Es quizá en este el punto de ruptura más significativo, aunque no el más manifiesto, entre el manganimé y el comic, pues, como lo señala Umberto Ec...
Es quizá en este el punto de ruptura más significativo, aunque no el más manifiesto, entre el manganimé y el comic, pues, como lo señala Umberto Eco, en el caso del segundo se tiende a la perpetuidad de los protagonistas, congelando el trasfondo histórico y reiniciando en cada aparte el relato sin establecer conexiones de ningún tipo con el episodio antecesor (sólo en el caso de entregas especiales donde se realizan secuencias divididas en capítulos). Al contrario, uno de los atractivos remarcables del manganimé consiste precisamente en la certeza de que siempre tendrá un final, cualquiera sea su formato o la dimensión de su éxito todas las historias terminan (y muchas quedan inconclusas) pese a los reparos de sus seguidores; entonces, se cuenta con la seguridad de cómo sea la conclusión será el fin de una experiencia con la que muchos se sintieron comprometidos y la desaparición de personajes en quienes fueron depositados y materializados ideales y aspiraciones20 (aunque queda el consuelo de las Ovas y las películas).
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