Como médico o enfermera, ¿qué es lo más horrible que has visto en un paciente que no puedes olvidar?

El incidente que atormenta mi alma involucró a una niña de seis años.

Esto fue hace veinte años. Todavía recuerdo su esmalte de uñas brillante, sus pequeños pendientes y su camiseta de My Little Pony.

Estaba haciendo una ronda en cirugía de trauma, como estudiante de medicina. Nos llamaron de urgencias, anticipándonos a su llegada, vía Servicios Médicos de Emergencia (EMS).

Estaba coja y cubierta de sangre cuando la sacamos de la camilla, en Urgencias. Estaba cubierta de abrasiones por haber sido arrastrada bajo un coche. Su piel fue arrancada de un lado de su pequeña cara. Sus miembros se doblaron en ángulos imposibles.

Había estado jugando afuera con sus hermanos y amigos cuando su pelota rodo a la calle.

Como cualquier niño, corrió tras su pelota.

Un conductor desprevenido, quizás conduciendo un poco rápido, la atropelló y la arrastró por la calle.

Sus hermanos y amigos observaron con horror cómo la hacían pedazos.

Pero....teníamos pulso. Después de una rápida evaluación, nos dirigimos al quirófano.

Tuvo un paro cardíaco, dos veces, en el ascensor.

La recuperamos la primera vez.

La segunda vez, hicimos todos los procedimientos del SVCA (Soporte Vital Cardiovascular Avanzado). Como en la mayoría de los traumatismos cardíacos, no pudimos hacer nada para salvarla.

Nos quedamos mirando su pálida y destrozada carita, sin aliento por nuestros esfuerzos.

El cirujano de trauma estaba quebrado.

"Niños. Siempre me mata cuando son niños".

Cubrimos con la sábana sus ojos que ya no ven.

El cirujano, con los hombros caídos por la derrota, fue a hablar con la familia.

Entró en la sala de espera privada, reservada para las familias cuando se prevén malas noticias.

El resto del equipo empezó a guardar los equipos, en el pasillo.

La puerta se cerró tras él.

Tres... dos... uno...

Los llantos desgarradores de su madre llenaron el aire.