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HISTORIA DE LA ESPADA 
La espada está en decadencia, no tanto 
porque hayan renunciado á ella los es­
grimistas, sino porque parece que re­
sulta iiútil en la íjuerra moderna. La 
campan.i contra el uso de la espada tuvo 
por iniciador á lord Roberts, en la gue­
rra del África del Sur pues el genera­
lísimo de las tropas inglesas d spuso que 
los oficiales de su ejército no llê vâ sen 
más que un revólver en ti cinto, proscri­
biendo la espada, por considerarla com-
pie aniente innecesaria. A ig;ual conclu­
sión han llegado los norteamericanos en 
Filipinas, quienes se convencieron de lo 
embarazosa que es la espada para quien 
debe efectuar penosas marchas á. través 
de los frondosos bosques de aquel archi­
piélago. 
De forma que, á punto de ser abando­
nada por los militares, bien merece re­
cordarse la historia de la gloriosa arma 
que durante tres mil años acompañó al 
hombre. 
Su origen se pierde en la más remota 
antigüedad. En los monumentos asirios 
hállase un modelo de espada, de hoja 
sumamente estrecha, terminando en pun­
ta, cuya forma es ia misma que tienen 
las armas hace poco descubiertas en al­
gunas tumbas etruscas, que se conservan 
en el Museo Arqueológico de Londres. 
La hoja ancha es característica en las 
armas de la llamada edad de bronce: es 
el tipo que adoptaron los griegos y ro­
manos, por más que sea muy arriesgado 
asegurar si los héroes de la patria de 
Espacia que uRabnn los legionarios 
del lieinpo dn Cetíar y con la cual 
Uuma congulsró el mnidu . Era, 
t amo en elmatt^nal cumo eu la Ca-
bricaoiíín, de calidad muy inferior. 
aparece por primera vez la guarda en la 
espada, para proteger la mnno; á este 
objeto, la hoja llevaba una espiga trans­
versal, de metal, con los que podían pa­
rarse los golpes á ella dirigidos. 
Los romanos tenían adop ados dos sis 
temas de espadas* la gala sin punta y 
con filo, de forma que sólo podía utilizar­
se como tajante, y más tarde la ibera. 
El material usado en la fabricación de 
las espadas romanas era el cobre, y á 
veces el bronce, que luego templaban 
convenientemente valiéndose de un pro­
cedimiento cuyo secreto quedó sepultado 
entre las ruinas del imperio. 
Las cruzadas marcaron un nuevo rum­
bo en la forma y disposición de las ar­
mas blancas, á la sazón en uso por los 
guerrert s de las principales naciones 
europeas. La cimitarra oriental fué el 
modelo primitivo del que luego deriva­
ron !a gran variedad de sables que se 
han venido fabricando desde el siglo XII 
hasta la fecha. Su forma era la de un sa­
ble de gran tamaño, con hoja ancha de 
dos filos muy bien templada y muy cor­
tante, tanto, que á "su golpe caíanlas 
cabezas con la misma facilidad con que 
cae la hierba ante la hoz del segador. 
Cuéntase á este propósito el siguiente 
hecho, que varios autores citan como 
rigurosamente histórico: Una pequeña 
columna de soldados cristianos separóse 
del grueso del ejército para reconocer el 
campo enemigo en situación comprome­
tida. Nada notable ocurrió durante el 
Kspada griegai la 
mejor arma del 
período olAsico. 
Dos modelos de espada 
muy ani'it:nos: la primera 
es Kneua y román» la se­
gunda. LȔ primili^as t-s-
p-dae romanas eran de 
cobre, y de bronce las de 
los griegos. 
Armas u i adas en Oriente: 
la primera es un sable 
malayo, cuya hola ondu-
lafla producta tnrribles 
heridas: la segunda nna 
cimitarra turca de hoja 
corta y ancha. 
Otros dos modelos de sa­
bina malayos oon mango 
postizo. 
YataRün: on chillo 
largo de hoja cor­
va usado en Per-
sia y AtghaniB-
tán. 
Homero usaban sólo espadas anchas ó bien utilizaban 
las puntiagudas que les habían legado sus antecesores 
los calJeos y asirios. 
La espada, al igual que las demás armas, era consi­
derada por los antiguos simplemente como arma ofen­
siva, pues para defenderse se valían de escudos ó rode­
las, y para librarse 
de los golpes de sus 
adversarios cubrían 
su cuerpo de pesa­
das armaduras, co­
tas de malla, etc. El 
uso de la espada en 
calidad d e a r m a 
ofensiva y defensiva 
es relativamente mo­
derno, ya que data 
de mediados del si­
glo x v m . 
Entre los griegos, 
Espadas y vainas japonesas . La hoja de 
usada por el verdugo, famosa por sor 
camino y ya la columna se disponía á volver á su punto 
de procedencia, cuando al pasar por un estrecho des­
filadero muy propicio para una emboscada, vióse ata­
cada y envuelta por las tropas sarracenas. Incapaces 
los cruzados de defenderse por lo súbito é inesperado 
del ataque, decidieron poner pies en polvorosa é incor­
porarse del mejor 
modo posible al grue­
so del ejército. Vol­
vieron, pues, gru­
pas, pero antes de 
haber dado el pri­
mer paso, yacían ya 
más de la mitad en 
el suelo con la cabe­
za cortada por el ar­
ma tajante de los in­
fieles Cuando al ca-
largo mango de la parte inferior es el arma ^9 .^^^ algún tiempo 
su fllo tan agudo como el de una navaja. dirigiéronse los cru-

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