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Les Luthiers, en el delgado equilibrio entre el humor culto y popular

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EscEnario
La capitaL | Lunes 21 de noviembre de 2022 | 27
la nueva formación. Martín O’Connor, Tomás Mayer-Wolf, Carlos López Puccio, Jorge Maronna, Horacio “Tato” Turano y Roberto Antier.
CRíTiCA/TeATRO
La agrupación 
presentó en Rosario 
el estreno nacional 
de “Más tropiezos de 
Mastropiero”, la primera 
obra nueva en 14 años
Les Luthiers es una marca regis-
trada que garantiza humor, buena 
música y textos inteligentes. Lo 
hacen desde 1967 y a lo largo de 
las ocho formaciones que tuvieron 
en los últimos 55 años siempre 
tuvieron un común denominador 
basado en la sutileza del lenguaje, 
el malentendido originado en el 
juego de palabras y, desde ya, el 
talento musical y la creación dis-
paratada de instrumentos informa-
les. Y aquí está el dato distintivo, 
porque los seis integrantes de este 
elenco iniciado en 2019 además 
de hacer reír, no solo cantan con 
cuidadas armonías vocales sino 
que también tocan de maravillas 
desde un piano hasta un inodoro 
con cuerdas.
 Es desde ese lugar donde hay 
que hacer una mirada sobre este 
estreno nacional de “Más tropie-
zos de Mastropiero” y no desde 
la comparación con la época en 
que brillaban los ya fallecidos 
Marcos Mundstock y Daniel Ra-
binovich, o los que cumplieron 
su ciclo como Ernesto Acher y 
Carlos Núñez Cortés. En este con-
texto es donde hay que agradecer 
y aplaudir la primera obra nueva 
en catorce años, craneada por dos 
históricos como Jorge Maronna 
y Carlos López Puccio, a quienes 
se suman con profesionalismo y 
eficacia Roberto Antier, Tomás 
Mayer-Wolf, Martín O’Connor y 
Horacio “Tato” Turano.
 Con tres Astengo con localida-
des agotadas el viernes 18, sábado 
19 y domingo 20, y otras tres fun-
ciones que van camino a agotarse 
el 25, 26 y 27 de noviembre, “Más 
tropiezos de Mastropiero” toma 
como disparador una entrevista 
al exhuberante creador Johann 
Sebastian Mastropiero (O’Connor), 
en la cual el refinado periodista 
del programa televisivo cultural 
(Antier, impecable) intenta repa-
sar la historia artística de este 
compositor “desde sus primeros 
fracasos hasta los más recientes”.
 Hay un trabajo logrado en la 
puesta, que no solo permite mover 
la escena de la entrevista sino que 
le agrega dinámica a los distintos 
bloques, en los que se sucederán 
situaciones insólitas vinculadas a 
la carrera musical de Mastropiero 
que irán cimentando la gran pre-
gunta que se revelará en el final: 
“¿Cuál es el secreto de su éxito?”.
 A medida que avanza la entre-
vista, el periodista sumará ira tras 
las respuestas desopilantes de 
Mastropiero, quien tomará cada 
pregunta con literalidad, jamás 
entenderá qué significa una aso-
ciación libre, y si el conductor le 
reclama “póngase en mi lugar”, 
Mastropiero se sentará en su silla 
provocando el estallido de la pla-
tea. Ese tipo de humor impacta al 
público de Les Luthiers, el de la 
palabra que va al sinsentido más 
Les Luthiers, en el 
delgado equilibrio 
entre el humor
culto y el popular
que al doble sentido, porque, como 
siempre, nunca habrá expresiones 
subidas de tono. No porque Les 
Luthiers se pongan colorados, sino 
porque nunca fue su estilo.
 Con mucha sutileza también 
le dedicarán un bloque a ironizar 
sobre el lenguaje inclusivo en una 
rutina con cantito que evoca a las 
prácticas de fajina de las milicias 
estadounidenses tantas veces vis-
tas en el cine hollywoodense.
 Cada luthier tiene un rol deter-
minado: Maronna es el más brillan-
te en lo musical; López Puccio está 
detrás de las armonías vocales y 
aporta su gestualidad minimalista; 
Antier explota al máximo su cono-
cida veta actoral y también se luce 
como pianista; Tomás Mayer-Wolf, 
el más joven del grupo, suma su 
impronta más rockera; Tato Tura-
no es el de perfil bajo que siempre 
se las ingenia para hacer reír; y 
Martín O’Connor toma el rol de 
protagonista y sale más que airoso 
gracias a su desparpajo natural.
 Ese desparpajo se potencia en el 
final, cuando revela el secreto del 
éxito de Mastropiero. Ese cierre, 
que es preferible no spoilear, es una 
metáfora que desmitifica el halo 
dorado del humor culto en favor del 
supuestamente manchado humor 
popular. Y es en esa delgada línea 
donde Les Luthiers hace equilibrio, 
con algún tiro por elevación contra 
los políticos corruptos aunque sin 
meterse con la grieta, y siempre 
con el preciosismo de la palabra, 
la buena música y los instrumen-
tos inventados como las banderas 
que flamean en lo más alto de su 
potencial artístico.
Pedro Squillaci
La CaPitaL
psquillaci@lacapital.com.ar
“El preciosismo de 
la palabra, la buena 
música, el humor y los 
instrumentos inventados 
son sus banderas”
Leonardo vincenti / La CapitaL

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