La división que hace Alfonso Reyes entre crítica activa y crítica pasiva o "impresionista" se basa en la idea de que la crítica literaria es una actividad que requiere una participación activa por parte del crítico. La crítica activa es aquella que se basa en un análisis riguroso de la obra literaria, teniendo en cuenta sus elementos formales, temáticos y contextuales. La crítica pasiva o "impresionista", por su parte, es aquella que se basa en la mera impresión personal del crítico, sin un análisis profundo de la obra.
Reyes define la crítica activa como "la que no se contenta con la simple impresión, sino que va más allá, y procura penetrar en el fondo de la obra, desentrañar sus secretos, descubrir sus valores, señalar sus defectos". La crítica pasiva, por su parte, es "la que se contenta con la simple impresión, sin preocuparse de analizar la obra, de descubrir sus valores, de señalar sus defectos".
Reyes considera que la crítica activa es la única crítica que puede ser verdaderamente útil. La crítica pasiva, por su parte, es una actividad superficial que no aporta nada a la comprensión de la obra literaria.
En su ensayo "La crítica literaria", Reyes afirma que la crítica activa debe tener los siguientes objetivos:
La crítica activa es una actividad compleja y exigente que requiere un conocimiento profundo de la literatura y una capacidad de análisis rigurosa. Sin embargo, es una actividad esencial para la comprensión y la valoración de la obra literaria.
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Analise de Textos Literários
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