¿Cuál es la mayor instancia de "Bueno, eso fue contraproducente" en toda la historia?

En 1966, el dictador Nicolae Ceausescu decidió que Rumania necesitaba más personas y la forma de lograr ese objetivo era hacer que los abortos y la anticoncepción para mujeres menores de cuarenta y cinco años fueran ilegales. Exigió que su gente tuviera al menos 5 bebés. Los abortos fueron prohibidos abruptamente, seguidos de la triplicación de la tasa de natalidad.

La tasa de natalidad regresó lentamente casi a su nivel anterior, logrado principalmente a través de abortos peligrosos e ilegales, que hicieron que la tasa de mortalidad materna se disparara.

Las mujeres que buscaron abortos y las que las ayudaron se enfrentaban a años de prisión si eran descubiertas. Las mujeres fueron sometidas a exámenes ginecológicos obligatorios en el trabajo, y las que se encontraban embarazadas fueron monitoreadas durante el período por la temida policía secreta, para asegurarse de que se tuvieran el niño. Cientos de miles de niños no deseados que nacieron en familias pobres que no podían pagarlos fueron abandonados en orfanatos. La prohibición creó un trágico horror de orfanatos superpoblados y sucios y muchas muertes dolorosas por abortos clandestinos.

La política dio a Rumania las tasas de mortalidad materna más altas de Europa, el mayor número de muertes por aborto y una generación de huérfanos física y emocionalmente desnutridos criados en condiciones miserables.

El resentimiento se acumuló y su poder explosivo se desató cuando los rumanos derrocaron y ejecutaron a Nicolae Ceausescu junto con su familia en 1989. La primera ley que el nuevo gobierno derogó fue la prohibición del aborto y la anticoncepción. A pesar de la legalización del aborto, un triste legado que dejó fue la desconfianza de las mujeres rumanas hacia los anticonceptivos como resultado de décadas de propaganda. Durante años después de la caída del régimen, el aborto siguió siendo el método de control de natalidad más popular y peligroso. Hasta el día de hoy, Rumanía sigue teniendo la tasa más alta de mortalidad infantil y casi la esperanza de vida más baja de la UE.