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3.1 LAS CARAS DEL COMPROMISO Según lo anterior, y las confrontaciones con las experiencias recogidas, un otaku puede ser definido por varias óptica...

3.1 LAS CARAS DEL COMPROMISO Según lo anterior, y las confrontaciones con las experiencias recogidas, un otaku puede ser definido por varias ópticas, dependiendo de las expectativas y prioridades consideradas para un buen aficionado. Si bien no existe un parámetro único equiparable, todas las afirmaciones están mediadas por el compromiso con el medio. Aunque el convertirse en un otaku no es siempre el objetivo universal, por las negativas tipificaciones que su reconocimiento conlleva, es patente la identificación de determinadas estipulaciones que precisan el compromiso individual. Algunos califican sus aproximaciones y sus vivencias como �seguidores�, a través de los conocimientos que generalmente poseen otros aficionados, y por ese condicionamiento, se reconocen o no como otakus. Así, la acumulación de información se convierte en una prioridad específica. Otros opinan que es la empatía con el medio y su capacidad interpretativa la que interviene en tal catalogación, por la manera como se compenetran con la historia y los personajes; Haciendo una intensa profundización, estableciendo vínculos con los sentimientos y sensaciones manifestados en el relato, y elaborando conjeturas y críticas de los acontecimientos, logrando una total compenetración con el producto. La consolidación de un elocuente criterio apreciativo, que valore las destrezas técnicas, las disposiciones de la composición, la calidad gráfica y la concordancia argumentativa, denotando una cierta criticidad con respecto a los fundamentos del medio, es también una de las cualidades que se tienen en cuenta a la hora de definir al otaku. Las capacidades de discernimiento son bien estimadas entre la comunidad de seguidores, pues denotan un gran interés por las estructuras de las directrices y la percepción del manganimé, trascendiendo el mero disfrute visual; por consiguiente, las respuestas ofrecidas por quienes hacen gala de tales aptitudes son determinantes en la evaluación de un producto y en su posterior demanda. Por ejemplo: hace algunos años se comenzó a difundir la serie �Shôjo Kakumei Utena� de Chiho Saitô, entre el grupo Mangaka de la universidad de Los Andes, pero miembros detractores de su empalagoso romanticismo suscitaron fuertes críticas en su contra (mediante la Lista de Correo de la agrupación), alegando debilidades en la construcción narrativa y disgusto ante el empleo recurrente de una cursilería exacerbada, pese a las opiniones de los amantes del género, limitando su circulación a unos pocos grupos más enfocados en la valoración estética y emotiva. Un enfoque exclusivamente adquisitivo, cuyas prioridades estén basadas en el afán acumulativo y la integración de colecciones, es también un parámetro comportado en la definición del otaku, pues pese a que la gran mayoría de los otakus soportan su afición en la consecución de mercancías, hay quienes advierten en ello la prueba irrefutable de un verdadero seguidor. Por supuesto, existen ciertos procesos de selección que evidencian una previa aproximación y asimilación de la ideología del mensaje; de hecho, el otaku se inclina por productos con los que haya tenido un contacto regular, y que gracias a sus experiencias y exploraciones en el medio, resultan muchas veces en la apreciación de series y películas poco conocidas y, por tanto, en concienzudas escogencias, dada la dificultad de su consecución por la escasez de la oferta especializada y por sus exagerados precios. De tal manera que la adquisición del otaku, no sólo requiere de un amplio conocimiento del material y las implicaciones de su contenido sino de la depuración del gusto. Entonces la posesión de unos cuantos botones y camisetas de �Dragon Ball Z� no necesariamente identifica a un verdadero seguidor, y puede obedecer más bien a una popularidad sin fundamento. Finalmente, entre las posibles indicaciones que definen a un otaku algunos advierten el compromiso, propiamente dicho, con las iniciativas para el refuerzo y la difusión del manganimé. Perciben en la vinculación con los grupos consumidores y el refuerzo de espacios y objetivos determinantes para la integración de los aficionados y las manifestaciones locales, un verdadero enlace con el medio, instando al reconocimiento en la escena pública, a su adecuada divulgación y al fortalecimiento de las agrupaciones ya establecidas en pro de la institución del criterio más allá de la contemplación. Su labor es notoria tras la organización de múltiples eventos como las proyecciones de los grupos universitarios (Mangaka, Shinanimé y Daigakumanga), los foros del desaparecido club �Kinema� y las fiestas cos-play de grupos independientes como el �Shinsedai� y del �Taller del Manga�, y su identificación como gestores e impulsores de las novedades y las reflexiones generadas por la intervención de los aficionados, llevándolos a asociarse con individuos de distintos círculos participativos, convirtiéndose en algo semejante a un relacionista público. Estas son algunas de las formas más representativas de los parámetros bajo los cuales es definido un otaku, dependiendo de las prioridades que especifican los principios por los que es definido un aficionado. Pero como se evidencia, el compromiso es llevado a diversos niveles de interacción con el producto, por c

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