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si la honra de la mujer tiene como marco de referencia la casa, para el varón, sin embargo, su soporte moral está en la mujer misma. Pero estos esq...

si la honra de la mujer tiene como marco de referencia la casa, para el varón, sin embargo, su soporte moral está en la mujer misma. Pero estos esquemas valorativos no siempre se mantienen inalterables en el tiempo; por el contrario, sufren constantes transformaciones. Así, por ejemplo, en tanto que el desaparecido rito de transición del rapto de la novia comportaba un modo de valorar lo masculino y lo femenino, las nuevas formas de noviazgo indican una modificación de tales conceptos. Las connotaciones que otrora tuvieran nociones tales como la virginidad, la hombría, la honradez, la sexualidad, la reproducción, la intimidad, el pudor, etc., que fueran factores tan determinantes en la estructura de las relaciones entre los géneros, en la actualidad, sin que hayan perdido totalmente su sentido tradicional, se presentan bastante cambiadas. A mí —me decía un joven veinteañero— que una muchacha no sea virgen no importa para poder casarse con ella. Eso era antes, que si habían tenido novio, aunque ni las tocara, va no las miraba nadie. (...) Es que eso de la virginidad son cosas de antiguos. Hoy ya se ve de otra manera, porque lo que tienes que procurar es que te lo montes bien con tu pareja ¿no? Si la cosa te va bien, pues qué más da lo que haya pasado antes. (...) Pues fíjate tú, que en el fondo una muchacha que no haya tenido rollos (relaciones sexuales) con nadie y que ya sea mayorcita, pues eso mosquea un poco, ¿no? Lo normal es que si ha tenido algún novio, pues que no sea virgen. (...) Hombre, tampoco es cuestión de que se haya acostado con todo quisqui, eso no. A mí no me gustaría que mi novia, cuando la tenga, hubiera estado con muchos del pueblo... Pero vaya, que yo pienso que un matrimonio puede ir bien aunque ella haya tenido alguna historia antes. (...) Y por qué tengo yo que ser menos hombre pensando como pienso. Hoy ya no se lleva el machismo, tú. Es evidente que ser hombre o ser mujer, para la generación más joven ya no significa lo mismo que para los más viejos. Uno de esta generación, respondiendo a mis preguntas referidas a este tema contestaba que hoy ya no hay hombres como los de antes. Porque antes, cuando una mujer se desmandaba un poco, pues ahí estaba su papá, o sus hermanos, o el novio, o su marido que se encargaban de que no se saliera del tiesto. Un hombre no puede permitir que su mujer se le desmande lo más mínimo. Y si había que pegarle, pues se le pegaba; porque la hombría es antes que todo. (...) Verás, no es que yo piense que haya que andar a palos con las mujeres; pero es que para mí, hasta las mujeres es que no les gustan los hombres blandengues, que no tienen autoridad. Porque, a ver, una mujer sin un hombre como Dios manda es que no es nadie. Cuando yo me eché novia, yo lo primerito que le dije fue: mira, yo no me gusta de pegar a las mujeres, pero que no me entere yo de que sacas los pies del tiesto, porque es que te mato. Así que a tus cosas, y a tu obligación que es cuidar de la casa y de mí, que yo me encargaré de que a ti no te falte de nada, que para eso estoy yo. Oye, y fue firme. Nunca le tuve que alzar la voz a mi mujer, que en paz descanse, la pobrecita, porque es que no tuvo más ojos que para mí y para cuidar de sus hijos. (...) Pues tú ves hoy... que cada uno hace lo que le da la gana. Y los muchachos de ahora, pues se aguantan, porque yo es que me entero en los bares: que si fulanita sale con fulanito. Bueno, pues no pasan dos días, y vas y la ves por ahí por la carretera con otro. Pero es que a los dos días la ves otra vez con el primero. En mi juventud ya mismito se iba a consentir eso... Un hombre se tiene que hacer respetar. Que tales cambios operados en el sistema de valores de unas generaciones a otras tienen su repercusión en las configuraciones espaciales, no cabe dudarlo, si es que los planteamientos expuestos hasta aquí son válidos, como así creo. En algún momento he apuntado la idea de que los esquemas mentales se reflejan en el espacio organizándolo y dotándolo de significados, y que éste sirve de soporte material de aquéllos, en los que también incide de alguna manera. Hemos observado cómo la intimidad, la honra, el pudor, el orden, la privacidad, etc., se expresan materialmente y adquieren sentido mediante la contraposición de espacios significados de manera antitética. Pero también hemos podido constatar que ningún espacio está connotado de manera unívoca, sino que todos ellos pueden estar revestidos con múltiples significados. Así, el sentido que en una circunstancia determinada adquiere un muro, una puerta, una escalera, un cuarto o la casa misma, en otra se puede ver modificado en función de las diferentes configuraciones estructurales que se manifiesten en cada momento. Posiblemente los escenarios son los mismos, pero la manera en que son significados, la manera en que son percibidos, el modo en que son interpretados, varía. Al fin y al cabo, no hacen otra cosa que reflejar aspectos concretos de manifestaciones culturales, de modos de entender la vida social. Francisco Sánchez Pérez 6 Cartografía simbólica del pueblo A estas alturas, podría dar la impresión de que tras los límites externos de la casa se abre un espacio, la calle, configurado como si fuera el negativo de aquélla. En cierto modo así es, y de ello hemos tenido constancia en anteriores pasajes. Pero las ocasionales y efímeras percepciones que hemos obtenido de este ámbito son, por parciales, insuficientes para comprender una mayor dimensión semántica de este ámbito, de igual manera que nuestra noción de los distintos significados de la casa habrían quedado incompletos si solamente los hubiéramos observado desde fuera. Cada espacio es identificado y ordenado estructuralmente, siempre en base al principio de oposiciones relativas. No vamos a encontrar la misma significación en un ámbito determinado si lo percibimos desde un lugar u otro, como tampoco si lo hacemos a través de la mirada masculina o femenina, la de un miembro de un vecindario o la de un extraño, la de un niño o un adulto. Hasta ahora normalmente hemos dirigido nuestra mirada hacia fuera desde la casa. Ciertamente, la noción de calle conlleva contenidos implícitos que solamente pueden ser comprendidos si los abordamos desde el interior de la morada; pero ambos son, a la vez que antitéticos, complementarios, siendo así que uno ve modificado su sentido cuando se pone en relación con el otro. Inmediatamente que traspasamos el umbral de la casa nos encontramos no en uno, sino en una multiplicidad de espacios a la vez. Si la casa se constituye en esfera femenina, la calle masculina; si aquélla en dentro, ésta en afuera; si en privada la primera, en pública la segunda; cuando la vivienda es concebida como ámbito familiar, nada más salir nos hallamos en el marco del espacio interior de la vivienda, como una esfera que se interpone entre la casa y la comunidad, como la calle, entendida como accidente urbanístico o, en un sentido más amplio, como el pueblo o como territorio extraño y ajeno. Que funcione más en un sentido o en otro dependerá de cómo confluyan numerosos factores, de entre los que iremos identificando e interpretando los más significativos. Tendremos ocasión de ver, así, cómo la calle a veces se hace casa, cómo se extienden y reducen los límites que la van definiendo, la manera en que éstos son percibidos según qué circunstancias concurren o cómo incluso se superponen todos estos ámbitos de contenidos, a veces ambiguos, otras equívocos o contradictorios. Porque, al igual que la casa, la calle es también un espacio semántico de contenidos polisémicos. El vecindario está constituido por un indeterminado número de edificios que comparten un trozo de calle común, cuyos moradores mantienen contactos cotidianos más asiduos que con el resto de la comunidad. Aunque, lógicamente, el factor proximidad juega un papel primordial a la hora de definirlo —aunque no definitivo, como veremos enseguida—, así como para considerar quién es vecino y quién no, resulta imposible trazar los límites de la esfera vecinal: dónde empieza y dónde acaba el vecindario. Hay también otro factor a tener en cuenta, cual es el referido

Esta pregunta también está en el material:

La Liturgia del Espacio
188 pag.

Liturgia Fundacion Escuela Tecnologica De Neiva - Jesus Oviedo Perez -FetFundacion Escuela Tecnologica De Neiva - Jesus Oviedo Perez -Fet

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