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castigo altruista (CA), también llamada reciprocidad fuerte. CA entró en el panorama de los modelos computacionales con la pretensión de triunfar contra los defectores en dilemas de prisioneros de varios jugadores (n>>2) (BOYD; RICHERSON, 1992). CA conduce la interacción en dos fases. En la primera coopera en el dilema de n-personas. En la segunda fase castiga en interacciones diádicas, e incurriendo en costos, a aquellos que no cooperaron en la primera fase. Si el costo de ser castigado en la segunda fase supera el costo de cooperar en la primera fase, el incentivo para no-cooperar desaparece (FEHR; GÄCHTER, 2000). Además de emplearse en juegos de bienes públicos, CA se implementa también en juegos de ultimátum y en juegos de castigo de terceras personas (GINTIS et al., 2003; FEHR; FISCHBACHER, 2004b; HENRICH et al., 2006). Lo primero es notar que CA es psicológicamente similar a la reciprocidad directa e indirecta en cuanto a la regla de atribución de reputaciones. Evidencia procedente de experimentos con juegos de ultimátum indican que los receptores en esos juegos atribuyen reputación a los oferentes razonando sobre sus intenciones. Pues la disposición de un receptor a castigar rechazando la oferta — con lo que tanto el receptor como el oferente salen con las manos vacías — es afectada por las intenciones que atribuya a los oferentes. Por ejemplo, si en un juego de ultimátum el oferente se presenta como un computador, o como un humano constreñido por opciones preestablecidas por el experimentador, y la oferta de división es poco generosa, el receptor enterado de esas circunstancias no tiene la misma inclinación al castigo que cuando la oferta poco generosa es presentada como plenamente intencional y si constreñimientos (BLOUNT, 1995; FALK et al., 2003; FALK; FISCHBACHER, 2006). La razón, presuntamente, es que esas “defecciones” no son muestras de un rasgo del carácter, ni manifiestan la intención sistemática de defectar. En resumen CA se basa en la atribución de intenciones y de carácter, más que en la pura conducta, lo mismo que la reciprocidad directa y la indirecta. Quienes inicialmente propusieron CA la consideraron única por su capacidad para in- vadir poblaciones de defectores en dilemas de prisioneros de varios jugadores o dilemas de bienes públicos. Pero Milinski y colaboradores (2002) mostraron experimentalmente que una estrategia de reciprocidad indirecta tiene el mismo efecto que el castigo directo y costoso: “disciplina” a los defectores en un dilema de n-personas. Si se juega alternada y repetidamente un juego de RI con un juego de bienes públicos, el deseo de mantener la reputación en el juego RI induce a cooperar a quienes prefieren defectar en el juego de bienes públicos. Modelos teóricos confirman este resultado (PANCHANATHAN; BOYD, 2004). Es muy factible que el mismo resultado se obtendría alternando un juego repetido de bienes públicos con un juego repetido de reciprocidad directa. Esto nos permite concluir que las tres estrategias, reciprocidad directa, indirecta y fuerte detectan a los defecto- res atribuyendo intenciones; y una vez detectados, los defectores son disciplinados, o bien por castigos directos o bien excluyéndolos de los beneficios de la reciprocidad. Los defectores son disciplinados siempre en interacciones diádicas. Un experimento 414 reciente que combina un juego de bienes públicos con un juego que ofrece la opción de “disciplinar” (enforce) mediante reciprocidad negativa (defección en RI) o mediante castigos directos (CA), muestra que el castigo directo decrece significativamente si los cooperadores pueden disciplinar a los defectores mediante la reciprocidad (ROCKEN- BACH; MILINSKI, 2006). Así, reciprocar negativamente y castigar se presentan como métodos alternativos para disciplinar a los defectores y hacer cumplir (enforce) la norma de cooperación (ROSAS, 2008, SIGMUND, 2007). Siendo esto así, las tres estrategias en cuestión expresan una misma norma general que prescribe cooperar con cooperadores y disciplinar a los defectores. Sin embargo, influyentes economistas experimentales sostienen que los jugadores que implementan la reciprocidad directa o indirecta sólo buscan mejorar sus ganancias personales: confinan así las motivaciones altruistas y normativas al castigo altruista. Creo que eso es una concepción equivocada. Quienes implementan la reciprocidad directa o indirecta contra los defectores expresan de ese modo su intención de disciplinarlos en el cumplimiento de normas. 8 Una regla para todas las estrategias Aunque lo anterior no establece que una sola regla subyace a las tres estrategias, sí proporciona alguna evidencia a favor de esa tesis. Las tres emplean los mismos criterios intencionales para detectar a los defectores. Discriminamos defectores de cooperadores atribuyendo disposiciones estables de carácter. La información conductual es una pista entre otras, pero no hay reglas simples que permitan inferir un carácter a partir de una conducta observada, además de que se utiliza información de diversos canales, como opiniones de terceros o sutiles señales faciales de las intenciones y emociones subyacentes a la conducta (FRANK, 1988; YAMAGISHI et al., 2003). Esta información puede opacar a la información conductual, como por ejemplo cuando juzgamos que un acto cooperativo es expresión de una disposición calculadora y no de un carácter generoso (TRIVERS, 1971). Sean cuáles sean las reglas usadas, la atribución de rasgos del carácter resuelve el problema de la discriminación de los defectores en un entorno social de reciprocidad con retornos diferidos. Los criterios intencionales se aplican en todas las estrategias. Ya vimos que TFT asigna reputaciones de manera muy cruda y por eso representa inadecuadamente la reciprocidad humana (KOLLOCK, 1993; BOERLIJST et al., 1997). Es intolerante a los errores; su obsesión con un balance perfecto perjudica el mantenimiento de relaciones a largo plazo (KOLLOCK, 1993; DE VOS, 2001). En la vida real los altruistas recíprocos en interacciones diádicas no reaccionan rígidamente a las movidas previas de sus oponentes, sino que se guían flexiblemente atribuyendo rasgos de carácter. De esa manera logran construir cooperación a largo plazo con varios oponentes y con reciprocidad diferida. Si las tres estrategias atribuyen reputaciones con el mismo criterio, entonces podrían depender todas de la misma regla de reciprocidad: “coopera con cooperadores, castiga 415 Capítulos Ética evolucionista: el enfoque adaptacionista de la cooperación humana Una regla para todas las estrategias