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Para Wallon, la imagen del movimiento también es susceptible de conformar una representación, y se forma copiando las imágenes imitativas obtenidas...

Para Wallon, la imagen del movimiento también es susceptible de conformar una representación, y se forma copiando las imágenes imitativas obtenidas al repetir varias veces un mismo movimiento, cuyo objeto de acción sería el mismo cuerpo que ejecuta la acción. Por lo anterior, podemos observar que la formación representacional requiere para su constitución, tanto de las imágenes sensoriales del objeto como de las imágenes imitativas o acciones interiorizadas, lo cual se ejemplifica en la figura 2. Una vez integrados ambos tipos de imágenes se estaría en posición de la conformación del símbolo. Para Wallon, las acciones y el movimiento son elementos constituyentes del acto de inteligencia, y pueden fusionarse o descomponerse, dando lugar a un flujo y reflujo de imágenes imitativas. Piaget al leer a Wallon, no retoma el concepto de acto, pero plantea en su lugar la actividad de juego. Ambos, el acto intelectual y el juego, pueden analizarse de diferentes formas. Una de ellas es a partir del nivel de complejidad de los movimientos y acciones que lo conforman, otra, de la predominancia de ejercicio, y también, del uso de elementos simbólicos o reglas. Wallon plantea que las acciones conforman los actos, e independientemente de su complejidad, cada acto requeriría que se realicen acciones de categorización, seriación, y discriminación del objeto. Piaget, por su parte, plantea que el juego también estará conformado por acciones imitativas; del mismo modo, el juego, para Piaget, tiene diferente nivel de complejidad dado por una estructuración sistemática de las acciones implicadas en cada juego. Se trata de acciones secuenciadas que combinan esquemas motores, mientras que para Wallon, la complejidad de acciones y movimientos que conforma al acto no es lo más relevante. La diferencia radica en el medio, la orientación y el fin que el acto persigue, los cuales varían en la inteligencia práctica y en la discursiva. Las acciones y movimientos se realizan tanto en el espacio sensoriomotor como en el imaginativo, objetivo y mental. Piaget e Inhelder plantean lo anterior al indicar que las acciones preceden y conducen hacia las operaciones. Este paso se realiza mediante una progresiva coordinación de acciones que lleva a la imaginación de todas las partes y puntos de vista del objeto. Inicialmente, esta coordinación de acciones no podrá imaginar el resultado de la acción bosquejada, ni tampoco la acción misma; por lo tanto, deberán ser acciones ejecutadas en el espacio sensoriomotor. En esta fase, los niños realizan representaciones incompletas o estáticas de las acciones a desplegar, o bien requieren realizar operaciones continuando con su dinamismo operatorio. Cuando el niño ejecuta gestos asociados a la representación del objeto, es posible que realice una anticipación mental del movimiento que no es ejecutado. Es en ese momento cuando ya no es necesario que se realice inmediatamente la acción para percibir su relación con la imagen sensorial del objeto, pues ya se cuenta con cierta experiencia al realizar tales acciones o bien ha empezado a practicar su ejecución en un espacio mental. Una acción simple puede ejecutarse de manera independiente a otras acciones coordinadas y, una vez realizada, puede reproducirse en el pensamiento como una representación imitativa o una intuición imaginada. Pero inicialmente no puede ser imaginada si no se lleva a cabo antes en la realidad. Es así como el movimiento marca el pasaje de una percepción, a la formación de una representación, pero ello se debe a una transformación recíproca entre percepción y movimiento. El movimiento transforma lo percibido y lo percibido transforma el movimiento. Wallon y Le Boulche retoman un elemento esencial para realizar una acción: el papel del instrumento. Como se recordará, Wallon indicó que el acto de inteligencia se diferencia a partir del medio o instrumento, la finalidad y la orientación que lo guían, lo cual nos muestra elementos constituyentes de la formación representacional. Aunado a tales elementos, debemos incluir la percepción en sus diferentes modalidades y su formación de imágenes sensoriales. ACCIONES Y OPERACIONES DURANTE LA REPRESENTACIÓN DEL ESPACIO En apartados anteriores observamos que la creación de una representación requiere la puesta en marcha de diferentes acciones, la activación de información sensorial del objeto, el apoyo en secuencias cronológicas o incluso elementos protonuméricos que, de manera más segmentada, también se han abordado en la investigación neurocientífica, desde el estudio de diversas funciones. Ello es comprensible dado que desde este ámbito del conocimiento, la función es concebida como la actividad adaptativa del organismo, dirigida al cumplimiento de una tarea, tanto fisiológica como psicológica. Esta actividad es en realidad un sistema funcional complejo que, además, intervincula actos complejos en diferentes eslabones. Tal constelación dinámica de eslabones puede cambiar, aunque lo que parece invariable son los eslabones del comienzo y final (la tarea y el efecto), observándose que los eslabones intermedios o modos de realizar la tarea tienen un amplio margen de modificación. La función es así, la interacción de un sistema funcional complejo que realiza una actividad de adaptación y se forma de un complejo diferenciado de elementos intercambiables. Al analizar la función, también estamos analizando la actividad del sujeto. En el caso de la cognición espacial en neurociencia, las funciones y procesos abordados han sido atencionales, motores, gnósicos, práxicos, mnésicos, navegación, funcionamiento ejecutivo y lenguaje. Dichas funciones tienen lugar gracias a la interacción de subsistemas cerebrales y su alteración produce sintomatologías que se han estudiado a partir de diversas patologías neurológicas. De esta manera podemos identificar los síntomas que nos llevan a plantear hipótesis sobre el compromiso de subsistemas cerebrales, así como sus vías de compensación. Como bien advierte Wallon debemos recordar que al hablar de niños, estamos hablando de seres en vías de realización, cuyas funciones aún no se han desarrollado por completo. Este desarrollo también depende de las condiciones de vida y el medio al cual se enfrenta cada uno de ellos. La interacción entre experiencias y maduración permite que el niño tenga acceso a nuevas representaciones del objeto y los objetos. Una vez circunscrito el


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IMPACTO_DE_UNA_INTERVENCION_PEDAGOGICO_M (1)
254 pag.

Pedagogia Vicente Riva PalacioVicente Riva Palacio

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