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05 Madman - Onley James

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Nota del staff 
 
Esta traducción está hecha sin fines de lucro, es un trabajo realizado por lectoras 
a lectorxs con el fin de compartir contenido y que todos puedan leer. 
Nosotras no ganamos nada monetariamente, solo la satisfacción de compartir. 
Con esto no queremos desprestigiar el arduo trabajo que todos los escritores 
invierten en sus historias. Incentivamos a la compra legal del material para 
apoyar a los autores en fin de retribuir de una forma monetaria como 
agradecimiento de estos las bellas historias que tanto amamos. 
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Advertencia: este libro contiene inquietantes representaciones fuera de página 
de agresión sexual a un personaje secundario, así como juegos de sangre y juegos 
de cuchillo consensuados. 
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Contenido 
 
Sinopsis 
Prólogo 
Capítulo Uno 
Capítulo Dos 
Capítulo Tres 
Capítulo Cuatro 
Capítulo Cinco 
Capítulo Seis 
Capítulo Siete 
Capítulo Ocho 
Capítulo Nueve 
Capítulo Diez 
Capítulo Once 
Capítulo Doce 
Capítulo Trece 
Capítulo Catorce 
Capítulo Quince 
Capítulo Dieciséis 
Capítulo Diecisiete 
Capítulo Dieciocho 
Capítulo Diecinueve 
Capítulo Veinte 
Capítulo Veintiuno 
Capítulo Veintidós 
Epilogo 
Bonus Epilogo 
Próximo en la Serie 
Acerca de Onley James 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Sinopsis 
 
Avi Mulvaney es muchas cosas: es un hijo, un gemelo, el propietario de la marca 
de moda Gemini… Un psicópata asesino. Juntos, él y su hermano Asa, conforman 
un monstruo brutalmente eficiente, librando al mundo de depredadores que 
victimizan a los inocentes. La historia ha demostrado que a Avi y a Asa no les va 
bien ser separados, pero su padre ha tomado la decisión de probar esa teoría. 
Félix Navarro sabe exactamente quién es: Un hermano menor, un fashionista, un 
vigilante. Si bien no está contento con que su hermano mayor se haya casado con 
un Mulvaney, la unión tiene sus cosas positivas. Como una pasantía pagada con 
Gemini. Pero todas las cosas buenas tienen un costo y, para Félix, eso es tener 
que soportar a Avi Mulvaney todos los días, lo que inevitablemente lo lleva a 
pensar en él todas las noches. 
A Félix no le gusta Avi. Es arrogante, condescendiente, autoritario e inapropiado. 
También es muy sexy, brillante y es doblemente letal en comparación a Félix. 
Aun así, Félix lo detesta. Incluso si sigue dejando que él lo bese. Y lo toque. 
También, incluso aunque se revolcaron una vez. Claro que fue sexo de odio y 
nunca volvería a suceder de nuevo. Nunca. 
Excepto que envían lejos a Avi para que ayude a acabar con una red criminal 
peligrosa y él ordenó a Félix que lo acompañara. 
Félix ha prometido mantenerse fuerte. Debe recordar que odia a Avi. Pero están 
atrapados juntos y solo hay una cama, y es muy difícil odiar a Avi en la oscuridad 
cuando le susurra que Félix le pertenece. Félix no pertenece a ningún hombre, 
pero Avi está decidido a que sí. Tiene una semana para demostrarle a Félix que él 
es la excepción a su regla. Después de todo, ¿Quién puede decirle que no a un 
Mulvaney? 
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Prólogo 
Thomas 
 
Los dos niños yacían en el piso de la sala de juegos, uno apuntando sus pies hacia 
el norte y el otro hacia el sur, sus cabezas encajadas una al lado de la otra lo 
suficientemente cerca como para que sus cabellos castaño oscuro se mezclaran, 
dándoles la apariencia de que alguna vez fueron una unidad. Lo eran. Gemelos. 
Idénticos. Espejo. 
Pequeños psicópatas en ciernes. 
—¿Puedo conocerlos? —preguntó Thomas. 
—¿Todavía los quiere? —preguntó la Dra. Rice—. Le acabo de decir que se 
lastiman por diversión. 
¿Lo hacían, sin embargo? Claramente, uno era el agresor y el otro la víctima. 
¿Ambos disfrutaban verdaderamente del dolor, o uno disfrutaba dar y el otro de 
recibir? 
Verdaderos espejos. Esto le daría una nueva profundidad a su investigación. Y 
debajo de todo lo demás, esto no solo era una investigación. Era una misión. 
Thomas frunció el ceño hacia la mujer. 
—Sí. Definitivamente los quiero. 
—No solo se comunican telepáticamente. Hablan un idioma que ninguno 
de los miembros del personal reconoce. Como si estuvieran hablando en 
dialectos. O algo así... Creemos que han inventado su propio idioma. 
—Eso es bastante común en gemelos, Dra. Rice —Él la miró a los ojos para 
que ella entendiera que no estaba diciéndolo a la ligera—. Los quiero. 
Ella no era capaz de ver el panorama general. Observaba a los gemelos y veía un 
problema. Thomas los veía como una oportunidad. Una creación divina. Estaba 
criando a una legión de psicópatas. La información que compartió la mujer los 
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volvía ideales, otra faceta de su investigación. Algo más que podría manipular y 
estudiar. 
—¿Puedo reunirme con ellos ahora mismo, por favor? —preguntó, esta vez 
con más urgencia. 
Ella lo miró fijamente, como si él fuera el verdadero monstruo, pero luego asintió. 
Cuando abrió la puerta de la habitación, los chicos se enderezaron, adoptando 
una posición casi similar a la de un sujeta libros, su postura era perfecta, tan 
idéntica que era imposible distinguirlos. De verdad era algo extraño. 
Thomas se acercó a ellos lentamente, mientras ambos lo miraban de arriba abajo, 
evaluándolo tan eficientemente como lo haría cualquier escáner. La Dra. Rice 
tenía razón. Ellos trabajaban equipo. Como los velociraptors. El pensamiento 
apareció en su cabeza espontáneamente, y lo sacudió. Pero aun así era una 
comparación válida. Eran inteligentes, mortales, y cazaban en manada. Siempre 
estaban buscando debilidades… unos verdaderos depredadores. 
Y él estaba mirando a dos verdaderos depredadores. Estaba dispuesto a apostar 
que uno de ellos era el más dominante. Una emoción lo recorrió ante la idea de 
poder estudiar de verdad a este par de criaturas tan únicas. 
Decidió encontrarse con ellos en su territorio. Se sentó en el suelo frente a ellos, 
reflejando su postura. Se miraron el uno al otro, claramente comunicándose, 
antes de que ambos regresaran a mirarlo en blanco. 
—Soy Thomas —dijo—. ¿Qué es lo que acaban de decirse el uno al otro 
acerca de mí? —Preguntó, manteniendo un tono conversacional. 
—¿Qué quieres decir? —preguntó el de la férula. 
Excelentes mentirosos. Perfecto. 
—Está bien. No tienen que mentir. Sé que algunos gemelos pueden 
comunicarse sin palabras. Algunos incluso tienen lenguajes secretos. Escuché que 
ustedes pueden hacer ambas cosas. 
El chico sin la férula frunció el ceño, mirando a Thomas como si fuera un tonto. 
—No tenemos ningún lenguaje secreto. 
—El personal dice que hablan en un idioma que no reconocen. 
El chico de la férula puso los ojos en blanco. 
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—Que estúpidos, es arameo. 
Los ojos de Thomas se abrieron. 
—¿Arameo? ¿Dónde aprendieron arameo? 
—Nuestra niñera. 
 —¿Su niñera habla arameo? 
El que no tenía la férula habló. 
—Es de Siria. 
El otro asintió. 
—De Maaloula. En las montañas. Era muy bonita. 
Claramente sentían cariño por la mujer. Interesante. 
—¿Eran cercanos a ella? —preguntó Thomas. 
—Nos colaba comida —Dijo el que no tenía la férula. 
—Y nos cantaba para dormir —agregó su homólogo. 
—Y nos escondía de nuestra madre cuando se olvidaba de tomarse sus 
pastillas. 
Thomas asintió. 
—Es bueno que tuvieran a alguien como ella. ¿Podrías decirme qué le 
dijiste cuando entré? 
Una vez más, los chicos se miraron. Finalmente, el entablillado respondió. 
—Dije que eres otro médico. 
Thomas sonrió. 
—Lo soy. Pero no como ellos. No busco más pacientes. 
No era exactamente una mentira. Estaba buscando una familia. Uno cuyos 
objetivos se alinearan con los suyos. Niños que siguieran órdenes y corrigieran 
los errores del mundo sin sentir culpa o remordimiento. Luego deseaba tomar ese 
modelo y expandirlo. El mundo necesitaba una limpieza, y Thomas no se 
detendría ante nada hasta que encontrara la manera de lograr ese objetivo. 
—Entonces, ¿Qué estás buscando? —preguntó el chicosin la férula. 
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Thomas encontró su mirada penetrante. 
—Niños. A los que criar. Niños como ustedes. 
El chico de la férula ladeó la cabeza. 
—Eso es lo que nuestros últimos padres también dijeron. 
El otro asintió. 
—Y luego trataron de separarnos. 
La mandíbula del primer niño se tensó y ya no parecía desinteresado, se miraba… 
¿Cómo había dicho la Dra. Rice? Vacío. 
—Y después nos regalaron. 
Ese tipo de cambio constante de reglas y regulaciones podría conducir a una 
fractura que sería imposible de reparar. Estos chicos necesitaban estabilidad. Con 
urgencia. 
—¿Querían quedarse con su última familia? 
Los dos se miraron, compartiendo una sonrisa astuta y secreta que 
definitivamente le habría dado pesadillas a la Dra. Rice por toda la eternidad. 
El que no tenía la férula finalmente se encogió de hombros. 
—No. Eran aburridos. Almira nos cuidaba. 
—¿Almira era su niñera? —Confirmó Thomas. 
Volvieron a mirarse durante un largo momento, como si estuvieran decidido si 
Thomas se había ganado o si merecía la verdad. Una vez que tomaron la decisión, 
el dominante, el que no tenía la férula, dijo:—Sí. 
—Nos contaba historias sobre Siria —confirmó el otro. 
El primero asintió. 
—Sobre su pueblo. 
El segundo niño comenzó a juguetear con su férula, lastimándose 
deliberadamente, luego respiró hondo y dejó escapar el aire. 
—Nos llamaba Arsu y Azizos. 
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El pulso de Thomas se disparó. Nombres que empezaban por A. Tenía que ser 
una señal. 
—¿Por qué los llamaba así? ¿Lo saben? 
—Dijo que Arsu significaba dios de la estrella vespertina y Azizos dios de la 
estrella matutina. 
Estrella de la mañana. Como Lucifer, el portador de la luz. 
—Y ¿Quién es quién? 
El dominante dijo:—Soy Arsu. 
—Azizos —dijo el otro. 
Thomas miró de uno al otro entre los dos. 
—¿Así es como se llaman? 
Le dieron idénticas miradas de desdén. 
—No. 
—¿Cómo se llaman el uno al otro, entonces? —Thomas preguntó 
pacientemente. 
—Yo lo llamo Asa. Él me llama Avi —Dijo el chico de la férula. 
—¿Por qué? 
Una vez más, los dos parpadearon hacia él como si fuera un tonto. 
—Porque esos son nuestros nombres. 
Thomas volvió a mirar hacia la ventana en donde estaba la Dra. Rice con los 
brazos cruzados sobre el pecho y una expresión de preocupación en el rostro. 
—Eso no es lo que dice su formulario de admisión. 
Asa se encogió de hombros. 
—Esos son los nombres que nos dieron nuestros otros padres. No son 
nuestros nombres reales. 
Thomas frunció el ceño. 
—Y ¿Quién les dijo sus nombres “reales”? 
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Asa bufó. 
—Nadie. Simplemente son nuestros nombres. 
Thomas examinó sus rostros. Hablaban enserio. Era una posibilidad que los dos 
hubiesen estado escuchando los nombres sirios de la mujer durante tanto tiempo, 
que ahora los habían simplificado y no recordaban haberlo hecho. Pero lo decían 
con tanta seguridad que el propio Thomas no tuvo más remedio que decir:—
Entonces así es como los llamaré. 
Se miraron y luego asintieron definitivamente con la cabeza. 
—Okey. 
Thomas respiró hondo. Esta siempre era la parte más difícil. 
—¿Les gustaría ir a casa conmigo? ¿Ser mis hijos? 
—¿Alguna vez nos separarás? —preguntó Asa. 
Thomas negó con la cabeza. 
—No permanentemente, no. Nunca. Es posible que deban estar separados 
durante horas o tal vez incluso un día. 
—¿Vas a golpearnos? —preguntó Avi. 
—Nunca. 
—¿Nos matarás de hambre si nos portamos mal? —Presionó Asa. 
—¿Vas a poner candados en la nevera y en los armarios? —Avi continuó 
antes de que Thomas pudiera responder. 
Jesús. No importa cuántas historias de terror escuchara Thomas, nunca hacía 
todo más fácil. La gente era cruel. Gran parte de la humanidad era un lugar 
oscuro. Los académicos habían debatido durante mucho tiempo si este nivel de 
depravación era algo con lo que una persona nacía o si era en lo que 
inevitablemente se convertía. Thomas también quería respuestas, aunque no para 
el mejoramiento de la ciencia, sino para el avance del mundo. 
—No. Siempre tendrán acceso a alimentación, medicina y ropa. Y cualquier 
otra cosa que necesiten. Habrá reglas. Reglas estrictas. Pero, mientras las 
cumplan, creo que les gustará la vida en mi casa. 
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Intercambiaron otra mirada, manteniendo una conversación en completo 
silencio. Él los quería. Podrían ser felices con sus hermanos. Podrían alcanzar su 
máximo potencial con Thomas en cualquier forma que se mostraran. Ellos solo 
tenían que ver su punto de vista. 
Su investigación podría hacer del mundo un lugar mejor. Niños psicópatas 
criados para corregir los errores de un sistema de justicia que seguía dejando a 
los monstruos escaparse por las grietas. Era perfecto. No porque los psicópatas 
estuvieran predispuestos a matar, sino porque carecían de remordimiento o 
empatía. Thomas lo sabía de primera mano. Estos dos encajarían 
maravillosamente. 
—¿Prometes que no nos separarás? —Asa volvió a preguntar. 
Thomas asintió. 
—Si tú me muestras respeto, yo haré lo mismo. 
—Pero, y ¿Si no lo hacemos? —preguntó Avi. 
—¿No respetarme? —Preguntó Thomas con una risa. 
Ellos asintieron. 
—Bueno, supongo que tendrán que prescindir de algunas de las cosas que 
les interesan. Pero nunca sus necesidades. Nunca les negaré comida, refugio o 
seguridad. 
No como niños, al menos. Como adultos, se harían concesiones según fuera 
necesario. Pero esa era una lección que aprenderían dentro de muchos años. En 
este momento, necesitaba encontrarse con ellos en el punto donde estaban. El 
resto vendría después. 
—Pero, creo que a ambos les gustará mi casa y mi... visión única del 
mundo. De hecho, lo sé. ¿Qué dicen? 
Se miraron largamente, luego ambos se dieron la vuelta, con una lenta sonrisa 
extendiéndose por sus rostros al unísono. 
—Decimos que sí —dijeron como uno solo. 
Thomas tendría que vigilar a estos dos con mucho cuidado. 
—Entonces, vayamos a casa. 
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Capítulo Uno 
Avi 
 
Avi apagó la luz de su escritorio y se pasó las manos por la cara. Asa le había 
enviado un mensaje de texto diciendo que su padre quería verlos, solo a ellos, 
mañana por la noche. Eso nunca significaba algo bueno. Forzó su cerebro, 
tratando de pensar en lo que podrían haber hecho para que su viejo se enojara. 
Cumplían con sus asesinatos y seguían las reglas como siempre. Que él supiera, 
nadie había flotado en el río ni había sido desenterrado en un terreno baldío. 
Pero, claramente, Thomas tenía algo en mente. 
Asa le había pedido que se reunieran en el club, pero definitivamente estaba en 
un período de sequía. Avi nunca había tenido dificultades para echar un polvo. 
Era atractivo y rico y tenía una copia al carbón de sí mismo que siempre estaba 
dispuesto a compartir. Pero, en los últimos meses, sus acciones en ese aspecto se 
habían desplomado de forma misteriosa. Los tipos que alguna vez habían estado 
muy interesados lo evitaban, lo miraban mal, y algunos habían comenzado 
algunos rumores francamente viciosos y –con suerte–, falsos sobre su... destreza 
en la cama. Alguien estaba difamando su nombre, pero, hasta el momento Avi no 
había encontrado el punto de filtración. Y en cuanto lo hiciera, planeaba follarlo y 
redimirse. 
Se sacudió el pensamiento, reuniendo sus bocetos y guardándolos en la caja 
fuerte, antes de dirigirse hacia la salida. El lugar estaba desierto excepto por los 
de seguridad y limpieza. Todas las luces del techo estaban apagadas, todo el 
edificio estaba iluminado únicamente por las luces del generador. Siempre había 
un silencio ensordecedor a esta hora de la noche. O debería haber sido de esa 
manera, de cualquier forma. 
En cambio, se escuchó el sonido de juramentos suaves y alguien murmurando 
por lo bajo en un idioma que Avi no hablaba. Mandarín, tal vez, o quizás 
cantonés. Félix. ¿Por qué Félix seguía en el edificio tan tarde? La mayoría de los 
internos se habían ido alrededor de las ocho, incluso los que estaban siendo 
pagados. Pero allí seguíaél, en la trastienda maldiciendo sobre una línea azul 
mientras tiraba de un hilo a través de la tela. 
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Como siempre, Avi se quedó sin aliento y una extraña sensación se instaló en su 
estómago al mirarlo. Félix era... un enigma. Delicado, esbelto, con cabello negro 
como la tinta que caía sobre unos profundos ojos marrones, a menos que lo 
llevara atado lejos de los ángulos afilados de su rostro. Como hacia ahora mismo. 
Era descarado, furioso y letal, teniendo o no un arma. 
Las pautas de la compañía establecían que todos los empleados debían usar al 
menos una pieza de ropa de Gemini, pero, como de costumbre, Félix había 
ignorado la política en su totalidad, optando por algo que parecía una falda 
escocesa de cuero y una blusa verde de seda que hacía que su piel dorada y 
bronceada brillara. Pero, a diferencia de otros días, se había puesto un feo 
cárdigan raído sobre el atuendo. Lo había notado esa mañana, pero Félix estaba 
de tan mal humor que no había preguntado al respecto. Él era… espinoso. 
Pero algo lo estaba molestando. Por lo general, Félix caminaba por Gemini como 
si fuera el dueño de la empresa, hablándole a todos –incluyendo a Avi–, como si 
respondieran ante él. Avi había recibido cientos de quejas sobre el pasante que 
aparentemente no conocía su lugar. Pero, a Avi no le importaba realmente lo que 
hiciera Félix. Debería, eso es lo que hacían los adultos. La forma responsable de 
actuar. 
Debería llevarlo a un lado y reprenderlo verbalmente, pero eso no funcionaría. 
Félix simplemente le daría a Avi una mirada, esa que lo hacía parecer como si 
conociera algún secreto que pudiera destruirlo, y luego se iría. Avi solo reprendió 
a Félix cuando sabía que eso lo irritaría. Porque un Félix furioso, era la versión 
favorita de Avi. 
Avi golpeó suavemente el cristal. La cabeza de Félix se sacudió hacia arriba, 
nivelando una mirada fulminante mientras observaba a Avi por encima de su 
nariz. Arrogante era la configuración predeterminada de Félix. En su mente, él 
era realeza y el resto del mundo eran campesinos. Y Avi amaba jodidamente eso 
de él. 
Entró y se dio cuenta de que Félix todavía estaba cosiendo lentejuelas en un 
mono para la sesión de fotografías del próximo lunes. 
—¿Sigues trabajando en eso? 
La mirada que Félix le dirigió hizo que Avi se preguntara si estaba armado, y si 
vería el ataque venir. 
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—¿Alguna vez has tenido que coser a mano mil lentejuelas en el trasero de 
un mono? —Félix gruñó. 
Avi lo pensó. 
—No. Yo era un niño cuando los monos con palabras en el trasero eran una 
tendencia de moda. 
—Bueno, es jodidamente difícil. Mira mis dedos —Le mostró a Avi su mano 
magullada e hinchada. 
Avi se lamió el labio inferior mientras observaba los dedos largos y ágiles de Félix 
y las uñas cuidadas y afiladas en punta. Conveniente. 
—¿Quieres que los bese para que te sientas mejor? 
Félix bufó. 
—¿Quieres que te apuñale en la cara con un par de tijeras de tela? 
Avi ya podía sentir su pene endureciéndose. 
—Detente, me estás excitando. 
Félix se desinfló y volvió a coser sus lentejuelas. 
—Estás completamente jodido otro nivel —Murmuró. 
Avi sonrió. 
—Culpable de cargos. 
Una vez más, Félix dejó caer la tela. 
—¿Hice algo para para hacerte enojar? ¿Más de lo habitual, quiero decir? 
Avi frunció el ceño. 
—¿Alguna vez me has visto enojado? ¿En algún momento? ¿Especialmente 
contigo? 
El labio inferior de Félix sobresalió de una manera que no debería haber excitado 
a Avi, luego se encogió de hombros con delicadeza. 
—No, pero no veo a ninguno de los otros pasantes trabajando como unos 
esclavos. 
¿Esto era por lo del mono? 
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—Parecías necesitar una distracción. 
Félix lo miró fijamente. 
—Y ¿Tomaste eso en el sentido de que una tortura medieval es lo que me 
animaría? 
Avi frunció el ceño con más fuerza, perdido, mientras se acercaba más. 
—¿Qué? No. Estaba tratando de ser agradable. 
—¡Agradable! —espetó Félix—. No podré usar mis manos durante una 
semana. 
Avi le dio su sonrisa más sexy. 
—Es una pena. Podría pensar en tantas cosas que esos dedos podrían 
hacer. 
Félix lo abofeteó lo suficientemente fuerte como para que su cabeza volara hacia 
un lado, dejando una estela de fuego a su paso. Cuando Avi se rio, Félix volvió a 
levantar la mano, esta vez cerrada en un puño. Avi lo agarró de las muñecas y las 
sujetó detrás de su espalda. 
—Si sigues abofeteándome así, voy a pesar que te gusto o algo parecido. 
El rostro de Félix se sonrojó. 
—Jódete. 
 —¿Si te jodo mejoraría tu día? 
Félix jaló sus muñecas hacia atrás. 
—Eres el peor. 
Por lo general, Avi se contentaba con interpretar al villano, pero, por alguna 
razón esta vez no podía dejarlo pasar. 
—¿Sabes a cuantos pasantes hice enojar al darte este trabajo? —Señaló con 
la barbilla hacia el mono de lentejuelas. 
Por una vez, Félix pareció desconcertado. 
—¿Qué? 
Avi negó con la cabeza. 
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—Tu nombre estará en los créditos de la revista. Estoy bastante seguro de 
que están tramando tu muerte, incluso mientras hablamos. Los escucho en la 
cafetería. Te odian. Quiero decir, todo el mundo te odia… excepto yo. Creo que 
estás bien. 
Félix pareció dejar pasar ese conocimiento, como si ni siquiera lo hubiese 
escuchado. 
—¿Por qué harías algo como eso? 
Avi estaba lo suficientemente cerca para sentir el calor del cuerpo de Félix y su 
aliento en la piel para el momento en que habló. Olía a chicle de menta verde. 
Tuvo que obligarse a sí mismo a concentrarse en la pregunta. 
—Porque literalmente dijiste: “Estoy teniendo un mal día. Necesito una 
distracción" —Repitió, elevando su voz a una imitación suave y entrecortada de la 
voz de Félix. 
Eso hizo que Félix se quedara quieto. 
—¿Cómo supiste que dije eso? 
Avi se encogió de hombros. 
—Te escuché en el teléfono cuando llegaste hoy. 
—¿Escuchaste mi llamada? 
—Si. Y quería hacer algo lindo por ti —dijo Avi, exasperado, mientras que 
Félix parecía frustrado—. ¿Por qué estás teniendo un mal día, de todas formas? 
Para horror de Avi, Félix se echó a llorar. Se limpió las lágrimas sin dejar de 
mirarlo como si algo de todo esto fuera su culpa, y Avi estaba al menos en un 
ochenta y siete por ciento seguro de que no era así. 
—No estoy llorando por ti. Solo para que lo sepas. Es mi cumpleaños. 
Avi parpadeó. 
—Oh —murmuró, como si eso tuviera perfecto sentido. 
—Es mi cumpleaños, uno grande. Todo un hito. Veintiuno. Pero mis padres 
no están. Papá está muerto. Mi mamá… ya sabes, está en una casa de acogida. 
Solía hacerme este postre y… Uff, no importa —Se llevó el jersey a la nariz y se 
secó las lágrimas con la manga. 
|
 
La comprensión lo invadió. El suéter feo pertenecía a la madre de Félix. 
—Yo... no lo sabía. 
Félix sollozó. 
—¿Por qué habrías de saberlo? Yo solo... quería un día en el que no tuviera 
que pensar en nada triste. 
—¿Por qué no dijiste algo? —preguntó Avi. 
—¿Por qué? ¿Qué hubieses hecho al respecto? —Respondió Félix. 
Avi se adelantó, inclinando sus labios sobre la boca suave pero inflexible de Félix, 
sin profundizar el beso, pero tampoco alejándose. Félix lo empujó, abofeteándolo 
con fuerza por segunda vez. Antes de que Avi pensara en reaccionar, Félix se 
agarró de su sudadera con capucha y lo arrastró hacia adelante, rompiendo sus 
labios en un beso que se volvió sucio muy rápidamente. Los brazos de Avi lo 
rodearon sin pensar, y Félix envolvió sus miembros alrededor de él igualando a 
una enredadera. 
Avi lo alzó y lo dejó sobre la mesa, meciéndose contra él y gimiendo cuando se 
cuenta que Félix estaba igual de duro. 
—¿Que estamos haciendo? —preguntó contra su boca. 
—Fóllame —jadeó Félix, sin romper el beso. 
El cerebro de Avi sufrió un cortocircuito. 
—¿Qué? 
—Fo. Lla. Me —Repitió Félix, enfatizando cada palabra con otro beso 
sucio—. Es mi cumpleaños. 
La polla de Avi palpitaba detrás de su cremallera. No había forma de que se 
negara a eso.No podía quitarle las manos de encima. La falda escocesa, o la falda 
de Félix, o lo que fuera, daba a Avi total libertad para pasar las manos debajo de 
ella. Sus dedos rozaban una piel tan suave como pétalos hasta la polla dura 
encerrada en unas bragas de encaje. Mierda, se sentía como un maldito 
adolescente. 
—No tengo lubricante, ni condones. 
—Eres un maldito asesino en serie. Improvisa —Le exigió Félix contra sus 
labios. 
|
 
Joder, Félix era un mandón en todos los ámbitos de su vida. Miró a su alrededor 
y agarró una botella de la encimera. Aceite de coco que usaban para lubricar las 
máquinas de coser. Arrastró a Félix fuera de la mesa, lo hizo girar y lo inclinó 
hacia adelante, dejándose caer de rodillas para arrastrar esas bragas de encaje 
hasta la mitad de sus muslos. Mordió suavemente cualquier rastro de piel a su 
paso, queriendo tomarse su tiempo y probar cada centímetro de él. 
—No necesito juegos previos. Te quiero dentro de mí. Ahora. 
Cristo. 
Avi le levantó la falda de cuero, tomándose unos momentos para apreciar imagen 
obscenamente sexy de Félix, antes de empujar su propia ropa fuera del camino y 
agarrar el aceite de coco. Se roció los dedos y tocó el surco entre las nalgas de 
Félix, mordiendo un gimió cuando los empujó dentro de la tensa entrada. 
Mierda. 
Félix hizo un sonido roto como un “hnff” que hizo que Avi tuviera que recordarse 
que no podía correrse sin siquiera haber entrado antes. Félix estaba tan 
malditamente apretado. Después de un minuto, empujó un segundo dedo junto al 
primero, moviéndolos hacia adentro y hacia afuera lo mejor que podía. 
Félix se volvió, mirándolo enojado. 
—Solo apresúrate. Necesito sentirte dentro de mí. 
Avi sonrió, sacudiendo la cabeza. 
—Tan mandón —murmuró, deslizándose hacia arriba y presionando la 
punta de su pene contra la entrada de Félix, dudando por unos momentos. 
Ambos gimieron cuando Avi se empujó dentro. Félix estaba tan dolorosamente 
apretado. Le tomó tres intentos siquiera deslizarse dentro—. Joder, relájate para 
mí —lo engatusó, sus manos agarrando la estrecha cintura de Félix—. Déjame 
entrar. 
Félix gimió y luego se mordió los labios. Pronto, Avi pudo moverse con facilidad, 
pero necesitó mantener un ritmo. Rápidamente se estaba volviendo adicto a la 
presión del agujero de Félix que parecía ordeñarlo con cada embestida. 
Félix arqueó la espalda. 
—Mierda. Si. Justo así. Pero más duro. 
Avi se dio cuenta de que Félix se estaba masturbando debajo de la mesa. 
|
 
—Dios, eres tan malditamente perfecto. 
—Lo sé —jadeó Félix—. Tira de mi cabello —Avi hizo lo que le pidió, soltó la 
banda elástica y enlazó sus dedos entre los sedosos mechones de Félix, tirando de 
él hacia atrás, agarrándolo por las caderas para poder embestir contra él—. Oh, 
mierda. Si. Si. Sigue haciendo eso. No te detengas. Estoy tan cerca. Sólo un poco 
más. 
Avi nunca antes había estado con alguien que dominara durante el sexo, pero lo 
ayudaba el saber que Félix estaba a punto de llegar. No estaba seguro de cuanto 
más sería capaz de aguantar. Cuando le besó la delgada columna de su garganta, 
Félix lo apartó. 
—No necesito eso. 
Avi le dio una nalgada en el trasero, ganándose un gritito de sorpresa. 
—Bueno, pues yo sí. Compórtate 
Félix gimió en ese momento y Avi pudo sentir los espasmos a su alrededor. 
Realmente había estado cerca. ¿Acaso fue la nalgada lo que lo llevó al límite? 
Mierda. Eso fue justo lo que Avi necesitaba, todo su cuerpo comenzó a temblar de 
placer mientras se corría. Debería haberse retirado, pero no lo hizo. No pudo. Se 
estaba derramando dentro de Félix, bombeando sus caderas completamente 
reacio a dejar el cálido calor de un cuerpo con el que había pasado interminables 
horas fantaseando. 
Cuando Avi se ablandó dentro de él, lo soltó. Antes de que pudiera decir algo, 
Félix se acomodó la ropa, pasando una mano por su blusa verde y ajustándose el 
suéter a su alrededor. 
—Necesito terminar esto —dijo, volviendo a su asiento y despidiendo a Avi 
como si fuera una prostituta de dos dólares. 
Avi se quedó allí mirándolo durante un largo rato. 
—Puedo hacer que alguien termine esto por la mañana, o puedes hacerlo en 
un par de días. Todavía hay tiempo. 
Félix sacudió rápidamente la cabeza y el cabello le cayó sobre la cara. 
—No, está bien. Si mi nombre va a estar allí, entonces debería ser yo quien 
haga el trabajo. 
—De acuerdo —dijo Avi, todavía vacilante—. Deberíamos… 
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—Puedes irte —dijo Félix, en tono agudo. 
—Sabes que yo soy el jefe aquí, ¿Verdad? —preguntó Avi, divertido. 
Félix le lanzó una mirada atrevida hacia él y sus pantalones, todavía abiertos. 
—¿Sabes que decir eso mientras muestras tu pene en las cámaras que 
instalaste en esta habitación podría interpretarse como acoso sexual? 
Avi sonrió. 
—Hasta que reproduzcan el sonido donde me exigiste que te follara como si 
yo fuera tu concubina. Me siento… usado. 
Una vez más, había... algo, pero luego desapareció, encerrado detrás de los típicos 
ojos en blanco por parte de Félix. 
—Ya vete a casa. 
Avi no quería irse a casa. No solo, de cualquier forma. Pero no tenía motivos para 
quedarse. 
—Tal vez debería quedarme y asegurarme de que llegues bien a tu casa. 
Félix volvió a clavar su mirada en él. 
—Tengo una pistola en mi bolso y un cuchillo en mi bota. Confía en mí, 
estaré bien. 
Realmente sí que era perfecto. 
—Okey. Nos vemos en la mañana, supongo. 
—Adiós —dijo Félix, despidiéndolo sin siquiera un gesto hacia él. 
Maldita sea. Era todo un salvaje. 
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Capítulo Dos 
Félix 
 
Félix no caminó a casa. Tomó un Uber la mayor parte del camino, luego le pidió 
al conductor que se detuviera a un par de cuadras de distancia. Necesitaba el aire 
de la noche en su cara. Necesitaba el agudo dolor de su trasero, que lo hacía 
poner una mueca con cada paso. Necesitaba ser castigado. Estaba descendiendo 
en un espiral de vergüenza. Miró su teléfono. Era pasada la medianoche. Con 
suerte, no habría nadie esperándolo. 
Había hecho muchas cosas impulsivas en su corta vida, pero esta noche había 
liberado una reacción en cadena de las peores decisiones de su vida que lo había 
dejado temblando ante su propia estupidez1. ¿Esa era una palabra? Debería serlo. 
Sus decisiones se habían convertido en una enorme bola de nieve que no pudo 
dejar atrás y lo terminaron aplastando. 
Y así se sentía. Atropellado. Todas las razones por las que nunca debería haber 
besado a Avi se repetían como una canción que no podía sacarse de la cabeza. Avi 
era su jefe. Avi era un imbécil. Avi lo atormentaba día y noche. Avi era su cuñado. 
Habían estado en el trabajo. En el taller. En donde había cámaras y guardias 
mirando dichas cámaras. 
Pero ninguna de esas cosas fue lo que lo hizo desmoronarse. Se detuvo, 
apoyándose en la tienda de imprenta abandonada, los ladrillos amenazando con 
destruir el ya agresivamente adorado suéter de su madre. Su madre. Mierda. Ella 
estaría muy avergonzada ante el desastre en el que se había convertido. Santa 
mierda. Realmente era excelente tomando malas decisiones. 
Era un maldito cliché. En lugar de ir a casa y pasar el rato con los chicos y dejar 
que celebraran su vigésimo primer cumpleaños tal como había sido planeado, 
había optado por una fiesta de autocompasión. Porque se sentía triste y solo, lo 
 
1 De la palabra Dumbassery en inglés no es muy usada y el significado en español más acertado sería 
“estupidez” o “tontería”. 
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cual era estúpido porque nunca estaba solo. Vivía en el equivalente a una casa de 
fraternidad, con personas yendo y viniendo a todas horas de la noche. 
Ni siquiera sabía por qué lo había hecho. Vale, eso era mentira. Lo había hecho 
porque era el peor tipo de hipócrita. Le habría dicho a cualquier persona que 
estuviera siendo tratado de la forma en Avi lo trataba a él, que se alejara 
corriendo rápidoy lejos, sin importar cuán rico, sexy, inteligente, divertido o 
jodidamente peligroso fuera. Pero cuando Avi lo besó, fue como si algo se 
rompiera dentro de Félix. Su jodido corazón se había detenido y solo había 
querido más. Él lo había querido todo. Besar a Avi le había hecho olvidar lo triste 
que estaba, le había hecho sentirse visto y... deseado. Algo que nunca antes había 
sentido. 
Dejó de perder el tiempo, caminó los pocos pasos cortos hasta el taller mecánico 
de su hermano, luego siguió unos metros más hasta el lugar en el que vivía con 
sus amigos. Las luces de la planta baja en la sala recreativa siempre estaban 
encendidas, pero cuanto más se adentraba en el gran espacio, más seguro estaba 
de que no podría escapar de sus amigos. 
Cuando entró y dejó caer su bolso del trabajo, cuatro de la media docena de 
chicos que jugaban con la PS5 se volvieron para mirarlo como si fueran una 
unidad, los controles en sus manos plenamente olvidados. Félix miró a su 
alrededor, con el corazón retorciéndose. Había una pancarta de “feliz 
cumpleaños” y globos y comida esparcida sobre la mesa. No quedaba mucho, 
pero era de esperarse con diez veinteañeros viviendo en un apartamento tan 
enorme. 
Le habían hecho una fiesta. Una fiesta de la que se había perdido por acostarse 
con un hombre que lo odiaba. Por segunda vez esa noche, se echó a llorar. Los 
ojos azules como los de un husky de Arsen se abrieron como platos, soltó el 
control y saltó por encima del respaldo del sofá, con el cabello color aguamarina 
cayendo sobre su rostro mientras ponía su brazo alrededor de Félix y lo conducía 
hasta el mueble. 
Nico lo observaba con los ojos entrecerrados, luciendo más intimidante que de 
costumbre con su cabello negro trenzado en el centro de su cabeza como si fuera 
un extra en la serie Vikingos. El Dum-Dum2 en su boca debería haberlo hecho 
parecer menos intimidante, pero en realidad no era así. 
 
2 Marca de Chupetas o Paletas. 
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—¿Estas bien? ¿Alguien te lastimó? ¿Es por eso que te ves... así? —terminó 
torpemente. 
Félix se vio a sí mismo en el reflejo de la ventana. Su cabello era un desastre, su 
camisa y su falda estaban torcidas. 
—No. Nada de eso. 
Félix sabía que los estaba asustando. Arsen y Nico seguían intercambiando 
miradas. Miradas de “deberíamos-llamar-a-alguien” y de “¿Tenemos-que-matar-
a-alguien?”. 
—Cuéntanos qué pasó —Preguntó Arsen—. ¿Dónde estabas? Te perdiste tu 
fiesta. 
Félix se derrumbó en un nuevo charco de lágrimas, cubriéndose la cara con las 
manos. Levi bajó las escaleras en ese momento con sus rizos rubios rebotando, 
abrió los ojos de par en par cuando vio a Félix sollozando. 
—¿Qué demonios? —preguntó Leví—. ¿Hay que matar a algunas personas 
esta noche? 
—No. Es solo que… No es nada. No pueden decírselo a mi hermano —dijo 
Félix, mirándolos a todos a través de sus lágrimas—. Enloquecerá. 
—¿Qué cosa? ¿Qué pasó? —Preguntó Nico. 
Félix sacudió la cabeza, miserablemente. 
—No puedo decirlo —Todos fruncieron el ceño. No había secretos entre 
ellos—. Es enserio. Es demasiado… vergonzoso. 
Arsen entrecerró los ojos hacia él, haciendo eso que hacía que Félix se sintiera 
como si mirara a través de él. 
—¡Te lo follaste! ¡A ese jefe que tanto odias! 
—¿Cómo haces esas cosas? —preguntó Félix. 
Hubo un momento de quietud y luego estalló el caos. 
—No lo hiciste —dijo Nico, escandalizado. 
Levi asintió. 
—Oh, claro que lo hizo. Solo míralo. 
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En ese momento, Lake flotó por las escaleras. 
—¿Quién hizo qué? 
—Félix se folló a su hermano —dijo Arsen. 
—Hermano político —aclaró Nico cuando Lake se atragantó con lo que 
estaba comiendo. 
—Shh —siseó Félix violentamente. 
Levi frunció el ceño. 
—¿Por qué? ¿Acaso este lugar tiene micrófonos escondidos? No creo que 
Jericho pueda oírnos desde su elegante pent-house. 
—Aun así, la gente cotillea por este lugar —murmuró Félix. 
—Tú. Tu cotilleas por este lugar —le recordó Lake. 
—Sí, y estoy seguro de que a los demás les gustaría cobrársela —respondió 
Félix. 
—Tienes que decirnos lo que pasó —dijo Nico. 
Levi sonrió. 
—Sí, lento y con todos los detalles —Los otros lo miraron y él solo se 
encogió de hombros —. ¿Qué? ¿No quieren saber que se siente follar con un 
psicópata? 
—No fue mi intención hacerlo —se lamentó Félix—. Solo… pasó. 
 —¿Solo perdiste tu virginidad… con tu jefe… al que odias? —Nico preguntó, 
la duda arrastrándose en su voz de una manera que hizo que Félix quisiera 
arrancarle el piercing de la nariz. 
—Sabes a lo que me refiero —dijo Félix, agitando las manos—. Sucedió muy 
rápido. Estaba cosiendo lentejuelas en el trasero de unos pantalones de chándal, 
y él entró, portándose todo presumido, sexy y molesto, y luego dijo algo agradable 
y yo me sentía tan vulnerable. Y luego… —Se calló. 
—Y ¿Luego? —Los cuatro repitieron, claramente esperando más detalles. 
Félix puso los ojos en blanco. 
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—Y luego yo lo abofeteé y él me besó y lo abofeteé de nuevo, y después yo lo 
besé, y el alma de un demonio sexual depravado se apoderó de mí, y lo siguiente 
que supe es que le estaba diciendo que lo hiciera. 
—¿Qué lo hiciera? —preguntó Arsen, con fuerte acento ruso. 
Félix no podía creer que tuviera que explicárselo a cuatro personas con mucha 
más experiencia sexual que él. 
—Que me lo hiciera. Follarme. 
—¿Eso fue lo que le dijiste? —preguntó Levi, con la boca abierta. 
Félix asintió miserablemente. 
—Y ¿Él simplemente... lo hizo? —Dijo Nico. 
—Pero ¿Lo odias? —Preguntó Lake. 
Arsen bufó. 
—El sexo de odio es el mejor de todos los sexos, ¿No? 
Félix hizo un sonido frustrado. 
—Está bien, no pasó simplemente. Yo quería que sucediera. Estaba triste, 
solo y cansado de ser el último virgen del planeta y sabía que él lo haría. Es un 
maldito psicópata. No le importaría desvirgarme. 
—Entonces, ¿Le dijiste que eras virgen? —Preguntó Lake. 
Félix sintió que algo se cuajaba dentro de él. 
—No. No exactamente. Pero no es como si a él le importara. 
—Aun así, deberías habérselo dicho, ¿No? —Agregó Nico. 
 —Asesina personas, ¿De verdad crees que perforar la tarjeta de mi 
virginidad sería una línea que no cruzaría? No es mi culpa que no se haya dado 
cuenta de mis pistas de contexto. Yo quería tener sexo y él estaba precisamente 
allí, listo y dispuesto, como un robot sexual caliente, fácil y confundido. 
—Entonces, ¿Cómo estuvo? —preguntó Arsen, ganándose la mirada de los 
otros tres. 
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Félix se derrumbó contra el respaldo del sofá. Su pene se contrajo cuando los 
destellos del encuentro inundaron la superficie de sus pensamientos sin su 
permiso. ¿Qué “cómo estuvo”? Santo maldito infierno. 
—Fue… —Caliente y crudo, y había envuelto su alma en llamas. Y a su culo 
también. Su culo estaba en llamas. El universo definitivamente había bendecido a 
Avi en el departamento de pollas. Parecía extrañamente injusto dado lo idiota 
que era en general—. Bien. Estuvo bien. 
—¿Bien? —preguntó Nico, con el ceño fruncido—. La mirada en tu cara no 
dice que solo bien. 
Félix levantó las manos. 
—Vale, estuvo mejor que bien. Fue jodidamente alucinante. Sacudió mi 
maldito mundo. Literalmente. Siento que fui golpeado por la explosión de una 
bomba. 
Todos lo miraron fijamente durante un largo momento antes de que Lake 
preguntara suavemente:—¿Estás, ya sabes... bien? Físicamente, ¿Quiero decir? 
¿Te dolió? 
Si. 
—¿Por qué asumirías que yo fui el pasivo? —Preguntó Félix, enojado. 
—Porque entraste aquí como si hubieras montado a caballo desde el trabajo 
—Nico hizo la observación. 
Félix hizo otro ruido de frustración. 
—Estoy bien. No fue gran cosa. 
Eso era una mentira. No estaba bien. Le había dolido tan jodidamente mal. De 
alguna manera, ninguna cantidad de preparación o lubricante o follarse a sí 
mismo con un juguete podría haberlo preparado para ello, pero se había sentido 
como algo que necesitaba. Necesitabalastimarse físicamente para matar las 
emociones que lo estaban devorando vivos. Y Avi se lo había dado. Con 
entusiasmo. Había hecho todo lo que Félix le había exigido. E incluso, parecía 
gustarle. 
Y entonces, dejó de doler lo que era mucho peor. Porque en cuanto el dolor se fue, 
no había nada que lo distrajera de lo jodidamente bien que se sentía tener a Avi 
dentro de él, su mano en su cabello, tomando lo que él quisiera. Félix había 
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tratado de mantenerlo informal. Solo sexo. Era algo que pasaba todos los días. Al 
menos a otras personas. Pero cuando Avi besó su cuello y pasó un brazo 
alrededor de su cintura, comenzó a sentirse demasiado real como si fuera algo 
con sentimientos. 
Y eso no podía pasar. Félix no iba a permitirse ceder a su patético crush por su 
exasperante jefe, pero mientras más hablaban de ello, más difícil era no revivir 
todos y cada uno de los momentos más candentes de su encuentro. Había sido 
mucho más que cada una de sus fantasías. Y, para bien o para mal, cuando Félix 
cerraba los ojos, Avi siempre había sido la estrella del show. Lo había sido desde 
el momento en que lo había llamado “gatito”. 
El muy bastardo. 
—Eso fue súper convincente. 
—Pero, ¿Qué quieres que diga? Estoy bien. ¿Hicimos de todo esto algo 
enorme cuando alguno de ustedes tuvo sexo por primera vez? 
—Uhm, sí. Éramos mucho más jóvenes que tú cuando sucedió —dijo Levi. 
—Wow. No seas grosero —advirtió Nico. 
—¿Cómo es ser grosero el recordarle que él esperó y nosotros no? —
preguntó Arsen, confundido como siempre. 
Félix cerró los ojos. 
—Me voy a cambiar de ropa. ¿Dijeron que había pastel? 
—Sí. Y helado —respondió Lake—. También te guardamos algo de comida. 
—Jericho estuvo por aquí, pero dijo que vendría mañana con tu regalo de 
parte de él y Atticus. 
—¿Estaba enojado porque no estaba aquí? —preguntó Félix. 
—No. Más bien parecía desanimado, pero cuando escuchó que todavía 
estabas en el trabajo, se veía... no sé, como ¿Feliz? —Dijo Lake. 
Jericho estaría tan decepcionado de él. 
—No pueden decirle a Jericho que esto sucedió. Asesinaría a Avi si supiera 
que era virgen la primera vez que tuvimos sexo. 
—¿La primera vez? —preguntó Levi con una sonrisa. 
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Félix negó con la cabeza sintiendo la cara enrojecida. 
—No solo la primera vez. La única vez. La primera y única vez que tuvimos 
sexo. Solo... Simplemente no le digan a Jericho. 
Arsen se encogió de hombros. 
—Tu secreto está a salvo con nosotros. Esperemos que tú, ¿Cómo lo 
llamaste? Robot-sexual-caliente-fácil-y-confundido, también mantenga la boca 
cerrada. Si le dice a sus hermanos, estarás jodido. Aún más jodido —corrigió. 
 
 
 
Habían pasado dos días desde el momento de locura temporal de Félix. El dolor 
físico había pasado, pero el emocional aún persistía. Esperaba que purgar 
verbalmente sus pecados ante sus amigos lo absolviera, pero no, todo continuaba 
estando ahí. Avi continuaba allí, girando en las sombras de su mente, viviendo de 
gratis en su cabeza y solo mostrándose cada vez que Félix quería masturbarse. 
Tener sexo con Avi de ninguna manera lo había sacado de su sistema. Solo había 
hecho de sus fantasías algo mucho más realistas y depravadas. No podía sacarlo 
de sus pensamientos. Cada vez que cerraba los ojos, podía sentir las manos de Avi 
sobre él, escuchar el sonido de su respiración agitada mientras lo follaba, podía 
oír el sonido de sus propios gemidos desesperados. Cuando estaba en el trabajo, 
como ahora, con la oficina acristalada de Avi al otro lado, era aún peor. Ahora 
tenía ésta molesta sensación de anhelo que simplemente no podía quitarse de 
encima. 
Félix estaba sentado en su puesto, trabajando en sus bocetos para sus clases, 
cuando una sombra se filtró sobre su escritorio. 
—Hola, gatito. Buen trabajo con ese chándal. Se verá épico en la edición de 
verano. 
—Gracias —murmuró Félix. 
Avi no respondió, pero tampoco se fue. Cuando Félix no pudo más contra la 
curiosidad, dejó el lápiz y lo miró, encontrase con un ceño fruncido de forma 
cómica. 
—¿Qué? —Chasqueó. 
|
 
Si eso era posible, Avi frunció el ceño con más fuerza. 
—Te estás portando raro. 
Los ojos de Félix se abrieron. 
—¿Me estoy portando raro? 
Avi asintió, presionando su palma contra el escritorio de Félix e inclinándose 
hacia su espacio personal. 
—Sí, por lo general, cuando te llamo gatito, encuentras una forma súper 
creativa de amenazarme y luego nosotros… discutimos. Pero no hemos discutido 
por dos días enteros. Solo has sido tu… ignorándome. No me gusta cuando no 
juegas conmigo —dijo Avi, en un tono casi malhumorado. 
—Bueno, lo lamento. Tengo un trabajo real el cual hacer —Mintió. 
Avi bufó. 
—No, no lo haces. Soy tu jefe, ¿Recuerdas? 
Félix le hizo una mueca, girando la cabeza para ver si había alguien que pudiera 
escucharlos. No lo había, pero eso no significaba que docenas de ojos no 
estuvieran puestos en ellos. Todo el edificio era una pecera. 
—¿Tú lo recuerdas? Esto no es nada profesional. 
Avi se inclinó más cerca, su aliento soplándole contra la garganta cuando dijo:—
Tampoco cuando me rogaste que te follara en medio del taller, pero no me 
escuchaste quejarme. 
Félix se sonrojó hasta la punta de las orejas. 
—Eso fue algo de una sola vez. Estaba teniendo un mal día. 
Avi sonrió, triunfante. 
—Y ¿Pensaste que mi pene podría hacerte sentir mejor? 
Félix resopló. 
—No te halagues a ti mismo. Tan solo fuiste la última estación en mi 
descenso a tocar fondo. 
—Aww, ¿Dejando lo mejor para el final, gatito? —Avi se burló. 
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Félix quería gritar. No había forma alejar a Avi Mulvaney. El sarcasmo era su 
lenguaje del amor. 
—La gente nos está mirando —susurró, con la esperanza de que al menos 
eso lograra que se fuera. 
Avi se rio entre dientes con ese sonido tan profundo y gutural que hizo que la 
polla de Félix se endureciera. 
—Somos sexys. Déjalos que miren. Probablemente esperan que te esté 
regañando verbalmente porque una vez más te saltaste el código de vestimenta. 
Félix movió la mirada hacia arriba. 
—La política establece que debo usar al menos un artículo de la marca 
atlética de Gemini. Y lo hago. El hecho de que no puedas verlo no lo convierte en 
mi problema. 
Félix sintió una oleada de superioridad cuando vio a Avi suponer exactamente 
que prenda de vestir de Gemini estaba usando. Vio el momento justo en que lo 
invadió la comprensión. 
Tuvo unos tres segundos de sentirse engreído antes de que Avi canturreara:—Si 
estás tratando de decirme que estás usando un jockstrap3 de Gemini debajo de 
esos pantalones, es posible que tenga que arrastrarte al baño para comprobarlo 
por mí mismo. Sólo para estar seguros. 
Félix batió sus pestañas hacia Avi. 
—Me aseguraré de contarle a Recursos Humanos sobre tu dedicación a la 
política de la empresa cuando presente una demanda. 
La risa de Avi era exasperante. 
—Puedes irte temprano. 
—¿Qué? ¿Me estás despidiendo? —espetó Félix. 
Avi negó con la cabeza. 
—No. Nos vamos de viaje de trabajo. Nos iremos por unos días. Supuse que 
alguien como tú necesita tiempo para empacar. 
 
3 También conocido como suspensorio o suspensorio atlético. Es una prenda interior para proteger los testículos y 
el pene y los genitales femeninos durante los deportes de contacto u otra actividad física vigorosa. 
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Félix se quedó helado. 
—¿Un viaje de trabajo? Y ¿Qué quieres decir con “alguien como yo”? 
Avi le dirigió una mirada paciente. 
—Mi padre quiere que vaya a casa de Aiden para ayudarlo con una 
situación. Necesito que me acompañes en caso de que surja algún asunto urgente 
de Gemini. 
¿A qué mierda estaba jugando? ¿Era esto un castigo de algún tipo? ¿Por qué? 
¿Por joder con él? ¿Por ignorarlo? ¿Por no estar a su entera disposición como 
todo el resto de pasantes? Tal vez finalmente se había dado cuenta de que había 
sido Félix quien estuvo evitandoque tuviera sexo durante los últimos ocho meses. 
—Estás de broma. 
Avi le dedicó una sonrisa exasperante. 
—No. Podría haber una emergencia. No es como si pudiera devolver alguna 
llamada mientras ando torturando a un tipo malo. 
Félix puso los ojos en blanco. 
—Deja que Asa torture al malo. No iré a ninguna parte contigo. 
—Asa no vendrá —dijo Avi, sonando un poco nervioso. 
Félix se detuvo en seco. Avi nunca se había escuchado tan alterado. 
—¿Qué? ¿Qué quieres decir? Ustedes dos nunca están separados por más 
de unas pocas horas. ¿Por qué no habría de ir? 
—Otro de los experimentos de papá, sin duda alguna —murmuró Avi. 
Félix frunció el ceño y puso su mano sobre el musculoso antebrazo de Avi. 
—Te está enloqueciendo, ¿Eh? 
La mirada de Avi se deslizó hacia otro lado. 
—Yo no me enloquezco. 
—Oh, wow. Realmente te estás enloqueciendo. 
—Tal vez un poco. Sí —admitió Avi—. Escucha. Sé que me odias, pero esto 
—hizo un gesto entre ellos—. Las discusiones que tenemos me mantienen 
distraído. 
|
 
Félix parpadeó. 
—¿Quieres que vaya de viaje contigo para que tengas a alguien con quien 
pelear? 
—¿Tal vez podamos hacer las paces? —Avi movió las cejas sugestivamente. 
—No. Uh-uh. Eso fue cosa de una sola vez. Nunca volverá a suceder. No 
puede pasar. 
Avi le dio a Félix una mirada que lo hizo arder por dentro. 
—Eso es una pena. Porque, entre tú y yo, fue lo más jodidamente caliente 
que haya experimentado. No puedo dejar de pensar en lo sexy que te veías 
inclinado para mí. 
Félix podía sentir que le temblaban las entrañas, pero camufló sus rasgos en una 
indiferencia aburrida. 
—Estaba inclinado para mí. Tu solo eras el juguete que tenía disponible en 
ese momento. 
Si esperaba herir los sentimientos de Avi, fracasó. Lanzó una sonrisa a Félix 
mientras rastrillaba una vez más su mirada sobre él. 
—Oh, con mucho gusto seré tu juguete sexual cada vez que necesites un 
poco de alivio de estrés, gatito. Incluso te mostraré algunas de mis 
configuraciones avanzadas. 
La boca de Félix se apretó en una línea plana. 
—Eres literalmente de lo peor. 
Avi sonrió, tomó un puñado de M&M’s del tazón que había en el escritorio de 
Félix y se los metió a la boca antes de decir:—Te recogeré esta noche a las siete. 
Tomaremos el jet. 
—Espera, no estoy de acuerdo con esto —dijo Félix a la figura de Avi 
mientras se retiraba. 
—No tienes que estarlo. Soy tu jefe, ¿Recuerdas? 
Félix se removió. 
—Y ¿Qué se supone que debo empacar? 
|
 
Avi se detuvo en la puerta y se volvió para decir:—Mi hermano vive en la 
cochinchina. Vístete de acuerdo a eso. 
Félix lo miró boquiabierto y horrorizado. 
—¿Qué? Y ¿Eso que significa? No puedo ir a la selva. No estoy hecho para 
las garrapatas, los insectos y... cualquier otra cosa que viva en el bosque. 
Avi le dio esa sonrisa exasperante. 
—Qué pena, gatito. Te veré esta noche. 
Luego se fue y Félix se quedó solo. 
—Pero, ¿Qué carajos? 
|
 
Capítulo Tres 
Avi 
 
—Entonces, ¿Estás obligando a Félix a ir de viaje contigo porque tienes 
miedo a estar solo? 
Avi dirigió una mirada hacia Noah. 
—No. Eso no fue lo que dije en absoluto. 
Noah y Adam estaban sentados en la cama y observaban cómo Avi hacía las 
maletas para su viaje a casa de Aiden. No había tenido la intención de invitarlos, 
pero no pudo soportar el silencio y no había nadie con quien hablar. Había 
llamado a Noah y terminó con los dos. 
Si era más o menos lo que había dicho, supuso, pero se sentía aliviado de que 
Félix hubiera dejado de ignorarlo. No podía lidiar con demasiados cambios 
juntos, y que su padre decidiera que Asa y él necesitaban pasar un tiempo 
separados justo cuando Félix había decidido fingir que no existía, era algo 
inaceptable. 
Noah arqueó una ceja. 
—Nos dijiste que le habías dicho que tenía que ir contigo por trabajo. No 
hay trabajo en donde vive Aiden. Apenas si hay servicio de telefonía celular. Solo 
estás esperando engañarlo para que finalmente se acueste contigo. 
Avi puso los ojos en blanco. 
—Eso ya lo hicimos —Avi tardó un momento en darse cuenta del silencio 
ensordecedor que le siguió a esa declaración. Se volvió para echarles un vistazo—. 
¿Qué? Era su cumpleaños. 
La piel clara de Noah se puso de un color rojo brillante mientras que una furia 
repentina se apoderaba de él, haciendo que la cabeza de Avi le diera vueltas. 
—¿Era su cumpleaños? ¿Era el cumpleaños de tu cuñado y pensaste que 
quitarle la virginidad sería el mejor regalo? 
|
 
Adam se rio. 
—La mayoría de las personas invitaría a un chico a beber por su vigésimo 
primer cumpleaños. 
Avi bufó. 
—No era virgen… —Se calló. ¿Félix era virgen? Había estado tan apretado… 
dolorosamente apretado. Pero había estado vociferando órdenes a Avi durante 
todo el rato—. No, de ninguna manera. Me lo habría dicho. 
—¿Tal vez no quería hacerlo porque eres su jefe? —Noah dijo en voz alta y 
lentamente, como si pensara que Avi era un estúpido. 
Adam no dijo nada, solo se recostó contra la cabecera con una sonrisa de 
satisfacción en su rostro. Tenía los brazos cruzados sobre su pecho, 
aparentemente emocionado de que su prometido se encargara de hacer pedazos a 
Avi. 
Avi no estaba tan emocionado. No le gustaba la mirada que Noah le estaba 
dando. 
—Deja de mirarme como si fuera Harvey Weinstein 4 o algo así. Nuestro 
coqueteo siempre ha sido inofensivo y consentido –enfatizó–. No confundí sus 
intenciones. Literalmente me besó, bueno, primero, me abofeteó dos veces, pero 
luego me besó y después dijo, y cito textualmente: “Fóllame”, ¿Por qué 
cuestionaría eso? 
—Él tiene razón allí —murmuró Adam. 
—Bueno, te lo aseguro, era virgen antes de que tu llegaras, y a Jericho 
definitivamente no le va a importar lo que Félix te dijo antes de que… lo 
desvirgaras. 
Los ojos de Avi casi se salieron de su cabeza. 
—No puedes decirle a Jericho. No puedes decírselo a nadie. 
—¿Le tienes miedo a Jericho? —preguntó Noah, frunciendo el ceño con 
confusión. 
—No, le tengo miedo a Félix, y si Jericho le dice algo a Félix, él me cortará 
las pelotas mientras duermo. 
 
4 Harvey Weinstein es un ex-productor de cine estadounidense y delincuente sexual convicto. 
|
 
—Eso no es cierto —dijo Adam, con un tono lleno de sarcasmo—. Lo hará 
mientras estés despierto para poder saborear la mirada de agonía en tu cara. 
Avi lo despidió. 
—Pareces tener un montón de… ¿Cómo es que lo llama Jericho? Ah, sí, 
grandes sentimientos al respecto. Pensé que los psicópatas no experimentan 
arrepentimiento, remordimiento o culpa —Dijo Noah. 
—No me arrepiento de haberlo follado. Fue… increíble —dijo Avi con 
reverencia—. Es simplemente no entiendo por qué no me lo dijo. 
—Tal vez no tuvo el tiempo de hacerlo —dijo Noah. 
Avi frunció el ceño. Todo había sucedido rápido. Demasiado rápido. Había estado 
fantaseando con tener a Félix debajo de él desde el momento en que lo vio por 
primera vez, y cuando finalmente sucedió, se había portado tan mandón y 
exigente como Avi se lo había imaginado. Pero no había permitido que Avi le 
hiciera nada de lo que quería. 
Avi había querido besarlo, saborearlo, chuparlo y hacerlo gritar de placer. Félix 
apenas dejó que lo besara. Una parte de Avi siempre había asumido que Félix 
estaba destinado a ser estrictamente material para masturbaciones, pero también 
había pensado que, si alguna vez lo probaba, sería lo suficiente como para 
rascarse la picazón que existía dentro de él cada vez que estaba cerca. 
Pero no. Una pequeña muestra de Félix y él quería más. Mucho más. 
—¿Debería hacer algo? ¿Decir algo? ¿Hay algo que debería haber hecho 
diferente? 
La boca de Noah se desencajó. 
—Mierda santa. Te gusta. 
—Sí, me gusta. Él es... familia —Ante la sonrisa sucia de Adam, Avi arrojó 
otra camisa en su maleta—. Ya saben a lo que me refiero. Es uno de nosotros. El 
mejor de nosotros, la verdad. 
—Esto es jodidamentesurrealista —Dijo Noah a Adam—. Es como ver a 
una IA5 volverse consciente. 
Avi resopló por la nariz. 
 
5 Inteligencia Artificial. 
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—Estoy hablando enserio. ¿Hay algún tipo de protocolo desvirginizante que 
debería haber seguido? 
—Bueno, ¿Fuiste lento? 
—¿No? 
—¿Fuiste dulce con él? 
Jala mi cabello. Más duro. 
—Si, no. Definitivamente no. Pero él fue quien llevaba las riendas. Hoy me 
dijo que fui el equivalente humano a un juguete sexual. 
—Ouch —murmuró Adam. 
Noah le dio un codazo en las costillas. 
—¿Cómo ha estado desde entonces? 
 —Al principio me ignoró. Pero luego lo obligué a ir al viaje conmigo y 
comenzó a actuar como siempre —dijo Avi, odiando la forma en que eso le 
importaba. 
—¿Trataste de hablar con él, o simplemente esperaste a que él fuera a ti? —
preguntó Noah. 
Avi frunció el ceño. 
—No lo sé. Así nos comportamos. Nos vemos, nos decimos cosas malas y 
luego nos alejamos. No quería ser un acosador. 
—Asesinar personas es una cosa, pero acosar… sí, no. Ahí es donde se 
dibuja la línea —dijo Adam, con la voz llena de sarcasmo. 
Noah suspiró. 
—Entonces, para recapitular. Tomaste su virginidad de forma violenta, 
luego lo ignoraste durante dos días, después lo acosaste para que te hablara y 
ahora lo obligas a ir de viaje de trabajo contigo para poder pasar más tiempo con 
él porque eso es lo que quieres. 
Avi asintió. 
—Sí. 
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Noah cerró los ojos, tomando una de esas grandes y agitadas bocanadas de aire 
que tomaba cuando estaba perdiendo la paciencia, generalmente hacia Adam. 
Era todo más divertido cuando era hacia Adam. 
—Entiendes que eso es problemático, ¿Verdad? 
—¿Sí? —Respondió Avi. 
—Ay, Dios mío. Los psicópatas son imposibles —murmuró Noah—. ¿Te 
gusta? 
Avi volvió a fruncir el ceño. Félix era su parte favorita del día. Se sentía como si 
estuviera conteniendo la respiración hasta que Félix entraba como si fuera el 
dueño del lugar, usando cualquier atuendo loco que hubiera preparado, dejando 
caer las cosas en su escritorio, ignorando las miradas y siendo majestuoso como 
un maldito príncipe. 
—Totalmente —dijo, ignorando la forma en que Adam se rio por lo bajo, 
encima del hombro de Noah. 
—¿Quieres una relación con él? —preguntó Noah. 
¿Esa era una opción? Despertar junto a Félix, dormir junto a él, matar con él, 
pelear con él, agarrarle la mano, follárselo cada vez que quisiera. Bueno, cada vez 
que Félix quisiera. 
—Sí, por favor. 
Noah suspiró. 
—Mira, lo que pasa con Félix es que él no es lo que parece. 
—¿Qué quieres decir? —preguntó Avi. 
Noah negó con la cabeza. 
—Quiero decir, que debajo de todas las partes espinosas, Félix es una 
especie de malvavisco. Tiene muchos muros levantados. 
El ceño de Avi se hundió y miró hacia Noah con confusión. 
—Es un malvavisco tapiado. 
Noah parpadeó hacia él. 
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—Lo que estoy tratando de decirte es que él no va a creer que realmente lo 
quieras. Él piensa que eres un playboy despistado que mata por diversión y se 
acuesta todas las noches con un chico atractivo diferente. 
—Eso soy. 
—Tiene razón —dijo Adam entre risas. 
—No, eso eras. Si quieres a Félix, tendrás que encontrar la manera de 
hacerle creer que solo lo quieres a él. Él no te va a compartir y no será el segundo 
plato o puesto. Si le haces daño es probable que te mate. Es… frágil. 
—¿Frágil? —Repitió Avi. 
—Sí. Frágil como una granada —dijo Noah—. Tienes que manejarlo con 
cuidado o volará toda tu maldita vida. 
Avi sonrió estúpidamente. 
—Entonces, si quiero quedarme con Félix, ¿Solo tengo que convencerlo de 
que es el único para mí? 
—No, si quieres quedarte con Félix, tendrás que saltar sobre una cerca 
cubierta de alambre de púas repleta de inseguridades profundamente arraigadas, 
un montón de traumas infantiles y la voz en su cabeza que le dice que un tipo 
como tú nunca podría querer a un tipo como él. 
Avi puso los ojos en blanco. De ninguna manera. Félix no era ninguna de esas 
cosas. ¿Lo era? Pues no debería. Si alguien tenía que demostrar su valía, ese era 
Avi. Félix era perfecto. 
Noah lo miró a los ojos. 
—Si no vas enserio con él, como completamente enserio, entonces déjalo en 
paz. Si jodes esto, vas a hacer implosionar a toda nuestra familia. 
Adam sonrió. 
—Sin presiones. 
—Oh, y si tienes la oportunidad de repetir su primera vez, no lo trates como 
una especie de aventura de una noche. 
Avi lo miró boquiabierto. 
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—Él me usó a mí, ¿Recuerdas? Yo soy la parte herida aquí. Dijo que era un 
juguete sexual. Que era la última estación en su descenso a tocar fondo. 
—Casi siento pena por él —le dijo Adam a Noah. 
—Casi —estuvo de acuerdo Noah. 
Avi cerró su maleta de golpe. Como sea. Él tenía todo bajo control. Félix y él se 
entendían. Tenían su propia forma de comunicarse. Y ¿Qué si otras personas no 
lo comprendían? Iba a hacer que Félix lo amara o moriría en el intento. 
 
 
 
Avi estaba empezando a pensar que morir sería más fácil. Había pensado que 
estaba familiarizado con todas las facetas del disgusto de Félix, pero Félix no solo 
se había portado frío cuando Avi lo recogió, era el círculo polar ártico completo. 
Avi había tratado con el Félix sarcástico, el Félix condescendiente, el Félix 
desinteresado, y su favorito, el Félix asesino. Pero este era un Félix 
completamente nuevo. El Félix tranquilo. No. El Félix silencioso como una 
tumba. Y cuando alguien tan ruidoso como Félix dejaba de hablar, era algo 
ensordecedor. 
Se sentó al lado de Avi en el Mercedes, con los brazos y las piernas cruzados, 
mirando por la ventanilla como un rehén que espera pedir ayuda a cualquier auto 
que pase al lado. Nada de lo que Avi intentaba marcaba la diferencia. Trató de ser 
amable. Había intentado ser complaciente. Incluso, había probado a sostener su 
mano y lo que consiguió fue que las uñas de Félix atravesaran su piel como el 
felino enojado que era. 
—¿Vas a ignorarme todo el camino hasta el aeropuerto? —Avi finalmente 
preguntó. 
—No —dijo Félix, negándose a mirarlo—. Voy a ignorarte hasta que 
volvamos a casa. 
Avi suspiró. 
—Vamos, gatito. No te enojes. ¿Quieres escuchar algo de música? 
Nada. 
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—¿Hace demasiado calor? 
Nada. 
—Vamos. Por favor háblame. Te daré cualquier cosa. Un auto. Un riñón. 
Una mansión. 
Félix no dio indicios de haberlo escuchado. Cuanto más Félix lo ignoraba, más se 
acumulaba la presión en su pecho. Avi nunca antes se había encontrado con 
alguien que fingiera que no existía, especialmente Félix. Su combate verbal era lo 
más destacado de cada uno de los días de Avi. 
Cuando no pudo pensar en nada más, finalmente soltó:—¿Por qué no me dijiste 
que eras virgen? 
La cabeza de Félix giró bruscamente, su mirada más aguda que las uñas que le 
había clavado en el dorso de la mano. 
—¿Qué acabas de decirme? 
Avi frunció el ceño, apartando la vista de la carretera una vez más y dándole una 
mirada confusa. 
—¿Por qué no me dijiste que eras virgen? —preguntó de nuevo. Tal vez no 
lo había escuchado. 
Félix parecía amotinado. 
—¿Porque no era asunto tuyo? 
Avi dejó que se marinara por un minuto o dos. Esto se sentía como una especie de 
trampa. Como si definitivamente no hubiera una respuesta correcta, pero no 
pudo de todos modos evitar el soltar una. 
—Siento que podría haber sido importante ya que yo era el que estaba 
dentro de ti y todo eso. Podría haber… 
Félix lo interrumpió. 
—¿Podrías haber hecho qué? ¿Arrojar algunos pétalos de rosa sobre el 
escritorio antes de bajarme la ropa interior? —Avi asumió que la pregunta era 
retórica porque Félix no se detuvo para dejarlo responder—. No te lo dije porque 
no importaba. Todo lo que quería era olvidarme de mi noche de mierda por unos 
momentos, y sabía que tú me follarías de cualquier forma. 
—¿Lo hacías? 
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Avi no estaba seguro de si se suponía que debía sentirse insultado o no. Sonaba 
como un insulto cuandoera más o menos solo una declaración de hecho. Pero la 
pregunta seguía en pie. Si sabía que Avi no lo habría rechazado de ninguna 
manera, ¿Por qué no se lo había dicho? Habría al menos... reducido la velocidad. 
Le gustaba pelear con Félix, pero no quería lastimarlo, no de esa manera. En todo 
caso, prefería cuando era Félix el que lo lastimaba a él. Le gustaba mucho. 
—Sí —dijo Félix remilgadamente. 
—Entonces, ¿Qué importaba si me lo decías? —Respondió Avi. 
Félix hizo un sonidito frustrado y sacudió la cabeza. 
—¿Por qué te importa? Te acostaste conmigo. Ambos nos corrimos. Era 
solo sexo. Si hubiera sabido que ibas a ser tan dramático al respecto, habría 
elegido a otra persona. 
Avi no recordaba haber pisado el freno con tanta fuerza, pero oyó el chirrido de 
los neumáticos y el claxon de los coches cuando se vieron obligados a desviarse 
para evitarlos. Félix fue lanzado hacia adelante, pero el cinturón de seguridad lo 
atrapó y lo envió de golpe contra el asiento. 
Félix lo miró con los ojos muy abiertos. 
—¡¿Estás loco?! —gritó. 
—Clínicamente —confirmó Avi, incapaz de detener la ira que crecía dentro 
de él, su respiración salía de su nariz como un toro enojado. Apretó el volante con 
fuerza entre sus manos—. Pero eso no cambia el hecho de que no quiero que 
tengas sexo con otras personas. 
Félix lo miró boquiabierto durante unos sólidos treinta segundos, luego soltó una 
risa amargada. 
—¿Perdón? ¿Qué? 
Avi no sabía qué le parecía tan jodidamente divertido. 
—Si quieres sexo, te lo daré. En cualquier momento que lo desees. No 
necesitas a otros hombres. 
Félix abrió la boca y la volvió a cerrar, haciendo una mueca cada vez que otro 
automóvil pasaba zumbando a su lado. 
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—Así no es como funciona esto. Yo decido a quién me follo y a quién no. Si 
quiero sexo contigo, lo sabrás. Estoy bastante seguro de que la otra noche expresé 
mis necesidades con bastante claridad. 
Avi sacudió la cabeza con firmeza. 
—No necesitas a otros hombres—dijo de nuevo, con más fuerza esta vez. 
¿Qué era lo que no estaba entendiendo? Si Félix no quería sentimientos, entonces 
Avi era perfecto porque no tenía ninguno. Y si quería sentimientos, entonces Avi 
los fingiría. Si lo quería duro, se lo daría, y si lo quería suave, Avi finalmente 
podría mapear todos los planos y ángulos del maldito cuerpo perfecto de Félix, tal 
como lo había soñado durante meses. 
Pero Félix lo miraba como si le hubiera salido una segunda cabeza. 
Félix abrió y cerró la boca varias veces antes de decir:—Si no quieres que te 
arresten por imprudente, probablemente deberías poner el auto en marcha otra 
vez, y si no quieres que yo salte del auto y empiece a caminar a casa, entonces 
deberías dejar de actuar como si tuvieras algo que decir sobre a quién me follo y a 
quién no. No te pertenezco. 
Cada átomo en el cuerpo de Avi decía lo contrario. Lo hacía. Él le pertenecía, y si 
tenía que desaparecer a todos los hombres que miraran a Félix dos veces, 
entonces eso no sería asunto de nadie más que de él. 
—No me gusta cuando estás enojado conmigo —murmuró. 
—Y a mí no me gusta cuando actúas como si tuvieras algún derecho sobre 
mí. Si quieres que me quede contigo esta semana mientras te desintoxicas de tu 
hermano, entonces nos concentraremos en lo que sea que Aiden necesite ayuda, y 
nada más. Tú has lo tuyo y yo haré lo mío. ¿Entendido? 
Avi se sintió como si lo hubiesen arrastrado sobre unas brasas. 
—Sí, bien. Lo que quieras. Tú estás a cargo. 
Llevaban unos minutos en la carretera cuando Félix se volvió hacia él. 
—¿Sabes de que va el caso? 
Avi sacudió forzosamente la cabeza. 
—No. Por lo que sé, todo esto es solo una estrategia para mantenernos 
separados a Asa y a mí. 
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Félix pareció digerir eso por unos momentos. 
—Algo de música estaría bien —dijo finalmente, como si no hubiera habido 
otra conversación desde que Avi le hizo esa pregunta. 
Avi abrió su aplicación de Spotify y le entregó el teléfono a Félix. 
—Ten. Tu escoges. 
Avi se sorprendió cuando Félix escogió una canción de Ella Fitzgerald6, pero la 
voz grave y ronca y la música suave parecieron ayudar a disipar la tensión entre 
ellos. Félix se quedó callado durante algunas canciones más, antes de decir 
suavemente:—A mí tampoco me gusta estar enojado contigo. 
Avi no sabía qué hacer con eso, pero se sentía como un árbol de olivos. O quizás 
una rama. Una ramita de olivo. Pero él la tomaría. Al menos era algo. 
 
6 Ella Jane Fitzgerald, apodada Lady Ella, la reina del jazz y la Primera dama de la canción, fue una cantante 
estadounidense de jazz. 
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Capítulo Cuatro 
Félix 
 
Félix pasó todo el vuelo a Washington haciendo todo lo posible para parecer 
tranquilo, incluso mientras se tambaleaba por dentro. Se sumió en su teléfono, 
tomó selfies, publicó actualizaciones y absolutamente no revisó de encubierto las 
redes sociales de Avi, calificando la apariencia de los hombres que salían a su 
lado en las fotos. 
Afuera, la noche era negra como la tinta, las nubes estaban muy por debajo de 
ellos. Félix debería haber tomado una siesta, en caso de que Aiden los pusiera a 
trabajar de inmediato. Pero no lo hizo. En cambio, se dedicó a pensar si estaba 
equivocado o no. Cuando no pudo soportarlo más, abrió su aplicación de 
mensajes de texto y le envió un mensaje a Noah. 
 
¿¡Le dijiste que era virgen!? 
 
Tú no lo hiciste, Noah le respondió. 
 
Félix suspiró. No tenía la energía para pelear por eso, especialmente no con 
Noah. Claro, una parte de él se sentía culpable por no decirle a Avi, aunque en 
realidad no fuera asunto suyo. A Félix le gustaría decir que no lo habría vuelto a 
hacer si hubiera tenido la oportunidad, pero estaba equivocado. En el momento 
en que Avi lo besó, perdió por completo la cabeza. 
Miró hacia el otro lado del avión, donde Avi estaba sentado de lado ocupando dos 
lujosos asientos, tenía las rodillas levantadas y el teléfono en una mano. ¿Sentía 
que Félix quería espacio, o era ahora Avi quien necesitaba alejarse de él? 
Félix sabía que era demasiado. Tal vez había reaccionado de forma exagerada, 
pero cuando Avi le preguntó si era virgen, fue como si lo golpearan con un bate de 
béisbol. No se lo había esperado. No es que fuera algo secreto, pero había sido un 
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secreto para Avi. De eso Félix había estado seguro. Había pensado que, si Avi 
supiera la verdad, de alguna manera se solidificaría que Félix era solo el hermano 
pequeño de Jericho y no una persona de verdad. 
“Si quieres sexo, te lo daré. En cualquier momento que lo desees. No necesitas a 
otros hombres.” 
Félix se mordió el carnoso labio inferior y sacó el cuchillo en la correa de su 
tobillo para pasar la hoja afilada como si fuera una navaja por debajo de sus uñas. 
¿Qué se suponía que significaba eso? ¿Acaso Avi le estaba proponiendo ser 
amigos con beneficios? Si era así, ¿Por qué lo hacía que pareciera que estaba 
prestando algún tipo de servicio a la comunidad? Como si darle polla a Félix fuera 
su deber cívico o una cosa así. Félix no era el botín de nadie. Ciertamente no era 
el caso de caridad de nadie. 
Puede que Avi estuviera fuera de su liga, pero Félix se negaba a conformarse con 
nada menos que un hombre que lo adorara absolutamente como si fuera un 
jodido Dios, y si nunca lo encontraba, entonces estaría bien viviendo con sus 
amigos. Y quizás con un gato. O muchos gatos. Después de ver por lo que pasó su 
hermana mayor, Félix nunca dejaría que un hombre lo convenciera de que no 
valía nada. 
Ninguna cantidad de soledad convertiría a Félix en el objetivo de otra persona. 
Era demasiado lindo y talentoso. Claro que también era quisquilloso, neurótico y 
un poco loco, pero estaba seguro de que la proporción de sexy y loco, se inclinaba 
a su favor. Era el paquete completo para alguien, incluso si ese alguien no era Avi. 
Cada vez que Félix miraba hacia arribapara ver cómo estaba Avi, lo encontraba 
mirándolo por encima de su teléfono, con una expresión ilegible. Esto era lo que 
pasaba con los gemelos. Podían quedarse totalmente en blanco a voluntad, y 
cuando lo hacían, no podía saber en qué era lo que estaban pensando. Félix deseó 
que todos sus pensamientos no estuvieran grabados en sus expresiones faciales. 
Las monjas solían decir: “no me mires con ese tono de voz”. 
Félix fingió no darse cuenta de la mirada fija de Avi. La gente siempre pensaba en 
Asa y Avi como una sola persona, lo cual era muy extraño para Félix porque 
ambos eran polos opuestos. Asa era el dominante, el calculador, el que estaba 
siempre a cargo. Mientras que Avi no era de esa forma en absoluto. Sí, era 
sarcástico como Asa, claro. Pero el humor de Asa era ácido, mordaz. Cuando 
insultaba a alguien, dejaba una marca. 
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Sin embargo, Avi no. Le gustaba bromear, molestar y jugar, pero las únicas 
marcas que le interesaba dejar eran las de sus víctimas. Era una dicotomía tan 
extraña. Avi amaba matar gente. Se ponía genuinamente emocionado cuando le 
encargaban desarmar a una persona pieza por pieza, pero él no era… malo. 
Félix negó con la cabeza. Nadie en el mundo lo comprendería. Dejó caer la cabeza 
contra el asiento. 
Cuando el avión aterrizó, Aiden los esperaba en la pista en un Jeep Wrangler, 
iluminado por las brillantes luces blancas de la pista. En cuanto vio a Félix, Aiden 
enarcó una gruesa ceja hacia su hermano, haciendo una pregunta silenciosa. Por 
supuesto, Avi no había dicho a Aiden que vendría con él. Genial. Aiden frunció el 
ceño ante el atuendo de Félix, compuesto por pantalones holgados de color verde 
cazador y una camiseta negra, anudada a su costado, revelando un tramo de su 
cintura. 
Si alguno de ellos dos pensaba que iba a estar holgazaneando en una franela 
durante los próximos cuatro días, estaban equivocados. Su única concesión 
habían sido las botas de montaña que llevaba puestas. Además, Aiden no tenía 
por qué juzgar el sentido de la moda de nadie. Parecía un vagabundo: vestía jeans 
con agujeros y la ya mencionada franela. Estaba más desaliñado que la última vez 
que Félix lo había visto. 
—Entonces, ¿Cuál es ese gran objetivo con el que necesitas mi ayuda? —
preguntó Avi desde el asiento de pasajero, una vez que estuvieron en camino. 
Aiden lo miró un largo rato. 
—Ambos sabemos que nunca he necesitado la ayuda de nadie para eliminar 
un objetivo. Ya está muerto. 
—¿Qué? —preguntó Avi. 
—El objetivo. Ya está muerto. Era un pedazo de mierda que prendió fuego a 
su ex, así que le hice lo mismo... lentamente. Durante varias horas. De cualquier 
manera, ya me he ocupado de él —dijo Aiden. 
—Entonces, ¿Por qué estoy… estamos… aquí? —preguntó Avi. 
—Porque Thomas los quiere a ti y a Asa separados. Se suponía que te 
mantendría entretenido durante cuatro o cinco días. Mantenerte demasiado 
ocupado para que te preocupes por él. 
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—Pero ¿Thomas no te dijo que le contaras el plan? —Dijo Félix, 
examinando sus uñas desde el asiento trasero. 
—No, no lo hizo, pero tengo algo con lo que puedes ayudarme. Ambos —
añadió, casi como una ocurrencia tardía. 
Félix esperaba que, fuera lo que fuese ese algo, valiera la pena ser arrastrado lejos 
de la civilización. Estaban en la ciudad ahora, pero estaba claro que no estarían 
allí por mucho tiempo. 
—¿Tiene algo que ver con estar en el desierto? —preguntó Félix. 
Aiden esbozó una sonrisa. 
—No. 
Félix suspiró. 
—Entonces cuenta conmigo. 
El resto del viaje transcurrió con Aiden y Avi charlando acerca de la familia. Las 
niñas de August y Lucas. Lo relajado que estaba Atticus ahora que estaba con 
Jericho. Noah siendo el protegido de Thomas. El cómo Adam seguía 
pretendiendo estar a cargo, a pesar de que era Noah el que tomaba las decisiones. 
—¿Cómo está Thomas? —Preguntó Aiden luego de haber conducido en 
silencio por un largo rato. 
Avi lo miró con los ojos entrecerrados. 
—¿No hablas con él todo el tiempo? 
Aiden se encogió de hombros. 
—Hablamos de trabajo. Somos... socios comerciales. 
Félix resopló. Él era prácticamente un extraño y aun así sabía que lo que pasaba 
entre Aiden y Thomas no tenía nada que ver con negocios. En absoluto. Aiden 
preguntaba por Thomas, como quién pregunta a sus hijos por un ex. 
—¿Los socios comerciales no se preguntan cómo les va? —preguntó Félix. 
Aiden volvió a encogerse de hombros. 
—Simplemente no surge. Lo que sea, no es gran cosa. Lo siento por 
preguntar. 
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Avi solo miró a Aiden confundido, como si no tuviera idea de lo que estaba 
pasando. A veces, Félix se sentía mal por Avi. Era como un cyborg tratando de 
descifrar las emociones humanas que nadie había programado en él. 
El resto del viaje transcurrió rápidamente, llevándolos de la avenida a una 
carretera de dos carriles prácticamente desierta y finalmente a un camino de 
tierra de un solo carril, con árboles tan cerca que golpeaban las puertas y 
ventanas mientras avanzaban. Pronto emergieron a un claro circular con 
solamente una pequeña cabaña de madera. 
El cielo estaba tan claro como Félix nunca lo había visto, lejos de la 
contaminación acústica de la ciudad. Había miles de millones de estrellas en el 
cielo, casi demasiadas para comprenderlas. La única luz provenía de los faros de 
Aiden cuando se detuvo frente a la cabaña. Cuando salieron del vehículo, se 
detuvo a escuchar. 
El viento azotaba los árboles, las hojas creaban un efecto de ruido blanco. En 
algún lugar cercano, un arroyo burbujeaba, pero no lo suficientemente cerca 
como para que Félix lo viera. Había una hoguera con una singular silla 
Adirondack7 al lado. 
Félix fue a buscar su bolso, pero Avi se lo arrebató antes de que pudiera 
levantarlo, dándole una mirada que prácticamente le suplicaba que no discutiera 
con él. Félix no iba a discutir. No quería llevar su pesado bolso; estaba exhausto. 
Era casi la una de la mañana. 
El interior de la casa era aún más pequeño de lo que Félix había imaginado. 
Había una pequeña sala de estar con solo un sofá, una mesa de comedor con 
cuatro sillas, una cocina metida en la esquina de la habitación y una escalera que 
conducía a un desván donde una sábana colgaba a un lado. 
Aiden pasó junto al desván por un pasillo estrecho. Señaló con la cabeza la puerta 
cerrada. 
—Ese es el baño. Y aquí es donde ustedes dormirán. 
Abrió la puerta y retrocedió. Avi entró y dejó sus maletas mientras que Félix 
parpadeaba estúpidamente hacia la cama de tamaño doble. 
—¿Qué? 
 
7 Es un tipo de silla que lleva ese nombre. Son comunes en la cabañas. 
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—Esta es su habitación —dijo Aiden de nuevo. 
—No voy a compartir una habitación con él —espetó Félix, volviéndose 
para mirar a Avi—. No voy a compartir una habitación contigo. 
Aiden miró de un lado a otro, entre los dos. Claramente había pensado que eran 
una pareja. ¿Por qué? Quién sabe. 
—Supongo que podrías dormir en el sofá, pero hay un resorte en el lado 
izquierdo que de verdad te joderá por toda la noche. 
La expresión de Avi decayó. 
—Yo dormiré en el sofá. 
Algo se retorció dentro de Félix. 
—No. Está bien. Como sea. Solo quédate de tu lado. 
—¿Tienen hambre o comieron en el avión? 
—Ninguno de los dos. Me voy a la cama —dijo Félix. 
Avi miró entre Aiden y Félix. 
—Yo podría comer algo. 
Félix se sintió aliviado y decepcionado al mismo tiempo por no tener que intentar 
quedarse dormido junto a Avi. Simplemente cerraría los ojos y se quedaría 
dormido antes de que llegara Avi. Sencillo. 
 
 
 
No fue nada fácil. Félix no había empacado como si fuera a compartir la cama con 
alguien. Una persona que había estado dándole vueltas en su cabeza durante 
demasiado tiempo. Sin embargo, se negaba a dormir con su ropa de diario. No 
por Avi. Se puso unos pantalones cortos florales de seda que apenas cubrían su 
trasero, pero también se colocó una camiseta

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