detenidamente el libro considero que la introducción está perfec-
tamente justificada y hace un posicionamiento de su concepción del 
análisis del juego actual y muy medido, que le permite tener una 
idea muy clara de su consideración del fútbol como tal, alejándose 
de afirmaciones como: “El fútbol es fútbol”, “está todo inventado”, 
“explicitar una teoría es imposible en el fútbol”, “el fútbol es dife-
rente”.. y así, podríamos seguir con falsos tópicos, aunque también 
apostillamos que el contenido de azar es a veces el elemento per-
turbador que en ocasiones nos lleva a no justificar y racionalizar 
cada situación. Compartimos la idea de que de la reflexión, de las 
dudas que emerge del análisis del juego y la constante búsqueda 
de certezas necesarias de demostrar nos deben de mover para 
ir de la mano de la teoría y de la práctica utilizando un lengua-
je comprensible para todos independientemente del origen de su 
conocimiento previo. El autor utiliza un discurso dialéctico oportuno 
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intentando dar soluciones a su trabajo diario en el campo de juego. 
El libro es original y sus gráficos y esquemas propios surgen de su 
hacer cotidiano en el entrenamiento y de la observación realista de 
cada partido siendo esas sus armas nunca mejor elegidas. El prepa-
rador físico cada vez utiliza más ejercicios del propio juego buscan-
do desarrollar las cualidades físicas y el pensamiento táctico (toma 
de decisiones) de forma simultánea. La lógica interna del juego la 
desarrolla poniendo orden metodológico al describir cada ejercicio 
sin alejarse un ápice del juego real. El contenido del libro es corto y 
reducido a tres capítulos, un epílogo y un excelente último capítulo 
de referencias como ya apuntamos muy actuales validadas por la 
base de datos de las revistas que incluye. Hemos de agradecer a 
la editorial deportiva Fútbol de Libro, especializada en fútbol, la 
publicación de este libro en momentos actuales tan difíciles dando 
oportunidad a jóvenes valores. Mayoritariamente coincidimos con 
el autor en los aspectos expuestos con el libro y las pequeñas diso-
nancias quedarán para el debate particular entre el autor y el que 
realiza el prólogo.
Y como nos pasa a todos los investigadores la duda siempre está 
presente y lo que hoy es un constructor y paradigma firme y segu-
ro a lo largo del tiempo nos damos cuenta que ha evolucionado y 
necesitamos adaptarnos a la situación nueva, sólo así con la mente 
abierta entenderemos los caminos de la ciencia del fútbol. Sé que 
en este deporte sobre todos, el proclamarse investigador tiene a 
veces lecturas de cierta arrogancia e inoportunidad, pero soy de los 
que piensa que sería el único área de conocimiento que la entrada 
de la investigación científica tuviera sus puertas cerradas y de ver-
dad que ante esa exclusividad me niego a aceptarlo. 
En los equipos que ha colaborado el autor ha dejado impron-
ta de conocimiento y lo que es más importante eficiencia sabiendo 
aplicar competencias generales y específicas que le hacen resolver 
las situaciones prácticas por muy complejas que sean que por otro 
lado es de lo que se trata. Por todo ello Javier, te deseo lo mejor, 
que como no puede ser de otra manera, te llevará siempre a buen 
puerto.
Javier Sampedro Molinuevo.
Decano de la FCCAFyD-INEF de Madrid.
Catedrático de la U.P.M. 
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La preparación (física) para el fútbol basada en el Juego
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Javier Mallo
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introducción
¿Existe la preparación física en el fútbol? Esta repentina pregunta torpe-
dea el murmullo del auditorio y durante unos segundos el silencio se apodera 
de la sala. En algunos lugares la simple formulación de esta cuestión resultó 
ser un sacrilegio y rápidamente se precipitaron las contestaciones. En otros 
ambientes las respuestas no fueron tan concluyentes, lo que permitió que se es-
tableciesen nuevos caminos para el debate. De un modo casi paralelo, a cien-
tos de kilómetros, otras personas reflexionaban en voz alta sobre los mismos 
aspectos (Pol, 2011). Sin dudar sobre el conocimiento previo, resulta imposible 
avanzar en el mismo.
¿Existirá la preparación física en el fútbol dentro de 10 años? El silencio 
ahora es más duradero e impenetrable. Las afirmaciones ya no pueden ser tan 
categóricas como antes. El fútbol es una entidad en permanente dinamismo y 
resulta arriesgado concretar certezas en cuanto a su evolución. Es posible que 
en el futuro exista un apartado del entrenamiento que se denomine prepara-
ción física, pero lo que unos y otros profesionales entiendan por ello podrá ser 
muy distinto. Se trata siempre de un mismo deporte, el fútbol, pero la manera 
de jugarlo ofrece muchas posibilidades, tantas como la forma de enfocar su 
entrenamiento.
Este libro nace como un intento por ordenar las reflexiones surgidas tras 
vivir el fútbol desde distintos ámbitos durante algo más de una década. Es por 
ello que en él confluyen los conocimientos de carácter más teórico adquiridos 
en la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte de laUniver-
sidad Politécnica de Madrid (primero como alumno de la Licenciatura, más 
tarde como Becario de Investigación de Doctorado y por último como Profesor 
Asociado impartiendo la asignatura “Fútbol”) con las experiencias profesio-
nales de tipo práctico acumuladas durante el mismo período desarrollando 
principalmente la labor de preparador físico y entrenador auxiliar en distintos 
equipos. Son muchas, por lo tanto, las influencias recibidas a lo largo de este 
período que han llevado a un replanteamiento continuo de los aprendizajes 
anteriores, siempre buscando el enriquecimiento de las propuestas planteadas 
a los futbolistas durante las sesiones.
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La preparación (física) para el fútbol basada en el Juego
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Asumiendo el riesgo que conlleva citar referencias, con el agravio com-
parativo que resulta dejarse en el tintero otras aportaciones con semejante 
relevancia, tres grandes corrientes ideológicas han tenido un peso sustancial 
en la elaboración de la filosofía de entrenamiento que se expone en este libro. 
La fase inicial se relaciona estrechamente con el acopio de información relati-
va al componente bio-energético o condicional del rendimiento del futbolista. 
Posiblemente, esta aproximación primitiva esté inconscientemente vinculada a 
la necesidad de racionalizar lo que sucede dentro del deporte. Estudios clá-
sicos que ilustran esta rama del pensamiento se ciñen a la aplicación de la 
Fisiología del Ejercicio al fútbol, como sería el caso de los trabajos publicados 
por el autor danés Jens Bangsbo, o la integración de información de materias 
que pueden influir en la prestación del deportista en el llamado “Performance 
Analysis” (Análisis del Rendimiento; Barlett, 2001).
Son muchas las corrientes de 
entrenamiento que se han que-
dado ancladas en este estadio 
primitivo y pragmático del aná-
lisis, que choca frontalmente con 
la frase “el fútbol es un deporte 
acientífico” atribuida al entrena-
dor español Juanma Lillo. Sin ne-
cesidad de llevar esta sentencia 
al extremo, puesto que la aplica-
ción del método científico puede 
reducir la demagogia que mu-
chas veces rodea al entrenamien-
to, sí que recuerda la necesidad 
de respetar el contexto único e irrepetible que representa el juego del fútbol. 
Es por ello que para adentrarse en su conocimiento resulta conveniente atender 
a una diversidad de ciencias empíricas, a partir de las cuales cobra especial 
relevancia la Teoría General de los Sistemas propuesta por Ludwig von Ber-
talanffy en 1945. Por fortuna, este tipo de nociones fueron abriéndose poco 
a poco paso en las Facultades de Ciencias del Deporte. El profesor Javier 
Sampedro del INEF de Madrid ayudó a profundizar en la complejidad del 
estudio de los deportes de equipo bajo una perspectiva praxiológica, donde 
la esencia ya no es el comportamiento del deportista de manera aislada, sino 
dentro de una acción de juego (Mahlo, 1969). A nivel práctico, puede consi-
derarse a Paco Seirul·lo como uno de los primeros preparadores físicos que 
rompió con la línea tradicional de pensamiento fundamentada en el plagio de 
15
Javier Mallo
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los contenidos de los deportes individuales e introdujo un enfoque conceptual 
diferenciador al entrenamiento de los deportes de equipo.
La trilogía ideológica la cierra, de manera momentánea pues se trata de 
un proceso en continua evolución, las ideas extraídas de la corriente intelectual 
generada en la Facultad de Ciencias del Deporte de Oporto, cuyo máximo 
exponente sería el profesor Vitor Frade. Esta línea transgresora se sustenta 
en el pensamiento sistémico (Tamarit, 2007) para proporcionar un salto cua-
litativo en la metodología del entrenamiento del fútbol, en el cual el modelo 
de juego del equipo se convierte en el eje referencial del proceso. Es por ello 
que la locución latina “citius, altius, fortius” (más rápido, más alto, más fuerte), 
utilizada por el barón Pierre de Coubertin en la inauguración de los primeros 
Juegos Olímpicos de la era moderna en Atenas en el año 1896, resulte ana-
crónica al enumerar los requisitos que, hoy en día, debe reunir un futbolista 
de élite. 
 La integración de todas estas líneas de pensamiento y acción muestra una 
evolución del entrenamiento en el fútbol en el que la preparación física ya no 
puede ser entendida como un compartimento estanco, sino como un área eco-
lógica y cambiante sobre la cual investigar para intentar dar mejor solución a 
los problemas que plantea el juego. Por lo tanto, la preparación (física) debe 
ir encaminada a provocar adaptaciones específicas para jugar al fútbol y 
nunca deberá ser tratada como una entidad independiente del mismo. En el 
momento que se separa del propio 
fútbol pierde todo su valor. Sucede 
que, en ocasiones, la propia termino-
logía puede llevar al equívoco y se 
ha identificado lo “físico” con tareas 
condicionales alejadas del balón. Si 
el debate filosófico sobre la dua-
lidad entre cuerpo y alma ha sido 
ya ampliamente superado, debería 
suceder lo mismo con la concepción 
del futbolista. El futbolista es una 
unidad funcional que se comporta 
como un todo por lo que no se pue-
de descomponer su rendimiento en 
pequeñas parcelas independientes 
unas de otras. La fórmula clásica 
del entrenamiento basado en la su-
16
La preparación (física) para el fútbol basada en el Juego
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cesión de un contenido condicional, otro de índole técnico y la conclusión de 
la sesión con un partido, la conocida “pachanga”, se antoja obsoleta ante la 
perspectiva holística que exige hoy en día el proceso. Este cambio sustancial 
requiere al preparador físico un profundo conocimiento del juego, puesto que 
todas las tareas planteadas durante la sesión deben confluir en un ideario co-
mún amparado en la organización (táctica) del equipo. Es posible que incluso 
en los próximos años el término preparador físico pierda su sentido y no se use 
como tal, sino que sean denominados como técnicos auxiliares o entrenadores 
ayudantes. Ante esta nueva concepción del entrenamiento al preparador físico 
tradicional se le abren dos caminos distintos, bien ligar su actividad al trabajo 
en campo como un miembro más del cuerpo técnico, o bien enfocar su labor 
al trabajo fuera del campo con unas responsabilidades más cercanas al área 
médica. ¿Campo o gimnasio? ¿Cuerpo técnico o departamento médico? Son 
decisiones que cada profesional debe elegir en función del rol que quiera 
desempeñar dentro del equipo.
Si uno se decanta por profundizar en el análisis del fútbol siempre hay dos 
variables que tarde o temprano aparecen en todos los postulados: el espacio 
y el tiempo. Al avanzar en los niveles de competición los espacios y el tiempo 
para actuar se reducen para los futbolistas. No es de extrañar, por lo tanto, 
que la velocidad sea una cualidad fundamental del fútbol de élite puesto que 
esta variable plasma la relación entre el espacio y el tiempo. Cada futbolista 
tiene una velocidad de actuación, pero esta velocidad no debe interpretarse 
únicamente desde la perspectiva de los desplazamientos sino de una manera 
mucho más global. Son numerosos los ejemplos de futbolistas que compensa-
ron sus carencias condicionales a través de una resolución más rápida de los 
problemas propios del juego, desarrollando la llamada inteligencia táctica. A 
medio-largo plazo, cada futbolista acaba acomodándose en un nivel de com-
petición donde su velocidad de actuación le permite ser eficaz. En cierto modo 
sucede como en el automovilismo, sólo los pilotos que son capaces de conducir 
más rápidamente su máquina pueden participar en la Fórmula 1. 
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La interrelación entre espacio y tiempo también es fundamental para los 
técnicos a la hora de diseñar los contenidos de los entrenamientos:
• ¿Es mejor hacer una tarea de conservación del balón 6 contra 6 a me-
dio campo o a un cuarto de campo?
• ¿Es más adecuado plantear una tarea de fútbol reducido durante 12 
o18 minutos?
Las respuestas serán siempre específicas a los objetivos del entrenamiento 
y al contexto de cada situación. El mismo contenido de entrenamiento puede 
tener unos efectos diferentes variando el espacio y el tiempo en que se rea-
licen.
En cualquier caso, la intención de este libro más que proporcionar respues-
tas dogmáticas es plantear preguntas. Cuestiones que cada técnico debe ha-
cerse a sí mismo cuando se sienta delante de una hoja en blanco y se dispone 
a diseñar su sesión de entrenamiento. No existe una solución única para cada 
situación que plantea el deporte y la Historia del fútbol nos permite recordar 
entrenadores que han logrado el éxito en la competición a través de fórmulas 
muy variadas, incluso antagónicas. Entrenadores que han logrado la victoria 
buscando que su equipo anote más goles que el rival y entrenadores que se 
han preocupado de encajar menos tantos que el contrario. De hecho, lo que en 
un equipo ha dado resultado puede no ser válido para otro equipo o, más aún, 
un mismo equipo tratado de la misma manera durante dos temporadas con-
secutivas por entrenadores diferentes no suele alcanzar los mismos resultados. 
Lo que aparentemente podría representar un problema no es sino un desafío 
y un halo de esperanza para los técnicos. El día que las recetas para entrenar 
vengan escritas en los libros los entrenadores serán sustituidos por ordena-
dores, que son más eficientes. Por fortuna, las relaciones interpersonales que 
se establecen durante el proceso de entrenamiento acaban siendo un factor 
cualitativo que determina el rendimiento final de un equipo e impiden que las 
computadoras se pongan a los mandos de las operaciones.
En el transcurso de las siguientes páginas se invita al lector a la reflexión 
continua sobre el proceso de entrenamiento para intentar enriquecer así su 
experiencia. Aunque pueda parecer contradictorio se pretende, dentro de la 
anarquía epistemológica que circunscribe al fútbol, racionalizar en la medida 
de lo posible la organización metodológica del entrenamiento. En el deporte 
estratégico por excelencia, el ajedrez, los Grandes Maestros se caracterizan 
por ir un elevado número de jugadas por delante de sus oponentes. En el fút-
18
La preparación (física) para el fútbol basada en el Juego
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bol el entrenamiento debe ayudar a predecir el rendimiento del equipo en la 
competición, tratando de limitar la influencia de las fuentes de incertidumbre 
que pueden existir (adversarios, terreno de juego, público, árbitro, azar, etc.). 
Esto exige a los técnicos elevadas dosis de creatividad para poder plantear 
tareas que favorezcan el conocimiento del juego por parte de los futbolistas y 
el desarrollo de un pensamiento autónomo para solventar los problemas que 
acontecen durante la competición. Al final, cuando el espacio y el tiempo se 
reducen, siempre gana el que da con una solución que los demás no habían 
alcanzado a pensar aún.
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capítuLo 1. La 
organización deL proceso 
de entrenamiento
1.1 Toma de decisión del enTrenador respecTo a aspecTos 
fundamenTales del rendimienTo de un equipo
A la hora de iniciar la labor de entrenar a un equipo de fútbol son muchos 
los interrogantes que se requieren definir con precisión. Una de las primeras 
cuestiones a solventar implica identificar qué es lo que se pretende lograr con 
el equipo. La respuesta inmediata en este punto suele ser tajante: ganar. Algún 
entrenador más osado puede añadirle una connotación: ganar jugando bien. 
Limitarse al resultado de un momento puntual lleva implícito vivir en el alam-
bre, puesto que la victoria en la competición es un producto final que puede 
estar afectado por multitud de variables. Al ser el fútbol un deporte en el 
que el componente de azar puede tener una elevada incidencia, en ocasiones 
los equipos consiguen la victoria sin haber hecho más merecimientos que los 
rivales. Por ello, ganar un partido es un hecho aislado; lo verdaderamente 
importante para el entrenador es ser capaz de desarrollar un modelo de 
juego que ayude a ordenar y estabilizar las conductas de los futbolistas en el 
campo y aumente las posibilidades de salir victorioso en el mayor número de 
encuentros.
Esta idea de juego debe reflejar de manera teórica los aspectos esenciales 
que caracterizan la organización del equipo y que deberán ser patrimonio 
de todos los futbolistas en la búsqueda del éxito colectivo. De esta manera se 
pretende “operacionalizar” (Mourinho, en Oliveira et al., 2007) los compor-
tamientos requeridos en cada uno de los cuatro momentos o fases del juego: 
ataque, defensa y transiciones ataque-defensa y defensa-ataque. Aún siendo 
un ente dinámico y adaptable a las características de los jugadores y a su 
evolución durante la temporada, supone una declaración de intenciones para 
plasmar la identidad grupal sobre el campo. El modelo de juego se desinte-
gra en una serie de principios y sub-principios para facilitar el desarrollo de 
las estrategias de entrenamiento (Frade, en Díaz, 2012). A modo de ejemplo, la 
Figura 1 esquematiza los rasgos esenciales del modelo de juego de un equipo 
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La preparación (física) para el fútbol basada en el Juego
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de fútbol de Segunda División “B” en la temporada 2008-2009. Este patrón 
fue desarrollado de manera conjunta con el entrenador del equipo, Abraham 
García, en un intento por sintetizar los conceptos básicos que debían regir el 
funcionamiento táctico del equipo.
Figura 1. Modelo de Juego para un equipo de fútbol profesional
El punto de partida del modelo fue el establecimiento de la organización 
teórica del equipo en función de si se dispone o no de la pelota y de las ac-
ciones a realizar cuando se recupera o se pierde la posesión del balón. Cada 
una de estas fases del juego se dividió a su vez en una serie de categorías en 
función del tipo de ataque (posicional o combinativo, directo o mediante balo-
nes largos y las reanudaciones del juego, ya sea mediante saques de esquina 
o de banda, libres directos o indirectos, etc.), transiciones (ataque-defensa y 
viceversa) o tipo de defensa (siguiendo el razonamiento inverso al ataque). 
A partir de estos cuatro momentos del juego se puede empezar a desarrollar 
los principios y sub-principios que deben regir el comportamiento colectivo del 
21
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equipo durante los mismos. Este tipo de planteamientos teóricos no dejan de 
ser una reconstrucción estática de la realidad. La complejidad del problema 
es mucho mayor cuando el balón y los jugadores están en movimiento. Es por 
ello que los modelos de juego están siempre sujetos a una retroalimentación 
permanente para favorecer sucesivas adaptaciones. Se tratará siempre de un 
continuum sobre el cual el equipo evoluciona en el transcurso de una tempora-
da, sometido al influjo que la participación de cada uno de los futbolistas (y 
adversarios) ejerce sobre la prestación colectiva.
Para facilitar su comprensión, la Figura 1 muestra únicamente dos ideas 
fundamentales a dominar en cada una de las categorías establecidas. No 
cabe duda que son muchos más los principios que deben regir la organización 
del juego de cada equipo, tal y como determina con precisión Cano (2009) 
al analizar al Fútbol Club Barcelona. En el caso del juego de ataque el entre-
nador siempre suele decantarse por una dirección prioritaria, aunque el tener 
alternativas trabajadas enriquece la cultura táctica del equipo y permite res-
ponder a situaciones imprevistas durante la competición. Es por esto que algu-
nos de los principios que aparecen en el esquema serían aplicables en más de 
una categoría. Así, aspectos como circular el balón con pocos toques, moverse 
continuamente para dar soluciones al poseedor de la pelota, jugar los balones 
a los espacios y no al pie del compañero, abrir el campo para dar amplitud, 
dar profundidad mediante los movimientos de los delanteros al tiempo que 
se genera espaciointerior, jugar al tercer hombre, incorporar a los laterales 
para crear situaciones de superioridad numérica, vencer la primera línea de 
presión rival mediante la conducción del balón, alternar el juego corto con el 
juego largo, llevar el balón hacia una banda y buscar cambios de orientación, 
variar los tipos de desmarques: de apoyo y de ruptura, tener variantes en 
la finalización de las jugadas incluyendo los tiros desde fuera del área, etc., 
son principios fundamentales para conseguir un buen juego ofensivo. El mismo 
procedimiento se puede seguir para el juego defensivo del cual se podrían 
señalar los siguientes enunciados característicos: ocupar una correcta y rápi-
da posición cuando el contrario recupera la pelota, presión de los jugadores 
adelantados tras pérdida, cerrar las líneas de pase interiores para llevar al 
atacante hacia las posiciones donde se puede robar el balón más fácilmente, 
coberturas y permutas tras ser superadas las líneas de presión, correcto posi-
cionamiento en los envíos frontales y diagonales al área, marcaje a los juga-
dores que se incorporan al remate en los centros laterales, salida rápida tras 
despeje encimando al oponente si no se coge el rechace, utilización del fuera 
de juego como recurso, etc.
22
La preparación (física) para el fútbol basada en el Juego
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Una vez definidos todos los principios básicos que cada entrenador de-
cide que deben regir el comportamiento colectivo en cada uno de los cuatro 
momentos del juego, se pueden ampliar los mismos en categorías de menor 
entidad: sub-principios, sub-principios de los sub-principios, etc. (Mourinho, en 
Oliveira et al., 2007). El objetivo de todo ello es identificar de manera clara 
las conductas colectivas a desarrollar para poder diseñar tareas de entre-
namiento que favorezcan la ocurrencia de determinados comportamientos y 
faciliten su asimilación, evitando ofrecer a los futbolistas estímulos lineales a 
lo largo de sesiones sucesivas. Así, por ejemplo, sobre un principio defensivo 
como la cobertura podría plantearse una progresión metodológica para el 
proceso de enseñanza-aprendizaje. 
La primera de las tareas podría ser 
una situación en la que 3 atacantes se 
enfrentan a 2 defensores en un espa-
cio reducido y deben llegar a la línea 
de fondo rival. Sobre esta estructura 
sencilla se pueden ir añadiendo más 
elementos: 4 atacantes, 3 defensores, 
portero, zonas prefijadas de defensa, 
etc., hasta acabar en situaciones más 
semejantes a la competición. De este 
modo se pretende lograr un aprendi-
zaje por descubrimiento guiado (Ruiz 
Pérez, 1994), para que el futbolista 
averigüe e interiorice los principios 
trabajados adaptándolos a su esque-
ma cognitivo.
En cualquier caso, trazar sobre un papel las señas de identidad que debe 
tener un equipo resulta una labor de relativa sencillez para cualquier técnico 
titulado. El salto cualitativo lo marcan los entrenadores que son capaces de 
llevar con éxito a la práctica sus planteamientos teóricos. Es aquí donde, pro-
bablemente, mejor se pueden apreciar las diferencias entre los entrenadores 
y los “alineadores” de futbolistas. No vale ya con quedarse en el paso –fun-
damental por otra parte- de saber quiénes son los mejores y peores jugadores 
del equipo, sino que es necesario estructurar conductas cooperativas entre los 
futbolistas en todos los momentos del juego y en todas las circunstancias que 
puedan darse en el transcurso de un partido. Este aspecto se conseguiría me-
diante la definición del estilo de entrenamiento a emplear, es decir, el proceso 
para lograr los resultados pretendidos. Mediante esta filosofía de entrena-
23
Javier Mallo
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miento se pretende reflejar la forma de gestionar las relaciones interperso-
nales entre el técnico y los jugadores dentro y fuera del campo, así como la 
implantación de una metodología de trabajo que lleve a todos los jugadores 
a adoptar como propio el modelo de juego del equipo.
La dirección de grupos en el fútbol de élite representa uno de los grandes 
desafíos para los entrenadores por los, en muchos casos, desmesurados egos 
de los futbolistas que comprometen el objetivo de buscar una unidad funcional 
grupal. Han sido muchos los estudios realizados durante los últimos años que 
han concluido que la emoción es un importante catalizador de la conducta 
(Damasio, 2005; Punset, 2010). Este tipo de trabajos basados en la inteligen-
cia emocional puede proporcionar información muy valiosa a los técnicos de 
cara a la gestión de grupos humanos, ayudando a elaborar estrategias para 
atraer al futbolista hacia la actividad a realizar y aislándole de los múltiples 
factores externos que suelen contaminar su salud mental. Para conseguir que 
el futbolista acuda con una actitud positiva a la sesión debe recobrar el pla-
cer originario por el juego y el deseo por aprender y mejorar a través del 
entrenamiento. Una vez que el futbolista tiene la capacidad de controlar sus 
emociones y liberar su mente, le resultará más fácil ser creativo en el campo. 
El abuso de los entrenamientos tediosos o la repetición sistemática de tareas 
no significativas conllevarían un efecto contrario, alejando al futbolista de las 
emociones primitivas que le llevaron a elegir dicha profesión. Así mismo, el 
aprendizaje de técnicas para la mejora de la interacción social puede resultar 
primordial para los futbolistas al favorecer la adopción de conductas de em-
patía y cooperación con los compañeros (Punset, 2011). En cualquier caso, la 
dificultad que este tema entraña requiere una aproximación tan minuciosa que 
se escapa de los objetivos del presente libro.
A pesar de que el entrenador puede tener claramente definido su modelo 
de juego y su estilo de entrenamiento, existen numerosos condicionantes que 
pueden incidir en los resultados finales. Sin duda, el que mayor relevancia pre-
senta es el nivel de los jugadores que forman el equipo, puesto que la materia 
prima influye decisivamente en la calidad de la obra. La situación ideal sería 
aquella en la que el entrenador tiene plena capacidad de decisión respecto 
a qué jugadores incorporar al equipo en base a su forma de jugar y entrenar, 
aunque este factor de incuestionable trascendencia no siempre queda a su 
alcance. Al analizar la evolución del fútbol a lo largo de los años se puede 
observar que el criterio para la selección de los futbolistas se ha ido modifi-
cando. Posiblemente fue Rinus Michel el primer revolucionario con su concep-
ción de fútbol total o “pressing football” (Batty, 1980). Esta idea fue mejorada 
24
La preparación (física) para el fútbol basada en el Juego
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e introducida en España años 
más tarde por Johan Cruyff, 
en la que primaba la involu-
cración de todos los jugado-
res en las tareas ofensivas y 
defensivas del equipo, ejecu-
tando las acciones técnicas a 
una elevada velocidad. A fi-
nales de los años ochenta fue 
Arrigo Sacchi el que dotó de 
un nuevo componente cualitativo a los equipos: la organización táctica (Ac-
came, 1995). Aspectos como el desarrollo de los sistemas defensivos zonales 
y la presión sobre el adversario para reducir el espacio y el tiempo para 
operar, obligaron a los futbolistas a agilizar los procesos cognitivos, ya que 
debían dar solución a los problemas que el rival les planteaba con una mayor 
premura temporal. Los entrenadores de mayor prestigio en la actualidad han 
optimizado los bagajes anteriores dotando a los equipos de un carácter extre-
madamente competitivo mantenido durante períodos prolongados de tiempo, 
tal y como exige el actual calendario de competiciones. El tradicional período 
preparatorio ha ido paulatinamente desapareciendo y la competición apare-
ce desde casi el inicio de los entrenamientos hasta el final de la temporada. 
Por lo tanto, no es de extrañar que cualquier entrenador quiera para su equi-
po jugadores que manejan todos los componentes anteriormente enunciados: 
velocidad, técnica, inteligenciatáctica y competitividad. Son éstos, criterios 
fundamentales a la hora de reclutar jugadores jóvenes para el fútbol base de 
los grandes clubes.
Además de la plantilla de futbolistas puesta a disposición del entrenador, 
resulta necesario acotar otra serie de factores externos que condicionan el 
sistema. Formar un cuerpo técnico en el que todos sus integrantes comparten 
y respetan una misma filosofía de trabajo estructurada en torno al modelo 
de juego del equipo se antoja fundamental. La disociación longitudinal de las 
tareas en la sesión, siendo el preparador físico el responsable de las activi-
dades sin balón y el entrenador de la introducción de los contenidos con la 
pelota ha quedado obsoleta, dando paso a una perspectiva más transversal 
donde todos los técnicos deben tener una actuación coordinada durante la 
sesión transmitiendo mensajes inequívocos a los jugadores. Para poder cumplir 
este propósito resulta fundamental que el entrenador se rodee de personal 
cualificado y pro-activo a su alrededor (Espar, 2010), pues ello revertirá a 
25
Javier Mallo
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la larga en una mejora de la calidad del entrenamiento y en unas mayores 
posibilidades de éxito para el equipo y, por consiguiente, para el entrenador.
Conviene definir también las estrategias de comunicación con el resto de 
personal de apoyo que rodea el día a día del equipo. A medida que el fútbol 
se ha ido globalizando los clubes han ido incorporando a su estructura más 
personal con distintas funciones, lo que ha incrementado la complejidad de 
las redes de intercambio de información. Dos frecuentes áreas de conflicto 
para los entrenadores suelen venir representadas por la dirección deporti-
va y el departamento médico, en especial cuando las responsabilidades de 
cada sección no están claramente definidas de antemano. Punset (2011) se-
ñala la capacidad para resolver conflictos como uno de los conocimientos más 
importantes para la supervivencia en el siglo XXI. Por ello, debe existir una 
adecuada jerarquización del proceso de toma de las decisiones finales para 
evitar los conflictos de intereses, por lo que cuanto antes sean identificadas 
las líneas maestras de actuación, mayor probabilidad habrá de disminuir los 
malos entendidos. 
Los recursos materiales de los que el club dispone (campos de fútbol, gim-
nasio, clínica, autobuses, hoteles, etc.) deben ser inventariados y puestos al 
servicio del beneficio colectivo. Así mismo, resulta imprescindible conocer el 
entorno socio-económico del club antes de iniciar la travesía. Es una realidad 
del fútbol profesional que la inmediatez del resultado se antepone al proceso 
que lleva su consecución. De este modo, si un entrenador pretende desarrollar 
una filosofía de entrenamiento a largo plazo y va a un club con una elevada 
presión social y premura por los resultados, o se adapta a la exigencia tem-
prana o tendrá muchas probabilidades para su partida rápida. Por ello, en 
ocasiones, es mejor no aceptar la propuesta de un equipo si éste no cumple 
con unos requisitos mínimos que hagan viable el objetivo. Por último, los facto-
res culturales de cada entorno pueden limitar la aplicación de determinados 
modelos de juego. Cada club, y sus aficionados, suelen tener sus rasgos futbo-
lísticos característicos y el entrenador debe ser consciente de ellos para no ver 
comprometida la aplicación de su idea de juego.
La Figura 2 resume de manera esquemática el proceso de toma de deci-
sión inicial del entrenador respecto a los aspectos más relevantes que condi-
cionan el entrenamiento de un equipo de fútbol. Cuanto mayor sea el poder 
del entrenador en este proceso de decisión, más garantías tendrá de dirigir 
deportivamente el equipo según sus ideas. Quizás el paradigma de este plan-
teamiento sea el modelo tradicional del fútbol inglés, en el que la figura del 
entrenador-mánager abarca no sólo la labor de entrenamiento diario del 
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La preparación (física) para el fútbol basada en el Juego
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equipo, sino la capacidad para opinar y decidir respecto a todos los aspectos 
esenciales que rodean el funcionamiento del club. A medida que el entrena-
dor ha ido perdiendo su cuota de poder dentro del organigrama del club, su 
responsabilidad en la toma de decisión ha disminuido casi de modo inverso al 
aumento de su inestabilidad laboral, siendo habitualmente la primera persona 
prescindible en cuanto los resultados deportivos no acompañan.
Figura 2. Proceso básico de toma de decisión del entrenador al iniciar el trabajo en un equipo
1.2 dimensiones del enTrenamienTo
Partiendo de las ideas esbozadas en el apartado anterior, podrían seña-
larse dos herramientas de extrema importancia a manejar por los entrena-
dores: la capacidad para diseñar un modelo de juego que optimice las ca-
racterísticas de los futbolistas que forman parte de la plantilla y la habilidad 
para desarrollar un estilo de entrenamiento que permita obtener el máximo 
rendimiento colectivo en la competición. A su vez, este estilo de entrenamiento 
a adoptar debe conjugar la manera de dirigir el equipo fuera, ocupándose de 
los aspectos relativos a la gestión de las relaciones interpersonales, y dentro 
del terreno de juego. Cada uno de estos conceptos da lugar a un análisis muy 
profundo, por lo que el presente libro se ha centrado únicamente en la parte 
relativa a la metodología de trabajo en campo, concibiendo el entrenamiento 
del fútbol como un sistema dinámico y ecológico, en el cual existe una continua 
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interacción con el entorno. Las propuestas no son únicas e irreversibles sino 
que son sometidas a un permanente análisis y ajuste dependiendo de cada 
momento. De este modo, el sistema está siempre en evolución y se enriquece a 
partir de las interrelaciones surgidas entre los jugadores.
El punto de partida del proceso radica en establecer dos dimensiones cla-
ramente diferenciadas: el entrenamiento colectivo del equipo y el entrena-
miento individual del futbolista (Figura 3). La concepción reduccionista tradi-
cional ha llevado a parcelar y tratar de manera aislada los componentes del 
rendimiento del futbolista buscando un efecto sumatorio final. La grandeza del 
fútbol impide la consecución de este presupuesto teórico puesto que el todo es 
mucho mayor que la suma de las partes, más aún cuando son once jugadores 
los que participan por equipo, lo que incrementa exponencialmente la comple-
jidad de las redes de interacción en la acción de juego (Sampedro, 1999). Por 
ello, la esencia del trabajo debe estructurarse en torno a aspectos colectivos 
de la organización del equipo, ya que es esta especificidad la que relaciona 
al futbolista con el fútbol. Cada sesión en campo debe partir de unos objetivos 
tácticos a alcanzar, jerarquizados en principios y sub-principios (Mourinho, en 
Oliveira et al., 2007) y conjugados con una dinámica de los esfuerzos: más lar-
gos o más cortos, con mayor o menor recuperación, en función del momento de 
Figura 3. Dimensiones del entrenamiento 
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La preparación (física) para el fútbol basada en el Juego
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la semana o mes de la temporada en el que se encuentre el equipo. No existe 
una regla estándar que delimite la duración de una sesión en campo. Los técni-
cos deben desarrollar una aguda capacidad de observación para determinar 
en qué momento las tareas planteadas dejan de ser efectivas para lograr el 
propósito pretendido. Este tiempo variará de unos jugadores a otros según su 
capacidad para asimilar los conceptos. El objetivo de los técnicos debe ser 
optimizar los tiempos de trabajo y la energía de los jugadores, consiguiendo 
los mayores efectos empleando el menor tiempo posible.
 El entrenamiento individual del futbolista no puede entenderse como un fin 
en sí mismo, ya que el objetivo final ha de ser siempre integrar la prestación 
de cada jugador al servicio del equipo. Esta noción resulta crucial para no 
confundir la dirección del proceso.De tomar erróneamente este camino las 
ciudades deportivas de los clubes de fútbol acabarán siendo gimnasios para 
clientes exclusivos y actividades como el yoga o el pilates acabarán siendo 
más importantes que el propio juego. Como sabiamente señala Seirul·lo (en 
Pol, 2011), este tipo de actividades complementarias pueden ser beneficiosas 
para la salud, pero su entorno descontextualizado no implica una mejora de 
las cualidades futbolísticas. Es por ello que este entrenamiento individual no 
forma parte de la sesión propiamente dicha sino que tiene una entidad inde-
pendiente que se puede realizar antes y después de la misma (Figura 4).
Figura 4. Estructura del entrenamiento
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El trabajo previo a la sesión debe tener como objetivo preparar al futbo-
lista para las actividades a realizar en el terreno de juego, de ahí que se le 
pueda dar el nombre de pre-entrenamiento o pre-activación. La duración pue-
de oscilar entre los 15 y 30 minutos y nunca debe conllevar el desarrollo de 
fatiga, puesto que el objetivo es precisamente el opuesto. Los ejercicios a rea-
lizar deben partir de un estudio pormenorizado del futbolista y de sus reque-
rimientos, primando siempre la calidad sobre la cantidad en las ejecuciones.
Resulta primordial para el entrenador contar con el mayor número posible 
de futbolistas a la hora de afrontar cada partido de competición. Esta eleva-
da disponibilidad de jugadores favorece la gestión de los recursos humanos e 
incrementa las posibilidades de éxito. El desarrollo de programas individuali-
zados orientados hacia la prevención de lesiones es un aspecto muy importan-
te a incluir en la rutina diaria de pre-entrenamiento para lograr este objetivo, 
aunque siempre deben llevarse a cabo respetando la peculiaridad del propio 
deporte. En ocasiones, el excesivo enfoque hacia las tareas preventivas hace 
que pueda perderse de vista la finalidad principal, que es que el futbolista 
compita. El fútbol es un deporte de rendimiento y en el alto nivel los futbolistas 
deben ser llevados a las cotas más altas de exigencia. Es importante, por lo 
tanto, ajustar el balance entre rendimiento y salud. De nada servirá contar con 
una incidencia de lesiones muy baja si el equipo no es capaz de rendir en la 
competición. De hecho, un índice de lesiones extremadamente reducido podría 
deberse a un excelente trabajo preventivo, aunque también podría plantearse 
si los futbolistas se han quedado lejos de su límite potencial de adaptación. De 
nuevo se impone la reflexión continúa, para elevar al máximo estos umbrales 
teóricos de rendimiento de los deportistas sin aumentar su riesgo de lesión.
Estudios llevados a cabo con futbolistas profesionales suecos han revelado 
que aquellos jugadores que durante la temporada anterior habían sufrido 
lesiones en los músculos isquio-peronéo-tibiales (en adelante isquiotibiales), en 
la ingle y lesiones traumáticas en la articulación de la rodilla tenían entre dos 
y tres veces más riesgo de sufrir el mismo tipo de lesión durante la siguien-
te temporada (Hägglund et al.,2006). Por ello, un análisis detallado de la 
historia clínica del futbolista complementado con una exploración funcional, 
puede aportar datos que ayuden a prescribir protocolos de ejercicios preven-
tivos individualizados. Así, aspectos como la estabilidad y movilidad articular 
(principalmente en tobillo, rodilla y cadera para los jugadores de campo), 
alteraciones de la pisada, dismetrías de los miembros inferiores, posición de 
la pelvis en relación al eje transversal, falta de tono en la musculatura lumbo-
abdominal, problemas para disociar los movimientos entre la zona superior e 
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La preparación (física) para el fútbol basada en el Juego
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inferior de la espalda, etc., pueden requerir de un tratamiento especial para 
evitar futuras lesiones. 
Además del riesgo de lesión que presenta cada futbolista por su historial 
médico y sus características biomecánicas, existe un riesgo poblacional asocia-
do a la práctica del fútbol. A raíz de la publicación por parte del Centro de 
Evaluación e Investigación Médica de la FIFA (F-MARC) de un protocolo unifi-
cado para la definición y registro de las lesiones (Hägglund et al., 2005; Fuller 
et al., 2006), han sido varios los estudios que han tratado de recoger la epide-
miología de los futbolistas profesionales. Este tipo de investigaciones (Waldén 
et al., 2005) ha permitido concluir que los futbolistas participantes en la Liga 
de Campeones de la UEFA presentaban un índice de 9,4 lesiones por cada 
1000 horas de exposición al fútbol, siendo más alto el riesgo de lesionarse 
en el transcurso de un partido (30,5 lesiones por 1000 horas) que durante un 
entrenamiento (5,8 lesiones por 1000 horas). A partir de los estudios publica-
dos en la bibliografía internacional no se puede concluir que exista una única 
causa responsable de las lesiones sino que éstas pueden deberse a aspectos 
como la existencia de lesiones previas (Hägglund et al., 2006), al género de 
los futbolistas (Hägglund et al., 2009), la superficie de juego (Ekstrand et al., 
2006), la región donde se disputa la competición (Hägglund et al, 2005; Wal-
dén et al., 2005; Eirale et al., 2012), la densidad del calendario competitivo 
(Ekstrand, 2008; Dupont et al., 2010; Dvorak et al., 2011) e incluso factores 
como el puesto específico ocupado por los futbolistas dentro del sistema de 
juego del equipo (Dadebo et al., 2004; Fuller et al., 2004; Morgan y Ober-
lander, 2004; Woods et al., 2004) o el momento de la temporada en las que 
ocurren (Waldén et al. 2005; Ekstrand et al., 2011) podrían tener también 
una influencia. En estudios personales llevados a cabo durante los últimos años 
con futbolistas españoles de Segunda División “B” se pudo determinar cómo el 
riesgo de sufrir una lesión era prácticamente idéntico al de los jugadores de 
alto nivel: 9,3 lesiones por cada 1000 horas, aunque la incidencia de las mis-
mas era 10 veces mayor durante los partidos que en los entrenamientos (Mallo 
et al., 2011; Mallo y Dellal, 2012).
A pesar de que el riesgo de padecer una lesión parece ser muy semejante 
entre distintas poblaciones, más importante que determinar la frecuencia con 
que éstas ocurren resulta concretar su repercusión en cuanto a los días de baja 
deportiva que conllevan (San Román, 2003). En este sentido, sí parece que el 
nivel de la competición incide en esta variable puesto que el número de días 
de baja era casi un 30% mayor en los futbolistas de la Primera y Segunda 
División “A” española (909 días de baja por equipo por temporada; Noya y 
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Sillero, 2012) que en aquéllos de Segunda División “B” (704 días de baja por 
equipo por temporada; Mallo, 2012a). De un modo similar, la severidad de 
las lesiones también guardaba relación con el nivel de la competición, ya que 
la incidencia de episodios de moderada gravedad (períodos de baja entre 8 
y 28 días) fue superior en los jugadores participantes en la Champions League 
(Waldén et al., 2005) que en los de Segunda División “B” (Mallo, 2012a): 2,8 
frente a 2,3 lesiones por cada 1000 horas de práctica, respectivamente. Más 
aún, este riesgo era prácticamente tres veces mayor (1,4 frente a 0,5 lesiones 
por cada 1000 horas) cuando se comparaba el índice de lesiones graves (más 
de 28 días de baja) entre los anteriores niveles de competición (Waldén et al., 
2005; Mallo, 2012a).
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Una vez conocidos los factores de riesgo individuales y poblaciones de los 
futbolistas, resulta conveniente desarrollar una estrategia de trabajo preven-
tivo que intente reducir la ocurrencia de los episodios de lesión. Las lesiones 
musculares localizadas en la parte posterior del muslo han sido descritas como 
las más frecuentes en los futbolistas (Waldén et al., 2005; Ekstrand et al., 
2011; Mallo, 2012a; Noya y Sillero, 2012) y por ellorequieren de medidas 
profilácticas en un intento por disminuir su incidencia. Diversos estudios se han 
ocupado en los últimos años de analizar cómo la ganancia de fuerza excén-
trica puede contribuir a disminuir el riesgo de padecer este tipo de lesión (As-
kling et al., 2003; Mjolnes et al., 2004; Árnason et al., 2008). Existe una gran 
variedad de ejercicios que pueden solicitar a la musculatura isquiotibial la 
realización de este tipo de contracciones excéntricas, pasando desde ejercicios 
que no requieren material auxiliar, como los denominados “nórdicos” (Mjolnes 
et al., 2004), al empleo de balones suizos, tablas deslizantes, tirantes muscula-
res o sistemas inerciales más complejos como las máquinas yo-yo (Askling et al., 
2003) o las poleas cónicas. La selección de los contenidos debe realizarse de 
forma minuciosa adaptándose siempre a las necesidades de cada jugador y 
respetando la correcta ejecución técnica del ejercicio. Tal y como se indicó con 
anterioridad, la calidad debe primar sobre la cantidad y en ningún caso el 
futbolista debe arrastrar una fatiga que comprometa su rendimiento posterior 
en campo. Otro elemento que puede ayudar a la prevención de las lesiones de 
la musculatura isquiotibial es la activación de los glúteos. Se trata éste de un 
gran grupo muscular que, debido a la actividad diaria sedentaria, permanece 
durante largos períodos de tiempo en un estado de “desconexión”, sin ape-
nas ser solicitado. Su activación en la fase previa al trabajo en campo puede 
revertir en mejoras funcionales al incidir en una mayor eficiencia muscular de 
los isquiotibiales. Por último, la mejora de la flexibilidad de los músculos de la 
cara posterior del muslo también se ha mostrado como una medida efectiva 
para reducir su riesgo de lesión (Witvrouw et al., 2003).
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La musculatura aductora de la cadera resulta ser también una zona procli-
ve a la lesión en el futbolista (Ekstrand et al., 2011; Mallo, 2012a), de ahí que 
requiera un tratamiento específico. De nuevo, la realización de contenidos su-
pervisados que impliquen contracciones excéntricas mediante ejercicios asisti-
dos, balones suizos, tablas deslizantes, poleas cónicas, etc. pueden servir para 
intentar disminuir su riesgo de lesión. Complementariamente, los desequilibrios 
entre los pares de fuerza que rodean la cintura pélvica pueden dar lugar a 
patologías como la osteopatía dinámica de pubis, que conllevan períodos de 
baja prolongada. La combinación de ejercicios para el fortalecimiento y coor-
dinación de los músculos que rodean la pelvis han contribuido a prevenir este 
tipo de lesiones (Holmich et al., 1999).
Los músculos del tríceps sural y del cuádriceps completan la localización de 
las lesiones musculares más frecuentes de los futbolistas (Ekstrand et al., 2011). 
De especial interés resulta la observación realizada por Noya y Sillero (2012) 
respecto a las lesiones sufridas en el recto femoral, que fue el tipo de lesión 
muscular que más días de baja provocó en equipos profesionales españoles. Al 
estar este músculo, que actúa sobre la articulación de la cadera y de la rodilla, 
continuamente solicitado en acciones del juego como los golpeos, saltos o para 
frenar y cambiar de dirección, requiere una específica consideración a la hora 
de realizar los programas preventivos.
De manera adicional a las lesiones musculares, las patologías articulares 
presentan también un gran impacto en la no disponibilidad de los futbolistas 
para la competición (Waldén et al., 2005; Mallo, 2012a; Noya y Sillero, 
2012). Descartando aquellas lesiones que son producto de traumatismos di-
rectos y por tanto difíciles de evitar, la potenciación de la musculatura peri-
férica articular y los trabajos de reeducación sensitivo-perceptivo-motriz (los 
llamados ejercicios de propiocepción) se han mostrado efectivos para prevenir 
las lesiones de tobillo y rodilla (Caraffa et al., 1996; Junge et al., 2002), lo 
que ha derivado en una reducción del 50% en el riesgo de los futbolistas de 
experimentar esguinces de tobillo (Ekstrand, 2008). 
Además de la prevención de lesiones, otra orientación del trabajo en el 
período previo a la sesión en campo puede consistir en la introducción de 
ejercicios destinados a la mejora de las distintas manifestaciones de fuerza 
del futbolista. En este caso, el tratamiento de la fuerza debe seguir un enfoque 
funcional dirigido al desarrollo de la fuerza aplicada a los movimientos pro-
pios del deporte y nunca hacia los músculos en sí. Es por ello que los ejercicios 
clásicos tomados del “body-building”, basados en las máquinas de muscula-
ción, y las series prolongadas de ejercicios de abdominales concéntricos, no 
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parecen ser el sustrato adecuado para el futbolista. Los ejercicios a plantear 
deben respetar la actividad del futbolista y el tiempo disponible para apli-
car la fuerza dentro del deporte, de modo que aspectos como los apoyos 
monopodales, la coordinación intra e intermuscular y los “pilares de fuerza” 
(Athletes Performance, 2011) cobran una especial relevancia. Estos contenidos 
deben ajustarse a la competencia motriz de cada deportista, estructurándose 
progresiones metodológicas dentro de los mismos. Es fundamental asegurar 
la correcta biomecánica durante los ejercicios, con una posición (neutra) de 
la columna vertebral y con los vectores de fuerza dirigidos en las direcciones 
adecuadas, incluyendo no sólo movimientos lineales sino también manifesta-
ciones de la fuerza en rotación, que es como muchas veces se ejerce la fuerza 
en el fútbol. Dentro de este apartado se podrían incluir también ejercicios 
ejecutados a una alta velocidad y con una corta duración, como los clásicos 
pliométricos de bajo impacto, orientados hacia la activación neuromuscular 
para facilitar la actividad posterior en campo. 
Aunque la mayoría de las actividades planteadas en los equipos previas 
a la sesión van enfocadas hacia el componente condicional, no se debe pasar 
por alto la posibilidad de introducir aspectos de índole psicológico (entrena-
miento mental) o técnico-táctico. En este caso, la pre-activación iría ligada al 
componente cognitivo. Este tipo de trabajos puede servir para anticipar tareas 
o situaciones que se van a plantear en la sesión en campo para facilitar su 
posterior desarrollo. El uso de medios audiovisuales puede favorecer estas 
actividades encaminadas a conseguir un efecto de “feedforward”, es decir, 
alimentar la actividad posterior a realizar.
El entrenamiento a efectuar a la conclusión de la sesión en campo guarda 
una estrecha relación con el realizado precediendo a la misma, aunque en 
este caso la finalidad del mismo se dirige a acelerar los proceso de recupe-
ración. El rendimiento se puede descomponer de una manera teórica en los 
efectos causados por el entrenamiento y en la fatiga que su realización ha 
producido. Si los efectos del entrenamiento son grandes pero la fatiga acumu-
lada es elevada, el futbolista tendrá poco margen de progresión y dificultad 
para tener un máximo rendimiento al día siguiente. Es por ello que ambos as-
pectos deban conjugarse, buscando la consecución de los mayores efectos con 
la menor acumulación de fatiga.
En esta fase post-sesión pueden incluirse ejercicios de fuerza complementa-
rios, así como estiramientos y trabajos de flexibilidad, aunque buena parte de 
este período debe estar ocupado por los medios de fisioterapia, principalmen-
te mediante la terapia manual. Todas aquellas estructuras acortadas o daña-
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das por el entrenamiento deben ser tratadas para intentar que el futbolista 
afronte la siguiente sesión de entrenamiento en un estado óptimo. De modo 
complementario, la hidroterapia (bañeras de hielo, contrastes) adaptada al 
tipo de contenido previo puede ser un medio auxiliar para completar este pro-
ceso. Asegurar la adecuada reposición hídricay de nutrientes a la conclusión 
del entrenamiento es otro objetivo fundamental. En caso de que sea necesario, 
el empleo de ayudas ergogénicas puede facilitar al deportista optimizar los 
procesos de recuperación y prevenir la aparición de estados deficitarios.
Tampoco se puede desdeñar la realización de trabajos de análisis táctico a 
la conclusión del trabajo en campo. En este caso, la finalidad sería evaluar la 
actividad realizada ejerciendo una acción de retroalimentación o “feedback”. 
De nuevo, el empleo de sistemas de análisis de vídeo puede ser una ayuda 
inestimable para lograr que el futbolista asimile mejor los contenidos, con ex-
plicaciones adaptadas al ritmo de aprendizaje individual de cada persona. 
Por último, el entrenamiento psicológico del futbolista también puede ocupar 
un lugar importante a la conclusión de la sesión colectiva.
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capítuLo 2. La sesión de 
entrenamiento coLectivo 
en campo
Tomando como referencia el esquema de la Figura 3 (pág.27), este capítu-
lo tiene como objetivo presentar una metodología para estructurar las tareas 
en campo en el entrenamiento del fútbol. El enfoque puede resultar ser algo 
diferente al de otros libros con similar propósito, puesto que en el caso actual 
se pretende integrar los aspectos relacionados con la organización táctica del 
equipo, que suelen ser patrimonio del entrenador, con aquéllos relativos a la 
dinámica de los esfuerzos, que suelen corresponder al preparador físico. De 
este modo se busca respetar la concepción holística del entrenamiento expues-
ta en las páginas anteriores y la necesidad de que todos los integrantes que 
forman el cuerpo técnico de un equipo de fútbol sean capaces de trabajar 
sobre un ideario común.
La sesión colectiva representa el núcleo del entrenamiento ya que son los “debe-
res” diarios que el futbolista debe realizar para llegar al “examen” (partido) con 
un abanico amplio de respuestas para dar solución a todos los tipos de problemas 
que la competición le pueda suscitar. El hablar de sesión colectiva no quiere nece-
sariamente implicar que todos los jugadores tengan que recibir los mismos tipos de 
estímulos, pero sí que todos los estímulos planteados deben ir en la misma dirección. 
Es por ello que el diseño de las tareas debe arrancar del modelo de juego seleccio-
nado, a partir del cual se trabajan los principios del juego y cualquier sub-categoría 
establecida en base a los mismos (Frade, en Díaz 2012). La manera en que esto se 
lleve a la práctica diferirá de unos técnicos a otros en función de su estilo de entrena-
miento, ya que a cada ejercicio el técnico le da su visión particular para adueñarse 
del mismo y aplicarlo a sus jugadores. Como se indicó con anterioridad, no existe una 
única vía para alcanzar cada uno de los objetivos sino que, partiendo de unos parámetros 
que contextualizan la situación, cada técnico puede plantear multitud de variantes en fun-
ción de su creatividad. Por todo lo anterior, el entrenamiento diario debe integrar tareas 
confeccionadas en base a los aspectos esenciales del funcionamiento del equipo, pudiéndo-
se secuenciar cronológicamente en las tres fases que se abordarán con mayor extensión a 
lo largo de los siguientes apartados (Figura 5).
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Figura 5. Estructura de la sesión de entrenamiento colectivo en campo
2.1 la parTe inicial de la sesión
El inicio de toda actividad física exigente va precedido de una puesta en 
acción progresiva que se conoce habitualmente como calentamiento. El calen-
tamiento puede considerarse como una fase de transición en la que es necesa-
rio conocer de dónde viene el jugador (de casa, del fisioterapeuta, del gimna-
sio, de trabajar si no vive exclusivamente del fútbol) y hacia dónde va a ir (cuál 
es la parte fundamental de la sesión). Los beneficios fisiológicos conseguidos a 
través del calentamiento han sido detallados en numerosos textos, destacan-
do el favorecer la adaptación paulatina al esfuerzo de todos los sistemas y 
órganos del deportista intentando evitar la ocurrencia de lesiones (Weineck, 
1988). Pero no hay que quedarse únicamente en este nivel de actuación puesto 
que, al mismo tiempo, se requiere conseguir una activación mental adecuada 
para que el jugador sea capaz de aprovechar la sesión desde el inicio de la 
misma. Es por ello que el calentamiento no deba únicamente ceñirse a estímulos 
condicionales sino que los contenidos específicos a la motricidad básica del de-
porte tienen que ser complementados con otros de tipo cognitivo, planteando 
actividades que impliquen la resolución de pequeños problemas.
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Al no presentar un fin en sí mismo podría realizarse siempre el mismo tipo 
de puesta en acción en las sesiones. Limitar esta parte inicial del entrenamien-
to a la repetición siempre de un mismo tipo de estímulo puede llevar a los 
jugadores a una adaptación al mismo y, con el tiempo, la respuesta acabará 
siendo menos efectiva. Para evitar esta acomodación perceptiva es interesante 
variar las propuestas para exigirles una alerta cognitiva. Tampoco es conve-
niente ir al extremo contrario, planteando calentamientos con multitud de acti-
vidades y gran variedad de estímulos que conllevarían una sobre-solicitación 
sensorial de los futbolistas. El calentamiento debe ser preparatorio y no una 
interferencia para la parte principal de la sesión. 
Para poder llevar a cabo calentamientos variados y dinámicos resulta fun-
damental la educación de los jugadores. Si un grupo está acostumbrado a 
realizar siempre calentamientos muy organizados sin balón y un día se intro-
duce un calentamiento creativo con balón, posiblemente no todos los jugadores 
interioricen la modificación y no se consigan los objetivos básicos de esta parte 
inicial. Por ello, se requiere una adecuada progresión en los estímulos que se 
proporcionan a los jugadores a lo largo de la temporada. Si se quiere tener 
jugadores rápidos, técnicos y con autonomía en la toma de decisión, se debe 
intentar que estas cualidades se plasmen en todas las partes de la sesión, por 
lo que los calentamientos no deben abusar de situaciones cerradas y estereo-
tipadas ejecutadas a una baja intensidad.
2.1.1 Fases del calentamiento
La Figura 5 sintetiza tres fases en que, de manera teórica, se puede dividir 
la parte inicial de la sesión: calentamiento general, calentamiento específico y 
activación. Esta estructura no tiene que seguirse literalmente en todos los entre-
namientos sino que es una forma de secuenciar los objetivos a conseguir. Como 
sucede muchas veces, al adentrase en la práctica los límites entre cada una de 
las fases no quedan tan claramente marcados, por lo que hay contenidos que 
podrían emplearse en más de una. Tampoco existe una duración exacta para 
cada fase sino que éstas se deben ajustar a los condicionantes de cada mo-
mento. Una situación meteorológica desapacible con frío y viento requiere de 
un calentamiento más estructurado y sencillo; condiciones ambientales más fa-
vorables permiten generar mayor variedad de propuestas. En cualquier caso, 
cada técnico es el gestor de la organización de los contenidos respetando 
siempre una concordancia con las tareas a realizar durante la parte principal 
de la sesión. 
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 El calentamiento general tiene como propósito aumentar la respuesta de 
los distintos sistemas (cardiovascular, respiratorio) que se encargan del apor-
te del oxígeno para su utilización a nivel muscular al tiempo que se eleva 
la temperatura corporal. Esta fase puede incluir carrera continua, ejercicios 
implicando grandes grupos musculares (brazos, tronco, piernas), estiramientos 
dinámicos y ejercicios de movilidad articular. El trabajo con balón, a una bajaintensidad, no tiene que estar necesariamente excluido de esta fase del calen-
tamiento. No conviene alargarse en demasía en esta fase de ahí que en futbo-
listas profesionales de alto nivel apenas 5 minutos son necesarios para cumplir 
los objetivos pretendidos, siempre y cuando desde el inicio los jugadores estén 
mentalmente concentrados en el trabajo. 
La segunda de las fases, el calentamiento específico, incluye patrones mo-
trices más propios del deporte (cambios de dirección, saltos, aceleraciones) sin 
o con el balón, que pueden ser realizados con las interacciones de compañeros 
e incluso adversarios, como podría ser el caso de los rondos. Los contenidos 
de esta fase deben guardar una mayor relación con la parte principal de la 
sesión, facilitando una transición hacia la misma para lograr un óptimo apro-
vechamiento del tiempo efectivo.
Por último, el calentamiento puede concluirse con una activación, que enca-
dena la parte inicial con la principal de la sesión. Los contenidos a emplear 
pueden enfocarse hacia el sistema nervioso central solicitando respuestas cog-
nitivas durante la actividad. El volumen de estímulos no debe ser elevado, ase-
gurando la recuperación completa entre los mismos, para no arrastrar fatiga 
a la siguiente parte de la sesión. Incluso algunas de las tareas tácticas que 
más tarde se expondrán en detalle pueden incluirse en esta fase adaptando 
la intensidad al momento de la sesión.
Aunque, como se señaló previamente, cada situación requiere su conside-
ración individual, 15 minutos debe ser tiempo suficiente para completar el 
calentamiento. Puede ser adecuado dejar siempre 1-2 minutos al final del 
mismo, o entre la fase específica y la de activación, para que los futbolistas se 
hidraten y para que hagan algún tipo de actividad por iniciativa propia, ya 
que siempre hay algún jugador que prefiere realizar rutinas de ejercicios espe-
cíficas por su cuenta a lo largo de esta parte inicial. A no ser que sea por causas 
justificadas, calentamientos de 25-30 minutos no hacen sino crear una fatiga mental 
y física adicional al futbolista y limitar el tiempo para desarrollar las tareas de la 
parte principal de la sesión.
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2.1.2 Tipos de calentamiento
No necesariamente todos los jugadores tienen que hacer el mismo tipo de 
calentamiento en una sesión. Si, por ejemplo, en la parte principal de la sesión 
el bloque ofensivo del equipo va a realizar finalizaciones y el bloque defen-
sivo va a trabajar la salida del balón, se puede partir de un calentamiento 
general para luego cada bloque realizar un calentamiento específico y una 
activación diferente relacionados con la tarea posterior. El calentamiento no 
debe ser patrimonio exclusivo del preparador físico sino que deben estable-
cerse relaciones de colaboración entre los técnicos para ofrecer propuestas 
cualitativas a los jugadores. Un calentamiento en dos grupos de 10 jugadores 
dirigido por dos técnicos tendrá más calidad que un calentamiento realizado 
por un solo técnico a un grupo de 20 jugadores mientras el otro entrenador 
está contemplando su ejecución. 
A efectos del presente texto se ha establecido una sencilla clasificación de 
los tipos de calentamiento tomando como referencia una premisa principal: si 
se utiliza o no el balón (Figura 6). A partir de esta clasificación se pueden ela-
borar progresiones en cada categoría para adaptarlos a las distintas fases 
iniciales o bien realizar combinaciones para cumplir con los objetivos previstos.
Figura 6. Tipos de Calentamiento
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La primera de las categorías vendría representada por los calentamientos 
sin balón, dentro de los cuales la organización en oleadas agrupa todas las 
formas de calentamiento bajo la forma de desplazamiento simultáneo de los 
jugadores en una sola dirección (Figura 7). Se trata de una forma muy básica 
como podría ser mediante la realización de vueltas al campo de fútbol o so-
bre espacios más limitados: a lo ancho, a lo largo de medio campo, etc.
Figura 7. Calentamiento sin balón: Oleadas
Figura 8. Calentamiento sin balón: Cuadrados
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La Figura 8 ilustra gráficamente un tipo de calentamiento sin balón en cua-
drado. Aunque la forma de agrupar a los jugadores puede incluir toda forma 
de polígonos (rectángulos, círculos, etc.) la diferencia respecto a la categoría 
anterior viene producida porque los futbolistas se desplazan siguiendo distin-
tas trayectorias elegidas de manera libre dentro del espacio acotado.
La agrupación en filas es uno de los tipos de calentamiento más tradicio-
nales en el ámbito de la Educación Física. A pesar de ser una organización 
sencilla puede permitir múltiples variantes introduciendo figuras o añadiendo 
acciones en los desplazamientos (Figura 9), yendo más allá del habitual ejer-
cicio a la ida y vuelta trotando. 
Figura 9. Calentamiento sin balón: Filas. Se desarrolla partiendo de dos filas, ejercicio coordinativo sobre 
escaleras, desplazamiento con cambios de dirección entre picas y vuelta trotando al final de la fila contraria.
La última de las categorías de calentamiento sin balón vendría formada 
por los juegos. En este apartado se recogen todas las actividades con un 
componente de tipo lúdico cuyo adecuado empleo puede servir como un gran 
elemento dinamizador en los futbolistas (Figura 10).
La segunda categoría de tipos de calentamientos se caracteriza por la 
presencia del balón. La introducción temprana del balón no debe llevar consi-
go elevar el riesgo de lesión en los futbolistas. Puesto que en el fútbol resulta 
fundamental la relación del jugador con la pelota, combinaciones sencillas de 
pases con la mano o fundamentos de la técnica individual, como el dominio o 
la conducción del balón, pueden emplearse desde el inicio de la sesión ya que 
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son un elemento motivador y facilita la transición hacia las tareas de la parte 
principal. Partiendo de la organización de los jugadores en grupos reducidos 
(parejas, tríos, cuartetos, etc.), se pueden diseñar todo tipo de ejercicios que 
incluyan elementos básicos de la técnica individual y colectiva (Figura 11).
Al igual que sucedía en los contenidos sin balón, la categoría de cuadrados 
integra todo tipo de polígonos en los cuales el desplazamiento de los futbolis-
tas y la circulación del balón se realiza siguiendo distintas trayectorias dentro 
del espacio (Figura 12).
Figura 10. Calenta-
miento sin balón: Jue-
gos. Se desarrolla con 
un rectángulo central 
y cuatro cuadrados pe-
queños en los lados. 
El jugador que la liga 
debe dar con la mano a 
cualquiera de los juga-
dores, salvo a aquellos 
que están en los cua-
drados exteriores, don-
de sólo puede haber un 
jugador a la vez. Si un 
segundo jugador se si-
túa en el cuadrado exte-
rior, el que más tiempo 
llevaba debe salir.
Figura 11. Calentamiento 
con balón: Grupos redu-
cidos (Técnica en tríos 
con 1 balón). a.- El ju-
gador del medio apoya a 
cada lado y distribuye el 
balón a los fondos; b.- El 
jugador del medio apoya 
a los extremos, gira y dis-
tribuye: c.- Alternar un 
pase corto con el jugador 
del medio y un pase largo 
con el lado contrario. El 
del medio apoya a cada 
lado; d.- Más cerca, pa-
ses con la cabeza. Los de 
fuera juegan con el fron-
tal y el del centro hace 
prolongación y gira 180º.
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Figura 12. Calentamiento con balón: Cuadrados. En dos grupos. La mitad de los jugadores con balón por 
fuera del espacio y la otra mitad por dentro. Los jugadores de fuera pasan el balón y los de dentro devuelven 
de primeras y se mueven hacia otro balón. Variantes: los de fuera pasan con la mano y los de dentro devuel-
ven con el pie, la cabeza, a 2 toques; doble pase cada vez que se juega fuera; los de dentro conducción y 
cada vez juegan con uno distinto fuera;