LA MAYORÍA DE NUEVOS EMPRESARIOS NO HACE ESTO ANTES DE INICIAR UN NEGOCIO
Cuando tenía 9 años de edad me encontraba en casa con el tablero de ajedrez frente a mí. Pensaba de que otra forma podría empezar una partida que no fuera peón de rey (e4) en la primera jugada.
En su lugar, avancé el peón de dama (d4) y respondí para las negras de la misma forma con (d5).
(No te preocupes si no entiendes las jugadas).
Estaba buscando ahora, en la jugada dos, una respuesta para las blancas que fuese original y útil para sorprender a mis rivales.
Luego de analizar las opciones y pasar algunas horas delante del tablero sacando conclusiones, encontré una jugada que me fascinó. Consiste en un simple sacrificio temporal de un peón, (c4).
Pensaba que había “patentado” una idea asombrosa, sin embargo, es una de las formas de empezar más común que existe en el juego, sino la que más.
Como fundadores muchas veces pasamos horas encerrados en nuestra habitación pensando ideas innovadoras, cuando éstas ya han sido creadas. En consecuencia, podemos perder tiempo, mucho tiempo.
Al percatarme de toda la información que tenía a mi alcance, empecé a comprar libros y descargué todas las partidas de un joven jugador que, con un año más que yo, ya competía con los mejores. Su nombre: Magnus Carlsen. Ahora es, simplemente, el Leo Messi del ajedrez.
Para mí Magnus era un referente, un chico de mi edad que hacía sufrir a los campeones mundiales y, de vez en cuando, les ganaba.
Empecé a estudiar sus partidas y mi vaso empezó a llenarse de éxito.
Como futuros empresarios es importante que encontremos referentes a los cuales podamos observar, para inspirarnos y aprender de ellos. Entonces, tenemos que absorber todo el zumo que nos puedan servir.
Generalmente, el destino que queramos alcanzar alguien más ya lo ha alcanzado. Pasamos horas en el bosque buscando el limonero cuando podemos encontrar a alguien que sepa donde está y nutrirnos de sus conocimientos: comprar sus libros, leer entrevistas, examinar su biografía para comprender su proceso, etc.
Aunque el vaso se llenaba, no lo hacía tan rápido como quería.
Hice lo que la mayoría de nuevos empresarios omite al iniciar un negocio:
CONTRATÉ A UN MENTOR
Busqué a un profesor, pero no cualquier profesor. Alguien que tuviese los valores que yo quería adquirir, alguien que había alcanzado el nivel y los resultados que yo deseaba, alguien que estuviera recorriendo el mismo camino que yo quería tomar.
Pasé de sumar limones a multiplicarlos.
Yo podía ver una partida de Magnus Carlsen durante horas y recoger 10 limones o analizar 20 minutos la misma partida con mi mentor y recoger 1000 limones.
Él ya sabía en que momento de la partida debíamos parar a recoger limones.
Además, mi herramienta mental consistía en unas manos para exprimir, mientras, él usaba el exprimidor para crear el zumo.
Muchos quieren fundar una empresa y leen libros, aprenden de los mejores, sin embargo, no contratan a alguien para que les guíe.
¿Es muy caro?
Depende del precio que le pongas a tu tiempo.
Cuando leemos libros estamos creando un mapa de conocimiento. No obstante, el guía nos marcará la ruta.
Como fundadores podemos obtener mucha información. No obstante todo el aprendizaje, probablemente no sean útiles esos conocimientos, hasta llevarlos a la práctica.
“Andar en solitario implica tomar caminos incorrectos antes de encontrar el camino que nos permita llenar el vaso de limonada”.
Cuando tenemos un mentor seguramente nos señalará el camino más corto y adaptado a nosotros para alcanzar el destino que perseguimos.
Antes de iniciar el camino, asegúrate de encontrar a alguien que sepa donde están los limones y que utilice el exprimidor.
“Los mentores no están allí para hacernos ´felices´. Ellos están allí para guiarnos a lo mejor de su conocimiento”. Samira DeAndrade.
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Pol Sabrià.
Especialista en Estrategias de Vida.
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