1. Introducción El brote de Covid-19, causado por el virus SARS-CoV-2 con origen en la ciudad de Wuhan, provincia china de Hubei, ha desencadenado ...
1. Introducción El brote de Covid-19, causado por el virus SARS-CoV-2 con origen en la ciudad de Wuhan, provincia china de Hubei, ha desencadenado desde diciembre de 2019 una pandemia mundial con consecuencias extraordinariamente difíciles para todos los sectores, con especial problemática para el sanitario y el económico (McKibbin y Fernando, 2020). La virulencia de este fenómeno, ya mundial, hace que el reto se acreciente más si cabe en los casos con mayor grado de vulnerabilidad. Hablamos de personas con bajos recursos económicos, incluso sin hogar, aquellas que no disponen de empleo o que lo han perdido durante la pandemia, comunidades excluidas de manera regular, el colectivo migrante, personas con diversidad funcional, etc. (Berger et al., 2020). Ofrecer una respuesta adecuada requerirá un esfuerzo político y social a gran escala y multinivel para paliar situaciones complejas y de acuciante desigualdad. El Covid-19 va a evaluar la capacidad de reacción de los países desde una perspectiva nacional, pero también la cooperación desde una perspectiva internacional. La cohesión social va a estar determinada por la respuesta a la presión de los sistemas de protección social basados en la trayectoria de las decisiones de la política de cada país y la capacidad de actuar de manera responsable y generosa del ente macropolítico y macroeconómico actual (Dayrit y Mendoza, 2020). En el caso de la Unión Europea, ésta se enfrenta a un gran reto teniendo que ofrecer una respuesta de mayor coordinación y eficacia que la demostrada ante anteriores fenómenos coyunturales como la crisis financiera mundial de 2008 o la crisis migratoria irregular que está presente en el continente desde 2015. La colaboración a nivel mundial entre grandes instituciones como Naciones Unidas, el G20, la OMS, el Fondo Monetario Internacional, la Unión Africana y otras
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