Una campesina relata que ante la inminencia del desplazamiento, luego de la detención forzada y posterior asesinato de su esposo, ella recogió todo...
Una campesina relata que ante la inminencia del desplazamiento, luego de la detención forzada y posterior asesinato de su esposo, ella recogió todos sus enseres y los repartió entre los vecinos, ejerciendo una “soberanía” sobre sus pequeñas propiedades que serían tomadas por los actores armados. En el mismo sentido, otra decidió vender sus muebles y enseres: “en cualquier momento me toca desplazarme y eso me costó mucho pa’ yo dejarlo y encontrarlo luego de cualquier manera”. Estas decisiones, aparentemente sencillas, significan para estas mujeres una posibilidad de decisión propia y un autorreconocimiento de su dignidad que, aunque silencioso, reta las normas establecidas, bajo el disfraz de una falsa sumisión. Estas estrategias se replicaban frente a la pregunta incómoda que hicieran los paramilitares en el retén de entrada a la cabecera municipal o en otros sitios de encuentro y control. La respuesta compartida y concertada silenciosamente consistía en decir lo que ellos querían oír. La única manera de pasar el retén sin mucha dilación era evasiva o incluso negativa ante la pregunta por la experiencia del sufrimiento y el conflicto armado.
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