¿Puede un ser humano, debido a una mutación extremadamente rara, tener un coeficiente intelectual de más de 1000?

El caso más extraordinario de inteligencia elevada lo tiene William James Sidis, el niño que antes de los once años había entrado a la universidad, dominado más de seis lenguas distintas, escrito dos libros ( uno de anatomía y otro de astronomía) e inventado un idioma, el Vendergood. Murió antes de los cincuenta años, cuando ya dominaba cerca de 40 idiomas diferentes. Se le calcula un CI de 335.

Sidis tenía capacidades intelectuales notables que a todas luces parecían responder a un tema genético, pero su padre también hizo mucho por potenciarlo; aplicó conocimientos de psicología para que su hijo desarrollara las habilidades propias de un superdotado.

Si triplicamos la inteligencia de Sidis, podríamos tener a un niño de cinco años entrando a la universidad, escribiendo libros de ciencia, dominando 20 idiomas diferentes e inventando otros cuatro. Eso, sí el aumento de la inteligencia es proporcional a los logros, quizás no, quizás los logros se duplican o triplican.

El punto es que una inteligencia lógico matemática-que es lo que mide principalmente un test de inteligencia-de 1000 puntos, no parece responder a algo tan excepcional como una mutación genética, todo lo contrario, el caso de Sidis y el de otros niños, como la ajedrecista húngara Judit Polgár y su hermana, parecen ser la prueba de que es la mezcla entre factores genéticos y el trabajo excepcional del entorno para potenciar las capacidades de la persona superdotada lo que logra el desarrollo de la inteligencia a un nivel extraordinario.

En todo caso los estudios de psicólogos como el del norteamericano, Howard Gardner, señalan que el concepto; inteligencia medida por un test, es antiguo, arbitrario y erróneo, porque dicho parámetro es incapaz de medir otras capacidades que sirven al propósito de una inteligencia, esto es, ayudar a resolver o plantear problemas nuevos.

Sidis fue brillante en aprender, pero no hay registros de algún aporte suyo que sea significativo en algún campo del conocimiento humano. A ratos, Sidis parece ser una máquina que aprende todo en unas horas, pero que no puede desarrollar ideas imaginativas o propuestas atrevidas, como meditar por donde camina la luz, si el tiempo puede detenerse, si existe un paso más rápido para llegar al otro lado del universo o armar una historia que penetre el corazón de miles de seres humanos; tampoco se le conoce alguna idea para potenciar la economía mundial o para un avance de la tecnología que existía en su tiempo.

Quizás Sidis era tan inteligente que se dio cuenta que cualquier aporte que hiciera podría ser usado para propósitos innobles, como ha sido la triste historia de los seres humanos desde que alguien descubrió el fuego y lo usó para quemarle la cara al vecino.

Sidis murió triste y solo.