Mi hija de 8 años recibió un disparo de bengala en el cuello (por un niño de 8 años obsesionado con las armas y que nunca se mete en problemas por nada). Le apoyó la pistola directamente en el cuello conectando con la columna vertebral y apretó el gatillo, quemandole el pelo y la piel ¡tiene suerte de estar viva!
El resultado del disparo fue un hematoma por quemadura de segundo grado provocado por la explosión y algunos hematomas internos, por la gracia de Dios no hay daños en los nervios por lo que se ve en las radiografías y en la tomografía computarizada. Los médicos me dijeron que no sabían cómo no le había hecho un agujero. Es tan enfermizo. Los adultos deberían saber que los niños NUNCA deben jugar con un ARMA.
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