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Está de moda ser sostenible, está de moda reciclar 
 
 
 
María Paula Muskus González 
 
 
 
Especial multimedia 
 
 
 
Director: 
Daniel Barredo 
 
 
 
Colegio Mayor Nuestra Señora del Rosario 
Escuela de Ciencias Humanas 
Periodismo y Opinión Pública 
Bogotá 
Octubre 2020 
2 
 
ÍNDICE 
 
 
I. Introducción 3 
II. Justificación 5 
III. Estado del arte 7 
 3.1 La industria textil en Colombia: el impacto ambiental y la 
pobreza y la desigualdad 
7 
 3.2 Moda y reciclaje en Colombia 10 
 3.3 Medio ambiente y moda a nivel global 11 
IV. Referentes conceptuales 13 
 4.1 La industria textil en Colombia: contexto y problemáticas 13 
 4.1.1 Las dinámicas del fast fashion en países en vías de 
desarrollo 
13 
 4.1.2 El impacto ambiental de la moda en Colombia 16 
 4.2 Implementación de materiales reciclados en la industria de 
la moda 
17 
 4.2.1 La reutilización de materias primas para reducir los 
costos de producción de artículos de moda 
17 
 4.2.2 El reciclaje como una solución para el impacto 
ambiental causado por la industria textil 
18 
V. Objetivos 18 
VI. Metodología 19 
VII. Resultados 20 
 Acceso directo al especial multimedia 25 
VIII. Conclusiones 25 
IX. Anexos 26 
X. Referencias bibliográficas 52 
3 
 
Introducción 
 La moda es una industria en constante renovación, los principios del fast fashion rigen 
las políticas de las grandes empresas de ropa del mundo (Martínez, 2006). Anteriormente, se 
concebían dos momentos claves en el año, en los cuales las compañías cambiaban sus 
colecciones en las tiendas, estas estaban pensadas de acuerdo a las estaciones climáticas, 
primavera-verano y otoño-invierno (López, 2012). Es decir, las prendas eran planeadas de 
acuerdo a las necesidades de los compradores. No obstante, para países con diferentes 
condiciones meteorológicas estas tácticas no tuvieron mucho sentido (Trujillo, 4 de octubre 
de 2017). En países como Colombia, la ropa era seleccionada por su calidad, para que 
durara. Siempre considerando el bajo poder adquisitivo de los ciudadanos y las lógicas de 
ahorro (Trujillo, 4 de octubre de 2017). 
Ahora, cada dos semanas se están reemplazando los productos con unos nuevos, enfocados 
en el prototipo de consumidor y sus gustos, los cuales se han guiado por las pautas de los 
países desarrollados (Sáenz, 2015). Estas dinámicas hacen que la producción de la ropa sea 
en tiempos muy cortos, que se vendan a precios bajos y, por ende, lleguen con mayor rapidez 
a una cantidad mayor de personas (López, 2012). Este fenómeno es cada vez más usual entre 
las grandes marcas de ropa como Zara, Mango, Benetton, H&M, entre otras (Martínez, 2008). 
En países en vías de desarrollo, como Colombia, las grandes compañías de ropa aplican las 
mismas estrategias de venta, sin embargo, los resultados no son similares (Trujillo, 4 de 
octubre 2017). El consumo comparativamente es menor. Puesto que las dinámicas 
económicas son distintas y están sujetas a la tasa de cambio, lo que trae como consecuencia 
que los artículos y la indumentaria no se venda a bajos costos (Franco, 10 de octubre de 
2016). Mientras que Zara (España, Francia y Andorra) en unos países es una marca de bajo 
costo, en otros (Colombia, Venezuela o Ecuador) es una marca de lujo (Franco, 10 de octubre 
de 2016). 
En principio, es necesario explicar que los textiles provienen de fibras que pueden ser 
naturales, artificiales o sintéticas. Estas últimas están hechas a base de petróleo con el que se 
crean polímeros tales como el poliéster o los acrílicos. Su fabricación trae como consecuencia 
diversos impactos ambientales causados por el uso de energía y la utilización de químicos 
4 
 
tóxicos (Rosa, González, Gómez & León, 2015). Esto sin tener en cuenta los residuos de las 
fibras que son desechadas o la ropa que al no ser vendida se arroja a la basura. Tal como la 
demanda de la indumentaria ha crecido exponencialmente, también lo hicieron sus basuras. 
Por consiguiente, para evitar el consumo masivo de ropa es imprescindible buscar nuevas 
propuestas sustentables y educar a los compradores, en tanto que se debe preferir adquirir 
fibras que perduren y no estén programadas para dañarse al poco tiempo. De esta forma, la 
demanda disminuiría y las grandes empresas, como Inditex (Zara, OYSHO, Pull and Bear, 
entre otras), se verían en la obligación de proveer vestimentas de mayor calidad (González 
& González, 2010). 
La moda sostenible o slow fashion fue el término que en el 2007 Kate Fletcher le otorgó a la 
indumentaria creada bajo los valores de un trabajo justo y digno para las personas que la 
manufacturan y su elaboración a partir textiles amigables con el medio ambiente (Carrillo, 
2018). Por consiguiente, esta corriente busca revertir los efectos del fast fashion, para que 
las personas por motivos de preferencias influenciadas por la moda, entendida como 
formadora de opinión pública y creadora de tendencias, pierda el hábito de comprar y 
desechar ropa. 
Así pues, la sostenibilidad en la producción se refiere a la durabilidad de los artículos, de 
mejorar su calidad para que se alarguen los procesos de elaboración y de consumo. Para ello, 
es fundamental comprender sus tres dimensiones: la ecológica, la social y la económica 
(Martínez, 2013). Los tres conceptos se interrelacionan y explican las fallas que existen en 
la industria actual. La fabricación de prendas requiere de una reflexión con respecto al uso 
de productos ecológicos y la responsabilidad de los residuos. Este trabajo adquiere un valor 
agregado el cual requiere ser reconocido a quienes lo elaboran, desde una perspectiva social 
y otra económica. Las personas presentes en la confección manufacturan los artículos 
conscientes de su labor y de una manera casi artesanal. Por tanto, el trabajo debe ser mejor 
remunerado, lo que genera que los precios en el mercado suban, pero con el beneficio de que 
la moda utópicamente tendría una temporalidad más larga (Martínez, 2013). 
Ahora bien, el reciclaje puede ser una alternativa para disminuir los costos del sector textil y 
hacer posible la moda sostenible. Ya que reciclar es recuperar materiales para la creación de 
5 
 
nuevos productos después de haber sufrido algún tipo de procesamiento físico, biológico o 
químico (Medina, 1999). En este sentido, habría una transformación de la forma 
convencional de confeccionar ropa, lo cual destruye los preceptos del fast fashion. 
Históricamente el reciclaje ha sido utilizado por los seres humanos en tiempos de escasez, 
porque son residuos que contribuyen a disminuir la contaminación que la producción de 
materias vírgenes genera, según Martin Medina (1999), el reciclaje es un uso más eficiente 
de los recursos ya disponibles. 
Debido a esto, se ha establecido la siguiente pregunta de investigación: ¿cuáles son los 
beneficios que trae consigo la producción de accesorios y prendas de ropa con materiales 
reciclados? La cual se tratará de responder a largo del presente trabajo, con el objeto de 
reflexionar sobre las dinámicas actuales de la industria de la moda en Colombia. 
Justificación 
 La moda se fundamenta en un razonamiento transitorio que se establece en la 
versatilidad y los gustos de las personas (Margulis & Urrresti, 2008), por tanto, implica que 
está en constante renovación. Asimismo, responde a la modernidad que en busca de la 
innovación programa implícitamente tiempos de prescripción para todas las cosas según las 
lógicas capitalistas (Cano, 2008). La moda es, entonces, un tema que implica la producción 
a gran escala, el cambio y la rapidez de la sociedad actual. Por lo que no contempla la 
sostenibilidad de las fibras utilizadas ni mucho menos los residuos que generan, en cuanto a 
la indumentaria se trata. 
En Colombia, la industria textil es uno de los sectores más importantes de la economía, puesto 
que representael 6% del Producto Interno Bruto (PIB) (Cámara de Comercio de Bogotá, 
2018). Pero no hay más que algunas propuestas de diferentes entidades como el Instituto para 
la Exportación y Moda (Inexmoda) para el manejo de las basuras generadas por la industria, 
sin embargo, no hay una regulación taxativa con respecto a este tema. 
Para reducir el impacto ambiental de este sector de la economía se han planteado distintas 
alternativas que transformen el proceso de producción de ropa, es el caso del uso de 
materiales reciclados en la industria textil. Esto con la finalidad de prolongar la vida útil de 
6 
 
materias primas que ya fueron desechadas y, a su vez, concientizar sobre el consumo 
responsable de prendas de ropa. Para ello, se pretende dar cuenta del impacto ambiental de 
la moda, por ejemplo, se estima que en el Reino Unido se botan anualmente 
aproximadamente un millón de toneladas de prendas de vestir (Carrillo, 2018). Y, 
posteriormente, resaltar que en el territorio colombiano ya hay iniciativas similares a la 
empresa Enkador en Ecuador que a través del procesamiento de material PET, presente en 
envases de bebidas, crea un hilo para la fabricar blue jeans (Sánchez, 2013). 
Ahora bien, cabe aclarar que la moda es solo tema de algunos, de las personas que pueden 
constantemente comprar ropa. Este tipo de mercado no está pensado en un país en vías de 
desarrollo como Colombia, pues el índice de pobreza monetaria y multidimensional, según 
el Departamento Administrativo de Estadística (2017), ronda entre nueve millones de 
habitantes. Por lo que proyectos a base de reciclados pueden impulsar la industria en el país 
y ser una alternativa más asequible para las personas con distintas capacidades económicas. 
Este trabajo es pertinente porque en Colombia, a pesar de que ya han realizado estudios y 
diferentes artículos periodísticos sobre el slow fashion y su aplicabilidad, no se ha hecho una 
investigación que analicé en contexto las dinámicas de la moda. Mucho menos la revisión a 
profundidad de proyectos de vestuario a base de materiales reciclados. Esto es importante 
porque, primero, hay que tener en cuenta que es un país productor de textiles, 
aproximadamente el 5% de su PIB proviene de esta industria (González, 18 de septiembre de 
2017). Segundo, a diferencia de otras perspectivas, este ejemplificaría los ciclos de la moda 
en países en vías de desarrollo. 
Gran parte de las teorías planteadas anteriormente se remiten al ámbito internacional, en las 
que se exponen la situación de países como Estados Unidos o España, donde las condiciones 
de consumo y de la industria textil son diferentes. 
Asimismo, los proyectos con productos reciclables en la industria de la moda que se quieren 
visibilizar en esta investigación dialogan y están directamente relacionados con los Objetivos 
de Desarrollo Sostenible establecidos por las Naciones Unidas. Ya que busca innovar y 
promover la producción y el consumo responsable que, finalmente, contribuirá a ofrecer 
7 
 
trabajos decentes a las personas que manufacturan las prendas y evitaría la contaminación de 
más ecosistemas por la industria. 
Esta investigación es útil para resolver los vacíos temáticos de la industria de la moda en el 
contexto colombiano. Así como para plantear una alternativa para la industria, que podría 
ser la técnica de confección del siglo XXI y que responde a las exigencias de la época. Ana 
Martínez Barreiro explica que, según la sociología del vestir, las prácticas de la industria de 
la moda están condicionadas al tiempo en el que se presentan (Martínez, 2004). Por tanto, 
se puede resaltar que las necesidades actuales de la sociedad están direccionadas a reducir el 
impacto ambiental, preservar los recursos para las futuras generaciones e innovar como una 
condición de la moda. 
Estado del arte 
1. La industria textil en Colombia: el impacto ambiental y la pobreza y la 
desigualdad 
Las fuentes consultadas para la configuración de este apartado están direccionadas a 
desglosar la industria textil colombiana. Esto con el objetivo de entender cómo funciona la 
moda y sus dinámicas en un país productor de fibras y, que a diferencia de muchos otros 
donde ya se ha estudiado el tema, somos un país en vías de desarrollo. La bibliografía que 
se expondrá a continuación contribuirá a demostrar los problemas que se presentan a causa 
de la fabricación del vestuario y su consumo masivo en Colombia. 
Para ello, primero se acudirá a los estudios realizados por Inexmoda (2018) en los cuales se 
presentan las estadísticas del sector de la moda en el país para el último año. Los datos fueron 
recolectados de las cifras anuales del Departamento Administrativo Nacional de Estadística 
(DANE) para identificar los temas en los que se ha avanzado y los que se tienen que fortalecer 
con nuevas estrategias. Allí se revela que para el año 2017 la industria textil aportó 1,12% al 
PIB. En comparación a los dos años anteriores esta tasa descendió, debido a que en el 2016 
el sector contribuyó con un 1,23%. La producción de la industria se concentra en Bogotá, 
Antioquia, Santander, Atlántico, Eje Cafetero y Valle del Cauca. En estos lugares, según 
explica el informe, se han intentado implementar proyectos y políticas junto a entidades 
8 
 
gubernamentales para fortalecer el sector en temas de productividad y competitividad, 
emprendimiento, innovación, acceso a mercados, sostenibilidad y tecnología. 
Además, las cifras de Inexmoda (2018) demuestran que por cada colombiano en promedio 
se compran 23 prendas de ropa al año. Estos datos son relevantes porque sirven para 
comparar la fabricación y consumo de ropa en Colombia con otros países. 
No obstante, otros artículos de carácter internacional como el World Economic Forum (2016) 
determinaron que la industria de la moda en Colombia está creciendo considerablemente en 
comparación con otras latinoamericanas, en las que se incluye México, Argentina o Brasil. 
En el estudio se exponen las razones detrás para resaltar el aumento productivo del sector en 
la región, como la implementación de políticas públicas a favor de los fabricantes de 
confecciones, las exportaciones de fibras y la llegada de marcas de lujo. Lo anterior ha 
permitido que las proyecciones del país en el sector textil sean cada vez más positivas, pues 
es un mercado favorable para la inversión internacional debido a que para establecer un 
negocio no hay tantos requisitos legales, además de que los aranceles son menos costosos 
que en otras partes de la región latinoamericana (WeForum, 2016). 
En Colombia, según el World Economic Forum (2016), la mayoría de las marcas y 
diseñadores nativos se han encargado de preservar la identidad nacional y enaltecer las 
tradiciones. Por consiguiente, hay una industria creciente que se fortalece por el trabajo 
nacional que si fuese apoyado por medio de políticas se podría difundir a otros países. Un 
primer paso para ayudar con la implementación de la moda sostenible es comprar productos 
locales (Romero, 13 de agosto de 2018). 
En el país ya se han desarrollado proyectos que buscan entender los ciclos de la moda y 
proponer alternativas. La globalización ha hecho posible que las investigaciones que ya se 
han propuesto en otros ámbitos puedan ser estudiados en el contexto latinoamericano. Por lo 
cual, el blog Sentada en su Silla Verde, dirigido por Rocío Arias Hoffman, ha desarrollado 
proyectos como Moda 360 (2016) en el cual se recopilan una serie de relatorías de unas 
conferencias que organizó en su momento la Cámara de Comercio de Bogotá en las que se 
discutió sobre la moda sostenible. En estas mesas redondas participaron los empresarios más 
importantes del sector de confección en Bogotá, lo que fue fundamental para revolucionar la 
9 
 
industria porque en la capital se concentran al menos 35% (por ciento) de los 
establecimientos de producciónde textiles. 
De igual manera, las investigaciones que han realizado los periódicos especializados en 
economía en los que se habla sobre la industria textil en Colombia contribuyen al análisis de 
las dinámicas del fast fashion en el país. El artículo de Portafolio (31 mayo 2017) “Los 
hogares colombianos gastan muy poco en ropa” muestra las estadísticas anuales del 
Observatorio de moda de RADDAR-Inexmoda sobre las variaciones de compra y 
producción. El consumo de vestuario total en 2016 fue de 13,096 billones. 
Conforme a lo anterior, es necesario demostrar las diferencias que tiene Colombia a otros 
lugares donde ya se ha establecido como funciona el ciclo de la moda. Para ello, se requiere 
hacer una comparación entre el crecimiento de los ingresos de la industria textil para dos 
países, uno desarrollado, como España, y otro como en vías de desarrollo, como Colombia. 
España es el país de origen de la compañía Inditex, el conglomerado de marcas de ropa de 
Zara, Massimo Dutti, Pull and Bear, entre las más importantes. Amancio Ortega, el dueño 
de este imperio, ha sido llamado el padre del fast fashion, porque mediante su modelo de 
negocio aceleró los tiempos en los que las tendencias permean el mercado a lo largo y ancho 
del planeta (Villaseñor, 17 de julio de 2018). Colombia, por el contario, sigue siendo una 
industria en pleno desarrollo, solo hasta este año se espera que por primera vez las ventas de 
ropa en Latinoamérica superen los números de otras regiones como Europa o Estados Unidos 
(The Business of Fashion & McKinsey & Company, 2017). 
Por otro lado, para dar una perspectiva de la situación económica y cómo los principios del 
fast fashion varia para países en vías de desarrollo, se pretende a través de las estadísticas del 
DANE revelar que el poder adquisitivo de los colombianos ha disminuido y este determina 
el consumo de ropa (Dinero, 11 de enero 2018). En contraposición, los mismos datos para 
España, donde los precios de la ropa son mucho menores a los colombianos y donde los 
ciudadanos tienen mayor capacidad económica para comprar (El País, 19 de junio de 2015). 
Reportajes como “Índice Zara: esto es lo que cuesta el mismo vestido alrededor del mundo” 
muestran como el coste de una prenda puede valor varía según las regiones mundiales. En 
Europa es menor, pues según explica un portavoz de Zara, es política de precios del grupo 
que haya un descuento en España. Para los demás países se estudia el caso y la percepción 
10 
 
que quiere dejar la marca (Franco, 10 de octubre de 2016). Antes de ajustar los precios no 
se prevé el poder adquisitivo de la población, “hacen que el esfuerzo que realiza un español 
para pagar la ropa de Zara no tenga nada que ver con el de un venezolano” (Franco, 10 de 
octubre de 2016). 
2. Moda y reciclaje en Colombia 
Por lo anteriormente planteado, este segundo apartado se quiere aproximar a las distintas 
formas en las que se ha utilizado materiales reciclables en la industria textil, para mostrar una 
alterativa de moda más cercana al contexto colombiano. En tanto que la moda circular, 
entendida como el aprovechamiento de los recursos ya disponibles para la creación de nuevas 
fibras al servicio de la fabricación de indumentaria (Marcet, Marcet & Vergés, 2018) puede 
significar un beneficio para el crecimiento de la industria textil en el país. Puesto que supone 
un campo poco explorado y que puede ser una opción de innovación (Xicota, 8 marzo, 2018). 
El Espectador (5 mayo de 2017) en el que se plantea como una alternativa sostenible el uso 
de ropa reciclada, para aprovechar en mayor medida la ropa que ya existe. Incluso se explica 
que esta solución permitiría reducir el consumo e invitaría a la población a ser más consciente 
sobre los que usa. En la nota, se explica que las mujeres tienen a usar solamente el 20% (por 
ciento) de la ropa de su closet. Por lo cual, se debería donar las piezas que no usen para que 
otra persona las pueda usar. 
También, el reportaje “La moda sostenible no es ficción” (Arias, 7 de mayo de 2018) explica 
por medio de una serie de preguntas la moda sostenible, sus posibilidades, viabilidad y retos. 
En este se aborda la moda como un sistema que puede autosustentarse a partir del 
aprovechamiento de recursos ya existentes y el reúso; de hecho, muestra algunos ejemplos 
de marcas originarias en el país que están buscando diferentes formas de incluir en sus 
producciones materiales poco convencionales, como plásticos por encima de materias 
vírgenes. 
La Red de Periodistas por un Desarrollo Sostenible (2015) realizó un trabajo llamado “La 
moda y el reciclaje si van de la mano” retoma los datos del impacto ambiental de la moda a 
nivel mundial y los aterriza al contexto colombiano. Propone una solución a la moda y a 
11 
 
todas las formas de desperdicio que el sector causa. Entonces, presenta las iniciativas de 
reciclaje de marcas como H&M y la creación de Eco-chic o Riochevi, empresas que se 
encargan de recolectar los excedentes textiles que surgen de la fabricación y la ropa de 
segunda, con el objetivo de crear nuevas piezas. 
Asimismo, el trabajo “Alta Costura con tendencia ecológica” (Valencia, García, Caicedo & 
Velásquez, 2018) propone, por medio de la marca de Valentina Quintero, generar 
manufacturas de elevados estándares con productos amigables con el medio ambiente, no 
solo reciclados, sino que enumera los textiles que no causan en su fabricación graves 
afectaciones a los ecosistemas. Como puede ocurrir en otros casos que, debido al uso 
indebido de químicos, estos terminan contaminando afluentes de agua. 
3. Medio ambiente y moda a nivel global 
El uso de materiales reciclados para la elaboración de artículos de moda es un estudio que se 
ha realizado con anterioridad en otros países. Por tanto, para el presente trabajo es 
imprescindible traer a colación casos que se han dado en otros espacios para ejemplificar la 
finalidad de este documento. 
En principio es importante remitirse al informe The State of Fashion 2018 (The Business of 
Fashion & McKinsey & Company, 2017), el cual después de analizar la industria de la moda 
a nivel global ubicó los temas, problemas y oportunidades que afectan al sector y su 
desempeño. En primer lugar, se explica que las confecciones de regiones emergentes de Asia 
y América Latina están creciendo con mayor estabilidad que las de Estados Unidos y Europa, 
a pesar que estos siguen siendo los líderes de la industria. En segundo lugar, se reconocen 
los conflictos socioeconómicos que la fabricación y el consumo de vestuario generan a nivel 
global. En este sentido, el reporte informa de estrategias sostenibles que las compañías tienen 
el deber ético de implementar. Los planes que se proponen están asociados a convertir la 
cadena de valor lineal de la moda a un modelo circular. Es decir, las fábricas deben 
implementar sistemas donde el desperdicio sea mínimo y todo lo que se convierta en residuos 
tenga una segunda vida útil (The Business of Fashion & McKinsey & Company, 2017). 
12 
 
Eleonor Johansson (2010) en su trabajo “Slow Fashion: the answer for a sustainable fashion 
industry?” permite dar un contexto acertado sobre el manejo de la moda y permite visibilizar 
las dificultades presentes en el sector, desde la producción hasta su distribución. De esta 
forma, Johansson (2010) explica que se deben reformular las estructuras de la moda para 
evitar el fast fashion, en temas de problemas ambientales y laborales que se desarrollan a 
partir de los modelos de negocios y de las cadenas de suministro en las empresas textiles. En 
resumen, es hacer los procesos más lentos por medio de los principios de hacer, usar y reusar. 
Primero, hacer para que duren más tiempo, tanto en estilo como en materiales, la moda 
basada en alta calidad. Segundo, usar lo que ya fue extraído y trabajado. Tercero, el slow 
fashion explica que no todo loque fue usado debe ser desechado, sino que se puede recuperar 
y reutilizar. 
En Ecuador, la diseñadora de modas Mayra Torres (2018) diseño una colección de pantuflas 
con plantas hechas con caucho reciclado de neumáticos. Allí, se hace un análisis riguroso de 
la factibilidad que hay en el mercado de que un producto como estas pantuflas se venda de 
la misma forma y con las mismas posibilidades que uno que no contenga materiales 
reciclados. Inclusive, se evidencia por medio de encuestas a posibles compradores que el uso 
de materiales recuperados para la fabricación es atractivo para el público, por ser una 
iniciativa ecológica. 
Ahora bien, para exponer los beneficios de impulsar la moda sostenible se recurrirá al texto 
“Sustainable Fashion: New Approaches” (Niinimäki, 2013) en el que en un principio se 
revelan cifras a nivel global del consumo actual de ropa. Posteriormente, la autora acude a 
detallar los procesos de producción y lo que la lleva a concluir que el sector textil es el 
segundo, después de la agricultura, en el que se desperdicia mayor cantidad de agua. A lo 
largo del análisis, esta autora demuestra la diferencia de los mercados entre los países 
productores y los consumidores, para determinar el impacto ambiental. En otros apartados 
de su estudio, describe cómo el sentido ecológico en la elaboración de indumentaria es una 
forma de innovar y propone estrategias para las grandes marcas para que se puedan adaptar 
al nuevo sistema sin ver perdidas en sus ganancias. 
 
13 
 
Referentes conceptuales 
1. La industria textil en Colombia: contexto y problemáticas. 
Se cree pertinente, por lo anteriormente planteado, hacer un desglose de los referentes 
conceptuales que se van a tomar en cuenta para el desarrollo del presente trabajo. Por ello, 
es imprescindible antes de entender por qué hay una necesidad global del uso de la moda 
sostenible, las problemáticas detrás de la industria textil. 
1.1 Las dinámicas del fast fashion en países en vías de desarrollo 
La moda, según Gilles Lipovetsky (1987), nació en la tardía Edad Media como una 
forma de posicionarse socialmente y establecer un orden jerárquico. En principio, las 
personas vestían conforme a sus rangos. Los altos mandos de la sociedad eran los que 
merecían ser juzgados, criticados por su forma de vestir (Lipovetsky, 1987). Con el tiempo, 
las personas comenzaron a desear parecerse a esos que emanaban poder. En el siglo XIII y 
XIV cuando se desarrolló el comercio y los bancos, los nuevos ricos, que no pertenecían a 
la nobleza pero que tenían grandes fortunas, empezaron a imitar la forma de vestir de las altas 
clases (Cano, 2008). No obstante, esto se veía en su época como un desafío a la autoridad y 
algo indeseable, por lo que se implementaron restricciones para evitar que se siguiera con 
estas tendencias, especialmente desde el siglo XVI hasta el XVIII. Lipovetsky (1987) explica 
que este mimetismo no fue exacto, pues algunas combinaciones fueron adoptadas, otras 
rechazadas. La moda es un proceso de creación que depende de la opinión pública 
(Lipovetsky, 1987). 
Desde el siglo XIX hasta mediados de 1970, la moda se basó en la larga duración, no se 
tenían en cuenta los pasos de fabricación ni de divulgación (Lipovetsky, 1987). Este sistema 
finaliza e inicia, lo que Gilles Lipovetsky (1987) llamó, la moda centenaria. La indumentaria 
de la obsolescencia, de lo efímero. La moda moderna tiene dos grandes rasgos: fines-métodos 
y artículos-prestigio (Lipovetsky, 1987). Ambos marcan la pauta para diferenciar entre la 
Alta Costura y la confección industrial. 
La Alta Costura es un concepto francés que surge a partir de prolongar la idea del lujo y la 
ostentación de la aristocracia y debido a sus costos está destinada para unas pocas personas. 
14 
 
Su elaboración, en sus inicios, era lenta puesto que cada pieza era única y se hacía como un 
ejercicio consciente en los detalles (Cano, 2008). En su momento, fue lo más cercano a la 
moda sostenible actual. 
En contraposición, se encuentra la confección propia de países industrializados que con el 
ánimo de hacer la producción masiva imita los diseños de la Alta Costura, pero con menor 
calidad (Cano, 2008). Este tipo de diseños se diferencia por las materias primas, las técnicas 
utilizadas y el prestigio que respalda el trabajo de los diseñadores y de las grandes casas de 
ropa. En consecuencia, se presentan nuevamente las mismas distinciones sociales y de clases 
por el tipo de ropa (Lipovetsky, 1987). Los países como Estados Unidos han incentivado la 
fabricación de textiles para las masas, que ya no solo se limita a la producción barata, sino 
que ha diversificado su oferta, sin copiar exactamente la Alta Costura. Hay que tener en 
cuenta que sin alejarse de sus ideas ya que esta última es la que impone las tendencias y 
decide que es lo socialmente aceptado y las demás industrias se inspiran en ella (Lipovetsky, 
1987). 
Así pues, aparece el fast fashion, término que se le dio a las colecciones de ropa de bajo costo 
que mimetizan las tendencias de las marcas de lujo (Joy, Sherry, Alladi, Wang & Chan, 
2012). Además, representa los factores insostenibles de la industria actual, ya que debido al 
carácter efímero de las confecciones industrializadas causa problemas medio ambientales y 
laborales. Medios ambientales en el sentido de que se utilizan químicos que terminan 
contaminando fuentes hídricas y materiales que son poco duraderos lo que incrementa la 
producción de ropa. Sin embargo, este tema se tratará con mayor profundidad en el siguiente 
apartado. 
Por otro lado, se ha identificado que la manufactura masiva de vestimenta se hace en fábricas 
o maquilas donde trabajan cientos de personas en condiciones poco favorables o seguras 
(Martínez, 2008). Las grandes compañías del mundo importan sus productos de los talleres 
que quedan en países en vías de desarrollo, con el fin de ahorrar gastos (Joy et al, 2012). 
Aunque no siempre es justo, porque las personas que laboran en estos, reciben salarios muy 
bajos, muy por debajo del precio que se cobran las tiendas de ropa por el artículo que sus 
manos hicieron (Ditty, diciembre 2015). 
15 
 
Estos problemas habían estado invisibilizados hasta el 24 de abril de 2013 cuando la fábrica 
de textiles Rana Plaza en Daca, Bangladesh, se desmorono encima de los trabajadores, 
dejando 1138 personas muertas y otras 2500 heridas (Ditty, diciembre 2015). El suceso 
ocurrió a pesar de las advertencias hechas por la comunidad sobre las malas condiciones del 
edificio y tuvo tantas víctimas mortales por el hacinamiento (Ditty, diciembre 2015). Rana 
Plaza fue el precedente en la historia que motivo a distintas organizaciones a combatir a nivel 
global el fast fashion y promover la sostenibilidad en la elaboración de indumentaria. 
Las grandes empresas como Inditex operan con las mismas finalidades en los lugares en los 
que están presentes sus marcas (Zara, Oysho, Pull&Bear, entre otros). Lo que quiere decir 
que la producción siempre está fabricada para ahorrar costos. Luego, se transportan las 
prendas de vestir desde las maquilas a las diferentes tiendas en el globo terráqueo. Al menos 
el 13% (por ciento) de la producción se hace en países como China y Turquía. 
Ahora bien, el análisis anterior está enfocado en contextos distintos al colombiano. Los 
conceptos de Alta Moda y fast fashion fueron formulados desde la historia y cultura de otros 
países. 
Colombia es un país productor de textiles, la Asociación Nacional de Industriales, ANDI, 
determinó que la industria textil en el país contribuye al 4,8% del PIB industrial y 1,8% del 
PIB nacional (González, 2017). En cierto sentido se podría asemejar su situación a los países 
donde están ubicadas las maquilas que confeccionan la ropa para el Grupo Inditex. No 
obstante, World Economic Forum, el sector de la moda en Colombia está creciendonotablemente, de hecho, se considera de los más llamativos de América Latina después de 
México y Brasil (Cerezo, Kong & Frances, 2016). Y hasta ahora no se han encontrado 
situaciones similares a la Rana Plaza. 
La moda en Colombia adquiere otro significado y tiene otro proceso de construcción de 
tendencias, que no está del todo supeditada a las impuestas por la industria francesa o 
norteamericana. Por ende, tiene sus propias reglas. A diferencia de otros países como 
Noruega donde marcas como Zara se venden más barato (Franco, 10 de octubre de 2016), en 
Colombia el poder adquisitivo de los ciudadanos es menor, en promedio cada persona por 
16 
 
año compra $49.000 en ropa (Dinero, 12 de abril de 2018). Mientras que en Noruega el gasto 
es de 1.246 euros (Ramírez, 5 de octubre de 2015) 
Por lo anterior, es posible establecer que las dinámicas del fast fashion no se pueden aplicar 
de la misma manera para todos los países y sus soluciones deben estar acondicionadas al 
contexto. Además, la experiencia colombiana no se puede asemejar a la Alta Costura de 
Francia, porque es un sector en crecimiento y no tan estable y extenso en su trayectoria. 
1.2 El impacto ambiental de la moda en Colombia 
 Ahora bien, aparece un segundo problema en la industria de la moda, la 
contaminación. Después de la agricultura el sector textil es el sector que genera mayores 
impactos ambientales en el mundo (Niinimäki, 2013). Durante la producción de prendas de 
ropa se requiere de cantidades desorbitantes de agua, la organización Global Fashion Agenda 
(Kerr & Landry, 2017) reveló que en 2015 se consumieron 79 millones de metros cúbicos de 
agua. Se utilizan aproximadamente 2.720 litros para fabricar tan solo una camiseta (Benson, 
2 de marzo de 2018). Eso sin contar que la industria “produce el 20% de las aguas residuales 
y el 10% de las emisiones de carbono en el mundo” (Vera, 26 de julio de 2018). 
Por otro lado, las fibras derivadas del petróleo, poliéster, nailon y acrílico, cuando son lavadas 
eliminan 500 mil micropartículas de plástico, que terminan en las fuentes hídricas y afectan 
ecosistemas (Vera, 26 de julio de 2018). De igual manera, estos textiles se debilitan 
rápidamente, tiene vidas útiles muy cortas por lo que deben ser remplazados constantemente. 
Lo que al final impulsa aún más la producción. Dichos residuos no pueden ser recuperados 
o transformados por lo que, en consecuencia, deben ser desechados en vertederos o 
incinerados (Vera, 26 de julio de 2018). 
En Colombia, hay seis regiones (Bogotá, Antioquía, Atlántico, Santander, Eje Cafetero y 
Valle del Cauca) que son centros de producción textil y confección. Bogotá y Antioquía 
concentran la mayor parte del sistema moda en el país, cada uno anualmente cerca del 30% 
de la industria (Inexmoda, 2018). En el último año, tanto en Medellín (Ossa, 9 de marzo de 
2018) como en Bogotá (Álvarez, 28 de marzo de 2017) se han presentado alertas rojas por la 
17 
 
alta contaminación del aire. Uno de los planes de contingencia, presentado por las alcaldías 
de ambas ciudades, es la regulación de las industrias y fábricas, entre ellos las textiles. 
2. Implementación de materiales reciclados en la industria de la moda 
La moda circular es la aplicación del modelo económico que busca aprovechar al máximo 
las materias primas existentes y evitar en lo posible la generación de residuos no 
aprovechables (Marcet, Marcet & Vergés, 2018). La implementación de materiales 
reciclados en la industria de la moda, según la organización Make Fashion Circular, 
permitirá la reducción de la huella de carbono que la industria actual está causando (Ellen 
MacArthur Foundation, 2017). 
2.1 La reutilización de materias primas para reducir los costos de producción de 
artículos de moda 
El slow fashion busca hacer el ciclo de la moda sostenible planteando soluciones a los 
problemas explicados anteriormente (Johansson, 2010). Se plantea entonces procesos más 
lentos de la cadena de producción, para que los materiales escogidos sean de mejor calidad. 
Esto significaría que los costos de la ropa subirían con el objeto de que se pare la compra 
desmedida (Hoffman, 2016). Para ello, es necesario comprender que hay más alternativas 
para la creación de ropa que los textiles de primera mano. Por eso es necesario que las 
compañías implementen las tres R: rediseño, reúso y reciclaje (Hoffman, 2016) en sus 
producciones. Para que haya un aprovechamiento del 100% de los recursos disponibles y se 
mitigue efectivamente la contaminación. 
Los materiales reciclados han sido mayormente valorados en tiempo de escasez y se han 
recuperado para formar nuevos artículos, esto debido a que puede ser una alternativa menos 
costosa que la producción de elementos nuevos (Medina, 1999). En Colombia al año se 
generan alrededor de 11,6 millones de toneladas de residuos que se pueden reciclar, sin 
embargo, actualmente solo se utiliza el 17% (por ciento) de estos (Rojas, 10 de enero de 
2016). Ahorrar en los productos de fabricación podría traer el mismo beneficio económico 
para las empresas que trabajan actualmente bajo los principios del fast fashion, si adoptan las 
medidas de una moda sostenible. 
18 
 
2.2 El reciclaje como una solución para el impacto ambiental causado por la industria 
textil 
El uso de materiales reciclados en la moda puede traer beneficios para la reducción del 
impacto ambiental generado por el sector textil. Ya que se reducen los gases que propagan el 
efecto invernadero (Valencia et al, 2018). También, contribuye a la disminución de los 
desechos de las confecciones y el uso desmedido de los recursos naturales para la elaboración 
de nuevas fibras. En diferentes partes del mundo ya se han intentado utilizar materiales 
reciclados para la creación de artículos y prendas de moda. Estos pueden incluso tener un 
estatus tan importante como la Alta Costura, esto depende de las condiciones de presentación 
de los productos. Por ejemplo, en Ecuador la diseñadora de modas Mayra Torres (2010) creó 
una colección de pantuflas con una suela a base de caucho de llantas. 
Asimismo, según un artículo del diario The Cut, las mujeres tienden a usar únicamente el 
20% de su guardarropa (Reyes, 11 de septiembre de 2015). Por lo que solo se acumula 
prendas de ropa que otro perfectamente podría utilizar. Por esto, se debería también plantear 
el reúso y reciclaje de prendas como estrategia para hacer eficaz la moda sostenible. 
Inclusive, la ropa que no esté en perfectas condiciones se puede destinar para otros fines, 
como para cortar y hacer manualidades (El Espectador, 5 de mayo de 2017). 
 
Objetivos 
General 
Valorar el uso de materiales reciclados en la industria textil en Colombia (2018) 
Específicos 
● Evaluar los efectos de la industria de la moda que no emplea materiales reciclados 
en Colombia 
● Mostrar los beneficios del uso de fibras y materiales no convencionales reciclados 
para la moda 
19 
 
● Identificar proyectos en Colombia que utilicen materiales reciclados 
 
Metodología 
El presente trabajo es una investigación periodística no exploratoria de tipo transversal que 
pretende plasmar los beneficios que conlleva el uso de materiales reciclados en la industria 
textil en Colombia. De esta forma, a través de un especial multimedia se postula hacer un 
análisis de la industria actual colombiana y los efectos del fast fashion, la moda sostenible y 
la fabricación de artículos de ropa con materiales reciclados. 
En principio, se plantea identificar desechos de otras industrias colombianas que pueden ser 
susceptibles de convertirse en fibras y materiales reciclados al servicio de la industria textil. 
Para ello, se propone un muestreo no probabilístico por juicio, en el que se logre con muestreo 
probabilístico por juicio hacer una revisión documental de estudios y notas periodísticas que 
describan proyectos o materiales primas noconvencionales que hayan sido recuperados para 
crear artículos de moda. 
 En segundo lugar, se quiere determinar el impacto socioeconómico derivado de la utilización 
de materiales reciclados en el ámbito industrial elegido. Para cumplir con este objetivo se 
planea realizar un muestreo o probabilístico por juicio para contactar a tres economistas que 
conozcan sobre economía circular y medio ambiente. Los economistas deben analizar la 
industria textil colombiana, dar cuenta de la producción y consumo de ropa en el país. Esto 
con la finalidad de encontrar las similitudes y desencuentros con las descripciones existentes 
de la moda con respecto al consumo desmedido. En el que se explica que la moda se deriva 
de la modernidad y de la publicidad impuesta por los medios masivos de comunicación que 
generan en a las personas un sentido de necesidad por algo superfluo, incluso desata 
problemáticas asociadas como la explotación laboral e impactos ambientales irreparables 
(Carosio, 2010). 
En tercer lugar, es necesario comparar el uso de fibras y materiales reciclados y no reciclados 
para la fabricación de artículos de moda de las organizaciones abordadas. Por medio de un 
muestreo no probabilístico por conveniencia se seleccionarán cuatro marcas de ropa 
20 
 
colombiana: dos que representen la industria textil colombiana y dos proyectos que fabriquen 
artículos de moda con materiales reciclados. 
 La técnica de investigación a utilizar serán las entrevistas a profundidad ya que permitirá un 
acercamiento al objeto de estudio en el ámbito seleccionado. Las preguntas extraerán la 
información más relevante sobre la implementación de la moda sostenible en la industria 
textil. En tanto que es posible conocer mejor a los sujetos de estudio e identificar sus 
perspectivas y lo que quieren contar (ReSampieri, Baptista & Fernández, 2014). 
Resultados 
Sinopsis 
La moda se fundamenta en un razonamiento temporal que establece tendencias determinadas 
por la versatilidad de los gustos de las personas, por tanto, implica que está en constante 
renovación. A este fenómeno en el que se fundamenta actualmente el sistema productivo de 
la moda, se le llama el fast fashion, el cual implica la confección a gran escala, el cambio y 
la rapidez. 
La fabricación de indumentaria, entonces, no contempla la sostenibilidad de las fibras 
utilizadas ni mucho menos los residuos que generan. Al año la industria fabrica alrededor de 
150 mil millones de prendas y contribuye a más del ocho por ciento de gases de efecto 
invernadero, según cifras publicadas en el 2018 por la organización Fashion Revolution. 
El uso de materiales reciclados y poco convencionales, es una alternativa que se está 
explorando y que busca ser una solución a las escandalosas cifras sobre la contaminación 
propagada por la industria. 
Diseño 
El trabajo Está de moda ser sostenible, está de moda reciclar está diseñado en la plataforma 
Atavist. El lector podrá navegar a través de un Home y cuatro micrositios compuestos por 
reportajes, fotografías, mapa, podcast, infografías, vídeos y vínculos que detallan la 
información mencionada. 
21 
 
Después de un acercamiento al tema y la recolección de información en la reportería 
realizada, se identificaron cuatro subtemas que se trataron en el reportaje multimedia. En el 
primero, llamado ‘La masificación de la moda’, se abordó las problemáticas del sector textil 
enfocado en dos perspectivas, la explotación laboral y la contaminación ambiental. Esto con 
el fin de mostrar las razones por las cuales se deben buscar alternativas para mitigar el 
impacto de la moda en el mundo. 
En ‘Depuración del consumo’, la segunda sección, se explicó en qué consiste la moda 
sostenible y sus tres ejes fundamentales (los trabajadores, el medio ambiente y el desarrollo 
económico). 
En el tercer subtema, ‘El reciclaje, una solución’, se explicó la necesidad de diversificar los 
materiales en la industria textil. Para ello, se resaltan dos historias para ejemplificar la 
aplicación efectiva de principios sostenibles en la producción. 
El cuarto y último subtema fue ‘Reciclaje textil’, en el que se quiso abordar, a través de la 
ONG Clothe Moda Sostenible, las formas para evitar que la ropa y demás desechos textiles 
terminen contaminando el medio ambiente. 
Para mejorar la navegación de los usuarios se decidió empezar en cada una de las secciones 
con una imagen con el propósito de contextualizar el título. El especial tiene una organización 
de forma vertical, pero las cuatro secciones están separadas en sábanas distintas. Para acceder 
a las otras pantallas en la parte inferior de cada página, en ambos lados, puede encontrar 
flechas. De igual forma, en el margen superior izquierdo está permanente un menú. 
Los programas profesionales utilizados para la elaboración de los contenidos fueron 
Photoshop, Premiere y Audition, programas que hacen parte de la Suite Adobe CS6. Para la 
elaboración de las infografías se usó la plataforma Piktochart. 
Distribución de información: 
La información de este especial multimedia está dividida de la siguiente manera: 
1. Pantalla de inicio: Es una fotografía que refleja los mayores problemas de la 
industria textil, con el título y nombre. 
22 
 
2. Introducción: Allí se hace una sinopsis al lector en el tema del reportaje. 
3. Masificación de la moda: La primera parte del reportaje cuenta con un vídeo, un 
podcast, fotografías y dos infografías. Cada uno de los recursos aporta explicaciones 
y contextualización a la historia sobre el funcionamiento y consecuencias de la moda 
rápida, tanto a nivel global como local. Asimismo, tiene las secciones “Ganan las 
marcas, no los trabajadores” y “Ganan las marcas, no el medio ambiente”. 
4. Depuración del consumo: Esta pestaña contiene la segunda parte del reportaje que 
explica en detalle a través de la visión de tres diseñadores colombianos lo que implica 
la moda sostenible. Para ello, se utilizaron tres fotografías y tres podcast que 
contienen las perspectivas de las fuentes. 
5. Reciclaje, una solución: La tercera parte del reportaje ejemplifica mediante un 
vídeo, un podcast y fotografías, los casos de tres marcas (Adidas Colombia, Cappaz 
y la Fundación Manos Amorosas) y sus estrategias para usar materias primas 
recicladas en su producción. Esta sección contiene los apartados: Cappaz y Fundación 
Manos Amorosas. 
6. Reciclaje textil: Allí se narra la historia de una de las pocas fundaciones en Bogotá 
que se encargan del reciclaje textil, la ONG Clothe Moda Sostenible. El artículo, va 
a acompañado de dos vídeos y un mapa interactivo de los puntos en la ciudad donde 
procesan el retal textil. 
Menú 
El especial multimedia tiene en todas las secciones un menú fijo que se encuentra en la parte 
superior izquierda de la página. Allí están por nombre las secciones para que los internautas 
tengan facilidad para saltar páginas sin necesidad de recurrir a las flechas de continuidad, que 
están en la parte inferior de cada pantalla. 
Vínculos 
El reportaje cuenta con los siguientes vínculos externos, con el fin de ampliar la información: 
23 
 
 Green Peace, “Puntadas tóxicas: El oscuro secreto de la moda”: https://archivo-
es.greenpeace.org/espana/Global/espana/report/contaminacion/detox.pdf 
 Green Peace, “Colombia, mejor sin plásticos”: 
http://greenpeace.co/pdf/reporte_plasticos.pdf 
 Quantis, “Measuring Fashion”: https://quantis-intl.com/wp-
content/uploads/2018/03/measuringfashion_globalimpactstudy_full-
report_quantis_cwf_2018a.pdf 
 Revista Elle, “Amancio Ortega: el padre de Zara y el fast fashion”: 
https://elle.mx/moda/2018/07/17/amancio-ortega-padre-zara-fast-fashion 
 Inexmoda-Raddar, “Hoja de consumo nivel nacional”: 
https://colombiamoda.inexmoda.org.co/wp-content/uploads/2019/05/Hoja-de-
Datos-Cifras-Nacionales-Bogot%C3%A1-Medell%C3%ADn-y-Cali.pdf 
 The Guardian,“Rana Plaza: one year on from the Bangladesh factory disaster”: 
https://www.theguardian.com/world/2014/apr/19/rana-plaza-bangladesh-one-year-
on 
 Clean Clothes Campaign: https://cleanclothes.org/campaigns/past/rana-plaza 
 The New York Times, “Why don’t we learn from the survivors of the Rana Plaza 
disaster”: https://www.nytimes.com/2018/04/24/style/survivors-of-rana-plaza-
disaster.html 
 McKinsey&Co, “Style that’s sustainable: A new fast-fashion formula”: 
https://www.mckinsey.com/business-functions/sustainability/our-insights/style-
thats-sustainable-a-new-fast-fashion-formula 
 Green Peace “Timeout for fast fashion”: https://storage.googleapis.com/planet4-
international-stateless/2018/01/6c356f9a-fact-sheet-timeout-for-fast-fashion.pdf 
 New Standard Institute: https://www.newstandardinstitute.org/ 
 CFDA A-Z Materials Index: https://cfda.com/resources/materials 
 UAESP, “Resumen ejecutivo”: 
http://www.uaesp.gov.co/sites/default/files/documentos/Resumen%20ejecutivo.pdf 
 Secretaría de Ambiente de Bogotá, “Guía para la gestión y el manejo de los residuos 
textil”: http://190.27.245.106/Residuos/textiles/textiles.html 
https://archivo-es.greenpeace.org/espana/Global/espana/report/contaminacion/detox.pdf
https://archivo-es.greenpeace.org/espana/Global/espana/report/contaminacion/detox.pdf
http://greenpeace.co/pdf/reporte_plasticos.pdf
https://quantis-intl.com/wp-content/uploads/2018/03/measuringfashion_globalimpactstudy_full-report_quantis_cwf_2018a.pdf
https://quantis-intl.com/wp-content/uploads/2018/03/measuringfashion_globalimpactstudy_full-report_quantis_cwf_2018a.pdf
https://quantis-intl.com/wp-content/uploads/2018/03/measuringfashion_globalimpactstudy_full-report_quantis_cwf_2018a.pdf
https://elle.mx/moda/2018/07/17/amancio-ortega-padre-zara-fast-fashion
https://colombiamoda.inexmoda.org.co/wp-content/uploads/2019/05/Hoja-de-Datos-Cifras-Nacionales-Bogot%C3%A1-Medell%C3%ADn-y-Cali.pdf
https://colombiamoda.inexmoda.org.co/wp-content/uploads/2019/05/Hoja-de-Datos-Cifras-Nacionales-Bogot%C3%A1-Medell%C3%ADn-y-Cali.pdf
https://www.theguardian.com/world/2014/apr/19/rana-plaza-bangladesh-one-year-on
https://www.theguardian.com/world/2014/apr/19/rana-plaza-bangladesh-one-year-on
https://cleanclothes.org/campaigns/past/rana-plaza
https://www.nytimes.com/2018/04/24/style/survivors-of-rana-plaza-disaster.html
https://www.nytimes.com/2018/04/24/style/survivors-of-rana-plaza-disaster.html
https://www.mckinsey.com/business-functions/sustainability/our-insights/style-thats-sustainable-a-new-fast-fashion-formula
https://www.mckinsey.com/business-functions/sustainability/our-insights/style-thats-sustainable-a-new-fast-fashion-formula
https://storage.googleapis.com/planet4-international-stateless/2018/01/6c356f9a-fact-sheet-timeout-for-fast-fashion.pdf
https://storage.googleapis.com/planet4-international-stateless/2018/01/6c356f9a-fact-sheet-timeout-for-fast-fashion.pdf
https://www.newstandardinstitute.org/
https://cfda.com/resources/materials
http://www.uaesp.gov.co/sites/default/files/documentos/Resumen%20ejecutivo.pdf
http://190.27.245.106/Residuos/textiles/textiles.html
24 
 
Además, tres de los micrositios cuentan con vídeos de realización propia colgados de 
YouTube: 
 ¿Qué es el fast fashion?: https://www.youtube.com/watch?v=H-jtEBMZu2g&t=26s 
 ¿Qué es la moda sostenible?: https://www.youtube.com/watch?v=H-ESi__jKpQ 
 La moda circular es una solución: 
https://www.youtube.com/watch?v=LFtnne5Ejso&t=4s 
 El reciclaje textil: https://www.youtube.com/watch?v=WCIWvZ68wd0&t=4s 
 El reciclaje textil no es gratuito: https://www.youtube.com/watch?v=btTZtS7CSkw 
 
Conexión con la audiencia y redes sociales 
La principal estrategia para difundir el especial multimedia será a través de las redes sociales 
Instagram y Twitter. Además, se compartirá con las marcas Clothe Moda Sostenible, 
Fundación Manos Amorosas, TrueLoveandPoems y Cappaz, para que ellas a través de sus 
cuentas también lo puedan divulgar. 
Para garantizar su posicionamiento, se utilizará el #SerSostenible para semanalmente subir 
publicaciones que hagan parte del reportaje, como los podcast y vídeos, con el fin de invitar 
e incentivar a las personas a ver el especial. 
Informaciones 
Está de moda ser sostenible, está de moda reciclar además de narrar los impactos de la moda 
en el planeta, propone una solución a una problemática que les concierne a todas las personas, 
por el simple hecho de usar ropa. 
Para la construcción de este especial multimedia se realizaron entrevistas a profundidad a 
diseñadores, expertos en sostenibilidad, a una analista de la industria de la moda colombiana 
y a un ecologista. 
 
https://www.youtube.com/watch?v=H-jtEBMZu2g&t=26s
https://www.youtube.com/watch?v=H-ESi__jKpQ
https://www.youtube.com/watch?v=LFtnne5Ejso&t=4s
https://www.youtube.com/watch?v=WCIWvZ68wd0&t=4s
https://www.youtube.com/watch?v=btTZtS7CSkw
25 
 
Acceso directo: https://paulamuskus.atavist.com/el-reciclaje-al-servicio-de-la-moda 
 
Conclusiones 
La industria de la moda se maneja bajo preceptos poco sostenibles en los que prima el 
beneficio económico por encima de los laborales o medio ambientales. Reemplazar los 
materiales con los que se confecciona es un buen inicio para reducir las cifras que condenan 
al sector como el segundo más contaminante a nivel mundial. Sin embargo, por desgracia, el 
reciclaje ya no es capaz de contrarrestar por si solo la producción masiva de ropa. 
El mundo está en una encrucijada, detener la producción o continuar aceptando el impacto. 
Por un lado, la organización Fashion Revolution afirmó, en el 2018, que de seguir así para el 
2025 la producción anual de ropa se incrementará a 150 mil millones de toneladas. Por el 
otro lado, Green Peace asegura, más optimista, que si se extendiera el uso de las prendas se 
podría reducir un 24% las emisiones de CO2. 
Lo explicaba la diseñadora Diana Gómez, para generar un impacto real, las acciones deben 
estar coordinadas y direccionadas a compensar todas las consecuencias negativas de la moda. 
Es necesario recalcar que quien tiene la decisión en las manos sobre comprar y desechar es 
el consumidor. Las personas tienen que despertar a la realidad y darse cuenta que la ropa que 
compran en los centros comerciales tiene una historia y que detrás de las vitrinas puede haber 
prendas manchadas de sufrimiento. 
 
https://paulamuskus.atavist.com/el-reciclaje-al-servicio-de-la-moda
26 
 
Anexos 
Está de moda ser sostenible, está de moda reciclar 
Un reportaje sobre la sostenibilidad en la industria textil colombiana 
El volumen total de producción de moda anualmente es más de 70 millones de toneladas, lo 
que equivale a la cantidad de basura que se produce en Bogotá durante 6 años, según afirma 
la organización Green Peace en su estudio “Puntadas tóxicas: El oscuro secreto de la moda” 
(2012). 
La industria textil está dejando una huella en el medio ambiente irreparable, la segunda más 
grande a nivel mundial después del sector petrolero. Quantis, la organización enfocada en la 
sostenibilidad del sector, en el 2018, declaró que la fabricación de ropa y calzado es 
responsable de más del 8% de gases de efecto invernadero del planeta. Por esto, la moda 
sostenible se ha convertido en un compromiso de la industria para evitar el incremento de 
estas cifras. 
Hay iniciativas en Colombia que ya no trabajan con materias primas convencionales, sino 
que a partir de los residuos de botellas PET y productos orgánicos, están generando textiles. 
Sin embargo, este proceso de transformación se ha convertido en todo un reto, porque la 
tecnología para producirlos es costosa y en el país tan solo se recicla el 17% de los 12 
millones de toneladas de basura que se generan anualmente, según lo informó la organización 
ambiental Green Peace para el año 2018. 
Este especial cuenta, desde lo que significa la moda sostenible, cómo se convierte en un 
movimiento anivel global, expone las marcas que se están ajustando a este modelo en 
Colombia e, incluso, muestra por qué el reciclaje es una opción para convertir una industria 
lineal, en una circular. 
1. El fast fashion, la masificación de la moda 
El fast fashion o moda rápida es un modelo de negocio basado en un sistema de producción 
lineal, que coloca en el mercado la ropa de alta costura o de diseñador a bajo precio para 
27 
 
poder venderla a más personas. Así lo explica la experta en economía colaborativa Ángela 
Sarmiento, directora de la plataforma y tienda de sostenibilidad Kukupu. 
“Para que esto no cueste como la alta costura tengo que abaratar los costos. Entonces, me 
voy a maquilar a países que me cobren menos, pago 15 céntimos una camiseta por la que 
cobro más. Además, la tela tiene que ser de menor calidad, tiene que durar menos para que 
la gente necesite seguir comprando”, asegura Sarmiento. 
Para comprender aún más este fenómeno, vea el siguiente vídeo con la explicación de la 
experta en moda sostenible María Jimena Daza, quien a través de su marca 
TrueLoveandPoems, se ha encargado de enseñar a los compradores sobre las consecuencias 
de la moda rápida. 
En principio, el fast fashion suena como una gran idea, porque tal como lo vendió Amancio 
Ortega, fundador de la marca Zara, el fast fashion es una manera para democratizar la moda, 
es decir, que todos los usuarios puedan participar, más allá de sus ingresos. Sin embargo, esta 
tendencia genera muchos problemas que derivan de la manufactura y la rapidez que implica 
confeccionar reduciendo costos. 
El fast fashion puede considerarse entonces una trampa del lenguaje. La diseñadora bogotana 
Diana Gómez considera que hacer partícipe a más personas de la moda, es una retórica para 
hacer afable un sistema de producción poco sostenible, tanto económica como 
ambientalmente. “El fast fashion no es sobre moda. El fast fashion se inventó una logística 
que es supremamente efectiva que transformó el sistema”, indica. 
En Colombia, según cifras publicadas en el 2019 por el Observatorio de Moda Raddar- 
Inexmoda, una persona en promedio compra al año 28 prendas. Es una de las industrias que 
mayor crecimiento ha tenido porque, para el 2018, los colombianos gastaron $20,2 billones 
en moda. 
El fast fashion en Colombia no solo se ve en los principales centros comerciales, donde se 
encuentran marcas como Zara o, incluso, la marca nacional KOAJ, se ve también en los 
bajos precios de la ropa que se vende en el centro de Bogotá, en muchos de los comercios 
28 
 
informales. Es, por tanto, un sistema que ha permeado en todos los contextos y clases 
sociales. 
En San Victorino, el Gran San y San Andresito, por ejemplo, grandes centros de 
comercialización de ropa de la capital colombiana, se ofrecen millones de prendas para venta 
mayorista y al detalle, de cinco mil pesos en adelante. Y muchas de esas prendas tienen un 
origen internacional, producidas en serie a miles de kilómetros de distancia. “En el madrugón 
la mayoría de cosas que se venden son de importaciones chinas, por eso precios de cinco mil 
o 10 mil pesos. Es la misma técnica del fast fashion. Están utilizando malos materiales, están 
maquilando súper barato”, explica Ángela Sarmiento, experta en sostenibilidad y economía 
colaborativa. 
Resulta, entonces, incomprensible ¿por qué una prenda puede costar 10 mil pesos 
colombianos después de viajar por medio mundo? Sarmiento, a través de su tienda Kukupu, 
trata de hacer entender a los compradores el valor real de la ropa cuestionando el precio y 
preguntándose “¿a cuánto se les pago el trabajo a las personas detrás del proceso de 
confección?”. 
La revolución de la moda, consecuencias de la rapidez 
El 24 de abril del 2013 fue el fatídico día que le abrió los ojos al mundo sobre la moda, así 
lo reportó el diario The Guardian en su momento. Una industria brillante y exclusiva, se 
manchó de sangre. En Dhaka, Bangladesh, el Rana Plaza, un complejo de fábricas se 
derrumbó sobre sus empleados y visitantes. 1,134 personas fallecieron y casi 2,500 resultaron 
heridas. 
Los sobrevivientes dieron a conocer a los medios de comunicación que la edificación estaba 
en muy malas condiciones y que en repetidas oportunidades, los empleados que trabajaban 
hacinados y largas jornadas por salarios ínfimos lo habían anunciado a sus empleadores. Sin 
embargo, no tuvieron herramientas para defender sus derechos humanos y laborales; así lo 
recuerda Angélica Salazar, coordinadora de la organización Fashion Revolution, en 
Colombia. 
29 
 
La organización Clean Clothes Campaign identificó 29 empresas que subcontrataban 
maquilas en el país del sudeste asiático entre ellas: Inditex (España), Mango (España), El 
Corte Inglés (España), Benetton (Italia), Primark (Reino Unido) y Texman (Dinamarca). Y 
la lista continua, lo más desafortunado es que, estas compañías, solo hasta después del 
accidente, tuvieron que hacerse responsables de las consecuencias de aminorar los costos de 
producción por cuenta de los derechos laborales de sus confeccionistas. 
A cada una de las marcas se le culpó por promover prácticas de explotación laboral en 
Estados manufactureros. Angélica Salazar, directora de la organización Fashion Revolution 
Colombia, afirma que esto sucede en donde los gobiernos no tienen políticas estrictas con 
respecto a los derechos laborales: “en cualquier país donde exista un clúster de producción 
que sea fuerte y que sea interesante y que, además, represente bajos costos de confección, es 
susceptible a sufrir este fenómeno”. 
Ganan las empresas, no sus trabajadores 
A raíz de las revelaciones sobre el desplome Rana Plaza, se iniciaron fuertes protestas y 
campañas a nivel mundial para reclamar a las marcas por sus malas prácticas. Un mes 
después de la tragedia, dos mujeres, la británica Carry Somers y la italiana Orsola de Castro, 
decidieron que era tiempo de tratar de mover influencias para crear un diálogo y hacer 
evidente que se necesitaban hacer cambios en la industria, por lo que conformaron Fashion 
Revolution. 
Ellas dos, con ayuda de amigos y personas cercanas de diferentes profesiones (periodistas, 
dueños de marcas, creativos y activistas), lograron tener influencia en el parlamento 
británico. Empezaron cooperar con publicaciones para el periódico The Guardian y a 
participar en foros que tenían como objetivo hablar sobre la moda ética. 
Las primeras campañas en los medios de comunicación causaron el cierre de cientos de 
fábricas en Bangladesh e impulsaron el desarrollo de políticas que buscaban la protección de 
los derechos de las personas de la industria. 
Un año después del suceso, en el 2014, únicamente 5 marcas se habían comprometido a 
reparar a las víctimas y a la cooperación de un fondo que tenía como meta recaudar 40 
30 
 
millones de dólares. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) intervino para 
implementar regulaciones de seguridad y contra incendios en las fábricas. 
En el 2018, el periódico The New York Times en el reportaje “Why Won’t We Learn from 
the Survivors of the Rana Plaza Disaster?” reveló que, a pesar de los grandes cambios en las 
medidas en contra de la tercerización en Bangladesh, el fast fashion encontró un espacio para 
existir entre las reglas sin mejorar sus procesos. En el artículo se indica que, los 
sobrevivientes no recibieron sus indemnizaciones y ahora tienen que lidiar con las secuelas 
del accidente. 
La tercerización y la subcontratación de fábricas les permiten a las marcas “lavarse las 
manos” cuando ocurren hechos similares, según menciona Angélica Salazar, directora de la 
organización Fashion Revolution Colombia. Porque cuando se les pide explicaciones a las 
marcas sobre algún incidente con las maquilas que subcontratan para fabricar sus productos 
“básicamente arguyen que anteriormente han hecho una evaluación para asegurarque sus 
proveedores de confecciones sean de la mejor calidad”, asevera. 
La directora de Fashion Revolution Colombia también afirma que es usual para las empresas 
escudarse en las reglas de los países en donde subcontratan. “Donde hay gobiernos con 
corrupción, que no son tan estrictos o que no hay sindicatos para poder hacer negociaciones 
justas es donde ocurre todo este tipo de explotación laboral”, explica Salazar. 
Angélica Salazar cuenta que la organización lentamente se ha extendido a otros países debido 
a que más personas se interesaron en contar la historia de la moda sostenible en sus propios 
contextos. Fashion Revolution están presentes en más de 100 países. 
Cabe recordar que, desde el 2012, la organización ha hecho seguimiento a las denuncias de 
empleados de maquilas en Argentina y Brasil que elaboran indumentaria para Inditex (Zara, 
Stradivarius, Bershka, entre otras). Dichas denuncias alertan que los empleados de este 
emporio textil trabajan por más de 13 horas 6 días a la semana en talleres con condiciones de 
salubridad deficientes. 
Angélica Salazar, que trabaja a diario con diseñadores y cuestionando a las grandes industrias 
ratifica que “en Colombia, Brasil y Argentina, existen también clústeres de confección de 
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marcas americanas y en los cuales se presenta informalidad en el tipo de contrataciones, 
porque generalmente son tercerizados, no pertenecen directamente a la empresa”. 
Asimismo, con esta opinión concuerda la experta en sostenibilidad Ángela Sarmiento, al 
tiempo que asegura que aquí en Colombia también se dan esas prácticas de explotación 
laboral: “hay un problema de satélites, de gente que cose en sus casas y les pagan 10 pesos 
por pegar botones”. Lo que quiere decir que el problema es más cercano de lo que se podría 
pensar, está en el país y no solo en el continente asiático. 
Ganan las empresas, no el medio ambiente 
El problema no termina ahí, dado que, en conjunto con costo humano, el costo ambiental es 
enorme. La cadena de suministro lineal en la que se fundamenta la industria, maximiza la 
elaboración de indumentaria barata y desechable, fabricada en grandes cantidades y que gasta 
muchos recursos naturales. La meta es vender tantas prendas como sea posible. 
Para la experta en sostenibilidad, Ana López, directora de la plataforma Wariluu -que busca 
concientizar a las personas sobre la moda-, antes de que se concibiera esta forma de 
producción, se manejaban a nivel mundial cuatro temporadas de tendencias, o sea los 
momentos en los que se renovaba la ropa en las tiendas: 
“Normalmente lo que pasaba era que Los Ángeles, Paris, Nueva York, definían una 
colección, había que esperar que esa pasarela bajara a la calle y de ahí que pasara a países 
suramericanos, eso tardaba más o menos de cuatro a seis meses”, asevera López. 
Es decir que, de acuerdo a la experta, se mantenía durante más tiempo la ropa que la gente 
estaba usando y, por lo que no había artículos nuevos en las tiendas, no se sentía la necesidad 
de comprar tan constantemente. 
La organización Green Peace, en su estudio “Timeout for fast fashion”, publicado en 2016, 
asegura que el ciclo de vida de los productos se acortó en un 50% entre 1992 y 2002. Además, 
la consultora global McKinsey&Co afirma que la producción de ropa se duplicó entre 2000 
y 2014, y la cantidad de prendas compradas cada año por el consumidor promedio aumentó 
en un 60%. 
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En el caso de Colombia, que es un país sin estaciones, los cambios de colección se 
determinaban anteriormente con las rebajas y con los eventos de la industria, como 
Colombiamoda y Colombiatex, con los cuales se ayudaban a definir las tendencias: “estas 
ferias marcaban los saldos y el inicio de una nueva temporada en los almacenes. Hablamos 
de dos colecciones grandes a nivel de Colombia”, ratifica la experta en sostenibilidad Ana 
López. 
En la era de la moda rápida, en cambio, desde el 2000 se han más que duplicado el número 
de colecciones. Según Mckinsey&Co, Zara ofrece 24 nuevas colecciones de ropa y H&M 
ofrece de 12 a 16 anualmente: “uno va y visita un centro comercial y se da cuenta que en un 
mes puede haber dos o hasta tres colecciones, que le llaman tres micro-colecciones, porque 
la gente comienza a querer algo diferente”, subraya Ana López. 
Para esta experta, considera que las redes sociales han contribuido con el crecimiento 
desmedido del consumo: “redes como Instagram y Facebook se convierten en nuevos nichos 
de mercado que están mediados por la inmediatez de las cosas. La gente comienza a querer 
algo diferente por la necesidad de querer mostrarse y exhibirse en estas redes sociales, a 
masificar un consumo para parecerse a un influenciador”, explica. 
La organización Green Peace, por su parte, en el estudio sobre el fast fashion, aseguró que la 
moda está llevando al límite la capacidad del planeta. “Este sistema tiene efectos ambientales 
descomunales: hacer ropa generalmente requiere usar mucha agua y productos químicos y 
emiten cantidades significativas de gases de invernadero”, corrobora Juan David Rincón, de 
la organización ambiental Ecolombia. 
Durante el 2019, según estadísticas de Euromonitor International, en el mundo se produjeron 
114 mil millones de prendas de ropa, 18 prendas por persona, lo que significa que se fabricó 
más del doble que hace 20 años. De la misma manera, la huella ambiental de la industria de 
la confección ha aumentado en la misma medida. 
El New Estándar Institute reveló que la moda ha sido catalogada como un propulsor del 
cambio climático, debido a que genera más del 8% del total de las emisiones mundiales de 
gases de efecto invernadero, según cifras publicadas en el 2018. Y si la industria continúa 
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como en la actualidad, para 2050 podría usar más del 26% del presupuesto global total de 
carbono. 
A lo largo del proceso de producción de la ropa (fabricación/consumo/descarte) hay varias 
afectaciones al medio ambiente. 
En principio, la selección de materiales ha jugado un papel clave en la transformación del 
sistema. Laura Añez, diseñadora de su marca homónima, explica que hay tres tipos de 
textiles, los cuales se diferencian por la forma en la que están creados. 
 Los textiles naturales: son de origen vegetal (como el algodón, el lino, el yute o la 
lana) o animal como (los cueros, las pieles y la seda). 
 Los textiles sintéticos: son generados por el hombre y provienen del petróleo (como 
el poliéster, el acrílico). 
 Los textiles artificiales: son generados por el hombre a partir de materias primas 
naturales como la celulosa. 
Sobre este punto, Ángela Sarmiento, experta en sostenibilidad, afirma que todas las fibras 
tienen un impacto, por la falta de responsabilidad detrás de la producción masiva. Según 
explica, los materiales más usados en el momento son el algodón, el poliéster y la viscosa. 
A los textiles que son derivados de recursos naturales los ronda el problema de los 
monocultivos, la contaminación por los pesticidas y las modificaciones genéticas para 
agilizar el proceso de crecimiento: “el algodón pareciera una fibra natural, y por eso mejor, 
pero los impactos de los monocultivos son gigantes. Para poder cubrir la demanda de ropa 
que hay en el mundo se utilizan muchos pesticidas que al final terminan dañando el terreno 
donde se está cultivando. Además, el cultivo de algodón gasta miles de litros de agua”, 
asevera Sarmiento. 
Con respecto a esto, la consultora de estrategias empresariales McKinsey&Co afirman que 
el algodón representa alrededor del 30% de todo el consumo de fibra textil y “fabricar 1 
kilogramo de tela genera un promedio de 23 kilogramos de gases de efecto invernadero”. 
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En cuanto a las fibras sintéticas y artificiales, las problemáticas se derivan por los residuos 
tóxicos que generan. De entre ellas, el poliéster es la fibra más usada a nivel mundial, segúnel CFDA A-Z Materials Index: “representa aproximadamente la mitad del mercado total de 
fibra y alrededor del 80% de fibra sintética, según el Informe de materiales de fibra preferidos 
de Textile Exchange 2017. En 2016, la producción de fibra de poliéster se estima en 52 
millones de toneladas métricas”. 
El poliéster sale del petróleo, por lo que se considera plástico. Juan David Rincón de la 
organización Ecolombia asegura que hay varios estudios que demuestran que este material 
arroja micropartículas de plástico con cada lavado. Por lo que se termina contaminando 
ecosistemas, siendo los desechos injeridos por animales y, finalmente, por los seres humanos. 
Rincón afirma que los microplásticos pueden traer consecuencias perjudiciales para la salud, 
como enfermedades cardiovasculares y respiratorias. 
 “Los textiles representan el 34,8% de contaminación mundial por microplásticos”, Fashion 
Revolution. 
 No siendo suficientes, los problemas del desperdicio de la masificación de la moda se 
agrandan en el desecho. La ropa que no se alcanzó a vender o que la gente saca de sus closets, 
termina en rellenos sanitarios o incinerada. 
La organización Fashion Revolution ha reportado que las marcas, después de las rebajas, han 
adoptado la práctica de quemar las prendas que se quedaron en stock. Lo que no solo 
evidencia el uso innecesario de recursos, sino que implica el aumento de gases contaminantes 
a la atmosfera. “Casi tres quintos de toda la ropa producida termina en incineradores o 
vertederos dentro de los años posteriores a su confección”, subrayó en el 2016 la consultora 
McKinsey&Co. 
Los problemas de la industria están señalados brevemente en la siguiente infografía: 
2. La moda sostenible, depuración del consumo 
María Jimena Daza, experta en moda sostenible, creó en el 2015 su tienda 
TrueLoveandPoems, para ser parte de la solución de los problemas que hoy aquejan al sector 
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del vestuario. La moda sostenible, desde su aprendizaje, se basa en tres pilares: las personas, 
el medio ambiente y el desarrollo económico. 
Véalo explicado en sus palabras en el siguiente vídeo: 
Un ejemplo efectivo del equilibrio que se tiene que generar entre los tres ejes para que 
funcione el slow fashion es la marca colombiana LISH, de la diseñadora Diana Gómez. Ella 
trabaja el ámbito social asegurando que doña Estela, la confeccionista con la que colabora 
desde hace años, tenga un pago justo, las condiciones apropiadas para trabajar y la carga 
adecuada de pedidos. 
La diseñadora colombiana cree firmemente que para hacer un trabajo artesanal y contar una 
historia a través de sus diseños no es una condición necesaria ir en busca de una población 
vulnerable como, dice ella, hacen muchos diseñadores. “Yo no trabajo con comunidades 
indígenas sino con gente normal, porque también creo que es algo necesario sacar la cara por 
estas personas que aunque no enfrenten ninguna dificultad, pueden correr el riesgo de ser 
explotados laboralmente”. 
Diana Gómez cuenta que ha trabajado con las mismas personas desde hace algunos años, por 
lo que han creado una relación sinérgica, por la forma en la que están aprendiendo los unos 
de los otros. 
Desde el aspecto económico, Diana Gómez afirma que la sostenibilidad tiene que hacer 
también a su negocio rentable, no apuntarle a ideales que no son aplicables: “la moda per se 
tiene muchos retos en cuanto a lo que es la economía, por los precios con los que se compite”. 
Los altos costos de una prenda deberían ser una garantía de la calidad y reflejo de los buenos 
procesos, según reitera la diseñadora colombiana. 
El último eje, no por esto el menos importante, es el ecológico. Gómez cree que para ser 
consecuente con su teoría de trabajo no se debería producir más ropa, pero lo que intenta es 
mostrar que se pueden hacer compensaciones para seguir fabricando: “tenemos patronajes 
cero waste para reducir los residuos y escogemos nuestros materiales a consciencia, 
orgánicos o simplemente naturales”. 
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Contrario a lo que se podría asumir, Diana Gómez admite que no es posible del todo eliminar 
los poliésteres considerando que es una fibra duradera y que, a veces, son necesarios en las 
prendas: “el conocimiento nos lleva a reconocer el performance de cada textil dentro de la 
prenda, porque eso va a llevar a que dure más y a que la confección sea mucho más fácil. 
Nos interesa que los materiales sean de alta calidad para que la ropa sea más duradera”. 
La durabilidad no solo depende de la prenda, también de quien la adquiere. Las tendencias y 
las prendas se trasforman constantemente, como lo puede hacer el cuerpo de quien las usa. 
Diana Gómez, con el fin de enfrentarse a esas problemáticas y hacer atemporales sus 
colecciones, afirma que incentiva una versatilidad en sus diseños, “si vas a hacer moda, son 
necesarios pequeños cambios, como poner los ruedos más largos en las prendas por si lo 
quieres soltar, o que la talla se pueda adaptar un poco, esas pequeñas cosas son importantes”. 
La moda sostenible se basa en preguntarse qué está mal y cómo resolverlo. Desde la 
organización Fashion Revolution, se motiva a los compradores a cuestionar a las marcas 
¿quién hizo mi ropa? y ¿qué hay en ella? Esto con el fin de tomar decisiones informadas a la 
hora de comprar. 
“En nuestra época hemos olvidado el origen de las cosas. Como vivimos en la era de la post-
industrialización, pensamos que todo se genera espontáneamente, realmente no conocemos 
casi nada de lo que consumimos y por los cuales pagamos”, asegura la directora de Fashion 
Revolution Colombia, Angélica Salazar. 
“Ponerle una cara humana”, como dice Salazar, a todo el proceso que toma confeccionar una 
prenda, desde la misma persona que ha cultivado una semilla de algodón, hasta quien la 
vende, debería persuadir de apoyar a las empresas de fast fashion. 
Por su parte, Ángela Sarmiento, la experta en moda colaborativa, asevera “si nosotros 
compramos y no sabemos lo que estamos apoyando con nuestra compra seguimos validando 
este tipo de malas prácticas. Si yo le sigo comprando a Zara, Stradivarius y a H&M sé que el 
dinero se va a sus países y que, aparte, están esclavizando en otros lugares a otras personas, 
entonces estoy apoyando eso”. 
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Usted como comprador puede alejarse de caer en los trucos del fast fashion comprando 
productos locales. Ese es el consejo de Fashion Revolution y de Sarmiento, que afirma que 
“cuando apoyamos lo nacional el dinero se queda en el país, no se va para las marcas de 
afuera”. 
 La cuestión de potenciar lo “hecho en Colombia” es, primero, para reducir los gases de 
efecto invernadero que se producen por el transporte de cargas y, segundo, tener mayor 
capacidad para conocer el trasfondo de una prenda. “Se supone que lo nacional no es 
tercerizado y hay muchas cosas que se producen acá. Una de las formas en que uno puede 
crear el cambio es apoyar a la industria nacional”, afirma Angélica Salazar. 
Tamara González Litman, editora del medio Manual de la Moda, considera desde su análisis 
de la moda colombiana que las empresas del país están comprometiéndose cada vez más con 
la sostenibilidad. Sin embargo, no hay claridad sobre las metas a alcanzar sin disminuir sus 
ventas. 
Lo local tiene impreso en su confección una historia. Los diseñadores que piensan en depurar 
el sistema buscan el beneficio de más personas, más allá de solo el propio. Tamara González 
Litman, en este sentido, considera que compartir sobre el detrás de cámara de la ropa puede 
generar el cambio: “una prenda que tiene artesanía uno no la bota y uno vuelve a la marca a 
ver que más hay. Uno se la pone y todo el mundo en la calle te pregunta dónde la compraste”. 
La sostenibilidad no implica solo usar telas orgánicas y no contaminar el medio ambiente. 
La editora del Manual de la Moda considera que las empresas deben preocuparse por todos 
los procesos

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