La religión da explicaciones a los enigmas que se hace el hombre frente al mundo, es verdad. Pero no es esa la causa del fenómeno religioso. No lo es porque desde el siglo XVIII hemos ido avanzando en el conocimiento de las causas de los fenómenos sin que haya descendido sustancialmente el interés de los humanos por creer en dioses y cuestiones sobrenaturales. El origen está en otro sitio: en nuestra ansia de trascendencia y en la dificultad de asumir la muerte como definitiva. Esa es la causa de que la religión brote espontáneamente en el corazón de los hombres. Luego hay otros motivos por los que se afianza y enroca negándose a desaparecer: consolidación y diferenciación del grupo, control de las masas, ejercicio del poder… y muy importante: donación de un sentido a la existencia. Así pues, hay motivos a ni el de individuo y motivos a nivel sociológico.
Por todo ello sigue siendo difícil ser ateo. La religión te da, como decía Isaac Asimov, un pulgar que chupar, unas faldas a las que asirse.
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