05 1 Extra 01 - Onley James

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Nota del staff 
 
Esta traducción está hecha sin fines de lucro, es un trabajo realizado por 
lectoras a lectorxs con el fin de compartir contenido y que todos puedan leer. 
Nosotras no ganamos nada monetariamente, solo la satisfacción de 
compartir. 
Con esto no queremos desprestigiar el arduo trabajo que todos los escritores 
invierten en sus historias. Incentivamos a la compra legal del material para 
apoyar a los autores en fin de retribuir de una forma monetaria como agr 
 
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Parte Uno 
Lucas 
 
—Está enferma. 
—No está enferma —dijeron August y Cricket al unísono, dirigiéndole 
esa mirada exasperada que parecía ser un elemento básico en su casa desde 
que nacieron las gemelas. 
Lucas se estremeció, levantando a Arabella y acurrucándola más cerca. —No 
es culpa mía, es que percibo estas cosas mejor que ustedes dos. Quizá sea mi 
sexto sentido. 
—¿Estás captando algo que deberíamos saber? —Preguntó Cricket, con 
una pizca de pánico en su voz. 
—No, no lo hace. Si lo hiciera, nos lo habría dicho. Sólo está siendo... 
sobreprotector. 
Lucas se quedó con la boca abierta, lanzándole a August una mirada de 
traición antes de que sus ojos se dirigieran a las niñas, acurrucadas juntas en 
sus pequeños pijamas con los pies de pato. Eran tan pequeñas. Tan 
indefensas. —No soy sobreprotector. Soy precavido. Todos los días estamos 
dejando lo más preciado de nuestra vida en ese pozo negro de gérmenes y 
babas. 
—Es una guardería, amor, no un basurero en la parte de atrás. 
Lucas se burló. Pensó que August lo entendería. Era el hombre más 
inteligente que Lucas había conocido. Sin embargo, allí estaba, 
prácticamente arrojando a sus hijas a una cuba de residuos biológicos cada 
mañana durante ocho horas. 
Lucas sostuvo a Arabella, acurrucándola más cerca, su corazón se aceleró 
cuando ella lo arrulló. Entonces, de repente, dio tres pequeños y delicados 
golpes de tos. Lucas se acercó a ellos. —¿Ven? Está tosiendo. Te dije que 
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llevarlas a la guardería era como dejarlas lamer el pomo de la puerta. Ahora, 
mírala. 
—Es ridículo —Le dijo Cricket a August—. ¿Quisieras razonar con él, 
por favor? 
August se rio. —No está enferma. 
—Está tosiendo —dijo Lucas de nuevo, los ojos se abrieron de par en 
par cuando Ara dio otro pequeño sonido de asfixia—. ¿Ves? 
August se puso de pie, sacudiendo la cabeza con una risa mientras venía a 
ponerse al lado de Lucas. —Está fingiendo la tos porque, cada vez que lo 
hace, corres a levantarla. Te está adiestrando, umnishka1. Y bien, diría yo —
Lucas frunció el ceño hacia los dos antes de dirigir su mirada hacia la 
pequeña bebé, que parpadeó hacia él con sus enormes ojos verde jade, un 
único mechón de pelo oscuro que se arremolinaba cómicamente hacia arriba, 
como si fuera un pequeño personaje de Whoville.2 Su hermana tenía el 
mismo rizo. Su corazón se estrujó. ¿Cómo era posible querer tanto a dos 
personas? 
Habían tenido muy claro desde el principio de todo el proceso de FIV3 que 
no querían saber quién era el padre biológico, pero la genética había 
decidido lo contrario. Mientras que las niñas tenían la piel cremosa y pálida 
de Cricket y los labios rojos, el resto era todo de August. Aunque tanto Lucas 
como August tenían los ojos verdes, eran decididamente diferentes. Los de 
Lucas eran de un verde cristalino pálido, casi azul bajo cierta luz. Los de 
August eran de un verde jade intenso. Y las chicas eran puramente August, 
prácticamente clones, con su pelo oscuro, sus ojos brillantes y su aterradora 
inteligencia. 
—No lo entienden, ¿verdad, Ara? —susurró, con los ojos cerrados 
mientras August le pasaba un dedo por la mejilla. Su toque nunca dejaba de 
hacer que Lucas se derritiera, incluso ahora. Especialmente ahora. 
—Ya ha pasado su hora de dormir —le recordó August—. Necesitan 
descansar. 
 
1 Inteligente o Listo en ruso. 
2 Villa Quién es una ciudad ficticia creada por el autor Theodor Seuss Geisel, bajo el nombre del Dr. Seuss. 
Villa Quién apareció en los libros “¡Horton escucha a Quién!” y “¡Cómo el Grinch robó la Navidad!”, Sin 
embargo, hubo diferencias significativas entre las dos versiones. 
3 Fecundación in vitro. 
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Esperaban que fueran gemelas. Nunca imaginaron que tendrían gemelas 
idénticas. Era tan raro en la FIV. Cricket no tenía gemelos en su familia. 
August le había asegurado a Lucas que Adelyn y Ara eran sólo el comienzo de 
su familia, no el final, como si Lucas se hubiera sentido decepcionado por 
tener dos bebés que se parecían tanto al hombre que amaba por encima de 
todo. Era todo lo contrario. Eran dueñas de todo su corazón y él mataría o 
moriría para defenderlas. 
Lucas nunca se había imaginado capaz del nivel de protección agresiva que 
lo invadía cada vez que las miraba. —Tiene las mejillas rojas. Creo que tiene 
fiebre —insistió. 
August le dirigió una mirada indulgente y le dio un beso en la mejilla. —Su 
madre ya le ha tomado la temperatura. No está enferma. No tiene fiebre. Lo 
que tiene es un carácter tortuoso —Ara soltó una risita mientras August le 
hacía cosquillas en la barriga. 
—Eso lo sacó de mí —dijo Cricket con orgullo, sacando a una Adelyn 
dormida de su cuna. 
Lucas puso los ojos en blanco. Suponía que, en cierto modo, era cierto. 
Cricket había demostrado una y otra vez que era más que capaz en muchas 
cosas, incluida la de integrarse sin problemas en una familia de psicópatas 
desviados. Los tres chocaron en el momento exacto. El peor momento de la 
vida de Lucas, de alguna manera, lo había llevado a conseguir todo lo que 
siempre quiso. Un marido. Hijos. Una amiga. 
Aunque, esa no era realmente la palabra correcta para Cricket. Ella era más 
que su amiga. Trabajaba con ellos en la universidad. Ayudaba a Calliope a 
crear coartadas. Cenaba con August y Lucas casi todas las noches, vivía en el 
apartamento de enfrente, criaba a los niños con ellos. Era de la familia. Su 
familia. 
Le dirigió a Lucas una mirada amistosa pero firme. —Estas pequeñas 
monstruos ya se han bañado y comido. Necesitan dormir. Podrías hacer que 
se quedaran aquí en la guardería, pero es tu noche y están perfectamente 
limpias. Están al otro lado del pasillo. 
Era inteligente, capaz y muy leal. Tenía a Thomas y al resto de los hermanos 
de August envueltos en su pequeño sombrero, al igual que Calliope. Y, lo 
mejor de todo, era la madre perfecta para sus hijas, algo que Lucas no podía 
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creer que estuviera dispuesta a hacer por ellos. No sólo dispuesta, sino 
ansiosa. 
No había imaginado que alguien de la edad de Cricket estuviera tan 
dispuesta a poner su vida en pausa por ellos. Pero ella dijo que era todo lo 
contrario. Que su vida había comenzado cuando los conoció. Que había 
entrado y salido de una relación complicada tras otra cuando, en realidad,ni 
siquiera quería tener una relación. Ni sexuales, ni románticas. 
Ella dijo que todo lo que quería era una familia y la tenía con los Mulvaneys. 
La tenía con August y Lucas. Los tres eran una unidad familiar cohesionada 
con las niñas. Le habían comprado el apartamento del otro lado del pasillo 
cuando estuvo disponible, asegurándose de que siempre estuvieran cerca, y 
ella sabía que era bienvenida a entrar y salir de la casa cuando quisiera. 
Habían instalado guarderías en ambos apartamentos para poder alternar las 
noches sin molestarlas demasiado. 
Aunque las niñas apenas tenían seis meses, Lucas no podía esperar a tener 
más hijos en el futuro. Un futuro muy cercano. Le encantaba la idea de una 
familia numerosa, algo que nunca había considerado antes de August. 
La idea de criar niños con un psicópata le había preocupado al principio, 
hasta que vio la forma en que August las adulaba, las adoraba, estaba 
fascinado por ellas. August tenía el temperamento perfecto para los niños. 
Nunca gritaba ni se frustraba. Incluso cuando las niñas estaban 
inexplicablemente inquietas, August se limitaba a ponerse los auriculares 
mientras las calmaba. Era fascinante, realmente. 
—Realmente debería llevarlas a la cama —dijo Cricket, enfatizando 
mucho para que quedara claro que ya lo había dicho una vez. 
Cuando trató de sacar a Ara de los brazos de Lucas, él apretó su agarre. —
Deberían quedarse aquí. ¿O tal vez deberíamos llamar a Atticus para que 
pase a verlas? 
August suspiró, con una sonrisa en los labios. —Ya has llamado a Atticus por 
videollamada dos veces hoy, y las dos veces te ha dicho que son bebés 
perfectamente sanas. Estoy empezando a pensar que el único médico que 
necesitamos es un terapeuta para ti, amor. 
Lucas frunció el ceño, pero le entregó la bebé a August. Cricket le lanzó una 
mirada. —Puedes mantener las cámaras activas en la guardería, ya sabes. 
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También tienes la llave del apartamento. Le prometiste a August una noche 
sin alimentaciones a las tres de la mañana. Me toca a mí. 
—Lo sé. Lo sé. Lo sé. 
Caminaron con Cricket de vuelta a su apartamento, ayudándola a acomodar 
a las niñas, antes de regresar a su propia casa, donde Lucas miraba con 
anhelo la puerta. 
August se puso delante de él, rodeándolo con sus brazos antes de acariciar su 
trasero. Lucas dio un suave suspiro, enrollando sus brazos alrededor del 
cuello de August, dejando que su mejilla se apoyara en su hombro. —Siento 
seguir portándome como loco. 
 —No lo sientas —murmuró August, dejando caer un beso en la cabeza 
de Lucas—. ¿Quieres ir a la cama? —Lucas no dijo nada—. ¿Quieres ir a la 
cama y mirar las cámaras de la guardería un rato? 
Lucas asintió. —Sí, por favor. 
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Parte Dos 
August 
 
August apretó un beso en el centro del pecho desnudo de Lucas, y luego pasó 
a lamer un pezón endurecido. —Baja la cámara. Están profundamente 
dormidas. La lechuza te avisará si algo va mal. 
Lucas dejó el monitor sobre la mesa, pero no apagó la pantalla. —¿Y si 
funciona mal? 
—¿Y si no lo hace? —replicó August, arrodillándose entre las piernas 
de Lucas antes de tirar de él con suavidad hasta colocarlo de espaldas. 
Las piernas de Lucas se abrieron, su invitación era obvia, a pesar de que 
todavía estaba claramente desencajado por las chicas. 
—Podría, sin embargo. 
August apoyó su mejilla en el muslo interno de Lucas, con su polla semidura 
al alcance de la mano. Pero estaba claro que iba a tener que abordar esta 
cuestión antes de que se produjeran momentos sensuales. —En todo el 
tiempo que llevan vivas, nunca ha funcionado mal. Si sigues así, vas a tener 
que duplicar las sesiones con tu terapeuta. ¿Tal vez sea una buena idea? ¿O 
tal vez una medicación temporal para la ansiedad? 
 Lucas miró una vez más el monitor antes de ponerlo boca abajo, con una 
expresión miserable. —Tal vez. Es que son tan pequeñas e indefensas. 
Podría pasarles cualquier cosa. 
August besó la pierna de Lucas. —Pero no lo hará. Las dos están sanas y son 
felices. Más que felices. Están muy bien consentidas. Mi padre les construyó 
su propio palacio en la mansión, les dio un parque infantil en el patio trasero 
que no podrán disfrutar hasta dentro de un año. Tienen un ejército -un 
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ejército literal- de asesinos en torno a sus nidos. No hay nadie más protegido 
que ellas, ¿De acuerdo? 
Lucas respiró profundamente y lo dejó salir, haciendo contacto visual con 
August. Eso le produjo una descarga de placer. Su marido era tan 
jodidamente sexy, incluso cuando se mostraba absolutamente salvaje con sus 
hijas. Especialmente entonces, si August era sincero. La forma en que Lucas 
amaba a Adelyn y Arabella evocaba una respuesta casi primaria en August, 
algo que no podía explicar lógicamente. 
—¿Me distraes? —murmuró Lucas, sus manos enredadas en el pelo de 
August, guiándolo hacia su polla. 
August se llevó la corona a la boca, lamiendo sobre su raja antes de tirar de 
ella y apuntar más abajo, chupando sus pelotas mientras a Lucas se le ponía 
la piel de gallina. —Oh, mierda. 
August sonrió, acariciando la base de la polla de Lucas antes de metérsela 
por completo en la boca, chupándola desde la raíz hasta la punta. Sus 
caderas se sacudieron espasmódicamente, sus talones presionando el 
colchón, forzándose a sí mismo más profundamente en la boca de August. 
Sus dedos ya no sujetaban la cabellera de August con un agarre mortal, sino 
que la peinaban con ambas manos como si la acariciaran. 
Estaba en la cabeza de August, disfrutando no sólo de su placer sino del de su 
marido. Siempre que Lucas estaba en el extremo receptor del placer, quería 
sentirlo tanto desde la perspectiva de August como desde la suya propia. Y 
cuando lo hacía, se deslizaba hacia un estado de sueño casi drogado. Decía 
que las emociones de August le producían un enorme golpe de dopamina, 
como tomar éxtasis antes del sexo. 
Todo se agudizaba. 
A August le encantaba ver a Lucas así: aturdido, feliz, consumido por la 
búsqueda de su propia satisfacción. Se lo merecía. Las niñas lo estresaban. O 
su amor por ellas lo hacía. August no tenía la capacidad de entender ese nivel 
de ansiedad, el miedo con el que Lucas vivía a diario. No sabía lo que era 
preguntarse constantemente qué pasaría si. 
August no vivía en un mundo de posibilidades. Él era un científico. Se 
dedicaba a las probabilidades, y la probabilidad de que algo les sucediera a 
sus hijas era baja. Mucho más baja que la de la mayoría. Eran muy queridas, 
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bien cuidadas, venían de padres muy educados con acceso a fondos y 
recursos que la mayoría de la gente sólo soñaba. Los accidentes ocurrían, por 
supuesto, pero, estadísticamente hablando, las probabilidades estaban a su 
favor. 
—Más —jadeó Lucas. 
August deslizó su polla entre sus mejillas, buscando el agujero y deslizándose 
sobre él. No fue un deslizamiento suave, pero sabía que a Lucas no le 
importaba. Estaba demasiado lejos para preocuparse, drogado por lo que 
fuera que estaba experimentando en este espacio compartido. 
Solía intentar controlar las experiencias de Lucas, preocupado de que 
pudiera pensar accidentalmente en algo horrible o traumático, pero eso 
nunca ocurría. Lucas decía que los pensamientos de August eran siempre... 
Cálidos. Calmantes. Que su amor por Lucas era como una caricia, un 
escalofrío en todo el cuerpo que sólo aumentaba su placer.Lucas agarró el lubricante y lo lanzó a la cabeza de August. —Te quiero 
dentro de mí. Quiero sentir cómo me follas. 
August sonrió. La vida matrimonial también eliminaba cualquier conjetura o 
decoro en el sexo. No había necesidad de ser tímidos o educados sobre lo que 
querían el uno del otro. Hacía tiempo que habían dejado de intentar 
impresionar o preocuparse por lo que el otro pudiera pensar. Tomó el 
lubricante, untó sus dedos y se los metió a Lucas un par de veces antes de 
usar el resto en su propia polla dolorosamente dura. 
Subió por el cuerpo de Lucas, apoyándose en sus antebrazos para poder 
deslizar sus bocas juntas, sus lenguas moviéndose una sobre la otra en una 
danza familiar. Lucas guio la cabeza de la polla de August hasta su entrada, y 
ambos gimieron cuando la introdujo de un solo golpe. 
Los párpados de Lucas se abrieron, sus labios se separaron mientras jadeaba. 
Estaba experimentando el placer de ambos al mismo tiempo. August estaba 
un poco celoso por eso. Estaría bien experimentar lo que Lucas hacía, saber 
realmente lo que se sentía. Pero Lucas se merecía algún tipo de recompensa 
llevando la carga de un talento que le causaba tanta angustia y malestar cada 
día. 
August volvió a tomar su boca mientras hacía rodar sus caderas 
perezosamente, sin ninguna prisa en particular. Cada deslizamiento en el 
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apretado calor del cuerpo de Lucas enviaba una placentera descarga a lo 
largo de sus entrañas, lo cual August se contentaba con experimentar 
mientras Lucas quisiera. 
Lucas no estaba de acuerdo, al parecer. Rodeó la cintura de August con sus 
piernas, sus talones clavándose en sus nalgas, incitándolo a moverse más 
rápido como si fuera un semental en una granja de caballos. 
—Tan goloso —murmuró August contra sus labios. 
—Fóllame. Con fuerza —suplicó Lucas. 
August emitió un gruñido bajo ante el ligero gemido de la voz de Lucas. Le 
encantaba que le suplicara; activaba ese instinto primario que le hacía desear 
preñarlo4, reclamarlo. Se puso de rodillas sobre los codos y colocó las manos 
a ambos lados de la cabeza de Lucas, prácticamente doblándolo por la mitad 
para poder penetrarlo, gruñendo con cada duro empujón, dándole 
exactamente lo que pedía. 
—¿Esto es lo que necesitas? 
—Sí. Mierda. Así de simple. 
La espina dorsal de August comenzó a cosquillear, sus pelotas se apretaron 
contra su cuerpo. Su propio orgasmo se acercaba rápidamente con sólo ver 
cómo se introducía en su marido. Lucas tomó su polla con la mano, 
acariciándose, completamente consciente del efecto que estaba teniendo en 
August. Otra ventaja de compartir esta conexión. 
Sin embargo, August no quería correrse primero. Lucas era una imagen tan 
bonita como esta, con la cabeza hacia atrás, los labios separados, las mejillas 
juntas, la polla húmeda y tensa, tan cerca de dejarse llevar. 
August se mordió el labio inferior, intentando distraerse del impulso 
desesperado de su cuerpo por correrse, preocupado por tener que recurrir a 
la estadística o a la teoría de la probabilidad para distraer su polla palpitante 
del calor perfecto del cuerpo de Lucas. 
Pero entonces Lucas se corrió con un grito, desparramándose sobre su 
vientre tenso. August gruñó al ver esto, moviendo sus caderas más rápido, 
 
4 Del inglés: breeding kink. Es un fetiche por el cual hay excitación sexual por la idea de mantener relaciones 
sexuales sin preservativo o de ser inseminadx. 
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metiéndose hasta el fondo mientras su propia liberación lo superaba, 
follando a Lucas una y otra vez hasta que su cuerpo se negó a continuar. 
Cuando se desplomó sobre Lucas, sus brazos lo rodearon. —Gracias. Lo 
necesitaba. 
August apoyó su cabeza en el pecho de Lucas, escuchando los latidos de su 
corazón debajo. —Cuando quieras. Ya lo sabes. Yo también lo necesitaba. Te 
echaba de menos. Echaba de menos esto. 
Lucas se rio. —Pero tuvimos sexo ayer por la mañana. 
August bufó. —Eso fue hace casi treinta y seis horas. 
—También te hice una paja en el almuerzo y me la chupaste en la 
biblioteca cuando te amenacé con ir a buscar a las niñas a la guardería —Le 
recordó Lucas. 
August tomó las manos de Lucas y las condujo torpemente a su espalda, 
suspirando satisfecho cuando Lucas comenzó a dibujar patrones en su piel. 
—¿Qué quieres decir? 
Esta vez, fue Lucas quien se adelantó. —Mi punto es, ¿Cómo puedes 
extrañarme, extrañar esto, cuando estamos prácticamente juntos las 
veinticuatro horas del día? 
—Te encadenaría a mí y te haría seguirme todo el día si fuera 
socialmente aceptable. Odio estar lejos de ti, aunque sea por unas horas. 
—Y dices que yo necesito más terapia —se burló Lucas. 
—Así es. Sí —aceptó August. 
—¿Crees que esta ansiedad por las niñas desaparecerá alguna vez? 
¿Crees que me convertiré en un molesto padre helicóptero5 y las convertiré 
en algo extraño? 
—Oh, umnishka, ese barco ya zarpó. Van a ser unas raras. 
—Vaya. Esas son nuestras hijas. 
 
5 Los padres helicóptero se caracterizan por un comportamiento sobreprotector y controlador que afecta el 
desarrollo emocional de los hijos. El término hace referencia a cómo los padres sobrevuelan todos los 
movimientos, proyectos y decisiones de los hijos; una constante supervisión que limita la libertad de los 
niños. 
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—Van a ser raras. Van a ser inteligentes, probablemente divertidas, 
pero van a ser raras. 
Lucas se rio. —Sólo son bebés. Eso no lo sabes. 
August mordió suavemente la piel más cercana a su boca. —No son sólo 
bebés, cariño. Son Mulvaneys. Van a ser muy raras. 
Lucas suspiró. —Tiene razón. 
—Deberíamos disfrutar del sueño mientras podamos. 
—Mm —dijo Lucas, sin comprometerse. 
August levantó la cabeza para ver a Lucas mirando la cámara que estaba en 
el suelo. —No te atrevas a levantar ese monitor de bebés —La mirada de 
Lucas era suplicante y August negó con la cabeza—. Un vistazo rápido y luego 
a dormir. 
—Sí —siseó Lucas triunfante, ya dándole la vuelta en sus manos. 
August suspiró, acomodándose al lado de Lucas para enganchar su cabeza 
sobre su hombro. Las dos niñas estaban en cunas separadas, pero siempre 
gravitaban hacia los extremos, de modo que estaban una al lado de la otra, lo 
suficientemente cerca como para tocarse si alcanzaban los barrotes. 
Realmente eran fascinantes y excepcionales en todos los sentidos. Todo 
gracias a Lucas. Era un padre y un compañero perfecto. 
August le quitó suavemente el monitor de las manos y lo colocó en su mesa 
auxiliar para que Lucas pudiera seguir viéndolo. —Esta noche puedes ser la 
cuchara grande para poder ver los monitores desde la distancia. 
Lucas sonrió, rodando sobre su lado para acurrucarse alrededor de August. 
—Siempre soy la cuchara grande. 
—Mecánicamente hablando, tiene más sentido —murmuró August, 
enroscando sus dedos sobre su vientre. 
—Es porque te gusta frotar tu culo en mi polla por la mañana. 
—To-may-to, to-mah-to6 —dijo August, ya dejándose llevar por el 
sueño. 
 
6 To-may-to, to-mah-to hace referencia a que son dos palabras/frases que al pronunciarse suenan igual, y 
que en inglés se utiliza como un “Eso no importa” o “Es lo mismo”. 
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—Mmhmm. Te amo. 
—Yo también te amo, umnishka. 
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Acerca de Onley James 
 
Onley James es el seudónimo de la autora de YA7, Martina McAtee, que vive 
en Florida Central con sus niños, su pitbull, su perro weiner y una colección 
cada vez mayor de gatos de aspecto sombrío. Divide su tiempo entre escribir 
romances paranormales YA LGBT y escribir romances MM para adultos. 
Cuando no está en su escritorio, puedes encontrarla haciendo fila para los 
refrescos de Starbucks, quejándose de lo mucho que tiene que hacer y 
evitando las cosas que tiene que hacer mientras mira cantidades insalubres 
de televisión. Le encantan las historias de fantasmas, los documentales sobre 
crímenes reales, desplazarse obsesivamente por las redes sociales y escribir 
libros traviesos y sarcásticos sobre hombres que se enamoran de otros 
hombres. 
 
 
7 Young Adult – Adulto Joven, es un género de literatura.