El coach es la persona que facilita el proceso de coaching, mientras que el coachee es el protagonista que busca alcanzar un objetivo. El coachee puede ser cualquier persona, pero el coach debe ser un profesional preparado y formado en diferentes áreas, con actitudes específicas que no están relacionadas con la actividad, situación personal o materia que el coachee desea abordar. La función del coach es ayudar al coachee a adoptar una perspectiva diferente de sí mismo y de su entorno, identificando obstáculos y limitaciones que afectan la consecución de resultados. El coach no establece el objetivo de la relación de coaching; este objetivo lo define el coachee. El coach facilita que el coachee alcance los objetivos que él mismo ha definido. El coach no es un maestro, consejero, mentor o terapeuta, sino que facilita la creación de nuevos espacios para diseñar conversaciones que generen futuro. Su autoridad se basa en la confianza que le brinda el coachee. Tanto el coach como el coachee participan en un proceso de descubrimiento. A través de la conversación de coaching, el coachee establece la dinámica del proceso de aprendizaje, elige las interpretaciones pertinentes, selecciona los caminos a seguir y valida lo que el coach plantea. Para lograrlo, el coach debe ser competente en el manejo de áreas como el observador y el sistema. Además, el coach debe tener experiencia previa, empatía, autoestima, paciencia y una visión compartida con el coachee.
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